Ciertamente me era difícil imaginar a Ulfric haciendo travesuras como las que me comentaba, aún cuando de vez en cuando podía descubrir en su mirada y su sonrisa una picardía que chocaba con su personalidad afable y dulce, o que prácticamente desaparecía cuando se convertía en el subdirector con su seriedad academica y formal. Tal vez los sucesos de su pasado reciente, lo que ocurrió con sus padres, lo hubieran ayudado a madurar más rápidamente y dejar de lado un poco esa parte traviesa de si mismo.
Me sorprendió saber que entre sus aficciones se encontraba la colección de plantas, aún si no le permitieron desarrollarla correctamente. -¿Te interesa entonces la herbología?- Pregunté con curiosidad. De forma distraída, llevé mi mano al narciso cristalizado que llevaba de adorno en mi cabello. Cuando comenzó a decirme que no riera, de inmediato me cubrí los labios con la mano. -No puedes decir a una persona que no haga algo, ¡porque lo más probable es que lo sugestiones a hacerlo! Es como si te dijera en este momento que no pienses en elefantes rosa.- Le dije sonriente, intentando descubrir en su mirada el instante en que comenzara a pensar en rosados paquidermos. Sonreí con dulzura. -Pero no voy a reír. La verdad lo encuentro muy apropiado que te gusten esas lecturas, supongo que fue una de las cosas que te estimuló a estudiar civilizaviones antiguas, magia rúnica, y mucho más.- Dije, antes de entrecerrar mi mirada divertida, intentando no reír a carcajadas con lo que diría. -Apuesto que aprendiste también muchas frases románticas y conquistadoras del héroe que consigue a la chica.-
Entrasteis en la casa pero resultó que realmente no había nadie. Los interiores, el salón...todo estaba recogido, pero no había indicios de abandono, es decir, que se podía valorar como habitable.
Con iniciativa, Sándor decidió investigar un poco, algo que al parecer lo llevaba por su sangre. Buscó brevemente.
Aunque tras un rato, al final decidieron juntos salir de allí. Lo de ambos fue una manera un tanto peculiar de pasar San Valentín.
Sándor buscó brevemente. Sin embargo, poco pudo encontrar. A excepción de un elemento que sí logró llamarle la atención: se trataba de un broche plateado, reluciente y su forma era la silueta del busto de un lobo.
No tenía que indicar nada, aun así lo cierto era que se encontraba en el suelo. Destacando con el resto, que se encontraba recogido y bien puesto.
Esto sólo lo ves tú, que eres el especialista en este campo. Por lo tanto, si quieres comentárselo a Altair, lo haces, si no, no.
Y recalco: puede ser o no ser importante.
Chicos no os he avisado antes porque había más gente pendiente de acabar cosillas. Pero ya os voy a ir pidiendo que vayáis acabando, que me pongáis un post más.
Y siento ser una corta rollos, estáis siendo muy monos!!
Muy bien, mientras no me dejes de lado, iré contigo a dónde me pidas. - comento mientras abandono la cabaña en compañía del investigador.
Ulfric se sonrió. - En general, luego tenía que comportarme en las visitas, pero mis padres no se habían quedado dentro del circuito de la nobleza. Probablemente por mi madre, pero mucho por la vida de ellos y su trabajo en el ministerio. Y quizás es mejor. - Se le vió una expresión casi de temor. - No quiero pensar en cómo sería una educación solamente en el castillo y de la nobleza... Uf. - Se rió de nuevo, y la miró con cariño. - ¿La herbología? Pues no es como tal la herbología, pero si las cosas raras que había entre ellas. Quizás esa fuera una de las pocas concesiones de mis padres a la familia, una formación más formal, y no sobre "hierbas", que decía el padre de mi primo. Ahora conozco un poco lo que se refiere a herbología, pero es más por lo que pueda ayudar a lo que trabajo e investigo. Es una pena.
Luego terminó y apuró su té, saboreando las últimas gotas, disfrutando de aquel sabor y con una sonrisa melancólica al pensar en lo que decía de su familia , mientras pensaba en un elefante rosa. - Elefantes rosas, ¿no? - Se rio un poco, y la miró. Tenía razón. - Pues me alegra que no te rías. Yo creo que fueron una motivación, aunque al final lo que pasa en ellas no es lo que pasa en la realidad, siempre te da fuerzas. Y te hace soñar en que todavía puedes encontrar alguna de esas cosas, una tumba maldita, un tesoro, una reliquia... - Volvía a ilusionarse como un niño, con cara de desear salir corriendo a entrar y enfrentarse a algún peligro, y ser famoso, y como decía Agatha... llevarse a la dama. - Pues no, no te lo voy a negar. A veces recuerdo como se llevaban a la chica, y me dan ganas de ser como ellos, tan valientes y tan arrebatadores, algo descarados... - le mandó un guiño, y esbozó un gesto cariñoso con la mano.
Al rato, la invitó a retirarse de allí. Pagó con más soltura de la que esperaba, "Aunque llevo un rato calculando lo que debo pagar", y le ofreció el brazo para caminar de vuelta por el pueblo, hasta poder desaparecerse de vuelta al Castillo. Se alegraba de haberla invitado, y las palabras de ella le habías esponjado el corazón, y estaba muy feliz, y la verdad, muy esperanzado.
Cuando iban a desaparecerse dirección al castillo, Ulfric tomó la mano de Agatha, y acercándose a su mejilla, le dio un beso en la misma, por sorpresa, unos instantes antes de salir hacia el castillo.
Pues habrá que volver al castillo, que pena.
Agatha, puedes reinterpretar la vuelta, si quieres :)
-Mira... - enseño Buzánszky un broche plateado a Altair, representando el busto de un lobo- puede que no signifique nada pero quizás si. ¿Te suena de algo?
Sándor sospechaba que se tratase del emblema de alguna especie de orden secreta pero debía asegurarse.
-Debemos ir inmediatamente al colegio. Quizás el profesor Von Hoggen sepa algo sobre su significado.
Cuando volvieron al colegio, fueron directamente al despacho del profesor y llamaron a la puerta y esperaron a ser atendidos.
Si está Agatha contigo dímelo y le añado al post.
Ulfric se encuentra fuera, con Agatha. Supuestamente aún no está en el castillo, ya que on rol no han acabado la escena, pero la están acabando.
El caso es que como debemos ir cerrando febrero, lo que puedes hacer es dejarle una nota. O abriros una escena secundaria.
Me estaba gustando poder descubrir tantas cosas sobre la vida de Ulfric, que me permitía conocerlo un poco mejor. No sólo lo que representaba el haber sido criado entre magia, sino también la educación semi-formal que había recibido por pertenecer a la alta clase mágica. Por esta vez, dejé que fueran sus historias las que lideraran nuestra conversación, escuchando fascinada los pequeños fragmentos del rompecabezas de su vida.
De forma absurda, el tiempo pasó volando y de pronto era el momento de volver. Sonreí divertida mientras lo veía pagar el consumo y poco después dejábamos el local, recorriendo sin prisas las calles de aquel pequeño pueblo, mi brazo rodeando el suyo. Me recordó nuestra primera salida al cine, mientras paseábamos en el Hyde Park, aunque esta vez había algo más que una tarde entre colegas de trabajo. Mientras llegábamos al punto desde el cual podríamos desaparecer sin atraer la atención de los no-majs, sentí con sorpresa el beso dulce de Ulfric en mi mejilla, haciéndome ruborizar un instante y mirarlo a los ojos, antes que la magia actuara.
Reaparecimos en las afueras de Hogsmeade, en el camino que llevaba al castillo de Hogwarts. Carraspeé un poco, bajando la mirada, aún ruborizada, mientras nuestros pasos nos llevaban hacia adelante. El recorrido hasta mi despacho se me hizo demasiado rápido, pues realmente no deseaba separarme aún del hombre a mi lado. Sin embargo me quedaba el consuelo de que volveríamos a vernos mañana, y que dentro de poco tendríamos un viaje juntos, que nos permitiría conocernos mucho mejor.
-Gracias, profesor Von Hoggen, fue una cita encantadora.- Le dije una vez llegamos ante la puerta de mi despacho. Dudé unos instantes. Sentí el deseo de ser impulsiva, pero me refrené, puesto que me di cuenta que quería que fuera él quien diera el primer paso. -Y... no tengas miedo de ser descarado, la próxima vez.- Me mordí un momento el labio inferior, pero antes de que él reaccionara, abrí la puerta de mi despacho y me adentré en la habitación, cerrando la puerta detrás de mi. Me quedé apoyada a la puerta, llevando mi mano a mi mejilla donde Ulfric me había besado, y esperé unos instantes a que mi corazón se calmara.
Sin duda, los días se me harían largos hasta la fecha de nuestro viaje...
Lástima tener que acortar la cita, pero ¡muchas gracias de todos modos!