Me cruzo de brazos mirando al dragón, con una expresión interrogante...
Deberías. Esto empieza a ser más extraño de lo habitual...
los forjados se dirigen a Phynoleidon, no?
Por ahora están quietos a unos 15m de él. No parecen tener ya la intención de atacar, o no hubieran sacado uno a que hablase. No tienen la picardía para atacar por sorpresa o algo así.
Hago caso omiso de las preguntas de los hombre metálicos. Definitivamente no me habían gustado y la mujer corría peligro de seguir el mismo camino con sus insistencias.
- En las montañas hay alguien que os podría decir más de estas tierras, incluído el tema de Amran. Id y a hablad con él.
Le respondo más con la intención de que me dejara tranquilo que de ayudarles.
Con una mirada un tanto decepcionada digo:
Macdur, reune de nuevo a los hombres por favor. Debemos hablar con esa persona. Que otros 20 hermanos más comprueben lo que queda de las ruínas. En cuanto a tí Phynoleidon... Me entristece saber que trato con poco más que un fantasma ahogado por el pasado. Ayudar enorgullece, enseñar te hace aprender. Ignorar sólo te consume, habitante de Mundo Grande...
Los truil'aan no te guardan rencor, Brote de Nura. Recapacita, te lo pido.
Montando de nuevo en el caballo, hago una señal a mis hombres y concluyo:
¡A prisa hermanos, debemos intentar unirnos a nuestros compañeros, nos llevan medio día de distancia!
Me dispongo a partir, al menos que los hombres del cielo o Phynoleidon añadan algo...
- Los caballos no os servirán.
Les advierto para justo después volver a levantarme y estirarme, como si Jaina hubiese tocado un punto que era mejor dejar quieto.
- Y será mejor que os preparéis para el frío.
Añado mientras aleteo un poco sin intentar levantar el vuelo.
¡En el fondo es culpa tuya! xD
Agradecemos tu consejo. ¿en que lugar deberíamos buscar?
Preparo a mis hombres con ropa de invierno y con equipos de supervivencia tales como tiendas de campaña, y víveres para una temporada.
El resto, hermanos, haced acopio de alimentos y cazad por los alrededores, cultivad, pescad. El invierno se acerca, debemos tener suficiente comida.
Miro de nuevo al dragón, y concluyo:
No os molestaremos más. Unos hombres terminarán de explorar las ruinas y no perturbaremos vuestro descanso. Espero que sepáis perdonar a los Truil'aan.
- Pero yo a vosotros sí. No puedo dejaros que subais solos allá arriba.
Había evitado todo lo posible ir a verlo y más tras haber cazado en su territorio y sin su permiso, pero si dejaba que ésta gente trepara hasta su casa con los peligros que había en el camino, entonces muy bien podría venir tras mías a exigirme responsabilidades.
una sonrisa amplia se dibuja en mi cara
Te agradecemos pues, que nos acompañes, dragón. Los truil'aan se alegran de ser molestados.
Con el petate en la espalda, y con un poco más de ropa encima partiremos cuanto antes, con la intención de llegar a las montañas antes del anochecer.
Compañeros nuestros se adelantaron. ¿Crees que corren peligro? -Digo, en tono severamente preocupado
- La montaña es peligrosa y está bien vigilada.
Le respondo evitando la pregunta porque desconocía los peligros con los que podían haberse cruzado y en mi interior sabía que bien podríamos encontrar los cuerpos de todos ellos, sobretodo si se había cruzado con un grupo de ogros o algo peor.
En ese caso partiremos 20 personas más, todos a caballo. Una vez llegados a la montaña que la mitad vuelva, con los caballos de todos. Así llegaremos antes.
Partimos pues hacia el oeste, esperando que mis compañeros estén bien...