Oropher trató de localizar a la defensora del pueblo, aquella que estaba bajo sospecha de ser un cambiante. La verdad es que nunca había disfrutado con uno de aquellos pero se le antojaba algo fascinante. Desconocía todas sus capacidades de cambio, pero si era capaz de hacerse pasar por una muchacha tan apuesta, quizás pudiese contener todos los deseos de Oropher en un único recipiente. Hembra o varón era algo que despreocupaba al elfo solar, en realidad era un descubrimiento más que podía fortalecer su experiencia en el ámbito más lascivo de su personalidad.
Groer puso cara de sorpresa, como si no hubiera esperado la respuesta de ese marinero. ¿Vaya!.. Pensó para sí con estupefacción ... parece que también hay algunos de caracter en esta espedición.
Mucho más atrás, en la zona por donde había aparecido la enorme criatura, todo parecía más calmado. Aunque el Monstruo era bien visible incluso en la lejanía, muy por encima de las tiendas de campaña y la gente que le rodeaba, parece que no se movía. Por un momento, Hightower creyó ver algo moverse por encima del hombro del titán, pero rechazó esa idea para sus adentros.
Sea lo que fuese lo que había pasado, parece que la situación tenía visos de solucionarse. Hightower no dudaba que seguramente algunos de los magos de la expedición había conseguido paralizar, controlar o hechizar al monstruo. No pensaba que otra posibilidad hubiera sido posible. Sonrió para sus adentros al pensar el trabajo que podría ser capaz de ahorar una criatura de ese tamaño si mantenían el control sobre ella.
- Pero está bien ... - Se volvió para dirigirse al marinero, aunque era evidente que ahora toda la multitud estaba atenta a lo que fuera que estuviese ocurriendo en la lejanía con el monstruo - ... no hace falta ponerse así. Supongo que tiene usted razón. - La disculpa era bastante seca, pero era más de lo que se podía exigir normálmente del furioso mediano - Supongo que ya no hay prisa ninguna, dadas las circunstancias ¿no? -
Hightower miró a su alrededor, y se encontró con algunos rostros de enojo entre los civiles de la expedición que estaban esperando para embarcar. Estaba claro que a ninguno de ellos les gustaba nada que Hightower hubiera intentado colarse él y a su familia "por la cara".
El mediano no agachó la cabeza, pero tampoco les dijo nada a los presentes. El mediano sabía que el disgusto de los presentes hacia él era una reacción normal, y la comprendía. Sin embargo, él lo había intentado, y no se arrepentía de ello.
Hightower recapacitó sobre su actitud y su forma de ser. De donde habían surgido. Ciertamente, no era simpático ni amigable. Los recuerdos lo llevaron a su niñez y su juventud. Recordó entonces también sus lejanos inicios, cuando era humilde y poco a poco se fué forjando su propia riqueza y negocio. Sus inicios fueron duros. Nació en uno de los barrios más pobres y degradados de Aguasprofundas. De jóven, cometió todo tipo de crímenes y tropelías contra gente inocente. Todo por ganar dinero, "hacerse un negocio" y ganar prestigio entre los bajos fondos. Se había relacionado con gente del mundo criminal de la ciudad para hacer crecer su negocio. En los bajos fondos, el negocio de la construcción dependía mucho de las amenazas, el chantaje y los sobornos. Puede que él nuncca hubiera hecho muchas cosas violentas "con sus propias manos". Pero había sido el causante de que muchas personas humildes e inocentes perdieran sus casas y sus terrenos, que recibieran palizas como amenazas, o que sus negocios fueran incendiados.
Durante algún tiempo, incluso sufrió prisión en los oscuros Calabozos del Castillo Aguas Profundas. En aquél tiempo, nada ni nadie parecía importarle, ni siquiera él mismo. Pero fué allí donde conocció a su esposa, que en aquella época trabajaba en el Castillo de Aguasprofundas, cocinando para los prisioneros y haceiendo servicios de limpieza. En ella había visto una luz que le había echo intentar cambiar de vida y remegar de su pasado. Tuvo mucho tiempo para pensar en prisión, para enamorarse y para recapacitar sobre la vida que había llevado. Los gobernantes de la ciudad podían ser duros con los prisioneros, por medio de trabajos forzados y largos encierros. Pero también podían ser benévolos, y tuvo permisos que le permitieron intimar con la que sería su futura esposa.
Sin duda, ella había salvado su vida y su alma, trasformándolo en otro mediano.
Aquella vida criminal era un pasado del que al salir de prisión se arrepentíó e intentaba alejarse. Tras su primer hijo, ya tenía una familia firme, y eso le fué cambiando poco a poco. Pero no era tan fácil escapar del mundo criminal y el crímen organizado. Sus antiguos compañeros de cofradias aún le pedían favores, o le intentaban recordar que él seguía siendo un criminal. Hightower descubrió que no era tan fácil mantener unm negocio honrado, por muy buen constructor que uno fuera, sobre todo cuando los años en carcel habían degradado su negocio, necesitando pedir dinero a la única gente de "confianza" que conocía, los prestamistas de las cofradías y el mundo criminal. Pasaron los años, y Hightower, a pesar de ser libre, se sentía en una nueva prisión: La del submundo criminal del que no era capaz de escapar.
Fué entonces cuando Hightower recibió la oferta de los Señores Enmascarados de Aguasprofundas. Aunque se había convertido en un un hombre influyente en la ciudad, era a la vez un prisionero dentro de la misma. Hightower no podía escapar del mundo criminal sin pagar un alto precio o poner a su familia en peligro. Se habia convertido en un rehén de su propio pasado.
Por suerte para él, los lores de Aguasprofundas le tenían bajo vigilancia en secreto. Sabían que era un señor de los bajos fondos, e intentaban "pillarle". Pero se sorprendieron al descubrir que, en realidad, el mediano intentaba cambiar de vida. Vieron en él a un constructor inteligente y capaz, pero atormentado por su pasado.
Hightower fué detenido y llevado ante los Señoeres Enmascarados, y aceptó su oferta sin dudar. Le ofrecieron la oportunidad de escapar ... a otro continente. Los Señores podrían así matar dos pájaros de un tiro ... eliminar a un señor del crímen de Aguas Profundas y obtener a cambio a una buen constructor para la expedición. Le ofrecieron una autentica REDENCIÓN. Además, un individuo como Hightower, con su experiencia, podría detectar a los "elementos oscuros" dentro de la expedición mejor que nadie. El mediano, sabía sin embargo que, al hacerlo, aunque de forma no tan grave como cuando estaba en Aguas Profundas, seguiría de todos modos poniendo a su familia en peligro. Seguía debiendo favores y dinero a ciertos señores y cofradías del submundo criminal de Aguas Profundas, y Hightower sabía que un océano de distancia tal vez los amotiguara, pero no los detendría...
Hightower salió de su ensimismamiento y entonces miró a su esposa y a lso civiles de su alrededor. Aquellos oscuros años de su pasado aún le pasaban factura. Su actitud seguía siendo fría y dura. Aquella que tan útil le fué para sobrevivir en el submundo criminal de Aguas Profundas, en el que mostrar debilidad o compasión era una muerte segura. Aquellos tiempos, a su pesar, habían pasado a formar parte de su forma de ser. Seguía siendo alguien desconfiado. Alguien que veía enemigos por todas partes, y que mostraba la desconfianza necesaria para sobrevivir en un mundo de mentiras, traiciones y asesinatos.
Puede que ya no fuera un asesino ni un criminal, pero parte de aquello seguía prendido dentro de él. Esperaba que al menos le sirviera para mantener a salvo a todos aquellos inocentes. Al levantar la vita, descubrió a su mujer observándole, con sonrisa melancólica. Ella conocía muy bién a Hightower, y sabía a la perfección lo que el mediano pensaba en cada momento. Conocía aquella expresión propia de él, cuando recordaba su oscuro pasado. Sin pensarlo, le abrazó como dándole su apoyo.
Hightower se sonrojó entonces. Ella era la única capaz de hacerle sentir así. Agachó la cabeza y le dijo a su hermosa esposa: - Yo... eh ... cuida de los niños, por favor cariño. Quédate aquí y si ves que el peligro vuelve, por favor, enbarca enseguida sin dudar. No me esperes. - Se quedó unos segundos sin saber que decir - Será mejor que vaya a ver que está pasando ... por si me necesitan... para algo -
Sin decir más, Grower se giró y empezó a alejarse de la multitud de civiles, atravesando el campamento en dirección a donde estaban los soldados y el monstruo.
Me mantenía atenta escuchando lo que decían, sin querer perderme la conversación por si en algún momento había algo interesante que se pudiera rememorar después en una canción o en un relato, pero básicamente, todo lo que estaban diciendo lo podía resumir en una línea y no me cundía para nada que me fuera a ser útil. Al menos, sí que haría mención a las babas que perdían parte de los soldados al ver a aquella mujer.
- Son más simples que una piedra... - Pensé sin darle demasiado bombo más, aunque le haría mención.
Así a voz de pronto, no veía solución posible al conflicto y ellos, mismamente, debían de saber que por muchos árboles que plantáramos, no iban a crecer de la noche a la mañana, por lo que aquello sólo era alargar lo que estaba sucediendo en ese momento.
- Esto va a terminar en un ellos o nosotros... - La idea no me gustaba demasiado pero era para lo que tenía pinta. - Los que me dan penas son los diplomáticos, que no pararán de darse con cantos en los dientes una y otra vez.
Volví a centrarme en aquello que estaba aconteciendo, con algo de curiosidad que aún me quedaba por ahí viva, pero casi segura de que lo más interesante que tenía que ver ya lo había visto.
Gargun Dun decide adelantarse poniendose cerca del Gobernador Valeus Doranin diciendole "Espero que no le moleste mi intervencion, Sr Gobernador... Quisiera hablar con esta joven mujer, si pudiera hacerlo" Poniendose al lado del señor y haciendo un saludo cordial a lo enano le habla la joven verdosa "Buenas joven Estambre... Mi nombre es Gargun Dun, enano de muchos oficios y tripulante de La Revivida.
No quiero ni queremos molestarles sus hermosas tierras. Justamente nuestras exploraciones y expediciones es para aprovechar recursos lo maximo posible.
Es mas, muchos de nosotros estariamos muy contentos y ansiosos de poder compartir oficios, comercios, artes, alimentos, mercancias de intercambio de todo tipo! Si quiere le muestro algunas de las cosas que he hecho en mis distintos trabajos. He sido carpintero, minero, tallador de madera, alfareria, lo de las piedras que llaman runas yyyy algunas otras cosas mas." dice con su tipico parleteo cada tanto sobre sus oficios, contando con su dedos hacia el final. Una minima muestra de distencion, diplomacia y sinceridad.
"Si quiere, El Gobernador y yo podriamos presentarles a personas como Karla, Heredera del navío La Revivida, al mediano ingeniero Grower, al Gnomo Blimm y muchos de estas personas trabajadoras... Personas tan valientes y amables como ud y su amigo gigante..." le dice a la posible ninfa y gigante mostrando a la gente y al gobernador y señalando hacia algun lado donde parecio ver a Karla, al mediano, al gnomo y un gesto de muestra amable aunque un tanto mas tosco
"Aca hay muchas personas y seres especiales como usted, como sus arboles, como su gigante de piedra sin maldad y con ansias de una prospera vida entre muchos pueblos... Si Señor, Viva Maztica, Viva Faerun!" dice alcanzo levemente sus manos y su voz con animo de simpatia y fuerte amistad. Esperando asi tambien tranquilizar a la gente, a la joven ninfa y al Gobernador Doranin
Motivo: Diplomacia
Tirada: 1d20
Resultado: 17(+6)=23
No esperaba la intervención de aquel enano, pero por unos instantes, sonreí para mí misma pensando en que ahora, si todo iba bien podría darme a conocer entre más gente, a fin de cuentas, a mí me daba igual que fueras las " druíadas " del bosque las que me escucharan mientras tuviera público. Más gente a la que deleitar con canciones.
- Esto es perfecto! - Empezaba a estar entusiasmada con la situación, aunque quizás era tan sólo porque el que no se conformaba era porque no quería.
De todas formas, aquella conversación no daría allí sus frutos, y debían de saber que no se hablaba igual de cómodo si tenías cien pares de ojos puestos encima que si era una conversación más privada.
Espero que no me linchen por abrir la boca.
- Disculpad, pero me parece que tratar estos temas aquí y ahora... Quizás deberíais llevar estas conversaciones de manera privada, más cómoda...
No me presenté ni nada de eso, total, no era uno de esos momentos en los que alguien pudiera recordar mis palabras por decir algo " espectacularmente sobervio ", pero yo al menos, siempre que tenía que llevar a cabo cualquier tipo de negociación prefería hacerlo cuando no tuviera tanto público. El público estaba bien para el resto de las ocasiones, o para " muchas " del resto de las ocasiones.
El ingeniero mediano Grower vuelve a hacer aparición en escena. Antes, cuando apareció el "gigante", tomó todos sus planos e instrumentos y desapareció hacia el sur, en dirección al campamento. Durante toda la "pelea" con la criatura había estado en algún otro lado. Ahora que la cosa estaba calmada, volvía a vérsele el pelo.
Grower se aproximó a la masa de gente reunida y sobre todo a los soldados, aunque detrás de la seguridad de sus armas. A la vez, se mantenía alejado del lugar en el que el gobernador Doranin departía con la ninfa. Mostró rostro de sorpresa al observar la escena, así como al contemplar al enano Dun acercarse:
- Ese gobernador nuestro y el enano Dun ... Vaya par de locos ... - Murmuró a los presentes - ¿Nadie les ha dicho que es un poco peligroso acercarse tanto a esa MOLE? - Señaló sin trabas al enorme gigante natural..
- Por cierto... - Miró a su alrededor con rostro interrogante - ... ¿qué demonios ha estado ocurriendo aquí? -
Aquel enano parlanchín de la Revivida... ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Dun. Con un descaro poco habitual para los respetuosos miembros de su raza, había interrumpido las negociaciones con la ninfa. El gobernador intentó ocultar un gesto de fastidio. ¿Es que pensaba que iba a conquistar a una criatura de los bosques ofreciéndole comercio, artesanía y todos los bienes típicos de la civilización?
- También arreglaremos lo de la comida. Seguro que se puede regular la caza.- contestó el gobernador a la última pregunta de Estambre, obviando las interrupciones.- Por favor, si sois tan amables de acompañarme, podemos acabar de concretar los detalles.
El gobernador se inclinó mientras con el brazo hacía un amplio gesto en dirección a su tienda.
Estambre escuchó a Gargun tremendamente sorprendida, en realidad bastante incrédula por el 'corte' de aquél mediano. Miró al Gobernador, y al ver la reacción algo exasperada del hombre entendió que ese enano no tenía mayor peso. De todas formas, en efecto, no parecía que su negociación hubiera tenido demasiado efecto: No parecía interesada en bienes materiales.
Valeus habló entonces y Estambre volvió su rostro hacia él.
Está bien, pero si es un truco tu plaga lo lamentará... Y sin gestos seductores pero muy consciente de su belleza y su efecto acompañó al gobernador.
"No sabe nada el jefe..." se oyó a alguien murmurando.
La Consejera popular, entre otras personalidades, se acercó a echar un vistazo y cuando quiso acercarse a la tienda, el guardaespaldas del gobernador alzó la palma de la mano para decir un claro "No". La consejera se puso a hablar con él, intentando convencerle.
El Comandante intentó reorganizar la tropas y tranquilizarlas. El monstruo de piedra seguía cerca y parecía cansado o herido, pero seguía siendo una tremenda amenaza.
Seguimos en la Tienda del Gobernador
- Típico.
Oropher se había aproximado hasta Amiël podría decirse que por casualidad. De hecho, no avanzó directamente, sino que se mezcló entre la gente tratando de perder a cualquier observador curioso, zigzagueó entre la muchedumbre concentrada en la figura de tierra y musco y como destino encontró la parte trasera de la tienda de Valeus, el mismo al que había escuchado hablar a escasos centímetros de sus puntiagudas orejas y oídos.
No le importó que el guardaespaldas contemplase su gesto autosuficiente y desesperanzado. Como si no pudiese exigirle más a alguien que no tiene suficientes luces, pero con una lenguaje corporal tal que no se le podía acusar de insultarle de ninguna forma. El secreto estaba en hablar con sus movimientos y hacer pensar o creer a los que lo percibían ciertas cosas inconscientemente, en ocasiones, de forma más conscientes.
- Alguien que puede arreglarlo y sólo encuentra obstáculos.
Susurró, aunque por entonces hubiese estado más interesado en oir que pedía Amiël del guardaespaldas. De sus gestos se deducía que deseaba entrar y se lo impedían.
Su cuerpo le decía al guardaespaldas que estaba metiendo la pata, y que tendría que responder ante Brynhildr o Valeus, y si Valeus había dado orden, quizás pusiese en problemas a su Señor con aquella actitud tan cerrada y poco dialogante. A Amiël no le transmitía nada, sólo dejaba que su bonito cuerpo entrase por sus ojos, y sus gestos, le brindasen confianza y la seguridad de que se trataba de un elfo de voluntad sólida y gran utilidad.
no se introdujo en la conversación de una forma directa, sólo lanzó aquel comentario como si lo hubiese hecho sin querer. Finalmente, y antes de que alguno de los dos le mandasen a otro lugar con algún improperio hostil, dedicó una mirada comprometida y complice a la consejera popular.
Si el guardaespaldas no cedía, ni tampoco lo hacía ella, quizás Oropher pudiese entretener al hombre y dejarle el paso libre. Todo depende de lo que dijesen los labios o la mirada de Amiël.
Una vez hicieron caso de las sabias palabras de una bardo, por mucho que nadie quisiera reconocerlo, la verdad era que la cosa se quedaba demasiado parada para mi gusto. Por un lado, ya nadie pelearía con nadie, por lo que no quedaría entre mis quehaceres eso de relatar la batalla de los recién llegados contra las fuerzas de la naturaleza, y por otro, que aquella conversación no la escucharian mis oídos, por lo que toda aquella fiesta terminaría no tardando mucho.
- Es un momento como cualquier otro de marcharse con la música a otra parte...
Y así, dando por dentado que no pasaría nada que fuera a satisfacer mi curiosidad, decidí guardar el laud que estaba haciendo sonar por aquella zona.
- Supongo que este es un momento tan bueno como cualquier otro para llenar el estómago con algo...
Así, recogiendo mis bártulos y tratando de alejarme de aquel lugar, me encaminé de nuevo hacia mi lugar de reposo.