Partida Rol por web

Con un nuevo aspecto y humor, me dispuse a asomarme hacia las escaleras custodiada por mi séquito. Volviendo a portar una cara irónica, como era habitual.

Al parecer algunos ya estaban bebiendo y bailando. Así que en aquel momento me limité a comprobar la decadencia. Éramos sombras y ceniza. Arena que revolotea.

Sin embargo, me gustaba. En todas las personas estaba. Los veías bailando, bebiendo, riendo, gritando y hasta drogándose. Esa era la realidad humana. Se sacaba el lado más impropio con la excusa de estar tomándose una larga copa (que acababa siendo un barril entero sin ni siquiera coca cola). Y es que había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y después de todo, de la primera no estaba muy segura.

Pese a ello, debíamos ir más lejos: ¿No os resulta simpática la situación? Había un asesino, una amenaza expresa. Pero hacíamos como si no pasara nada. El morbo era una fuente de motivación casi más grande que el propio amor.

Mientras bajaba comprobé que había vuelto a pasar Seth.

- Por mí como si te ahogas en ese vaso, Mary. Tú y todo el que está en esta fiesta. Lo dicho, disfruta y recuerda que esta gente no es tu amiga, no tienes amigos. -termino por decir a la hermana Cole y al ver a Madison me dirijo hasta ella. Está con su séquito pero yo no tengo tiempo para gilipolleces así que las espanto con la mano y una mirada fulminante.

- Largaos, quiero hablar con Madison y os la devuelvo enseguida. ¿O prefieres que estén delante, reina del baile? - la miro, sin más en la mirada que mi pregunta. Ni alegría, ni una sonrisa, nada. - Decide pronto o te quedas aquí y yo me voy.

Los modales de Seth dejaban claro que el que estaba realmente perdido era él.

Lo miré a los ojos, con indiferencia. No merecía nada, ni una triste conversación. Pero opté por escucharle, pues ver a gente apagada era una de las cosas que todavía llamaban mi atención.

-Sube, no tienes que echar a nadie. Al menos compórtate- dije invitándole a subir hacia mi habitación.

-Vosotras bajad, no tardaré. Y cuidado con lo que coméis y bebéis, o no cabréis en la ropa mañana- comenté hacia mi séquito.

- ¿Qué me comporte? ¿En serio? - estoy apunto de darme la vuelta mientras ella me lleva hacia su habitación, entramos y cierro la puerta tras de mí. 

- No exijas nada cuando eres tú la que quiere algo, Madison. No estas acostumbrada a pedir las cosas pero, a veces es así. - hablo en tono neutro, vacío y sin emociones. Nada parecido a esta misma mañana. - ¿Qué coño era esa lista, para que quiere que venga a tu maravillosa fiesta?

Su portazo me hizo darme la vuelta cruzada de brazos -¿acaso no te das cuenta? Nos están mintiendo, juegan con nosotros. Y me has hecho falta, en esos momentos has sido la persona en la que he confiado. Pero podrían haberme matado, porque no has estado. Tú siempre tan ocupado.

Ladeé la vista mirando hacia el lado derecho –me he dado cuenta de que me importas Seth. Y me cabrea que te haya dado igual. 

Seguidamente lo miré -siéntate.

- ¿Que me de cuenta de qué? No has respondido a mi puta pregunta, Madison ¿Que coño es esa lista? - respondo de forma automática a su propuesta de que juegan con nosotros. - Vaya, otra que se cree que soy un puto superhéroe, perdona pero hoy me he dejado la capa en casa, pero tranquila tienes ahí a muchos que se mueren por meterse en tu cama, seguro que alguno quiere ayudarte en esto. - estoy enfadado, no con ella pero es que llegados a este punto no pienso aguantar el sermón de nadie. - Ahora te importo... esta misma mañana cuando te pedí que por favor anularas esto y que me escuchases parece que te daba igual y ahora ¿soy tu hombre de confianza? ¿Quien debe ponerse en medio si te pasa algo? - no me siento, me pego a ella con gesto serio y acerco mi rostro al suyo. - Dile a Emily porqué he estado tan ocupado, que te explique ella como tengo que ir detrás cada vez que dice estar en peligro y luego no me hace caso ni una sola vez. - resoplo, quebrado y agotado, pero agotado de verdad. - No me has dado igual, Madison... No me has dado igual, si no no estaría aquí tras lo de Eleanor. - bajo la mirada y me siento como ha dicho. 

Obvié su especie de sermón. No iba a misa, así que no pensaba redimirme en un viernes noche.

-En esa lista está el nombre del asesino- dije con firmeza –por eso me ha quitado el móvil la policía y… ¡sí!, una de tus conocidas lo sabía. Pero veo que no te han dicho nada.

Mi gesto era serio –tienes que borrar ese mensaje, y tienes que hacerme caso, porque como alguien lo sepa, puede ser que te metas en problemas –quién me hubiera dicho que estaría haciendo “algo bueno”.

Comprobé cómo se sentaba y me dispuse a hacer lo mismo –confía en mí. Porque de los demás nadie te está diciendo toda la verdad- ladeé una medio y falsa sonrisa –hasta mi madre ha repartido disfraces. Me han aguado la fiesta. He tenido que echarlos a todos –sí y él había echado una foto, estúpido.

De repente la cogí de la barbilla con una mano, para que me mirara fijamente a la cara –ayúdame a mí, Seth.

Arqueo una ceja y no muestro más sorpresa. Solo reviso mentalmente los pocos nombres que memoricé y luego devuelvo mi mirada a la rubia.

- Sí, eso lo sabía. - digo tranquilo. - También se más cosas pero vaya, sois varias las que me pedís que guarde vuestros secretos. - miro con desconfianza a Madison y tomo sus manos por las muñecas con cierta fuerza pero sin querer hacer daño. - ¿Qué me dice que no seas tu la asesina, eh? La pija rubia y tonta que se cree muy lista, pero que necesita llamar la atención hasta con eso. Al fin y al cabo... ¿Cómo sabes todo eso? - luego sonrío irónicamente y la suelto. - Tranquila, mi móvil está en el fondo del lago, ve si quieres a por él, a lo mejor así es más divertida la noche.

Cuando se sienta a mi lado y me pide confianza exhalo un bufido como respuesta a su absurda petición, ¿confianza? ¿La merece acaso?

- Tú tampoco me estás contando toda la verdad, no seas hipócrita. - me río esta vez sinceramente en su cara. - Vaya, pobre que le han aguado su fiesta. Recuerda que quise que la cancelases ¿debe darme pena eso? A lo mejor le di yo la idea a tu madre, quien sabe. - por supuesto que no, me importaba una mierda la fiesta cuando ella no se dignó a cancelarla y solo vine por Ele y porque ella me lo pidió.

Cuando toma mi barbilla no se que hacer o como reaccionar ¿qué coño hace? hago que mis ojos bailen entre su rostro y su mano y luego a la otra con la que no me está sujetando la barbilla ¿qué está pasando aquí?

- ¿Que te ayude? La todopoderosa Madison pide ayuda al simple de Seth, eso es gracioso. - digo mientras dejo que siga tomándome por la barbilla bajando el tono ante su cercanía. - A ver, sorpréndeme ¿cómo?

La incapacidad humana. No sólo a la hora de pensar, si no de ser coherente para “dilucidar” algo externo, ajeno. Jugar con las personas, el dinero y el dolor estaba dentro de mis hobbies, pero ¿creía que era la asesina? ¿acaso era tan idiota? ¿le habían cambiado el cerebro por el del amigo ese rosa de bob esponja?. No, no era posible que hubiera tenido esa suerte. Pues con cada palabra sentenciaba más nuestra distancia moral. No me conocía. Bueno, no podía culparle, al demonio realmente no se le conoce. Pero yo no era alguien que manchara de sangre su costosa y elegante ropa.

Si hiciera algo, no me ensuciaría las manos (que para quitarlo seguramente necesitaría pasar demasiado rato con la criada y, permitidme aclarar, que esa mujer es un aburrimiento echa engendro).

-El hipócrita lo estás siendo tú- expresé sin soltarle –has acudido a todos los “auxilios” como si fueras el grandísimo Popeye. Y a mí me has abandonado a mi suerte.

Me acerqué más. Dejando apenas dos dedos de distancia –seguro que se te ocurriría algo- comenté casi susurrándolo. Y, acercando mis labios hacia la comisura de los suyos, le dí un breve a la par que pausado roce.

Por unos momentos, sólo se pudo notar el silencio, íntegramente fundido en una unísona respiración; seguidamente me aparté. Me levanté –Bueno, ya me has dejado claro de parte de quién estas. Así que vete, con Eleanor o con quien tú más gustes –referí volviendo a medio sonreír.

Una vez más ella piensa que tiene las riendas de todo esto, pero no es así. Si la vida fuese tan sencillo de coger y tomar lo que quieres no tendría ninguna gracia. Ella y yo podríamos vivir así, ella había tomado esa decisión, yo no. Madison sigue en un mundo donde no están los demás, donde ella se cree una diosa y el resto un simple nido de hormigas con las que jugar y algún día eso le iba a estallar en la cara.

- Puede que te oculte cosas, que coño te importará, pero no soy ningún hipócrita, te cuento las cosas como son. - ¿de verdad tan dolida está porque yo no haya decidido acudir tan rápido como decía? Y eso que he intentado acudir todo lo rápido posible. - Emily y Eleonor son mis amigas, tú la que desde años lleva siendo la gilipollas del instituto y aun así, aquí me tienes, en un día de mierda aguantando tus palabras vacías. Además, mira que séquito tienes ¿ninguno te ha prestado la atención que necesitas de mí? - miro a sus ojos, unos que no me dicen nada más que "soy una zorra que no tiene corazón". - Te ofrecí mi ayuda esta mañana y me apartaste como si fuese un apestado... ¿por si nos ven? Vamos no me jodas Madison.

Que se pegue tanto me despista, no entiendo que le pasa por la mente a la rubia, tantos años "odiándonos" y ahora soy su salvador y... me roza los labios con los suyos desde un lateral. ¿Pero qué? Luego se levanta y quedo perplejo, con un millón de cosas en la cabeza que se dispersan de un lado al otro de mi mente, como si no supiese ordenar nada en ella ni saber mis prioridades. Un día de mierda, de verdad que sí, con un asesino suelto y con una amenaza sobre mi cabeza. ¿Y ahora esto?

Cuando se levanta y suelta su frase estoy apunto de coger la puerta, irme y... ¿Y qué? Eleanor no me necesita ya, Mary es una imbécil y Emily ya ha tenido suficiente mi atención. Me levanto y tomo su mano para pegarla a mí y desde las nalgas la tomo en brazos para pegar mis labios sobre los suyos y besarla como nunca he besado a nadie.

Mientras la fiesta continuaba, un coche patrulla hizo un poco de ruido con la alarma para llamar la atención de los dos jóvenes, después la apagó y les alumbró con las luces largas de los faros. - Señorita Eleanor Cole, lleva dos días y pico sin aparecer por casa, tenemos órdenes de llevarla de vuelta, su familia está preocupada. Por favor, suba al coche y manténgase alejada de ese tipo zarrapastroso. - comentó a través del walkie-altavoz que había dentro del coche patrulla.

Eleanor quería seguir rajándose, pero al estar el brazo de Mark en medio no podía hacerlo, porque no quería hacerle daño a él. Al final la chica acabó soltando la rama, para alivio de Mark, la había parado. "Es normal odiarse a uno mismo... yo también me odio... Pero a ti te quieren, Eleanor. Sabes, tan pronto Mary se enteró que estoy en una relación contigo me dijo que no se oponía pero me amenazó diciendo que si te hacía daño lo pagaría... y Seth igual, hace tan solo unos minutos, me dijo lo mismo exacto... Ellos te quieren, Eleanor, aunque se enfaden, y digan cosas malas... Ellos también lo pasan mal, tu hermana también tiene sus problemas, no me compra pastillas solo porque se aburra... Nunca, nunca caigas en el error que tuve yo, de odiar a mi familia, a mi padre, hacerle daño... al cabo de los meses uno descubre que no merecía la pena, al cabo del año o antes acaba arrepintiéndose de verdad. Cuida a tu familia, ellos cuidan de ti. No quieren que te pase nada. También tienen sus propios problemas y a veces hay roces... pero te quieren, Eleanor."

Le puso una mano en la mejilla para que le mirara. "Y aunque no tuvieras una familia que te quiere... que sí que la tienes... me tienes a mi, Eleanor. Lo eres todo para mi, ¿me oyes? Todo." los ojos del chico empezaron a enrojecerse y humedecerse. "Así que cada vez que te sientas triste, que sientas que eres una carga para el mundo recuerda que tú eres mi faro, mi estrella en la noche, mi lago. Te necesito, Eleanor. Te quiero. "

Le dio un beso en la frente y la abrazó con fuerza. En aquel instante las luces del coche de policía les cegó momentaneamente, habían venido a por ella. ...¿Tipo zarrapastroso? ¿Así se dirigía a la gente un oficial de policia? No era apropiado. Podría ser, pero... Pero... ¿y si no era de la policía? ¿Y si... y si...? La paranoia estaba haciendo efecto en él. "Toma, llevate esto, ocúltalo. Por si las moscas." le dijo muy serio, sacando una navaja del bolsillo, ofreciéndosela. "Prométeme que sólo la usarás en defensa, que no la usarás para herirte a ti misma o ninguna tontería. Prométemelo."

Esperaba que abriera la puerta y saliera. Que buscara un entretenimiento. Un modo de volver a sentirse bien. Ya fuese limpiando su desmejorado coche o poniendo en wallapop la venta de su propio ego. Pero a pesar de todo ello, me besó.

Su acción, inesperada y fuera de lo común, me sorprendió. No fui capaz de reaccionar. Apenas lo estaba mirando cuando me cogió entre sus brazos (algo que ya podría haber hecho con más cuidado). Pero lo dejé. E incluso llegué a morderle, dándole a entender que aunque lo intentase, no me iba a doblegar.

Agarré su pelo con mi mano izquierda e hinqué las uñas en su espalda con la derecha.

Acercándome más a su pecho lo guié a tientas hasta el filo de la cama. Momento en el que me separé de él, lo miré y le empujé dándole un golpe ligero y seco en su hombro –no sabes lo que haces, pero juegas con fuego- estaba tumbado, lo miraba desde lo alto- Podría matarte ahora mismo si fuese el asesino- ladeé la sonrisa y puse mi dedo índice sobre su cuello, el cuál se fue deslizando como si se escurriera a cada paso.

Así, mientras mi dedo avanzaba sin control por su torso, me acerqué a su oído para volver a susurrarle una frase –no me va a servir de nada seguir, sabiendo que mañana todo va a continuar igual. Nos vamos a odiar- comenté despacio frenando la mano justo a la altura del cinturón que tenía su pantalón.

-El juego se acaba aquí- dije volviéndome a erguir –sé que serás un idiota, por y para siempre. Así que, venga, es hora de bajar ya- expresé esperando que me acompañara hasta el salón -no voy a ser un número más en tu lista de despechos. Porque yo soy Madison, recuerdalo.

Después de todo su jueguecito estallo en una carcajada demente que seguro si la música no estuviese puesta se podría escuchar por toda la fiesta. 

No Madison, no tienes tú el control, estoy harto de cedérselo a la gente por mí, no quiero tu cuerpo, tengo muchos cuando los quiera, quiero respuestas ya que este día es una mierda, quiero al menos irme con una puta respuesta.

- Un riesgo de que pudieses serlo, pero no Madison, no puedes ser todo en esta vida. - recupero mi semblante, natural y casi divertido mientras me saco de encima a Madison. - Y no me digas... ¿no quieres ser un número, estás enamorada de mí? Dime que sí por favor, deja que te rompa el corazón. - me levanto de la cama caminando por la habitación dirección a la puerta. - No soy tan idiota como crees, te he traído aquí sola, sin teléfono y la música taparía todo intento de que grites. - me apoyo sobre la puerta impidiendo cualquier posible salida. - Dime Madison, ¿por qué me descartaste como posible asesino? ¿Piensas que soy alguien que no es capaz? - sonrío con media cara, mostrando los dientes por un lado mientras mi voz se vuelve algo retorcida. - Pobre Madison... Ahora, dime todo lo que sepas de Emily, aparece en esa lista ¿verdad? - no espero respuesta, aparece. - Y algo en lo que me contó no me cuadra pero se fue de mi casa antes de que yo llegase. - se buena decía con mi mirada y rompo a reír, mientras me agarro la tripa y tras unos segundos me detengo del dolor. - Tranquila, Madison. Solo quiero respuestas, de momento el mundo no se quedará sin su odiosa favorita. Ahora, dime.

Una canción empezó a sonar de forma sonora en una de las habitaciones. Debido a la música del piso de abajo, parece que solo Madison y Seth se dieron cuenta de esto.

Las palabras de Mark calan hondo, y sé que es una gran verdad lo que dice, pero en este momento no puedo lidiar con ello. Quizás es que estoy completamente abrumada y el haber intentado salir adelante, ahora me juega la peor pasada que he tenido en mi vida. Así que simplemente me acurruco en él y lo escucho, me limito a ello mientras me aferro con fuerza, no sólo a su cuerpo, sino a lo que es él en verdad. 

Todo hasta que sujeta mi rostro, momento en donde me quedo mirándolo a los ojos, derrumbada por completo. Ahora sí que un fuego en mi pecho surge, ese sentimiento tan emblemático que se llama amor y cuando termina de decir aquello, que es una confesión en todos los sentidos, recibo aquel beso pero no lo puedo evitar y busco sus labios, dejando un cálido beso que es interrumpido por la luz del patrullero. 

- Te amo, Mark... Mi vida es contigo. -apenas alcanzo a decir. - Yo también te necesito. 

Escucho al policía y asiento, aunque me cae mal lo que dice. Sin embargo, accedo mientras Mark me da aquello, lo cual al despedirme, susurro en su oído. 

- Ven a mi casa, mi habitación da a la calle. - le propongo, ahora ya me incorporo del suelo mientras observo al Policía. - Es raro, no me han enviado un mísero mensaje. Supongo que si tengo unos Padres preocupados, me escriben al móvil, me llaman. ¿No crees? - digo al exponerlo. - Además he estado con mi hermana, no me ha dicho nada. He avisado. Me niego a subir, primero llamaré a mis Padres. 

Disco el número de teléfono, obviamente de Jonathan, mi Padre. No obstante, no tuvo opción y subió. 

Al subir al coche Eleanor pudo ver al policía apoyado con los brazos y la cabeza sobre el volante, quizá aburrido de esperar a que se despidieran los dos tortolitos. También se fijó por si había sangre en algún lado, pero no había ninguna mancha de sangre, ni nada goteante, en general, un coche muy limpio. Eleanor se subió al coche, esperando que el policía la llevara a su casa.

Pero de repente le empezó a pesar el cuerpo, se le cerraban los párpados... Eleanor tenía tanto sueño que a penas se podía mover hasta que finalmente, se quedó frita.

Al poco de subir Eleanor al coche, este arrancó y se marchó, sin quitar las luces. Cuando el coche se dio la vuelta, Mark pudo ver la cabezita de Eleanor apoyada contra el cristal. Su casa era un asco y tener que volver, después de dos noches siendo libre, debía ser muy duro para la pobre.

Cuando me preguntó que si estaba enamorada (y que le dejara romperme el corazón), no pude más que fingir abiertamente colocando la mano sobre mi corazón –no me digas que no me quieres, ya… ya lo noto romperse, Seth- solté terminando de decir su nombre bajo una gran risa irónica, no disimulada.

Sin embargo, debía de admitir que me resultó desconcertante el verlo apoyado sobre la puerta, simulando a una ovejita que quería parecerse o, al menos hacerme creer, que era el lobo horrible. Un lobo que no se comía ni a caperucita, ¡vaya chapuza de historia! –Para mí eres el "flojeras" de los Summers. No creo que tus músculos puedan hacer mucho- sonreí- y, lo de Emily –proseguí avanzando en dirección a la puerta -era una de las integrantes del grupo, una personita más pero que al parecer no sabe quién es el ghostface ese- me divertía aquello, sonaba más absurdo que un anuncio de las galletas digestive –pero no sé mucho de ella. Yo me enteré por Morat de todo lo que se movía. Él me contó lo de la lista, que la rumi (Baker) la tenía porque había ido a comisaría y…bueno- me pausé -resulta que el tinky winky (Morat) es una cucaracha retorcida que avisó a la policía para que me quitaran el móvil. No sin antes haberse revolcado sobre cristales con la susodicha- por lo que ella decía.

¿Gracioso? No, la mejor palabra para descubrirlo era curioso.

Aunque pronto torné el gesto a uno más serio. Primero por la mueca de Seth al tocarse la barriga y, segundo, por la música tan cerca y repentina –No salgas. Es él. Me cogió antes en la fiesta. Lleva aquí desde que llegué- le agarré del brazo para que se quedara en la habitación –podría haberme matado, pero...por lo visto no va a por mí- le miré a los ojos- puede que vaya a por ti. Así que quédate a mi lado y, procura no enamorarte de mí.