Partida Rol por web

Lady Malora devolvió el saludo al caballero con un gesto.

—No os preocupéis. Precisamente hablábamos de vos, Ser Dwain.— Aquello volvió a captar la atención del caballero sobre la dama. 

—Creo que el Maestre Paul podrá contaros mejor que yo. Sin duda es algo a tratar mejor entre conocidos que entre recién conocidos.— Dedicó una sonrisa inocente al maestre. 

—No os preocupéis. El os cuenta. Yo aguardaré un momento junto a mis acompañantes.— Señaló.

No le extrañó el estilo directo de Ser Dwain, hablando lo justo para cumplir con el protocolo e intentando retirarse hasta que el maestre pudiera hablar con él, era su forma habitual de proceder en la mayoría de los eventos sociales. Sin embargo Lady Malora, más versada en aquellos asuntos enseguida supo reconducir la situación. El maestre asintió comprendiendo a la perfección que la mujer tenía razón, al menos Dwain lo conocía y sería más fácil que le prestara atención.

-Como usted desee Lady Malora. -Dejó que la noble regresara junto a sus acompañantes y después centró su atención en el caballero, lo primero que hizo fue atraer interés con un tema que sabía que le interesaba mucho.- Después hablaremos de vuestro asunto, ayer encontré información que podría ser interesante, pero no hagamos esperar a Lady Malora demasiado. -Con eso sabía que Dwain estaría atento y se excusó para poder introducir el otro tema.- Ser Dwain, hace poco me cuestionasteis sobre si era un hombre capaz de creer sin ver. Ahora me temo que debo haceros la misma pregunta. -Paul sonrió esperando que aquello creara algo de empatía en su interlocutor y que pudiera ponerse en el lugar del otro como había pasado la anterior vez.- No tengo que explicarle que hay cosas en este mundo que no comprendemos y que nos resultan difíciles de explicar y creer, vos lo habéis vivido en primera persona. ¿Habéis escuchado hablar del Señor de la noche y de los caminantes blancos?

Paul a veces daba por sentado que todos tenían sus conocimientos pero la experiencia tras ejercer de maestro de los jóvenes de Riverside le había enseñado que no siempre sucedía eso, así que prefería cerciorarse de cuales eran los conocimientos del caballero sobre el tema para saber que debía explicar con más detalle o que podía omitir. Suponía que era una leyenda popular y que por lo tanto estaría en el conocimiento de la mayoría, en el norte casi ni se hubiera molestado en preguntar, pero estaban muy al sur.

El caballero escuchó a maestre con atención con gesto pétreo. No pareció alterarse ante sus palabras ni sorprenderse.

—No más allá de las historias de siempre.*— Reconoció. Lo miró entonces con rostro algo preocupado, curioso incluso, pero sin perder la seriedad.

—Sabéis que soy hombre de fe, así es. — Confirmó. —Qué ocurre, maestre...—

Su fe era distinta a la común en Poniente y en principio iba mucho más lejos de cumplir con una tradición como en la mayoría de los casos. Su convicción se basaba en lo que había vivido y visto. O al menos en lo que él creía haber vivido y visto.

No le sorprendió la respuesta de Dwain, era lo común en Poniente y tampoco esperaba un conocimiento más profundo, pero al menos tenía una base sobre la que trabajar. Esperaba que la experiencia del caballero pudiera servir para tener algo de empatía con la que él mismo había experimentado aquella noche.

-En efecto, hay historias sobre ellos y como ocurre con la muchas de estas historias y mitos pueden estar basadas en la realidad, una realidad que no comprendemos del todo y por eso la transformamos en cosas que si podemos entender. -Hizo una pausa, al menos el caballero parecía dispuesto a escucharle.- Imagina por un momento que el Rey de la Noche es real y que está comenzando a levantar a los Otros y a su ejército de muertos vivientes y con ellos se encaminará hacia el muro con intención de traspasarlo y conquistar todo el continente. -Dejó un momento para que Ser Dwain visualizara lo grave que podía ser eso.- Imagina también que alguien sabe que está pasando y necesita avisar del peligro que se cierne sobre los Siete reinos para que estén preparados pues si les pilla por sorpresa el desenlace puede ser terrible. -Volvió a parar, no hacía falta mucha imaginación para ver que aquello sería muy malo. En aquel momento cambió de táctica pues sabía que Ser Gwain era un hombre directo al que no le gustaban los rodeos.- Lady Malora y yo estamos convencidos de la existencia del Rey de la noche y sabemos que ha comenzado a prepararse, que ya está levantando su ejército de no muertos más allá del muro. De eso quería hablale Lady Malora. Como comprenderá es un asunto muy grave y no podemos quedarnos de brazos cruzados, pero sabemos que nadie moverá un dedo por lo que todos piensan que es un cuento para asustar niños. Por eso necesitamos de alguien que vaya al norte, más allá del muro, y traiga las pruebas que necesitamos para convencer a los maestres ya los gobernantes de los Siete Reinos para prepararse ante el mal que se avecina. Lady Malora considera que usted es el hombre apropiado y yo no lo dudo, pero tampoco le voy a ocultar que sería una misión tan arriesgada que aceptarla sería casi como marchar a una muerte segura.

Paul se quedó mirando al caballero. Habían trabado cierta relación con los años y esperaba que comprendiera que el maestre no le diría algo así de no estra seguro. Por otro lado Paul compadecía a los hombres que tuvieran que ir a comprobar aquello, de encontrarse con el Señor de la noche... Todavía podía sentir esa mirada fija en él, eso hizo que le recorriera un escalofrío.

El caballero escuchó con atención al maestre. No lo interrumpió en ningún momento y cuando éste hubo acabado, desvió un instante la mirada hacia Lady Malora. 

—Os han sobrado la mitad de las palabras.— Respondió. —Sólo con saber que realmente así lo creéis, iré.— Afirmó sin titubeos.

—Cuánto apremia la situación...— Dijo con tono interrogativo

Hizo un gesto de asentimiento al escuchar la respuesta de Dwain, acostumbrado a tratar con hombres que solían sopesar cada opción antes de tomar una decisión aún le seguía sorprendiendo la facilidad de otros para decantarse por algo. En cualquier caso la segunda frase le llegó al corazón pues era una muestra de absoluta confianza.

-Os lo agradezco Ser Dwain, no todos actuarían con su decisión y muchos pueden quedar en deuda con usted tras esta empresa.

La segunda pregunta no era baladí. Era cierto que el peligro potencial era enorme, pero también que estaban aún en una fase muy temprana y que tenían margen de maniobra, la suficiente para no cometer errores y hacer las cosas bien, precipitarse podía dar al traste con sus intereses o retrasarlos demasiado.

-Tenemos tiempo aún. -Dada la situación no se iba a andar con rodeos con Ser Dwain.- Creemos que el Rey de la noche solo cuenta con un centenar de muertos a su servicio y algún Caminante Blanco, al menos uno. De momento su situación es precaria y difícilmente será localizable, son demasiado pocos, aunque a medida que avance su conquista las tribus de más allá del muro comenzarán a sospechar que algo está pasando. Pero tardará en formar un verdadero ejército, eso nos da tiempo para planificar bien un viaje y formar un grupo que le acompañe, no debería ir usted solo.

Por muy capaz que creyera a Ser Dwain el maestre pensaba que aquella tarea se llevaría mejor a cabo si iban varios, sin el Rey de la Noche las tierras de más allá del Muro ya eran bastante peligrosas.

Tras las palabras del maestre, el caballero negó. 

—No comprometáis vuestra reputación, maestre, o acabaréis recluido en una torre como ella.— Afirmó, dedicando una mirada a Lady Malora. —Dejadlo en mis manos. —

Tras aquellas palabras se tomó un instante.

—Voy a necesitar que consigáis todo lo que podáis referente a los Otros, geografía de más allá del Muro y forja de armas. —   Pidió probablemente en el mejor sitio de Poniente posible para ello. —¿Podréis hacerlo?—

A pesar de la aparente rudeza del caballero a Paul le conmovía las palabras amables y los gestos que era capaz de dedicarle, como cuando se preocupó por su reputación.

-Gracias Ser Dwain, pero os aseguro que si el Señor de la Noche se sale  con la suya lo que menos nos va a importar son nuestras preocupaciones, pero seremos prudentes mientras la situación lo permita. Y no se me ocurren mejores manos que las suyas, estoy tranquilo ahora.

No sabía si tendría más sueños como el de aquella noche, pero si las cosas se precipitaban y él era consciente de ello tendría que jugarse su credibilidad en favor de intentar salvar muchas vidas humanas. Escuchó la petición de Ser Dwain y asintió, era lo menos que podía hacer por el caballero y además algo necesario si querían llevar a buen puerto aquella empresa.

-Por supuesto, anoche comencé a buscar algo de información tras hablar con Lady Malora, pero es necesario que averigüemos todo lo posible, tendrá todo lo que me pide. -Miró de soslayo al grupo donde había quedado la noble.- ¿Le parece que le comuniquemos la noticia a ella? Estará deseando saber cual ha sido su respuesta y cuando terminemos podemos hablar de nuestro otro asunto.

El tema de la diosa de Ser Dwain también había tomado otro cariz, tras la experiencia de la noche anterior Paul no podía seguir viendo el mundo como lo había conocido y estaba dispuesto a abrir más su mente a cosas que en un principio parecerían inexplicables.

—¿Comuniquemos?— Preguntó extrañado por aquel plural que lo incluía. Asintió con duda, entonces. —Sí, supongo que sí. Mejor hablad en mi lugar.— Pidió, esperando a que el Maestre se volviese a dirigir a ella.

El maestre asintió satisfecho, Ser Dwain ya había hecho su parte y más de lo que esperaba en un primer momento  Paul, así que se dirigió  hacia la dama para comunicarle el resultado de la conversación.

-Parece que de nuevo habéis acertado Lady Malora, Ser Dwain se ha ofrecido a ayudarnos. Claro que antes de dar los primeros pasos debemos reunir la mayor cantidad de información posible, tanto del terreno como de la tribus que lo habitan, por no hablar del verdadero problema. Pero estamos en el lugar adecuado para ello, dudo que haya otro lugar mejor, aunque quizás en el norte o en el muro podríamos obtener alguna información, escribiré a los maestres de allí a ver que pueden proporcionarnos.

Y en cuanto pudieran reunir toda la información disponible la pondrían al alcance del caballero para que él tomara las decisiones que considerara más adecuadas para acometer aquella empresa. Paul se encontraba satisfecho y esperaba que Lady Malora también lo estuviera.

Lady Malora asintió complacida y dedicó una mirada intensa al caballero, para acto seguido volver a centrarse en el Maestre.

—Desde luego, Maestre Paul. Pero haced caso al caballero; no habléis sin reparo sobre esto, ni aún con vuestros colegas, o acabaréis encerrado en una torre como yo.— Aseguró con un asentimiento lento y medido, para volver a dedicar una mirada al caballero, el cual no se perturbó lo más mínimo, aunque el Maestre Paul lo conocía lo suficiente, al menos sus gestos y formas, para saber que aquellas pupilas que siempre eran minúsculos puntos negros en un mar azulado y ahora eran pozos oscuros como un abismo, expresaban sorpresa ante aquella respuesta, nada esperada. Probablemente no pudo anticipar el oído tan fino de la dama.

—Tomaos el tiempo que necesitéis. Afortunadamente, no nos falta. Pero consideradlo como el oro. Por mucho que se tenga, no es sabio malgastarlo.— Aconsejó. 

Como era de esperar la aceptación de Ser Dwain  complació a la noble que volvió a dedicarle una mirada intensa antes de volver la conversación hacia el maestre que apreciaba la preocupación de ambos.

-No deben preocuparse, seré prudente y solo compartiré la información con gente de total confianza o si es estrictamente necesario, se que este asunto debe ser manejado con pies de plomo mientras carezcamos de las pruebas necesarias. -Paul se preguntaba que pensaba la dama del caballero. Para los que lo conocían era difícil traspasar sus sentimientos y gestos, así que para ella la dificultad sería aun mayor. Aunque quizás también tuviera un don para aquello, al fin y al cabo solo de un vistazo había decidido que podía ayudarles y no se había equivocado.-  De eso mismo hablábamos antes, no debemos precipitarnos pues aún disponemos de cierto margen, pero tampoco debemos dormirnos. Y no lo haremos. Por mi parte ese asunto será una de mis prioridades mientras esté en la Ciudadela, junto a otros que tengo pendientes.

Dedicó una mirada al caballero, no quería que pensara que se iba a olvidar de su asunto, también le dedicaría su tiempo a ello.

Lady Malora mostró su conformidad asintiendo a las palabras de Maestre Paul.

—Yo estaré mientras tanto vigilando. Cualquier novedad os lo haré saber.— 

Volvió la vista hacia atrás un momento, buscando con la mirada a sus acompañantes.

—Debo dejaros ahora, Maestre. Mis acompañantes se impacientan.— Dio entonces un paso al frente, hacia el Maestre, invadiendo su espacio vital. Acerco su rostro hacia la mejilla de éste y sin pudor le dio un beso que no carecía de ternura o dedicación. No fue rápido ni apresurado. 

La cara de Ser Dwain sí que dejó de ser como la de una estatua y sus ojos se abrieron más de lo normal, mirando de reojo al Maestre. Una vez se alejaba la dama, se quedó observando a Paul, asintiendo con una mueca y ladeó la cabeza.

—La habéis impresionado, sin duda.— Comentó únicamente.

Era extraño pero a Paul le dio cierta tranquilidad saber que Lady Malora estaría al tanto de la situación, era ella con su extraordinaria capacidad la única que podría "vigilar"al Señor de la noche mientras continuaban sus preparativos. La mujer se despidió y el maestre se vio sorprendido por una cálida muestra de afecto que no le incomodó ni le disgustó. Había criado a cuatro jovencitos y Lady Malora no estaría muy lejos de la edad de alguno de ellos y de vez en cuando había recibido alguna muestra de los infantes, que con la edad también había ido disminuyendo.

Quizás por primera vez en mucho tiempo se siente comprendida por alguien.

No se quería ni imaginar lo que había tenido que pasar. Su don era una responsabilidad muy grande, pero por si esto no fuera suficiente además debía lidiar con la incredulidad de la gente, algo muy duro para alguien tan joven como ella, no le extrañaba su reacción al encontrarse con alguien que por fin creía en ella. Incluso le divirtió en cierta manera el cambio de expresión de Dwain.

-Lady Malora es una mujer extraordinaria, creedme que soy yo el más impresionado aquí. -Al fin y al cabo ¿Quien les iba a decir a ellos dos que ese día estarían pensando en una expedición más allá del muro?- Quizás su coraje logre salvar muchas vidas. -No había más que decir. Paul sabía que los guerreros, fuertes y valientes, ganaban las guerras, pero había otras personas que al realizar las acciones adecuadas podían ser más valiosas. En cualquier caso era tiempo de hablar al caballero sobre el tema que les había llevado allí.- No he tenido mucho tiempo de consultar desde mi llegada por diversas reuniones con el resto de maestres, pero sí el suficiente para certificar la existencia de el kraken, incluso podrían realizarse una serie de pruebas para ver si ese revestimiento pertenece a uno, aunque creo que ambos estamos seguros de ello así que podemos saltarnos ese paso. También encontré una explicación a los pequeños espasmos que produce, pues hay animales capaces de generarlos en vida, como algunas anguilas y si los restos son recientes las pieles pueden conservar esas características durante un tiempo. Normalmente se recomienda que para examinar ese tipo de pieles se use alguna protección como el caucho, las cortezas o madera... Supongo que usted tiene una protección natural hacia ese efecto, eso está claro. Me temo que debo seguir indagando para averiguar más.

No era mucho, pero era algo por donde empezar. A decir verdad las necesidades de Ser Dwain se habían desplazado a un segundo plano ante el problema del Señor de la noche, pero Paul le debía al caballero cierta dedicación por todo lo que estaba haciendo por ellos y seguiría buscando información para ayudarle en todo aquel asunto.

Tras escuchar las explicaciones del Maestre, el caballero le dio un par de palmadas en el hombro.

—No os preocupéis, maestre. En realidad no necesito pruebas de nada. Centraos en vuestros asuntos y urgencias. Las respuestas que busco, en realidad vienen de dentro.— Afirmó.

Luego volvió a echar la vista a atrás viendo como Lady Malora se alejaba con su séquito.

—Haríais buena pareja, Maestre.— Comentó únicamente con su gesto serio, antes de volver a llevar la mirada al frente.

—Por cierto, me hospedo en la Posada del Trigo Dorado, cerca de la plaza del mercado. Para cualquier cosa podéis hacerme llamar allí. Si no estoy, cualquiera de mis hombres me hará llegar el aviso.— Comentó, retomando el motivo de su visita.

Las palmadas sobre su hombro, aunque amistosas, resonaron como martillazos en su cuerpo, Dwain era un hombre fornido y Paul nunca había destacado por su físico. 

-Si vienen de dentro entonces seguro que daréis con ellas, no hay nada como un poco de reflexión para aclarar la mente y algunos conceptos.

Se detuvo ante el comentario del caballero, sorprendido no solo por la asociación que había hecho si no por todo lo que aquello suponía. Lady Malora era sin duda una mujer atractiva, pero Paul era un maestre y se debía a su trabajo que entre otras cosas implicaba un voto de castidad. Además dudaba que una noble dama como ella tan siquiera se hubiera fijado en él, no al menos en el aspecto que Ser Dwain pretendía.

Haría mejor pareja con vos.

Sin lugar a dudas el caballero había llamado su atención en cuanto lo había visto y aunque quizás no eran de edades similares aquello tampoco era problema. Solo el apellido de ella sería un buen matrimonio para afianzar el poder de Ser Dwain y estaba claro que ambos eran personas bastante peculiares. 

-Eso espero, necesitaremos trabajar juntos si queremos detener esta locura. -Por supuesto no era la respuesta que el caballero esperaría ni tampoco el sentido que él pretendía darle, pero Paul no se podía permitir otra cosa.- Si la Ciudadela admitiera mujeres estoy seguro que Lady Malora podría convertirse en una excelente maestre.

Dejó de lado aquel asunto. Si hubiera sido algo más casamentero podría haberle sugerido al caballero la conveniencia de buscar una buena esposa cuanto antes y la de hacer una sabia elección. Lady Malora parecía tener un carácter que podía ser acorde al del caballero, aunque esos asuntos siempre le habían resultado complicados de discernir.

-La Posada del Trigo Dorado, cerca de la plaza del mercado. -Repitió. rimaba y eso siempre facilitaba recordarlo. Quizás aquello pudiera merecer un estudio aunque las letras no eran el campo de investigación favorito de Paul.- Descuide Ser Dwain, en cuanto tenga alguna novedad lo haré llamar. Y gracias por todo.

Si no hubiera sido por la buena disposición del caballero todo aquel asunto sería mucho más complicado, pero al menos contaban con alguien dispuesto a arriesgarse en un viaje muy peligroso, solo debían procurar que cuando tuviera que hacerlo fuera lo mejor pertrechado posible.

Los siguientes días en Antigua, fueron tal y como esperaba el maestre. La rutina instaurada a la que se acopló a la perfección. Buscó incansable cualquier cosa referente a los Otros. El problema de las leyendas, eran que solían tener una parte de verdad y cuatro de habladurías. Lo difícil era distinguir o estar seguro de cuál era cual. 

En varias descripciones antiguas, pudo discernir que tal vez, el fuego fuese una buena herramienta para hacerles frente. También que no conocían el descanso, el frío ni el dolor, y que donde un hombre quedaría atascado en nieve ellos se movían como Paul sobre el pavimento de la biblioteca. Pero un relato le llamó especialmente la atención. No por su contenido, sino por su origen; las lejanas tierras de Asshai. Una leyenda, que como toda leyenda que se precie, venía acompañada de una profecía.

Tras el ajetreo de los días iniciales Paul disfrutó de la rutina que se instauró en su vida los siguientes sin tantas reuniones y dedicado en cuerpo y alma a la investigación, labor que solo abandonaba para las comidas, algunas charlas de las que no podía escapar y para dormir por la noche. No volvió a soñar con el Señor de la noche pero su recuerdo lo mantenía siempre muy presente durante las largas horas de búsqueda. No era fácil dar con información fiable cuando se movían en un tema que para muchos no era más que leyenda y las historias tendían a ser imprecisas. Un relato le llamó la atención, no tanto por el contenido si no por el origen del mismo.

La profecía encaja perfectamente con el largo verano que estamos viviendo. Ojalá pudiéramos proveer a Ser Dwain con una espada como esta.

Sin lugar a dudas para enfrentarse a los otros y al Rey de la Noche harían falta más que las armas normales.

Una espada sacada del fuego, una espada llameante...

¿Eso era posible? Quizás pudiera untarse el metal con algún aceite y hacer ese efecto, pero sin duda el metal sufriría las consecuencias. Claro que en ese caso se trataba de una espada forjada varias veces y que tenía unas características extraordinarias.

Y el que la extraiga será Azor Ahai renacido... Si duda Ser Dwain creería que se refire a él tras su extraño ahogamiento.

En cualquier caso marcó el lugar donde había encontrado la historia pues le parecía interesante, quizás otro día podría ahondar más en otras leyendas de Essos y descubrir más sobre aquello. Asshai era una ciudad de extrañas costumbres y características que en general no era muy bien vista por los visitantes, pero donde la hechicería y la magia estaban muy presentes. ¿Existiría una espada así por allí?