Partida Rol por web

«Será imbécil» - Protesto en pensamientos. 

El móvil está en vibrador, así que me mantengo ahí acostada en la cama, escuchando los movimientos de mi Padre o escribiendo mensajes. No pienso moverme de aquí, hasta hallar la verdad. 

Era increíble que tuviera que ir a hablar con papi Cole el día del entierro de mi madre.

Esos asuntos tenían en aquellos momentos más desperdicio que una conversación con Belén Esteban. Y encima, parecía que se estaba duchando. Supuse que para limpiar su conciencia a base de jabón. Pero vaya, que para ser más humano debería lavarse con lejía y un estropajo, pues su actuación en el cementerio había sido rompedora para el resto de sensiblones e infelices que fingían pena por aceptación social y no por notarlo de verdad.

-Muy bien Joni, ¿no tenías otro día para tratar este asuntillo?- solté quitándome las gafas de sol a la par que, con la mano que tenía libre, terminaba de abrir la puerta de aquella habitación de motel.

Muy bien Joni, ¿no tenías otro día para tratar este asuntillo?

Eleanor pudo distinguir la voz de Madison, pero no que estaba haciendo exactamente además de entrar en la habitación. Hace poco estaba cerrada, así que Eleanor pudo suponer que Jonathan la abrió poco antes de que llegara Madison. 

Al escuchar la voz de Madison, rápidamente me pego a la pared para intentar ver lo que dicen. Realmente que se junten ahí, no trae nada bueno, pero sí me vendrá bien para acusarla lindo a la muy desgraciada. Pero primero lo importante, debo saber que se traen. Si van a follar o que más. 

No había contestación por parte de Jonathan, sin embargo el agua seguía sonando a través de la puerta que daba al baño, la cual estaba entreabierta también. ¿Quizá no oía nada por el agua que le caía por encima?

Abrí la puerta y me quedé a la entrada. No me había contestado y no estaba a la vista, así que no pensaba entrar al baño. Si estaba dentro no iba a ir a verlo.

Los baños son santuarios intocables, más que nada por lo que te puedes encontrar. Un mal trauma de ese calibre puede llegar a ser indestructible. Así que opté por llamarle al móvil para decirle que saliera o me iba.

El móvil de Jonathan empezó a sonar en el baño. Sonó y sonó y sonó... Pero no parecía que nadie contestara.

El móvil de Jonathan empezó a sonar en el baño. Sonó y sonó y sonó... Pero no parecía que nadie contestara.

El móvil sonó, pero no hubo respuesta. Así que colgué y me crucé de brazos, pues no me hacía ninguna gracia aquello; yo estaba de luto y mi tiempo era bastante más preciado que estar allí. 

Tuve que elegir: quedarme o irme. Pensé rápido.

Me di la media vuelta eligiendo la segunda opción, pero me paré al dar sólo tres pasos. Por mi cabeza pasó la idea de que quizás tenía una noticia importante que darme o, lo mismo estaba metido en un buen lío (como si no fuera suficiente el tener que aguantar tantos pésames tras haber perdido a una hija que ni quería).

Volví a mirar en dirección a la puerta de la habitación y entré sin dilación hasta el marco del cuarto de baño –Joni, tengo prisa. Sal ya- dije mirando de reojo lo que había en el interior del baño, y sí, de reojo, no fuera a ser que descubriera algo que no quería ver.

Al mirar de reojo, Madison pudo ver a Jonathan tumbado en la bañera, desnudo, con la cabeza mirando hacia abajo y con el agua cayendo directamente en su cabeza. No parecía reaccionar al timbre de su móvil.

¿Cómo? ¿Aquello era real o sólo formaba parte de una broma para que lo viera desnudo? Me acerqué rápidamente hacia Joni y le dí la media vuelta. Buscando, como primer instinto, el ritmo de su pulso.

Al entrar, a Madison le cayó un bonito cubo de sangre en la cabeza. No le hizo daño, ni estaba muy lleno, pero si que manchó enterita a la rubia. Al llegar al cuerpo de Jonathan, pudo ver que tenía arrancado el pene, además de las tripas rajadas. Además, había un documento encima del lavabo, pero si lo cogía podría mancharlo de sangre. Entonces un mensaje llegó al móvil de Madison.

La ventana del baño estaba abierta de par en par, seguramente por ahí se habría escapado alguien, esa ventana daba al parking de empleados y a la piscina, además de la sala de máquinas (como los altenadores y demás).

Abrí la puerta y noté algo caer encima de mí. Cerré los ojos y cuando los abrí me encontré empapada en un charco de sangre. Las gotas caían y caían desde mi perfecto pelo. Se escurrían por todo lo vestido negro y llegaban hasta mis pies.

Había destrozado mi indumentaria de nada más y nada menos que Chanel. Chillé. No podía ya ir peor el día: un entierro y una sesión entera con mi sirvienta para quitarme aquel desastre de encima. Chillé de nuevo al pensarlo y noté que las piernas me fallaban, estuve a punto de marearme.

Pero como pude me acerqué a la bañera y descubrí la mutilación que le habían hecho a papi Joni.

Eleanor... Ella era la única que se había ido del cementerio tras la fuga de su padre y, aparte, la que creía que tenía aquella unión con el Cole.

El sonido de mi móvil y la nota me hicieron darme cuenta de que todo había sido una trampa, pero no pensaba huir, esa palabra no entraba en el vocabulario Montgomery, pues tenía el mensaje y el cubo que me había tirado la sangre.

Así que decidí llamar a la policía diciéndole que buscaran a Eleanor, que yo me encontraba en el motel con el cuerpo. Que todo había sido organizado. Y que portaba pruebas de que aquí, una servidora, era la víctima imputada por pura y asquerosa envidia.

Malditos heavys, con su manía de deshonrar los siete pecados capitales.

Al colgar hice una foto de la escena y la mandé a todos mis contactos con un claro mensaje: eres una perra y una bruja Eleanor. ¿tenías que matar a tu propio padre para tratar de inculparme?

Tras darle a enviar, me enjuagué las manos en el lavabo y abrí la nota. Seguidamente, mientras la leía, saqué un nuevo cigarrillo y lo encendí.

Un sonido metálico sonó en la habitación contigua, como si algo de metal hubiera caído al suelo desde una altura respetable. Por otra parte también era destacable el silencio. A pesar de que Eleanor oía pasos, no oía absolutamente nada, ni palabras, ni susurros, nada. Hasta que al poco de oír caer aquello de metal, oyó algo más preocupante. Madison gritó, dos veces de hecho.

Madison, aguantando el tipo se lavó las manos y leyó la nota que había encima de la mesa. Era un documento oficial, un acta de un juicio para ser concretos.

Querella oficial contra la señorita X

05/02/2003

Jonathan Cole, el principal afectado, admite ante el jurado que la señorita X (nombre omitido en este documento para la protección de datos de la afectada) le engañó al decirle que tomaba pastillas "Anti Baby" y que por ello podían hacerlo sin ningún otro tipo de protección. La contraparte a esta historia, la dada por la señorita X, insiste en que si que utilizaron protección, pero que en mitad del acto dicha protección se rompió. Además, la señorita X también afirma desconocer la situación familiar y la relación conyugal del señor Cole.

Un testigo se presentó a favor de Jonathan Cole, la señorita Liliana Oberlin, la cual fue una compañera de universidad del señor Cole y trabaja de enfermera con él en el hospital. La señorita Oberlin afirma que escuchó a la señorita X en los vestuarios comentar la idea de que desearía tener un bebé con el señor Cole, a cualquier coste y que le iba a mentir con la protección que ella tomaba. Al no presentarse ningún otro testigo, la señorita X perdió el caso.

La señorita X fue sentenciada a abortar, pues el señor Cole se negaba en rotundo a tener ese hijo, se aceptó ya que aún se encontraba en las primeras semanas del embarazo. Para sorpresa de todos, la señorita X huyó sin hacer dicha sentencia y finalmente Jonathan Cole retiró la denuncia a los meses.

«¿Pero qué diantres sucede ahí? » - me pregunto ya dispuesta a salir de mi habitación. 

No sé qué hacer, si entrar y descubrir lo que no quiero o dejarlo pasar, llamar a la policía para que Madison este sumamente expuesta en todo esto. Pero la curiosidad me llama, y esto no está nada bien, ella grita, mi Padre no se escucha pero yo necesito respuestas, muchas respuestas. 

Así que decidida, voy hacia la habitación donde está Jonathan, pero pillo el picaporte con el buzo de mi ropa. Así no dejo huellas, e intento ingresar. 

Nada más leer la nota entendí que la absurda familia FrankyCole había sido la desencadenante de la muerte de mi madre. 

Puse el cigarrillo entre mis labios y doblé de nuevo la nota, guardándola así en mi ropa interior. Pues no podía dejar que la policía me la confiscara (algo que se les daba terriblemente mal, la verdad).

Volviendo a tomar entre mis dedos el tabaco, desvié la mirada hacia el cuerpo -Al menos ya estás tranquilo, tu estúpida prole no te va a molestar- comenté cogiendo de nuevo el teléfono móvil para llamar a mi padre, pidiéndole que fuera a la habitación del motel.

Y justo cuando Madison terminó de decir "Al menos ya estás tranquilo, tu estúpida prole no te va a molestar" Eleanor entró en la habitación, para ver a Madison cubierta de sangre y a su padre muerto y sin miembro en la bañera.