Partida Rol por web

A Linus le sorprendió la aparición de ambos profesores, en su estado no había prestado atención a su alrededor. Viendo cómo se acercaban intentó eliminar la turbación que aún sentía y poner la cara seria a la que acostumbraba.

-No estaba haciendo nada profesora- Dijo moviendo ligeramente la manga para colocar mejor la varita que había estado a punto de usar para alejarse de lo que había pasado- Es solo la costumbre… No tenía pensado usarla- No le tembló la voz al mentir. Le había trastocado tanto lo que había pasado que en ese momento tenía intención de usar la legeremancia para abstraerse. Por suerte Anne le había encontrado antes- No profesor, nada extraño, solo un pequeño malentendido- No sabía si esta vez era mentira o no, pero prefería no preocupar a los profesores.

Echó una última mirada a la carpa de la adivina. Parecía que no iba a tener tiempo de averiguar que narices había sido lo que había ocurrido con la visión de Anne. Miró a los ojos de esta última y sonrió, más calmado y con sinceridad, asintiendo a sus palabras.

-Tranquila, no hay prisa- Se dejó guiar por ella, que ya cogía su mano, devolviéndole a la realidad. Poco importaban ya sus dudas, si es que acaso las tenía, pues habían quedado reducidas a la nada.

Corretada para arriba. Corretada para abajo.

Por unos momentos creí que me había mareado. Pero como no sentía nada aparte del miedo anulándome por completo (a causa de no ayudar a los heridos y tener prohibida la magia, en general), pues tampoco había mucho más que pudiera hacer o decir. Al menos hasta que apareció. Con un brillo único. Especial en su totalidad.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡LAMOTOSSIERRRA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Como bien dijo Sándor, activándome las ganas de retroceder en el tiempo y haber salido corriendo con mi peluche tras verlo acercarse proponiéndome entrar a la mansión del terror.

Por mi cabeza, en los pensamientos, me vi en el suelo, arrastrada por Randall para conseguir salir de la atracción. Aunque no era realidad, ya que la adrenalina me hizo quedarme dignamente de pie, como una estatua. Los dedos de Lestrange no sabía si me cogían la mano o me movía yo misma por inercia. Aunque lo que sí estaba claro, era que Buzánszky valía para doblar al mismísimo correcaminos.

Casi besé el suelo al lograr salir (imaginariamente).

Con un vistazo a mi cerdita comprobé que todo estaba bien. Sin embargo, el ¿auror? ¿Se reía? No lo entendí. ¿Acaso estaba mal? Lo miré casi sin parpadear y con los ojos como platos. Era una persona curiosa. Me intrigó. 

Por acto reflejo, esbocé una forzada risa y desvié la mirada, ya que al fondo logré ver a varios alumnos yendo hacia el punto de encuentro –creo que debemos irnos- comenté en un breve hilo de voz. Disponiéndome a recomponerme para andar.  Y es que ¿Cómo podían los muggles disfrutar con las deformidades y el dolor?

Las dudas las tenía, pero una nueva calma me reconfortó: ¿acaso ya no estaba tan sola en el mundo?, me pregunté mirando el peluche.

Los distintos grupos que se habían formado se reunieron tal y cómo se había estipulado. Al parecer no hubo unos retrasos excesivos y, por suerte, habíais pasado en mayor o menor medida desapercibidos.

Fin de enero