Cuando Andrea contó lo que había sucedido, y había dicho que ella estaba bien, se alivio un poco. Una sonrisa se dibujo en su rostro, y dejó escapar un suspiro de su boca. Luego dedico una mirada a Saoko, a quién le dio una suave caricia con el pulgar a la asiática con el pulgar en la frente.
Muchas cosas se decían allí, y tuvo que darse un minuto para dirigir todo, incluso se vio en la necesidad de ponerse de píe.- Si me necesitan.- dijo mirando a Saoko, Andrea y Kim.- Estoy aquí, y espero no irme esta vez.- Les sonrío, para luego retroceder un poco. Un breve mareo le invadió y luego observo sus manos.
Su cuerpo tiritó, y luego miro a todos extrañado.- Yo... No sé como pero... estoy allí... en esa sala de té... en ambos lugares al mismo tiempo.- Y eso le hacía sentir jodidamente confuso. Fue a dar otro paso, y luego, otro temblor, al que luego se dirigió a Andrea, mientras se abrazaba a si mismo.- Y también allí... con... ellas...- le dijo confiando en que entendería a que se refería.
Movió sus brazos, jodidamente confundido con su nuevo estado de tri-locación, aunque por suerte no había dificultad alguna en moverse allí como si solo existiese esa realidad. Se alejo rápidamente para ir hacía su tienda, a la cual entró, para sacar de allí una pequeña caja, de las medidas de una mano con los dedos extendidos, y se acercó a Janko, a quién le ofreció uno de los habanos.
- No estoy muy seguro de porque lo dices.- Dijo sonriendo.- Si basicamente solo he hecho que me maten y hacerle las cosas fáciles a los asesinos... - suspiro, mientras ofrecía la caja al hombre del cigarrillo.- Por favor, toma uno.- Dijo sonriendo, aunque esta se fue esfumando un poco, para preguntar algo preocupado.- Por favor no me lo tomes a mal, pero quisiera saber... Ese papa del que hablabas con ya-sabes-quién en el otro lado... ¿se referían a mi? - Trago saliva, con un poco de miedo por la respuesta, sin saber porque.- Mira, mejor no respondas.- mencionó al final, reconsiderando la situación.- Para sobrevivir a los asesinos, y a todo lo que haga mal acá puede ser necesario hablar con secretos... y confío en ti y en tu-sabes-quien, tienen sus motivos... Bueno, bueno... solo... acabamos de volver, fuma conmigo para celebrar.- Y en eso estaba, cuando escuchó a Michael, confundido por su repentina verborrea, y mirando a Janko con una expresión de "¿y a este que mosco se le metio al oido?", para luego volver a él, sonriendo algo torpemente.- Gracias hombre... ehmm... Oh, si, si... disculpa por no responder... era de noche, tenía una misión y... bueno, morí, jeje... no pude responder... - comentaba, no muy seguro de si aquel hombre le sorprendería con alguna otra cosa.- Ehm... si, ¡Si! - Exclamo, para poder empezar a recuperar la compostura.- De la isla misma, me los envió mi santa abuela de allá poco antes de venir para... acá. Oh, no es molestia, anda hombre, toma uno, pero cuidado que son de los que te convierten en comunista, jejeje.- Bromeo mientras ofrecía la caja también al señor Dennis, aún confundido por su actitud- Todos tenemos algo que... celebrar al parecer - Dijo con algo de culpa, girando el rostro para ver a Saoko, pues de pronto se sintió culpable por no estar allí acompañando, aunque tampoco quería ahogar a la herida.- Pero anda hombre, que nosotros volvimos a la vida, comparte el tuyo, mira que se te ve bien liberado hombre, jejeje... - Dijo observando a Janko de nuevo, aún nervioso.
Wyatt se siguió limpiando las manos mientras se mostraba preocupado y añadió - Se suponía que estaba mal pero... No hay nada, ni un rastro, ni una nota, nada. Es como si se hubiera esfumado por completo - dijo con dolor.
Tomó el botiquín y lo llevó a su tienda. Al observar la vuelta de Luis y Janko, sonrió levemente, aunque era una sonrisa cargada de tristeza.
- La verdad es que teníamos planes... Y ahora... ¿Ahora qué? - dijo con lágrimas en sus ojos. Todo parecía mal. Entonces agregó - Este lugar les ha hecho cosas extrañas, también a ella. A veces hubiera preferido ser yo... -.
Andrea se encontraba aún con Saoko cuando esta volvió a hablar. Con tranquilidad, le dedicó una sonrisa antes de repetir una vez más. - Gracias a ti. - Dijo, apartándose ahora sí un poco para evaluar su estado. - Estás muy pálida, supongo que será por la pérdida de sangre. Voy a traerte algo de comer. - Afirmó, poniéndose en pie para volver instantes después con algo de comida.
Acto seguido, cuando le pareció que Luis se estaba sintiendo mal llevó su vista hacia el hombre, preocupada. Sólo faltaría que ahora se desplomase muerto. Sin embargo poco a poco pareció recuperarse. Sus palabras provocaron un mudo asentimiento en Andrea al principio, y expresión confusa después. - Tranquilo. - Le dijo, poniendo una mano en su hombro. - Pronto acabará todo.
Después de eso siguió escuchando las intervenciones de unos y de otros, asintiendo sólo de vez en cuando. Tras aquel despertar estaba más que cansada: sólo quería estar tranquila, fumándose un porro. Limitándose a escuchar por una vez. Sin embargo las palabras de Sasha, llegadas repentinamente, llenaron sus ojos de ira. Sin embargo, no estalló. Digirió aquel enfado, masticándolo con fuerza, y cuando volvió a hablar lo hizo con decisión.
- Dile que tiene lo se merece. - Le pidió. - Que hay que ser muy hijo de puta para hacer lo que ha hecho, y muy cobarde para no dar la cara. - Dijo, antes de añadir algo más. - Y que sólo me arrepiento de no haber sido yo quien le devolviese lo que me hizo. - Finalizó. Luego se alejó unos pasos, dando la espalda a los demás con expresión molesta y gesto turbado.
Janko no te pases de sagaz, mi don era hacer hablar a alguien sin mentir, ya esta....
Dijo tranquila mientras se sentaba solo y un poco alejada del resto, no quería molestar y menos aun ser molestada.
Mientras esperaba una respuesta, aunque fuera solo una a sus preguntas, pues el tiempo se echaba encima y ahora sin culpables aparentes tenia miedo de culpar a un inocente. La voz del escritor la llenaron de dudas, mas se si puede.
-Perdone, ¿Pero puede ser mas claro? De que esta hablando, que es eso de que se ha librado, ¿Estabas acaso en algún otro lado?-En ese momento se calló y puso la mirada en el infinito sin llegar a comprender nada.
-Yo... ahora mismo estoy en dos sitios a la vez... uno con mucha niebla... Donde hay una muñeca extraña... me dice que alguien me ha invitado allí.-Miro a los demás totalmente confundida y asustada -¿Que es eso? ¿El Limbo?-Haciendo una clara referencia al lugar descrito.
Kim soltó finalmente la mano de Saoko cuando la extracción de la bala acabó. La mujer se pondría bien, aunque parecía cansada y dolorida. El chico se pasó la mano por la frente y suspiró. No estaba hecho para este tipo de situaciones, tratar de consolar a los heridos y los enfermos no era lo suyo.
Se apartó un poco de los demás y, sin ni siquiera sentarse en el suelo, sacó la libreta del bolsillo y comenzó a escribir frenéticamente. No quería que se le olvidase nada de lo que estaba oyendo, nada de lo que estaba ocurriendo. Como futuro periodista, necesitaba un recuento de los datos, ya que su lista de inocentes en los que poder confiar se basaba en pruebas y hechos.
Las palabras de Dennis hicieron que saliera de su concentración, y Kim alzó la cabeza con el ceño algo fruncido.
¿Qué quiere decir con que ha sido liberado, señor Dennis? - se acercó a él mientras le preguntaba directamente. Lo de los limbos y espacios de muñecas le daba dolor de cabeza de solo pensarlo.
Tras responder a Richard, Sophia se había vuelto a quedar en silencio, escuchando a todos sin decir nada, pero cuando Abigael habló, se acercó un poco a ella para explicarle la parte que podía de todas sus preguntas.
- En realidad, ya sabemos quien es el que nos mete en aquella sala de té, nos lo ha confesado allí. Él mismo está también dentro. Y nos ha confirmado que fue recargado esta noche y que por eso pudo meter a cuatro. Al parecer yo llegué sola porque conmigo debía entrar Luis, pero murió. Y hoy entraron tres porque también tenía que entrar Janko. Pero al volver a la vida han vuelto también allí, así que todo sigue encajando. - Explicó, echando cuentas mentalmente. - Ahora mismo somos nueve.
Después escuchó con el ceño fruncido las palabras de Michael y miró con cierta confusión a Astrid y el cadáver de Aurél para terminar volviendo a mirar al escritor. - ¿Se ha liberado... de qué?
-Bueno, yo resucité a Luis el primer día- respondió a Abigail- a Janko dos veces, a Andrea y a Phil. El resto no ha sido cosa mía.
Se hablaba ahora del misterio de otro mundo, uno con muñecas.
-Sinceramente, yo no creo que esos secuestros tengan algo de bueno, ¿para qué va la gente allí? Me da algo de miedo que exista algo así- desconocía el propósito de los secuestros. Y el desconocimiento era, normalmente, algo a temer- Si tiene pensado llevarme a ese lugar por mí que no lo haga. De hecho, ¿creéis que podemos fiarnos de ese secuestrador? Hasta hoy, según decís, no se ha dado a conocer. Justo cuando hemos dudado de él. Si no ocultaba nada creo que se hubiera dado a conocer hace ya tiempo. Al menos en esa casa que parece poseer.
Abi asintió a la respuesta de Richard a quien se lo agradeció sin palabras y escucho con atención lo que tenia que decís a continuación con lo que ella asintió a sus palabras.
-Creo que llevaba razón si no es peligroso porque no decírnoslo al resto. Abi empezaba a comprender lo que dijo Andrea sobre descubrir a esa persona y mas si se le trataba como un secuestrador.
Su mirada se desvió hacia Luis al momento de verlo revivir, pasando en seguida a Wyatt al escuchar que Krysta había desaparecido. ¿No sería lógico que quién fuera culpable de todo esto aprovechara de correr apenas pudiera? Sus ojos luego pasaron a Janko, quien se levantaba de la muerte.
Pero al escuchar la voz de Astrid, volvió a concentrarse en ella. Su mirada, aunque continuaba siendo de obvio desprecio, había disminuido su intensidad. Para ser una disculpa, era una bastante mala, pues solo seguía culpándolos de todas sus desgracias. Pero el verla así, rogando porque no la golpeara mientras miraba hacia abajo, tiritando y agitada, lo hizo aflojar un poco su mano hasta apenas posarla sobre el delicado brazo de la niña chillona.
No pensaba golpearla por querer ayudar. No soy un monstruo. – contestó de mala gana a Connors. Aparentemente no estaba tan equivocado al pensar que su nueva apariencia había alterado la percepción del resto sobre él, pues ahora una simple amenaza para callar a una chiquilla inquieta parecía ser tomada con gravedad y alerta.
Soltó el brazo de la mujer y la vio alejarse para fumar y dar su discursito. “Te prometo que no volveré a hablar”. Mucho le había durado, sí. Al menos Sam no se corta en mandarla a callar – pensó, encontrando un poco de alivio ya que él mismo no podía cerrarle la boca sin que lo acusaran de maltrato. Buscó con la mirada a la rusa mientras Andrea se ocupaba de Saoko. Obviamente, no quería molestar en una situación tan delicada, ni mucho menos perder de vista a su hermana o a la adolescente. ¿Dónde se había ido a meter Katia?
Inclinó su cuerpo hacia adelante y hacia atrás para poder ver sin molestar a la gente parada obstruyendo su visión, y fue en uno de esos movimientos, entre que cambiaba de un lado a otro de Sophia, que vio a Ekaterina caminando hacia él. Le sonrió apaciblemente y esperó a que se quedara a su lado, dónde tomó su mano con suavidad. Escuchó al resto, y como a muchos otros, la palabra “liberado” le llamó la atención. ¿Liberado de qué, exactamente? ¿De ellos? – reflexionó al verlo mirar a Astrid y Aurél.
¿Cómo y por qué le tendrían ellos prisionero? – preguntó, confundido. No se imaginaba que entre ambos especímenes tuvieran medio cerebro para raptar a un hombre maduro e inteligente.
- No fueron ellos. Evidentemente, no son tan inteligentes. -Un alzamiento de cejas acompañaba a sus palabras- Mi alma quedó ligada a la del joven caballero sin sesera y a la del otro joven caballero de apariencia femenina. - La mirada posada sobre Astrid se volvía suspicaz.
- Estábamos unidos de una manera espiritual. Y me veía obligado a defenderlos de sus propias estupideces para que vosotros no los señalárais, porque de hacerlo, yo habría perecido junto a ellos. -Suspiró- Imagináos, condenado a morir con dos protohombres con problemas de identidad. ¿No os parece súmamente injusto?
Sin mayor dilación, se llevó el habano que Luis le había dado a los labios, y lo encendió, mientras daba repetitivas y suaves caladas, para prenderlo adecuadamente. Aspiró el humo y exhaló, gozoso- Verdadero habano. Sí señor. Ahora podría morir tranquilo, si sucediese esta noche. -Miró de nuevo a Astrid, sonriendo- Qué silenciosa se la ve ahora. Debe ser que ya no tiene con quién compartir su agonía transgénero psicotizada.