Partida Rol por web

Al entrar en clase Kyle se sentó con él. Sonrió y asintió, el sitio estaba libre y todo era impresionante, y sobre todo no se parecía nada a las clases muggles como socis, natus o mates. Le guiñó un ojo divertido antes de decirle

- Si te refieres a que en las escuelas normalmente no te da clase la mismísima Cruela de Vil.... - sonrió - Me siento como una magdalena fuera del horno, pero es lo que hay, habrá que acostumbrarse a esta locura....

Pero a la locura que era complicado acostumbrarse era a Alondra. Sonrió a Ivy cuando la vio entrar y la escuchó hablar de la tienda de la abuela de Ivy en un tono súper faltón. Puso su sonrisa de travieso al decirle - Igual es que tu abuela no quiere verte y por eso dices todas esas tonterías. - Pero cuando dijo que los perdedores se sentaban juntos chasqueó los dedos, la señaló y le dijo - Pues mira, ahí si que le has dado de lleno. Los perdedores se sientan juntos, es la primera cosa con sentido que dices. - y le sacó la lengua para chincharla, dándole a entender que ella se había referido a ella misma sin saberlo.

Empezó la clase y con ello los problemas. Aquello era mucho más difícil que master chef, aunque hacía lo que podía, prestaba la atención, pero no se enteraba, así que intentó copiar a Angeline, porque el color que tenía su poción se parecía como un huevo a una castaña. Afortunadamente Luna salió en su rescate y pudo completar los apuntes con los suyos, de mala gana, porque si llamaba la atención le iba a pillar Angeline y se iba a pensar que le gustaba, y a él no le gustaban las niñas, porque lo de la-que-no-debe-nombrarse había sido un accidente, y los accidentes no se repiten, porque los rayos no caen dos veces en el mismo sitio. Con los apuntes de Luna ya se dio cuenta de que las cosas iban mal, así que cuando Luna le dijo que estaba removiendo mal, suspiró. ¿Que más daba un sentido u otro? Si al final era remover, remover y ya, ¿O es que aquello era algo a lo James Bond donde agitar y remover eran cosas distintas?.

- Gracias Luna, eres la mejor

Entonces escuchó a Úrsula hablar de como tenían que ser las pociones, como eran en las pelis y no pudo evitar gemir. Debían ser así, fáciles, pero le estaba costando demasiado. Al menos ella había acabado y cuando se notó observado por su amiga puso una débil sonrisa, tratando de evitar que se preocupara, pero no, esa sonrisa no engañaría a nadie. Kyle le reclamó y cuando le preguntó si le harían probar la poción tragó saliva y negó con la cabeza

- ¿Esto? No lo creo, parece como si hubiera cocinado blandiblú en vez de una poción... Si me bebo esto igual me muero.... ¿Por cierto, tú sabes como va el tema del médico por aquí? No me gustaría morirme el primer día de clase, no molaría nada....

La profe se paseaba soltando estacazos a unos y a otros, y él solo esperaba que no se dieran cuenta de él, que fuera invisible, pero no, no lo era, y cuando le regañó por mirar el trabajo de Angeline. Colton se puso rojo, porque ahora pensaría que le gustaba, y no, no le podía gustar, además, por lo visto no era muy buena en pociones. Podría negarlo, balbucear una excusa, pero no iba a servir de nada. Así que agachó la cabeza y dijo

- Si profe, prestaré más atención. -Aunque creía que ya era demasiado tarde, porque la base de su poción era la de Angeline. Al menos pudo sonreír y hacerle una señal de pulgares hacia arriba a Luna, que era una crack, y la sorpresa fue que Úrsula también lo estaba haciendo bien. Sintió una punzada de celos, una pequeñita, porque se suponía que Úrsula era muggle como él, pero ella era lista, se enteraba de las cosas, no como él... no como él, y para postre Alondra se estaba riendo de él por ser un inútil. Estaba rabioso, pero se controló, porque era lo que ella quería, provocarle para que la profe le regañara. Aguantaría, a los abusones no había que darles satisfacción. Debía centrarse en preparar una nueva poción, una buena, una que molara o al menos que fuera mejor que la de Alondra. Solo tenía una oportunidad más, y esta vez sería sin ayuda. Colton se fue hacia la basura para tirar su poción y limpiar su caldero esperando que la próxima vez le saliera algo mejor. Luna se fue al despacho de la profe, seguramente porque le iban a dar un premio y Colton se dispuso a empezar a trabajar de nuevo, aunque no pudo evitar escuchar a Alondra con su soniquete: Que si Luna era la mascota de la profe, que si era una niñata, que si quería destacar y que si era penosa, y luego dijo algo de la sangre sucia, que no sabía lo que era, pero el tono desdeñoso eso si que lo entendía. Masculló entre dientes

- La has cagao Cagondra, la has cagao...nadie se mete con mis amigos.

Ahora solo tenía que esperar su oportunidad. La verdad es que le daba pena separarse de su chuche favorita, pero nadie se metía con sus amigos, nadie, eso no lo perdonaba. Así que aprovechó que Ivy estaba hablando con Alondra, muy bien hablado por cierto, para cargar en su tirachinas una pastilla de caramelo de peta zetas. El tiro parabólico era complicado, pero disparó hacia el techo, así como quien no quiere la cosa, manteniendo el tirachinas oculto, y la pastilla al romperse cayó parcialmente en el caldero de Alondra. Sonrió, no sabía que podían hacer los peta zetas en un caldero, pero estaba seguro que valdría la pena. Guardó el tirachinas de forma disimulada y dijo

- Bien dicho Ivy, garrapalondra tiene envidia de que Luna sea mejor que ella en pociones y solo da excusitas... Ignoradla, si pobrecita, mucho lirili, pero poco lerele, que es tan borde que se le amargan hasta las pociones.... Venga Kyle, a ver si esta vez nos sale bien....

Empezó de nuevo con la amapola, troceando con cuidado, recordando el sentido del giro al que le había dicho Luna y repasando sus apuntes una y otra vez. Esperaba que le saliera mejor y que, por si acaso, no se lo hicieran beber.... Ya le daba igual el premio, que sería para Luna, solo quería llegar vivo a la cena y no envenenado por sus deberes.

Cuando Colton lo dijo, entonces me quedó claro "Cruela de Vil", lo que me hizo abrir mucho los ojos y escapárseme una risita. Respondí a su comentario de la magdalena en el horno: -Bueno, al menos se puede hacer aparecer una magdalena con la varita... aquí ni siquiera la hemos usado ni una sola vez... la varita digo. - era la primera vez que hablaba directamente con Colton, parecía un chico muy simpático y gracioso. Cuando acabamos la poción y me dijo que esperaba que no tuviéramos que tragárnosla, me preguntó sobre los médicos aquí. - ¿medico? ni idea... pero habrá alguna clínica o despacho para controlar la salud de los estudiantes. En todas las escuelas privadas hay... - Colton bromeó sobre lo de morirse el primer día de clases, pero su cara era tan críptica en ese momento que no estaba tan seguro si era una broma.

Durante la clase, en parte era un alivio al ver como la profesora Protts instruía a casi todo el mundo, dando a entender que casi nadie lo estaba haciendo bien del todo. Con sus andares elegantes se acercó a nuestra mesa para darnos a entender que nuestra poción morada era francamente una mala señal... además de llamar la atención a Colton (que se puso colorado) para no seguir mirando a la chica Rubia de Gryffindor, tras lo que Alondra se rio por lo bajo con sus dos nuevas grandes amigas. Colton parecía aguantarse las ganas -casi le oía apretarse los dientes-. 

Cuando se paró en la mesa de las chicas, felicitó a Luna y a Úrsula, pero especialmente a la primera. Estaba claro que Luna sabía lo que hacía aquí, nos había estado ayudando a todos al fin y al cabo. Quizás fuera por eso que se la llevó a parte a su despacho, o quizás iba directamente a darle el frasco del Ingenio allí (?) había quedado claro que ella lo había hecho mejor que el resto, a la primera.

No es que a mí me interesase particularmente aquella poción, pero me interesaba más entender qué estaba haciendo YO aquí dentro. Aunque... aquella poción me hubiese ayudado a entenderlo, valga la redundancia. Cuando nos dio la oportunidad al resto de repetirla pensé -*bueno, la práctica hace el maestro. no?-. Y yo necesitaba MUCHA práctica, por muy poco que me gustase hacer aquello. Imité a los demás vaciando el caldero y preparándome para iniciar de nuevo. Ésta vez procuraría estar  más tranquilo, sin la profesora dando vueltas y viendo que simplemente era algo que tendría que aprender con el tiempo, simplemente me puse manos a la obra con lo que recordaba, y tratando de acostumbrarme a usar las manos para este tipo de tareas.

Nuevamente, y ahora fuera de la vista de la profesora, Alondra empezó a quejarse y hasta burlarse de Luna. La miraba con cara de decepción... -*además, es mala perdedora... no llegará muy lejos si continúa así. - Eché un vistazo de reojo a la mesa de Ivy, esperando que no explotase contra Alondra por hablar mal de su amiga. Pero obviamente se pasaba de la ralla a cada momento que abría la boca, por lo que Ivy no pudo evitar responderle y la llamó garrapata y envidiosa. Pero no fue la única, Colton a mi lado tampoco pudo evitar responderla sacándole la lengua al final. Abrí mucho los ojos con la boca apretada. No creía que fuese buena idea meterse demasiado con Alondra con fogones y pociones cerca... pero cuando volvió a hablar de los sangre sucia, casi me corto un dedo. Ya empezando a enfadarme alcé la vista con el cerebro a toda pastilla para ver qué podía decirle de forma que la hiciera callarse la boca, cuando oí a Colton murmurar...

- La has cagao Cagondra, la has cagao...nadie se mete con mis amigos.

En cuanto le vi de reojo usar un tirachinas *¿Pero que hace??? ¿de donde ha sacado un tirachinas?? - pensé que iban a pillarle inmediatamente y, en cuanto disparó y guardó el tirachinas a toda pastilla, no pude evitar intentar cubrirle - Colton, llevas demasiado rato concentrado cortando la amapola... tienes que remover el caldero de vez en cuando o se te va a quemar otra vez... - dije mintiendo con tranquilidad, fingiendo ayudarle, pero lo suficientemente alto como para que me escucharan fuera de nuestra mesa. Entonces seguí a lo mío, con mi propio caldero.

Me sorprendí teniendo un deja-vú. No era la primera vez que fingía para cubrir a otro... Esta situación me había salido casi automática...me recordaba a alguien. Y entonces caí en la cuenta. Colton me recordaba a Rob. Infantil, juguetón, tramposo y bien dispuesto a saltarse las normas. Así era Rob... 

Ante aquella revelación casi me quedo en blanco con la nueva poción. Pero un burbujeo de la misma me sacó de mi ensimismamiento. *No, tengo que seguir. Concéntrate en lo que estás haciendo. Salga bien o mal, al menos ahora estoy aprendiendo a cortar mejor la amapola. Y alguien dijo que la dirección importa al remover... ... - Seguí trabajando. Me quedaba mucha práctica por delante. 

Por suerte, parecía que el grupo de amigos de Ivy eran personas dispuestas a ayudarse entre sí, lejos de ser como Alondra. Ellos eran personas con los que se podía contar.

Muy para mis adentros, una chispa de esperanza deseaba que Alondra tuviera una poción horrible al finalizar la clase. Pero no iba a decirlo ni mostrarlo en voz alta.

No sabía si me sentía mejor por estar haciendo la poción de una manera que consideraba correcta, o por haber ayudado a los demás. Sabía que en otras materias iba a tener problemas, como en Historia, pero me había sentido muy cómoda con las explicaciones, porque ya sabía muchas cosas gracias a mi madre, por lo que me pareció justo compartir lo que podía.

Por supuesto, me esmeré en preparar la poción lo mejor posible y eso implicaba intentar seguir las instrucciones de la profesora al pie de la letra, y eso fue lo que hice.

La profesora estuvo dando vueltas un buen rato, por todas partes, y cuando se detuvo delante de mi caldero y miró… temí por lo que pudiera decir. No esperaba que me felicitase, y me sentí muy contenta de que así fuese, pero también porque a Úrsula parecía haberle salido bien. Esperaba que dijese algo sobre la de Ivy, cuya abuela era también especialista en estas cosas… pero la profesora se giró sin dedicarle ni una sola alabanza… aunque tampoco nada malo.

Mientras la profesora terminaba de comprobar todas las pociones, me acerqué a Ivy.

-Yo no veo que la tuya esté muy mal, aunque quizás el color… no se ajusta exactamente a lo que debería ser, si es que la mía está bien –le dije, intentando conseguir que no se preocupase.

Cuando hubo terminado de dar toda la vuelta y revisarnos a todos, habló en voz alta y confirmó que la mía no solo estaba bien sino muy bien, y que era la única. Eso me generó sentimientos contrapuestos porque por una parte me sentía feliz por haberlo hecho bien pero por la otra… no me gustaba destacar tanto.

Menos mal que al menos, aquella profesora no era como la profesora Tauris y les dio a los demás una nueva oportunidad para mejorar su poción. Me había girado hacia Ivy con una gran sonrisa en el rostro, dispuesta a ayudarla, cuando entonces volvió a sonar mi nombre.

Me había visto ayudar a los demás con mis apuntes. Bajé la cabeza, avergonzada.

-Sí, señorita Protts –le respondí, sintiéndome de repente como si me hubiesen tirado desde lo alto de una torre.

Menos esperado fue que me llamase para que fuera con ella a su despacho. Eché una última mirada furtiva a todos y después, seguí a la profesora, sintiéndome incómoda y sin saber muy bien qué decir.

El despacho de la profesora era poco más o menos que como el aula. Había un escritorio, eso sí, pero también un buen montón de estantes con pociones y recipientes llenos de un montón de cosas que no conocía. Lo que sí hacía era oler diferente; parecía como si todas aquellas sustancias no fuesen capaces de mezclarse entre sí como lo hacían en el aula, y daban un aroma completamente distinto, hasta agradable.

La profesora se fijó en como la joven Ferlet miraba a su alrededor y movía las aletillas de la nariz y sonrió para sí.

-Es ambrosía –le dijo a Luna, como si leyese su mente -. Procuro siempre que mi despacho no se deje imbuir de todos los olores de las sustancias que guardo porque entonces no podría ni entrar aquí.

La profesora caminó hasta su escritorio, dio la vuelta y se sentó a la mesa. Al otro lado había una silla.

-Siéntese, señorita Ferlet -le dijo, señalando a la silla que estaba desocupada. Esperó pacientemente a que esta se sentara y después la observó durante unos momentos, antes de volver a hablar -. He de darle la enhorabuena, señorita Ferlet. Ha sido usted la única que ha conseguido, tal y como he dicho antes, preparar la poción, de manera exquisitamente perfecta. Es evidente que tiene usted un talento natural para esta disciplina y me daría mucha pena que lo desaprovechara. Por supuesto, estoy al tanto de su particular problema, dado que me ha sido encomendada la misión de preparar la poción matalobos para que pueda usted tomarla y aliviar los síntomas, pero se me ha ocurrido que quizás podríamos hacer otra cosa además de eso.

La profesora hizo un pequeño parón antes de proseguir.

-En ocasiones suelo invitar a algunos de mis alumnos y alumnas a clases especiales de pociones en donde intentamos realizar algunas más complejas, superior incluso a las de los cursos en los que están. Creo que en su caso merecerá la pena incluirla en ellas y además, le enseñaré a preparar esta complicada poción que tanta falta le hace. Espero que al finalizar el curso, o quizás el siguiente, sea usted capaz de prepararla por sí misma y se vea liberada de tener que depender de otros para ello. Además, estas clases tienen una recompensa en cuanto a la nota. Si trabaja bien, verá reflejados sus resultados en las notas finales. ¿Qué le parece?

Obviamente, nadie le había dicho nunca que no y Luna no iba a ser diferente, por azorada que estuviese. Cuando respondió, la profesora juntó las manos, satisfecha.

-Excelente. Pues si le parece, empezaremos la semana que viene, el lunes a las siete de la tarde. Le espero aquí mismo, en mi despacho. 

Tras darle la noticia, la profesora se puso en pie.

-Y ahora, reunámonos con sus compañeros. Veamos hasta dónde ha llegado... sin su ayuda -dijo como si tal cosa.

El despacho de la profesora Protts se parecía bastante al aula, pero afortunadamente olía mucho mejor. La profesora pareció darse cuenta y me dijo que era ambrosía lo que hacía que oliese tan bien y su explicación tenía bastante sentido. Los olores que se acumulaban podían ser mareantes y el calor que hacía en el aula después de poner a calentar los calderos había hecho que quedarse allí fuese casi un tormento.

En el despacho se estaba mucho mejor.

-Huele muy bien –le confirmé, hablando en voz baja.

Después se sentó a su mesa y me hizo una señal para que yo tomara asiento delante de ella. Así lo hice, y esperé a que me explicase por qué estaba allí. Me daba mucha vergüenza destacar, aunque me gustase hacerlo y me sintiese bien descubriendo que era buena en algo, como por ejemplo en hacer pociones. Mis mamás tendrían que estar orgullosas.

Después de aguantar su mirada unos segundos, me felicitó y consiguió que me subiesen los colores de nuevo al decirme que mi poción era perfecta.

-G-gracias. Yo solo he seguido… sus indicaciones –le aseguré, quitándole importancia. Pero estaba claro que se me daba bien, por mucho que no lo reconociese abiertamente, y ella así me lo repitió.

Yo no pensaba desaprovechar aquello pero no entendía exactamente a qué se refería al hablar de aquella manera. Para mí sacar buenas notas no era desaprovechar el tiempo pero por lo visto para ella sí. No terminaba de entenderlo.

Entonces me comentó lo de la licantropía, algo que obviamente sabía que conocía, primero porque lo lógico era que todos los profesores lo supieran y segundo, ella debía hacer la poción.

-Le estoy muy agradecida por preparar la poción, profesora. Sé que es… muy difícil. Me gustaría no crear tantos problemas pero por lo menos quiero estudiar mucho y demostrar que merece la pena –le aseguré. Pero la profesora parecía tener otros planes propios que no tenían nada que ver con lo que le estaba diciendo.

Y así me los explicó.

¿Clases especiales?

Era la primera vez que yo iba a algo diferente y especial, y por supuesto, al hablarme de ellas entendí que contendría a alumnos y alumnas de diferentes cursos, y no solo de primero. Yo no pensaba que reuniese cualidades suficientes para ello pero por lo visto así era a sus ojos. No obstante, y a pesar de lo tentador que resultaba, algo en mi interior me decía que no me apetecía nada destacar tanto.

Estuve a punto de decirle que no hacía falta, cuando entonces me dijo que me enseñaría a preparar esa poción tan complicada. Eso era algo que desde luego merecía la pena, porque requería mucho trabajo para los demás, para ella, para mi madre o para quien fuera que preparase la poción, y si aprendía a hacerla yo, ya no tendría que hacer que los demás se preocupasen por mí; podría ser un poco más independiente y los demás, estar más tranquilos.

Eso me motivó mucho más que mis notas finales, pues al final, si sacaba la máxima nota al preparar las pociones… difícilmente iba a poder sacar más, ¿no?

El caso es que le estuve dando vueltas durante unos momentos, mientras la profesora no me quitaba los ojos de encima.

-Bueno yo… supongo que sí, que es una oportunidad… única. Gracias, profesora –le dije finalmente, cediendo a su proposición, porque además dudaba que aceptara un no por respuesta.

La profesora pareció satisfecha con mi respuesta y me dijo que empezaríamos la semana siguiente, a las siete. Las siete era mi hora de descanso… pero estaba claro que tendría que dejarla de lado.

El año estaba empezando a complicarse, y eso que solo estaba en el primer día de clases.

Pero no dije nada; solo asentí con la cabeza y me levanté de la silla cuando ella se puso en pie, siguiéndola para salir del despacho.

Mientras nos dirigíamos a la puerta, comentó de lo ver hasta dónde lo habían hecho los demás sin mi ayuda y no supe si era que me estaba recriminando por haberlo hecho… o porque dudaba de que fuesen capaces de hacerlo bien. Yo confiaba en ellos y creía que podían hacer buenas pociones, pero ahora lo comprobaríamos, todos.

Cuando salí del despacho, todos estaban preparando todavía las pociones. Lo que me había dicho la profesora era más o menos lo que me esperaba aunque aderezado con el sentido que tenía que lo hubiera hecho. Debía tener mucha confianza en mis habilidades para intentar enseñarme a hacer aquella poción que era extraordinariamente difícil. Sin embargo, lo de las clases me dejó un poco ensimismada y toda aquella atención no terminaba de gustarme.

Cuando regresamos al aula principal, todo el mundo parecía estar afanándose en preparar su poción de la mejor manera posible. Colton y Kyle trabajaban a toda velocidad, más o menos juntos, mientras Úrsula y Ivy hacían lo propio.

Todos estaban haciendo lo imposible por intentar mejorar sus mezclas y yo no tenía más remedio que mantenerme al margen. Les miré a todos y deseé que sus pociones saliesen bien, mejor que antes si era posible, porque estaba claro que la profesora iba a tener en cuenta hasta el mínimo detalle. Si se había percatado de que les había dejado mis apuntes, seguro que se daba cuenta si la poción había sido calentada un grado más o menos, o los trozos que habían cortado eran demasiado grandes… o lo que fuera.

Yo caminé otra vez cabizbaja hasta llegar a mi sitio, y en silencio, aunque le lancé una sonrisa a Ivy para que se tranquilizara, o quizás para hacerlo yo, porque todo aquello me había puesto algo nerviosa. De todas maneras, mi poción estaba preparada y no había mucho más que pudiera hacer salvo esperar y mirar a ver cómo lo estaban haciendo los demás.

Por supuesto, me fijé también en Cagondra y sus amigas, que también estaba intentando mejorar sus resultados. La mala cara de Cagondra no sabía si se debía a que le estaba saliendo mal o más bien a su manera natural de existir, pero no invitaba a esperar nada bueno de ella.

Y entonces me fijé en algo que me pareció cuando menos llamativo. Creí ver una especie de mirada furtiva en Colton hacia Cagondra, acompañada de una sonrisa que solo se la había visto cuando tenía ánimo de hacer alguna trastada, como cuando… como cuando en el comedor había usado su tirachinas para poner perdida a Cagondra.

Miré nerviosa los pantalones de Colton en busca de su tirachinas. Habría… ¿hecho algo?

El caldero. Ha lanzado algo al caldero.

-¡Ni se te ocurra! O invado Slytherin sin más… -amenazó la pequeña Úrsula negando con la cabeza enérgicamente-Pero no puede ser una falta de respeto, solo es dormir con unas amigas, como cuando un fin de semana te dejan ir a casa de tu mejor amiga para dormir con ella porque es su cumpleaños. No pasa nada. Los magos sois muy muy muy raros. ¿Master chef?, sí, claro. Es un concurso de la tele en la que gana el que mejor aprenda a cocinar y mejor cocine. Es igual que hacer esto-señaló a su caldero-Hay que saber mezclar todo en su justa medida. En el concurso dicen que los dulces solo salen bien si se usan todos los ingredientes correctos y en las medidas correctas… ¡como nuestra receta de poción!-levantó triunfante sus apuntes, señalándolos-¿Crees que diez minutos?. ¡Vale!, pues diez minutos.

Úrsula se fijó en su caldero y, conforme vio que ya borboteaba considerablemente miró el reloj de la pared para llevar el tiempo y no pasarse ni un minuto. Pero claro, no todo estaba claro-He empezado a contar los diez minutos desde que había muchas burbujas, ¿está bien o tendría que haber empezado a contar con la primera burbuja?

La profesora comenzó entonces a revisar todas las pociones y Úrsula atendió a lo que decía a todos hasta que le llegó el turno y tomó buena nota de todo lo comentado. Tenían que repetir la poción si pensaban que no estaba correcta la que habían hecho, pero la cosa era ¿cómo saber que estaba o no estaba bien?. Úrsula miró sus notas y repasó lo que había hecho. Podría repetirla pero volvería a hacer lo mismo, ¿no?.

Sorprendida, vio como Colt tiraba toda su poción a la basura y no dudó en comentarle a Kyle, que se había acercado a su mesa a felicitarlas por la poción, lo que había pasado-¡Oh!, gracias Kyle. Pero espera a que la probemos a ver el resultado. Ivy dice que si no está bien hecha el resultado puede ser mágicamente inesperado. ¿Qué tal te ha salido a ti?, ¿bien?, Colt acaba de tirar la suya a la basura. Dale ánimos, tiene una cara de hecho polvo que no me veas...

En aquel momento, la profesora mandaba a Luna lejos de ellos por haberles pasado los apuntes-Pseee-le llamó la atención antes de que se fuera-Chachi con los apuntes, no te preocupes que ha visto que eres buena en esto…seguro que vas a ser su ojito derecho-animó a su compañera antes de que se alejara de ellos y la perdiera de vista. Era muy buena, no toda la gente compartía sus apuntes y más ahora, en la primera clase donde más de uno solo querría sobresalir y listo. La profesora se veía que era buena, no como la de la primera clase, que ya no se acordaba como se llamaba, así que pensó que no le pasaría nada a Luna. Estaba casi segura. Se volvió hacia Colt y se encogió de hombros cuando sus miradas se cruzaron-No pasa nada, hay otra oportunidad, sigue los apuntes de Luna-le susurró indicándole el papel con la receta de la poción.

Pero ahora le toca a ella decidir, ¿repetía o se quedaba con su primer intento?. La profe estaba contenta con cómo le había salido a ella, incluso Úrsula creyó que estaba un poco sorprendida. Ella era muggle y seguro que sabía que aquella era su primera poción, lo mismo ni había pensado que le saldría un poquito bien. Metió un cucharón dentro y sacó un poquito del líquido que acercó cuidadosamente a su nariz. Olisqueó, olió profundamente. No estaba mal del todo. Y el color era parecido al de la profe. 

Estaba decidiendo si repetía o no cuando escuchó a Cagondra, obviando sus comentarios completamente hasta que, a su lado, Ivy explotó. Suspiró.

-No le hagas caso. A mi me da igual que me llamé así, ella tiene el problema, no yo. Seré sangre sucia, pero estoy aquí como ella. Se menos, sí, pero ya aprenderé. Disfruta de la poción y olvida a la garrapata perruna esta-miró a Cagondra y le sonrió, sabiendo que la habría oído, saludándole con la mano. Vio como algo volaba y caía en el caldero de la muchacha en ese justo momento. No fue tanto el ver algo pasar volando y terminar en el caldero, sino un pequeño movimiento y un quedo pluf seguido de un par de salpicaduras fuera del caldero justo en ese momento. Señales indudables de que algo había pasado. Parpadeó extrañada porque aquello no tenía ningún sentido. ¿Por qué se iba a caer algo en el caldero de Cagondra?. Y, si se caía algo en el caldero, ¿quién había lanzado lo que fuera allí dentro?. Se volvió a mirar, pero todos estaban ensimismados en sus pociones y en sus apuntes. Se encogió de hombros y volvió a su poción. ¿Qué hacer?.

Se acercó a ella y puso la nariz en el borde del caldero de nuevo, cerró los ojos y la olió. Sí, olía bien. Y si algo olía bien debería dar buen resultado, ¿no?.

-Pues… yo creo que no la voy a repetir-le dijo a Ivy mirándola desde su silla-Es que no sé qué hacer diferente. Ahora cuando la profe nos diga el resultado final le sacará mil fallos después de decirme que no está mal, pero es que ahora sería repetir lo que ya he hecho así que… repaso viendo lo que tú haces pero no digo nada para que la profesora no se enfade, ¿te parece?-apoyó los codos en la mesa y su barbilla en sus manos y observó con atención los pasos que iba haciendo de nuevo Ivy repitiéndolos ella con antelación mentalmente para comprobar que se sabía los pasos a seguir-Lo mismo me cae una regañera porque pensaba que, aunque me ha dicho lo que ha dicho, debería repetirla...¡quien sabe!. Córtalo un poco más pequeñito... si... esa hojita de allí que aún está grande...

Cuando vio que el reloj marcaba diez minutos más que cuando lo miró por primera vez, apagó el fuego y las burbujas comenzaron a desaparecer poco a poco, no así el olor.

Antes de que Ivy terminase la poción, Luna volvió. Úrsula se sentó bien, esperando que la profe entrara en cualquier momento, y miró a Luna-Todo bien, ¿verdad?-le preguntó, pero no le pasó desapercibida la mirada que, en ese momento, Luna le lanzaba a Cagondra-Uffff, no le hagáis caso, así gana. Hay que pasar de ella. Venga, cuenta, ¿todo bien?

Luna y la profesora regresaron a la sala principal, que estaba envuelta en humo y a una temperatura bastante más caldeada que el despacho. La joven se reintegró a su lugar y mientras tanto, la profesora empezó a pasearse por todos los calderos para revisar los resultados.

No había visto como Colton sacaba su tirachinas y apuntaba sus peta zetas hacia el caldero de Alondra, ni tampoco como un resquicio de los mismos caía, además de en su poción, en la de otros que se encontraban al lado.

-Bueno, habéis tenido tiempo de sobra para enmendar vuestros errores. Veamos si lo habéis conseguido... al menos algunos de vosotros -comentó, mirando uno tras otro.

-Señorita Galloway, no sé por qué ha repetido la poción. La otra le había salido bastante mejor. Señor Derrick, a usted también. Debería confiar más en su instinto, aunque ha quedado demostrado que en pociones no posee ninguno. Señorita Connor, está claro que está en su límite; ha vuelto ha hacer los cortes demasiado gruesos. Señor Goldfinch, muy regular; señorita Sparks... bastante pobre. 

En ese momento, una burbuja en el caldero de Alondra explotó, lo que llamó la atención de la profesora, que estaba a punto de marcharse, volviéndose hacia la mezcla para ver qué era lo que sucedía.

Aquello fue el preludio del desastre.

-Pero qué...

De repente, todas las pociones en las cuales habían caído los polvos empezaron a burbujear, fruto de una mezcla que por fin había alcanzado la temperatura adecuada, y los mismos calderos temblaron sobre sus soportes como si estuviesen a punto de despegar, como cohetes dirigidos hacia el cielo.

El sonido metálico que hacían los calderos al chocar contra los soportes parecía estar por todos lados, creando un desasosiego que pocos comprendían, pero que en cuestión de segundos tuvo el único efecto posible.

El de Alondra fue el primero en explotar, lanzando su contenido por todas partes, seguido de otros muchos que al haber recibido bastante menos cantidad de polvos, lo hicieron de manera más contenida, pero para entonces ya había chillidos por todas partes, pieles quemadas al haber caído sobre ella la poción recalentada, y llantos de dolor.

La propia profesora tampoco se libró de recibir una buena cantidad de quemaduras, aunque ella misma se autocontroló bastante bien mientras sacaba su varita y lanzaba un hechizo que apagaba los fuegos y al mismo tiempo eliminaba los restos de poción de cada uno de vosotros.

Algunos conseguisteis esconderos a tiempo, pero lo cierto fue que casi todos recibisteis algo.

-¡Maldita sea! ¡Como pille al culpable de todo esto me las va a pagar! ¡Ya lo creo que lo hará! ¡Disolvus! ¡Disolvus! -exclamó la profesora, actuando sobre todos los alumnos que iba encontrando a su paso.

Cuando por fin todo estuvo más o menos controlado, algunos de vosotros todavía sentía los dolores de las quemaduras, por lo que estaba claro que necesitaríais atención médico.

-Atención, aquellos que todavía tenéis heridas, venid conmigo a la enfermería. Ya me ocuparé más tarde de descubrir al culpable. Los demás, podéis retiraros.

El rostro de la profesora parecía contorsionarse con muecas de rabia, mientras encabezaba la pequeña comitiva que se dirigía hacia la enfermería.

La profesora empezó a calificar de nuevo nuestras pociones. No me esperaba que mi poción fuese perfecta ni mucho menos, pero desde luego pasar de un 1 a un 2, significaba que el esfuerzo había merecido aunque fuese un poco la pena. - Gracias profesora. Estudiaré para hacerlo mejor la próxima vez. - le respondí después de que me calificase de regular.

Cuando llegó el turno de Alondra... por un momento parecía que simplemente le había salido una poción pobremente. Pero entonces... la profesora volvió hacia su caldero como si hubiera visto algo... Eso no era buena señal... y la cara que ella puso aún menos. Mi cuerpo se encogió lentamente automáticamente al mismo tiempo que ponía una mano lenta sobre el hombro de Colton  "-Pero qué..." llegó a decir ella antes de que se desatase el caos.

Del temblor, que sorprendentemente venía de varios calderos, y generaba una tensión obviamente palpable... pasó a un surtido de explosiones repentinas. Justo un milisegundo antes de que explotase todo, mi cuerpo ya estaba actuando, estirando mi cuerpo para acabar debajo de la mesa y con mi intento tratando de proteger a Colton tirando de él hacia abajo de la mesa con la mano que aún tenía sobre su hombro. 

Una vez bajo la mesa, pálido como la cera me tapé la cabeza con ambas manos. Oí los golpes de los calderos, los chillidos de los alumnos y los gritos de la profesora "Disolvus Disolvus!!" y todo sucedió tan rápido como se apagó.  

*Pero que ha pasado??? porqué han explotado tantos calderos??? magia???

Cuando por fin todo estuvo más o menos controlado, asomé la cabeza, aterrado por lo que podía encontrar. Pero ya no había restos por ninguna parte, sólo algunos alumnos malheridos o con quemaduras. Y la profesora furiosa que les indicaba de ir rápidamente a la enfermería.

Eso de la enfermería respondía a la pregunta de Colton que me hizo durante la clase... Casi pareció una premonición.

Sin saber qué decir, y esperando que nadie estuviera gravemente herido, recogí nervioso y respirando agitadamente lo que pude de mis cosas y me marché con los demás que no habían sufrido daños.

Cuando llegué al lado de Ivy y Úrsula, esta me preguntó cómo estaba, además de decirme que ignorara a Cagondra, algo bastante complicado de hacer.

-Es idiota. Eh… sí, sí, todo bien. L-luego os cuento –le dije, sin querer dar más detalles en esos momentos, sobre todo porque la profesora empezó a dar vueltas para revisar todos los calderos. Me pareció que el de Ivy y Úrsula no estaban muy mal del todo, pero al final sería la profesora quien sabría mejor si les había salido bien o no.

Desde luego, la profesora no parecía albergar muchas esperanzas al respecto, así que me mantuve en silencio y pendiente. Cuando vi que se acercaba a Úrsula, me fastidió que le dijese que la otra le había salido mejor, al igual que a Colton. Pero bueno, tampoco parecía haberles ido muy mal del todo. A Ivy le dijo que había cortado los trozos muy gruesos pero la mezcla tampoco era horrible.

Lo cierto era que no me sentía muy bien al saber que a mí me había salido mucho mejor que a ellos. Casi hubiese preferido fallar para estar a su lado y no destacar.

Pero eso sí, al menos cuando se asomó al caldero de Cagondra, le dijo que el suyo era muy pobre, lo que me hizo sonreír abiertamente.

Chúpate esa, Cagondra.

Y entonces, plop, plop… ¡booooooom!

Cuando empezaron a explotar las burbujas no caí en la cuenta pero al ver los temblores de los calderos recordé la cara de Colton y entendí que aquello no era una buena señal y que todo eso iba a explotar.

Kyle también pareció darse cuenta porque rápidamente tiró del hombro de Colton hacia abajo para agacharse. Yo miré entonces a Ivy y a Úrsula e hice lo mismo, tirando de sus brazos.

-¡Agacharos! –les dije.

Por supuesto, las pociones empezaron a explotar y a expandir todo su contenido por las paredes, los otros alumnos y el suelo. El aula entera se llenó de gritos de dolor que hicieron que la clase entrara en una especie de caos difícil de describir.

Como me entretuve tirando de Úrsula y Iyv, algunas gotas de los calderos me cayeron encima de la ropa, quemándome un poco la piel. No era muy grave pero dolía.

Por supuesto, la profesora estaba llena de ira y rabiaba por encontrar al culpable. Esperaba que no lo encontrara porque si no, se le iba a caer el pelo. Claro que en esos momentos la profesora estaba más pendiente de eliminar los restos de solución que habían caído sobre cada uno de nosotros que de encontrar al responsable y hacerle pagar.

Kyle parecía haberse salvado completamente, pero no sabía qué había sido de Colton, Úrsula y Ivy, así que los miré para ver si necesitaban ayuda y tenía que acompañar a alguno a la enfermería, junto con la profesora, o si podía ir al salón principal.

Desde luego, la clase había sido de lo más extraña. Por un lado había demostrado que se me daba muy bien, pero al mismo tiempo iba a tener tareas extras y ya para terminar… aquel final casi apoteósico que sin duda alguna sería la comidilla durante un montón de días.

Pufff, estaba siendo un día de lo más intenso.

La conversación con Úrsula estaba resultando de lo más entretenida. Por lo visto, lo normal entre los muggles era dormir en casa de unos y otros, siendo para Jade algo sumamente excepcional que no creía que se pudiera hacer en la escuela - Master Chef, qué curioso, un concurso ¿de la tele?.... ¿Qué es la tele?... - Le preguntó comprendiendo cada vez menos - ¡Ah vale!, cocinar y hacer pociones es algo muy parecido, según dice mi abuela. A ella le salen unos guisos exquisitos, pero claro, dice que para hacer de comer ya están los elfos domésticos... - Comentó la joven cortando los ingredientes algo más grueso de lo que debía, mientras que Úrsula le daba algunos consejos sobre que debía hacer los tajos más finos, o al menos eso era lo que decía los apuntes de Ferlet.

La duda de Galloway sobre las burbujas era un enigma para Jade - Puffff, pues no sé... Yo creo que a la tercera burbuja se podría contar porque no es ni demasiado pronto ni demasiado tarde... ¿No crees? - Seguramente a su abuela le diese un ataque si la escuchaba hablar con tan poca precisión sobre pociones.

Ver que Colton tiraba toda su poción a la basura le dio pena a la pelirroja. Aquella maldita mezcla era dificilísima y tan solo a Luna parecía que se le daba bien, nadie más era capaz de hacer algo digno con todos aquellos ingredientes - Maldita sea. Me está dejando de gustar esta asignatura... - Comentó la joven, pensando que transformaciones había sido más divertido, a pesar de que tampoco ella fuese particularmente buena haciendo magia.

El enfrentamiento verbal con Alondra tuvo como consecuencia que Colton saliera también a defender a Ferlet, un gesto con el que se llevó la sonrisa más amplia y bonita que Ivy hubiera podido dedicarle jamás, una manera de decirle que ambos estaban en la misma escoba, dicho común entre brujas y magos cuando actuaban de manera conjunta.

A Úrsula no le molestaba que la idiota de su compañera de casa la llamase sangre sucia - Quizás a ti no te importe, pero para mí, es muy molesto que te lo diga - Y es que a Jade le comenzaba a resultar muy incómodo cada comentario de Sparks, y más porque denigraba a sus amigos - Tú tienes magia y es todo lo que importa. Y no veo que su poción sea mejor que la tuya - Estaba disgustada por aquellas dos horas de clase, siendo un momento incómodo y cansado, se juntaba la presencia de Alondra con la dificultad de la poción.

Goldfinch por su parte no parecía dispuesto a inmiscuirse en aquel conflicto, al menos hasta que cambió de tema para desviar la atención de la gente sobre Colton, pues el joven había hecho una de las suyas con el tirachinas, metiendo algo en el caldero de la maldita Alondra. Ivy vio el suceso casi de milagro y se calló, desde luego no iba a acusar a su amigo.

Cuando llegó Luna tras hablar con la profesora de pociones, Ivy se interesó por saber cómo le había ido en aquel encuentro - ¿Todo bien? ¿Qué te ha dicho?... - Úrsula también estaba expectante, así que ambas niñas miraron a su compañera con intriga. Luego hablarían del tema

Apenas habían tenido tiempo para hablar cuando la profesora se acercó al caldero de Ivy y le dijo algo que le hizo venirse abajo, que estaba en su límite.

Me he esforzado mucho... ¿Soy tan inútil para hacer pociones?...

La pelirroja estaba contrariada, había pasado innumerables tardes al lado de su abuela cortando ingredientes y ayudando a elaborar bebedizos. De hecho, Joanna le había valorado lo bien que trabajaba con ella y, en alguna ocasión, dijo a sus padres de que tenía un talento natural para elaborar brebajes. ¿Por qué la profesora le decía que estaba en su límite?

Si no se me da bien esto, ¿cómo se me van a dar las demás asignaturas?

Y sintió miedo. La expectativa de sacar todo extraordinario se desvanecía como el agua derramada en el suelo en un día de calor. La palidez de su rostro reflejaba que un cinco no era la nota que esperaba, así como la brillantez de sus ojos y se hubiera puesto a llorar si no fuera porque las acciones de Colton iban a causar un fenómeno similar a una guerra mágica.

Hubo calderos que empezaron a burbujear y de repente el de Alondra hizo ¡¡¡¡¡PUMMMMM!!!!!... Y se desató el caos, explosiones, chillidos, quemaduras de compañeros y la profesora chillando que iba a atrapar al culpable de aquel desbarajuste, temiendo Jade por Colton, pues ella tenía muy claro que a su amigo se le había ido la mano.

Luna le cogió del brazo, al igual que a Úrsula, tirando de ellas para que se escondiesen bajo la mesa y no les alcanzase las volátiles mezclas, tan ardientes que achicharraban. Y fue gracias a Ferlet por lo que Jade pudo esquivar, casi de milagro, toda la sustancia lanzada contra ellos.

- ¡Por toda la magia! ¡Ha estado cerca!... - Dijo mirando a Luna y a Úrsula, preocupada por el estado de ambas - ¿Cómo estáis os habéis hecho daño?... - Tragó saliva, recodando al resto de sus amigos - Kyle, ¿estás bien? ¿Y tú Colt?... - Y de repente le vino un pensamiento con respecto al Gryffindor.

Si le pillan puede que hasta le expulsen... ¿Podrá averiguar la profesora la verdad?... Quiero culpar a Alondra pero nos quitarían puntos en Slytherin. Mejor es no mencionar nada del accidente, como si no hubiese pasado. A ver si a la docente se le pasa el enfado...

La docente indicó que quienes estuvieran heridos fuesen a la enfermería con ella, mientras los demás podían retirarse. Estaba tan enfadada la mujer que daba hasta miedo plantearse llevar la contraria.

- Deberíamos irnos de aquí... - Y tras recoger sus cosas, salió al pasillo de las mazmorras.

¿Que lo había hecho disparar? La ira, la ira porque esa chica se había reído de Luna, porque en ningún caso estaba molesto porque Cagondra se hubiera reído de él por mirar a Angeline, ni por ser un negado en las pociones, ni por lo de la sangre sucia, que no sabía lo que era, porque él tenía la sangre A+ y siempre era roja, no, para nada, lo había hecho solo por Luna. Disparó, el petazetas pegó en el techo y cayó en más calderos de lo esperado, aunque él no podía esperar el desastre que se produciría después. Ni en sus mejores sueños. Kyle parecía haberlo visto, pero en lugar de eso le estaba cubriendo. Cuando dijo que llevaba demasiado rato cortando amapola le dijo en voz lo suficientemente alta para que lo oyera

- Si la amapola no queda muy fina la poción seguro que sale mal, lo de las vueltas va a tener que esperar....Esto es como el cola cao, que si no se pasa fino te quedan grumos.

Siguió trabajando en su poción esperando que la de Cagondra se convirtiera en un auténtico desastre, como la suya, pero es que él no era bueno en pociones ni en nada mágico y ya sabía que lo iba a suspender todo, a pesar de los ánimos de Úrsula. Sonrió débilmente y le dijo

- Haré lo que pueda, pero es que...tampoco entiendo los apuntes de Luna - dijo con un susurro desesperado, pero querer no era poder, no en este caso al menos. Los resultados fueron pobres, muy pobres, y encima la otra le había salido mejor y no tenía instinto, porque si tuviera instinto se marcharía a su casa. Le daba igual que regañara a los demás, eso no le servía de consuelo, pero los comentarios sobre él le escocían, le abochornaban, siempre había aprobado raspado, y si todo seguía así suspendería. Mientras la profe los regañaba una burbuja explotó en el caldero de Alondra, y luego otra poción, y luego otra, todas a la vez, como si estuvieran dentro de una traca. Los calderos silbaban como si fueran a despegar, repiqueteando como si fueran animales enjaulados, aquello empezaba a desmadrarse. El caldero de Alondra explotó, y aquel líquido estaba caliente, notó una mano que le empujaba hacia abajo, Kyle, pero no se podía esconder, era su responsabilidad, él era el culpable. Rodó debajo de la mesa dando una voletereta y vio que el caldero de Angeline explotaba. La cogió de una mano y estiró de ella con firmeza para apartarla de la lluvia de gotas ardientes, no la había soltado y ya un caldero al lado de Úrsula explotaba. Soltó la mano de Angeline y saltó delante de su amiga, abriendo los brazos y recibiendo las gotas ardientes en su espalda y parte superior de los brazos. Siseó y apretó los dientes, pero no se quejó lo más mínimo, no podía hacerlo cuando su travesura había causado tanto daño a tanta gente.

Bajó la cabeza para ocultar un lagrimón, uno que diría que era porque le había dolido mucho, pero en realidad lo que quería es estar en otro lado, con sus amigos, en un sitio que una broma con tirachinas no acabara en una explosión que quemara a la gente. Escuchó los Disolvus de la profesora, que debía ser un encantamiento para eliminar los peta zetas y cuando dijo que el que lo hubiera hecho iba a pillar la del pulpo estuvo convencido de que se lo merecía. Fue a inculparse, pero eso equivalía a que Alondra lo supiera, que Kyle quedara al descubierto, así que lo dejaría para después, iría al despacho de la profe y confesaría, admitiendo que había sido él pero que no conocía los efectos de los peta zetas, que en su casa era un caramelo y que los caramelos no tenían porque tener efectos tan malos. La pregunta de Ivy de si estaba bien le pilló de sorpresa. La miró, se quitó el lagrimón distraídamente y le contestó

- Sí, no es nada, me he hecho quemaduras más grande jugando a fútbol. ¿Vosotros estáis bien? - Kylo estaba, Angeline parecía que también y juraría que Úrsula también, pero el resto de la clase.... No se atrevía ni a mirar,él había causado todo eso, él. La idea de Ivy de salir de allí era más tentadora que ir a la enfermería. Era de primero de travesuras, alejarse del lugar del crimen. Si alguien le preguntaba diría con un hilo de voz que estaba bien, mientras arrastraba sus zapatos hacia el comedor, dolorido y culpable.

Me resultaba imposible concentrarme con todo aquel ruido de fondo que había, con esa Ivy y sus amiguitos que no hacían más que fingir que eran magos y además con aquella lunática Luna que taaaaan bien lo había hecho. Pero claro, allí no podía demostrar todo mi potencial, principalmente a causa de que no estaba en mi ambiente.

En casa siempre me salían geniales las pociones pero aquellas clases no eran dignas de mí, porque me molestaba la presencia de tanta gentuza a mi alrededor.

Así que cuando acabamos y la profesora regresó con la lunática, la miré pensando que todo era culpa suya. De no haber sido tan repipi seguro que habría conseguido hacer una poción mejor. No obstante, pensé que había logrado una mezcla lo suficientemente aceptable como para tener una buena nota.

Me equivoqué.

La profesora dijo que mi poción era pobre. ¡Pobre! Ella sí que era pobre, tanto que tenía que mendigar un puesto de profesora para poder vivir. ¡Vería en cuanto le dijese a mi madre lo que había dicho de mi poción! ¡Se iba a enterar! Ni siquiera me compensó que hablase mal de las pociones de las demás.

Y de repente, una burbuja salió de mi poción, y después otra, y también de las pociones de los demás, los calderos empezaron a temblar y-y-y yo simplemente, empecé a caminar hacia atrás.

-Chi-cas. Creo que aquí está pasando algo -dije, mirando a mi alrededor.

Y entonces, todo explotó. Volaron pociones por todas partes y yo apenas tuve tiempo para agacharme. Sentí como una quemazón en mi brazo y lancé un grito, mientras a mi alrededor oía más gritos de todos a cuantos les estaba cayendo más poción.

-¡¡Ay, cómo duele, cómo duele!! -me quejé entre lágrimas.

No sabía lo que había pasado pero la profesora estaba segura de que alguien había provocado aquello y fijo que así había sido. Quizás cualquiera de los amigos de la Ivy y la lunática, pero no solo  no lo sabía sino que además, el brazo me dolía tanto que no tenía ganas de pensar en nada que no fuese que alguien me lo quitase.

Cuando por fin me puse en pie, agarrándome a Anemone, que había conseguido librarse, la profesora dijo que la siguiéramos a la enfermería, así que me dirigí entre llantos hacia la salida.

No sabía quién había sido pero después de recibir lo que le diese la profesora, ya me encargaría yo de que tuviese algo más. 

-Vale, hablamos luego, Luna...-susurró a su amiga y atendió a la profesora que estaba haciendo repaso de las pociones que había hecho cada uno. Entendía que allí no quisiera comentar nada, lo importante es que hubiera vuelto y estuviera bien.

Un ruido fuera de lugar se produjo en la zona de los alumnos de Slytherin. Úrsula se volvió hacia ellos sin saber exactamente qué había escuchado. No pasaron ni tres segundos cuando el sonido volvió a repetir.

Oh, oh, ¿eso viene del caldero de Cagondra...?

El caldero de Cagondra comenzó a cobrar vida y comenzó a burbujear cada vez con más brío. Los calderos de las amiguísimas comenzaron también a vibrar como si hubiera unas manos invisibles que los movieran.

Oh, oh, eso no me gusta... mi caldero no se ha movido... ¿por qué el de ellas sí?

Miró los calderos de sus amigos, todos quietos, como correspondía a un buen caldero mágico, o eso pensaba la pequeña.

Y, de repente, se desató el caos. Todo sucedió en segundos. Úrsula vio, en cámara lenta, como una burbuja enorme comenzó a crecer y crecer hasta sobresalir por encima del borde del caldero de Cagondra. A ella le encantaba eso de hacer burbujas de jabón y supo lo que iba a pasar.

-¡A cubierto!-advirtió a sus compañeros, tarde, porque la burbuja explotó antes de que su advertencia terminara. 

Todo fue entonces poción saltando por la aires, gritos, manos, pies, túnicas enredadas y pánico en toda la clase. Abrió los ojos y vio a Colt delante de ella, con su túnica abierta, protegiéndola de las salpicaduras, aunque algunas habían sobrevolado por encima de él y le habían caído en las manos. Escocían, pero un par de chupetones harían milagros. La profesora corría de un lado a otro, desesperada por parar aquello, gritando lo que tenía que ser un hechizo por parar aquel desaguisado.

-Pero, ¿qué han hecho los de Slytherin?, si la receta era la misma para todos... ¡sí que es peligroso esto de hacer pociones!-miró a Colt, preocupada por él-¿Te has quemado?. ¡Gracias por cubrirme!. ¡Eres increíble!. ¡Gracias!. ¿Estáis todos bien?-recorrió con la mirada a todos sus amigos-¡Buena idea, Ivy!, la profe está realmente enfadada y si nos quedamos, cobramos, por que alguien lo va a hacer... ¡Vayamos al comedor!

Agarró de la mano a Colt y a Luna que la tenía al lado y tiró de ellos fuera de la clase, siguiendo a Ivy que abría camino, haciéndole un gesto con la cabeza al resto para que los siguieran rápido.

La clase de Pociones no estaba en el mismo lugar que las demás. Mientras que las aulas que habíais visitado, o vuestros compañeros, se encontraban en la primera o la segunda planta del castillo, y os habían obligado a subir escaleras, Pociones se encontraba en las mazmorras, muy cerca de la entrada a la Sala Común de Slytherin.

Ese ambiente era desagradable para la mayoría de los alumnos, que encontraban los pasillos húmedos y fríos, aunque con el tiempo, los que perteneciesen a la casa de Slytherin acabarían por acostumbrarse y considerarlos casi como si fuese su propio hogar.

Cuando llegasteis, la puerta del aula estaba abierta y una luz tenue irradiaba desde el interior, dejando entrever que aquel lugar no se parecía a ningún otro, algo que comprobasteis en cuanto empujasteis la puerta.

Estabais en una gran aula, con las paredes cubiertas de estantes que contenían multitud de frascos coloridos y con aspectos muy diferentes, la mayoría de los cuales ni siquiera estaban marcados. También había grandes mesas de trabajo en donde mezclar los ingredientes y prepararlos, calderos, fuegos para calentar las mezclas, y en general un ambiente en el que multitud de aromas desconocidos se mezclaban, dando la sensación de que estabais en un mundo diferente.

A medida que fuisteis entrando, os dispusisteis en las diferentes mesas, sin percataros que cerca del fuego que había en una de las paredes, una figura esperaba agachada y de espaldas a vosotros. La figura se levantó y permaneció de espaldas mientras manipulaba algo entre sus manos que no erais capaces de ver.

-No son las pociones las que convierten el odio en amor, la lluvia en granizo o los deseos en realidad, sino la fuerza de voluntad y las manos que combinan y mezclan los ingredientes -dijo una voz femenina pero rasposa, que marcada cada sílaba lentamente, como si fuese extranjera y le costase hablar, y que provenía de aquella figura.

La figura se volvió hacia vosotros y entonces continuó hablando. Tenía un pequeño frasco entre sus manos, algo que parecía haber acabado de preparar.

-Estas palabras las dijo un notable mago que dedicó su vida a embotellar todo aquello en lo que pensó, como el éxito, el deseo, la suerte... Si no existía, lo inventaba; si alguien lo había hecho antes que él... lo mejoraba. Vosotros estáis aquí para aprender lo más básico de lo básico, aquello que diferencia a un mago... de un cualquiera, porque cualquiera puede lanzar un hechizo con su varita pero muy pocos tienen en sus manos el privilegio de poder crear algo desde sus componentes más elementales. 

La mujer empezó a alejarse del fuego, apoyándose en su bastón, no porque lo necesitara, sino más bien por costumbre o elegancia. El bastón parecía formar parte de su estilo personal.

-Soy la profesora Begonia Protts y sacaré lo mejor de vosotros... siempre que tengáis la voluntad de conseguirlo, porque os advierto que solo algunos de los que estáis aquí... seréis elegidos para sobresalir entre todos los demás. Vuestros compañeros de Gryffindor y Slytherin crearon muchos problemas en su clase, así que espero algo más de vosotros. Sin embargo, he de decir que algunos de ellos tenían una especial habilidad para elaborar pociones. Dentro de poco comprobaremos si alguno de los que estáis aquí la poseéis también.

La profesora Protts se detuvo al llegar a la mesa en la cual os encontrabais la mayoría de vosotros y os echó una mirada que parecía mostrar curiosidad.

-Tengo en mis manos un pequeño frasco con una esencia que acabo de embotellar. Se trata de la Poción de Ingenio, una maravillosa y delicada mezcla que hará que cualquiera que la tome sea capaz de comprenderlo todo casi al instante. Para cualquier estudiante es un premio sin igual, puesto que gracias a él, será capaz de captar lo que estudie y escuche con una claridad sin igual. Evidentemente, tiene un efecto limitado, solo una hora en este caso, puesto que está hecha de forma perfecta, y el frasco contiene solo una dosis y nada más. Pero cualquiera de vosotros podrá hacerse con ella... siempre que sea capaz de preparar la poción con éxito. Según como la hayáis hecho, el efecto podrá durar algo menos... e incluso en muchos casos, causar el efecto contrario, porque os advierto que es difícil... pero así sabremos quienes de vosotros tenéis... el don. En la otra clase la ganadora fue Luna Ferlet. Veremos quién de vosotros se la lleva en esta ocasión. Ahora, prestad atención.

La profesora comenzó a decir las instrucciones que hacían falta para elaborar la poción. Era una complicada mezcla que requería trozos de amapola finamente troceados, baba de una lantea reciente y una pizca de dulcamara, todo delicadamente mezclado al milímetro y calentado durante diecisiete minutos a cincuenta y dos grados centígrados y medio exactamente, para después añadir un gramo, y solo uno, de esencia de radenamio que hubiese sido iluminada por la luna durante tres minutos. Este último componente no se encontraba en vuestro kit pero la propia profesora os lo suministraría, aunque de manera bruta. Tendríais que tamizarla y separar las raíces con mucho cuidado, pues la más minúscula parte de la misma haría inútil la esencia.

Era todo tan preciso, que todos procurabais daros prisa para capturar hasta la última palabra de la profesora, y cuando acabó, os disteis cuenta de que iba a ser difícil conseguirla.

Pero el premio... merecía la pena.

-Está bien, veamos de qué estáis hechos. Chop, chop, adelante, vamos, vamos -os dijo la profesora, viendo como todos empezabais como locos a preparar la poción.

La bajada a las mazmorras resultaba fría y húmeda, aunque quizás por estar en aquel lugar tan mágico aquello no parecía importar demasiado a Percy que se mostraba emocionado por disfrutar de la primera clase de pociones. Al llegar al aula quedó claro que aquella clase sería bastante diferente a cualquier otra. El hecho de que hubiera tantas pociones que ni si quiera estaban catalogadas al alcance de cualquiera le parecía una especie de trampa para comprobar la capacidad de contención de los alumnos, pues bien podían ser muestras peligrosas. Al llegar pudo comprobar que la profesora tenía ciertas dosis de teatralidad en sus clases, al menos esa impresión le dio con el discurso y el comentario realizado. 

Percy se esforzó en tomar notas lo mejor posible, escuchando con atención y aliviándose un poco al comprobar que Luna había sido muy hábil en la clase, lo que le ayudaría en caso de que saliese mal al primer intento. Aún así se esforzó en tomar apuntes lo mejor que pudo concentrándose en hacerlo lo mejor posible. La poción de la que hablaba resultaba harto interesante, pues era algo que podría incluso ayudar a la hora de comprender lo que ocurría con Shadefian. Aquello le incitó a realizar una pregunta, levantando la mano con respeto y esperando a que le preguntaran. - Profesora, ¿Un auror podría usar una poción como esta para poder entender mejor las pistas de un caso que estuviera siguiendo? - parecía una pregunta razonable, y la respuesta podría suponer algo relevante. Miraba a Michael con actitud cómplice, esperando que el entendiera la razón de su pregunta, algo que no dudaba... 

Finalmente, con mucho esfuerzo y sudor terminó la poción, esperando que el resultado fuera satisfactorio. No sólo por su habitual intención de hacerlo bien en todas las clases, en este caso, el premio, parecía que podía ayudar en lo que tenían entre manos... 

Michael caminaba hacia las mazmorras para llegar al aula en la que recibiría junto a Percy y el resto de compañeros de Ravenclaw su primera clase de pociones, y según avanzaba ya iba teniendo un mal presentimiento. Había conocido días antes a la profesora Protts... pero en una situación nada agradable. Los recuerdos de las lesiones causadas por la explosión que Colton había provocado y el terrible enfrentamiento entre la profesora y algunos de sus amigos en la Enfermería seguían frescos en su memoria. Algo le decía que esa clase no iba a ir bien...

Cuando llegaron al aula y se ubicaron en sus sitios, la profesora estaba ya allí. Se presentó y empezó a explicar la lección, sin evitar recordarles a todos lo que había pasado en la clase compartida de Gryffindor y Slytherin, lo cual no contribuyó a que Michael se sintiera mejor. Sin duda, podía añadir a la profesora de Pociones a la lista de los profesores que le intimidaban con su presencia y sus formas. Le costó bastante seguir las instrucciones de la maestra, y al terminar de tomar sus notas, se dio cuenta de que parecían cualquier cosa menos una receta decente.

Desanimado, se preparó para intentar elaborar la mezcla de todas formas, mientras Percy preguntaba a la profesora aquella duda. Era una buena idea, pero en cualquier caso Michael dudaba mucho que fuera a conseguir preparar una poción mínimamente salvable. Quizá su compañero tuviera más suerte, porque él apenas tenía idea de por dónde empezar. Cuanto más repasaba sus anotaciones, más caía en la cuenta de que no se había enterado de nada...

—Me voy a lucir hoy también... —murmuró desanimado, mientras intentaba descifrar sus propias notas como si fueran jeroglíficos, para saber cómo debía cortar sus amapolas.

Poco a poco, con más dudas que certezas, fue preparando todos los ingredientes lo mejor que pudo. Calentó demasiado el caldero y tuvo que esperar a que adquiriese la temperatura correcta antes de verter la mezcla en él. Durante todo el proceso, Michael hizo gestos como frotarse las manos nervioso o negar con la cabeza mientras se mordía un labio en mitad de su confusión. Estaba por completo en manos de la suerte, de aquél recipiente podía salir una maravilla o una verdadera catástrofe. El Ravenclaw pensó que si el caldero no acababa explotando como el de la clase de Gryffindor y Slytherin, podría darse por satisfecho...