Partida Rol por web

Llegué corriendo al aula de pociones y dándo gracias de que estuviera tan cerca de las habitaciones de mi casa, pero que la puerta ya estuviera cerrada no presagiaba nada bueno. Aún así entré con un vendaval quedando algo sorprendida por descubrir que todos los presentes parecían mayores, seguramente por que el profesor Cain estaría enseñándoles la poción envejecedora, por lo que me puse manos a ella con celeridad.

- Siento el retraso profesor, la poción envejecedora ¿cierto? Me pongo a ello.

Declaro a toda velocidad colocando mi caldero en un lugar vacío y poniéndome a preparar los ingredientes. Era una suerte que ya supiera cómo se hacía desde el año anterior.

Al llegar al aula, lo primero que notas es que está completamente oscura.

Llega tarde señorita, bueno no importa, ubíquese frente a su caldero y póngase a trabajar de inmediato, el veritaserum es una poción de lo más complicada,  pero si lo consigue, le aseguro que brillará en los TIMOS.

Una vez dicho esto Cain sigue realizando anotaciones en la pizarra y los mecheros se encienden por sí solos, dejando el aula en penumbras.

Lo primero que notas es que los ocupantes del aula se veían más altos de lo que recordabas, pero cada quien a lo suyo, midiendo, clasificando y mezclando.

¿¡Veritaserum!?

Me pregunté extrañada porque Cain nos pidiera una poción tan complicada, la cual ni siquiera aparecía en nestro libro de pociones, pero quizás la hubiera explicado antes de que llegara y me vi obligada a prepararla con lo que me acordaba de cuanto la miré en el libro de Slytherin el curso pasado. De todos modos no las tenía todas conmigo, pues me había hecho a la idea de la envejedora, así que fui preparando los ingredientes según recordaba, omitiendo el veneno no fuera a meter la pata en algún momento, luego llegó la hora de mezclarlos y mi poción empezó a pitar sin que siquiera usara un ¡alambique!, por lo que directamente apagué el fuego para evitar males mayores, aunque ni con esas y el caldero no sólo continuó pitando, sino que también comenzó a temblar peligrosamente.

- ¡Evanesco!

Pronuncié con urgencia para evitar males mayores, consiguiendo esfumar la poción... y el caldero que la contenía.

- Lo siento profesor. La tengo cruzada desde el registro de animagos.

Vuelvo a disculparme intentando asumir el cero que me llegaría en pociones. Iba a ser algo difícil con lo que lidiar.

Buen trabajo chicos, la clase ha terminado por favor tapen bien sus calderos que la próxima semana seguimos con esto. 

voy a encender las luces en uno tres minutos y no quiero que las pociones se estropeen. - dice el profesor mientras saca su varita.

Cuando las luces se encienden, lo primero que Hellen nota es que ninguno de sus compañeros está presente, lo que llama la atención tanto de la Slytherin, como de los alumnos de cuarto año.

Señorita Greystoke ¿Sería usted tan amable de indicarnos, qué es lo que está haciendo en esta haciendo aquí? Y ¿Por qué creyó que sería buena idea colarse a la clase de pociones de cuarto curso? - pregunta el profesor con seriedad.

¿Qué demonios?

La pregunta me salió del alma en cuanto el profesor encendió las luces y pude comprobar que no estaba ninguno de mis compañeros, más aún cuando el profesor se dirigió a mí.

- Nosotros tenemos clase de pociones los jueves por la tarde... - respondo dudando de mi propia versión a raíz de los hechos - Yo no me he colado en ningún lado. ¡Si hasta vine corriendo porque llegaba tarde!

Replico convencida de que tenían que haberme puesto algún tipo de trampa, sólo que no sabía dónde, porque había pasado la mañana en la biblioteca después de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Ya veo. - responde el profesor mientras se cruza de brazos.

Muy bien jóvenes, la clase ha terminado, todo, excepto la señorita Greystoke, recojan sus cosas y directo a sus salas comunes. - dice el docente mientras empieza a mezclar algo en un pequeño mortero sobre su escritorio.

Una vez a solas, Cain vierte el contenido del mortero en un vaso.

Bebe esto, te ayudará a despejar la mente y ordenar tus ideas. Por cierto, acabas de saltarte la clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas, iban a ver los mooncalf. - comenta Cain con tranquilidad.

Recojo mis cosas, aún bastante perdida, para después cumplir con el requerimiento del profesor y recoger el vaso que me ofrece.

- Pero si esta mañana hemos estado estudiando los gnomos de jardín. ¿Sabía que lo que viven cerca de las montañas acostumbraban a chirriar los dientes las noches de luna nueva?

Le informo totalmente convencida antes de beber el contenido del baso y tornar mi expresión a una mucho más alarmada.

- ¡DEMONIOS!

Chillo antes de transformarme y salir corriendo a la clase del profesor Hagrid. Con suerte llegaría a tiempo de disculparme, aunque no supiera exactamente por qué.

Buenas tardes jóvenes, el dia de hoy les tengo preparado algo muy especial. Es algo que viene en los TIMOS, me refiero al filtro de protección contra el fuego.

Como ya habrán notado, entre los ingredientes hay dos plumas de fénix y una pequeña caja que contiene roca basaltica, especialmente tratada para esta poción, por lo que no debe tocarla sin sus guantes protectores.

Esa roca tiene un recubrimiento de aceite de llama viva, lo que ha revivido el magma en su interior, por lo que será el último ingrediente que agregaremos.

Ahora presten atención, pues en este filtro, las proporciones de los ingredientes son muy importantes, un error y todo su trabajo no servirá para nada.

Lo más complicado de la preparación de este filtro, es que el color no es un indicativo del éxito o fracaso del mismo, pues una vez agregada la roca basáltica, la preparación se tornará color sangre.

Muy bien, en la pizarra está la fórmula, procedan con precaución. - dice Cain con seriedad.

Extrañamente no estaba centrada en el libro de ingredientes en el aula, sino que de verdad prestaba atención a la clase e incluso tomaba notas en un pergamino que luego contrastaba con las especificaciones de mi libro de pociones, el cual era realmente antiguo y voluminoso, posiblemente único en su género. Incluso descubrí algunas cosas anotaciones interesantes que me hicieron empezar algo tarde, aunque tampoco parecieron afectar mi habilidad para preparar la poción.

La poción descrita por el profesor usaba la variante de las plumas de fenix, pero esta poción también podía crearse con sangre de salamandra y era esa en la que me había entretenido, aunque seguro que preferiría que usara la descrita, de ahí que primero airara individualmente cada plumas y captara su aroma. Había descubierto que entender plenamente cómo era cada ingrediente, me resultaba mucho más fácil a la hora de utlizarlo para crear la poción, y así fui comprobando cada uno, preparándolos, introduciéndolos en el caldero y, finalmente, cuando iba a llegar el momento clave, me enfundé los guantes y eché la piedra observando cómo la poción cambiaba a un rojo espeso.

Sobre la mesa, dos plumas de Fénix.

Ella sabe que son caras. MUY caras. Los fénix no son masivos en el mundo

"¿Sabes Allison?" le dice a la compañera de mesa "Algunos Muggles creen que los Fénix estan extintos, pero que eran unas aves reales, que se prendían fuego a si mismas para incubar sus huevos¹"
"Tiene menos sentido eso, que el pensar que es un ser mágico que resucita ¿No te parece?"

En fin... La situación es peliaguda. Ella empieza a tomar medidas, con cuidado, MUCHISIMO cuidado, a medir las porciones. Por suerte tiene un libro de pociones de buena calidad, con anotaciones, trucos y mantras para mantener la concentración.

Revisa las proporciones una, dos y hasta tres veces antes de cortar y trocear las plumas, Y luego mide con precisión -y no poca concentración y stress- cada una de las proporciones.
Cuando está segura, se pone los guantes y prueba la roca. Primero la golpea con un punzón, y al notar el calor, la desmenuza con una motosierra pequeñita para tal efecto. Y lo tira todo ahí.

Luego señala con la varita y recita el embrujo.
"Vibratus"

La poción se torna del color de la sangre, un color entre el rojo y el morado. Jackie se queda mirandola, y aunque no se le ve el rostro, su mirada fija... y algo perdida, le trae los horrendos recuerdos de la batalla. La sangre derramada de sus amigos.

Ella sigue mirando la poción.

Tras escuchar la explicación del profesor, Allison empezó a tomar apuntes, pasando la fórmula de la pizarra a un trozo de pergamino, para ir fijándose a medida que realizaba la poción. El hecho de que mencionase los TIMOS hizo que tomase conciencia de que la clase no iba a ser sencilla, por lo que tenía que poner todo su empeño en no salir por los aires.

Sobretodo si recordaba el incidente con las doxys...

No sabía muy bien por qué, pero a pesar de andar con cuidado siguiendo paso a paso lo que debía hacer, le resultó bastante complicado de lograr. E incluso estuvo a punto de echar a perder las plumas de fénix. Por suerte no había arruinado la poción, por el momento...

- La verdad es que son unas criaturas increíbles, no es de extrañar que llegasen a pensar cosas así. - comentó mientras se ponía los guantes de seguridad para llevar a cabo el último paso de la poción. - Por eso de que estallan en llamas cuando son viejitos y renacen de sus propias cenizas. Aunque nunca había oído eso que dices. - respondió, tras aquella anécdota volvió a concentrarse en su tarea. 

El profesor había sido bastante claro, tenían que manipular la roca basáltica con muchísimo cuidado, y es por ese motivo que la pelirroja se tomó su tiempo, alzando la piedra con la ayuda de sus guantes, hasta depositarla en el caldero lentamente para evitar que salpicase. - Así, despacio... Phew. - Removiendo con cuidado hasta que empezó a tomar aquel color sangre.

Si lograba que nada saliese ardiendo quizás tendría tiempo de preparar algunas pociones extra, pues hacía tiempo que quería probar aquella fórmula.

Vaya clase que les fue a tocar, la poción se veía complicada y encima iba a salir en los TIMOS. Kat sabía que Hogwarts era una escuela de alto nivel pero lo que veía aquí era exagerado. Igual no se inmuto por esto copiando la teoria asi como las indicaciones en un pergamino.

Medir los ingredientes fue fácil. Lo que si le pareció curioso fue que las plumas de Fénix fueran tan codiciadas, a Atoli se le caían un par cada vez que se esquilaba su plumaje. Ella hasta las guardaba en su cofre pues eran muy bonitas, hasta usaba la mas linda para escribir en su cómoda. Quizás podría venderlas en el pueblo cuando tocar ir de visita.

La preparación fue bien. Teniendo cuidado con administrar cada porción, con calma, mezclando despacio.

Ahora venia la parte más peligrosa, se puso los guantes protectores y tomó una roca basáltica. Como si jugara a "Operando" manipuló la roca y la depósito en la mezcla despacio. Lo había hecho bien, el sudor frío en su frente lo probaba.

Revolvió poco a poco hasta que la formula que puso carmesí. Lo había hecho y nada se había incendiado.

Freddy estaba dispuesto a demostrar, en esa clase, que no solo sabía lanzar hechizos y ser atacado por criaturas mágicas.

El comienzo podría haber ido fatal. Al medir los ingredientes creyó, por un momento, que se había equivocado en uno de ellos. Al repasar lo que había hecho comprobó que todo había ido correctamente y con un suspiro continuó, sin problema, con la preparación.

La misma no revestía, para él, ninguna dificultad. Recordaba a su madre preparando alguna poción que aliviara el dolor a su padre tras un intenso partido de Quidich y, con ese pensamiento en mente, parecía que todo avanzaba bien.

Al llegar el momento de depositar la roca no vaciló y tomándola con los guantes protectores la llevó sin miedo a su poción. Estaba seguro que, a pesar de que casi mete la pata, lo había hecho correctamente.

La siguiente clase de Bane me sorprendió realmente. Hacer una poción del nivel de los TIMOs en segundo era algo inusual, pero me llenó de orgullo que pensara que podíamos hacerlo. Mi único problema era que tenía una suerte desastrosa en la clase de pociones. A pesar de que siempre lo estudiaba con ahínco las pociones se me resistían. Por lo tanto, presté extrema atención a lo que el profesor explicaba. Tomé notas y me aseguré de que tenía todo lo que necesitaba.

Una vez que tuve todo preparado, comencé pesando los ingredientes con esmero sin pasarme un medio gramo. Seguido, preparé la poción con esmero. Mientras lo hacía miraba repetidamente a la pizarra e iba tomando apuntes de lo que hacía. Cuando el último de los ingredientes fue echado antes de la roca basáltica, tomé mis guantes y me los puse.

Respiré hondo y cogí la roca. Me daba algo de miedo manipularlo, no me apetecía hacer ninguna pifia y mucho menos terminar en la enfermería. Con mucho cuidado, agregué la roca y la poción adquirió un color rojo sangre. Asombrada, miré durante unos segundos la poción sin poder creerlo.

- Profesor, creo que lo he conseguido - dije levantando la mano.

Un filtro de protección contra el fuego, en verdad parecía algo muy útil, así que más me valía empeñarme que estropearlo olimpícamente como de costumbre en esta asignación.

Medir los ingredientes y alistar la preparación resultó ser una tarea colosal, tanto es así quebtuve que pesar los ingredientes dos veces y marcar hasta tres veces las plumas de fénix antes de hacer los cortes.

Finalmente, con todo listo, inicié el complicado trabajo de preparar el dichoso filtro, sin embargo, mientras más revolvía, más se espesaba la poción, fue en ese momento que me di cuenta que algo había fallado.

Por todos la barba de Merlín, creo que lo eché a perder. Bueno, veamos si cambia de color. - admito nervioso mientras añado la piedra, la cual se hunde muy lentamente en el caldero.

Tras revisar los trabajos de los distintos alumnos el profesor Cain empezó a colocar las notas en su registro.

Bien hecho chicos. - dijo el profesor mientras revisaba sus trabajos detenidamente. - Casi todos sus filtros son perfectos, pero incluso aquellos que fallaron, han estado muy cerca de lograrlo.

Terminamos por hoy, estas son sus evaluaciones.

Recuerden que esta poción es muy apreciada por los alquimistas pues les permite manejar elementos peligrosos sin quemarse, por eso los insto a seguir practicándola hasta lograrla.