Riverside. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C
Habían pasado ya varios días desde que el funeral había concluido. Desde entonces el castillo había vuelto a la normalidad. Aquel día había sido cotidiano, rutinario. La noche había hecho acto de presencia y lo último que Paul hizo fue dar de comer a los cuervos y charlar con ellos. A veces aquellas criaturas parecía como si pudieran entender sus palabras aunque sus respuestas fuesen siempre graznidos.
Finalmente el cansancio pudo con él y se recostó en el lecho a descansar. Notó entonces como una mano suave, más pequeña que la suya, de mujer sin duda, agarraba la de Paul con suavidad. Al mirar se encontró junto a Lady Malora de pie junto a un gran árbol observando un firmamento imposible de tonos azules y rosados. Las estrellas parecían estar vivas y giraban despacio en una elipse hipnotizante. Una imagen extraña pero no por ello muy bella.
—Es curioso lo que podemos llegar a ver en sueños, ¿verdad Paul?— Sonrió con dulzura a Maestre.
—Pero no he venido para contemplar la belleza junto a vos, aunque me encantaría. Estoy aquí para pediros un gran favor.— Anticipó con gravedad.
—Paul, Carellyn se debate en este mismo momento entre la vida y la muerte. Sé que sois consciente de alguna manera de su importancia.— Anunció sin preámbulos. —Acudid a Sotodeoro. Sólo vos podéis recuperarla. Pero no digáis nada a nadie, os lo ruego. Partid ya mismo. Dejad una nota diciendo que la Ciudadela os reclama o lo que consideréis mejor.—
Lo enfrentó entonces y tomo su otra mano, sosteniendo ambas. —Su vida está en vuestras manos...y por ello nuestro futuro.— El rostro de la dama se acercó despacio y besó sus labios con dulzura. Un beso cálido que le supo a miel.
—Acordaos de mí y veremos juntos las estrellas.— Susurró a su oído.
Paul despertó aún de noche pero los primeros tonos anaranjados del día comenzaban a dibujarse en el horizonte que su ventanal abierto dejaba divisar. Podía sentir todavía en su boca el tacto de aquel beso, sin duda más agradable que la cicatriz en su pie la primera vez que vivió algo similar con la misteriosa dama.
He interpretado que Paul se queda un poco paralizado por su defecto de cobarde. Es cierto que se aplica a las batallas y luchas...pero no hay mayor batalla que una mujer no?, jajajaja. Nah me pareció narrativamente interesante, usted disculpe.
Riverside. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A. C.
Paul agradeció la vuelta a la rutina, aunque la marcha de Lord Everam había supuesto que esta fuera más complicada, también la muerte de su esposa había traído tareas extra al maestre, al que sin embargo no le asustaba el trabajo y había comenzado a dedicar todo el tiempo que tenía para cumplir con sus obligaciones. Sabía que la disciplina era fundamental y también un buen descanso así que tras terminar su jornada se dispuso a dormir. Las conversaciones con sus cuervos le ayudaban a relajarse y a acudir al lecho con menos preocupaciones, pues aquellas aves parecían escuchar y comprender los problemas que les compartía y eso aliviaba un poco el yugo del maestre y le ayudaba a descansar mejor, pues no siempre conseguía conciliar el sueño rápidamente. Aquella noche lo hizo, al menos hasta que sintió una cálida mano sujetando las suyas. Aún con los ojos cerrados su mente analítica concluyó que por el tacto y el tamaño se trataba de las delicadas manos de una mujer. Cuando abrió los ojos se vio a si mismo en pie junto a Lady Malora. La miró con expresión incrédula y vio como la mujer le sonreía con dulzura y le hablaba. Tardó en contestar mientras se reponía de la sorpresa y miraba también a su alrededor, el gran árbol y el cielo con aquellos tonos azulados y rosados que sabía que eran imposibles, así como la hipnotizante danza de las estrellas. Sin embargo estaba allí, era real y también lo era su acompañante femenina.
-¿Lady Malora? ¿Pero qué… Cómo…?
Decidió no seguir haciendo preguntas estúpidas que él mismo podía responder si no hubiera estado tan sorprendido. Además la mujer siguió hablando y Paul se limitó a asentir para dejar claro que la estaba escuchando.
-¿Carellyn? Pero…
De nuevo no preguntó nada pues sabía de las habilidades de Lady Malora y o bien podía perder el tiempo cuestionando todo aquello o hacía caso a su interior y llegaba a la conclusión que la mujer no mentía y que el tiempo corría en contra de Carellyn. En cualquier caso había ciertas habilidades de Lady Malora como mujer que Paul terminaría conociendo al final de la conversación y que lo dejarían aún más perturbado. Cuando abrió los ojos comenzaba a amanecer, estaba solo en su habitación de la torre y todo podía haber sido tsn solo un sueño, o una pesadilla, si no fuera porque aún sentía los cálidos labios de la mujer en su boca, dulces como un panal de miel. Esos pensamientos lo perturbaron. Se levantó de inmediato hecho un mar de dudas y sentimientos encontrados.
¿Y si sólo fue un sueño? Carellyn apenas habrá llegado a su destino e iba bien acompañada por su familia… Pero si le pasara algo… ¿Debo hacer caso a esa mujer? Es como si me tuviera hechizado. Y ese beso…
Paul se pasó suavemente los dedos por sus labios como si quisiera rememorar el momento. Su ineptitud para las armas primero y su pasión y reclusión por los estudios después le habían privado de gozar los supuestos placeres femeninos, es más, creía firmemente en la necesidad del celibato entre los maestres, aunque miraba hacia otro lado sin juzgar duramente a los que no parecían pensar igual. ¿Quien se creía que era esa mujer? ¿Creía que podía hechizar de esa manera a todo un archimaestre? ¿Qué iba a poner en juego sus creencias y su reputación y salir corriendo como un perrito faldero cuando ella silbara?
¡Necesitaré llevar mi botiquín, pero solo lo básico, el tiempo es esencial! ¡Y avisar a Lady Aquilegia, espero que sepa perdonar mi ausencia!
Recogió lo necesario a toda prisa y dedicó unos momentos a escribir una carta para su Señora. Bajó a toda prisa los escalones de la torre sin dejar que sus rodillas ganaran la batalla de las quejas y cruzó el patio en dirección a la cocina.
-¡Tengo que partir de inmediato, preparad un hatillo con algo de comida para varios días! -Mientras lo hacían buscó a alguien de su confianza y le entregó la carta que había escrito con la misión de que se la entregara a Lady Aquilegia en su nombre en cuanto esta se levantara. Después recogió la comida y se dirigió a los establos.- ¡Ensillad mi caballo, y preparad otro!
No dio explicaciones pues no era habitual que nadie que no fuera Lord Everam o alguna de sus hijas cuestionara lo que decía. Con la necesidad de llegar rápido a su destino disponer de dos monturas sería primordial para irlas alternando y tener siempre una de refresco. A la vuelta rendiría las cuentas y daría las explicaciones necesarias, ahora era tiempo de cabalgar para salvar la vida de Carellyn. El maestre había conocido a lo largo de su vida a mucha gente que había cometido tonterías por amor y aquello podía parecerse mucho, salvo que él no estaba enamorado, sólo quería salvar a su pupila sobre la que recaía una misión importante para los Siete reinos. Sin embargo seguía sintiendo la miel en sus labios mientras salía a todo galope de Riverside.
Carta para Aquilegia
Lady Aquilegia, espero que perdone la premura de mi partida pero asuntos urgentes me llaman fuera de Riverside. Regresaré lo antes posible y le daré las explicaciones necesarias. Maestre Paul.
Riverside. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C
Paul no encontró traba alguna como bien esperaba. El trayecto era algo largo. Varios días le llevaría. Pero lo peor fueron los tres primeros donde en el segundo no encontró refugio ni posada y le tocó dormir apenas unas horas a la intemperie. Afortunadamente el verano permitía que no fuese un problema, aunque el duro suelo no perdonase. Aún así, los cuatro últimos eran en barco, por río. Ahí al menos pudo descansar más y reflexionar sobre sus preocupaciones o simplemente asuntos que le rondaban la cabeza.
Sotodeoro. Séptimo día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C
Al séptimo día por fin pudo divisar el castillo de Sotodeoro. Una mágnífica construcción con al menos ocho torres que el pudiese contar desde su posición. Poseía incluso un bosque amurallado y el portón principal, un arco con el árbol de la Familia Rowan tallado en piedra.
Paul siempre había sido un hombre humilde, sin especial interés por los títulos o posición, aunque en aquella ocasión el ser Archimaestre le abrieron las puestas del castillo de par en par, sin prácticamente dar más explicación que su pupila Carellyn necesitaba de su atención. Lo condujeron hacia el salón del lord para ser recibido por Lady Bethany, señora de Sotodeoro, pero no llegó ni a entrar. Ser Arlo, hemanastro de CArellyn lo interceptó antes, totalmente sorprendido. Al joven lo había conocido durante el funeral. Se le veía más cansado y con una barba que comenzaba a tomar forma tras varios días.
El joven le agradeció su presencia aunque estaba confuso y no entendía como era posible que se hubiese enterado de lo ocurrido y más aún llegar en tan poco tiempo. Pero no le dio importancia pues lo importante no eso. Arlo contó que partieron de Antigua hacia Sotodeoro ya que Carellyn y su tía querían ver al resto de la familia unos días. Pero al quinto día de viaje, su campamento fue atacado por lo que el creía tres manadas de lobos organizadas y lideradas por huargos. Carellyn y su tía sufrieron ataques de estos gigantescos lobos. Su tía resultó herida pero Carellyn salió muy mal parada y fue zarandeada por la pierna como un muñeco de trapo.
Al llegar a la habitación donde reposaba, Paul ya estaba al corriente de todo. Al entrar distinguió en seguida un olor perfectamente conocido para él que provenía de un frasco abierto: leche de amapola. Carellyn se encontraba dormida por su efecto.
El maestre se dispuso a retirar el vendaje de la pierna y comprobar la herida. Efectivamente parecía haber sido provocada por algún animal de más tamaño, como un oso o como su hermanastro le había contado un huardo. La herida en su muslo había sido tratada por un sanador o sanadora con conocimientos, cometiendo los mismos errores que la mayoría de maestres y sanadores cometían. * Paul sin duda creía que podía hacer un buen arreglo en aquella herida que amenazaba con eternizarse en su curación y cerca podía estar de infectarse o incluso gangrenarse.
*Paul es sanador milagroso. En realidad no es que haga milagros, pero para entendernos, asi lo parecería. Imagína que esta ambientación es más o menos el equivalente al 13xx del medievo. Ahora imagina a alguien con los conocimientos en curación de un médico de finales del siglo XIX principios del XX. Cosas tan simples como la importancia de la higiene no le son desconocidas a Paul. Por ejemplo, esterilizar el instrumental: el no sabría ni diría que se esteriliza para matar bacterias y gérmenes, pero sí que hirviéndolas un rato, las complicaciones posteriores de cualquier intervención se reducen mucho. Sabría que consumiendo ciertas pastas comestibles o ciertas infusiones de determinadas plantas y flores, bajan las fiebres y se combate las infecciones (no sabría que en realidad crea antibióticos naturales). Es decir, en realidad la mayoría de los sanadores de la época...no tenían ni puta idea. Paul sí.
Dicho esto, necesitas hacer una tirada de curación +diagnosticar: en tu caso 6g5 a dificultad 3. Parece bastante evidente el origen de la dolencia. Luego si Paul decide intervenir, te digo la tirada.
Te adelanté un poco para que no tengas que interrumpir mucho tu viaje y tus juergas queseras y chocolateras :)
Motivo: Diagnóstico
Dificultad: 3
Tirada (6): 5, 2, 6, 1, 3, 4
Guardados (5): 6, 5, 4, 3, 2
Total: 20, Éxito asombroso
Motivo: Curación
Dificultad: 15
Modificador: +1
Tirada (10): 3, 4, 1, 4, 6, 3, 5, 1, 1, 6
Guardados (8): 6, 6, 5, 4, 4, 3, 3, 1
Total: 32+1 =33, Éxito asombroso
Motivo: Crítico
Tirada: 1d6
Resultado: 2(+2)=4