Sotodeoro. Séptimo día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.
Carellyn asintió complacida, tanto por la alegría del maestre por lo que había aprendido a hacer como por su promesa de guardarle el secreto. Y luego sonrió más al escuchar que ya no tendría que tomar la droga que la había tenido durmiendo durante una semana. Asintió a cada indicación, memorizando los tiempos, y volvió a mirar hacia su pierna. Le daba escalofríos pensar en cómo podría haber acabado aquello de no haber contado con la ayuda del archimaestre, pero después de todo la recuperación parecía que iba a ser rápida.
—Cinco o siete días —repitió, asintiendo con la cabeza una vez más—. Entendido. Os confieso que estoy deseando poder salir de la cama —dijo, apretando los labios por un instante—, pero prometo que seré juiciosa y seguiré vuestras indicaciones.
También le pareció bien que enviase un cuervo hacia Antigua, incluso más sencillo que sentarse a esperar que Lady Malora decidiese visitarlo. Aunque a decir verdad, ahora que pensaba en ello, era probable que su tía ya hubiese enviado noticias, tal vez incluso pedido más hombres para escoltarlos en el regreso. Seguramente la mujer ya lo sabría, fuese por un cuervo o porque simplemente parecía saberlo todo en el mundo.
—Transmitidle mi agradecimiento cuando lo hagáis, por favor —aportó, con una sonrisa.
Sotodeoro. Séptimo día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.
Como siempre Carellyn era una muchacha que desbordaba entusiasmo y en aquella ocasión, a pesar de las circunstancias, no era diferente.
-Si seguís todos los cuidados y tomáis las medicinas y una buena alimentación estoy seguro que conseguiréis salir en ese tiempo.
Observó como la muchacha se quedaba más tranquila al saber que escribiría a Lady Malora, aunque él seguía intranquilo por todo aquello que le rodeaba: Ser Dwain, Lady Malora, Lady Carellyn, el Rey de la Noche, Los Otros… Aún no sabía asimilar todo aquello y tenía la sensación que no habría libros que se lo explicaran.
-Así lo haré Lady Carellyn, ahora es mejor que descanséis, al menos si queréis levantaros pronto de esa cama.
Le dedicó una sonrisa cariñosa y se retiró hacia la puerta, había resultado un encuentro feliz y merecido cada esfuerzo que había hecho. Sabiendo que Carellyn se encontraba mejor en todos los sentidos le ayudaba a afrontar con más optimismo el futuro.
Sotodeoro. Séptimo día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.
—Gracias de nuevo por haber venido —dijo la muchacha tras asentir con la cabeza—. Y por todo. Habéis sido un tutor excelente y pase lo que pase siempre vais a tener una amiga en mí.
Con esas palabras se movió un poco para colocar los almohadones y se apoyó en ellos. Había estado bien despertar y ver al maestre allí, pero lo cierto era que aún estaba algo aturdida por los días que había pasado inconsciente y no le vendría mal descansar un poco como él decía. Tenía que coger fuerzas para cuando Daniel volviese a visitarla.
Con un suspiro cerró los ojos, mientras el maestre salía por la puerta. Poco después se quedaría dormida con una sonrisa en los labios.