La extranjera, como siempre poniendo impedimentos. Luego decían que no tenía motivos para pedirle que limpiara con un cepillo de dientes las suelas de mis mocasines. Pero si era la negatividad andante. Sólo le faltaba encender una vela y pasárnosla por delante de la cara, ahuyentando males augurios de esos extraños –bueno, vamos a mi habitación entonces. Dormiremos juntos- concluí con una medio sonrisa.
Por si no da tiempo a poner nada más, pues se cambia de escena. Que se supongan que han dormido juntos, ya sea en la misma cama o simplemente en el cuarto. Si os parece bien.
A la mañana siguiente, Tessa se despertó en el cuarto de Madison Montgomery. Como era habitual en ella, había dormido bocabajo y sin sostén. No por nada, la pobre pelirroja sufría dolores de espalda si dormía en otra postura por el tamaño de su busto. En otros tiempos, hubiera sonreído como una tonta y se hubiera puesto colorada de saber que iba a dormir con Nathan Heiz, el capitán del equipo de baloncesto, pero ahora... La verdad es que ni siquiera la presencia de Heiz le animaba.
Su primer pensamiento al levantarse fue para Odette, pensando en que lo sucedido el día anterior habría sido todo un sueño. Que quizá directamente todo lo que había sucedido a lo largo de la última semana tan sólo había sido una pesadilla, que el vídeo de Erica Green hubiera sido una broma gestada por la enfermera y que ella había soñado todo lo demás. El mensaje de Ghostface le dejaba claro que todo había sido real y que, para colmo, ahora había capturado a Morat Porpra.
-Tiene a Morat... -dijo, con la voz entrecortada. Puede que solo fuera un chico con complejo de héroe y que creía ser Detective Conan, pero Tessa sentía aprecio por aquel muchacho incluso si hubiera mentido con tal de meter a Eleanor entre rejas-. Y también al chico que drogó a Odette... -"Aunque ese me da igual. De no ser por él, Dett estaría viva" se dijo para sus adentros-. Madison -se volvió hacia la popular joven, preocupada-, debemos de ir al orfanato. Es el único modo de acabar con esto, aunque ni loca voy a ir desarmada.
Tessa se apresuró a recoger su sostén a ponérselo cuanto antes.
Soñé con algo. No sabía muy bien con qué, ya que la mente es así, olvida lo innecesario para seguir siendo capaz de retener información valiosa. Supuse que era fruto del cansancio. De la más pura necesidad que tiene el cuerpo humano.
Pero por desgracia, todo lo inteligente que era nuestra biología molecular, se desaprovechaba. Y es que pertenecer a una generación millennial era motivo de desdicha. Nos llaman La Generación Global. Nos caracterizan nuestro egoísmo y narcisismo. Dicen que es porque somos la primera generación en la que a todos nos dieron trofeos sólo por estar ahí. Otros dicen que es porque las redes sociales nos dejan publicar hasta cuando nos comemos un sándwich. Parece que nuestro rasgo principal es la indiferencia ante el mundo, la indiferencia ante el sufrimiento.
Quizás era así. A mí sólo lograba estimularme el dinero, las cosas más caras y la popularidad en forma de “me gustas”. Aunque, de todas formas, no era lo peor que había, porque teníamos a alguien mucho más trastornado acechándonos, alguien que estaba matando por conseguir a lo mejor un escalofrío recorriéndole la nuca. Hasta ese punto habíamos llegado. Y no era el único, había muchos, lo que ocurre es que cuando nos toca a nosotros aparecer destripados, es cuando lo valoramos.
Me quité el antifaz de dormir para poder recibir la luz sobre mis ojos. Aquello tenía que llevarlo desde hacía años. Especialistas dijeron que era porque la oscuridad propicia el sueño. Yo creo que no es la oscuridad, si no la conciencia. Su tranquilidad en relación con la ansiedad.
Estaba al lado de Nathan cuando escuché a la pelirroja hablando sobre el nuevo mensaje de instagram. No dije nada y me acerqué directamente hacia la ropa que había llevado puesta el día de antes. De ahí saqué una nota con algunas manchas secas de sangre –tengo que mostraros algo- comenté mientras me dirigía con calma y descalza de nuevo hacia la cama, para sentarme al lado del capitán de baloncesto –Es lo que me dejó el psicópata este cuando llegué al motel y descubrí el cuerpo inerte de papi Cole.
Querella oficial contra la señorita X
05/02/2003
Jonathan Cole, el principal afectado, admite ante el jurado que la señorita X (nombre omitido en este documento para la protección de datos de la afectada) le engañó al decirle que tomaba pastillas "Anti Baby" y que por ello podían hacerlo sin ningún otro tipo de protección. La contraparte a esta historia, la dada por la señorita X, insiste en que si que utilizaron protección, pero que en mitad del acto dicha protección se rompió. Además, la señorita X también afirma desconocer la situación familiar y la relación conyugal del señor Cole.
Un testigo se presentó a favor de Jonathan Cole, la señorita Liliana Oberlin, la cual fue una compañera de universidad del señor Cole y trabaja de enfermera con él en el hospital. La señorita Oberlin afirma que escuchó a la señorita X en los vestuarios comentar la idea de que desearía tener un bebé con el señor Cole, a cualquier coste y que le iba a mentir con la protección que ella tomaba. Al no presentarse ningún otro testigo, la señorita X perdió el caso.
La señorita X fue sentenciada a abortar, pues el señor Cole se negaba en rotundo a tener ese hijo, se aceptó ya que aún se encontraba en las primeras semanas del embarazo. Para sorpresa de todos, la señorita X huyó sin hacer dicha sentencia y finalmente Jonathan Cole retiró la denuncia a los meses.
-Todas las muertes tienen una razón. Mi madre (Liliana Oberlin), Joni Cole y Mary la rara tenían algo en común. Lo de la medicucha y Dett es cierto que no lo entiendo. Pero si Morat incendió el orfanato, es justo parte del eslabón –sí, os abruma mi conocimiento, lo sé –me ha mandado varios mensajes (Ghostface), me ha dejado información y desconozco los motivos; sin embargo, puede ser que me tenga en esa lista negra, así que, antes de ir a descubrirle en mitad de un acuchillamiento, necesito que me digas cómo se llama ahora, quién ese estúpido niño diablo, súper atleta (Nathan) –expresé mirándole sólo a él.
-Aunque tú deberías contar también la razón de no vivir con tus padres y haber estado con Emily, pelirrojita- dije después mirando a Tess.
Estaba claro que en mi mente tenía la idea de llegar armada al sitio propuesto por Ghostfake. El dilema era si lo haría con el nombre del asesino o sin él.
La sola mención del incendio por parte de Madison hizo que Nathan no pegara ojo en toda la noche. Se quedó mirando el techo de la habitación. Las chicas dormían placidamente o eso parecía. Él aprovechó su falta de sueño para vigilar.
La mañana llego rápidamente. El joven no iba a tardar mucho en querer aclarar lo que había quedado en el aire la noche anterior, pero Madison se le adelanto.
- ¿Morat también estuvo en el orfanato?¿niño diablo? Miro lleno de preguntas a Madison. -La única persona de este pueblo a la que recuerdo es a Emily. Ella estaba allí la noche del incendio. La recuerdo. Supe que era ella nada más la vi, pero no dije nada. Les cuenta. -Todo este tiempo e intentado acercame a ella para descubrir que paso en el orfanato. Después empezaron los asesinatos, poco he sabido de ella. Salvo el mensaje por el que acudí a su casa. El joven pasea la mirada por ambas chicas. -La noche que el asesino supuestamente estuvo en vuestra casa. Termina diciendo a Tess.
Después de tanto tiempo en la oscuridad todo parecía cobrar sentido en su cabeza, al fin estaba encontrando respuestas.
A Nathan solo se le vino a la mente una persona cuando nombró Madison al niño diablo, aunque no era tan niño cuando lo conoció Nathan, sabía que había sido un verdadero cabrón desde bien pronto. Solo podía ser una persona, Mack Floyd.
-No, claro que el tinky winky (Morat) no es un huérfano. Tiene padres. Pero por lo visto es sospechoso de haber incendiado el orfanato, a causa de su enfermedad- terminé por doblar de nuevo la nota que les acababa de mostrar y la dejé encima de la cama- Será ese el motivo que despierta su interés en resolver el caso – aparte de mis tantas hipótesis sobre su escasa vida social, el hablar con dinosaurios de pequeño y tal.
Me acerqué más aún a Nathan, pasando mi pierna por encima de la suya, quedándome frente a frente con él –Mack Floyd, tu compañero de habitación. ¿Quién es? ¿Qué pasó esa noche? ¿Qué hicisteis para que desapareciera sin dejar rastro y sólo se encontraran la sangre en el suelo, así sin más?- cogí sus manos y las junté con las mías, encima del colchón.
-Seré tu reina súper estrella, pero debes contármelo ya- no entendía todavía que no lo hiciera, sin embargo, los reproches a los del banco, pues íbamos justos de tiempo. Y que se lo dijeran a mis sesiones de belleza, que por culpa de unos locos los tenía que dejar aplazados y a la espera –no te voy a juzgar –bueno, sólo en mis adentros –pues… ¿eres mi rey, verdad?- no iba a rajarme la palma de la mano para unir los grupos sanguíneos; no era una friki satánica que ofreciera ovejas encima de una piedra como muestra de sacrificio a cambio de paz mental. Pero...necesitaba aquello. Y una publicación en instagram, sí. La subiría después.
Solo un nombre se le venia a la cabeza al capitán del equipo, pero lo aparto de su mente. Era tabú para el nunca se pensaba en ese chico, en lo que paso en aquella época. Todo borrado, pero cuando Madison pronuncio su nombre Nathan llevo sus manos a la cara de manera instintiva. -¡No nombres a ese cabrón! El sonido sonó amortiguado por sus manos.
El muro que el joven había construido Madison se estaban encargando de romperlo ladrillo a ladrillo. El tiempo diría si era para bien o para mal.
-¡No sé quien era, pero está muerto! ¡Las noticias dijeron que...! Un escalofrío recorrió el cuerpo del chico al pensar en la posibilidad de que siguiera vivo. Aparto las manos de su cara y se apartó de las chicas avergonzado de lo que estaba a punto de contar. -A ese cabrón le dio por mí. No se porque, pero desde que nos juntaron en la misma habitación hizo de aquella etapa de mi vida un infierno.
-Aquella noche... Nathan miraba por la ventana, pero su voz sonaba a una persona que esta a punto de romperse.
-Me defendí. Le arranque la polla de un bocado cuando, como tantas otras veces me obligo a practicarle sexo oral. Recuerdo que peleamos, él sangraba. Conseguí tirarlo y aproveche para escapar. Los pasillos estaban ya en llamas cuando corrí buscando la salida. Debía haberse quedado allí pudriéndose en las llamas... Nadie puede verlo, pero las lagrimas caían por su cara. Se sentía como basura, igual que aquellas noches en el orfanato.
-No soy ningún rey... Dijo a Madison rompiendo el último ladrillo de su muro. El chico era una mentira. Algo inventado para poder sobrevivir ¿quién era realmente Nathan? Ni el lo sabia, ahora que no tendría que vivir con la verdad.