Casa comercial "La Clé", Nantes, mediados de octubre de 1264
—Te has adaptado muy bien a Nantes, Artur —apreció Mayra de Urueta, tu invitada, en lo que era tu refugio que esperabas temporal en Nantes —. ¿Cuánto llevas aquí? ¿Uno? ¿Dos meses? No has perdido el tiempo.
Los elogios de la Lasombra no eran infundados, habías logrado acomodar tu negocio en la ciudad con el beneplácito de su Príncipe y la ayuda de tu cicerone en Bretaña. El local que habías comprado era uno de tantos que quedó vacío y en posesión del poder ducal cuando los judíos fueron expulsados de Bretaña, adquirir aquel sitio que antaño perteneció a un usurero hebreo no había sido complicado.
—Pero queden los elogios para hitos más sólidos, que el Príncipe aceptara que te asentaras en la ciudad ha sido un logro inusual, pero valioso —tomó una de las copas de sangre que habías servido con habilidad, Mayra era un espectáculo de la diplomacia, ningún gesto suyo estaba atado al azar. Era todo elegancia —. Mas debemos pensar en el siguiente paso, Nantes ha asumido nuestra presencia, pero las demás cortes recelan de nosotros aun. Solo Firminius en Tréguier, pero no cuenta para nuestra causa, siempre ha sido muy.. independiente.
Sentía el lasombra Artur de Aquilare una indiscutible admiración, en aquellos tiempos de mediados de octubre de 1264, cuando apenas frisaban dos meses desde que se había asentado en las tierras de Nantes, por la consejera Mayra de Urueta, su mentora en estas tierras en virtud de viejos acuerdos entre ella y su sire, Adonia de Castro. La especial elegancia con la que se movía, con una perfecta exactitud de movimientos, distraía la atención de sus oponentes, les obligaba, les compelía, a atenderla. Por, quizás, décima vez desde que le había conocido, Artur se preguntó si era avezada en las capacidades de la presencia, de las que él mismo carecía.
Artur se movió con cierta dificultad, en virtud de la herida, nunca curada, con la que se despertaba cada amanecer, y pensó, bastante correctamente, que su brazo izquierdo, mal herido, afeaba su figura. Por supuesto, era también una forma de causar al oponente la posibilidad de menospreciarlo, lo que por otro lado, podía ser un error fatal: aunque nunca curaba el brazo, podía hacerlo por medio de sangre en apenas segundos.
- Tenéis razón, mi señora Mayra. No merezco aún los elogios que, sinceramente, espero merecer más adelante- él también había tomado una de las copas, pero comprobando que su mentora en estas tierras no había bebido, no probó aún el dulce nectar de la vitae- Como bien decís, nuestra sangre provoca suspicacias, aunque la estirpe toreador, que es la claramente más poderosa en estas tierras, no tiene por qué ser contraria a nosotros. Ni tampoco a decir verdad los brujah, o los capadocios. Ni siquiera los nosferatu- no mencionó a los gangrel, convencido como estaba que eran realmente un asunto menor- Y por supuesto, estoy convencido que tenéis planes para el siguiente paso. Mis capacidades escasas, y lo que pueda lograr con este puesto comercial, está a vuestro servicio, y al servicio de nuestra estirpe. Por mi parte, y si eso no disminuye o afrenta plan alguno vuestro, he empezado a buscar puntos de unión con algunos vampiros de la zona, en espera de con ello ir dándome a conocer, y en lo posible, obtener apoyo para extender nuestra influencia. Creo, en tal sentido, haber obtenido cierto éxito al relacionarme con Elaine Menguy. Si no es contrario a vuestro deseo, ni a vuestros planes, pretendo cultivar esa relación. Pero, decidme, ¿cómo puedo favorecer a nuestra causa?
La cortesana te escuchó con detenimiento, reflexionó unos instantes previos antes de darte una respuesta.
—La chiquilla de la duquesa es una figura ambigua, sé cuidadoso con ella, trátala como si fuera alguien de nuestro clan. No es lo que parece, estoy convencida —apuntó mientras degustaba lentamente un poco de sangre de su copa. Zarandeó lentamente la sangre en ella, luego te miró a ti.
—Ha surgido una oportunidad, ¿has oído lo que se cuenta que está sucediendo en la costa de Cornualles y Léon? —preguntó mirándote con detenimiento, tal como si fuera una suerte de prueba para ti.
Artur asintió a las palabras de Mayra.
- Lo cierto es que coincido con vuestra percepción relativa a la chiquilla de la duquesa. Elaine Menguy es mucho más que un alma caritativa, si es que tal cosa excede en algo la mera ilusión. Sin embargo debo reconocer que, a pesar que nuestra relación ha sido fundamentalmente epistolar, ambos parecemos tenernos cierto... aprecio. O algo similar. Quizás, sencillamente, tanto ella como yo consideramos que podemos beneficiarnos el uno del otro- admite Artur sin demasiados recelos- Sé que oculta otra cara, pero reconozco que, por ahora, no he podido averiguar cual es. Os informaré cualquier cosa al respecto. En cuanto a lo otro... - el lasombra guarda un instante silencio poniendo en orden sus ideas, antes de continuar- ... hace escasos días que una niebla se está manifestando y, por lo que parece, está causando muertes en mortales. Esa niebla está focalizada en los lugares que habéis indicado: León y Cornualles. Parece ser que los mortales que se internan en ella en ocasiones aparecen muertos, completamente desangrados. Esto ha motivado que el príncipe de Brest, Gevrog, el chiquillo de la duquesa, haya decidido otorgar un lugar en su corte a quien quiera que pueda resolver ese mal, requiriendo a los interesados a presentarse en la misma antes de finalizar el presente mes.
Tras las palabras el lasombra guarda un instante de silencio.
- Una oportunidad, claro. Aunque sobre todo para los tremere, que desean conseguir reconocimiento, el derecho a tener una capilla y, tal vez, sus artes pudieran estar detrás de algo así. También es una posibilidad para nosotros, claro. Dudo que la decisión de su chiquillo haya gustado a la duquesa, o a su chiquilla. Sin embargo ambas aparentarán estar de acuerdo, probablemente, para no debilitar la posición de la familia. Sí, una oportunidad. Pero peligrosa. ¿Coincidís con mi análisis, mi señora?
—Gevrog es un hombre de pasiones mundanas, pero no deja de ser el chiquillo de Margawse Menguy —habló con reflexión —. Tienes razón, a la duquesa poco le agradará esta muestra de.. debilidad. Pero eso no nos debe importar. Es una oportunidad, y debemos aprovecharla.
Bebió un poco de su copa, apenas un sorbo.
—Coincido. Por esa razón irás a Brest. Representarás nuestros intereses, y Dios mediante obtendrás un lugar en una corte —asintió al escucharte hablar de los Tremere —. Estoy segura que coincidirás con Lothaire allí, es Usurpador ha estado rondando todas las cortes bretonas para obtener el permiso de crear una de sus.. Capillas. Huelga decir que no confíes en él.
- No se me ocurriría. De hecho es fácil pensar que su magia puede tener algo que ver con esto. Aunque dudo que sea posible siquiera encontrar pruebas de algo así- meditó el lasombra para luego asentir- Se hará como deseáis, por supuesto, mi señora Mayra de Urueta. ¿Algún recado o encargo especial? ¿alguien a quien queráis que vea o algún mensaje o detalle del que pueda ocuparme al margen de mi... propósito principal, por así decirlo? Por otro lado, poco conozco a Gevrog y a su corte, y cualquier dato sobre ellos me será de utilidad en el encargo que ahora acometo.
—Nada en particular. Solo me agradaría que me tuvieras informada regularmente de los avances —dijo con un leve encogimiento de hombros.
Al escucharte preguntar por Gevrog, ella asintió, se puso cómoda antes de hablar.
—Como sabrás, es el chiquillo de Margawse Menguy, la Príncipe de Bretaña. Gevrog es hedonista, mujeriego, todo un portento para gobernar una importante plaza como Brest, imagino que su Sire quiere ponerle a prueba —empezó, acomodó el codo en el brazo de si asiento y apoyó la cabeza —. Es impulsivo, pero a pesar de su inexperiencia no lo considero estúpido. Lleva mucho tiempo a la sombra de Margawse, y algo se le debe haber pegado, ella sí es un peligro. Trata de no enemistarte con los Menguy, aunque nuestros anfitriones, los Le Guillant, son influyentes.. quienes mandan en Bretaña son los Menguy.
Hizo una pausa, bebió algo más de su sangre.
—Me imagino que Gevrog querrá impresionar como sea a su Sire, esa es una debilidad que podemos explotar —asintió convencida —. En su corte hay pocos vástagos, la mayoría son ghoules de la familia D'Avennes, pero con Mahé Lagadec debes tener cuidado. Es una Toreador especialmente amante de la intriga y la política, ya estaba muy cerca de Gevrog en Rennes y ahora lo ha seguido hasta Brest. No me cabe duda de que posee bastante influencia allí —dejó la copa sobre la mes —. Mahé tiene una chiquilla, una navarra que es casi una neonata, no sé demasiado de ella. Leré creo que se llama.
- Os mantendré informada, por supuesto. ¿Algún método para poder informar de los progresos y circunstancias que sea seguro?- Artur asintió a la orden que su mentora había tenido la delicadeza de pintar como si fuera una propuesta- Por supuesto, entiendo la necesidad de mantener buena relación con los Menguy y comprendo claramente que el poder más importante en Bretaña es el suyo. Precisamente esa ha sido la motivación principal de tratar de acercarme a lady Elaine. Haré lo posible por mantener buenas relaciones también con el príncipe de Brest y con la princesa de Bretaña.
Mayra asintió complacida por tus palabras, movió la cabeza con naturalidad al responderte sobre cómo mantener el contacto.
—Su chambelán debería facilitarte un método de comunicación seguro —respondió con parco convencimiento —. Sino, llévate una de las palomas mensajeras ghoul de mi refugio. Serán útiles —asintió la cortesana.
Tras dejarlo todo en claro, Mayra bebió un poco más mientras te miraba con seriedad, alzó su copa.
—Por el éxito de esta empresa.
- Así lo haré, mi señora- Artur alzó la copa brindando con la dama- por el éxito de nuestra empresa común, y por la expansión del poder de nuestra sangre en estas tierras bretonas. Y por vuestra generosidad y atención a la que espero poder responder debidamente.
Terminada la conversación, pusiste camino hacia Brest. Dios sabía qué y quienes ibas a encontrar, pero el cometido que te habían asignado era importante para el futuro de los Lasombra en Bretaña, quizá mucha responsabilidad, pero lo habías aceptado con convicción.
Brest te esperaba a ti y a muchos.
Fin del prólogo.