Partida Rol por web

Oh, no te preocupes, ya había pensado en ello -respondió a Sándor con una sonrisa amable-: todas las comidas son frías y se pueden comer con las manos. De hecho la mayoría de raciones son individuales, pero no todas. Podríamos decir que es un aperitivo, y también un postre, pero ese lo tengo apartado.

Cuando preguntaron dónde comer, Ralph alzó una ceja un poco desconcertado, desde que sabía de esta salida sólo había pensado en la posibilidad de comer sentado en el suelo ¿acaso no era para lo que habían ido? Ya habían muchos sitios con mesas y sillas. Sin embargo no tuvo ni que intervenir cuando todos parecían pensar igual, aquello amplió la sonrisa del muchacho que, por unos momentos, se sintió cómodo con toda aquella gente al notar que se movían en la misma dirección.

No se preocupe por el alcohol, ya tengo asimilado que no puedo. De hecho me sorprendió la gran cantidad de estudiantes que tomó alcohol en el Baile de Navidad, más aún con tanta autoridad presente. No me pareció sensato, pero el alcohol no dio problemas al final.

Se encogió de hombros, el Ravenclaw no tenía pelos en la lengua cuando tenía algo que decir o cuando un tema salía, total, si las cosas no se hablaban nunca se solucionarían y estaban allí precisamente para conocerse un poco mejor.

Unos y otros fueron sacando los platos de comida y un enorme rugido surgió del estómago del muchacho quien, al escuchar la palabra grágeas saltó como un resorte alzando una mano y mostrando más entusiasmo del deseado.

Yo quiero una. Me da igual tener buena o mala suerte, es la gracia que tienen. Las malas por las buenas.

Volvió a mirar la comida, llena de colores y texturas, todos habían traído un montón de cosas y aquello le gustaba. Lanzó una mirada a su compañera, Dana, y se sentó en el suelo sin darle más importancia.

Lo siento, Okada-sensei, pero no he aprendido a decir que aproveche en japonés.

Maldijo para sus adentros, tenía que haberlo previsto, la posibilidad. Para los japoneses la comida era uno de esos momentos realmente importantes y quería que se sintiera bien recibida. Miró la comida pero no empezó, no sabía si iban a hacer algo antes de comer, pero deseaba que no fuese así. Colocó los tuppers con comida invisible a mano para cualquiera de los presentes.

Randall escuchó el cumplido de Suki y esbozó una sonrisa. Consideraba a la chica una amiga, aunque lo cierto es que no habían tenido muchas oportunidades de conversar juntos a lo largo de los últimos meses. Aunque recordaba con cariño cómo la clase en la que, semanas atrás, Suki le había dejado sin palabras utilizando un hechizo silenciador. Le agradó ver a la joven Slytherin tan radiante y sonriente ese día.

-Tú estás espectacular hoy, Suki -le indicó, con una sonrisa. Siempre había sido bastante reservado y no acostumbraba a piropear a una compañera en presencia de más personas, pero ese día estaba bastante animado. Observó cómo la chica mostraba aquellos esponjosos bollos que tenían muy buena pinta-. ¿Puedo? -Alargó una mano para agarrar uno de los bollos y le dio un fuerte mordisco-. Hmm... Creo que me ha tocado uno de carne. Está delicioso...

El muchacho abrió entonces la cesta y sacó de ella una cerveza de mantequilla, que decidió pasársela a Suki. No sabía si le gustarían, pero quería compartir sus cervezas con ella.

-Ten, Suki. Esta es para ti. Espero que te guste -le dijo y, agarrando otra de las cervezas, la hizo entrechocar con la que le había dado a la joven-. Por una buena comida. -Dio un pequeño sobo de su cerveza y, entonces, se volvió hacia el resto y procedió a abrir por completo la cesta que portaba, mostrando su contenido-: Cupcakes para todos. Cubiertos de chocolate. La receta es de mi madre, Michaela Lestrange. Apuesto a que no estarán tan buenos como los que hace ella, pero creo que os gustarán.

Robert se sentó y comenzó a sacar los utensilios que había traído para la comida. Lo primero puso un típico mantel a cuadros que tantas veces habían visto en cuadros o historias. Nunca podría haber una comida en el campo sin eso. Unos cojines que aparecieron de la varita y que sirvieron para estar un poco más cómodos y por último un plato enorme de comida. 

El plato tenía tres colores. - Lo blanco es puré de patata, lo naranja puré de calabaza y lo negro son salchichas escocesas. Están hechas de las partes más sabrosas del cerdo y cordero por lo que tiene sabor fuerte pero que tenéis que mezclar en el tenedor con los otros dos sabores y veréis que sabor. Este plato fue tan conocido que hasta en la Odisea de Homero, se hace una mención de un plato “un hombre ante un gran fuego ardiente gira rápidamente en todos los sentidos un estómago lleno de grasa y sangre, muy ansioso por tenerlo asado rápidamente” - Cita con emoción en la voz, parecía gustarle recitar. 

Visto las ganas que tenían de picar algo - Bueno para abrir el apetito nada mejor que las grajeas - Saca la bolsa repleta y la coloca en medio permitiendo que los  que quisieran probar suerte lo hicieran. Él cogió el primero y retó a la suerte. 

- Mmm, puré de patatas, bueno algo repetido con lo que he comido y creo que mi plato sabrá mejor, pero está bien para abrir el apetito. - Sonríe, podría haber sido cualquier cosa pero parecía tener suerte. 

- ¡Abrir el apetito!- exclamó Buzánszky- Si con sólo ver la comida que habéis servido ¡ya estoy babeando como un perro!

Pero lo de las grageas será divertido. Tengo curiosidad... ¡Dame dos!

Tomó dos grageas y la primera casi ni le tocó la mano, al segundo ya estaba saboreándola.

-¡Uhmm! ¡Mermelada! He tenido suerte ¡no está nada mal! ¿A ver qué os ha tocado a vosotros?

Cuando los demás probaron su grágea, Sándor se lanzó a la boca el segundo.

- ¡Plátano! uhmm... Es agradable, aunque no es de mis sabores favoritos.

- Vaya. - Dijo la Gryffindor emocionada. - Todo tiene una pinta buenísima. Estoy deseando probarlo. - Ver toda aquella comida, había abierto el apetito de la joven. Siguiendo el ejemplo de sus compañeros de grupo, sacó de su mochila el recipiente que contenía el postre que había traído, y lo abrió, dejando que el resto lo viesen. Verdaderamente le había costado, no sólo hacerlo, sino elegir un plato que se sintiese capaz de realizar sin poner en peligro su vida y las de sus compañeros y profesores. 

- Supongo que tendré que esperar para conocer vuestro veredicto, pero espero que os guste, la receta es cortesía de la familia Lawrence. - Dijo con una pequeña sonrisa, recordando cómo su padre le había enseñado a prepararlo. Era el único legado que su familia había dejado a la estudiante, y estaba segura de que, de saberlo, ni eso habría conocido del resto de su familia. - Yo también tomaré dos. - Dijo mientras alargaba la mano para tomar un par de grageas con un ligero nerviosismo, verdaderamente no solía tener mucha suerte con los sabores que le tocaban.

Al morder y saborear la primera, se relajó. - Hmmm... tomate. Nada mal, aunque se podría mejorar. - Dijo mientras veía las reacciones del resto del grupo. Tras la primera ronda, siguió a Sándor, y se llevó la segunda a la boca, invocando, sin saberlo, a su mala suerte. 

Antes de que la animaga dijese nada, a sus compañeros les quedó claro que el sabor de aquella gragea no era precisamente agradable, ya que su cara de asco hablaba por sí sola. Lo más rápido posible, se la tragó, y ofreció la explicación de su gesto. - Mocos. No hay vez que no me toque una con sabor a mocos. - La situación, a la par que ligeramente asquerosa, le resultaba divertida, por lo que, cuando hubo logrado quitarse el sabor, una sonrisa se dibujó en su cara.

Robert no pudo contener la risa, mocos solía ser uno de los sabores más odiados pero que más se repetían en aquellas bolsas. Por su parte una era suficiente para su riesgo, seguro que conseguiría una de vómito si seguía probando suerte.

Robert comenzó a comer junto a sus compañeros, todo estaba buenísimo, la gente le había echado ganas. - Wow, Megu, esto esta muy bueno. - Había comenzado por las bolas de arroz y le parecía un sabor tan nuevo que le encantó. Luego pasó a comer un poco de los fídeos traídos por Sandor - Leñe, esta panceta le da un sabor espectacular pero creo que los jefes me van a poner a correr y a hacer flexiones después de esta comida. 

Por último tiró de postre y cogió un triángulo de lo ofrecido por Dana. Lo disfrutó poco a poco pues la familia suya debía tener aquella receta bien escondida y seguro que no era fácil que la ofrecieran a extraños. Cuando terminó de comer y sintió la tripa llena miró a la botella de Sandor. - Creo que un vaso de esa bebida me vendrá bien para mejorar la digestión, amigo Sándor. - Dice mientras acerca su vaso con la esperanza de que se lo llenaran. Estaba siendo una buena experiencia. 

No dudó en sumarse al grupo que probaba las grágeas de dos en dos. Esperaba encontrar una buena y una mala, era divertido y los bocados pequeños. En cuanto probó la primera abrió los ojos.

Mh... pepito. Empezamos con el plato fuerte.

Bromeó, para probar una segunda entonces, esperando que fuese mala. Al tomarla su cara fue de decepción.

Bueno, y el aperitivo, con una de aceitunas. Debería haberlas comido al revés.

Asintió para darse la razón a sí mismo. Luego se percató de cómo el auror Diggory comenzó la veda y comía como si no hubiese un mañana, y la verdad es que comer era uno de los motivos por los que estaban todos allí. Tomó con algo más de timidez una de sus viandas invisibles y notó un tacto hojaldrado, llevándoselo a la boca con cuidado para descubrir que era una empanada de hojaldre, carne y menta. Estaba rico, y se relamió.

Todo tiene muy buena pinta, no sé por dónde comenzar...

Dudaba, mientras masticaba aquella empanada, antes de centrar su atención en Dana.

¿Mocos? A mí nunca me ha tocado. Tengo tendencia a que me toquen saladas, pero es puro azar.

Explicó. Se relamió. Aún faltaban algunos por unirse.

Diggory atacó sin piedad la comida y Sándor, roto el hielo y abierta la veda, le siguió. En realidad había transcurrido de forma natural, como cuando una familia se sienta en torno a una mesa. Al menos una familia normal.

Sándor apreciaba mucho a Robert, aunque apenas le había podido conocer, pero aquel chico era como un libro abierto y siempre se mostraba animoso, natural, honesto y enérgico. Su ímpetu iba siempre por delante de sí mismo y nunca parecía desanimarse con los reveses que da la vida.

- ¡A ver Ralph, esas viandas!

Metió lamano en la mismavianda donde el propio Ralph y tanteó algo que parecía hojaldre. La jugada era, a criterio de  Buzánszky, que si cogía del mismo sitio que Ralph no habría riesgo de equivocarse. Y no lo hizo pues se trataba deuna empanada y estaba buenísima, aunque le costó darle un bocado pues no atinaba a metérsela en la boca, dándose con ella alrededor de ella y notando como caían pedazos encima suya, aunque no podía verlos. Al menos no se verán las manchas..., pensó Buzánszky.

-¡Muy fuena, Lalph!-Farfulló al joven Ravenclaw, con la boca llena.

Tras dar cuenta de la empanada de Ralph, su siguiente objetivo fue atacar los churros aquellos de arroz con algo, creía que sería pescado, que traía Megu y que tan buena pinta tenía.

-¿Esto qué es, Megu?- preguntó, señalando aquellos extraños corazones amarillos. Y antes de que pudiera responderle ya estaba mordiendo uno.

-Martin, por favor, ¡pásame una cerveza!- atinó a pedir.

Tras refrescarse con la cerveza y despejar sus vías disgestivas, se sirvió del plato escocés de Diggory. Aquello realmente prometía. Cuando se sirvió, o sirvió a otros pálinka, aquellos se percataron que la botella se rellenó sola hasta su tope, cosa que no ocurría cuando otros servían los demás.

Empecé a degustar alguna de las cosas que habíamos traído, comiendo con las manos como siempre acostumbraba y limpiando mis dedos en una servilleta que ya comenzaba a estar sucia cuando escuché las palabras de la profesora.

- Estoy casi seguro que podríamos encontrar algún bowtruckle si nos lo proponemos, suelen habitar por esta zona, profesora. - metí algo de comida en mi boca y al tragar continué. - Y con el día que tenemos no creo que podamos encontrar a ninguno, pero los Augurey también ponen sus nidos por estas zonas, podíamos buscar alguno.

Di por terminado ese tema y cogí uno de los cupcakes de Randall, mezclaba comida con postres sin importar lo más mínimo en que pudiesen pensar los demás. Tenía hambre. Cuando acabé con el cupcake de Randall ataqué a "las bombas sorpresa" de Suki dando con una de carne.

- Esto está realmente rico, coged coged. - con la mano libre comencé a destapar la botella de licor y me serví un vaso. - ¿Alguien quiere? Es fuerte aviso.

La verdad era que todo tenía muy buena pinta y la rubia no sabía por dónde empezar.

Cuando Randall le dedicó aquel cumplido ella le sonrió de nuevo y alzó una ceja, estaba realmente raro la verdad, pero era agradable.

-No se que te pasa peeeero, he de admitir que ME ENCANTA el nuevo Randall. – le respondió recalcando sus palabras a la vez que cogía la cerveza que él le tendía y brindaron. Dio un sorbo y se la ofreció a Anastasia, - ¿quieres un poco?

La rubia fue probando cada una de las comidas que llevaron combinándolas con sorbos a la cerveza de mantequilla a la que su amigo le había invitado, todo estaba realmente delicioso y ella era una glotona, siempre lo había sido, suerte la suya tener un buen metabolismo y no acumular las grandes cantidades de comida que solía devorar.

-Nunca vi un augurey… Me encantaría hacer una excursión por el parque y poder encontrarles. – observó la botella que les ofrecía el profesor de runas, tenía curiosidad por probarla así que lo intentó, -¿Podemos? – dijo con su mejor sonrisa mirando el licor al que invitaba Rusev, no sabía si se lo permitirían, no dejaba de ser una adolescente, y ellos profesores y empleados del ministerio, pero estaban en un evento de socialización no en la escuela ¿cierto? Igual colaba…

Bredan esta sentado al lado de ellos, guardando silencio, pero tenía una sonrisa en el rostro, le gustaba ver a los niños y adultos socializar, por hoy, iba a olvidar que es parte del ministerio de magia, y no iba a tomar parte en ninguna actividad de control sobre los chicos, solo cuidaría de que no se lastimar an o les ocurriera algo.

Miró a Boronov y luego a la señorita Selwyn, ampliando más su sonrisa. 

Adelante, pueden beber un poco, no les hará mal probar el sabor de una bebida blanca. 

El tenía una empanada de Calabaza en su mano a medio terminar, recordando que también había traído algo, un cuerno de Hidromiel. 

Oiga Rusev, aquí hay Hidromiel si quiere, de la buena-

Bebió un poco, antes de pasárselo, tenía intención compartir su comida con ellos, le agradaba el ex mortifago, y las cosas que habían traído los niños y la profesora Presley se veían geniales. 

Realmente, todo lo que trageron se ve apetitoso, voy a provar algo en cuanto esta empanada. 

Megu observaba toda la comida, tenía una pinta estupenda, realmente no sabía por dónde empezar, cuando decide hacer como han hecho muchos, tomar una gragea para abrir el apetito, con cuidado toma una de ellas y se la lleva a la boca, al probarla un agradable sabor a plátano le vino a la boca:

Ummm sabe a plátano, esta buena, parece que he tenido suerte

Mira a Ralph que se disculpaba y dice:

No te preocupes… no es necesario, con entenderlo en ingles es más que suficiente para mi

Decía con una sonrisa, claramente agradecía por la amabilidad del chico, después observa el postre de Dana y abre los ojos mucho, para contenerse rápidamente y decir:

¿Es tarta de queso?... me encantan… es una de mis tartas preferidas

Ella al igual que los demás fue probando un poco de todo, pero no tomaba grandes cantidades, ella era de comer de forma más comedida. A la pregunta de Sandor responde:

Se llama Tamagoyaki, es… umm la tortilla japonesa… es más dulce que la que soléis comer aquí, espero que os guste

Decía mientras tomaba un poco de refresco y comía tranquilamente, mientras decía:

Ha sido una sorpresa… yo pensaba que en Reino Unido siempre llovía… o al menos eso es lo que se dice en Japón.

Martin mira como van sucediendo los acontecimientos en su grupo... aunque él tiene la mente en otro sitio. Finalmente decide tratar de integrarse con la gente, le han interpelado un par de veces.

Se sienta con el grupo, abre su mochila y saca lo que ha traído de casa.

Son unas patatas con Queso y Bacon... nada del otro mundo, pero pueden servir... - mira a sus acompañantes.- Que si no queréis me las como yo todas eh!!! - ríe.

Mira las grageas.

- Voy a probar una! .- se la lleva a la boca.- mmmmm Grageas al horno!!!!!!

Cuando Sandor le pide cerveza Martin sonríe, abre la mochila y saca dos botellines bien frescos de cerveza tostada.

- Toma Sandor .- le lanza una de las botellas.- ¿Alguien más quiere cerveza?

-¡Patatas con beicon y queso! - exclamó con entusiasmo Buzánszky - una de las comidas de soltero por excelencia...-añadió, jocoso, mas no perdió el tiempo en palabras e hincó su tenedor en el plato del periodista como quién clava una bayoneta a su enemigo. Luego dio un buen trago de cerveza. 

-Aunque soy animal urbano - dijo Sándor con la boca medio llena - estaría bien dar luego una vuelta por el bosque. Creo que sería divertido- levantó la botella de pálinka-Llevándonos suministro, por supuesto... 

Robert había disfrutado de aquella comida tan intensa, todos los platos estaban muy sabrosos, la conversación había sido agradable y veía como sus grajeas habían sido un acierto para romper un poco el hielo - Uff, creo que no podría con más, y eso que esas patatas con queso tienen una pinta espectacular. - Asintiendo ante las palabras de Sandor - Sí creo que un paseo nos vendría muy bien, hace un día espectacular y habría que aprovecharlo. Más ahora que tenemos una compañía tan agradable tanto al oído como a la vista. 

Juntó varios platos y vasos ya acabados, juntando en el mismo sitio.- No vamos a dejar el bosque sucio, sería un pecado. - Sacó la varita y con un giro de muñeca hizo el hechizo. - ¡Evanesco! - Los restos no reusables y platos de plástico desaparecieron en un momento. - Casi prefiero un buen café a más cerveza la verdad.  -Añadió viendo cómo alguno aún seguía tomando licores después de haberse terminado la sobremesa. 

Vale, sonaría muy poco elegante, pero aquellas patatas llenas de grasa saturada fueron el denotante que le faltaba a Ralph quien decidió que ya era un buen momento para empezar con el noble arte del engullimiento, aunque estuviese bien lejos del nivel del auror Diggory.

Tomó un tenedor y dio buena cuenta de una buena porción de aquellas deliciosidades rellenas de queso. Ya tenía el estómago abierto y, salvo el alcohol, tomó un poco de todo y le costaba decidirse por cuál sería su siguiente bocado. El Ravenclaw no volvió a abrir la boca para nada distinto de comer durante al menos una decena de minutos, tras lo cual suspiró y miró el postre, con esa pinta tan divina. Lo probó y pudo notar cómo su estómago estaba realmente inflado, con lo cual la idea de pasear le sonó a gloria divina, pero antes inclinó la cabeza.

Muchas gracias a todos por la comida -expresó con sinceridad-. Estaba riquísima.

Dicho lo cual se puso en pie para estirarse un poco, dejando aún sus viandas invisibles para quien quisiera tomar. Había traído de sobra y, aunque los adultos hablaban de llevarse provisiones alcohólicas a él le bastaba con poder estirarse. Miró a la profesora.

Ha sido un día mágicamente bueno.

Se permitió bromear, mirando alrededor y esperando si alguien más quería comenzar el paseo, él se apuntaría.

Remató Buzánszky aquella comida con el postre que había llevado la muchacha de Gryffindor, Dana, a quien conocía por las desgraciadas circunstancias que la rodeaban pero que felizmente Sándor vio que iba superando, aunque hay marcas que nunca se borran. 

-Efta tarta... uhmmm... ¡efta buenífima!- Chapurreó Sándor, con la boca llena de tarta.

Ya se había pegado tal atracón de comida que casi no podía ni levantarse.

-¡Ralph, Dana! ¡ayúdadme!- dijo, extendiendo sus brazos hacia arriba cuando los demás ya estaba en pie. No soltó la botella de pálinka. 

-¡Bueeeeeno!- dijo, al fin de pie, alisándose la gabardina- ¿Por dónde vamos? Ese camino tiene buena pinta, parece misterioso...- y señaló un camino de cabras que se perdía entre una espesa y oscura maraña de vegetación.

Dana estaba completamente llena y agradecida. No sólo por la comida, que estaba realmente deliciosa, sino por la compañía. Lo había pasado verdaderamente en grande con sus compañeros de grupo y, aunque le habría gustado pasar aquel día junto a Suki, pensaba que no le podrían haber tocado mejores compañeros. Por ello, cuando sugirieron alargar un poco más el encuentro, y pasear juntos, la Gryffindor no pudo hacer otra cosa que asentir entusiasmada.

- ¡Me parece una gran idea! - Dijo mientras se levantaba. - ¿Alguien ha venido por aquí alguna vez y conoce alguna ruta que podamos hacer? 

Cuando Sándor, botella en mano, les solicitó, tanto a Ralph, como a ella que el ayudasen, la animaga tiró del hombre en coordinación con su compañero. Estaba segura de que el investigador podía levantarse solo, pero aquella acción la hizo reír ligeramente. Después de toda la locura que últimamente la había perseguido, aquel día estaba siendo una verdadera ayuda para su ánimo.

- Am... desde luego... puede ser una aventura. Me apunto. - Estaba absolutamente segura de que alguien acabaría accidentado, probablemente ella misma, pero aquello no la acobardaría en absoluto.