-Pobre Knichi... -dijo Namine, horrorizada al ver que aquel listillo con gafas había fallecido. La muchacha había dejado de bailar repentinamente y observaba lo ocurrido, con expresión afectada-. No hay nadie que esté atacando durante el día, Miu. El sensei acaba de decir que Kenichi se murió con retardo a causa de una última acción de Masaru.
Ayami no dejaba de mirar a unos y otros viendo como se atacaban y se echaban las culpas de las muertes que se habían producido por la noche, el asunto se les estaba yendo de las manos y como si fuera poco todo lo que había acontecido hasta aquel momento, un alumno falleció delante de todos. Mizushima se llevó las manos a la boca, se levantó de la silla y retrocedió todo lo que pudo alejándose del cadáver asustada.
- No... No... No pue...de... ser...
No entendía que estaba sucediendo ni porque había muerto, las palabras de Nagisa-sensei dejaron claro que el pobre Kenichi era una vida inocente que se había perdido en aquel endemoniado juego.
Una vez el profesor se lo llevó Ayami regresó a su pupitre para sentarse en la silla, una vez allí se dedicó a observar a sus compañeros, intentando analizar sus gestos y sus palabras para poder votar de la mejor manera posible, no quería ser partícipe de un asesinato de un inocente.
Todavía algo descolocada pese a haber escuchado la explicación del sensei, Nao-chan se "sentó" en el piso junto a Miu y casi instintivamente le robó un par de magdalenas para luego meterlas en su boca al unísono; necesitaba azúcar y en gran cantidad, desesperada por superar todo lo vivido hasta ese momento y así poder intentar recuperar su ánimo.
En cuanto el dulce comenzó a invadir su cuerpo, los ojotes de la pelirroja se reencontraron con su brillo habitual.
— Calma, Miu-chan — dijo con más energía, obviamente sabiendo que lo que acababa de pasar no era para tomarse a la ligera o para festejar, pero aún así intentando dar ánimos de la chica de cabello verde.
Tan afectada estuvo por ver los cuerpos de sus dos compañeros, Haruhi dejó de prestar atención a su alrededor a pesar de que los compañeros de cuarto de éstos hablaron o su compañera peliverde ofrecía panecillos para aliviar la atención, además de continuar con conversaciones casuales. ¿De verdad ella y unos pocos reaccionaban "bien"? Bueno, esa palabra era muy subjetiva, tal vez ella exageraba y podría hacer el esfuerzo de socializar...
... Pero no, Kenich, el de lentes, cayó muerto y todo eso simplemente la asustó aún más. Ya sin poder contenerse la peliazul comenzó a sollozar en su asiento y cubrió su rostro, escuchando que a otros igual les afectó lo ocurrido. Ella no pidió esto, ella no quería estar ahí y estaba obligada a asesinar o ser asesinada... siendo lo peor estar rodeada de extraños y no saber en quién confiar.
Dispensad, semana muy ocupada y seguiré así hasta el siguiente.
La rubia se quedó mirando hacia el punto donde había caído el compañero de clases. ¿Cómo se llamaba? -Inesperado. Murmuró, negando con la cabeza. Le habria gustado saber que cruzó en la cabeza del chico enfermo para escoger precisamente al que acababa de morir tan espantosamente.
-La muerte nos ronda, no queda más que encontrar al pulpoide y acabarlo.- Volvió a murmurar con la cabeza en el libro de estudios. Bostezó, Sora no la había dejado dormir mucho.
Un jadeo de horror escapo de mi boca silenciosa hasta entonces y angustiada aparte la mirada, temblaba de pies a cabeza y no podía dejar de pensar que aquello era horrible, sin poder apartar el pensamiento del cuerpo ya retirado del salón me doblé en dos y extendí una mano hasta coger la mano de mi hermano, cerrando los dedos alrededor de su mano y deje que silenciosas lagrimas pasearan mi rostro, el corazón me dolía pero no podía decir nada, solo podía pensar que...
-¿cuantos... cuanto vamos a morir buscado a los infectados?
Iba a darle el segundo mordisco a su pastelito de Koro-Sensei cuando de pronto el grito de Kenichi le detuvo. Aiko, quien se encontraba cerca, inmediatamente se volteó a verlo con gesto molesto -¡Oye, quien te crees...!- Se quejó sin llegar a terminar la frase, observando en silencio como Kenichi de pronto comenzaba a vomitar y finalmente caía al suelo. Por muy raro que pareciese... Aiko no mostró terror ante esto, aunque sí algo de pena combinada con el asco por el vomito.
Cuando ya todo se detuvo y el profesor entró y salió del aula con el cuerpo de Kenichi la chica dedicó una mirada tanto a Sora como a Miu antes de dejar el pastelito que había tomado de esta última a de vuelta en la bandeja, sin ganas de comer más. -Veneno.- Comentó al aire, manteniendo por un instante un gesto un tanto serio antes de agitar la cabeza para reemplazarlo por una expresión más afligida. La perspectiva de no poder confiar en nadie o en la comida siquiera... La llevó a replantearse varias coas, además de apartarse un poco para acomodarse cerca de quien allí parecía más inofensiva, Namine.
Kiyoshi se incorporó, más desconcertado aún por el repentino grito de Kenichi. Rápidamente volvió su mirada hacia todo el salón, buscando quizá reacciones sospechosas. Más la agonía de Kenichi y su súbita muerte le hicieron verlo hasta al final; sorprendido, y bastante asqueado por la escena.
Satou miró a todos, pero no dijo nada. Hundió su mentón entre sus brazos, y dejó reposar su cabeza en la mesa, mientras su mirada seguía paseando en la de todos los demás. Por un momento vio a Ayami; rápidamente negó con la cabeza alguna idea que se le hubiese pasado por la cabeza. Todo era demasiado real; nada de esto era un juego.
Al final del descanso Nagisa volvió cruzando el umbral de la puerta - ¿Y bien? ¿Ya habeis decidido? - Una vez hecha dicha pregunta, buscó la caja de votos y empezó a realizar el conteo.
Himura Kohana: 6
Sasha: 2
Suitei: 2
Kenichi Nobunaga: 2
Aiko Midori: 2
Keruh: 1
Yu Takeshi: 1
Aoyama Haruhi: 1
Votos abstenidos: 4
-Bueno... se suele decir que el pueblo manda en la democracia. Lo siento mucho a todos, en especial a quien le toca y... a su hermano. - Nagisa dijo todo aquello con la cara bajada esperando que aquellas palabras os llegaran al fondo... Pero acto seguido sacudió las palmas enfrente de todos suponiendo que eso volvería a hacer el mismo efecto que el primer día, dejando paralizados a los que le tocaban, en especial a Himura Kohana.
Como si de una serpiente sigilosa se tratase, Nagisa ya estaba detrás de esta con el cuchillo en mano - Dije que me encargaría... pero no es necesario que lo veais. - Agarró a Kohana y con el cuchillo se lo clavó en una parte clave del abdomen la cual comenzó a echar sangre. Por desgracia, parecía como si alguien estuviese muriendo de manera normal. Nagisa se dió prisa en llevarsela de ahí nada más clavó el cuchillo.
Al volver, el profesor estaba suspirando. - Siento deciroslo pero... Los que habeis votado a Kohana... Habeis errado. Era humana normal... Eso nos lo pone más dificil frente a los contaminados. Iros ahora a vuestros dormitorios y por favor, pensad en un plan de actuación para mañana.