Verticorda comenzó a procesar datos en el terminal de acceso. Estuvo durante un rato- Los almacenes que hay no ponen que tengan armas. Pueden que tengan alguna, pero no puedo asegurar el estado de las armas o municiones al haber estado expuestas durante tantos años a la morfología xeno tiránida. Están junto a los garajes de los vehículos, en el departamento del nivel -17. Casi veinte plantas bajo nosotros.
Siguió tecleando un rato y contestó a Nathaniel- El nivel de potencia de las defensas es casi igual que la de algunas lanzas pequeñas de las naves de ataque de la armada imperial -paró un momento y alzó la vista- si se activan en una sala solo la estructura permanecerá de pie, todo lo demás, biología, terminales, munición, armas, vehículos... todo será purgado.
-...-Apoyó la punta de la espada en el suelo y se dobló sobre ella apretando los dientes con fuerza. Inspiró hondo ignorando el sabor a óxido en la boca y se enderezó.
-El hermano Godsmote requiere de su atención, apotecario Diomedes- dijo en un susurro áspero. Primero los supervivientes tanto del grupo del tecnomarine como su escolta.
Ni una sola palabra sobre lo ocurrido.
El mensaje fue claro, conciso y dejaba claro que cualquiera que hiciera una mala referencia a la desaparición del navegante o de los otros dos escoltas que faltaban acabaría como ellos. No por estar herida se iba a permitir el lujo de que pusieran en duda su fortaleza y volvieran los pensamientos jocosos sobre si un hombre lo habría hecho mejor.
El Emperador sabía que ese bastardo habría caído bajo su espada de no haber sido por esos escudos que habían resistido por poco.
El Emperador sabía cuál había sido la debilidad que casi le costó la vida.
-¿situación?- dijo al tecnomarine con la tensión de quien soporta el dolor pero también con la autoridad que le confería la Inquisición.
Septimus tomó unos instantes para recuperar el aliento, sintiendo aún el dolor de sus propias heridas, y la desagradable sensación de los agujeros creados por los xenos en las articulaciones de las rodillas de su servoarmadura. Parecía que todas ellas iban a necesitar reparación. Sin embargo, un rápido vistazo le bastó para comprobar que no era, ni de lejos, el que había acabado peor de los marines allí reunidos. Las palabras de la inquisidora le llegaron, y el apotecario se vio en la tesitura de responder aplazando aquello.
-En seguida, inquisidora Beryl. Antes debo revisar a los hermanos Sharaq, Eikos y Anatoli. Esas cosas xenos lograron introducirse en nuestras armaduras...-musitó el apotecario, mientras se dirigía al primero de los marines-hermano Godsmote, si está en condiciones, acompáñeme y pronto le atenderé.
Poco a poco, el apotecario fue retirando con cuidado las piezas de armadura, suturando y aplicando desinfectantes y agentes curativos para ayudar a cerrar las heridas, y volviendo a dejar la armadura en buen estado. Aunque el cansancio hacia mella, pronto pudo hacerse cargo de Sharaq, Eikos y Anatoli, los hermanos que habían permanecido allí, y de los que conocía de manera aproximada la gravedad de sus lesiones. Lo cierto es que casi era un milagro que los tres estuvieran vivos, especialmente Sharaq. Por los aullidos de dolor, cualquiera lo habría dicho hace unos segundos.
Sin embargo, a la hora de hacerse cargo del hermano Godsmote, sus dedos fueron más torpes, y soltó un pequeño reniego al romperse la sutura por tercera vez.
-Lo siento, hermano Godsmote, creo que como siga acabaré haciendo un destrozo.
Motivo: Medicae Sharaq
Tirada: 1d100
Dificultad: 66-
Resultado: 29 (Exito)
Motivo: Medicae Eikos
Tirada: 1d100
Dificultad: 66-
Resultado: 11 (Exito)
Motivo: Medicae Anatoli
Tirada: 1d100
Dificultad: 66-
Resultado: 34 (Exito)
Motivo: Medicae Godsmote
Tirada: 1d100
Dificultad: 66-
Resultado: 74 (Fracaso)
+20 Narthecium, -10 por la armadura.
Tenía que fallar justo el de la inquisidora...
Cuadno el tecnomarine vió a las dus últimas naves siendo derribadas por las defensas anti-aéreas de la forja, se sintió aliviado. Había conseguido abatir a la flota, pero ahora... ahora debían acabar con esos gusanos, cuando se dió la vuelta para ayudar a sus hermanos, Storm divisó por primera vez al equipo de la Inquisidora mientras veía como los asquerosos gusanos huían de repente. El rápido análisis de la situación, le permitió observar cómo algunos de los hermanos que la habían acompañado no estaban y se pregunto a que clase de peligros se había tenido que enfrentar, y si todos hubiesen sobrevivido si se hubiesen percatado antes del Líctor que les pilló por sorpresa.
Leah le sacó de sus pensamientos cuando pidió al tecnomarine el informe. El informe! Debía comunicarlo de inmediato a todas las unidades, así que activó su comunicador, y mirando hacia la Inquisidora, comunicó a todas las unidades el estado.
- A todas las unidades, aquí el tecnomarine Jean Storm. Procedo con el informe de la situación. Flota aérea Xenos completamente derribada. Fuerzas terrestres xenos dispersándose. Defensas de la forja activadas.
Cuando acabó con el breve informe, Jean sonrió a todos los hermanos.
- Este es un glorioso día para y gracias a nuestro Omnissiah!
Con las respuestas del tecnomarine, Phalanax tomó rápidamente la decisión:
- Nos reagruparemos pues con el resto de escuadras, la munición es secundaria y llegaremos sin problemas con las defensas de la forja activadas. Si os quedais sin munición no os arriesgueis, defended a los compañeros que estén en apuros y ocupaos de vuestra seguridad.
Y levantando el dedo índice de la mano y haciéndolo girar en el aire formando un círculo paralelo al suelo, ordenó a su escuadra que se reagrupara y marchara hacia las coordenadas establecidas, siempre en formación de combate por si aparecían enemigos insospechados.
Nathaniel asintió a las órdenes e instrucciones del Sargento.
La verdad no le gustaba desprenderse de su arma en caso de ser necesario, había comenzado a cogerle cariño aunque sabía que los Astartes portaban armas de mayor destrucción y potencia, estaba más que dispuesto a adquirir alguna de estas en otros momentos.
A pesar de ello mantuvo su posición y obedeciendo tomo su posición en el círculo defensivo mientras avanzaban presto a reunirse con los demás.
La megafonía de Mons Zilos chirrió un momento, tras el cual se escuchó la voz de la Oficial de Enlace que se os había asignado.
-Recibido, hermano tecnomarine Storm, y mis más sinceras felicitaciones para todos los supervivientes de la misión -dijo la voz femenina con un gran tono de alegría y relax, como si la pesadilla burocrática y de comunicaciones en la que se había visto envuelta hubiera terminado- Mandamos las thunderhawks acompañadas de unas naves de desembarco de los Skitariis, los que consolidarán su posición mientras ustedes vuelven a la base. Llegarán en cuarenta y siete minutos exactos, el punto de extracción será -se hizo el silencio unos segundos- dos lanzaderas en la parte superior de la Forja y otras dos en la parte inferior.
Tras eso la comunicación se cortó, pues debería de transmitir las órdenes de despliegue y recogida a las lanzaderas.
Tras unos cuantos minutos, los astartes caminaron usando los mapas para llegar al punto de extracción, la escuadra de Phalanax y Nathaniel por la parte inferior, lugar donde habían desembarcado ellos, y la de Septimus, Leah y Storm en la parte superior.
El exterior era algo salido del infierno. Un olor a plasma recalentado inundaba el aire, acompañado por el olor dulzón de la sangre xeno vaporizada y quemada. Hacia el oeste y el suroeste se podían ver grandes columnas de humo negroverdoso alzándose, contrastando sobre el cielo anaranjado que delataba los incendios que tenía que haber en el exterior. Fuera lo que fuera que había ocurrido allí, había sido una batalla de dimensiones catastróficas.
Se encontraron con el resto de las escuadras que habían asaltado Mons Zilos, las cuales estaban bastante llenas de arañados y de porquería xeno. La Segunda Escuadra, la del Jefe Lucien, habían sufrido un par de bajas y tenían tres heridos graves, la Tercera Escuadra, la del Jefe Evexian, habían sufrido un buen castigo y solo salieron cuatro astartes, no había rastro del Jefe y parecían bastante paranóicos, pues cuando se cruzaron con sus compañeros de la Cuarta Escuadra, alzaron los bolters hacia ellos- Hemos tenido que dejar a los caídos en una sala segura, espero que puedan recuperar su semilla -dijo uno de ellos a Phalanax.
En la parte superior salieron de nuevo los miembros de la escuadra de asalto, seis solamente, los cuales tenían la armadura llena de arañazos, rotas y muchos con los cascos casi partidos bajo el brazo o en el cinto- Había un nido de Mantifex ahí dentro, ¿sabéis? -dijo Amlhodi a Jean y compañía.
Las lanzaderas llegaron, bastante más despacio que en el inicio del asalto. Se las veía dañadas, incluso una parecía funcionar solo con la mitad de los motores y se ladeaba ligeramente, pero volaba. Eran acompañados por unas aeronaves de la clase anvus, que parecían ladrillos voladores, de las cuales salieron skitariis en grandes cantidades, sin esperar a hacer nada, salieron, más máquinas que hombres, pero con máscaras de gas y equipos antitoxinas, pues la infantería se había quedado aislada por esa causa antes.
Las escuadras de astartes fueron subiendo poco a poco a las lanzaderas, las cuales pusieron rumbo de nuevo hacia el lugar de donde provenían.
Fin de la Escena