Partida Rol por web

Mientras paseaba por los pasillos, Ulfric prefirió, dado que no tenía clase hasta media mañana, ir en dirección a su despacho pero hacerlo dando algún rodeo. Llevaba una sonrisa algo diferente en su cara, y se iba parando a saludar a los demás profesores que estaban, justo antes de sus clases. 

Por medio de su camino, penso un momento en el dessayuno, la cara adusta y seria de la directora, el hermoso vestido de Agatha, los detalles que ella llevaba... La había saludado con alegría, y habían charlado como muchas otras veces en los desayunos. Luego, cada uno había ido a hacer su trabajo, aunque saludándose amablemente. 

Se acercó al despacho de su compañero Rusev, y estuvo tentado de entrar. Tenía algunos planes y detalles que comentarle de su común investigación, pero sin embargo, dudó. No sabría si tendría tiempo antes de su clase, así que prefirió no hacerlo. Quizás, lo dejaría para el día siguiente, así que se dirigió de nuevo hacia su despacho. 

Tras bajar de la torre, habiendo enviado las cartas, recibió en el puente una carta anónima de una lechuza torpe o beoda. A juzgar por la familiaridad, debía ser alguien a quien conocía personalmente, seguramente alguien que le habría visto allí mismo hace un rato, de ahí que ni siquiera se hubiese molestado en cerrar el sobre. ¿Querría la consentida hija del jefe importunarle con pesquisas? ¿Sería la profe de herbología, con ganas de mandanga? ¿Podría ser otra persona aún más interesante? Si había algo que gustase especialmente a Buzánszky eran los misterios, sobretodo los de fácil resolución, así que decidió bajar inmediatamente al lago. 

Tras la mañana, sus dos clases, en las cuáles había trasladado a sus alumnos mayores a una tumba hindú, y a los más pequeños les había dejado jugar con un escarabajo momia algo rebelde, comió apresuradamente, y se dirigió a su habitación, donde se preparó más que de costumbre. Tras ello, se le vio por los pasillos, con un andar decidido, y una caja bajo el brazo. Llevaba de nuevo la flor blanca en la solapa. Serían pasadas las 4 y cuarto. 

Cuando llegó a la puerta del despacho de Agatha, con algo de adelanto respecto a la hora fijada, Ulfric se dispuso a esperar con la caja en mano, y eso no le hacía estar cómodo, así que esperó dando incómodas vueltas por el pasillo, recordando la última vez que había salido de aquel despacho, mientras terminaba saludando a los esporádicos alumnos que por allí estaban aún, y esperando a que el reloj diera la hora exacta en la que él había quedado con la profesora Presley. 

Sonando los primeros toques de la hora convenida, las 4.30, el subdirector tocó a la puerta (ya no se le ocurría entrar si llamar), y esperó a que ella le diese paso para entrar. Entonces, la saludó con amabilidad, y le sonrió, sin mencionar el incidente aquel, y le ofreció la pequeña caja que tenía en su mano, con una sonrisa: 

- Buenas tardes, profesora... eh, perdón, Agatha, hola. A veces me puede el formalismo, perdón. Estás preciosa. No, no, -dijo, negando con la cabeza- no es palabrería ni palabras de cortesía. Estas hermosa. Permíteme que te haya traído un detalle. Perdona... de nuevo el formalismo. Son unos pocos bombones, nada, una especialidad de Babiera, allí en Alemania, creo que no los habrás probado. Si quieres, los llevamos para el té. O café. Llevan una nota dentro, por cierto. - Dijo, con algo de azoramiento, pero sin perder la sonrisa. 

Esperó a que ella respondiese y hablase con él, y le prestó mucha atención, y acabado ese momento, le ofreció ir a dónde había reservado. Una hermosa cafetería muggle en el pueblo muggle más cercano, a apenas un par de millas de Hogsmeade. - Vamos, cuando estés lista.  

Mientras se iba acercando la hora, comencé a sentirme un poco nerviosa sin que hubiera aparentemente una razón lógica. Si la había, claro, pero me negaba a aceptar que estuviera nervosa por salir con Ulfric a tomar un té. En San Valentín. No, no tenía por qué ponerme nerviosa. Pero claro, no importa cuando te repitas unas cosas, a veces al corazón le da por hacer lo que le da la gana. Y por eso sentí que saltaba cuando escuché los golpes en la puerta. Me llevé la mano al cabello, reacomodándolo un poco aunque mis rizos tendían a ser traviesos en ese sentido.

-Hola Ulfric.- Saludé con una sonrisa al abrir la puerta. Bajé los ojos con timidez ante su halago. -Gracias, también estás muy guapo.- Extendí la mano y le acomodé un poco mejor la flor en su solapa. -Definitivamente no los he probado.- Dije riendo cuando mencionó los bombones. Sonaban exóticos, y no pude resistir la tentación de abrir la caja para verlos, y buscar la mencionada nota. Al ver de que se trataba, comencé a reír otra vez. -¿Así que ya escogiste fecha? Me encanta, gracias.- Dije.

Me apoyé en su brazo, recordando nuestro paseo en Hyde Park, e intentando no sonrojarme, avancé a su lado hacia fuera del castillo, de camino al sitio elegido. -¿No Hogsmeade, entonces? Parece que comienza a gustarte un poco más el mundo no-mag... Espero eso no te traiga problemas con tu elegante familia de muchas generaciones de magos.- Sonreí y le hice un guiño.

Con la cabeza agachada y de pie, ya que iba a marcharme hacia mi sala de Hufflepuff, noté una sombra justo delante de mí; una sombra con la que casi me choqué.

Mis ojos fueron subiendo poco a poco. Desde los pies hasta la cabeza. No podía creerlo. Randall, con una cajita y… en traje. Oh no, y tú con estas pintas Cliodna: en jersey y peinada a medias. Ojalá pudiese cambiarme la ropa con un simple bibidi babidi bu. Bueno, disimula, sonríe. No, tanto no. Espera, te has pasado, un poco más –ho…la- "muy bien", con seguridad.

La rana de chocolate que había cogido saltó delante de nosotros. Se fue hacia un mundo mejor, seguro. Mis mejillas se enrojecieron y desvié la mirada rápidamente hacia el paquete que yo llevaba. Hasta que unas patitas comenzaron a moverse en el regalo de Lestrange.

¿Qué era aquello? ¿Una broma con fuegos artificiales? ¿Muchas ranas de chocolate? -¿Para mí?- expresé con un, ya no tono sonrojado, sino un rojo intenso similar a una quemadura de la playa a 40 grados centígrados –Yo… también tengo esto para ti- mi corazón se despidió saludando con la mano. Salió de mi pecho. Pues si hubiera bombeado más sangre habría muerto –No es nada, es un detalle, una cosa que no sé si te va a gustar es…- infantil, como yo –toma.

Terminé diciendo con un temblor en las manos que hizo que se me escurriera _{(el regalo)} y tuviera que cogerlo casi al vuelo. Sonreí con nerviosismo. Mentía, no podía dejar de sonreír, porque no sabía qué hacer. Si no me muevo no me ve. Pensé.

Era la primera vez que me ocurría algo así. Normalmente, las sorpresas las asociaba a mis cumpleaños, donde las celebraciones eran sencillas. Estilo bella durmiente o…Heidi. Corría por el campo, jugaba a creerme una exploradora y, curaba a bichitos o a mis muñecas de las manchas que les pintaba. No había sido alguien que tuviese muchas cosas, pero las apreciaba todas, hasta las abrazaba. Adoraba mi vida. Aunque echase en falta a mi padre.

¿Qué se hacía en esos casos? ¿Había normas estrictas, un libro con información? ese acto del Slytherin estaba siendo extraño. Mamá, ayúdame. Me dije. Nadie había tenido un gesto así, conmigo. Entre abrí los labios para decir algo más, pero me callé. No debía contarle nada de eso a él.

Extendí los brazos, con el mismo movimiento nervioso del principio. No podía dejar de apretar mi caja. Si hubiera sido una bomba, hubiera puesto la cara para que me explotara. Qué vergüenza. Debería estar arrepintiéndose de estar allí, Randall, justo enfrente, perdiendo el tiempo conmigo. Estaba convencida de que yo sería -por los eones de los eones- la más desastrosa de todas las amigas a las que le hubiera tenido un detalle.  

Cuando llegaste al lago vislumbraste una sombra femenina que ni conocías, ni te sonaba de vista. Era una mujer con muchos abalorios, de pelo corto, castaño oscuro, grandes ojos muy maquillados, labios rojos y, unos ropajes extraños (con estampados de flores y una especie de corsé en verde).

Una vez que ella notó tu cercanía, se giró con las manos entrelazadas en su regazo –Hola, Sándor- comenzó hablando con un tono seco y firme –Sé que no me conoces, pero para alguien con ese espíritu de Sherlock Holmes, no podía tener otra presentación.

Avanzó unos pocos pasos y desvió la mirada hacia el lago con una sonrisa fría –me han pedido ayuda en el ministerio. El motivo era estrictamente: unos asuntillos para el torneo que tienen en mente- volvió a fijarse en ti descruzando los dedos. Llenos de enormes anillos, por cierto.

-Me imagino que ambos tendremos que resguardar la seguridad de esos estudiantes. O si no, el ministerio no tendría por qué haberme dado tu nombre.

Tras recibir un par de lechuzas de Africa que terminaron por alegrarme la mañana, acudi a clase más por cumplimiento que por verdadera necesidad, pues lo que realmente quería aprender, no formaba parte de la curricula de Hogwarts.

Luego de clase decidí dar un paseo por el linde del bosque prohibido para revisar alguno de los viejos diarios de mi hermano.

Sabía perfectamente que Lauren y Sandor no resolverían este entuerto pues sus métodos eran muy pacíficos, así que empecé a buscar por mi cuenta cualquier información que me condujera a algún posible sospechoso.

Por fortuna, los archivos del Ministerio eran públicos, así que bastaba con una carta solicitando información sobre los licanos registrados y la respuesta no tardó en llegar, hallé a dos cerca a Hogsmeade sólo tenía que volar hasta allí, quebrar un par de huesos y obtendría lo que quería, verdadera justicia.

Sangre por sangre, ese era mi lema sólo esperaba que Sandor no estuviera atento a mis movimientos.

Ulfric se dejó arreglar la flor en la solapa, y ofreciendo el brazo a Agatha, le respondió. 
- Pensé que te gustaría, así que me pareció un día adecuado para ofrecerte la salida a Escocia. La verdad, el mundo muggle, digo, no-maj, es interesante. Y siempre es una buena razón para preguntarte cosas. - Luego, ante la mención de su primo en Alemania, se encogió de hombro, perdiendo un poco su sempiterna sonrisa. - No creo que importe, pero creo que sabría responderle. La verdad, eso no es importante. Esto si lo es... - Dijo, mientras señalaba la flor que llevaba, y luego, señalaba la salida. 

Salieron del castillo, y pasearon hacia la salida de los terrenos de Hogwarts, para poder desaparecerse, y allí, Ulfric hizo los honores, y los trasladó al pueblo que le indicó. En primer lugar, era un pequeño pueblo, con todo el encanto de la antigua Inglaterra, con calles encantadoramente llenas de plantas, de flores, junto con casas encaladas en blanco. Ulfric, callado, la invitó a pasear. Aquellos pueblos eran siempre hermosos, y algunos se habían mantenido como en tiempos antiguos, así que Agatha podría disfrutar de ello, ya que había visto poco de esa parte del país. 

Al rato, preguntó: - ¿Te está gustando? Estos pueblos siempre me recuerdan a la infancia, y además, me gusta pasear callado por ellos, me parece volver al pasado, a épocas antiguas. Fíjate en esa iglesia, que estilo arquitectónico más hermoso, y esas casas, que hablan de todas las gentes que han vivido ahí... - Le comentó dos o tres cosas, sobre la plaza, las calles, y entonces, le indicó hacia una calle lateral, cerca de un parque: - Creo que te gustará tomar algo ahí, donde había pensado. Se que hace aún algo de frío, pero me he tomado la libertad de reservar fuera, y hace un tiempo medianamente aceptable. Y además, siempre podría hacer algún hechizo para que no esté frío.

Preguntó a unos de los camareros dónde sentarse, y la ayudó a sentarse en una de las mesas, y preguntó rápidamente -¿Tienes deseo de algo en especial o preguntamos qué tienen?

Bajé la mirada apenada al ver como su sonrisa mermaba. Oh... Lo cierto era que no había pensado en que quizás Ulfric tuviera que cumplir un compromiso como hijo de magos. ¿Quizás estuviera prometido a alguien? De ser así, sin embargo, no estaríamos en este juego de cortejo que habíamos empezado. Suspiré muy por lo bajo, antes de recuperar mi sonrisa. Supongo que era algo que podríamos hablar en algún momento...

Me sentí levemente cohibida por recorrer parte del castillo y luego el terreno del brazo de Ulfric, sólo unos instantes, antes de decidir que la verdad no importaba lo que pensaran los demás, o que se hicieran los dramas que quisieran en su cabeza. Mi intención era pasar una tarde agradable con él, y al diablo lo que el resto pudiera chismear. Abrí mis ojos con sorpresa al ver el lugar al que habíamos aparecido. -¡Oh, que bonito es esto!- Parecía una postal, con el verdor y color de las flores y la vegetación mezclándose con las estructuras de las edificaciones. Atendí a los comentarios de Ulfric con una sonrisa, disfrutando simplemente del paseo y deleitándome con el ambiente, sin que me molestara nuestros momentos de silencio. -Me está gustando mucho, si. Muchas gracias.- Sonreí al subdirector, manteniendo mi brazo en el suyo.

Nos acercamos al pequeño local que había comentado, y dejé la caja que me había entregado en la mesa. -Pues sorprendeme. No tengo antoji especialmente de nada... Aunque si no hay problema, sí que quiero probar uno de los bombones.- Admití, abriendo la cajita y sacando un chocolate redondeado. Dudé en si debía morderlo o comérmelo completo, y me decidí por la segunda opción. El sabor del chocolate me sorprendió y me encantó de inmediato. -Que delicia...- Murmuré cubriendome los labios con la mano. Lo miré un momento, bromista. -¿No les habrás puesto amortentia, no?- Dije, divertida.

Sándor salió del castillo. De la misma manera, Altair se fue hacia el bosque prohibido y, tanto Agatha como Ulfric, decidieron pasar lo que les quedaba de día en un lugar diferente, es decir, que se marcharon de Hogwarts también.

Ver a aquella extraña mujer esperándole intrigó a Buzánszky, quien miró a su alrededor con cautela. Llegó frente a la mujer y ésta comenzó a hablar. No dijo una palabra hasta que terminó. Entonces apartó el cigarro de sus labios y, tras exhalar un buen chorro de humo...

-¿Quién es usted? - preguntó con fría impaciencia. No tenía ganas de juegos que no fueran un flirteo. 

-Si insiste en sus misterios, me marcharé.

La verdad, excepto la mención a su familia, todo a Ulfric le estaba saliendo bastante hermoso. Y no es que lo de su familia fuese algo malo, si no que sencillamente Agatha había torcido la mirada ligeramente cuando lo había mencionado, pero no había nada de que preocuparse, pensaba el. ¿O que sería lo que pensaba la profesora? En cualquier caso, el paseo, el ir del brazo... A ella le estaba haciendo sonreír. Así que por lo menos eso le estaba saliendo bien. 

Como Agatha no dio señales de querer nada concreto , Ulfric pidió la carta, pero se atrevió a sugerirle algo a su acompañante: -​​​​​​-Aqui tienen un te blanco muy bueno, y luego, tienen variedades exóticas. -Dijo, mientras le señalaba las opciones en la carta, y no le dijo más. Cogió un bombón, le dio vueltas, y se puso a contestar a la ocurrencia : -Bueno, quien sabe si tienen amortentia, y por ejemplo yo me tomo este, que es de los que no tienen para disimular... No no, es broma, no llevan nada. Un poco de cariño y buena intención, nada más... -dijo, riéndose un poco. Jamás se le ocurriría hacer algo así. 

Reí al verlo seguirme el juego. Confiaba en verdad que no les hubiera puesto nada, pero aquella había sido una broma tan practicada en los años escolares durante este día en específico que me había parecido divertida. -En ese caso, están realmente delicioso, Ulfric. Me encantan.- Escuché respecto a las sugerencias en bebidas e infusiones, pero al final me decanté por la propuesta por el subdirector. -Probemos ese té blanco entonces.- Acepté, devolviéndole la carta.

Una vez el camarero se hubo ido, apoyé mi mejilla en mi mano, mirando a los ojos del profesor. -¿Sabes? Te he contado y mostrado muchas cosas del mundo no-m... muggle, pero siento que asumes que por mi parte estoy muy informada del mundo mágico, y no es así. ¿Que te parece si esta vez me hablas tú de lo que representa el mundo mágico para ti?-

Era divertido bromear con Agatha, y Ulfric hizo un último guiño con los bombones: - No llevan nada de Amortentia... ¿Y quizás de otra cosa? - Le hizo un gesto divertido con la cabeza, sintiéndose muy cómodo de bromear con ella, y de poder estar sin presiones. 

Cuando ella preguntó sobre el mundo mágico, Ulfric se sonrió. "Bien jugado, señorita Presley, bien jugado". La miró, tomó aire antes de hablar, y le dijo: -¿El mundo mágico para mi? Pues es lo cotidiano, es lo que he visto desde niño. A veces, se me olvida que las maravillas que se ven no son lo más común, por mucho que me lo parezca. Para mi es como un hogar, ¿sabes? Saber que la magia, que está en nosotros, Ha estado con muchos antes, y estará con muchos después. ¿De donde viene? No lo sé, y me gustaría saberlo. Y por eso me gusta investigar. ¿Como la veían los antiguos? Eh... Por cierto, callame si me excedo... 

Paró Ulfric unos instantes, mientras les servían el te, que ambos habían escogido igual, y aspiraban el olor, y lo comentaban unos instantes, agradeciendo al camarero que lo sirviera. Luego, continuó: ¿Quieres algo concreto? ¿O te cuento así lo que me nazca? El mundo mágico es hermoso, y es siempre diferente, aunque te he dicho que es cotidiano para mi. En cada lugar del mundo es extraño, es cambiante, y fascinante. -En ese momento, bajo un poco la intensidad de su sonrisa, y miró a Agatha con intensidad. -Tambien es elitista, a veces clasista, con antiguas costumbres arraigadas y difíciles de extirpar, muy complejas, poco comprensivas y capaces de evolucionar. Por ejemplo, el problema de la sangre, pero no sólo a nivel de lo que  pasó aquí en Inglaterra. Es en todos los lugares, y con muchas cosas...-Suspiró. 

Creo que podríamos pasar horas y horas bromeando y tratando de molestar de forma chistosa al otro si quisieramos. Era divertido ver que a pesar de la usual formalidad de Ulfric Von Hoggen, había en él alguien a quien no le importaba reírse de si mismo, y tomar las cosas con más ligereza que la que tomaban otros magos que había conocido. Le di un sorbo al té mientras me disponía a escuchar sus palabras, que eran como siempre fascinante por su manera academica de contar las cosas. Me reí ante la advertencia. -Tranquilo, si veo necesario interrumpirte lo haré.- Saqué la lengua un poco infantilmente y lo seguí escuchando.

Solté una carcajada al principio al ver que intentaba hacer que yo le preguntara directamente lo que me interesaba saber, sin embargo cuando su expresión volvió a cambiar y noté su mirada, supe que había adivinado hacia qué derroteros iba con la pregunta que había hecho. Aparté un momento la mirada, con un suspiro. Luego volví a mirarlo, y puse mi mano sobre la suya. -Ulfric... Sé sincero conmigo, ¿de acuerdo?- Dudé un segundo, y seguí. -Disfruto mucho pasar tiempo contigo, y siento que pudiera llegar a darse algo, con el tiempo. Pero si hay... si hay algún impedimento, algo que impida que pudieramos estar juntos en el futuro, quiero saberlo antes de enamorarme perdidamente de ti. Prefiero saberlo ya, cuando el golpe será menos fuerte.- Quizás estaba siendo muy directa en mis palabras, pero necesitaba estar segura de que todo esto, estos paseos, estas conversaciones, viajes a Escocia, no estaban llevando a algo más. No era lo mismo ver a Ulfric sólo como un amigo, a verlo como algo más.

El rato de bromear había creado un muy buen ambiente entre Agatha y Ulfric, y de vez en cuando, de alguna mesa cercana, Ulfric sentía como los miraban y como los envidiaban. Parecía curioso, puesto que no era, directamente, una cita como tal de San Valentín.  

Cuando se pusieron a hablar del mundo mágico, ella parecía disfrutarlo, y eso le agradó, sobre todo cuando le dijo que siguiera hablando. Le gustaba hacerlo, con un público tan atento y feliz de escucharle, y sobre todo, tan agradable. Pero quizás la conversación debiera ahondar en ciertas cosas más profundas. Y eso quedó corroborado cuando ella le puso la mano sobre la suya. 

Durante un instante, Ulfric se despistó, y más teniendo en cuenta lo que Agatha le estaba diciendo. Ulfric tragó saliva, y la miró. No había nada que ocultar, por supuesto, era un caballero y no había ocultado nada, pero él era sangre limpia, y era cierto que eso implicaba cierta presión, por mucho que él le diera una importancia relativa. Y así se lo dijo. 

- Ocultar, no oculto nada. Y además, soy libre en cuanto a compromisos familiares, al no ser el heredero directo. Y eso es una alegría, la verdad. Es una de las cosas que te decía: a veces los "sangre pura" parece que consideran un honor unirse entre ellos. Una tradición anticuada. Estoy orgulloso de la historia de mi familia, claro, pero a mi eso no me condiciona. - La sonrisa de Ulfric era sincera y sencilla, pero firme. Algo parecido le había dicho a Anne en cierto momento sobre que la familia de uno no condiciona lo que uno es. - ¿Quieres saber si hay "impedimentos"? Diría que que directos, no. Yo no tengo compromiso, y nadie en la familia se opone, al menos directamente. Luego, hay gente en la familia que miraría algo que hubiera entre tu y yo como extraño. Como miraron a mi madre, que era bruja, pero no sabían bien ni su sangre ni era de familia noble. Y era inglesa. Mi padre tuvo problemas, pero los capeó. - Ulfric suspiró. Eso era lo que no le gustaba de ciertas familias mágicas, incluida parte de la suya. 

-Algunos piensan que la magia es un derecho, como la familia de la que viene, y no entienden que es un don. Yo la veo como un don, como algo más de una persona. Como su sonrisa, su carácter o su amabilidad. - Dijo haciendo un gesto hacia Agatha, sonriendo dulcemente. - La familia ya no es como antes, pero a algunos les sería extraño una hija de muggles y además americana. Pero a mi, eso no me importa. Y creo que puedo hablar por mi primo, el cabeza de la familia ahora mismo, y decirte que él te acogería. Discutimos por muchas cosas, pero no por eso. Comprendemos que el amor es una magia más poderosa que la de la sangre. - Se tomó otro respiro, un poco de té, y la miró de nuevo. Con decisión, y mirada encendida. 

- Agatha, si eso te preocupa, dado el caso, nada impediría que hubiera algo entre nosotros. No al menos nada de mi familia, o nada que importe. Pero si, debías saberlo. Quizás algunos te miren mal, y eso... tienes que decidir afrontarlo tu. Y por supuesto, tendrías mi apoyo. - Ulfric había dicho quizás demasiado, pero ella había dado un paso muy importante. La mano de ella, que estaba aún sobre la de él, él la tomó, la acercó a sus labios, y la besó caballerosa y cuidadosamente. 

Inmerso en tus pensamientos, leías los diarios de tu hermano por el bosque y planeabas los pasos que ibas a seguir después. Pero no siempre tenemos el control.

Te diste cuenta de que no estabas tan solo como en un principio creías. ¿Qué harías? ¿Irte de allí o tratar de saber quién se encontraba por los alrededores?

La mujer parecía un tanto impasible. Ella no cambió su gesto, ni siquiera por la seriedad que Sándor le estaba mostrando –Soy Circe. Y me encargaré de que en el próximo torneo todo esté correcto. Hogwarts requiere de mi conocimiento... al parecer.

Avanzó un poco más, andando por tu lado, mirándote a la cara, pero sin pararse –sólo quería presentarme. Pero con esto creo que hay suficiente. Ya nos veremos detenidamente.

Y, sin girarse, se fue. Sus pasos daban la impresión de dirigirse hacia el castillo.

Quizás en otro momento te hubieses interesado por seguirla, espiarla o sencillamente pararla. Sin embargo, notaste unos crujidos provenientes de ramas secas, no cerca, pero tampoco demasiado lejos. ¿Una criatura? ¿Alumnos en pleno evento de san valentin? Fuera lo que fuese, tenías que elegir el camino que querías seguir.