Partida Rol por web

Peabody, pues, ha subido a toda prisa, por las escaleras, a la planta del hotel donde se están haciendo las entrevistas. La señorita Rutherford, con mucha política, se dedica a lo suyo, mientras hablan. Se ve que tiene más conchas que un galápago, ya que es imposible saber si está escuchando o no.

Bueno. Yo también me voy, dice Laroche al recibir la mirada fulminante de su jefe. Tengo mucho trabajo en el barco. Hasta más ver, queridos. Espero que haya suerte ¿eh?

Habéis terminado de hablar con la prensa y volvéis a vuestra mesa, a sorber los refrescos, cuyo hielo ya se ha derretido en gran medida. Un camarero trae algo de picar, cortesía de la casa (ha debido ver la conversación con los periodistas)

Charlene duda... no se muy bien si no nos habremos precipitado... desde luego, me he quedado bien a gusto. Eso hay que decirlo. Sin embargo, deberíamos investigar un poco, quizá encontremos algún punto débil en la organización.

Un tanto frustada y cabreada por la reacción inicial de Charlenne, la miro con el rostro serio, sin mostrar enfado pero contrariada.

¿Pero qué te pasa? si creias que era una mala idea ¿por qué no me detuviste cuando tuviste tiempo? no te entiendo Charlenne. digo llevándome el vaso y acabándome la copa de un trago.

Con un suspiro, dejo el vaso y, una vez más tranquila vuelvo a mirarla Dices de investigar su organización, pero no tengo ni idea de qué organización se trata. Yo pensaba que se habían juntado Starkweather y Moore para montar esta expedición, y que están empezando a contratar al personal. Supongo que tendrán patrocinadores, si, pero como digo, no tengo ni idea.

Me quedo pensativa mientras golpeo con los dedos el cristal de la mesa hasta que, de repente, paro ¿Y si en vez de la organización investigamos a Starkweather? estoy convencido de que algo le ha tenido que pasar en sus expediciones para ser tan drástico con las mujeres. Ya verás cuando venga Nadine, me apuesto lo que sea a que tampoco la ha aceptado.

Con el rostro un tanto serio, pero no tan cabreada con Enma, salgo por la puerta. Cuando llego junto al resto, lanzo una media sonrisa Chicos, Enma tenía razón, pero os aseguro que iremos. Si he sido capaz de tratar con cerdos y borrachos durante muchos años, el dormir con 30 tías y cambiarme delante de ellos no es algo que me ruborice. ¿y qué coño pasa por pasar algo de frío? joder, ni que no hubiera abrigos. a pesar de no parecer cabreada, por su vocabulario se desprende que muy contesta no está, pero que tampoco se puede rendir.

¿Dónde ha ido Enma? ¿lo sabéis? me gustaría hablar con ella sobre esto.

Tim mira a Nadine salir y no puede por menos que esbozar una sonrisa ante tal actuacion, muestra de caracter y descaro.

tras ello, entra en la habitacion, con las ideas claras.

No tenía tomada una decisión, pero actuaste con rapidez... se trataba de estorbarte, y dar una imagen quizá no muy buena ante la prensa o de apoyarte y, de errar, hacerlo como Dios manda. Preferí apoyarte.

Estudiar a Starkweather ¿eh? Vale. Esperemos a esa otra chica, la morena, y trazamos un plan. Si encontramos algún trapo sucio, quizá podamos presionarle.

La señorita Friederick ha salido, querida. Dice la anciana secretaria a Nadine, mientras sella unos papeles con pinta de oficiales y va clasificando una montaña de albaranes.

Buenos días, señor Pooster, encantado de conocerle. Starkweather es alto, fuerte, con canas en las sienes, cuidado bigotazo, impecable ropa de sastre gris perla, con chaleco, corbata, cadena de oro y discretos pero carísimos gemelos. Sus ojos azules te atraviesan con suma cordialidad. Parece el típico entusiasta con la energía de un tifón... aunque estas cosas se ven realmente cuando vienen mal dadas y estás en la puré, no en medio de una suite de super lujo.

Innumerables periódicos, telegramas y otros trozos de papel cubren todos los espacios libres de la sala de estar. Fotografías enmarcadas o clavadas en tableros de corcho decoran las paredes. Algunas son de la expedición (un barco en un muelle con muchas cajas sin desembalar en la nave que hay junto a él, grúas, fotos de miembros de la expedición haciendo diversas labores), pero la mayoría son de Starkweather.

Siéntese, por favor. Hay varias butacas, otra mesa (todo abarrotado), una gran alfombra, vasos medio llenos, libros de viajes, mapas, periódicos, una estatuilla de bronce... el ambiente de trabajo es evidente.

Bien, bien. Se da un paseíto.

Carraspea y parece que prepara un pequeño discurso.

Sepa que vamos a un lugar donde se pueden llegar a registrar temperaturas de hasta -55 grados centígrados, a la vez que unos vientos de hasta 300 kilómetros por hora, donde no hay nada, absolutamente nada más que hielo. Bien. Con ese viento, lo que son -55 grados se transforma en una sensación térmica de más de -100 grados, y eso porque será verano. Vamos a un lugar peligroso, señor Pooster, un lugar fiero y terrible. Pero llevamos con nosotros el calor de la civilización. Llevamos la grandeza de la mente humana, y su capacidad de sacrificio en pos de metas más altas cada vez.

Ya. Ya. Se lo que va a decir a continuación, he tenido suficiente de sus amigos (que Dios se los conserve). El señor O'Maley ha rechazado el contrato, de hecho. Bien. Parece profundamente dolorido. No tengo nada que decir. Admiro la integridad, sepa usted, pero: ¿se da cuenta de las circunstancias del caso? Usted es psicólogo, afamado, serio... un sabio, un pilar de la sociedad. Como psicólogo le hablo: conoce bien, o debería, todos los transtornos asociados a los climas extremos. La soledad. La locura de la nieve. Yo he estado en el polo norte, perdido, en circunstancias horrendas. He visto a los hombres llorar como a niños... ¡Peor que en la guerra, señor Pooster! ¿Y quieren complicar más la situación metiendo a dos (tres con la señorita Whitston) mujeres hermosas en un grupo de gentes inexpertas en estas lides como un puñado de científicos? ¿Quieren añadir un factor de incertidumbre? Científicos, señor Pooster, científicos digo. Gentes que no saben lo que es sobrevivir en el hielo, gentes cuya pátina de civilización se puede venir abajo en cuanto las circunstancias se agraven lo suficiente. Verdaderos inválidos -y, perdóneme, usted no lo será menos- de los que me tengo que ocupar.

Hace una pausa dramática.

¡Y toda esa responsabilidad sobre mis hombros! Usted me dirá qué hago, señor Pooster.

Moore, que ha estado todo el rato sentado en su butaca, tras saludarte con un gesto (ya os conocéis), ha guardado silencio durante todo el discurso, anotando, quizá, algo al margen del contrato que ha extraido de una gran pila de papeles, y que reconoces como el que has estado negociando con ellos por medio de intermediarios.

Cuando termina el parlamento, suspira, simplemente, y se coloca las gafitas bien en el puente de la nariz.

Tim ha estado escuchando atentamente, modificando sus gestos adrede sobre los comentarios del expedicionario. Tras poner caras de asombro, duda y pequeńo enfado, se decide a comentar el.

veo que cree conocer bien el alma humana, no dudo que ha pasado por crudas y duras situaciones, pero como bien ha dicho, soy yo el psicologo. Creo que en la guerra tambien he vivido situaciones que harian palidecer al mas duro hombre. He visto mentes doblegadas, hombres haciendo pucheros como niños y gente hundida o perdiendo la cordura.

hace una pausa para dar dramatismo y continua hablando.

conozco a los cientificos y creo que podre controlar sus brotes y dominar la situacion que pueda surgir, tendria que hacer unas sesiones previas al viaje y allanar los problemas. Me tengo por un gran profesional y puedo con ello. Que esten esas mujeres no solo no seria contraproducente, al contrario, seria beneficioso a la expedicion. Hombres hechos y derechos se crecerian al ver a mujeres aguantando el tipo mejor que ellos y si ellas son las que se hunden, su naturaleza protectora haria que cuidaran de ellas, olvidando sus problemas personales. No lo ve usted asi, amigo?

Starkweather muestra una media sonrisa. Si. Creciéndose, por supuesto, lo veo nítidamente: todos compitiendo estúpidamente para llamar su atención, y jugándose la vida por una mirada de esas beldades. Señor Pooster, por favor... queda pensativo un momento. No he hecho bien en apelar a sus conocimientos, es bien sabido que no es positivo ser a la vez juez y parte. En este caso usted lo es. Hágame caso: soy la voz de la experiencia. Te tiende el contrato. Examínelo y haga el estudio que había pensado hacer con nosotros. Espero pacientemente su llamada... pero no eternamente, ya que salimos el día 15.

Da por terminada la entrevista, te da la mano y abre la puerta para franquearte el paso.

Moore se levanta para estrecharte la mano, a su vez.

Hasta la vista Pooster. Luego vuelve a su trabajo.

Pooster sale, tras unos diez minutos, acompañado de Starkweather. Luis Laroche se ha ido ya. Os quedáis unos segundos todavía en la sala de espera, pero luego, con el fin de recabar experiencias, os marcháis, a ver dónde se ha metido Enma...

Enma está abajo, Srta. Sinkins... - respondo timidamente - Seguro que agradecerá intercambiar algunas impresiones con usted. Me uniré a ustedes enseguida - añado, señalando hacia la zona donde están los ascensores.

Tras estas palabras, miro dubitativamente a la Srta. Rutherford; incapaz por un momento de tomar una decisión, decido por fin esperar a que Tim finalice su entrevista. Pero, en ese momento, la entrevista finaliza, así que me preparo para bajar con todos.

Bajáis a la planta baja por las escaleras unos y por el ascensor otros (ya que no entráis todos juntos) y, en las puertas cuádruples (unas puertas que permanecen abiertas, como un biombo) que dan al salón, a mano derecha según se sale, lado opuesto a donde está la recepción, podéis ver que están Enma y la señorita Whitston, sentadas a una mesa, con sendos refrescos ya acabados, hablando tranquílamente. Los periodistas (15 o 20) que están en la parte exterior, en la calle, tras las grandes puertas giratorias de cristal, os ven salir y se ponen a hacer fotos, y a hacer preguntas a las que no prestáis mucha atención.

Enma os saluda desde la mesa, y os dice que os acerquéis. Una vez sentados, percibís en la mirada de la rubia algo que conocéis de otros tiempos: es un gesto belicoso, inconfundible. Más de uno y más de dos han llegado a temerlo. Whitston es más hermética, además de que no la conocéis.

La escena tiene toda la pinta de ser el comienzo de una conspiración.

FIN DEL PRÓLOGO