Partida Rol por web

Encontraba sumamente desagradable tanta discusión y más si teníamos en cuenta la situación en la que nos encontrábamos. No llegaba a entender del todo lo que estaba ocurriendo, pero sí había algunas cosas que sabía, el tal Dean necesitaba una tila, la chica que le agarró necesitaba una tila, el chico de los cascos necesitaba una tila y yo necesitaba un buen té para relajarme.

Tranquilamente, saqué mi abanico y me encaminé hacia las sillas que estaban frente al escenario. Me senté con elegancia y alisé las arrugas de mi kimono.

- ¿Alguien tiene una taza de té o unos manjus? - pregunté suavemente mirando alrededor sin alzar la voz al mismo tiempo que me abanicaba - por cierto, me llamo Suzuki Hana, encantada.

Al parecer había ofendido a Mei-san parecía que estaba a romper en llanto y todo era mi culpa -¿Que hice?- no tenía ni idea de que había hecho exactamente pero sentía que debía disculparme.

Un sentimiento que no duró mucho al sentir que alguien intentaba levantarme del suelo,al voltear a ver a River-san mi rostro se enrojeció aún más de lo que ya estaba, quitando mi brazo del agarre y arrastrándome de espaldas sobre el suelo para alejarme dando nuevamente otro grito -¡NO QUIERO MOLESTAR A NADIE MAS!.

Estallando en lágrimas silenciosas y poniendo morritos de puchero, Natsuki vio como Akio se alejaba aún más y avanzó hasta la chica que se había ofrecido para hacer té. Como si también la conociera de toda la vida y rompiendo el silencio de su lloro le dijo.

¡Buaaaaa! ¡Hana-chan! ¡Aki-kun no quiere saber nada de mi! ¡Buaaaa!

Y sentándose junto a ella le dijo entre pucheros y con la boca pequeña.

¿Podrías darme un poco de té a mi?

Miré a la ruidosa chica que me había hablado con tanta confianza, parecía una fresca pero al menos su tono era amistoso e incluso adorable, por lo que esbocé una sonrisa y acaricié su cabeza tranquilamente.

- Claro, en cuanto termine la ceremonia de inauguración buscaremos una cocina donde podamos hacer un buen té, ¿de acuerdo...? ¿eh? - me quedé en blanco al recordar que no sabía su nombre, pero igualmente le volví a acariciar la cabeza.

Observé por encima de los hombros de la chica al muchacho que había sido el centro de su atención. Otro que necesita una buena tila.

Kizoku estaba perdida en sus pensamientos, enfocada en analizar la situación y buscar alguna explicación. Pero todo carril de pensamiento se desmoronó cuando escuchó la palabra "té" por parte de Suzuki. Desde ese instante Kizoku se enfocó puramente en su interés más grande de todo en el mundo: el extraño pero placentero mundo de las infusiones.

- ¡Oh! ¡¿Alguien dijo "té"?!

 Kizoku se levantó de su asiento y rápidamente se sentó al otro lado de Suzuki; parecía que tenía llamaradas en los ojos de la emoción que le traía hablar sobre té.

- Estáis de suerte, ustedes dos... ¡resulta que se encuentran en presencia de nada más ni nada menos que Kizoku Anata, la especialista en té y sommelier de infusiones más aclamada del mundo! Con gusto prepararé la más exquisita infusión que hayáis probado en vuestra vida. Mucha gente cree conocer sobre el mundo del té, pero pocos han tenido la oportunidad de deleitarse con variedades exóticas y poco conocidas; como lo son el té de hierbas de Sri Lanka, el té de frutos rojos de Malasia o el té helado de Ontario. Un mundo de sensaciones para el paladar que solo los más intrépidos han podido explorar... ¡No puedo esperar a ver la cocina y lo que tendremos a disposición! Por supuesto, no sería la cocina de una academia japonesa si no hubiese té, además...

 Kizoku, emocionada por el tópico, nombraba variedades de té y sus gustos y propiedades; completamente metida en el tema. Aunque al darse cuenta de todo lo que había hablado, guarda un poco de silencio; ligeramente avergonzada pero con una sonrisa propia de una persona que se salió con la suya.

- Así que... si queréis hacer té, avisadme ¿Vale?

Mmm... Así que tenemos una chica con carencias afectivas, un chico con ligero autismo que no sabe interactuar con una preciosidad y una obsesa con los tés... - masculló rascándose la barbilla mientras observaba a la gente, cada vez estaba más y más seguro de que estaba en un manicomio. Se quedó mirando fijamente a la que se hacía llamar Hana - ¿Y que clase de trastorno tienes tu? Los demás nos estamos sincerando todos, esto es como Alcohólicos Anónimos, mientras antes admitamos nuestros problemas, antes empezaremos nuestra recuperación.

Miró ahora al techo, seguía pensativo ¿debería apuntarse a tomar té con unos desconocidos? - ¿Os importa que os acompañe a tomar un té luego? Si no es molestia, claro. Me habéis dado ganas de tomar uno. - acompañó con una ligera sonrisa.

Natsuki Mei detuvo en seco sus lágrimas y abrió mucho la boca sorprendida. Luego miró con sorpresa y disgusto a Kizoku Anata y le dijo en confidencia indignada aquello que la indignaba

¡Anata-sama! ¡Te ha llamado obesa! ¡qué sí, que lo he oído yo!

Se dirigió a Obinata con enfado y sin el menor rastro de tristeza que antes tenía. Parecía que ya estaba a otra cosa.

¡Oye, tú! Como-te-llames-san. Es muy descortés decirle eso a una mujer tan dulce. ¡Seguro que solo retiene líquidos!

Kuego se giró de vuelta a la experta en infusiones y sentenció como prueba final buscando el apoyo de la experta.

Díselo: ¿A que el té es un líquido?

¡He dicho obsesa! ¡OBSESA! ¡NO OBESA! - dijo casi gritando - ¿Será que al llorar se te han taponado las orejas con mucosa que ni si quiera has oído mi precioso nombre?

- En efecto, el té es un liquido...

 El orgullo que la sommelier sintió al decir esas palabras era mucho mayor al que cualquier persona sentiría al decir una afirmación tan sencilla y banal. Pero cuando tu vida ronda alrededor de la existencia de las bebidas hechas con la planta del té, ninguna aclaración es trivial o innecesaria.

- Ah, y... ¿lo del peso? Le resto importancia a esas cuestiones. Si bien tengo un paladar muy exquisito y delicado cuando se trata de tés... con la comida en general, no tengo ningún criterio de eliminación. Por lo que he de reconocer que soy una persona... de grandes dimensiones...

 Kizoku obvió instintivamente la aclaración que Obinata había hecho de su comentario anterior. No era por malicia, sino porque la muchacha parecía estar acostumbrada a que su peso sea una cuestión destacada.

Se está hablando mucho de trastornos aquí, casí empiezan a darme un poco de mal rollo mis propios compañeros. No me meto mucho en las conversaciones puesto que a más te metes a veces mejor. Aunque esta vez creo que voy a intervenir con el tema de obsesa/ obesa. Me aclaro un poco la garganta antes de alzar un poco la voz.

Perdonad... Yo estaba escuchando y el chico tiene razón ha dicho obsesa del te, no obesa del Te. Además esto último no hubiera tenido sentido.

Me llevé la mano a la cara con los dedos extendidos mientras negaba con la cabeza. Cuánto jaleo, cuánto ruído, cuánta estupidez. Ojalá tuviera unos auriculares como casquitos, que pudiera ponerme para dejar de escuchar al tal Dean buscarnos las narices a todos, o a la repipi llorona molestando al tímido llorón, o al de los trastornos y el manicomio continuando sus chistes malos, o la persona de las vendas cuyo género no había identificado seguir hablando de sí misma en tercera persona, o a Kizoku, la única persona que parecía inteligente aquí, demostrar que también era otra mona de circo. Una obsesa obesa del té. "Por todos los santos... Pero si el té... no es más que agua hervida con un puñado de hierbajos..."

Y entre el 'público' de este circo, los demás estudiantes permanecían más o menos callados. Rezé para que al menos ellos sí fueran cuerdos. El 'Príncipe Sereno', el pobretón del yoyó que no tenía nada mejor que hacer que recoger dinero del suelo del edificio de su secuestrador, la tipa del kimono que acariciaba a los demás como si fueran la perrita de Asuka Mori, la propia Asuka Mori y la tal Ainam, que eran las dos que hasta el momento no habían hecho nada de nada extraño... Al menos todas estas personas eran relativamente normales, si es que se puede ser normal siendo Ultimates ingresados de manera forzosa en la Hope's Peak Academy. A no ser que se hubieran presentado voluntarios al secuestro. Después de lo que estaba viendo ahora, pensaba que nada podía ya sorprenderme.

Yoshida se mecía en la silla hacia delante y atrás al ritmo del yoyó mientras ordenaba sus pensamientos, se había despertado en una habitación extraña poco después de entrar a la academia; pero ¿quién puede tener tanto poder como para secuestrar a trece alumnos de secundaria a la vez y lo más importante, por qué? está claro que lo que ha ocurrido no puede ser eso, sólo alguien con inteligencia superior o más bien un paranoico severo podría pensar con lo que nos han dado hasta ahora de información, que esto es un secuestro masivo.

Él no estaba acostumbrado a pensar, así que escuchar el barullo que hacen los cuatro insufribles de turno no hace más que irritarle, se sienta correctamente y se lleva una mano a su sombrero, todavía el yoyó de su mano derecha girando bajo su palma cuando espeta:

YoYo:

*Tsk* Malditos críos, que intentéis diferenciaros y llamar la atención al resto sólo hace que demostrar lo pesado y pendencieros que sois. Esto más que una academia, parece un manicomio.

YoYo:

Será mejor que os quedéis calladitos un rato, la ceremonia de apertura debe estar por empezar, intentad comportaros como personas normales hasta entonces, o si no...

Yoshida blande su yoyó como si fuera un látigo, listo para darle a alguien con el contundente extremo.

Transtorno de identidad disociativo... Déficit de atención con una pizca de síndrome de Diógenes... - murmuraba Obinata mientras anotaba los trastornos mentales de sus los últimos dos compañeros que habían hablado. Miró ahora a los asientos vacíos, estaban tardando bastante los que faltaban por llegar, aunque quizá hacían bien en quedarse en la cama mientras los demás parecían ansiosos por enemistarse con la mayor cantidad de alumnos posibles. - Ay... La camita... ¿puedo volver? - Obinata sabía que no podía volver ya sobre sus pasos y que ninguno de sus compañeros le estaba prestando atención, por lo que quizá se sorprendieran de que lanzara esa pregunta sin venir a cuento. - Jo... - replicó, en su conversación que solo él podía oír, preguntándose porque tenía que hacerle caso en todo lo que esa voz le dictaba hacer, sentir o pensar, en vez de irse a la cama a dormir.

Rápidamente abandonó este sentimiento y lanzó una pregunta al aire - ¿Alguien sabe cuando va a comenzar esto exactamente? La verdad es que llevamos ya un buen tiempo esperando y el oso monoso que salió por las pantallas parecía tener cierta urgencia en hacer que viniéramos aquí. - se rascó la barbilla y miró al techo, pensativo.

Natsuki torció el morro poco convencida. Estaba bastante segura de que eñ chico había dicho obesa, pero la chica dulce del perrito (a la que le dedicó una sonrisa) había reforzado que ella había oído mal, así que se disculpó.

Mmmm... quuzás te oí mal. Y la verdad es que ahora no recuerdo haber oído tu nombre - Y era cierto, aunque él ya lo hubiera dicho - Discúlpame, Boy-san - Le dijo inclinándose en la tradicional reverencia de disculpa.

Después el mismo Obinata dijo algo interesante.

Tienes razón. Quizás está esperando a que nos juntemos todos aquí. Las 16 sillas. Podríamos ir todos juntos a buscar a los que faltan por llegar y así animarlws a salir de sus camas. ¿Qué opináis?

El entusiasmo de Anata-san por los tés se hizo evidente desde el momento en el que la palabra llegó a a sus oídos. Con delicada exactitud, nos hizo una introducción a su persona y al aromático mundo de los tés. 

- Será un placer degustar tus deliciosos tés, Anata-san, tenemos suerte de contar con una profesional como tu aquí - le respondí sonriéndole amistosamente - el té de frutos rojos de Malasia suena muy bien.

Un chico con extrañas ideas se puso a mi lado preguntándome si tenía algún trastorno. El muchacho era realmente grosero, hacer esa clase de comentarios, especialmente si no nos conocíamos, era una absoluta falta de educación. Sin embargo, decidí ignorarlo.

- Por supuesto que puedes acompañarnos, cuanta más gente mejor - le lancé una sonrisa extremadamente afable acompañado de una mirada fija que no tenía nada de afable - le pediré a Anata-san una infusión de Valeriana muy cargada para ti, aderezada con un poco de adormidera y algo de cicuta.

Después, mi mirada volvió a brillar con el brillo amable que la caracterizaba. Me abaniqué un poco mirando alrededor. El peluche de la pantalla no asomaba por ninguna parte. ¿Sería alguna especie de mascota?

- Supongo que empezará cuando el resto de nuestros compañeros tengan la bondad de presentarse en el gimnasio. No sé si deberíamos ir a buscarlos, Mei, pero tal vez sea lo más rápido.

Algo le decía a Obinata que la sordera y el mal rollismo estaba impregnado en la mayoría de los allí presentes, por suerte la que tenía un perrito parecía normal ¡incluso le había ayudado con la gran cantidad e inverosímiles malentendidos que estaban surgiendo con el pobre Obinata!

Escuchó la propuesta de la chica con sordera selectiva - ¡Apoyo la moción Mei-san! Nada mejor para empezar el día que un montón de desconocidos aporreando la puerta de una habitación en la que no has estado en tu vida y a la cual no recuerdas haber entrado. ¡Así seguro que para la próxima no se duermen! - pero antes de partir en busca de los que se habían quedado rezagados, se topó de bruces con un chico con una capucha y pintas de tener muchos más años que cualquier estudiante presente. - ¡AH! ¡Un tipo sospechoso! - dijo cayendo de bruces al suelo.

Con un sereno suspiro, alisé las arrugas de mi kimono y me puse en pie. Parecía que íbamos a ir de excursión, era una pena no tener una caja de dulces para picar por el camino, hacía tiempo de mi última taza de té y empezaba a echar de menos un poco de tranquilidad.

- Vayamos pues... - me quedé callada cuando el ruidoso chico llamó la atención de los demás sobre un nuevo alumno. Desde detrás del abanico observé al silencioso recién llegado.

Si, creo que es buena idea ir a ver por qué tardan tanto... Miro a mi alrededor para ver cuantos deciden acompañarnos mientras me dirijo hacia puerta, pero al parecer alguien había llegado, escuché un tropiezo, seguido de una acusación y por último un golpe de caída, no veía entre la gente así que me apresuré hacia la puerta para ver mejor.

"Adelante, id, id. Id de excursión a despertar a todos los demás, todos juntitos. Yo paso." deseché participar en la idea con un ademán de la mano. Si querían ir todos de excursión escolar cogidos de la mano cantando canciones yendo a despertar a los compañeros como una comunidad religiosa, que lo hicieran si querían. "Yo por mi parte voy a hacer algo más productivo, como buscar una salida." De brazos cruzados me encaminé a la salida del gimnasio, pasando por al lado del recién llegado encapuchado. Salir del circo de locos era un buen comienzo. Antes de que el pobretón del yoyó nos empezara a fustigar con el juguetito de marras.

Antes de que nadie pudiera dar un paso fuera de la estancia, las puertas se vuelven abrir para dejar paso a dos compañeros más, y según vuestros cálculos, con estos hacen 16 alumnos secuestrados, equiparándolos con la cantidad de sillas que hay a vuestra disposición en el gimnasio frente al atril.