Una vez la primogénita encontró un momento libre de su jornada, una bastante más ocupada de lo que había planificado aún considerando el funeral de su madre y sus nuevas responsabilidades, Aquilegia fue en búsqueda del maestre a la biblioteca como habían acordado. Por ahora solo podía esperar estar haciendo todo bien, y que las cosas funcionaran como esperaba. De no ser así... tendría que mejorar muy pero muy rápido, y eso no sería nada fácil. Por suerte, no estaba sola. Tenía el apoyo de su familia, de la familia que le quedaba ahí al menos. El maestre, Helaena, Carellyn...
¿Maestre Paul? - llamó, buscándolo con la mirada por la biblioteca a medida que entraba.
El maestre había estado encerrado en la biblioteca tras las reuniones y después de atender los asuntos más apremiantes del castillo, pero sabía que el trabajo que tenía que realizar era importante y por eso se había puesto a ello en cuanto había podido. No prestó atención a la entrada de alguien en la habitación, no mucha gente visitaba aquel lugar pero con el Castillo lleno de invitados tampoco era extraño que alguno se perdiera o se dejara caer por curiosidad, en cualquier caso no iba a perder tiempo cotilleando de quien se trataba y siguió con la cabeza gacha leyendo hasta que escuchó la voz de Aquilegia preguntando por él, entonces se levantó y fue en busca de la primogénita.
-Aquí estoy Lady Aquilegia. -Paul le dedicó una pequeña sonrisa a la muchacha. No hacía falta ser muy observador para ver que estaba cansada, algo normal en las circunstancias que le había tocado ser la cabeza de la familia en el castillo. Le ofreció una silla.- Por favor siéntese. Supongo que viene a hablar del asunto del veneno. ¿O me necesita para otra cosa? Sea lo que sea puede contar conmigo.
El maestre no se había podido quitar de la cabeza el descubrimiento que habían hecho y eso ahondaba aún más la tristeza por la pérdida de la Señora de la casa, se imaginaba que sus hijas estarían muy afectadas y por eso debía apoyarlas lo máximo posible. Aunque quizás ahora mismo no era eso lo que Aquilegia necesitaba de él.
Al escuchar la familiar voz del maestre, la primogénita Stronghorse se volteó hacia el hombre con una sonrisa en la comisura de los labios. La voz del hombre era reconfortante, cálida, y sabía que incluso si estuviera a cien kilómetros de allí se sentiría en casa. Ahora, que sus padres estaban tan lejos, uno a manos del Desconocido y otro del Guerrero, lo que más necesitaba era esa sensación cálida en el pecho que le hiciera sentir que ese aún era su hogar. De no ser por él, por Care y por Helaena, estaría absolutamente perdida.
Muchas gracias, maestre Paul - le agradeció tomando asiento donde el hombre le ofrecía. Había muchas cosas que hablar, y era difícil decidir por dónde partir - Venía a su encuentro como habíamos acordado. Tenía la impresión de que había cosas que prefería discutir conmigo en privado. - empezó por decir - Si no es así, de todas maneras me gustaría escuchar su opinión sincera y sin filtros sobre todo este tema y los que nos hemos visto involucrados en ello hasta ahora. Necesito un punto de vista objetivo e informado.
Suponía que no era un tema fácil, pero prefería partir por ello y luego suavizar con lo que le parecía más rutinario. Aquello tenía muchísima más urgencia para Aquilegia, y quería poder tener la mayor claridad posible frente a aquel asunto.
El maestre sonrió ante la gratitud de Aquilegia y esperó a que se sentara, después el mismo hizo lo propio y se tomó unos instantes antes de contestar pues quería ofrecer la información de manera ordenada y clara a la muchacha.
-Tiene razón Lady Aquilegia, espero no haber sido descortés con su familia, pero había cosas que creo debían discutirse en privado pues nos hayamos ante un asunto delicado. -Esperaba que tras las explicaciones la primogénita comprendiera los motivos por los que había preferido ser discreto durante la primera reunión.- La muerte de un ser querido siempre es un asunto delicado y un tema con el que ha de hablarse con mucho cuidado y respeto, se que no resultará un tema agradable pero es mejor no dar ninguna cosa por sentada. Usted ya sabe que no me gusta especular así que intentaré atenerme a los hechos que conocemos con certeza. Su madre, Lady Minadriel, ha sido envenenada con Lágimas de Lis. Como ya hemos comentado es un veneno difícil de conseguir y que resulta muy costoso, tanto que estoy seguro que algunas familias de Poniente no podrían permitirse utilizarlo. -Quería recalcar eso porque era un veneno que no estaba al alcance de cualquiera, como individuo se gastaría una fortuna, incluso algunos tesoros familiares nobles no podrían sufragar ese gasto tampoco, aquello dejaba una lista relativamente reducida. ¿Pero para qué gastarse tanto dinero en asesinar de aquella manera a Lady Minadriel, una persona aparentemente inofensiva y sin enemigos declarados?- Sabemos el lugar y más o menos la fecha del envenenamiento, en cuanto a eso deberá ser su familia la que haga sus propias pesquisas y quizás puedan averiguar como llegó el veneno hasta su madre. Supongo que se preguntará porqué ella y porqué allí... La verdad es que me inquieta y no tengo ninguna respuesta aún para eso, como dije antes prefiero centrarme en los hechos y no hacer conjeturas. Que yo sepa su madre gozaba de buenas relaciones con todo el mundo y nadie tenía motivos para causarle mal, tampoco creo que nadie salga beneficiado de su muerte. -La falta de motivos también le preocupaba, quizás solo había sido una advertencia para las familias, pero era algo que desconocía, al menos en cuanto a los Stronghorse solo podían contemplar a los Dayne como enemigos y la muerte de Lady Minadriel no les aportaba ninguna ventaja. El maestre hizo una pausa y continuó.- Por supuesto no nos vamos a quedar de brazos cruzados y dejar que otros lleven el peso de la investigación del asesinato. Creo que nuestra mejor baza es localizar el origen del veneno, si hay pocas personas que puedan pagarlo hay muchas menos que puedan hacerlo. Y este es el segundo motivo por el que quería hablar a solas con usted Lady Aquilegia. -Miró a la muchacha como sopesando la información que iba a desvelar, esperaba no dar ningún paso en falso pero dadas las circunstancias creía que Lord Everam estaría de acuerdo.- Creo que conozco una forma de obtener esa información, aunque deberá sopesar antes si merece la pena. Su padre, como Señor de Riverside, tiene ciertos contactos con un grupo... de gente especial, un gremio. -En su voz se notaba inseguridad, pues era un tema del que apenas conocía. Tampoco sabía si eso sorprendería a Aquilegia o Lord Everam le habría hablado de ellos antes de partir.- Un gremio de asesinos Lady Aquilegia. Debo decirle que aunque se de su existencia su padre apenas hablaba de ello y desconzco si alguna vez ha usado de sus servicios, por eso recomiendo pensar sobre ello y actuar con prudencia. Por otro lado no dudo que un grupo así podría proporcionarnos la información que necesitamos y quizás también llegar hasta el mismo comprador del veneno. -Su voz no era firme, dudaba en las palabras y estaba claro que solo lo había mencionado como un último recurso si el resto de pesquisas fallaba. Aunque no los conocía tenía miedo del tipo de gente que podían conformar ese grupo y si Lady Aquilegia resultaba perjudicada de alguna manera nunca se lo perdonaría.- Como ve es un recurso que su padre prefería mantener en secreto, por eso no podía decírselo antes.
No ha sido en absoluto descortés, maestre Paul. Mi tío sabrá comprender perfectamente, como lord que es, que hay cosas que hablar en privado. - pues por mucha confianza que se tuviera con los presentes, por muy familia que fueran, e incluso si se tratara de la misma Helaena, habían algunos temas que no debían airearse demasiado, situaciones delicadas que solo debían mantenerse en la privacidad del núcleo familiar o administrativo, para ser tratados con la delicadeza que merecían o desechados directamente.
Aquilegia sonrió suavemente a la introducción del maestre respecto al tema de su madre, agradeciendo que tuviera aquella consideración, aunque esta fuera innecesaria. Por supuesto como hija estaba afectada, y en la intimidad de su cuarto podía desarmarse tras un día agotador, pero de cara al público Aquilegia siempre mantenía la sangre fría y el pensamiento, cuando no paranoico, lo más claro posible. Por lo mismo, de ahí en adelante escuchó atentamente, asintiendo para hacer saber al maestre que entendía lo que decía.
Estoy absolutamente de acuerdo, maestre Paul. Mientras mi tío interroga a quienes pueda, nosotros deberíamos ocuparnos de hacer la lista de la que hablamos. - dijo en tono firme, convencida. Quería ser diligente en ello, pues podía significar que el asesino de su madre siguiera o no libre - Y me alegra que mencionara el contacto de mi padre con aquel gremio. Como dije en nuestra reunión, acudir a Los Desconocidos me parece un recurso importante, que sin duda alguna podría ser de gran provecho en estas circunstancias - no le extrañaba que su padre hubiese tenido relación con ellos. No porque pensara mal de él, que no lo hacía, sino porque confiaba en que nada escapaba de la mirada de su padre.
¿Cree usted que valga la pena recurrir a ellos bajo el nombre de mi padre? Yo intentaría pagar por la información, y si aquello no da resultado, hacer uso de su favor. - frunció los labios ligeramente - Sé que mi padre querría proteger a su familia a toda costa, y que si aquella fuera la forma indicada no dudaría en hacer uso de su influencia, pero temo agotar un recurso que no nos dé resultado alguno, o que quizás sea innecesario agotar del todo. - tras una breve pausa, suspiró - Debemos ir con prudencia, como usted mismo aconseja. - le sonrió suavemente, con la comisura de los labios.
Paul asintió satisfecho a las palabras de Aquilegia mostrando comprensión por como habían sido las cosas y escuchó sus propias ideas sobre el asunto que estaban estudiando. Sintió cierto alivio al saber que la heredera ya conocía la existencia del gremio de asesinos, lo que significaba que su padre le había hablado de ellos en algún momento y Paul no había cometido ninguna indiscreción. En cualquier caso la decisión era importante y no podían tomarla a la ligera, por eso apreció las palabras prudentes de Aquilegia.
-Desde luego no se me ocurre nadie mejor que ellos tanto para averiguar quien vendió el veneno como quien lo compró, no dudo que para un grupo como ese se trate de algo tan normal como para un maestre hablar de los volúmenes de la Ciudadela. Pero quizás la solución aparentemente más fácil no sea la mejor, no ya por el resultado, si no por el precio que puedan reclamar. Desconozco cuáles son los términos del acuerdo entre Lord Everam y el gremio, pero estoy casi seguro que en ausencia de su padre la respetarán como si fuera él, aunque si finalmente decide hablar con ellos quizás debiera sopesar la posibilidad de hacerlo mediante algún intermediario y no directamente o de verse obligada a hacerlo asegurarse de ir bien acompañada, no sabemos con que tipo de gente estamos tratando aunque seguramente sean peligrosos. Así que hace bien en tener ciertas reservas y estoy de acuerdo con usted en intentar averiguar lo posible por nuestra cuenta antes de recurrir a ellos, quizás ni siquiera los necesitemos.
Bien era cierto que todo dependía del éxito que obtuvieran en las pesquisas que iban a iniciar y del tiempo del que dispusieran, no hacia falta ser muy inteligente para saber que el tiempo iría borrando o diluyendo los posibles rastros.