Partida Rol por web

Las crónicas de Hogwarts: No me olvides

Capítulo 1. Empieza la cuenta atrás

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01/12/2021, 10:31
Colton Derrick

Era superinjustisisímo. Lo habían castigado otra vez y eso que no había hecho casi nada. No lo entendían, no entendían que como paladín en la búsqueda del chocogrial a veces había que tomar decisiones impopulares, y que a veces habían riesgos ineludibles. Se lo había explicado a su madre, pero no estaba receptiva, lo había enviado a su cuarto, al rincón de pensar, sin dejarle exponer su defensa aunque había intentado un "Objection" a lo Ace Attorney. Todo por meter garbanzos crudos en los bombones, solo por eso. Él quería darles un factor crunchy, como si fuera una avellana, pero no, la señora Willismillis se había tenido que quejar de que se le había roto un diente de su dentadura postiza.

A pensar, como si pudiera dejar de pensar, iba a ser un mago, un mago como Gandalf, Yoda, Merlín o David Copperfield, que su papá decía que era un crack que estaba con una chica que se llamaba Claudia Chifer, que debía ser muy guapa. A pensar, estaba harto de pensar, le estaban doliendo hasta las dendritas ya. Vale, igual estaba un poco nervioso, un poquito nada más, pero es que iba a ser mago, aunque ser mago era muy difícil porque ya para empezar le decían que esperaban su lechuza, pero él no tenía lechuza, y las únicas que había visto era en el zoo. Se veía que los magos hablaban en código para que no les entendieran, y eso de Cletus PartWulf debía ser algún tipo de alias, en plan 007, porque nadie en su sano juicio iba a poner a su hijo Cletus de nombre. Imposible. Miró hacia la puerta, su madre parecía que estaba haciendo sus cosas así que corrió a su cama, hizo un salto al estilo Fosbury y cuando cayó en el colchón levantó los brazos victorioso, como si hubiera ganado las olimpiadas. Abrió la mesilla de noche y releyó la carta.

Ropa, aburrido, él pensaba ir en vaqueros, un momento, ¿Túnicas?. Aquello necesitaba una explicación urgente.

- Mamaaaaaaaaaaaá, ¿Puedo llevar calzoncillos debajo de las túnicas? ¡Es que no quiero que se me congelen los huevetes! - Se lo pensó un rato y volvió a preguntar - ¿Me puedo llevar las espinilleras del fútbol? ¿ Y la camiseta del Chelsea? Porfa mamá, que aunque sea mago tengo que animar al equipo... porfitas. - La madre desde fuera de la habitación le dijo que se callara que estaba pensando, pero que no se preocupara por la ropa que ya se ocuparía ella. Mucho más tranquilo siguió mirando la lista de la compra. Libros ¿Quien estudiaba con libros? Él quería usar su chromebook, así que le preguntó a su madre si se lo podía llevar, pero nada, que se callara y pensara, así no había manera de pensar. Siguió leyendo y sonrió, por fin algo que tenía, ¡una varita!. Miró debajo de su cama los regalos de la navidad pasada y la sacó, su verdadera varita de Magic Borrás, ahora si que era un mago, aunque no se sentía distinto. Siguió leyendo y volvió a preguntar - Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaá, ¿Que es el peltreeeee? ¿Puedo llevar a mi camaleón de mascota? ¿Mamaaaaaaaaaaaaaaá? - Aquello ya fue demasiado y su madre dijo que lo iba a matar. Peligro, Defcon 1, igual se llevaba un tirón de las orejas. Dio un salto se puso frente a la puerta y cuando su madre entró dio un salto, apoyando la varita en el suelo y gritando

- NOOOOOOO, PUEEEEEEDES PASAAAAAAAAAR

Pero se ve que no era Gandalf todavía, aquello lo debían dar en segundo de magia, así que le quitaron su varita, le cogieron de la oreja, le quitaron la carta y lo pusieron a pensar a la fuerza. Solo no entendía una cosa, ¿Aquello era un colegio de magia? Entonces... ¿Por qué los iban a poner a barrer? Una escoba, él no quería ninguna, así podría escaquearse, lo mejor para no barrer era no tener una escoba en la mano.

Lo dejaron allí un tiempo increíblemente largo, mostrando una crueldad infantil descomunal. Quince minutos, quince minutos pensando en la pobre señora Willismillis y su olor a regaliz negro. Le rescató el timbre de casa y la llegada de la señora Diggory, la maga/gato que le había dado la buena nueva de que era mago. Le había dado un caramelo y había resultado ser una broma excelente, porque sabían a zapato mojado. Puso cara de asco y escupió el caramelo con una gran sonrisa, y entonces, tuvo una revelación, escuchó un coro celestial entonando el aleluya. No es que no fuera digno para encontrar el chocogrial, sino que el chocogrial no podía encontrarse con medios humanos, había que usar la magia. Todo cobraba sentido, así que se apresuró a coger otro, con una mezcla entre miedo y curiosidad. ¿Mocos? Bueno, no sería el primero, proteínas fácilmente asimilables. Sonrió y asintió mientras le decía

- Grajeas de todos los sabores, me lo apunto en mi pentium inside - dijo tocándose la cabeza - La verdad es que han sabido mucho mejor que muchos de mis experimentos para encontrar el chocogrial. Una pregunta ¿En el mundo mágico ya han encontrado el chocogrial? - Sonrió al ver que le ponía cara de no saber lo que decía. No lo habían hecho, ¡Que pasada!. La escuchó removiéndose en el asiento como si tuviera chinches, dando saltitos de excitación. Era brujo, y sus padres no, e iba a estudiar en un colegio de brujos, pero eso quería decir que tendría que dejar a sus amigos. Miró a sus padres y dijo que no quería ir, pero entre todos le convencieron que al menos lo probara, que si no controlaba sus poderes podía hacer daño a alguien. Suspiró, vale, iría, pero se iba a llevar la switch, ya podían decirle misa. Ojo, que tenía que mantener el secreto. Colton levantó su manita y preguntó

- Pero, ¿No se lo puedo decir a los del equipo de fútbol? ¡Son mis mejores amigos!, además, mis padres también son muggles y bien que se los largado... Así no hay quien mantenga el secreto Auro...  

Se lo explicaron todo, ir al Puchero Chisporroteante, y en la parte de atrás había que hacer un We Will Rock You en unos ladrillos, aunque los ladrillos eran más de Pink Floyd, pero ey, la bruja era ella. Vale, su padre lo había apuntado todo mientras su madre lo miraba con cara de como abras la boca te desintegro. Se estuvo supercallado, esperó a que todos acabaran y entonces cuando los mayores se aburrieron entre ellos preguntó con timidez

- ¿Pero, al final... Podré hacerme un sable láser como los jedi?

Pero no, nada. Aquello de ser mago era un timo. Se fue a dormir y cuando llegó la hora de desayunar dio un brinco, se vistió con un calcetín de cada y bajó con el pelo revuelto nivel meterse una traca de petardos en el pelo. La verdad es que todo iba a cambiar, tanto que hasta los pósters de Messi le parecían sosainas esa mañana. Desayunar, ¿Quien quería desayunar pudiendo irse a la Olla Burbujeante? , pero no, su madre se puso pesada, que a ver que le iban a dar de comer por allí, que tenía que meter un poco de chicha en los huesos que sino la magia le iba a salir floja. Empezó a jalarse un British Breakfast entero, acompañado del pan que hacía su padre. Estaba tan calentito, con ese toque de sal tan rico.... Eso si que lo iba a echar de menos. Engulló a toda velocidad y luego empezó a correr de un lado a otro, superexcitado y gritando

- ¡Venga mamá, papá, que se van a acabar los calderos y los libros! - Pero no, que se fuera a peinar, que iba a causar mala imagen en el mundo mágico. Lo tuvieron que mandar tres veces, porque no estaba bien peinado...y es que su madre no se quedó contenta hasta que pareció que una vaca le había lamido el pelo. Al menos ya iban de camino en la furgo de papá, que tenía tarjeta de carga y descarga y se podría poner en doble fila... La perola Silbante les esperaba.

 

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01/12/2021, 11:02
Percyval Ignatius Wildsmith

Había llegado la carta de Hogwarts. Por fin se relacionaría de manera habitual con otros niños. Por mucho que quisiera a sus padres. Tener las clases en casa limitaba mucho su interacción con los demás. Había repasado varias veces la lista mientras preparaba todas las cosas necesarias. A Percy le hubiera gustado llevar sus cosas, tenían la comodidad que da el haberlas usado durante algún tiempo, aunque fuera poco, pues como decía su madre, parecía que creciera un palmo cada mes y su padre jamás hubiera permitido que su hijo fuera con ropa remendada, pues tenía una reputación que mantener. Lo único que iba a poder llevar eran sus guantes protectores y el sombrero. Todo lo demás lo irían a comprar al Callejón Diagon, aunque por otro lado era una visita que siempre le alegraba. En casa no solían tener cerveza de mantequilla y era la bebida preferida del joven Percy. 

Había decidido apuntar la lista de todo lo que necesitaría en un pergamino aparte para guardar a buen recaudo la carta en el fondo del baúl ya preparada. Además por fin podría tener una varita. Había estudiado mucho al respecto y el poder usar una varita por fin era algo que le emocionaba excepcionalmente. Llamó a su mascota para que le siguiera, Horus, un gato de color negro con los ojos de color ámbar. Había escuchado a su padre en ocasiones hablar sobre un mago malvado que estaba ocasionando problemas en el mundo mágico. Hacía mucho que su padre no tenía que hacer tantas horas extras en el trabajo y esa misma semana ya había llegado tarde a cenar en tres ocasiones. 

Ese era el día que iban a hacer las compras en el callejón. El joven Wildsmith ya estaba preparado cuando bajó a desayunar. Se sentó en la mesa y observaba a aquel mago oscuro mirarle duramente desde la portada del periódico que sostenía su padre. Respondió a su padre cuando le dio los buenos días - Buenos días, Padre - Quería preguntar por ese tal Ryland, aunque su padre le había asegurado que no debía preocuparse, ya que al final el ministerio lo atraparía. Sólo había que seguir las normas de seguridad marcadas por el ministerio, así como las propias normas que les indicasen una vez en Hogwarts. - Buenos días, Madre - Saludó a su madre con una sonrisa, mientras las tostadas del desayuno iban hacia la mesa y cogió la primera antes de que el plato aterrizara en la mesa. No se había dado cuenta hasta ese momento, pero los nervios por lo que estaba a punto de comenzar le daban mucha hambre. Sonrió de nuevo a su madre cuando le besó la frente y asintió mientras iba a responder, pero recordó que ya le habían dicho en varias ocasiones que no se debía hablar con la boca llena, así que casi se atraganta por intentar tragar demasiado deprisa y poder responder, aunque la afirmación de su padre le cohibió un poco y decidió cambiar la respuesta - Bueno... - Empezó con poca convicción - Es un sitio nuevo, será raro tener varios profesores y estar con tantos niños de mi edad. Pero con muchas ganas. Estaréis orgullosos - afirmó mirando a ambos progenitores mientras daba buena cuenta del desayuno, como si la comida fuera lo único que se interpusiera entre él y el Callejón Diagon. 

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02/12/2021, 19:38
Luna Ferlet

Cuando mi madre entró yo estaba sobre la cama, releyendo la carta y pensando en lo que suponía ir a Hogwarts. Me sentía emocionada, pero había demasiado miedo respecto a cómo podrían resultar las cosas.

Tenía ganas de ir, de hacer amigos y sobre todo, de demostrar que podía llevar una vida normal, pero el miedo era mi mayor enemigo. Temía saltar en cualquier momento y causar un verdadero estropicio.

Así que en cuanto vi a mi madre, me lancé a sus brazos. Me sentí reconfortada solo por tenerla allí, a mi lado, y cerré los ojos para dejarme llevar por la seguridad que me proporcionaba.

Mi madre seguía actuando como si no fuese importante pero yo no podía verlo igual. Además, había leído libros en donde ocurrían cosas terribles. ¿Y si a mí me sucedía lo mismo?

Pero es que además no era solo eso.

Cuando los demás compañeros lo supiesen, ¿cómo iban a reaccionar? Estaba segura de que me iban a mirar mal y se iban a meter conmigo.

-Pero mamá, he leído que a veces si se te olvida tomar la poción puedes hacer mucho daño y los demás… van a pensar que voy a transformarme y en cualquier momento. No van a querer juntarse conmigo.

Mi madre me miró y yo sabía que estaba preocupada por mí y que quizás estaba sobrerreaccionando, pero no podía evitarlo. En todos lados los licántropos eran rechazados y tenían muchos problemas para ser aceptados. Así que no sabía si tenía más miedo a hacer daño a otros, o a que los demás me lo hicieran a mí.

Era todo tan complicado que cada vez que leía la carta, hasta me preguntaba si no se habrían equivocado y en lugar de ser para mí, fuese para alguien más, pero en ella lo decían muy claro.

"Querida señora Ferlet".

Todas mis dudas y temores salían al exterior en las formas muy diversas. A mi lado sostenía mi diario y a veces lo releía simplemente para darme cuenta de que algunas cosas no habían sido un sueño pero también de que tenía que ser muy buena y tener mucho cuidado.

¡Eran tantas cosas en las que debía pensar!

La voz de mi madre, en aquel tono calmado y seguro, disipaba parte de mis dudas, pero no todas. Era imposible que todo lo que había sentido y temido ahora se desvaneciese de repente.

No obstante, intentaría conseguirlo, claro que sí, porque también deseaba ver cosas nuevas y conocer gente, tener amigos y todo eso que hasta ese momento apenas había tenido. No tenía más remedio que ocultar un poco todos mis miedos y dejarlos a un lado, al menos por el momento, porque tampoco quería que se preocupasen demasiado.

Así que le di un nuevo abrazo a mi madre, terminé de arreglarme y bajé a desayunar. Janice estaba ya preparando el desayuno que más me gustaba, un tazón de chocolate y unas rosquillas, y al captar el aroma no pude hacer menos que sonreír.

-Buenos días, mamá –le dije a Janice, dándole un fuerte abrazo y un beso, y tomando asiento a la mesa.

Mi madre era una auténtica artista con las hierbas y por lo tanto, sabía preparar desde las pociones más complicadas, como la que debía tomar cuando llegase el momento, pero también los desayunos más deliciosos y las bebidas más divertidas. Además, a menudo cuando estaba preocupada, le echaba alguna combinación de hierbas que automáticamente en cuanto las probaba, desterraba todos mis temores, haciendo que me sintiese que era capaz de conseguirlo todo.

-¿Cuándo vamos a ir a comprar las cosas? –les pregunté, mientras ambas se sentaban también a desayunar -. Estoy nerviosa.

Cogí el tazón de chocolate entre mis manos y me llevé el borde a la boca, y tal y como había supuesto, en cuanto el líquido empezó a recorrer mi garganta, me invadió una sensación de seguridad sin igual. Todo lo malo parecía haber desaparecido y era como si cualquier cosa que pudiese sucederme, estuviese a la vuelta de la esquina.

-¿Me vais a comprar una mascota? –me atreví a preguntar.

Al darme cuenta de lo que había dicho, me quedé muy seria. Para los licántropos era muy difícil tener mascotas porque muy a menudo se mostraban desconfiados. Pero a mí me apetecía tener una mascota como los demás.

Era otra de aquellas cosas que no sabía si sería posible.

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02/12/2021, 20:45
Directora

Las voces de Ivy desde su cuarto llegaban más lejos de lo que ella suponía. Por mucho que pensara que estaba sola, pues así era como a veces se sentía e incluso quería estar, lo cierto era que sus dos hermanos siempre merodeaban a su alrededor, aunque por diferentes motivos.

Nolan buscaba continuamente una nueva travesura para hacerle rabiar. En una ocasión llegó a coger la varita de mamá y hacer un conjuro para dejar calva a Ivy, consiguiendo que le rebotase y estuviese con la mitad de la cabeza pelada como una uva. Tardó un mes en volver a salir a la calle sin gorro y fue un mes divertidísimo para Ivy porque continuamente hacía burlas del tipo… “qué pena ya se acalva el verano”, “quieres que te calve tu ropa” o “a ver si se acalva esto”, lo que hizo que tu hermano jurara y perjurara que se vengaría.

¡Y vaya si se vengó!

Unos días más tarde de la última de tus bromas, colocó un cubo con la Tinta-que-no-se-quita-nunca-del-profesor-Snugglemayer en tu cuarto y al entrar…

¡PLOFFF!

La piel de tus brazos, tu cara y buena parte del cuerpo estuvo coloreada en tonos variados, rosas, amarillos y azules, durante otro mes, hasta que tus padres encontraron una manera de quitarlo, que era simplemente frotando con agua de pistacho y amapolas.

Así que a pesar de que a veces creías estar sola, tu hermano estaba siempre allí, esperando a entrar. Tú hacías tus cálculos, anotabas mentalmente lo que debías hacer y también cómo sería todo lo que comprarías, mientras tu hermano directamente ignoraba todo eso y se preocupaba únicamente por demostrar que era el mejor o que podía ser el mejor, y si para eso tenía que dejártelo claro de alguna manera, pues que así fuese.

Así que cuando Nolan apareció de repente, como un huracán, arrancándote la carta de las manos y saltando sobre la cama, bajando a toda velocidad y volviendo a subir para escapar de ti, actuando como un niño de cinco años en lugar de once.

-¡Es una tontería de carta! –exclamó Nolan, arrugándola un poco y extendiéndola después para leer lo que ponía, colocándola sobre su cabeza -. Querida señora Connor, bla, bla, bla, bla. ¡Pone lo mismo que en la mía, pues vaya!

Entonces examinó el billete de tren, que parecía brillar al moverlo, según le diese la luz.

Aunque no lo quisiera reconocer, para él también era un día especial, solo que le resultaba imposible contener los nervios. Eran como una fuerza superior a él, razón por la cual convenía estar lejos de Nolan cuando se tuviese algo delicado entre manos. Tenía la mala costumbre de romperlo todo.

Al ver a su hermana cruzándose de brazos, la miró con gesto de burla.

-Ah, no te pongas como mamá que no te pega –te dijo, sin confiarse demasiado para no devolverte la carta -. Sí que me va a comprar. Sabe que los coleccionamos y que si no lo hace romperé cosas, como por ejemplo el jarrón del abuelo.

Hacía mucho tiempo, el abuelo Essex le regaló a tu madre una pieza extraña, un jarrón que tenía propiedades mágicas. En realidad, era más un incordio que otra cosa porque tenía la costumbre de soltar palabrotas cuando alguien mentía, razón de más para permanecer lejos de él siempre que podían, sobre todo Nolan.

Donovan en cambio, no merodeaba cerca de ti para hacerte algo, sino porque de vez en cuando actuaba como el hermano mayor que era, mediando entre los dos. Alguna vez os dejó encerrados en el armario durante varias horas y encima mamá no le dijo nada, pero solía ser bastante justo.

-Tened cuidado, hermanitos. La selección de casas puede ser algo muy peligroso. Más de un alumno ha salido con la cabeza abrasada por confundir al sombrero y este, en legítima defensa, le ha lanzado un hechizo incendiario. Así que será mejor que lo decidáis antes de colocároslo.

Aquello sí que era para preocuparse, la verdad.

Después pasasteis a hablar del callejón Diagon, aquel sitio al que habías ido alguna vez, pero hacía ya mucho tiempo y nunca de aquella manera. Siempre habías acompañado a tus padres al banco y cosas así, o a ver al abuelo o a la abuela, pero como eras más joven, apenas recordabas unos pocos detalles.

Ahora sería muy diferente porque vosotros erais el motivo para ello.

-Pues no lo sé, hermanita. Quizás si le prometes que caerás en Slytherin te compre un gato –te dijo finalmente antes de irte, guiñándote un ojo.

Aun eras muy joven para pensar que en realidad deseaba deslumbrar a vuestro padre, pero era eso lo que pretendía. De ahí que quisiera entrar en Gryffindor y no en Slytherin. A tu madre, en cambio, eso no le hacía ninguna gracia. Parecía obsesionada con la idea de estar en Slytherin y que las mujeres de la familia siguiesen la tradición.

De repente, todo parecía muy complicado.

Sin entregarte la carta, Nolan salió entonces disparado para ir a desayunar, y tú detrás. Nolan más que caminar, marchaba a saltos, haciendo que retumbara toda la casa; tú, en cambio, te frenaste para ir al lado de tu hermano mayor, discutiendo todavía sobre las casas, aunque todavía querías tu carta.

-Yo siempre supe que estaría en Slytherin, hermanita. He nacido para estar allí –te dijo, generándote más misterio todavía, emoción y por qué no decirlo, inquietud, que antes que no sabías nada al respecto -. Oh, no te preocupes por eso. Siempre te escogen para una carta. Cuando no sabe en dónde ponerte vas a la de los inútiles, a Hufflepuff.

Y con eso terminó de dejarte completamente preocupada.

Cuando llegaste abajo, Nolan ya estaba sentado, por supuesto, y movía los cubiertos como si fuesen escobas voladoras.

-Buenos días, cariño –te dijo tu madre, que miró enfadada a Nolan -. Nolan, deja eso encima de la mesa. No quiero que haya más accidentes.

Tu padre estaba leyendo el profeta, muy concentrado, pero al oír tu saludo de buenos días no dudó en responderte.

-¿Eh? Ah, buenos días, buenos días, Ivy-. Cuando le preguntaste sobre el mago, te miró muy seriamente unos segundos y después volvió a adoptar gesto relajado -. Sí, pero tú no tienes que preocuparte de estas cosas. Eres muy joven todavía.

Tu padre era uno de los magos que buscaban a ese hombre por todas partes, pero se sentía frustrado porque hasta ese momento no habían hallado más que cadáveres.

-La verdad es que ya no sabemos en dónde buscar. Lo único que hacemos es encontrar víctimas que no se sabe quiénes son y….

Tu madre interrumpió su monólogo tocando su hombro y lanzándole una mirada reprobatoria.

-Pues eso, que eres muy joven –volvió a decir tu padre.

Afortunadamente, la conversación se desvió hacia otros derroteros, aunque mientras tanto, Nolan se burlaba de ti, mostrándote una parte de la carta, que llevaba en el bolsillo, haciendo difícil pensar en algo más.

-Después de desayunar. Ayer dejé dicho que solo me llamaran en caso de urgencia para poder ir con vosotros, pero no sé si al final podré hacerlo. Siempre surge algo.

En aquella ocasión fue tu padre quien miró a tu madre, casi disculpándose por ello. En los últimos tiempos pasaba más tiempo fuera de casa que en ella, a causa de aquel mago que nadie podía encontrar.

Pero claro, nada de eso parecía muy importante en aquellos momentos. Era vuestro día, el tuyo y el de Nolan, y todo lo demás parecía muy lejano y que no tenía nada que ver con vosotros.

Nolan también se unión a tu petición.

-¡Pues yo también quiero una, y un montón de ranas de chocolate!

-Eso lo decidirá vuestra madre, que sabe qué es lo mejor para vosotros. Y más te vale sacar buenas notas, jovencita, o la única escoba que conseguirás será la agita tu madre –te dijo, con una sonrisa, porque tu padre podía ser muchas cosas pero no era de golpearte. Sabía que además eras de sacar buenas notas.

Y entonces, de pronto, sonó un aleteo que fue acercándose cada vez más hasta que una lechuza atravesó la ventana, posándose encima del desayuno de Nolan, haciendo que los cereales y la leche saltasen en todas direcciones, manchando a todos menos a tu padre.

-Demonios, papá. ¡Mira cómo nos ha puesto! –protestó Donovan, levantándose para ir a cambiarse, muy enfadado.

La lechuza miró con curiosidad a Donovan mientras tu padre desenrollaba la carta que llevaba en la pata y la leía con avidez.

-Ay, ay. Es del ministerio, tal y como lo suponía. Han encontrado un nuevo cuerpo y como siempre, no saben quién es. No lo entiendo. Simplemente, no lo entiendo. En, fin, tendré que ir. Lo siento mucho, chicos. Portaros bien y haced caso a todo cuanto diga vuestra madre -dijo, dándoos un beso a ti y a Nolan, y después a tu madre, para salir a continuación por la puerta. Había un traslador cercano que llevaba directamente a la entrada del ministerio.

Tu madre miró a tu padre mientras se iba y después se volvió hacia vosotros. En aquellos días todo parecía estar rodeado de caos y el hecho de que tu padre fuese un auror no hacía sino añadir un elemento más de inseguridad. Por mucho que tu madre pareciese aceptar con naturalidad la situación, sufría por tu padre, porque siempre existía el riesgo de que algún día no regresara a casa, sobre todo en aquellos tiempos convulsos que parecían que ya no volverían.

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02/12/2021, 20:46
Directora

Era difícil conseguir que te quedases quieto e hicieras las cosas bien, pero desde el descubrimiento de que podías terminar siendo un mago maguísimo, todavía más. Más allá de la confusión y la posterior alegría al descubrirlo, tus padres también se dieron cuenta de lo que tenían entre manos, un cambio completo del estilo de vida que no sabrían cómo gestionar.

Tu padre estaba feliz en la parte de atrás de la panadería, en donde tenía su pequeño universo sin complicaciones, y de repente se veía abocado a tener que gestionar algo inesperado, completamente nuevo para él.

Incluso tus travesuras eran más aceptables que todo lo que se les venía encima.

-¿Y no se puede devolver? –dijo en primera instancia tu padre, refiriéndose a la magia. Fue la única vez en la que habló al respecto, sobre todo después de la mirada que le echó tu madre.

Tendría que aceptar las cosas tal y como venían.

Para ti era magnífico porque ya no podrían volver a decir que no hacías nada o que no ibas a conseguir nada, porque ya sin comerlo ni beberlo, ¡eras un mago! Con poco que hicieras, seguro que conseguías hacer hechizos para que los deberes se hicieran solos o consiguieses hacer rodar una bici sin ruedas (buaaaaaah, qué gozada).

La carta decía muchas cosas que no tenían sentido, como llamarle a él “señor”, lo que de repente le hacía ser… ¿un adulto? Pensar en ello hacía que se te saltaran las lágrimas de la risa.

Pero además de eso, había una cantidad enoooorme de cosas que había que comprar y muchas de ellas que sonaban a chino mandarín. Pero también faltaban muchísimas cosas y ahí era donde entraba tu ingenio.

-No seas vulgar, Colton, o te dejó la huella de la mano en la cara –te gritó tu madre desde abajo. La siguiente vez que habló ya lo hizo desde el otro lado de la puerta.

-Te pondrás lo que yo te diga. Ahora arregla tu cuarto y baja a desayunar –te dijo malhumorada, lo que fue todavía peor con tus insistencias. Era el momento zapatilla, cuando se había superado el nivel de bofetada para alcanzar un peligro real.

Estabas acostumbrado a aquello, casi tanto como tu madre a las tonterías que solías soltar y hacer, aunque eso no significaba que te dejase libre como un pajarillo; más bien era justo todo lo contrario, te acababan encerrando como un canario en su jaula.

Desde luego, no habías salido a tu padre, que era justo todo lo contrario.

La carta también te transmitía cosas muy diferentes respecto a los magos, que no eran tal y como habías leído en los libros de aventuras o visto en las películas. Con todo lo que necesitabas, libros, varita, túnicas, etc, parecía como si hubiese que estudiar un montón hasta serlo. No bastaba con nacer mago; había que aprender a hacerlo.

¡Qué rollazo!

Pero había cosas que parecían estar guay, como esas grajeas. ¿Cuántos sabores podría encontrar? Zapatos mojados y mocos no estaban mal, pero, ¿habría caramelos con sabor a coles de Bruselas revueltas con kepchup? ¿Y a moho? La verdad era que si se paraba a pensarlo, había tantas posibilidades que le entraban unas ganas terribles de comprar todas las existencias y empezar a probarlos.

Tenía que conseguir que sus padres le comprasen un buen montón de ellos.

Cuando le preguntó a aquella señora que vestía de manera tan ridícula si habían encontrado el chocogrial, se sintió como si estuviese en una nube al ver su reacción. Por muy bruja que fuera, todavía podía sorprenderles. Eso no tenía precio. Aunque iba a ser difícil controlarse. ¡Cómo podía alguien guardar un secreto tan grande!

-Jovencito, será mejor que no se lo digas a nadie. Conozco a un chico que tenía tu edad que empezó a contárselo a todo el mundo. Una semana más tarde lo encerraron en uno de esos sitios para gente loca. No hacía más que decir que dentro de poco podría transformar los coches en cerdos y las casas en gominolas o algo así, y claro, pensaron que estaba mal de la cabeza. Pobre chico –suspiró la señora Diggory -. También conocí una vez a una niña que tuvo la desgracia de transformar instintivamente a su abuela en un sillón. ¡La de problemas que causó! Tuvieron que venir un montón de magos del ministerio de magia para borrar la memoria a la gente, para que se olvidase de lo que había ocurrido, y varios de ellos tuvieron que estar trabajando durante tres días seguidos para intentar deshacer el encantamiento y devolver a su abuela tal y como era antes. Al final lo consiguieron… más o menos. Desde ese día, siempre que llelga a un sitio se sienta en el suelo y coloca los brazos como si alguien fuese a sentarse sobre ella. Así que hazme caso, jovencito. Secreto absoluto y nada de hacer magia. Te podría salir todo rematadamente mal.

Por mucho que tuvieras diarrea verbal, tus padres estaban acostumbrados y se tomaron muy en serio todas las advertencias de aquella mujer. Eran conscientes de que se trataba de algo importante por lo que no iban a permitir que hicieras lo que quisieras. No sabían si podrían comprar todas las cosas, pero la bruja les tranquilizó. En el callejón Diagon podrían cambiar el dinero muggle… es decir, el suyo, por dinero mágico, y tendrían suficiente para todo lo que necesitaban.

Así que allí estabas, el último día de agosto, con los nervios a punto de salirle por la boca, lo que dificultaba un montón tomar cualquier desayuno, por más que tus padres insistieran sobre ello. Tu padre estaba inusualmente serio, como si le preocupase lo que ibais a hacer. Tu madre se mostraba más tranquila, incluso te atrevías a decir que emocionada. Aunque la verdad era que os esperaba algo completamente nuevo para todos, a lo que tendríais que acostumbraros.

-Hijo, la calle no va a cambiar de sitio, así que come tranquilo –te dijo, pensando justo a continuación que quizás sí que lo hiciera. ¿Podían cambiar de lugar mágicamente las calles? A veces parecía que lo hicieran.

Y en realidad, así era.

Algunas calles de Londres tenían hechizos que nadie había logrado deshacer. Cambiaban su situación constantemente, haciendo que los muggles se confundieran, perdieran la orientación y no fuesen capaces de llegar a donde querían. Más de uno había cogido un mapa de la ciudad para orientarse, o el Google Maps, y este de repente se había quedado clavado o había empezado a dar vueltas, teniendo como resultado que nadie pudiese llegar a donde quería. Se sabía de un pobre hombre que había pasado dos años enteros intentando salir de aquellas calles, habiéndose visto obligado a dormir donde podía y comer gracias al dinero que le daban. Muchos pobres muggles que vivían en las calles lo hacían en realidad porque no podían salir de allí para ir a otro lugar.

Pero eran casos aislados y afortunadamente, la Oficina Contra el Uso Incorrecto de los Artefactos Muggles solía llegar a tiempo para transportar a los pobres muggles al lugar que querían ir e intentar arreglar el desaguisado.

Aunque la palabra clave era “solía”.

En cualquier caso, eso era algo de lo que tú no eras consciente. Solo querías llegar allí lo más pronto posible. Así que terminasteis de comer, tus padres se fueron a vestir con su habitual parsimonia y finalmente, salisteis de casa.

Cuando estabais a punto de coger el coche, una mujer, una de vuestras clientes habituales, os vio y se dirigió hacia vosotros.

-Buenos días. ¿Hoy no abre la tienda? –preguntó inocentemente.

Tu padre miró a tu madre y esta al final se decidió a responder.

-Buenos días, señora Gershon. No, hoy no podemos tenemos que hacer algunas gestiones y me temo que nos ocupará todo el día.

La mujer pareció algo extrañada. Nunca en todos los años que llevaba viniendo a la tienda, había visto que la cerraseis.

-Oh, ¿es algo grave, querida? No es que sea una metomentodo, pero parecéis preocupados. ¿Se encuentra bien el joven Colton?

Obviamente era una metomentodo y tu padre te miró como si estuviese gritándolo en silencio.

Quizás podrías gastarle una pequeña broma. ¡Ojalá pudieras transformar sus zapatos en ranas o algo así!

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02/12/2021, 20:47
Directora

La carta de Hogwarts era mucho más para ti que para otros, pero no porque supusiera una sorpresa sino porque podía representar el principio del fin del enclaustramiento al que estabas sometido, y librarte un poco de la presión de tus padres. Sabías que tendrías que obtener buenas notas, sí o sí, pero ya no estarías solo. Conocerías más magos y brujas de tu edad y aunque no lo exteriorizases, era fácil sentirse emocionado al pensar en ello.

Además, era casi mejor no decirle nada a tus padres sobre ello porque lo mismo te miraban de aquella manera que solían hacer cuando había algo que les disgustaba, en silencio pero con un claro sentido del reproche.

Mejor te lo guardabas.

La visita al callejón Diagon era en sí misma todo un regalo y esperabas que con un poco de suerte, fuese más que eso, que pudieras comenzar a crear lazos con alguien y que tus padres también se diesen cuenta que ser responsable no era incompatible con hacer otras cosas.

Ya si encima podías beber cerveza de mantequilla, pues mejor que mejor.

Lo tenías todo anotado y tu baúl preparado, a falta del material escolar que comprarías ese mismo día, pero tu mente divagaba pensando en la varita. Tu gato se acercó a ti y se restregó contra tus piernas. Horus hacía eso cuando tenía hambre; así que bajaste a la cocina, le pusiste algo en su platillo y te dirigiste a la mesa, dándole vueltas a cómo sería tu varita.

Tenía que ser muy especial porque habías oído muchas veces que cada mago creaba un vínculo mágico con su varita, por lo que no podía ser cualquiera. Contabas las horas para cogerla entre tus dedos y poder agitarla. Todavía era pronto para dominarla, pero solo con tenerla ya tendrías suficiente… por el momento, claro.

Cuando llegaste a la mesa, tus padres hablaban sobre ese mago que parecía estar creando problemas. A tu padre eso en realidad no le afectaba mucho, aunque se quejaba de que a veces la gente se agolpaba en la red Flu y no respetaba los turnos, lo que hacía que se formasen embotellamientos en las principales calles de Londres.

-… y por culpa de ese maldito mago todo el mundo quiere llegar y marcharse a los sitios lo más deprisa que pueda. ¡Cómo si eso fuese posible! ¿No se dan cuenta de que hay que organizar los movimientos para que no haya problemas?

Tu padre siempre protestaba por la actitud de los magos y las brujas que en todo momento exigían mejoras en la red Flu y que hubiese más trasladores.

Lo cierto era que se estaban produciendo errores en la red debido a un pequeño colapso, y que había gente que en lugar de aparecer donde querían eran llevados a sitios completamente diferentes. El señor Thompeyer, un mago casi jubilado, quería ir a visitar a su hermana en Liverpool y terminó apareciendo en el Castillo de Edimburgo, rodeado de una buena cantidad de fantasmas que no se tomaron a bien que apareciese sin ser invitado. La señorita Lavelein, en cambio, quería ir de compras por Londres aunque también tenía que ir después a visitar a su madre. La red terminó por mandar la parte superior de su cuerpo con su madre y las piernas de compras. Los miembros del ministerio las encontraron corriendo por mitad de Trafalgar Square, por lo que tuvieron que echar un buen puñado de hechizos desmemorizantes y liaron bastante para conseguir capturarlas, puesto que no podían oír y solo corrían y corrían.  

El caso era que la presencia de aquel mago afectaba a todo el mundo, trabajase en una cosa u otra, además de representar un peligro para todos, puesto que aparecían cuerpos en coma por todas partes, de gente que no se sabía ni quiénes eran ni de dónde venían.

Pero todo eso te quedaba lejos, puesto que la emoción de ir al callejón Diagon lo llenaba casi todo.  Al sentarte a la mesa, tu padre te habló con su seriedad habitual, mientras tu madre parecía contrarrestarla con una dulce sonrisa.

-Estoy segura de que estaremos orgullosos, Percy. Yo ya lo estoy –te dijo tu madre.

Tu padre, en cambio, te miró enfurruñado.

-Bueno, pues yo todavía no lo estoy. No me gustaría que un descendiente de Ignatia Wildsmith quedase por debajo de los demás. Todo lo que no sea obtener las mejores notas será un decepción, jovencito –te dijo tu padre, que ya estaba otra vez con aquella cantinela de ser el mejor y todo eso.

Pero no ibas a permitir que te arruinara el día. Tenía que ser especial y por eso, todo cuanto te dijesen debía quedar un poco aparte.

Cuando terminasteis de desayunar, tus padres se fueron a vestir, aunque tu madre se volvió hacia ti antes de subir al cuarto.

-Termina de prepararte y espéranos delante de la chimenea. En unos momentos bajamos.

Ahora solo quedaba que la red flu no diese problemas porque ya sería de lo más gracioso que el director de la misma apareciese en el otro extremo del mundo. Aunque lo más importante era que tú llegases directamente al callejón Diagon, que en aquellos momentos era el único lugar en el que deseabas estar.

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02/12/2021, 20:47
Directora

Eloise miraba con dulzura a su hija. Tan frágil, tan sensible, y golpeada por la mala suerte para toda su vida. Tenía que aprender a ser fuerte, a resistir todo aquello a lo que tuviese que enfrentarse, le gustase o no, porque no podía dejar de vivir y ella, y  Janice, se esforzarían en que así fuese.

Pero tenía tanto miedo que resultaba difícil calmarla. Tras aquel abrazo que pareció durar una eternidad, se separó de ella y la miró a los ojos con gesto de cariño, porque sufría cada vez que la veía de aquella manera.

Era normal que se sintiese nerviosa, que tuviese dudas y pensara en las cosas malas que podían suceder, pero debía conseguir darle la vuelta y que fuesen precisamente las cosas buenas las que prevalecieran.

-Cariño, en primer lugar, seguramente tus compañeros no lo sepan, pero aunque sea así, vas a tener que acostumbrarte a eso. No puedes esconderte para siempre. Será difícil, claro que sí, porque siempre habría chicos que se metan contigo o que no se atrevan a acercarse. Pero tú les demostrarás que estás equivocada, que puedes hacer lo mismo que los demás y que solo es cuestión de que seas responsable. Tendrás que ser mayor antes de tiempo, pero si lo haces, podrás jugar y tener amigos. Solo necesitas que alguien confíe en ti y cuando lo encuentres, simplemente demuéstrale lo buena que eres y verás como te irá bien.

Luna había sido siempre una niña alegre y vivaracha, siempre saltando y haciendo cosas, inquieta, preguntando sin descanso acerca de todo lo que veía, pero desde el ataque había cambiado. Hacía ya tres años de aquello y ella misma había estado a punto de venirse abajo al ver cómo lloraba y sufría, no durante sus transformaciones, sino por lo que le podía esperar en la vida.

De no haber sido por Janice, no habría tenido ninguna oportunidad.

Pero había conseguido preparar bien la poción matalobos, ofreciéndoles a todas una nueva oportunidad. Luna tendría su oportunidad de ser feliz, siempre que tuviese cuidado de su enfermedad, porque eso era, ni más ni menos, y ellas pudieron verla sonreír de nuevo.

Había oído que muchos muggles tenían también enfermedades parecidas, en las que tenían que ponerse cosas, inyecciones lo llamaban, le parecía recordar del curso de medicina muggle que hizo hacía algunos años, así que esto no era muy diferente.

Lo único, que de vez en cuando su hija volvía a dudar, así que era importante estar para ella, justo en aquellos momentos en los que necesitaba un abrazo y unas cuantas palabras de cariño. Nada deseaba más su madre que lograse encontrar amigos con los que hablar y así poder compartir tanto las cosas buenas como las malas, pero por el momento, tendrían que esperar.

Cuando bajó a la cocina, su madre Janice le devolvió el fuerte abrazo y le sonrió mientras terminaba de preparar el desayuno. Sabía que estaría nerviosa, así que le estaba preparando un chocolate especial, en la que había añadido unas gotas Felix Felicis, que entre otras cosas, animaba a quien la tomase, que era justo lo que necesitaba Luna.

-Buenos días, hija. Toma, ten el desayuno. Toma un buen sorbo –te dijo, colocando el tazón de chocolate delante de ti.

Cuando llegó Eloise, le di un beso y unos segundos más tarde, todas estabais desayunando.

Parecía que la poción había surtido efecto porque Luna cambió el gesto y pareció animarse por segundos, olvidándose de todos los problemas.

-Eso parece, sí. Pues en cuanto estés lista, hija –te respondió Janice, tomando un sorbo de su café. Por muchas maravillas que pudiera preparar, nada le estimulaba tanto como un buen café.

Ambas se miraron, satisfechas de verte de nuevo con ganas y dejando de lado tus preocupaciones.

Sin embargo, no se esperaban tu siguiente  pregunta y se quedaron muy serias al oírla. Eloise fue la primera en reaccionar.

-Bueno, quizás podríamos comprarle una lechuza. De esa manera podríamos mantener correspondencia y nos tendrías al tanto de como vayas. ¿Qué te parece? –te preguntó, mirando de reojo a Janice.

Janice asintió con la cabeza.

-Una lechuza me parece bien. Es muy práctica y son muy bonitas. ¿Te gustaría que te comprásemos una lechuza, Luna?

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03/12/2021, 00:44
Úrsula Galloway

El tono de voz de Ashley hizo que doblara la carta y la pusiera debajo de su almohada con un respingo, saliera de su cama y se metiera en la de su hermana. Se tumbó boca arriba junto a ella, mirando al techo y las manos cruzadas sobre el estómago.

No puedes contar nada de esto, recuérdalo. Es un secreto. Sí, eso le había dicho aquella mujer de pelo verde. Así que no puedo decir nada de lo que pone la carta, ni de lo que me dijo...

-Alguien de mi familia dejó escrito que tenía que ir a otro colegio cuando tuviera once años. En esa carta lo explican. No sé más, ni tan siquiera viene escrito el nombre de quien dijo eso hace mucho tiempo-hablaba bajito, en otra cama adyacente dormía aún Henry.

Espero que eso se pueda decir… pero ya no digo nada más… ¡prometido! Le dijo mentalmente al techo mientras esperaba escuchar un trueno o algo así retumbar y decirle que acababa de contar parte del secreto. Pasaron unos segundos y, como nada sucedió, siguió hablando con su hermana. ¡Espera! ¿Me habré vuelto rana? Levantó sus manos, asustada, esperando verlas verdes y delgaduchas. Y suspiró tranquila cuando vio que no había cambios en ellas.

Vale... sigo siendo Úrsula...                                                                                         

-Pensé que querían adoptarme, pero no. Menos mal. Seguiremos siendo hermanas siempre-afirmó con vehemencia. Pero recordó el tono con el que le había hablado Ashley-Seguiremos siendo hermanas aunque vaya a ese colegio nuevo, ¿verdad, Ash? –se puso de lado en la cama, mirando a la otra niña, preocupada-Solo serán unos meses y volveré, seguro que te puedo mandar una carta cada semana y tú me podrás contestar, y así me contarás todo lo que pase y yo como es ese colegio nuevo.

Se llevó la mano al bolsillo del pijama y sacó un pequeño caramelito rosa. La última vez que había metido la mano en la bolsita de los caramelos de aquella extraña mujer, había cogido otros dos aparte del que ella se había comido, con sabor a lápiz, y se los había guardado discretamente en el bolsillo de su vestido. Antes de irse a la cama los había probado un poquito con la lengua, con cautela, esperando descubrir algún sabor asqueroso pero, aquella vez fue un poco diferente. Después del tercer lametón en el de color rosa llegó a la conclusión de que sabía a tarta de queso con arándanos, y de que ese caramelo sería para su hermana. Se lo tendió a Ash-Mira lo que he conseguido, es para ti. Te lo puedes tomar ahora o cuando me vaya, así te acordarás de mí.

En ese momento, un ligero sonido a su espalda hizo que se volviera para llegar a ver cómo su hermano se revolvía nervioso en la cama sin despertarse aún-Tengo otro para Henry-saco el tercer caramelo, este de color verde brillante-Este es raro, pica, pero no sé a qué sabe. No es para comérselo, es para guardarlo y dárselo a Roy si se pone pesado un día, será una buena venganza. Pero que tenga agua cerca, le dará tos-lo decía desde la perspectiva de la experiencia de otro par de chupetones a escondidas-Será mi legado para Henry antes de irme hoy-Se sentía importante al usar esa palabra. La había aprendido varios días antes porque venía en el libro que les estaba leyendo Kate ahora antes de dormir. Era algo así como algo muy importante que le dejabas a quien querías. O eso había entendido ella.

Pero no estaba convencida. Se había prometido no abandonar a Ash ni a Henry, habían hecho los tres una promesa para no abandonarse nunca pero ¿cómo decir que no a lo que aquella mujer le había contado? ¿Por qué no podía decir nada? La magia existía, los libros hablaban de ella. ¡Peter Pan podía volar! ¡Eso era magia! Y ahora Ash y Henry pensarían que los iba a abandonar, seguro. Pero si les decía a donde iba ¡no podría ir! Se tiró de nuevo boca arriba en la cama. ¿Y si era mentira todo y aquella mujer se la llevaba para vivir con ella? ¡No quería que la adoptaran! Ella estaba bien allí. Sintió entonces la carta en el bolsillo del pijama. Era real, estaba firmada por una directora y todo ¡No podía ser mentira! ¡Iba a ir a una escuela a aprender magia! ¡Adiós a las matemáticas!

Que nervios ¡por favor! ¡Libra!

Se incorporó como si le hubieran pinchado el culo con un alfiler y miró a los pies de su cama sabiendo que no la vería allí. Nada. ¿Dónde está Libra? Los ojos de Úrsula se abrieron de par en par, era muy extraño que la enorme perra no estuviera con ella justo aquella mañana.

-¡Ahora vuelvo!-saltó de la cama sin darle oportunidad a Ash a replicarle y salió corriendo de la habitación en busca del can. Recorrió el largo pasillo, casi a oscuras aún, dejando atrás varias puertas cerradas a ambos lados que posiblemente estuvieran llenas de niños también hasta llegar al final donde una escalera imponente le llevaría al piso principal. La bajó a la carrera, apoyada su mano en la baranda de piedra, y al saltar el último escalón vio que la puerta a la calle estaba abierta aunque era muy temprano. Aquello no era normal. Se paró en seco, miró a uno y a otro lado con cautela, temiendo ver a algún extraño, pero todo estaba en silencio. De puntillas, se acercó a la puerta entreabierta y se asomó con cuidado afuera, lo justo para ver, hasta la nariz debía ser suficiente.

-¡Oh! –exclamó cuando vio que Libra y Kate estaban en el exterior. Las dos sentadas en el primer escalón del porche, Kate cepillando a la enorme mastín. Se acercó a ellas y se sentó al otro lado de Libra, a quien acarició, dándose cuenta de una cosa-¡Está muy suave! ¡La has bañado! -¡ajá! No había sido la única que se había tenido que bañar a conciencia. Ella la noche anterior, Libra ahora tempranito por la mañana. Miró a la perra, que le devolvió la mirada fijamente con sus enormes ojos negros, antes de dejar caer su cabeza sobre sus piernas con languidez.

Lo mismo ya no quiere venir al haberla bañado. Huele a flores…  arrugó la nariz al detectar aquel olor en lugar del olor a perro tan característico y familiar al que siempre olía Libra.

-¿Vas a venir? A ti te dejan-le preguntó mientras le tocaba el frio hocico suavemente-Me gustaría que vinieses. En la carta pone que podemos llevar una lechuza, un gato, una rata o un sapo., pero lo mismo vale un mastín. Es un animal, ¿no? No hay tanta diferencia…y tú eres más guapa y más grande ¿Quien se va a querer llevar un sapo?-miró a Kate con la duda en su mirada. Bueno, con las dudas. Porque tenía muchas y muy grandes

-Kate, ¿hay de verdad un colegio de magia o es una mentira para que me vaya con esa mujer? –Kate ya sabía que Úrsula no quería que la adoptaran, que los consideraba a todos allí en el orfanato como su familia. De hecho, habían tenido que buscarla un buen rato para poder llevarla ante la desconocida la tarde de antes. Úrsula olía interés por parte de otra persona en ella para adoptarla y siempre encontraba un lugar donde esconderse rápidamente. Pero aquella historia del colegio de magia la tenía intrigada, era demasiado… mágico… para ser una mentira, ¿no?-¿Cómo sabía esa mujer que estaba yo aquí? ¿Y que yo soy la Úrsula de la carta? ¿Y si se equivoca y no soy esa Úrsula? ¿Y si llego a ese colegio de magia y no me permiten entrar?. ¿Por qué no pone nada la carta de mis padres? Porque seguro que fueron ellos los que dijeron que fuera allí a estudiar.

La enorme perra se movió y terminó tumbada sobre las piernas de Úrsula, ofreciéndole la barriga para que la acariciase, cosa que la niña hizo sin dudar.

-Anoche conté, Kate. Ocho libros. La mochila va a pesar muchísimo. Los libros casi la llenarán, ¿dónde voy a meter el resto de las cosas? El caldero será grande, aunque podré meter dentro de él el telescopio y la balanza, creo, si no son muy grandes, ¡pero el caldero con todo eso no me cabrá en la mochila, la varita se podrá romper entre tanta cosa y la varita es para hacer la magia, eso no se me puede romper pronto. ¿Qué son las retomas… no…eran… remoras… remomas… re…remoloquesea? Eso lo llevaré en la mano junto con la varita, porque es de cristal y también se podrá romper. Y, he estado pensando también en la ropa, ¿solo tres túnicas, unos guantes, una capa de invierno y un sombrero? ¿no me puedo llevar más ropa que esa? ¿no me puedo llevar mi ropa? ¿no llevamos zapatos en ese colegio? ¿ni pantalones o vestidos? ¿Solo túnicas?

Si, le resultaba especialmente extraño eso. Las túnicas parecían incómodas y en los dibujos de los libros siempre eran de color negro. Aburridas.

Esas eran sus preguntas más importantes. Bueno, no, no lo eran, esas eran las que primero le habían salido, pero había más. ¡Tenía tantas cosas en la cabeza!

Cogió el cepillo de manos de Kate, le dio un pequeño golpecito a Libra en su costado haciendo que se girase y siguió cepillándola por el lado que acababa de dejarle disponible mientras pensaba en cómo disparar el resto de sus dudas-He leído lo de la escoba. No nos dejan tener una. Eso es como la varita, las brujas siempre llevan una pero es para volar. Yo no quiero volar. ¿Se puede decir en algún sitio que no quiero escoba nunca? Seguro que con la varita aprendo a hacer magia y no me hace falta la escoba. Si hace falta ir a algún sitio, me podrán dar una bici, ¿verdad? Seguro que hay bicis mágicas…

Acarició a Libra lentamente dejando el cepillo a un lado-Estas muy guapa limpia, le vas a gustar a todos los niños…-se inclinó sobre ella y le habló al oído-Vas a venir conmigo, ¿verdad? No me dejes sola…-recibió un enorme lametón por respuesta que la hizo reír y, en parte, hizo que se disiparan muchas de sus otras preguntas que aún no había dicho en voz alta. Pero no podía decir si eso era un sí, un no o, simplemente un ya lo veremos. Con Libra nunca se sabía.

-Kate, ¿tú lo sabías? ¿sabías que yo era una bruja? –la miró con curiosidad. Para ella Kate lo sabía todo, así que seguramente también sabía aquello aunque nunca se lo había dicho,  posiblemente también ella tendría que guardar el secreto y no se lo había podido decir antes de que la mujer del pelo verde apareciera ayer, y por eso ahora sí podían hablar entre ellas-Ash está enfadada. Nunca hemos tenido secretos y ahora tengo uno con ella, con Henry y con Roy. Tengo ganas de ir a ese colegio pero no quiero irme de aquí… es algo que no se explicar… quiero y no quiero…sí y no… lo de aprender magia es una aventura pero… estaré sola, y lejos, porque ese colegio está lejos, tengo que coger un tren…-la voz de Úrsula era un maremágnum de intriga, temor, ilusión, incertidumbre, nervios, dudas y una larga lista de emociones contradictorias- Es como si estuviera en uno de los cuentos que nos lees antes de dormir y yo fuera la… -se quedó un momento pensando, intentando recordar la palabra exacta-¿protagonista?-terminó diciendo, arrugando la nariz y mordisqueándose un mechón de pelo, sin estar segura de que fuera la palabra adecuada.

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03/12/2021, 13:41
Colton Derrick

Miró a su padre como si no se esperara ese golpe tan bajo. Devolverlo, había dicho devolverlo, iba a ser un mago como los del dungeons and dragons y quería devolverlo.... Ya se enteraría, ya, en cuento pudiera hacer una bola de fuego le pensaba quemar todos los panes solo por decirlo... Colton iba a protestar por tamaña injusticia pero su madre se adelantó con esa mirada de, calladito estás más guapo. Era una mirada conocida, se la solía lanzar a él, pero lo que pasa es que él la esquivaba porque tenía un +3 en destreza y su padre no, su padre había "madurado" y sabía que era mejor no desafiar el orden natural de las cosas.... Lo habían domado, pero él era Colton, Colton Wallace y se ponía su camiseta del Chelsea y correteaba por la casa gritando

- LIBERTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAD

Y vaya si había libertad, su madre le liberaba una colleja certera, eso si no se liberaba la chancla del pie.

Iba a ser mago, pero eso era de noobs, todos sabían que lo mejor era hacerse un multiclase, pero claro suponía que esa señora debía ser la de admisiones, que ya al llegar allí podría pedirse un guerrero/mago/clérigo para tener un poquito de todo. Aunque...le daba un poco de pena, le gustaba el cole y sus partidos de fútbol, aunque aprobara raspado raspado y le pusieran muchos deberes, aunque el cambio tenía sus partes buenas, los deberes se harían solos, no tendría que preocuparse si pinchaba con la bicicleta y encantaría una pelota de fútbol para que no entrara nunca en su portería, dando en el poste en el último momento para que nadie sospechara. Iba a ser genial, aunque claro, eso de llamarle señor, eso daba risa, señor Derrick, le comunicamos que va a ser el dios de las bromas de Hogwarts, atentamente un señor de nombre ridículo.

Su madre se hizo entender sobre que ella mandaba sobre la ropa. No había llegado a pegarle muchas veces una bofetada, pero cuando amenazaba con eso sabía que estaba llegando a la zona roja, así que había que portarse bien, porque su madre tenía una chancla Vorpal + 5, la laceraculos, y sabía como usarla. Colton puso voz lastimera y dijo

- Sí mamá, ahora bajo.

Arreglar el cuarto, ¡Como si estuviera roto! pero sabía que no cuarto, no eating, así que hizo la cama de forma despreocupada, dejando una montañita que bien podía parecerse a un volcán, metió la ropa sucia en su sitio, debajo de la cama, y se puso las pantuflas de garra de dragón para bajar a desayunar. Al menos allí, con testigos, su madre no le daría con la chancla, lo del maltrato infantil, e injustisísimo, estaba fatal visto, así que pudo ser un poco más él mientras comía esas grajeas de sabores tan... tan.... estimulantes. Quería comprarlas todas por si había alguna con sabor chocogrial, pero no, el chocogrial no se había descubierto todavía, aunque aun así quería comprarse todas, su curiosidad innata no podía resistirse a investigar esos caramelos tan particulares, especialmente en cuanto a las aplicaciones prácticas para llegar al chocogrial.

Pero no todo era bueno en ser un mago, no, había una cosa que era un rollo y era que tenía que ser secreto. Aquello era un rollo máximo, era como que te dijeran que no podías decir que Lucy Stevens te había dado un beso en los morros, que no es que le gustara Lucy, ni que fuera la niñas más rubia, con los ojos más azules y que fuera la mejor de la clase jugando al fútbol, no, nada de eso, a él no le gustaban las niñas porque eran un rollo, pero es para que se entienda el ejemplo. Nada, cero, zip, boca cerrada, o le meterían en un manicomio. Visiblemente abatido se puso la mano en el corazón y dijo

- Como paladín en la búsqueda del chocogrial prometo que no diré nada a nadie sobre mi mágica condición, y si lo digo, que me den de comer coles de bruselas por toda la etenidad. - Aunque había algo que le hizo recuperar la atención, eso de perder la memoria era interesante, así que, con toda su inocencia preguntó - ¿Y hay conjuros para hacer que las madres se olviden de las trastadas? - Pero allí estaba, la mirada de la chancla, así que dijo - No nada, que tontería, seguro que es mejor no jugar con los recuerdos, que debe ser superpeligrosísimo, nada nada

Los mayores empezaron a hablar de dinero y aquello le preocupó, porque si el dinero que tenían no valía no se iba a poder comprar ni el caldero, aunque siempre podría coger alguna olla de la panadería. Suspiró cuando dijo que tendrían suficiente pero también le preocupó porque sabía que sus padres no iban muy sobrado. Levantó la manita para pedir la palabra, algo bastante extraño pues Colton era 500% impulsivo.

- Mamá, no necesito lo más caro, con uno de cada dos libros de la lista me apaño, que ya sabes que yo no estudio mucho...O de segunda mano, de verdad, que yo me apaño con lo que sea, que no quiero que os gastéis mucho dinero en mi...y también podéis vender mi Chromebook, y la switch... lo que haga falta...

Colton eso si que lo tenía, adoraba a sus padres y se preocupaba por ellos. Era generoso con los suyos y no se aferraba a lo material, porque él se entretenía con cualquier cosa, pero eso del dinero mágico y comprar cosas mágicas le preocupaba, porque sabía que la economía de la familia era la que era.

El último día de agosto no es que tuviera nervios, los nervios le tenían a él, y no estaba para banalidades como el desayuno. Cuando fuera mago el primer hechizo que haría sería el de alimentación instantánea, en cuanto te levantaras te lo lanzabas y no tenías que perder el tiempo desayunando. Papá estaba serio, así que Colton, por animarle, se agazapó, flanquándole y salto sobre él al grito de

- ¡FROG SPLASH! - Imitando a su luchador de lucha libre favorito, el rey misterio, pero no estaba el día para luchas libres así que le dijo - Papá, no te preocupes, no voy a hacer nada malo, ya me conoces, solo soy un poquito inquieto a veces pero no voy a hacer nada malo, ya sabes que del cole no me han expulsado nunca - Y ese podía ser un gran problema, que le conocía, y que solo dios sabía como todavía no lo habían expulsado.

En cambio mamá parecía que estaba más contenta, tanto que le repetía que comiera tranquilo sin alterarse, como si aquel día tuviera un +10 en paciencia. Colton se fue hacia la puerta y cuando su madre le dijo que la calle no iba a cambiar de sitio la miró intrigado como si hubiera puesto el dedo en la llaga. Volvió a la mesa y se acabó el desayuno, dando pataditas de puros nervios al suelo sin abrir la boca. No quería poner peor a su padre y a su madre, así que, con un esfuerzo titánico hizo un ejercicio de contención, al menos hasta que dijeron que se iban, eso lo desencadenó todo.

Corrió hacia la puerta y se la abrió a sus padres, haciendo amplios gestos de que espabilaran que se iban a acabar los calderos del 3 y se iba a tener que comprar los peores, los del 2 o los del 1, y entonces apareció la señora Gershon, que era una metiche de cuidado y encima tenía esa voz de pito que parecía que te estaban trepanando el cerebro. Su madre cogió la voz cantante y Colton cruzo una mirada con su padre. Sonrió mientras le guiñaba el ojo a su padre y cuando le preguntaron sobre si estaba bien dijo lo más convincentemente posible.

- Oh, no se preocupe señora Gershon, no es nada grave. El hecho es que me han admitido en una escuela para niños superdotados y el inicio del curso lo inagura la reina Isabel, y claro, nos ha invitado al té a todas las familias y tenemos que irnos ya. Es un internado, pero estamos todos muy orgullosos de que haya sido aceptado por mis cualificaciones académicas, quien sabe señora mía, tal vez dentro de unos años podrá presumir de haberme conocido...y le prometo, que en todas las entrevistas que me hagan en la televisión mencionaré su nombre, así, como de pasada, pero remarcando lo importante que ha sido en mi educación.

Hubiera molado transformarla en rana, o hacer que su voz se volviera como el balido de una cabra, pero con eso de las memorias borradas le daba miedo, ¿Y si se la borraban a sus padres y se olvidaban de que era su hijo? No podía consentirlo, él era el hombrecito de la casa y tenía que cuidar de sus padres de todo lo que estaba relacionado con la magia. Ellos ya le estaban apoyando mucho, y eran unos carcas, pero eran sus carcas, sus carcas favoritos. Carraspeó y dijo

- Papá, no deberíamos retrasarnos más, la reina se enfadará con la señora Gershon si se entera que hemos llegado tarde por su culpa.

 

 

Notas de juego

En caso de ser una tirada que sería un manipulación + subterfugio?

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03/12/2021, 19:29
Directora

Notas de juego

Tirada para qué, ¿para daros prisa? jajajajajajaja Si es para eso, seguro que no hace falta porque tendrán ganas de llegar para que te calles jajajajajajajaja

Cargando editor
03/12/2021, 20:11
Directora

No poder compartir con Ashley todo aquello te resultaba muy difícil. Teniendo en cuenta que era tu más y mejor amiga y que prácticamente os lo contabais todo, ni siquiera estabas segura de que te creyese cuando le dabas excusas, lo que hacía que te sintieses muy mal. Simplemente, no era tu estilo, pues habías aprendido a compartir tanto los momentos buenos como los malos con una de las pocas personas que podía entender aquello por lo que estabas pasando.

Pero las instrucciones eran muy claras. No podías decir nada, porque entre otras razones, ¿quién iba a creerte? En el mejor de los casos, podían pensar que todo era una broma, pero también podían empezar a decir por ahí que estabas loca de atacar. Sin embargo, seguía siendo muy difícil mantenerlo todo en secreto.

Ashley puso cara de extrañada, o quizás de no creer un ápice de lo que decías, pero no insistió más al respecto. También ella era parte del mismo sistema en el que te encontrabas tú y sabía que había cosas que debían quedar en secreto, aunque seguramente no lo esperara de ti.

No querías perder su amistad, pero también el hecho de irte lejos durante todo el año fuese una prueba que no pudieseis superar. ¿Y si…? A lo mejor te permitían contárselo porque era como tu familia.

Por eso insististe con lo de seguir siendo hermanas; para ti era casi lo más importante, porque de qué servía todo eso de ser bruja si al final seguías estando tan sola como habías estado toda tu vida.

Necesitabas que Ashley lo comprendiese y también lo aceptase. Seguramente, sabía que había algo más, pero por el momento lo único que importaba era que viese que aquello no era una separación definitiva sino simplemente algo temporal.

Aunque iba a ser difícil que la distancia no os afectara.

Ashley se acercó hasta donde estabas y te abrazó, disipando tus dudas.

-Claro que sí, tontita. Siempre estaremos juntas. Pero asegúrate que me escribes todas las semanas para decirme como te va, ¿de acuerdo? Por cierto, ¿en dónde está?

Entonces Ashley vio como sacabas de uno de tus bolsillos un caramelo, uno de esos que te había dado aquella mujer. Como ya sabías que estaba bueno, se lo entregaste como un verdadero regalo. Los dulces eran escasos, todo un lujo en aquel lugar, y compartir lo poco que tenías con ella, sabiendo que no iba a saber a cucarachas o algo por el estilo, era lo que necesitabas para sellar aquella amistad para siempre.

En el rostro de Ashley se dibujó una enorme sonrisa y su mano se dirigió con rapidez hacia el caramelo.

-¡¡¡Gracias!!! –te dijo, mirándolo durante unos segundos y después, guardándoselo en uno de sus bolsillos -. Lo guardaré para más tarde.

Después de aquello, parecía que todo estaba mejor. Y cuando además le dijiste que tenías otro para Henry, Ashley pareció ver que de verdad los tres continuaríais siendo amigos a pesar de separaros.

-Bueno, pues dame si quieres el de Roy. Ya me encargaré de dárselo o mejor, lo dejaré encima de la cama para que parezca que se me ha caído. Eso hará que se lo meta en la boca inmediatamente –dijo Ashley, riéndose.

La emoción de todo cuanto te esperaba era enorme, pero separarte de tus amigos se estaba haciendo cada vez más difícil. Erais como los tres mosqueteros, inseparables, siempre de travesura en travesura, compartiéndolo todo, pero ahora tú tenías algo que era solo tuyo y a pesar de haber deseado que algo así ocurriera, porque la verdad es que era un sueño, ahora casi te arrepentías de que hubiese ocurrido.

Una parte de ti deseaba ser normal y seguir con ellos.

El único testigo de todo aquello, además de Kate y el señor Graham, era Libra. Por mucho que fuese un perro, era tan buena amiga para ti como Ashley, y como podías contarle cualquier cosa, ya que sabías que guardaría el secreto, era una bendición tenerla a tu lado.

¿Pero dónde estaba?

Habitualmente dormía encima de tu cama, aunque te habían dicho una y otra vez que no estaba bien y que ella tenía su propio lugar, o a los pies. Pero al mirar al suelo te diste cuenta de que no estaba por allí.

Inquieta, saltaste de la cama y recorriste el pasillo mirando en todas las habitaciones, porque Libra era un poco de todos, aunque para ti fuese especial, o mejor, te hacía sentir especial, como si fuese parte de tu familia. Ene l fondo, querías algo mejor pero al mismo tiempo, que nada cambiase, seguir teniendo a Henry, Ashley y Libra, y simplemente encontrar un lugar en el que vivir los tres.

Así que la ausencia de la simpática melenuda te intranquilizó lo suficiente como para que te movieses sigilosa pero frenéticamente, en su busca, hasta que viste que estaba en el exterior, con Kate. Al ver como cepillaba su pelaje, entendiste porque no estaba a tu lado. Si había algo que le gustaba tanto como comer era que le acariciasen y cepillasen el pelo. Era su debilidad.

Sin hacer ruido, te acercaste a ellas para sentarte a su lado, y la acariciaste. Su pelaje estaba muy suave, y la sonrisa de Kate se hizo más grande al darse cuenta de que te percatabas de ello.

-Claro que sí. Hoy también es un día importante para ella. Las dos te acompañaremos de compras y tiene que estar presentable.

Ir con Kate y con Libra no solo te daba seguridad, sino confianza, la que necesitabas para entrar en un mundo completamente nuevo, que no solo era mágico, en el sentido más literal de la palabra, sino porque representaba algo que hasta eso momento ni siquiera habías podido imaginar.

Claro que no sabías si era lo mismo un mastín que cualquiera de las otras mascotas que permitían, según la carta.

-La verdad es que no creo que te dejen llevarla. Si ponen que se puede llevar uno de esos animales, es porque son pequeños y no molestan. Creo que Libra podría ser un problema. Así que será mejor que se quede con nosotros. Pero hoy sí que podrá venir y será una más de nuestro equipo –te explicó Kate, abrazándote y abrazando también a Libra.

Precisamente por lo extraño que era todo, muchas veces a lo largo de aquellos días posteriores a la llegada de la carta y de aquella mujer, pensaste que no podía ir en serio. Era todo tan… tan.

-Pues parece que sí, cariño. Yo tampoco lo habría creído si me lo hubiesen dicho hace unas semanas, pero así es. ¡Increíble, ¿verdad? Eres una bruja. Uuuuuuuuh.

Kate agitó las manos como si quisiera asustarte, sonriendo inmediatamente, pero poniéndose muy seria a continuación.

-Yo jamás te mentiría, Úrsula. Para mí eres como mi propia hija. Lo sabes, ¿verdad? Cuando vayas a ese colegio voy a echarte muchísimo de menos, pero seguro que allí aprendes un montón de cosas chulas.

Obviamente, comprendía tus dudas. ¡Quién no las tendría! No sabíais de nadie más que fuese una bruja o un mago, por lo que aquello sonaba muy increíble.

-Pero en eso consiste precisamente la magia, mi pequeña. Solo en un mundo mágico podrían saber que tú también lo eras y que estabas aquí. Y dudo mucho que dejen entrar a cualquiera. La carta es para ti porque tú eres especial. Eres mi pequeña Úrsula, bruja y devoradora de caramelos, que ya me di cuenta de que te guardaste más de uno –te dijo, bromeando una vez más, pero al mismo tiempo, hablando muy en serio -. No sé nada de tus padres, corazón. Quizás fuese como dices o quizás no. Me temo que eso tendrá que esperar. Pero ahora deberías solo pensar en lo que sabes y lo que te espera, que será algo maravilloso.

Mientras Libra se tumbaba, tú te ibas sintiendo también más cómoda. Era muy sencillo hablar con Kate, porque era quien siempre estaba ahí, cuidándote, como una madre. De hecho, de haber podido escoger a alguien para serlo habría sido a ella, sin lugar a dudas. No querías otra madre porque ya tenías a Kate que se ocupaba de ti y hasta te regañaba cuando era necesario.

Eso hizo que también te abrieses a ella hablándole de tus miedos y tus dudas, de todo cuanto te rondaba por la cabeza. Solo con ella, dado que además debías guardar el secreto, podías ser tú misma.

-Sí, son muchos libros. Quizás tengamos que comprar algún baúl para guardarlos y llevar tu ropa. Hay uno viejo por algún lado, pero no sé cómo estará.  Si vemos alguno a buen precio podemos comprarlo; si no, buscaré después el que te he dicho, ¿de acuerdo?

Pero Kate se daba cuenta de que tus nervios. Tus numerosos temores acerca de que no fuese a caber el material o se rompiese, nada tenía que ver más que con todo lo que era nuevo para ti.

-Bueno, tú no te preocupes. Te llevarás tu ropa, por supuesto, además de todo lo que te piden porque seguro que hace falta para algunas de las asignaturas. No sé qué serán esas redomas, pero lo preguntaremos cuando estemos en la tienda, tranquila.

Y es que eran tantas cosas, que difícilmente iba a ser fácil de asimilar. Además, Kate tampoco entendía muy bien lo que pedían. Los libros… pues sí, porque se suponía que allí enseñaban magia. La varita… pues era evidente, pero las túnicas… quizás fuesen como las batas que se utilizaban en los laboratorios. Pero no podía estar segura de nada y era mejor aparentar precisamente eso, en beneficio de ti, para que tú al menos si estuvieses más calmada.

-Toma, cepilla a Libra un rato –te dijo.

Aquel sencillo acto quizás fuese capaz de calmar un poco tus nervios, pensó Kate, además de darte algo de tiempo para ordenar un poco mejor todas las preguntas que tenías, que eran muchas.

-Bueno, si se puede volar con una escoba debe ser algo muy divertido, ¿no crees? Pero de todas maneras como no te dejan, pues será mejor no pensar en ello. De todas formas, no creo que viajen en bici. No me imagino a una bruja pedaleando, la verdad –te dijo, riéndose ante su propia ocurrencia.

Claro que eso planteaba nuevas dudas.

¿Cómo viajarían los magos y las brujas? Quizás se transportaran de un lugar a otro. ¿Sería así?

-Cuando termines será mejor que vayas a lavarte y vestirte. Después de desayunar, saldremos a comprar todo lo que necesitamos a ese sitio que nos explicaron.

Al menos, la presencia de Libra te ayudaba a sentirte mejor, a que todo lo que no sabías quedase enterrado bajo montones de lametones y cuanto te podía poner nerviosa, perdiese importancia. No es que de repente fueras a estar como si no hubieses recibido esa carta, porque también tenías muchas ganas de verlo y conocerlo todo, pero recuperar un poquito de tranquilidad tampoco estaba mal.

-No, no lo sabía, cariño. Ni siquiera sabía que existían las brujas. Pero en cuanto me enseñaste la carta, supe que era verdad. Siempre he pensado que eras especial –te dijo, dándote un beso en la frente.

Entonces le dijiste lo de Ash, lo que hizo que te mirara algo más preocupada. Le costó responderte, pero sabía que al final tendría que hacerlo porque tú no te conformarías con menos y al final, te quería tal y como te había dicho y no podía permitir que te fueses con aquello en el corazón.

-Mi querida niña, es normal que te sientas mal. Imagínate que alguien hubiese venido a adoptar a Ashley. ¿No te habrías sentido mal porque ella se fuera, y al mismo tiempo feliz de que tuviese una familia? Lo mismo le ocurrirá a ella; tendrá celos porque vas a ir a un sitio nuevo y diferente, se sentirá mal porque os alejéis, pero también feliz porque sabe que estarás bien y que será bueno para ti, aunque no sepa por qué exactamente.  Lo único que tienes que hacer es escribirle a menudo y no olvidarte de ella, y cuando vuelvas en vacaciones, podrás contarle todo lo que has hecho… aunque un poquito cambiado, claro. Y sabes que además podrás escribirnos también a nosotros, siempre que quieras. De hecho, como no lo hagas, me enfadaré mucho –te dijo al final, poniendo cara de estar enfadada, pero de manera simulada. Después, volvió a abrazarte.

-Lo eres, mi vida. Eres la protagonista, pero no solo para ti, sino para mí, para Ashley, para el señor Graham… Tú serás siempre la protagonista de nuestras vidas. Anda, ve a arreglarte que ya es la hora del desayuno.

Kate se puso en pie, mientras Libra se sacudía, agradecida por todo lo que le habíais hecho en el pelo, y sonriendo como solo un perro feliz podía hacer.

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04/12/2021, 09:33
Colton Derrick
- Tiradas (1)

Notas de juego

Tirado está... 2 éxitos... Cuela bastante XDDDDD

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04/12/2021, 21:26
Luna Ferlet

Envidiaba la capacidad que tenía mi madre para transformar los momentos más difíciles en algo sencillo y normal; para que una situación que a mí se me antojaba sin solución, fuese vista como una oportunidad.

Mi licantropía era para mí una tara, no solo una maldición. Constituía algo que me perseguiría durante toda la vida y que me impediría tener amigos y llevar una vida normal y por eso estaba siempre en mi cabeza. Pero al hablar con mis madres todo pasaba a un segundo lugar.

Era capaz de todo.

Tenía dudas, por supuesto, pero aún creía que podía hacer cosas.

Yo misma me daba cuenta en ese momento cuánto había cambiado desde que aquella criatura me atacó. Siempre recordaría el terrible aullido y la enorme bestia que apareció de repente, pero sobre todo, los gritos de horror de Eloise y Janice, como si fuese el fin para mí. Pensaba que lo iba a ser, desde luego, y de no ser porque ellas mismas lo ahuyentaron, así habría sido.

A veces había deseado que aquel ser hubiera acabado conmigo pero en ocasiones como aquella no, porque las quería tanto y me sentía tan segura a su lado, que no podía rendirme tan fácilmente.

Así que lloré y volví a abrazarla; me fui a lavar la cara y bajé a la cocina como hacía cada mañana, solo que en aquella ocasión había algo diferente. Era el día en el que iríamos de compras, el día antes de marcharme a Hogwarts, y tenía que verlo como una oportunidad para disfrutar y no para pensar en las cosas malas.

Tras saludar a Janice, me senté a la mesa y bebí una buena cantidad de chocolate, sintiéndome automáticamente feliz de encontrarme allí y de tenerlas a ellas. Eran las mejores madres del mundo. ¿Cómo había sido capaz de pensar que no podría estudiar ni tener amigos? Seguro que todo salía bien.

¡Tenía que salir bien!

Por eso me atreví con lo de la mascota, dándome cuenta, demasiado tarde, de que no iba a ser posible. Pero mi madre Eloise me sorprendió, y también Janice. Al oír que quizás pudiera tener una lechuza, y que a ambas les parecía bien, empecé a saltar sobre la silla.

-¡¡Bien, bien!! –exclamé, sin poder contenerme, mirándolas a ambas con una enorme sonrisa en el rostro -. Sí, sí. Una lechuza estará muy bien. Gracias mamá. Gracias mamá.

Así que terminé de beberme el chocolate, ansiosa por partir y poder ir al callejón Diagon para tener mi propia lechuza.

-Ya estoy lista –anuncié, limpiándome los restos que tenía en la boca, con una servilleta, y sonriendo sin parar.

-Voy a lavarme los dientes. Ahora bajo –les dije, bajando de la silla, corriendo escaleras arriba y entrando a toda velocidad en el baño.

No entendía cómo había podido pensar que aquel iba a ser un mal día y que tendría problemas. Como me había dicho Eloise, estábamos en cuarto menguante; aún tenía muchos días por delante para conocer a mis compañeros y disfrutar del colegio. Me parecía que los días de luna llena quedaban muy lejos y que no eran tan graves como parecía. Era solo cuestión de saber qué hacer, y yo lo sabía, y la directora. Ella no permitiría que me ocurriese nada malo o que le hiciese algo a otros compañeros.

¡¡Y me iban a comprar una lechuza!!

Ya estaba dándole vueltas al nombre con el que podría bautizarla. No sabía si iba a ser macho o hembra, pero tenían que ser nombres especiales, de esos que nadie más tuviera, porque si yo era especial, mi lechuza también lo sería. Y así cuando la llamara, todos sabrían que era mía, mi amiga y compañera.

¿Qué nombre podría ponerle?

De pronto tenía tantas cosas en la cabeza, palabras rompiéndose y volviéndose a unir, que me resultaba difícil concentrarme, por lo que tardé más de la cuenta en lavarme los dientes.

Cuando por fin acabé, no tenía ninguno, pero al menos había desechado unos pocos, y lo más importante era que estaba lista para salir.

Y así, cuando aparecí abajo, era otra Luna diferente. Me sentía feliz y dichosa, y confiada, y visitar el callejón Diagon era algo tan especial que esperaba disfrutarlo como nunca.

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05/12/2021, 23:46
Ivy Jade Connor

Ivy no perdía de vista a Nolan, era impensable ser tan estúpida como para eso. La experiencia le decía que, a veces, con tal de hacer una broma de mal gusto, era capaz de incluso destruirse a sí mismo, como el día que casi se quedó medio calvo. Fue un mes divertido para la más joven de los Connor, pero en realidad, si lo pensaba fríamente, su hermano tenía un problema para contener sus impulsos, provocaba accidentes y eso no era bueno.

La niña no había olvidado la vez que le colocó un cubo con tinta sobre el dintel de la puerta, o cuando le hizo un agujero en la parte trasera de sus pantalones para que "transpirase mejor", tampoco cuando hábilmente, dispuso una lombriz de tierra en sus cereales de desayuno, o peor, cuando cogió el "monstruoso libro de los monstruos" de su hermano mayor, y lo metió en su cama, provocándole unas feas mordeduras en los tobillos. ¿Y si cuándo fuesen a Hogwarts hacía algo que desembocase en expulsión? Ella no podía permitir eso, era su hermano, su sangre. Debía cuidarle y estar pendiente de él, nunca le daría la espalda, aunque a veces lo que más ansiara fuera estrangularle.

La carta de Hogwarts estaba siendo arrugada entre las sucias manos de Nolan, mientras Ivy sufría al ver que no se la devolvía. Para ella no era una tontería de carta, significaba mucho. Era el permiso que llevaba esperando años y ahora, de alguna manera, su hermano mellizo parecía querer arrebatarle la ilusión, robando aquel papel que deseaba conservar por siempre

No debes hacerle caso, si lo haces estás perdida....

Pero jugar con el billete de tren eran palabras mayores. ¡Era su vía de acceso al Expresso de Hogwarts! Tenía ganas de golpearle, aunque eso implicaría un serio castigo para ambos por parte de sus padres. Así que hizo lo mismo que su madre, se cruzó de brazos, mirándolo seriamente, aunque según Nolan, no le pegaba hacer el papel de su propia madre.

- ¡Nolan Finn Connor! ¿Cómo es eso de que vas a romper el jarrón del abuelo? ¡Ni se te ocurra! - Lo peor es que ya se le había ocurrido - Los duendecillos de Cornualles nos morderán las orejas. ¿O no recuerdas cuando te embrujaste por ponerte esa máscara que papá trajo para estudiarla? Luego mamá nos castigó y... ¡Todo salió mal!... - Estaba poniéndose de los nervios.

Las palabras de Donovan siempre eran tenidas en cuenta, y que les mencionase alguna información sobre la selección de casas, hizo que la niña estuviera muy atenta a él. Debía decidir qué casa era la que más le convenía y aquí tenía el corazón dividido. Por un lado, quería ser Slytherin como gran parte de su familia materna, más que nada porque desde siempre, había existido expectativas en ello, y se había hecho a la idea de que allí sería destinada. Pero por otra parte, Nolan le necesitaba. No estaba segura de que su mellizo pudiera desenvolverse solo en el castillo sin meterse en líos. Además su padre era de Gryffindor y estaba segura, de que lo que sobraba en su jovencísimo hermano, era valentía.

Slytherin, tengo que ser Slytherin....

No era por el gato, que también. Aquel nombre vibraba en el corazón de la niña, pensaba en el símbolo de la serpiente y sentía que, de alguna manera, era su destino. Quizás más allá de su madre, abuela y bisabuela, algo la conectaba al emblema verde y plata que representaba la casa de Salazar.

Nolan bajó por las escaleras con la carta en la mano, con la idea de salir a desayunar, algo que Ivy debía impedir, puesto que podía mancharse con la leche y el cacao. Aunque como siempre, su mellizo, tremendamente escurridizo, se marchó mientras Donovan le acompañaba, caminando a su lado mientras indicaba que los inútiles iban a Hufflepuff.

Espero no caer allí...

Sentía más miedo por pertenecer a la casa del tejón que de sufrir forúnculos, y es que toda su familia se burlaría de ella. No podría soportarlo, sin saber que, al fin y al cabo, la casa de amarillo color representaba el tesón, un valor que muchos magos debieran aprender a lo largo de su formación académica.

Tras el saludo de buenos días, surgió una conversación peliaguda en la mesa - ¿Víctimas, papá? ¿Ha muerto gente por ese hombre? ¿Y nadie sabe quiénes son? ¿Por qué no se les reconoce? - Preguntó curiosa la pequeña, ansiosa de ser tenida en cuenta en una conversación de adultos. Aunque su madre, cortó la charla al hacerle un gesto a su esposo, mientras que Nolan seguía chinchando a su hermana con la carta. Ivy resopló molesta.

- Uys Nolan, ¡qué amable has sido cogiendo mi carta de Hogwarts! - Era buen momento para usar la estrategia "me la das porque si no, papá y mamá te van a castigar", y todo eso sin chivarse de su hermano - Dámela, por favor, no vaya a ser que se te manche con el desayuno. Con cuidado, no vaya a arrugarse... - Comentó la joven con una leve sonrisa, intuyendo que Donovan a la par, estaba disfrutando la situación, y es que la pequeña Jade, a veces sacaba alguna argucia inesperada.

- Mamá, ¿tú vas a ir a perseguir a ese mago? Pero... ¿No eres medimaga? - Preguntó curiosa. No comprendía nada, tan solo la mirada entre sus padres que claramente, se guardaban algo para sí.

Cuando entró la lechuza en la cocina, se generó un gran revuelo, pues el ave se posó sobre el desayuno de su mellizo, salpicando leche por todas partes. Los ojos azules de la niña se posaron en la carta casi con angustia.

Que no se haya mojado, que no se estropee.....

Un caso más. Otro cuerpo encontrado de alguien desconocido y, como siempre, su padre debía marcharse a trabajar - ¿Y si no se sabe quién es la víctima porque es un muggle? - Razonó la joven queriendo solucionar la duda que todo el Ministerio llevaba días intentando desentrañar. Y es que la visión infantil era inocente y limitada.

Su padre se marchaba al trabajo y quedaban a cargo de su madre. Ivy, intentando sacar partido de la situación, comenzó a engatusar a su progenitora.

- Sería genial tener una escoba propia y formar parte del equipo de Quidditch de Slytherin - Sabía que su madre no aprobaba ese deporte para ella, actuando de manera particularmente machista, considerando la danza clásica como algo más adecuado para su formación, pero claro, mencionar que la niña quería ir a Slytherin debía llenarle de orgullo - Deberíamos ir al Callejón Diagon para comprar, la lista de los materiales llegó con la carta de admisión. Quizás en los cromos de chocolate salga el fundador de la que será mi casa.... Salazar Slytherin... ¿No es genial, mami?... - Y es que esperaba tocar los botones adecuados para salir beneficiada haciendo una leve manipulación, al fin y al cabo, no hacía daño a nadie.

- Tiradas (1)

Notas de juego

A ver si cae mami y le compra la escoba....XD

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07/12/2021, 12:44
Directora

Para Thomas, su hijo era un alma libre que no parecía ser consciente de las seriedad de todo cuanto acababa de ocurrirles. No se trataba únicamente de que fuese o no un mago, sino del cambio que se iba a producir en sus vidas.

De repente, iba a dejar de ir a la escuela normal para pasar a un colegio totalmente diferente, en donde viviría de manera interna durante casi todo el año. Acostumbrado como estaba a que fuese un caballo salvaje suelto por la casa y creándole problemas, no estaba preparado para una vida tranquila en la cual pudiese hacer todo cuanto debía o quería.

Aquella noche, en el silencio de la noche, Thomas buscó consuelo en su querida esposa, que lo comprendía mejor que nadie.

-Ya verás como está bien, cariño. Sabes muy bien que esta vida es muy aburrida para nuestro hijo y que esto ha sido un regalo del cielo. Todo lo que puede ocurrir es que nos llamen para decirnos que no pueden soportar tantas travesuras y que vayamos a recogerlo –le dijo, riéndose y despertando también una sonrisa en Thomas.

Solo Mia era capaz de calmar los nervios de Thomas; solo ella sabía cuánto quería a su hijo, a pesar de que no soliera demostrarlo muy a menudo.

Ella era además quien llevaba el control de la casa, quien dominaba a la fiera salvaje en la que te habías convertido y también quien sabía cómo mantener la familia unida, a pesar de las diferencias.

Así que cuando te llamó para que bajases a desayunar, sabía perfectamente que te darías prisa, que harías el cuarto de cualquier mala manera y que tendría que insistirte para que hiciese bien sus tareas, aun cuando no le quedase mucho en casa para hacerlo.

En cuanto te vio, no necesitó ver el dormitorio para darle la siguiente parte de las instrucciones.

-He dicho que arregles el cuarto, bien, y no que cubras la cama con la colcha y guardes la ropa sucia en cualquier parte. Si subo y veo que has hecho algo de eso, jovencito, no cogerás ningún tren mañana y tampoco irás hoy de compras, así que tú verás lo que te conviene.

Por muy inquieto que fueses, Mia y Thomas sabían que eras un buen muchacho, pero eso no significaba que no hubiese que ponerte límites o de vez en cuando, dejarte las cosas claras.

Y Mia era toda un especialista en eso.

Sabía también que te costaría mantener la boca cerrada con todo aquello, razón de más para que se marcharse lo antes posible al nuevo colegio (¿Hogwarts?), y pudiese hablar con total libertad. Cada día que permanecía con ellos era un riesgo en cuanto a que se le podía escapar más de la cuenta y sabían que a los vecinos no les hacía falta demasiado para pensar mal de ellos.

La señora Hudson, una de sus vecinas, solía descorrer la cortina cada vez que pasaban por delante de su casa y siempre te seguía con la mirada como si estuviese esperando que hicieras algo mal.

Y en parte Mía lo entendía, pero lo último que necesitaban era que fueses diciendo por ahí que iba a ir a un colegio de magia para hechizar a los ratones y que mordiesen a los gatos y no al revés. A la señora Hudson, que tenía más de diez gatos en casa, le daría un soponcio si algo así ocurriese o tuviese visos de suceder.

Aquella mañana tendrían que ir de compras y eso sí que era algo que les preocupaba. Disponían de dinero, pero no tanto como les gustaría. Esperaba que nada de cuanto necesitaran fuese demasiado caro o de lo contrario, no podrían afrontarlo. La panadería/pastelería se había llevado casi todos sus ahorros, porque habían pasado por épocas difíciles, aunque no querían que supieses nada de todo aquello. Mientras pudieran, tendrías todo cuanto necesitaba.

-Necesitas todo lo que pone en la carta, Colton. De otra manera no lo pedirían. Y qué clase de padres seríamos si no te diésemos lo que piden. Así que deja ya de preocuparte. Lo único que queremos es que te esfuerces y que no recibamos quejas del colegio.

Aquel era un punto complicado. ¿Cuándo habían dejado de recibir quejas?

Nunca.

Thomas intervino en aquella conversación.

-Hijo, mío, todo lo que tenemos es para ti. Solo queremos que puedas ser lo que quieras y si eres… un mago, deseamos que puedas conseguirlo. Con eso es suficiente. Así que como dice tu madre, tú solo preocúpate de estudiar.

Aquello era precisamente lo que menos te agradaba, no tanto estudiar, que también, sino que se mostrasen tan comprensivos y dispuestos. Hacía que te sintieses avergonzado y responsable y que no pudieses dedicarle todo el tiempo que deseabas a la búsqueda del chocogrial.

Era lo que tenía querer a tus padres y que ellos te quisieran a ti.

Cuando durante el desayuno saltaste sobre Thomas, este fingió sobresaltarse y después te agarró para subirte a su regazo.

-No estoy preocupado, hijo. Sé que eres un buen chico y tengo plena confianza en ti. No me molesta que seas travieso. Lo único que podría hacerme daño es que hicieses algo malo a alguien, pero tú no eres así.

De vez en cuando, Thomas y Mía te demostraban con pequeños gestos y algunas palabras que eran tus padres, que a pesar de todo no se avergonzaban de ti y que estaban dispuestos a hacer cuanto fuese necesario por ti.

Nadie podía pedir unos padres mejores que ellos, o al menos eso era lo que tú sentías.

El día había empezado como cualquier otro, pero no era exactamente igual y se notaba en el ambiente. Cuando apareció la señora Gershon, os encontrasteis con el siguiente escollo.  Thomas se echó a temblar cuando te vio guiñar el ojo y empezar a hablar muy deprisa y decir un montón de cosas.

-La señora Gershon te miró, escudriñándote como si no terminase de fiarse de ti. ¿De verdad ras un superdotado? Eso sí que era una novedad; aunque la verdad era que siempre habías sido un chico muy despierto.

-¿Es eso cierto? Bueno, sí que es una sorpresa. Supongo que estarán muy orgullosos –dijo, mirando a vuestros padres y haciendo como si se arreglase el peinado, una gigantesca bola de pelo que tenía y que era más grande que el resto de la cabeza.

Thomas suspiró, aliviado, antes de responder.

-Eh... sí, sí, lo estamos. Siempre lo hemos estado, señora Gershon –le respondió tu padre.

-Si necesitan que algún conocido hable del joven Colton, no me importaría…

Tu madre la cortó inmediatamente.

-No será necesario, señora Gershon. Ya tienen toda la información que necesitan. Esto es solo… una formalidad, ya sabe.

Entonces dijiste lo de daros prisa, así que Thomas reaccionó con rapidez.

-Sí, sí, es cierto. Tenemos que irnos, señora Gershon. Ya nos veremos.

Por fin os metisteis dentro del coche y en cuanto os aposentasteis, tu padre se giró hacia ti.

-No vuelvas a hacer eso, Colton. Di simplemente… que tenemos cosas que hacer. Punto.

La señora Gershon mientras tanto se asomaba a través de los cristales del coche, buscando cotillear algo más al respecto, porque había algo que no terminaba de cuadrarle del todo.

Afortunadamente, en cuanto tu padre arrancó el coche, todo quedó en un mal recuerdo. Thomas debía ahora encontrar Charing Cross, un sitio por el que jamás había pasado, porque nunca se le había perdido nada por allí.

Tu madre fue mirando el GPS y ayudando a tu padre, aunque no resultaba nada fácil encontrarlo. Tuvieron que desviarse varias veces de la ruta principal y repetir el mismo trayecto al menos tres veces porque parecía que la calle que estaba marcada en el dispositivo cambiaba constantemente.

-No lo entiendo. Es como si esa calle desapareciera de repente –dijo Thomas en un momento dado.

Finalmente tras dar unas cuantas vueltas más, llegasteis a vuestro destino. Desde la carretera podía verse un sombrío callejón y casi al final del mismo, un bar diminuto y de aspecto mugriento que la gente parecía evitar, como si solo ellos pudiesen verlo.

-Bueno, parece que es esto, aunque… no tiene muy buena pinta, ¿no? –comentó Thomas, desconfiando de que fuese efectivamente ese lugar.

-Sí, es verdad. Pero las instrucciones de esa mujer eran muy claras y en el cartel pone “El Caldero Chorreante”, así que debe ser este. Dudo que haya otro bar con el mismo nombre en todo el país –comentó Mía.

Ella también pensaba que el aspecto del local dejaba mucho que desear. De repente, sentía unas ganas terribles de marcharse a otro lugar. ¿No tenía que hacer algo, como poner una lavadora o ir a comprar?

De no ser porque al mirarte se dio cuenta de que era allí justo en donde tenía que estar, ni siquiera se habría molestado en bajarse.

-Bueno, será mejor que aparques, querido. No vamos a quedarnos aquí todo el tiempo –dijo tu madre. Thomas miró hacia atrás, dándose cuenta de que había varios coches esperando para seguir, y no tardó en encontrar un lugar en donde aparcar.

A pesar de las dificultades, estabais allí.

Notas de juego

Cuela, cuela, pero tampoco tantísimo. Lo justo XD

He añadido una etiqueta arriba para facilitar la lectura de los posts, dado que están abiertos para todo el mundo y puede dar lugar a confusión ;)

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07/12/2021, 14:12
Directora

Solo en pesar lo que podía armar Nolan en el colegio, temblabas de miedo. Tú no ibas a estar pendiente de cada travesura que hiciera, al igual que no pensabas sacarle de los problemas en los cuales él mismo se metiera. ¡¡Bastantes cosas tendrías que hacer como para preocuparte además por eso!!

Pero daba que pensar; era capaz de lo peor y lo que aún era más terrible, también de arrastrarte con él. Vamos, que lo más cómodo sería hasta fingir que no era tu hermano. ¿Podrías hacerlo?

Ideas descabelladas aparte, sufrías al ver la carta, tú carta, entre sus manos, tratada despiadadamente como si fuese un pañuelo lleno de mocos, y lo peor era que si decías algo lo mismo te la rompía en mil pedazos antes de que pudieras arrebatártela o la llenaba de mermelada. Y sabías que cuanto más te desesperaras más se reiría él, por lo que adoptaste la actitud de dejar pasar y mirar con desdén, que era lo que hacía tu madre cada vez que se enfadaba.

¡Al menos querías tu billete!

Y en cuanto el jarrón salió a colación… supiste que ibas a ganar.

-¡¡Yo no voy a romper nada!! –respondió Nolan.

No tuvisteis que esperar mucho tiempo a que el jarrón respondiese ante semejante mentira.

-Maldito mentiroso asqueroso sinvergüenza malnacido hijo de…

-¡¡Dolaaaaaan!! ¡¡Llévate el jarrón!! –la voz de tu madre se impuso por encima de todo lo demás y Dolan se marchó corriendo para llevárselo y guardarlo en uno de los viejos baúles que había en el dormitorio de tus padres.

Satisfecha, esperabas que eso fuese suficiente como para que te devolviese tus cosas, pero eso no sucedió. Nolan se marchó a por el desayuno y tú te quedaste sin lo que era tuyo por derecho.

Solo le perdiste la pista a tu carta cuando en mitad de la conversación, en la mesa, empezasteis a hablar sobre aquel mago.

-Sí, hay muchas. Pues porque no se sabe quiénes son. Nadie lo sabe. Pero no preguntes más, hija, que no es algo que deba preocuparte.

Tu padre no iba a dar más detalles pero no dejaba de ser extraño que apareciese gente desconocida, porque al final, todas tenían que venir de alguna parte. Pero tu padre tenía razón; eran cosas de adultos que no tenían nada que ver contigo, nada en absoluto.

Mientras desayunabas, pensabas en una manera de arrebatarle tu carta a Nolan. Estaba claro que no ibas a poder hacerlo por las malas, así que la mejor manera era actuar de manera natural. Por eso hablaste en voz alta disimulando, como si de pronto se la hubiese encontrado en el suelo.

-Estás equivocada, hermanita. Esta es mi carta. La tuya estará arriba, en uno de tus cajones –te dijo, guiñándote un ojo y riéndose a continuación, mostrándotela como si fuese una bandera, antes de guardársela de nuevo en su bolsillo.

Tu madre participaba poco de aquella conversación, entre otras cosas porque no era auror y su trabajo era muy diferente.

-No, claro que no. Yo me encargo de intentar curar a los enfermos y estamos trabajando en ello, aunque por el momento no lo hemos conseguido. Todos permanecen dormidos. Así que nadie puede ayudarnos. Algunos tienen cosas que nos permiten conocer sus nombres, pero en realidad nadie sabe nada de ellos.

La entrada de la lechuza solo tuvo efectos para Dolan, que se marchó indignadísimo, y para tu padre, que tenía que irse a toda prisa.

-¿Eh? Ah, no, no. Hay una lista de muggles también. El Ministro de Magia habla constantemente con el Ministro Muggle para intercambiar información, aunque ellos no están muy interesados porque por el momento no tienen constancia de ningún hecho parecido. En fin, me marcho. Hasta luego. Qué tengáis unas buenas compras.

Con el desayuno prácticamente terminado, Nolan sacó tu carta y empezó a doblarla como si fuese a hacer un avión con ella. Podías ver las dobleces y también las manchas del desayuno en las esquinas. Era terrible, como si estuviesen torturando a un fiel amigo delante de tus narices.

Pero mientras tanto, había mucho que hacer. Quitar la mesa, lavarse los dientes, terminar de arreglarse… ah, y convencer a mamá de que te comprase una escoba. No dudaste en decírselo después de llevar amablemente algunos platos al fregadero.

-Ni lo sueñes –te dijo tu madre, que ni por un momento había pensado en hacer algo así. A Nolan eso sí que le interesaba, por lo que decidió unirse a la conversación.

-Yo creo que deberías comprarnos una para los dos. Así podríamos surcar los cielos y demostrar que somos….

-He dicho que no, Nolan. Y devuélvele la carta a tu hermana. No creas que no te he visto.

Nolan cambió el gesto y te entregó la carta y el billete totalmente arrugados y con varias manchas. Enfurruñado, subió a lavarse la cara.

-No tardes mucho, que nos marchamos dentro de cinco minutos –le advirtió tu madre. Después, se giró hacia ti -Veremos. Según como os portéis puede que os compre o no alguna rana de chocolate. Pero no os prometo nada.

Diez minutos después estabais todos listos y delante de la chimenea, con un cuenco de polvos Flu en manos de tu madre.

-¿Estáis listos? –preguntó vuestra madre, girando la cara de Nolan para asegurarse de que no tenía churretes, y también la tuya. Cuando estuvo completamente satisfecha de que estabais bien, os acercó el cuenco para que cogieses un puñado de polvos flu.

-Ya sabéis. Nada de cosas raras. Decid únicamente “Callejón Diagon” y lanzad los polvos. No quiero que ninguno de vosotros aparezca en otro sitio. ¿Me has oído, Nolan? Si no apareces en la misma chimenea que yo no habrá suficientes  disculpas para evitar que sientas la zapatilla.

Y es que no era la primera vez que Nolan decía que sí y después gritaba el nombre de otra calle, lo que significaba que debían perder un montón de tiempo buscándole y otro más o menos igual soportando los gritos que le lanzaba tu madre.

-Sí, mamá –respondió Nolan, resignado. Cogió entonces un puñado de polvos y entró en la chimenea. Se dio la vuelta y miró muy serio a tu madre.

-Callejón Diagon -pronunció con desgana, lanzando casi al mismo tiempo los polvos flu al suelo. Al instante, desapareció con una llamarada verde.

-Está bien, hija. Ahora vas tú. y date prisa que no quiero dejar solo a Nolan mucho tiempo. Es capaz de hacer cualquier trastada.

Notas de juego

Lanza 1D10. Cuanto más alto, mejor llegas (ya sabes, de pie, sin problemas, etc). Si sacas un valor bajo pues caes de cabeza, llena de hollín y esas cosas. Si sacas un 1, apareces en otro lugar XD

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07/12/2021, 14:13
Directora

Eloise y Janice se miraron y observaron a Luna mientras subía a terminar de arreglarse. Siempre la habían visto como una chica fuerte, pero eso acabó hacía tres años y durante todo ese tiempo, habían estado pendiente de ella, cuidando de transmitirle la idea de que todo era posible y que la vida no había terminado para ella.

-¿Crees que lo conseguirá? -preguntó Janice, evidenciando que no estaba segura de que fuese a ser capaz de sobreponerse a todas las dificultades.

-Claro que sí. Es más fuerte de lo que ella misma cree -le respondió Eloise -, aunque todavía no ha tenido la oportunidad de comprobarlo. Pero lo hará; este año seguro que termina por encontrar su lugar

La directora les había asegurado que cuidarían de ella y no tendría problemas, y que si actuaba con responsabilidad, nada debía suceder. Era cierto que algunas familias habían mostrado su desacuerdo por la decisión, pero era de esperar. La directora había asegurado, siguiendo con la tradición que había marcado Albus Dumbledore, que todo el mundo tenía derecho a seguir su camino y que nadie podía ser privado de ello por cuestiones de raza o maldiciones.

Finalmente, Luna acabó por bajar, radiante, sonriente, en parte por lo que había bebido pero esperaban que también fuese por todo lo que le habían dicho, intentando que viese la mejor parte de todo y no la peor.

Janice y Eloise se levantaron y fueron a buscar los polvos Flu. Eran la mejor manera de transportarse al Callejón Diagon, evitando así todos los muggles con los cuales se encontrarían por el camino.

-¿Estás lista? -preguntó Janice, cogiendo un puñado de polvos Flu y dándoselos a Luna.

En cuanto se los entregó, Eloise miró con seriedad a Luna.

-Ya sabes lo que tienes que hacer. No te equivoques. Y si por lo que sea apareces en otra chimenea, espéranos, ¿de acuerdo?

En cuanto Luna tuvo los polvos Flu, sus madres se apartaron y le dejaron espacio para que entrase en la chimenea y pronunciase el lugar de destino.

Ahora sí, el día estaba a punto de empezar.

Notas de juego

Igual que Ivy.

Lanza 1D10. Cuanto más alto, mejor llegas (ya sabes, de pie, sin problemas, etc). Si sacas un valor bajo pues caes de cabeza, llena de hollín y esas cosas. Si sacas un 1, apareces en otro lugar XD

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08/12/2021, 01:40
Úrsula Galloway

-¿Libra un problema? -hizo un mohín y negó rotunda-Nunca ha sido un problema, es un sofá grande. Estoy segura de que se tumbaría a mis pies en clase y no se movería. ¿A que sí, Libra? -le preguntó a la perra quien la miró con ojos oscuros y profundos-Un sapo, ¿en serio? ¿Cómo se le dice a un sapo que no haga croak en clase, ni en mitad de la noche? Además, no se puede ir con el de paseo ni de aventuras.

Ella quería a Libra.

Iba a seguir pidiéndola cuando Kate se puso a hacer el payaso-bruja para animarla. Úrsula rompió a reír pasando a escucharla atentamente cuando le habló, explicándole lo que ella creía que había pasado y pasaría-No creo que esa mujer sea una bruja muy buena, tu eres mejor. Ella no se dio cuenta de que cogí tres caramelos, tu sí. Y quizás el león. Me pareció que me miraba después de cogerlos y que bostezaba. Sé que no es posible pero venía con ella-se encogió de hombros- ¡Pero no fueron los tres para mí! Le he dado uno a Ashley y el otro es para Henry-aclaró para disculparse a su manera.

-Llevaremos el baúl viejo aunque esté feo, porque eso me recordará a ti. Yo entiendo lo de Ashley-dijo pensativa, calibrando sus emociones y lo que acababa de escuchar-pero no sé, me siento mal. Rompí mi promesa de no separarnos nunca. Pero sí ¡os escribiré! ¡y volveré en vacaciones! A ti si te contaré lo que he aprendido a hacer porque entre nosotras sí podemos hablar-su sonrisa se tornó enorme al caer en aquel detalle, aunque no poder contarle nada a Ash ni a Henry o Roy le venía grande. Era la primera vez que iba a tener secretos con sus hermanos-Vale, subo a arreglarme, Libra ya está lista. No debemos llegar tarde.

No lo decía del todo convencida. Tenía en el estómago un hormigueo molesto, insistente, y no tenía nada de hambre, no como las otras mañanas. Le recordaba a la sensación que tenía al tirarse de las pilas de paja de las vacas a las de más abajo, o la primera vez que hizo el pino y vio el mundo al revés y no sabía dónde tenía los pies ni cómo moverlos. No estaba convencida pero le había dicho a aquella mujer que iría, aunque tampoco había tenido mucha opción a decir que no, ahora que lo pensaba. Pero la curiosidad le había hecho decir que sí y ahora tiraba de ella con la misma fuerza o más que el duendecillo que le tiraba de la otra manga para que se quedase y no se separase de su familia.

Se levantó a regañadientes y entró en casa seguida de Libra que se perdió en dirección a la cocina en donde sabía que en breve se empezaría a mover comida y gente. Subió con pasos tranquilos las escaleras y se fue directa al baño para intentar asearse lo mejor que pudiera.

-¡EYYYYYYYYYYYY!-Henry le tiró una esponja totalmente llena de agua y jabón cuando entró en el baño que le correspondía-¡Que estoy yo!

Úrsula esquivó la esponja, la cogió del suelo y se la volvió a tirar a Henry-¡Termina yaaaa! ¡Lento! ¡Necesito entrar yo!

Salió al pasillo y esperó a que su hermano terminara muerta de los nervios. Henry solía tardar pero aquella mañana parecía que tardaba el doble, hasta le pareció que lo hacía a caso hecho. Mientras esperaba apareció Ashley y esperaron las dos junto a la puerta del baño con paciencia a que el chico terminara. Era así todas las mañanas que ellas no se andaban listas para entrar las primeras pero, aquel día, Úrsula lo estaba pasando mal-Voy a llegar tarde, Ash. ¡Qué lento es Henry! Kate se va a poner nerviosa-pero era ella misma la que estaba hecha un manojo de nervios en ese momento-Como lo odio cuando tarda tanto… ¿Qué hace tanto rato ahí dentro? Uffffffffffffff ¿Crees que en ese colegio tendré que compartir baño con los otros niños?

Pasado un buen rato, Úrsula no podía más y ambas niñas le gritaron a Henry que, o salía, o entraban ellas. Eran muchos años de conchabarse juntas contra Henry y Roy y, aunque Ash estaba triste porque ella se iba, al final podía la unión de tantos años juntas.

-¡A la de unaaaa! ¡A la de doooooos! -Ashley y ella contaban al unísono entre risas- ¡ENTRAMOS HENRY!

Abrieron la puerta y, al hacerlo, Henry se escabulló fuera corriendo y riendo. Ambas se quedaron en el pasillo mirándose con cara de tontas, descubierto que Henry hacia rato que había terminado y les había estado tomando el pelo. Rieron, entraron al baño y se asearon juntas como todas las mañanas. Úrsula, dudosa aún de que podía perder a Ashley si se iba la tanteaba con preguntas. Le hizo prometer que ella también le escribiría a la dirección del colegio y que cuidaría de Libra si era verdad que no podía llevarla consigo-No entiendo porque no dejan a un perro y sí dejan que lleve a un sapo. Kate dice que es porque Libra es muy grande. Así que creo que Libra no podrá venir.

Bajaron a desayunar cuando ya estaba todo preparado en la enorme mesa de la cocina. Diez niños y niñas ya estaban allí desayunando. Ashley y ella se dirigieron al lugar que tenían asignado en el que ya estaban Henry y Roy desayunando. Sobre la mesa, dos cuencos vacíos marcados con sus nombres esperaban a las dos niñas.

Como todas las mañanas, como si aquel fuera un día normal y corriente, Roy les echó leche caliente en el cuenco y les puso un par de tostadas con mantequilla delante. Como todas las mañanas, Ash agarró una de ellas dispuesta a devorarla como ya estaban haciendo Henry y Roy. Pero Úrsula se quedó mirándolo todo como si fuera la primera vez que veía un cuenco con leche y dos tostadas. Su mirada se cruzó con la del pequeño Henry que se metía en la boca el último bocado de las suyas y, por primera vez desde que tenía uso de razón, empujó su plato hacia él para que cogiera las suyas. Era la primera vez que sabía que, si comía, vomitaría tarde o temprano. Tenía la sensación de que alguien se había llevado su estómago de vacaciones lejos de ella y que era imposible que la comida pasara más allá de la boca. Miró de reojo a Roy, esperando que le regañara por no comer, pero descubrió que, aunque estaba pendiente de ella y lo había visto todo, le asentía y no abría la boca. Pero, en cambio, se levantó cogió su cuenco de leche y lo volcó en el de Ash a la par que le guiñaba el ojo.

-Os escribiré conforme llegue y os contaré como es ese sitio-les dijo con voz temblorosa sintiéndose fatal por tener que alejarse de ellos. Toda la emoción que le había embargado al saber que iba a ir a un colegio de magia se iba disipando lentamente dejando paso a la idea de que todo era un engaño para que fuera con aquella mujer sin protestar. Nunca había oído hablar de un colegio así, ¿y si las habían engañado a Kate y a ella? En silencio se prometió que, si no había magia en aquel lugar, se escaparía y volvería allí, a su casa. No viviría con otra familia que no fueran ellos-Te…tenemos que ir a comprar. Me han dado una lista de cosas que necesito…-una varita, una capa, muchos libros y no son de matemáticas, pensaba sintiendo no poder contarles eso a ellos tres y dándole vueltas a los nombres de aquellos libros, a todo lo que tenían que comprar, al billete de tren que tenía que coger para llegar a ese nuevo lugar.

No, si Libra no viene, no quiero mascota decidió en ese momento. Libra se merecía un respeto y no la sustituiría con ningún otro animal.

Un tren… voy a montarme en un tren… y yo sola…

Estuvo tentada de abrir de nuevo la carta, de releerla por enésima vez y de ver ese bonito billete de tren que le gustaría quedarse aunque no sabía si tenía que darlo al subir. La sentía en el bolsillo de su pantalón, pero recordó que Ashley se había sentido mal esa misma mañana cuando la vio leerla, así que decidió no sacarla y, simplemente, recordar lo que ponía. Se había emocionado de nuevo. ¡Era todo tan extraño! Estaba intrigada, expectante, sentía mariposillas en el estómago pero a la misma vez estaba indecisa, triste…asustada. ¿Era posible sentir todas esas cosas a la vez? Sentía las miradas de los otros niños. La noticia de que se iba había corrido ya por todo el edificio. Supo que si alguien decía algo…lloraría. Así que se levantó de un salto y dijo muy categóricamente-Creo que llegamos tarde voy a buscar a Kate. Os escribiré, os quiero, os traeré algo…-y salió corriendo de la cocina en busca de su madre.

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08/12/2021, 13:42
Directora

Libra te miraba como si entendiera a la perfección lo que estabas diciendo, que no querías separarte de ella y que nadie podía considerarla como un problema, pero lo cierto era que como en tantas otras cosas, tuvieses algo que decir al respecto. Las normas eran siempre eso, normas, rígidas, y pocas veces inalterables, y una escuela de magia, por raro que sonara, también tendría las suyas.

Kate acarició a Libra, pero también tu cabello, repartiendo entre ambas el cariño que sentía por sus dos pequeñas, una de las cuales dentro de dos días ya no estaría a su lado. Kate solía encariñarse con todas las niñas, pero en tu caso habías conseguido entrar de lleno en su corazón.

-Lo sé, cariño. Sé que no eran para ti. Siempre estás pensando en tus amigos, en Ashley y en Henry –te dijo, orgullosa de que fuese así, de que no hubieras desarrollado las actitudes egoístas que había visto crecer en otras, porque aquella vida, la vida sin una familia y rodeada de otros niños y niñas como ella, solía ser muchas veces el inicio de muchas frustraciones y deseos de atención que podían acabar en generar personalidades complicadas.

No todos los niños eran capaces de sobrellevar aquella situación.

Pero Kate había visto como tu bondad permanecía casi intacta desde tu llegada, algo que había permitido que te abrazaras a su corazón con tanta fuerza que estaba segura de que jamás te soltarías de él.

Cuando le dijiste lo del baúl viejo, Kate sonrió. Aquel viejo baúl había pertenecido a muchos niños antes que ella y de hecho, había sido de la propia Kate. No disponían de tantos recursos en el orfanato como para poder comprar muchas cosas así que había soportado el paso del tiempo, quizás no demasiado bien pero sí lo suficiente como para seguir utilizándolo. Kate también opinaba que era feo, pero al mismo tiempo transmitía la sensación reconfortante de que formaba parte de ellos.

Sin embargo, ahora mismo le preocupaba también cómo llevabas todo aquello y también si Ashley se lo tomaría bien. Para ella, tenerte había constituido un regalo pero que de repente ya no te tuviera podría sumergirle en un mar de tristeza.

-Claro que volverás. Pero recuerda lo que te he dicho. Escríbele mucho, hazle saber que piensas en ella y que quieres volver con ella. Yo me encargaré de que te escriba cartas y me compraré una lechuza para enviártela todas las semanas, pero procura que no se te olvide. Esa será tu mayor responsabilidad, Úrsula.

Con todo por resolver y un día difícil por delante, subiste a arreglarte, descubriendo que ya todos estaban en pie y preparándose para el desayuno. Ashley también había esperado a que volvieses para entrar juntas, como hacíais siempre, y cotillear mientras os preparabais.

Henry, mientras tanto, disfrutaba haciendo sufrir a las chicas. No solía echar tanto tiempo, menos cuando sabía que estabais al otro lado, esperando. Así que la espera pareció horas, si es que eso era posible.

-No sé. Lo normal es que los chicos tengan uno y los chicos otro, pero ya me contarás –respondió Ashley.

Cuando Henry salió, lo hizo con una enorme sonrisa en su rostro.

-¡Todo vuestro, chicas! –os dijo, corriendo mientras se reía, muy orgulloso de lo que había hecho.

Ashley lo miró un instante con ganas de estrujarle una esponja llena de tinta encima de la cabeza, pero se contuvo y directamente entró contigo.

Ashley escuchaba todo cuanto decías mientras se arreglaba. Te prometió que escribiría cada semana, cada día si podía, y que Kate ya le había dicho que mandaría las cartas en cuanto las tuviera.

Parecía seguro que no ibais a perder el contacto, así que por ese lado todo iría bien. Pero seguiría siendo duro separarse de ella, por mucho que hiciera nuevos amigos.

-Pues es verdad que Libra es muy grande y aunque sea una buenaza, no querrán hacer excepciones, por lo que pueda ocurrir en otros casos, ¿no te parece? –te explicó Ashley, sin darle importancia, en parte porque lo veía lógico pero también porque le encantaba la idea de que Libra se quedase allí. Tampoco se sentía justo que te la llevases, como si no tuvieses bastante con marcharte a un colegio nuevo.

Cuando bajasteis, el orfanato entero estaba ya en plena efervescencia. Por mucho que la disciplina fuese algo que estuviese bastante arraigado en todos vosotros, era inevitable que surgiesen problemas y que hubiera un enorme escándalo cuando todos os reuníais en las comidas.

Por una vez no tenías hambre a causa de los nervios, y cuando se lo explicaste a Ashley, esta te miró con gesto comprensivo.

-Ya verás como todo sale bien –te dijo, agarrando tu brazo como hacía siempre, porque eras su hermana y todo aquello le estaba resultando bastante difícil.

Por eso tampoco dijo nada cuando le volcaste tu cuenco y te quedaste esperando a que ella comiese tranquilamente la doble ración, algo que Henry ya se había encargado de devorar en un abrir y cerrar de ojos.

-Sí, hazlo. Quedemos sabedlo todo de tu nuedo codegio –consiguió decir Henry, con la boca doblemente llena por la tostada entera que se había metido en la boca.

¿Pero cuántas cosas podrías contarle? Ahora que lo pensabas bien, tampoco podrías enseñarle los libros nuevos porque todos irían de magia y cosas así. ¿Por qué no podías contar nada de todo aquello? ¡¡Era absurdo!!

Todo era demasiado complicado y ahora te dabas cuenta de ello. Cuanto más pensaras en todo lo que iba a sucederte, más te dabas cuenta de lo complicado que era no compartir lo que sabías y sentías con los demás, y también, que si eso era algo que se prolongaba en el tiempo, y así parecía que fuese a ser, peor se volvería.

Tarde o temprano tendrían que saberlo o… los perderías, perderías a tus hermanos.

Sufriendo por lo que sentías y no podías decir y por un futuro que podía no ser tan maravilloso como en un principio había parecido, te levantaste y saliste de allí a toda velocidad, dejando a Ashley observándote con tristeza mientras te alejabas.

No sabías que Ashley ya había mirado la carta mientras dormías, algo que no le había resultado muy difícil de hacer porque siempre la tenías a mano y cuando te invadía el sueño, ni una bomba nuclear era capaz de despertarte. La había tenido que leer varias veces antes de comprender realmente lo que significaba, y aunque todavía no lo entendía del todo, si no era una broma, y parecía todo muy serio, significaba que de repente tú eras distinta a ella, en verdad muy especial.

Por un instante sentiste un pinchazo de celos, pero no duró demasiado. Siempre habías sido buena con ella y la habías cuidado, y ahora por lo visto había mucho más de lo que ambas hubieseis imaginado. Pero por qué tú y no ella… eso era algo que tenía clavado en el pecho. Además, aquella carta transmitía una bifurcación en vuestros caminos que hacía que su dolor fuese más grande de lo que tú pensabas; para Ashley, vuestra separación estaba bastante más cerca de lo que parecía y a partir de entonces, quizás tu vida se alejase tanto de la de Ashley que jamás volveríais a ser las mismas.

Ashley pensaba escribirte cada día, pero en su interior no estaba segura de que tú fueses a hacerlo. Después de todo, eras una bruja, ¿y desde cuando las brujas escriben cartas?

Kate no tardó mucho más en llegar. Tú estabas ya esperando en el vestíbulo, puesto que no habías ni empezado. Venía hablando con el señor Graham, que al verte, sonrió afablemente.

-Buenos días, Úrsula. ¿Estás preparada para el gran día? Bueno, el gran día será mañana, pero supongo que hoy también será muy especial. Kate tiene la lista de todo lo que necesitas y dinero para ello, así que tomároslo con calma. La señora que vino a vernos nos dijo que primero teníais que cambiar dinero nuestro por dinero mágico, así que tendréis que ir al banco.

Kate asintió con la cabeza.

-Lo sé, lo recuerdo. Esperemos tener suficiente. No sé a cuánto están las escobas mágicas estos días –dijo, mirándote de reojo y guiñándote un ojo.

Finalmente, os marchasteis. El pequeño utilitario estaba esperándoos pacientemente fuera. Subisteis, Kate te recordó que te abrochases el cinturón, y después arrancó el motor. El vehículo era un poco menos viejo que el baúl pero también tenía su tiempo.

-Bien, debemos ir a Charing Cross. Espero no perderme. No es una de las zonas que conozco mejor –dijo Kate, arrancando para salir de los terrenos del orfanato y encaminarse hacia vuestro destino.

No habías viajado en coche desde hacía bastante tiempo, porque todo cuanto necesitabais os lo daban en el orfanato e ir de compras o de paseo era algo complicado. Kate te había acompañado fuera de los terrenos de vez en cuando, no solo a ti sino también a Ashley, pero entendía que resultaba difícil hacerlo y al mismo tiempo que otros no quisieran lo mismo.

Pero aquel día estabas en el coche, tú sola, con Kate, tu madre o al menos, la persona a la cual identificabas como tu madre, porque siempre había cuidado de ti y se había preocupado de que no te sucediese nada.

Era increíble y a pesar de las dudas y los temores, resultaba difícil no sentirse excitada por todo cuanto te estaba sucediendo.

-Bueno, si quieres puedes ayudarme. Coge el teléfono, abre el Google Maps y si quieres puedes ir diciéndome por dónde ir, cariño –te dijo, señalando el bolso, en donde guardaba el móvil.

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08/12/2021, 19:22
Colton Derrick

Colton se quedó con la boca abierta por la sorpresa mientras su mente bullía con multitud de ideas. ¡Cámaras! Sus padres habían instalado cámaras espía en su habitación y así su madre se había enterado, o algo peor, igual su madre era como el profesor Xavier pero sin tener la cabeza de huevo, le había leído la mente, o eso o.... igual su madre era un poco bruja, pero ella había rechazado ir a la escuela de brujas...Suspiró con tristeza y esbozó un

- Sí mamá, ahora voy a repasar que esté todo bien hecho.

Arrastró los pies de vuelta a la habitación y la miró. El la veía bien, no veía sentido en hacer una cama que iba a deshacer esa misma noche, ¿y lo de la ropa?, otra tontería, todos sabían que al final aparecía mágicamente en el canasto de la ropa sucia sin intervención humana, pero su madre se lo había dicho y sabía que era capaz de dejarle sin magia solo por eso, siempre súper injustisisísimos con él. Suspiró, aquello era un rollo y eso que no había que empezado así que se puso a inventar un juego, jugaría al ejército, allí tenían que hacer la cama y recoger su cuarto. Con una sonrisa se cuadró y empezó a decir

- Recluta Derrick, camaaaaaaa sin arrugas, AR!

Y Colton empezó a hacer la cama, poniendo gran atención a que todos los pliegues estuvieran a las cinco pulgadas reglamentarias. Aquello estaba mucho mejor, pero había que hacer algo con la ropa sucia. Se tumbó en el suelo para sacar la ropa de las profundidades de debajo de la cama y bajó corriendo a por el cesto de la ropa. ¿Que era al revés de lo que habían dicho? Pues sí, pero el orden de los factores no altera el producto, lo decían en matemáticas así que su madre no podría reñirle por eso. Una vez con el cesto arriba, lo apoyó contra la puerta y transformó ropa sucia en pelota, se la llevó a un lado y empezó a gritar, bueno, gritar para un padre, él solo hablaba alto

- Lebrón, la lleva Lebrón, la tira de tres y triiiiiiiiiple. - Se estuvo un rato tirando triples y haciendo mates hasta que el cesto estuvo lleno y lo bajó trabajosamente por las escaleras con una sonrisa. Había sido un coñazo, un coñazo divertido.

Bajó a desayunar y se mostró inquieto, preocupado por el coste que aquello tendría para sus padres, ofreciéndose a que le compraran menos cosas o a que vendieran las suyas para sufragar los costes. Suspiró cuando sus padres se pusieron en rollo padre, haciendo sacrificios por él y pidiéndole que se esforzara y que no recibieran quejas. Se sintió pequeñito, minúsculo, y claramente desmerecedor de unos padres tan estupendos. Suspiró y se mordió los carrillos de rabia por dentro para decirles

- Sí, mamá - Colton no quería ser un trasto, pero es que no podía estar quieto, la curiosidad le podía y cuando se daba cuenta de lo muchísimo que la estaba liando ya era tarde y había consecuencias. Asintió y se acercó a su padre para rodearle con los brazos - Sí, papá, pero... pero... - No habían peros que valgan, Colton lo vio en los ojos de su padre y se calló, sabía cuando hacerlo.

Intentó animar a su padre jugando a las peleillas pero aquella mañana no las habría. Su padre tuvo uno de esos gestos que le hacían sentir mal por portarse a veces mal. Se encogió un poco y negó

- No papá, puedo gastar bromas, pero no me gusta que nadie se haga daño, no soy ningún abusón... te lo juro por los power rangers.

Iban a salir de casa cuando la señora Gershon metió sus narizotas en asuntos que no le interesaban. Ella era mugglelísima, así que tenía que quitarse del medio en las compras mágicas, además, le caía mal porque era de esas que hablaba mal de la gente y reía como si le divirtiera hablar mal de la gente, así que decidió darle un escarmiento, así que inventó una historia sobre la reina de Inglaterra, interpretando el guiño de su padre como vía libre para hacerlo. Se lo creyó todito, es que no hay nada como darle a una chismosa un chisme. Así, feliz por haber ayudado a sus padres se subió al coche mientras se despedía con la manita de la señora metiche.

Aunque cuando se giró su padre se dio cuenta de su error y de lo que la había liado. Tragó saliva sonoramente y dijo

- Sí, papá.... no lo volveré a hacer.

Se mantuvo un tiempo en silencio mientras su padre conducía buscando Charing Cross. No le había salido bien, él solo quería ayudar, era injusto, le regañaban por ayudar. Suspiró y le dijo a su padre

- Lo siento mucho papá, solo quería ayudar, y no me gusta que la señora Gershon esté metiendo la nariz en nuestras cosas. - Suspiró - de todos modos algo habrá que decir para justificar que me voy a pasar muchos meses fuera de casa y... - Sus palabras cayeron como una piedra. Se iba a pasar muchos meses fuera de casa, sin ver a sus padres. Le vinieron lágrimas a los ojos, pero no lloró, los niños no lloran, no porque si lloras se ríen de ti, aunque si que está bien tener ganas de llorar, eso se admite. Carraspeó y dijo - Tal vez lo mejor sería decir que me habéis metido en un internado para intentar enderezarme, eso si se lo creería todo el mundo... por lo de que me porto mal y eso..... siempre podéis decir que lo de la reina de Inglaterra era verdad porque estaba haciendo una visita al sitio, y que lo de los superdotados me lo habéis dicho para que no llorara.....

No dijo una palabra más. Colton cayó en un estado extraño de silenciosis mosqueantis, porque cuando Colton callaba o estaba muy muy enfermo, algo tan devastador para un hombre como tener 37.5C de fiebre, o algo le carcomía, como era el caso. Estar tanto tiempo lejos de sus padres no le gustaba, no le gustaba dejar el equipo de fútbol ni a sus amigos, así que, igual no se podía devolver pero si no hacía magia podría hacer una vida normal. Así que se concentró, de verdad de la buena, invocó a sus poderes Jedi y se concentró en el GPS, para que su padre no pudiera encontrar la calle, y funcionaba, funcionaba bien, hasta que dejó de funcionar.

La verdad es que el Caldero Chorreante hacía mala pinta, daba miedo incluso, pero no era lo que temía Colton, así que finalmente rompió el silencio y soltó lo que le atormentaba

- Mamá, ¿Si me hago un mago..... me seguiréis queriendo?... Ya sé que a veces puedo portarme algo mal, pero si encima me hago mago... no sé, podría ser panadero como papá, ya sabes que los bombones se me dan bien... Yo...lo de mago mola, pero.... os voy a echar mucho de menos y no sé.... - Se abrazó con fuerza a su madre que seguramente le diría algo para animarle y que pudiera volver a ser el niño movido de siempre, que Colton se recuperaba de la tristeza en un suspiro, y solo necesitaba sentirse querido a pesar de todo para volver a la carga.

El sitio hacía tan mala pinta por dentro como por fuera y sus padres miraban a todos lados como si les fueran a atracar o algo peor. Colton en cambio volvía a ser presa de la excitación mientras miraba a todo y a todos preguntándose donde estaría allí la magia. Había notado algo raro al entrar, como si se hubiera dejado la cama sin hacer o tuviera que pasar la aspiradora, pero eso le hizo reír, ¿Él pasando la aspiradora? Claro, por supuesto, aquello debía ser magia anti muggle, y sus padres debían ser inmunes.

Sus padres se adelantaron hacia el muro para hacerle el abrete sésamo, pidiendo que él se quedara un poco detrás por si aquello salía mal. Entonces reparó en otra señora con una niña que hacían pinta de estar tan perdidos como ellos. Colton no tenía vergüenza así que se plantó delante de la niña y le dijo

- Hola, ¿Tú también eres muggle?. Estamos buscando la pared del ábrete sésamo pero creo que mis padres no se han enterado bien, y están buscando el barrio sésamo - Entonces reparó en que había una señora y que debía guardar los modales y le dijo - Buenos días señora, me llamo Colton y he venido con mis papás, encantado de conocerla - Y le tendió una manita mientras miraba de reojo a sus padres, esperando que no le regañaran por ser poco amable, o demasiado amable, o a hablar con desconocidos, o por respirar..... Cualquier excusa era buena para regañarle, por eso eran padres.

 

 

Notas de juego

Si Úrsula quiere es ella y sino otra niña muggle y su mamá tan perdidas como nosotros :D