Yo no quería salvar a Morat, no quería. Pero esta gente con sus ansias de solidaridad te llevan a lo peor de esto, y yo había dicho algo muy importante: no me toquen a Mark. Y bajo esa premisa, sin dudarlo al ver que mi novio en su acto de buena fe intenta salvar a una persona con aires de justiciero, me impulsan a sacar lo peor de mi. Si el rubio cae, me iba a asegurar que el otro idiota también.
Así que sacando de mi cadera en la parte de la espalda aquel cuchillo que me había dado Ghostface, rápidamente apuñalo por la espalda a Morat sin parar. No me importa mostrarme como una asesina, había pedido solo una maldita cosa en este lugar y si no la cumplen, entonces, moriremos todos. ¿Qué más da?
Así que envuelta en un frenesí, comencé a atacar al chico de morado aprovechando que se estaba entreteniendo con la única persona que amo en este mundo.
- Dije que no lo toquen, ahora mueres tú también. - dije enojada, furiosa.
Morat, si te dejas matar por Eleanor me dejo matar por ti, sin tiradas. Por el buen drama. XD
Morat es apuñalado por Eleanor. Me parece justo!.
Habría sido más fácil dejar a Morat morir quemado sin más. Irse con Eleanor, fugarse juntos tal vez. Dejar todo atrás. Pero algo le empujó a intentar salvar a Morat. Quizás exactamente lo mismo que empujó a Dana Scully a quemarse viva. Cierto intento de redención, de dejar un legado mejor que lo que él había sido, había hecho. Si Madison iba a ser la supuesta sucesora de la justicia de Ghostface, Morat acababa de condenarse a ser el sucesor de la justicia de Mark. De haber previsto aquello, Mark seguramente no habría intentado salvarlo.
Comprendió todo esto cuando el cuchillo rajó su garganta. Se llevó las manos a detener la hemorragia, pero no pudo detenerla. Se cayó hacia atrás. Se le nublaba la vista mientras veía a Eleanor lanzarse sobre su asesino, Morat, cuchillazo tras cuchillazo. Un buen consuelo antes de morir, saber que Morat también la palmaría. Mientras se sentía desfallecer, no tuvo más remordimientos en la vida que el dejar a Eleanor sola.
Hala, pues nos morimos los dos. XD
lol puse Monet. Sorry
La vuelta y los giros de escena eran bastante sorprendentes. Pero antes de nada, os preguntaré algo ¿recordáis aquello que dije de ser capaces de mandar hámsteres a la luna? Pues bien, rectifico. Lo dejaré en que los presentes serían exclusivamente capaces de meter a un roedor en una bola transparente, tirarla hacia el cielo pensando que volaría (o vete tú a saber qué) y, tras haber logrado los 2 metros de altura: caería; unos pasos más adelante. Destrozando al inocente animalillo. Ese era el nivel de inteligencia promedio.
Y ¿Por qué digo esto? Por favor, lo primero: para lo falto que debería estar Mark de calcio (ya que no tomaría ni leche, -si era más pobre que el ropero de Tarzan. Seguramente que si pudiera, se embarazaría a sí mismo para poder tener al menos algo en el estómago-), no le había roto el hacha ni siquiera un hueso, pese a un golpe en seco. Increíble pero cierto.
Segundo: ya teníamos al causante de la muerte de Mary, la reina del tabique perforado nasal.
Tercero: había llegado la cúspide del encuentro, la historia dramática (por fin). Un drama bastante incoherente, todo hay que decirlo, pero bueno, suficiente.
Obviamente, por mi parte ignoré responderle a Seth. Supuse que bastante tendría ya con la papeleta de ir detrás de media (y femenina) escuela. Mi posición era la de irme con Nathan a casa. La mañana me estaba generando un poco de hambre. Pensé en girarme, cuando Tessa, la croquetilla traumatizada, me hizo la pregunta de antes de los créditos que aparecen al final de la aburrida peli.
Había que responder, como lo haría una actriz, que, a fin de cuentas, había sido todo mi papel –¿Acaso importa ya eso? Quédate con que sé muchas cosas, pelirroja. Sin embargo, un mago nunca revela sus trucos. Ah y... vete con quien quieras- esa fue la última frase de la historia que me podría haberme llevado a la fama. Iba a despedirme con un ligero movimiento de pelo hasta que, sin esperármelo (retomo aquí el tercer punto), Morat (el teletubbie) asesinó a Mark (el vagabundo de los simpsons).
Contemplé la situación con sorpresa. Sutilmente me recorrió una escena, la de Romeo y Julieta. No porque se parecieran ni Eleanor ni el chupatintas ese a ninguno de los protagonistas, pero, yo le daba un nexo… Y es que: si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado.
Quizás me hubiera gustado tener, como la Cole, un amor que diera todo por mí. Alguien que luchara contra su propia consciencia, que llegara a los límites más insospechados por el puro sentimiento que yacía en su pecho. Sonreí irónicamente. Ni mis padres harían eso por mí. Desvié la mirada hacia el suelo. Como era habitual, no noté nada, aunque una voz interior me dijo que habían pagado el daño que habían causado. Dirigí de nuevo la vista hacia Eleanor (la prima de Tim Burton).
Ya daba igual que hubiera sido esta la que matara a Odette. Ella, había perdido la posibilidad de salir de la soledad en la que muchos estamos sumergidos. Ya que, es casi ley, que los amores eternos son los más breves. Como el de un niño a sus juguetes.
Mi media sonrisa no desvanecía. El telón se echaba, sólo para afirmar que ¿por qué callar, cuando nacimos gritando? Al final el Karma había actuado. Continuar la vida era lo que motivaba. El guión que tenía asignado, ya no pintaba nada en el orfanato.
Una despedida es tan triste que te diré "Hasta mañana" hasta el amanecer.
Nueva meta: incordiar a la gente. Tenía que acudir urgentemente a las tiendas para llevarme lo popular.
Y sí, más cabezas huecas para mi, próximamente, multitudinario séquito.
A Nathan se le había comido la lengua el gato desde que viera arder a Mack Floyd. Sentía el contacto de Madison, pero era como si no estuviera allí. Aún seguía mirando sin apartar la vista al cuerpo ya chamuscado, quizá esta vez quería asegurarse de que el muy cabrón estaba muerto de verdad.
Apenas si fue consiente de las acusaciones o la revelación final de la asesina. Tampoco del asesinato de Mark a manos de Morat y la muerte a su vez de este a manos de Eleanor. No reacciono hasta que sintió moverse a Madison a su lado y entonces se dirigió a la salida dejándose llevar como un corderino.
Eventualmente, todos los alumnos supervivientes acabaron fuera del edificio, el cual acabó completamente en llamas... Afuera estaba el inspector Wayne junto con una ambulancia y un camión de bomberos. El inspector miró con gran enfado al grupo de adolescentes. - ¿Alguien me va a contar que demonios ha pasado? Aunque no queráis, lo tenéis que hacer. - revisó a todos los presentes. - ¿Dónde está Dana Scully? ¡Hemos descubierto que era la asesina tras la máscara! - tras esas palabras, mostró a todos los presentes una foto.
Estaba esto pintado en el ático de su casa... Con la sangre de todas las víctimas. - comentó con cierta perturbación.
Última decisión antes de finalizar la partida (haré una escena nueva con la resolución).
Ahora podéis decidir ¿qué le contáis al inspector Wayne sobre lo que habéis vivido?
Tenéis 24 horas :)
Tessa había observado atónita cómo Morat asesinaba a Mark cuando este cortaba sus ataduras descolgándole de la cruz y, acto seguido, Eleanor vengaba la muerte de su novio apuñalando la espalda de Morat y dejando al detective morado hecho un colador. La pelirroja temía que Madison Montgomery fuera a aprovechar la situación para pegarle un tiro a Ele por la espalda con su arma de fuego, pero por fortuna aquella escalada de locura no fue a más.
Una vez que el orfanato termina envuelto en llamas y el inspector Wayne les pregunta sobre lo ocurrido, Tessa aguarda a que alguno de sus compañeros informe de lo sucedido, pero ninguno de ellos lo hace, por lo que decide ser ella quien tome le iniciativa, mientras observaba la foto de aquel cuadro que Dana Scully había pintado con la sangre de todas sus víctimas.
-Fue Dana Scully. En todo momento fue ella -informó al detective, frotándose el brazo izquierdo, donde había sido marcada-. Su hijo murió en el incendio que se produjo hace años en el orfanato, por lo que quería vengarse. Dijo que quería purificarse, así que ahora ha prendido fuego al orfanato. Suponemos que está muerta. -Un escalofrío recorrió la espalda de la chica, pensando en si Dana no habría orquestado todo para que la creyeran muerta-. Encontrarán cuatro cadáveres dentro. Ghostface no actuaba sola. Forzó a dos chicos para que colaboraran con ella. Uno era Samuel Chase, más conocido como Mack Floyd en su época del orfanato. -Evitó mirar a Eleanor por lo que estaba a punto de revelar-. El otro era Mark Taylor. Chase fue quien se encargó de drogar a Odette y llevarla al psiquiátrico, y Mark... le forzaron a participar en los crímens amenazándole con matar a Eleanor. Fueron ellos dos quienes estaban en el psiquiátrico mientras Dana acudía con su hijastro. Uno mató a Odette y el otro al doctor Stannard y a Sam Nixon.
"Perdóname, Dett" se dijo Tessa, para sus adentros, por lo que acababa de hacer, dejando fuera de toda sospecha a Eleanor y señalando como ayudante de Ghostface a un abusador de críos como lo había sido Chase/Floyd. Eleanor había sufrido mucho a lo largo de su vida, desde antes de que se iniciaran los asesinatos, y no merecía pasar toda su vida en prisión por un crimen que había realizado forzada.
-Dana Scully nos citó a todos en el orfanato -concluyó la pelirroja, sabiendo que ahora tendría que indicar cómo habían muerto cada uno-. Tenía a Samuel Chase y a Morat Porpra secuestrados, e iba a matarlos. Se libró de Chase, su ayudante al haber sido el responsable del primer incendio del orfanato, para cerrar el círculo, y luego se marchó para suicidarse. Mark estaba arrepentido y decidió desatar a Morat para que no muriera, pero este no se fiaba de él por todo lo que había investigado y se apuñalaron mutuamente. Los dos están muertos.
No era lo que quería, pero cuando te defiendes de algo mucho más grande de lo que puedes abarcar, no hay instante para pensar o detenerse en ese minuto donde todo puede irse al cuerno. Había asesinado a Morat por arrebatarme lo único que le había dado luz a mi vida y pese a no arrepentirme de ello, algo en mi mente hizo un click que sin dudas será un antes y un después en mi existencia.
Cruel en su medida, quizás por el dolor que ahora ha tomado forma y color, limpio el cuchillo de mis huellas digitales con la manga de mi chaqueta y se la pongo en la mano a Mark. Sé que él jamás hubiera querido que viva en la prisión, que me condene a una vida eterna de encierro y violencia. Sólo por él, por este amor que ahora se ha convertido en padecimiento, es que tomo las decisiones más importantes de mi vida.
Así que tras dejar un dulce beso en esos labios que aún no han perdido su calor, me incorporo con los ojos llenos de lágrimas mientras avanzo hacia la salida como si fuera una sombra de lo que fui. Al escuchar las palabras de mi amiga, de aquella pelirroja que jamás me atrevería a hacerle daño, cojo su mano y deslizo los dedos por aquello escrito. Tenía un significado, uno que duro para ella, para mi también lo es.
Y mientras escucho su discurso, con la voz quebrada totalmente también rompo mi silencio.
- Así fue, así... - respondo. - Puedo ir a declarar, contar todo... Desde mi secuestro, como obligaron a Mark, lo que deseen.
Quería limpiar su memoria, no se merecía ese final cuando se había liberado de su mayor tormento. No me alcanzó una noche para ver su sonrisa, para sentir el calor de sus abrazos. Todo me resultó tan corto y me sentí como una idiota, equivocada en todos los sentidos con mi corazón sangrando ante tanta pérdida. No miro a nadie en especial, me quedo junto a la pelirroja mientras desvío la mirada hacia el suelo.
Tenía que vivir, cambiar mi historia... Aunque sea demasiado tarde.
« Siempre te amaré Mark Taylor... Siempre.»
Había salido de la espeluznante cuadra de polvo incendiario (el orfanato) para encontrarme con otro títere más de la pesadilla diabólica. Esa situación apestaba más que las mallas de Sophie tras asistir a su clase de dos horas de pilates, donde, sin duda, uve doble uve doble Wayne era la ingle.
El cuadro que nos mostró era horrible, como todo lo que tenía que ver con aquella ciudad. Pensar que tenía sangre de mi madre y de Dett fue peor que asistir a un museo en pleno mes de verano, donde se derretía todo menos las insulsas imágenes. Ya podrían hacerlas en gif.
Miré a Nathan ante la pregunta del inspector Gadget. Tenía varias opciones, o desmentir la versión de la triste hipopótama de Tessa, que seguía fiel a su estúpida y gótica amiguita, o decir que sí para irme ya de allí.
Pensé con rapidez. Tenía que centrarme en algo: en mí, ¿qué esperabais? como era de costumbre. Aunque, una cosa sí era cierta: me había convertido en una mujer distinta; entendía que algunos poseyeran sentimientos, aparte de que las palabras son como armas…o algo así, no lo recuerdo exactamente, pues la verdad es que es una frase sacada de una de esas revistas para adolescentes en las que sus lectoras viven todavía ancladas en los 2000 y escuchaban a los backstreet boys.
-Como ve, la justicia mística ha hecho su labor. Todos los asesinos están ahí, ardiendo en su macabro infierno- dije para acabar con el encuentro. Odiaba tener que encubrir a esa condenada, sin embargo, me beneficiaba no comentar nada. Quizás el día de mañana podía usarlo en su contra, a modo de soborno. O puede que me enloqueciera más la idea de asistir a un plató de televisión para contar urgentemente la experiencia.
Fuera como fuese, esbocé una media e irónica sonrisa. Total, mi madre decía que la edad verdadera se encontraba en el estómago y en la cabeza. Las arrugas eran tan sólo fruto de las preocupaciones y de comer mal. Así que no me iba a permitir un nuevo drama general.
Me interesaba mayormente torturar a las nuevas novatas (futuras cabezas huecas del séquito de la reina, es decir, yo) de forma original y excitante. Seguro que a esas horas ya estarían haciendo cola en mi puerta. La fama sería trepidante. Siempre iban las más débiles, las traumatizadas, como mi Sophie, la cual últimamente me iba comentando que un chico la había agregado. Formaría parte de un prodigio. Un ciego. Llamaría al papa Francisco porque como descubriera que es cierto tendría la evidencia de que tanto Dios como los milagros existían.
Pero bueno, no os liaré, pues ahí acababa todo.
Miré a los supervivientes sin abandonar la sonrisa. Ya era el momento de irme a casa con Nathan, el chico que realmente había permanecido fielmente e incondicionalmente a mi lado.
Con el resto no expresé nada. No hubo despedidas. Ni abrazos ni hasta luegos que cayeran en vacío.
Y es que, demostrar emociones que no sientes es algo muy rentable en este mundo. Aunque, en aquel instante, no le di ningún valor.