El profesor Uhr de la universidad de Dresden es un destacado antropólogo, aunque en esta ocasión ha sido seleccionado principalmente por sus conocimientos de cartografía. Curioso por naturaleza, el doctor se vale de su simpatía y de su fina intuición para conversar con todo el mundo. Uhr es conocido por sus ensayos sobre "pueblos tribales" de Europa: gitanos, cosacos, lapones...
Es de mediana edad, algo obeso, con ojos azules y una sonrisa tranquila para todo el mundo.
El doctor Eckener trabajó como economista político y periodista hasta que el Conde Ferdinand von Zeppelin le contrató como director de vuelo de la DELAG en 1909. Seguidamente aprendió ingeniería y rápidamente desarrolló las habilidades técnicas necesarias para poder diseñar y pilotar dirigibles. De hecho, Wckener está considerado el mejor piloto vivo que hay en todo el mundo. Por supuesto, el Graf Zeppelin es uno de los tres únicos dirigibles que existen en estos momentos.
Eckener es capaz de los más asombrosos alardes de resistencia a los mandos de una nave. Demanda siempre precaución, inteligencia y un profundo conocimiento de física y meteorología a todas sus tripulaciones. Tembién es tajante en cuanto a la disciplina y la formalidad en el trabajo. Se se agota rápidamente la paciencia con los ineptos. A pesar de ello (o debido a ello), sus tripulaciones sienten una absoluta devoción por él, logrando también infundir confianza y seguridad entre los pasajeros.
Su rostro es alargado y en su boca lue una enorme y sana dentadura. Tiene bigote cano y peque3ñas bolsas bajo los ojos, pero por encima de todo, el Doctor Eckener destaca por ser enormemente ceremonioso y protocolario, hasta en las situaciones más angustiosas.
Un hombre inteligente, realista, desprende un aire ciertamente diplomático en todos sus ademanes. Un afamado erudito, antropólogo, con una maravillosa capacidad para las lenguas. Sus investigaciones se han centrado principalmente en estudios sobre la Europa medieval y sobre las civilizaciones de Oriente Medio. Durante la primera guerra mundial alcanzó el grado de oficial del ejército alemán, sirviendo en Turquía a las órdenes del general Otto Liman von Sanders. Muy trabajador, de los que no gustan de perder el tiempo en vaguedades. Alto, rubio, de una cierta edad. Necesita gafas para poder leer.
Un hombre que no demuestra tener mucho interés por la historia, por ciencias menores, como la antropología... Para él, la lógica es el único dogma y, consecuentemente, el doctor Klaus Falken es su sumo sacerdote. Tiene la cara redonda, colorada, sus penetrantes ojos castaños escudriñan la mirada de sus interlocutores, produciendo la extraña sensación de que es culpable de algún crimen. Su voz es muy suave y apagada.
El doctor parece un hombre triste y apagado. Tiene fama en el mundillo de la medicina, aunque las malas lenguas dicen que ha sido conseguida mediante influencias. Dicen también las malas lenguas que diversos desastres financieros, tragedias familiares y fallidos episodios románticos en la juventud le han hecho caer en desgracia con el régimen que ahora gobierna Alemania y con una sociedad que se está volviendo demasiado puritana. Eso, quizá, explica porqué un doctor algo demasiado viejo y conocido por ser médico de condes y duquesas, y no una lumbrera en investigación, está aquí.
Se sabe que está divorciado y que durante los últimos años ha residido en Viena.
Tiene algo de sobrepeso. Las bajas temperaturas han hecho que su nariz tenga constantemente un vivo color rojo.
Schimmel es el principal operador de radio asignado al equipo del Campamento Lake. Es el encargado de mantener contacto radiotelefónico con el grueso de la EBF que está en el campo base cercano al Mar de Weddell.
Es un tipo bastante desagradable y antipático.
Parece no saber hablar más que alemán. Es delgado, calvo y con bitotito. Siempre anda con el ceño fruncido. Parece que ha sido tratado por quemaduras de segundo grado en las manos, producidas nada más llegar al campamento, y se guarda mucho de aventurarse fuera de la tienda de la radio de su zona. Herr Doktor dice que para él es muy peligroso volver a tocar metales con las manos desnudas.
Gunter no cae bien a sus compañeros. Es de nacionalidad Danesa y habla inglés sin conjugar los verbos, como los indios. Se da aire de explorador romántico, duro, calloso y con mucho mundo, pero le sale mal y le falta bastante para llegar. Hace poses en las fotos mirando en lontananza. A veces se mira en un espejo si cree que no le ve nadie para ver si el cabello despeinado le hace suficientemente viril.
Y el caso es que los perros con él hacen maravillas. Con los perros es otra persona: les habla con voz atiplada y ridícula (en voz baja, para que no se oiga), juega y rie (cuando está solo con ellos) y les entiende a la perfección. Sus perros son disciplinados, silenciosos y trabajadores.
Como guía polar no es tan bueno, y quizá por eso no se le perdonen sus defectos. Aunque tiene muchos conocimientos, no está atento a los descuidos de los ignorantes, da por hecho que todos toman las precauciones y no se sabe explicar cuando instruye a sus protegidos. Consecuencia de ello son varias quemaduras por frío que han enseñado a los miembros de la Expedición Barsmeier Falken a ser extremadamente cuidadosos. Sobre todo las quemaduras sufridas en las manos por el jefe de operadores de radio.
Jefe de pilotos de la expedición, es el típico piloto valiente y apuesto que aparece en muchas de las películas que se han rodado sobre la Gran Guerra. Aunque siempre está más preocupado por cuidar su impecable imagen que en velar por la seguridad de sus vuelos, Herman es un piloto depurado y fiable. Fue elegido para participar en esta expedición gracias a sus contactos con la alta sociedad, y también gracias a su dilatada experiencia de vuelo por los fríos cielos de Finlandia y Scuecia. No duda en llevar a cabo arriesgadas maniobras que pondrán los pelos de punta a cualquiera, como vuelos rasantes al llegar al campamento Lake. Tiene habilidad suficiente con los aparatos para poder realizar este tipo de cosas y algunas otras todavía más complicadas. Se ha vuelto un excelente mecánico desde que se percató del hecho de que todavía no hay muchos talleres de reparación en la Antártida. También es un experimentado alpinista y espeleólogo, miembro de la Schwäbische Höhlenverein (una sociedad de alpinismo y espeleología). De hecho, ha explorado un buen número de grutas y sistemas de cuevas por toda Europa.
Para él la clase es mucho más importante que la nacionalidad. Es consciente de su atractivo y por eso se contiene de no parecer demasiado ávido de recibir atenciones.
Alto, atlético, simpático, con larga bufanda de seda y gorro de cuero. Su inglés, dotado de un ligero acento británico de clase alta es prácticamente perfecto.
Hugo Grosswirth es un hombre fuerte y hábil, además de extremadamente leal. Le encanta la exploración polar, disfruta siendo de utilidad a otros y parece insomne. Su especialidad en mecánica aeronáutica y reparaciones de motores, armazones y paneles de control tiene impecables los Fokker de su grupo. Su destreza con las herramientas pronto se hace vital para cualquiera que requiera su colaboración. Se dice que está soltero, aunque tiene una novia en Chemnitz. Es alto, rubio y durante el último mes se está dejando crecer una casi imperceptible barba en su aniñado rostro.
Benecke es la persona que ha ideado muchos de los ingeniosos aparatos que exhibe la expedición Brasmeier Falken, como los cuchillos de extraer hielo. También se ha encargado en el campamento base de diseñar y conducir máquinas quitanieves y demás maquinaria pesada. Sabe reparar aeronaves y, en general, se ocupa de remendar cualquier cosa que se estropee.
Es muy extravertido y parece disponer de una fuente inagotable de wisky barato que siempre está deseoso de compartir. Le encanta jugar a las cartas, sobre todo al skat, que enseña a quien siquiera insinúe que tiene algo de interés. Sostiene que es un mal jugador de Pocker, pero parece que aprende a toda mecha.
Benecke parece un hombre materialista, y así lo anuncia sin rubor. Está en esto por dinero y por nada más. Con un físico que recuerda al de un gran primate, hombros fuertes, largos brazos y piernas algo torpes, se mueve por aquí y por allá derrochando simpatía pero yendo, en el fondo, a lo suyo.
Josef es un hombre tranquilo y muy religioso. En el Campamento Lake tiene la tarea de controlar y vigilar el aparato de radio. Igualmente se ocupa de disculpar los insultos y agravios que constantemente suelta Schimmel por la boca. Pone mucho más cuidado que su jefe en evitar tocar las superficies heladas sin antes protegerse con guantes. Debido a ello, trabaja más despacio pero, en contrapartida, se lesiona en menos ocasiones. Es soltero y tiene su casa en Munich, lleva gafas y consume la mayor parte de su tiempo libre leyendo la Biblia.
Veterano de la Gran Guerra, desde el final de la contienda Karol ha estado trabajando para la Lufthansa como mecánico y piloto. Fiable y cauto, goza de buena reputación como navegante. Hace muy buen equipo con Herman Baumann, aunque se nota que le sacan de quicio sus alocadas maniobras.
Aunque no es muy charlatán, se presta raudo a ayudar en cualquier tarea o trabajo desagradable. Se ha quemado las cejas en demasiadas ocasiones encendiendo motores mientras Baumann, impasible, se contenta con quedarse en su carlinga lanzando órdenes sin descanso, pero no parece resentido por ello. En su casa de Postdam le esperan mujer e hija.
Tiene una manía un tanto extraña: camina siempre dando pequeños saltos, como al trote, como si tuviera prisa.
Kleiser es un gran meteorólogo, y a la vez descuidado y despistado, tanto que suele sufrir percances y quemaduras que ya le han costado un dedo de la mano izquierda. Sin embargo no ceja en su entusiasmo por mirar el cielo en vez de mirar dónde pisa. Está soltero y habitualmente reside en Bremerhaven. Le gusta pescar, que es el otro de sus grandes temas de conversación, y estudiar los cambios climatológicos. Ante una fuerte e inesperada tempestad de nieve se contentará con lanzar un inocente "¿no le parece a usted maravilloso?" sin mudar su gesto estólido. Si no se le saca de ahí rápidamente, se quedará tomando mediciones y lanzando globos sonda sin pestañear.
Si no se ha acordado de afeitarse tendrá una ligera barba rubia y unas gafas para leer que, cuando utiliza, limpia todo el rato.
Se le puede ver caminando con la mirada hacia el cielo o en el suelo, después de tropezar con cualquier cosa que haya en su camino.