Mi ingenuidad me había pasado la cuenta, esta vez la vida de otra persona podía estar en juego por mi estúpido razonamiento. No era más que un niño que había sido timado y no tenía nada más que hacer que un berrinche, pero intenté disimular mi enfado, no iba a darle la satisfacción a Monokuma que debía estar observando a través de las cámaras.
Con la poca dignidad que me quedaba, caminé hacia mi Habitación. Sólo esperaba que mi mal juicio no desencadenara algo peor.
De todo lo que había en la estancia, le llamó la atención el rubiales que había en mitad de la sala ¿era de verdad o era una recreación muy realista? Le toqueteó un poco la mejilla con el dedo.
Hundiendo el dedo en el moflete del joven rubio, Obinata comprobó que al tacto también parecía una persona real, pese a ello, el hecho de no sentir ningún tipo de calor corporal por parte de aquella cosa, delataba lo contrario. En efecto, no era una persona de verdad, pese a que tanto a distancia como de cerca esta se pareciera a una.
Comprobando un poco más en los alrededores de aquella estatua hiper-realista, Obinata logró descubrir un nombre, o mejor dicho, la firma del que hubo hecho semejante obra de arte. Aquel nombre podría sorprender a cualquiera que no hubiera visto a esa persona en acción o una de sus creaciones anteriores, pero Obinata ya las había visto.
El nombre del autor de aquella escultura era no otro que: Tsumiko Komachi.
Mmm... - dijo pensativo al ver el nombre de Komachi. Era imposible que hubiera llegado allí ella, así que la estatua debía haber llegado antes incluso de llegar ellos a ese piso.
Esto no tiene sentido alguno... Vamos a ver si encontramos el resto de piezas del rompecabezas. - rebuscó entre los papeles, alguno debía tener algo que le diera cierta lógica a todo lo que había pasado hasta ahora.
Tafuna acompañada de Tsumiko llegan al Despacho del Director, allí se encuentran tanto con la estatua de aquel rubio, como con Katsumoto Obinata buscando e investigando el lugar, aunque a juzgar por las manos del Ultimate Mistery Novel Writter, este tan solo encontró una mancha de tinta, puesto que sus dedos se encontraban empapados cuando los sacó de aquel cajón.
Los papeles que hay en el suelo no son de interés de nadie, puesto que algunos estan pisados sin ningún tipo de cuidado, doblados, arrugados y tirados por todas partes, pese a ello, si deseaban, los invitados podrían echar un vistazo a hojas sueltas de normativas, de finanzas, y demás cosas que una escuela tiene.
Mientras los tres inocentes adolescentes se estaban a punto de saludar luego de haber coincidido en aquella estancia, una presencia menos esperada (y posiblemente menos querida) se hacía presente en aquel despacho. Un osito verde, con la cara pálida de los nervios, corría rápidamente hacía aquel lugar con una taza de café en sus garras.
¡UWAAAH! ¡Cuidado! ¡No se pongan en mi camino! ¡Esta caliente!
Por suerte para aquellos estudiantes, el oso verde mecánico logró esquivarlos con verdadera maestría... sin embargo luego se chocó con el escritorio y la taza quedó tirada en el suelo; revelando que estaba vacía.
¡Ups! Quise decir... estaba caliente... uwu uwu... Ya me lo tome todo, uwu uwu... ¡Es que no puedo evitarlo! ¡El café es tan delicioso! ¡Superior a cualquier otro tipo de bebida, me arriesgaría a decir!
El oso se da cuenta de que los chicos lo debían estar mirando con extrañeza, por lo que tendría que corregir eso. MonoBarter se enderezó e hizo una reverencia en frente de ellos.
D-disculpen mi torpeza, uwu uwu... mi nombre es MonoBarter: servidor profesion- ¡Tafuna-chan! ¡Tafuna-chan!
Antes de seguir con las formalidades, el osito se abalanzó sobre la vendada muchacha y la empezó a abrazar con cariño. Sin embargo, por la estatura, solamente le estaba abrazando las piernas.
Que oso más cuco. - apreció antes de decirle nada a sus compañeras. - ¿De verdad te ha creado Monokuma? Porque mira que te acabo de conocer, pero si te pasara algo mataría a todos los de esta escuela y luego me suicidaría. - se acercó y le dio unas caricias en la cabeza al oso. Después con tal de imitarle, abrazó también a Tafuna, sin motivo aparente.
Tras un pequeño suspiro que sonaba a relajación absoluta, se separó de ella. - Tsu-Tsu, si no me equivoco, nunca habías hecho esa estatua de allí ¿verdad? - dijo señalando a la estatua del rubiales. - Porque sin duda alguna, es obra tuya, incluso está firmada, pero con la de cosas raras que pasan aquí... No me sorprendería algún desenlace increíblemente loco que explicara como acabó aquí.
Anda mira, otro Monocachorro de esos... uno verde y con un diseño más como mecanizado. Monobarter, decía que se llamaba, ¿eh? Me encontraba ensimismada imaginando que quizás las carcasas de los Monocubs habrían sido prototipos para la de Monokuma, más grande y estilizada. Luego me quedé ensimismada con otra cosa, al imaginar esa taza de café milagrosa y ultra deliciosa que el Monocub decía tan efusivamente que había tomado. "Café... ¿delicioso? Superior... ¿a cualquier tipo de bebida? ...¿Dónde? ¿Y era café negro?"
Ay, lo que daría yo por una buena taza de café negro ahora, o un té helado... "Echo de menos a la Mecha-Sommelier..." murmuré mirando hacia otro lado. Una buena tacita de café de primera, calentito... Miré de reojo al Monocub. Tragué saliva. La última vez que me dejé engañar por uno de los Monocubs lo pasé franca, pero francamente mal... A-aunque este parecía amigable... era amigo de Tafuna-tan ¿no? Mira cómo la abrazaba, qué mono. Entonces sería buena persona, digo yo... Bueno, olvidando que eran los servidores de Monokuma...
Casi como salvándome de la tentación por al menos unos minutos, Katsumoto me llamó un segundo y señaló la estatua del chico rubio en un lado de la sala. "¿Huh? ¿Que yo hice qué?" Me acerqué a la estatua para mirarla más de cerca, y busqué esa firma que decía. "Pues sí..." asentí, palpándole los brazos a la estatua, y también la tela de las ropas y ya que estaba, por qué no, los bolsillos, a ver si había una etiqueta o algo. "...Esta es mi firma, y los materiales son los que yo usaría... Ropa real, arcilla endurecida... Me recuerda a la que usé para Threemiko Komachi y Natwoki Mei... aunque esta es más recia, no es de las inflables..." dejé la inspección y miré a Katsumoto Obinata, ladeando la cabeza con confusión. "¿Por qué alguien falsificaría mi firma, e imitaría mi estilo? No recuerdo haber hecho esto... Pero es completamente mi estilo... Y además, me suena su cara... ¿Es un famoso o algo?"
"El primer día Kizoku Anata nos preguntó si recordábamos cómo habíamos llegado aquí, a la Academia. Yo recuerdo haber recibido la carta en el centro de internado de menores, pero no mucho más. ¿Podría ser... que yo hubiera de verdad hecho esta estatua? ¿Y por qué no lo recuerdo? ¿Por qué no recordamos nada? Tú eres el escritor, Katsumoto. ¿Qué explicación le encuentras?"
"En fin, nosotras también encontramos algo. Bueno, Tafuna-tan lo encontró. ¿Recuerdas cómo nuestro jardinero misógino sabía hacer de todo menos jardinería?" le enseñé la carta que Tafuna había encontrado.
Espero que el envío de las flores haya llegado sin sufrir ningún daño, estas son las primeras muestras de la nueva flor que he logrado desarrollar usando mis habilidades, las influencias y el apoyo financiero que me ha propiciado la academia.
Su principal ventaja es que a parte de ser una hermosa flor, no precisa de ningún tipo de cuidado o tratamiento para mantenerse así; puede aguantar meses sin siquiera recibir una gota de agua o rayo de sol, y seguirá tersa y saludable sin mostrar ningún signo de debilidad.
Esta primera remesa la envío a los profesores que tanto me han ayudado y apoyado, a modo de mi más sincero agradecimiento por los buenos años que he pasado en la Academia.
-Kanon Aki
-Ultimate Gardener
"Resulta que Edward Shimada no es el Ultimate Gardener. El tal Kanon Aki se graduó hace tiempo..." me llevé la mano al cinturón de herramientas y saqué otro papel, este lo habíamos encontrado Yoshida y yo en el tablón de anuncios, también el primer día. El listado de alumnos antiguos. ¿Estaría ahi el tal Kanon Aki?
Entonces... ¿Qué era Shimada-kun? - se quedó pensativo un segundo, hasta que una bombilla se le encendió en la cabeza y golpeó con un puño su mano izquierda. - ¡Ya lo tengo! ¿Recordáis su ejecución? No salió ni una flor, ni una planta, ni nada por el estilo... Sin embargo si que parecía que tenía una pistola a mano e incluso Monokuma usó un rifle de francotirador para acabar con él en vez de una planta carnívora. Así que... - se quedó pensativo, miró al cielo y al final enunció algunas teorías. - Quizá era el Ultimate Prisioner... O incluso el Ultimate Spy... O algo relacionado con armas. ¿Pero por qué mentirnos? - no tenía mucho sentido que ocultara su identidad, pero tampoco le iba a dar demasiadas vueltas a eso.
Respecto a que pasa aquí y como llegó la estatua... Creo que Monokuma ha trasteado con nuestros cerebros. Quiero decir, ya vimos que con una inyección insertó recuerdos a Yamada-kun, recuerdos que él no sabía que tenía... Así que no sería demasiado loco pensar que Monokuma puede hacer lo contrario. - se miró sus propias manos en busca de alguna herida inusual o alguna rugosidad nueva. - De hecho puede que llevemos aquí mucho más tiempo del que pensemos ¡incluso puede que ya hayamos jugado a esto varias veces y no lo recordemos! A lo mejor en el pasado Komachi-chan creó esa estatua cuando llegó hasta aquí, a lo mejor Komachi-chan fue la única que sobrevivió al último juego... Pero no lo recuerda. - se apretó la cabeza con las manos y se puso de cuclillas, le dolía todo ahora mismo, el pecho, el cerebro... Su teoría de que fuera no les esperaba nada bueno cada vez cobraba más sentido. - Chicas... Si queremos parar este juego de una vez por todas, nuestra mejor opción es no terminarlo, nunca. Aunque eso conlleve quedarnos aquí encerrados para siempre. No podemos arriesgarnos a que esto se vuelva a repetir una vez más... Quizá con el tiempo Monokuma se aburra y nos libere, pero lo peor que podemos hacer es continuar... Antes a lo mejor teníamos la ilusión de que podríamos salir de aquí, pero estoy bastante seguro que aquí es donde mejor podemos estar. - concluyó sofocado, le costaba respirar. La realidad era dura, estaba seguro de que alguien más iba a morir en esa escuela, el juego ya no se podía parar, se sentía condenado a volver a jugar, sin poder recordar todo lo que había pasado, toda la gente que había querido ¿a cuanta gente había renunciado ya por culpa de Monokuma? ¿Cuanta gente genial habría conocido y querido sin tener la oportunidad de recordarlo?
Tafuna abraza de vuelta y con fuerza a Monobarter.
Si, en verdad es gracias a el que ahora tenga estos pechos *digo mientras lo tomo en brazos, haciendo que inevitablemente su cabeza termine entre ellos* Bueno, aunque encuentro que la posibilidad de que otros juegos hayan sucedido pueda ser cierta no creo que nosotros, osease, los aqui presentes hayamos formado parte, hay que pensar que todos nosotros ibamos a ir a una clase... y a decir verdad, en verdad nosotros hemos sido elegidos por la academia? Me refiero, podria ser un recuerdo falso o quizas esa carta sea falsa *suspiro* Por lo menos no se porque escogerian a alguien como a mi.
El afecto que el osito estaba recibiendo le calentaba su metálico corazón, recibiendo las caricias y los abrazos con mucho agrado. Sin embargo, cuando el osito se percató de que el abrazo de Tafuna lo había puesto entre los pechos de la joven, un visible rubor verdoso se formó en las mejillas de MonoBarter. Haberle otorgado a aquella chica esos senos tenía sus consecuencias; especialmente para un oso tan pudoroso como él.
¡UWAAHH! ¡T-t-t-tafuna-chan! ¡Primero in-invítame a salir!
Aunque no le tomó mucho acostumbrarse a la posición. Mientras los demás hablaban e investigaban, MonoBarter se quedó tranquilo en los brazos de Tafuna, como si fuera un gato en vez de un oso. Apenas reaccionó cuando pudo ver que Tsumiko mostraba interés por su bebida favorita. Eso no podía pasar desapercibido.
Rápidamente se libró dle abrazo de Tfauna y saltó al suelo haciendo una acrobacia mortal, para abrir un compartimiento en su estomago que revelaba tres tazas de café. Una apilada sobre la otra con completa precisión.
¡Café negro, moca, acaramelado, capuchino y muchos más! Todos los tipos de café tienen un lugar en mi corazón, uwu uwu... Y compartirlos con el mundo me llena de mayor alegría, uwu uwu... ¡Tomen, mis nuevos amigos!
Con servicial atención, MonoBarter le dio a cada uno de los presentes una taza de café. Tsumiko recibió un café negro, a diferencia de Tafuna que recibió un café au lait (o café con leche) con el dibujo de un osito sobre la espuma de la parte superior. Katsumoto recibió un capuchino muy colorido y con un ligero olor a coñac. No parecían estar alterados o ser algo fuera de lo normal; era solo café.
"¡Khhh!" eché el cuerpo y los brazos hacia atrás cuando vi semejante montaña de cafés. Y en la cima, el mejor de todos, el café negro sin más. Sin aditivos raros para enmascarar el sabor, como leche o crema, no más que un poco de azúcar si el sabor se hacía demasiado amargo, aunque rara vez le añadía. Mi paladar es raro, no le hace ascos a los sabores fuertes, pero normalmente en realidad le gusta más lo dulce que lo amargo. Pero el café negro... me gustaba tal cual, puro, sin nada más que el azúcar ocasional. Lo asociaba a todo lo bueno, y a muchas de las cosas que me gustaban: las mañanas, la familia, el trabajo...
Así que sobra decir que me moría de ganas de probarlo, especialmente si era tan bueno como Monobarter decía que era. ¡Pero era un Monocub! ¡Monokuma era ruin y malvado! ¡Y sus cachorros eran sus siervos! Me daban escalofríos de recordar la visión de Monopachi... ...¿La visión de Monopachi...? Mientras recibía el café de Monobarter, y le daba un sorbido casi instintivamente, mi mente pensó en las opiniones de Tafuna-Tan y Katsumoto. "Pues espero que no estéis en lo cierto... suena horrible eso de estar en un bucle infinito de muerte tras muerte... Y recibir la carta es uno de los momentos más felices que recuerdo haber tenido. Mis últimos recuerdos son de ese día... A partir de ahi, todo en blanco. La visión aquella que Monopacchi me hizo ver no fue digital, fue inyectada directamente a mi mente a través de una droga extraña... Quizás usaron tecnología similar para borrarnos recuerdos..." di otro sorbo al café. "Quizá si que hice esa estatua... No puedo recordar nada, pero ojalá que hubiera sido no en una Academia de muerte de Desesperanza sino en una de Esperanza... en la auténtica Hope's Peak." cerré los ojos con calma. "Aún recuerdo la alegría... y la esperanza que sentí al recibir aquella carta de ingreso..."
Katsumoto no dudó, se acercó al Monokub y le dio una caricia en la cabeza, para acto seguido tomarse el café. - Por ti lo que sea, mi pequeña y favorita versión de Monokuma. - estaba algo amargo, sobretodo después de pasar de los tés a los cafés, pero aun así supo apreciar el sabor y el esfuerzo que puso aquél pequeño robot.
Tras escuchar lo que decían Tafuna y Tsumiko, decidió intentar que sus compañeras dejaran de comerse la cabeza, habiéndose recuperado ya totalmente de la pequeña crisis de ansiedad que le había dado antes. - Bueno estando aquí no averiguaremos nada ¡vamos a la sala de profesores!
Tafuna toma feliz el cafe y bebe, sentada en una silla con Monobarter sentada en encima de su regazo.
Pero Obinata, no creo que vayamos a encontrar mucho mas en la sala de profesores, me refiero, Tsumiko y yo ya la hemos estado investigando, por otra parte de del jardinero definitivo, la carta es de un graduado, asi que... no espera, es cierto, teniendo en cuenta la estatua... es posible que en verdad hayamos estado en la academia antes de que Monokuma tomara el control? Me refiero, si es asi lo que dice Tsumiko del jardinero sin duda tendria sentido, aunque... es raro que hayan logrado tomar la academia, borrarnos la memoria, ademas, porque nosotros? La academia tiene una gran cantidad de clases, asi pues, porque nosotros hemos sido elegidos?
Ahora que pienso, si, valia la pena, intentaria buscar entre los archivos esa cara que me encontre en el quemador de basura, quizas eso seria una pista importante.
MonoBarter se quedó sentado en el regazo de Tafuna, mirando feliz como los estudiantes disfrutaban de su bebida favorita. Si lo acariciaban, podrían notar una pequeña vibración en el oso, similar a la de un gato. Viendo que sus nuevos amigos estaban en el medio de una investigación, no quiso molestarlos más con cosas no relacionadas al misterio de la academia.
Desearía poder ayudarlos con su investigación, uwu uwu...pero Papá nunca me dice nada sobre todas las cosas que hace, uwu uwu. Apenas tiene tiempo para sus hijos... ¡UWAAAH! ¡Ni siquiera sé si me reconoce como su hijo!
Se podía notar tristeza en el osito verde cuando hablaba de Monokuma. El oso mayor parecía no ser la maquina más cálida y afectiva que se podían encontrar. Imaginarlo como una figura paterna era algo difícil.
Se paró en seco al escuchar a Tafuna. - Eeeeeh... ¡A la sala de música! - tampoco sabía que más decir, pues él tampoco tenía las respuestas de nada, pero estando ahí parado seguro que no iban a descubrir nada.
Hizo un gesto con la mano indicando a todos que le siguieran, incluso al pequeño oso verde.
"A lo mejor todas las clases fueron elegidas... y nosotros somos la última..." murmuré, pero no terminaba de convencerme a mi misma. Si hubieran ido clase por clase, ¿no nos habrían encontrado las otras clases? Y además qué ibamos a estar mientras, ¿criogenizados? No sé... necesitabamos muchas más pistas antes de empezar a elaborar conclusiones. "¿La sala de música? Bueno, es cierto que yo quería ir, aunque no creo que allí haya nada que pueda ayudarnos..."
Terminé mi café. Sí que estaba bueno. Y sí, era el mejor que había probado nunca. Me agaché hacia Monobarter y le puse una mano en la cabeza. "Siento... haber dudado de tus capacidades culinarias. Tenías razon. Es el mejor." asentí efusivamente. "Te lo agradezco de veras. Ojalá por favor lo prepares otro día otra vez."