Partida Rol por web

Buscando a los Dragnos se había encontrado con Meredith, quien la había podido guiar hacia los jardines donde Lord Dragnos paseaba junto a su hija para cumplir con sus ejercicios diarios para mantener su pierna en el mejor estado posible. Aunque había admirado su terquedad y fortaleza al mantenerse de pie durante toda la ceremonia, no se lo diría, pues cabía la posibilidad de que resaltar aquel defecto con el que vivía pudiera ofenderlo más que lograr el cometido de alabar sus virtudes. 

Entrando a los jardines ella también, sonrió al ver que la información de Meredith era precisa y que ellos se encontraban paseando tal como había dicho. Acercándose a paso calmado, los saludó con un movimiento de cabeza a modo de reverencia - Lord Dragnos, Joanna. - saludó amablemente - Me alegro de ver que disfrutan de los jardines de Riverside - añadió sonriendo sinceramente. - Espero que estén teniendo una agradable estadía, o tanto como lo permiten las circunstancias - pues decididamente un funeral no era la ocasión más alegre para una visita. 

—Aquilegia...querida...— Dijo como si verla fuera del acto protocolario que era el funeral fuese un alivio, acercándose a ella para hacer el gesto de besar su mejilla, sin llegar a hacerlo.*

—Siempre bien acogidos, pero imposible que sea una estancia agradable.— Dijo refiriéndose a las circunstancias.

—No me hago a la idea de que vuestra madre haya fallecido siendo aún tan joven y sin dolencia aparente. Manifestó desconsolado.

—Vuestro padre, ¿cómo se encuentra?.— Obviamente preguntaba en referencia a antes de partir a la guerra.—Qué voluntad y que fuerza tiene... Es todo un ejemplo y una inspiración.— Aseguró.

La joven hija del lord, se limitó a saludar con una reverencia y dejar que hablase su padre.

La cercanía del hombre en palabras y gestos hicieron que de inmediato una amable sonrisa agradecida apareciera en los labios de la heredera. No importaba cuanta familia hubiera ahí, para ella era indeciblemente reconfortante encontrarse con alguien cercano no solo en títulos, sino que en presencia en su vida. Los Dragnos apenas estaban a una corta distancia, y con sus múltiples visitas últimamente ya casi parecían más familia que cualquiera de la rama de los Hightower, a quienes quería pero veía muy poco. 

Me alegro de que la torre les sea suficientemente cómoda - sonrió de forma genuina, pues sinceramente deseaba que aquella visita fuera lo menos dolorosa posible para todos los involucrados, y más cuando se trataba de una familia cercana como era aquella. 

Llegado el tema de la muerte repentina de su madre, Aquilegia respiró profundo y frunció ligeramente el ceño - No creo que haya alma sobre Poniente que lo haga. Jamás comprenderé que el Desconocido alcance a los jóvenes e indefensos. - como tantos otros que morían siendo niños, de hambre o por aún más crueles motivos. Y aunque su madre no era tan pequeña ni tan vulnerable como ellos, cabía también en esa descripción. Era una mujer joven, aún en edad fértil, inteligente pero tranquila, sumisa, inofensiva. Una mujer dulce e incapaz de dañar a nadie, que solo buscaba la paz en los jardines y el amor de su familia y su esposo. Joven e indefensa, aún en su edad madura. 

Mi padre es un hombre fuerte. Aún afectado ha tenido la temple de partir a la guerra con la cabeza lo suficientemente fría para no poner en peligro a sus hombres, para despedirse de nosotras y dejar todo en orden para que lo administráramos durante su ausencia. - sonrió apenas con la comisura de los labios, pues el tema era doloroso de por sí, y más cuando recordaba a lo lejos que estaba su padre en esos momentos y el peligro al que se enfrentaba - Es difícil no admirar su carácter y fortaleza. - añadió por último, contestando a los comentarios del hombre. 

Sin embargo, antes de continuar, había algo que quería hacer. Joanna se veía demasiado callada y no quería posponer una de las razones que la había llevado a ellos, una que afectaba directamente a la hermana menor de Ser Tyros. 

Joanna, en nombre mío y de mi familia - familia, y no Casa, pues esto era un asunto personal - me gustaría agradecerte personalmente por la preciosa canción que le has regalado a mi madre en su despedida. - una que de solo pensarlo le ponía la piel de gallina - Jamás he escuchado una voz igual. El don que posees para transmitir emociones, conmover a quienes escuchan, la melodía perfecta que entonabas... - respiró profundo, sonriendo a la chica dulcemente - No tengo palabras para expresar mi gratitud. - dijo por último para luego agachar la cabeza humildemente y realizar una reverencia hacia la chica, esperando a que esta hablara para volver a erguirse. 

La joven Dragnos se vio un tanto abrumada por los halagos, pero no lo suficiente para guardar silencio.

—Os lo agradezco Lady Aquilegia. La verdad es que es una tragedia la pérdida de alguien tan querida para nuestra familia. Era además todavía muy joven y si no recuerdo mal desde la última vez que la vi, muy hermosa. — Reconoció ante el asentimiento de su padre, que convenía de la misma forma.

—La pérdida de una madre, siempre es doloroso.— Dijo por experiencia propia. —Me agrada saber que el canto le pudo reconfortar.—

El lord se dirigió a Aquilegia con amabilidad y gentileza entonces.

— Y no sólo ahora, también en los días venideros, estamos a una jornada en barco. Cualquier cosa que podáis necesitar, tanto vos como vuestra hermana...un cuervo y al día siguiente nos tendréis aquí.— Aseguró.

Con una perfecta postura, como era natural en Aquilegia, la primogénita sonrió cálidamente a Joanna. De haber sido más cercanas no hubiese dudado en abrazarla en ese mismo momento, pero priorizando siempre el protocolo a sus propios deseos, solo dejó que aquella intención trasluciera a través de su mirada. 

Lo era, sí. Hermosa y joven. - recordó manteniendo su sonrisa en la comisura de los labios, pues no había paso a sentimientos conflictivos durante el día. Si quería gritar, llorar, destrozarse la garganta preguntando por qué, podría hacerlo contra la almohada cuando llegara la noche. Por ahora, no había más posibilidad que una actitud cordial, incluso en el funeral de su propia madre. - Encuentro consuelo en haber tenido el placer de conocerla, y en haber podido aprender de su paz y su bondad. - añadió posteriormente - Aquella canción evocó perfectamente la dulzura que habría tenido ella para reconfortarnos. 

Cuando el lord se dirigió a ella, Aquilegia volvió a sonreír más ampliamente, respirando profundo en gesto de felicidad y alivio. - Lord Dragnos... - empezó a decir, conmovida por sus palabras - Gracias. - lo miró a los ojos, para que la supiera sincera y entendiera que la brevedad en sus palabras nacía del considerar un insulto adornar aquel sentimiento tan puro, no de la falta de ellas - Se lo haré saber a Helaena, que de seguro estará tan agradecida como yo - aseguró, pues creía en que el hombre cumpliría su palabra, y quería que su hermana tuviera todo el apoyo que pudiera necesitar. Sabía que Helaena probablemente no necesitaría de nada ni nadie, pero ella siempre se preocuparía de darle la opción. 

Espero que sepan que ustedes también pueden contar con nosotros. - dedicó un segundo para mirarlos a ambos - Siempre estamos a una carta de distancia, y personalmente, estaría encantada de poder ayudar en lo que fuera necesario. La gentileza y honor de cada uno de los miembros de su familia me resultan invaluables, pues no ha habido visita de un Dragnos en Riverside que no haya tenido un impacto positivo. - continuó hablando con suma sinceridad, pues no creía en los cumplidos no merecidos y jamás los daba - La presencia y apoyo de ustedes mismos en tiempos tan difíciles para nosotras, la disposición de Terrence a instruir a nuestros arqueros en momentos como estos, la visita y servicio de Ser Tyros ante el peligro de una guerra - bajó la mirada un segundo al hablar de este último, sonriendo levemente para sí misma antes de continuar - Ni en mil vidas podría olvidar lo leales que han sido a nuestra casa, más aún, a nuestra familia. Difícilmente encontraremos alguna vez mejores amigos que ustedes. 

—Y que sea así por muchos años...— Sonrió ante las bonitas palabras que Aquilegia dedicó a los Dragnos. Hizo una pausa pensativo.

—Así que Terrence se encuentra enseñando a vuestros arqueros...Bueno, por lo menos ya sabemos dónde ese encuentra este hijo que me ha tocado.— Negó como si aquello no tuviese solución, mientras a Joanna se le escapaba una risa divertida que trató de disimular, pues en realidad a Lord Balon, no parecía entusiasmarle el comportamiento errático de su hijo.

—¿Sabéis?, esto ya lo he comentado alguna vez con vuestro padre. En cierto modo, vos, siempre os habéis parecido más a Tyros y Helaena a Terrence. En forma de ser quiero decir.— Advirtió pensativo. —Por suerte para vuestro padre, o por saber hacer, su hija no se ha descarriado como mi Terrence. Qué voy a hacer con este muchacho...— Negó como si ya lo hubiese intentado todo.

—Pero no voy a marearos con mis cosas de viejo y menos en estas circunstancias. — Negó como si su hijo fuese un caso perdido.

Bueno, no sé si veo tanto parecido entre Helaena y Terrence... - comentó con una sonrisa divertida. Quizás ambos eran alocados, pero los dos de maneras muy distintas. Mientras Aquilegia que a Terrence le faltaba sensatez y sentido común, consideraba que Helaena los tenía, pero decidía dejarlos atrás en pos de su determinación y valentía. Quizás era su mera impresión, y el chico era más capaz de centrarse de lo que parecía, pero los sueños que había escuchado Aquilegia le parecían fantasiosos comparados con la mente estratégica y aventurera de su hermana. - Lo que sí tienen en común es que ambos son buenas personas, leales a sus familias y de visión mucho más amplia que la de los que vivimos en el mundo común y corriente. - pues ellos definitivamente no veían el mundo tal como lo veía ella, o Lord Balon, o siquiera Joanna - No me preocuparía demasiado por él. Estará bien, tome el rumbo que tome. - incluso si a veces era demasiado ingenuo o arriesgado para su gusto, sabía que el chico tenía astucia y suerte de sobra para compensarlo. 

Por otra parte, Ser Tyros y yo... no podría negar que en su última visita me pareció mucho más afín a mí de lo que esperaba, o recordaba. - coincidió, sonriendo con cariño. No era que se hubiese enamorado de un segundo a otro, pero era un hombre apuesto, inteligente y que compartía sus mismos valores. No le importaría en absoluto compartir su vida con alguien así - Pudimos conversar extensamente, y me sorprendió ver la cantidad de gustos en común que compartíamos, e incluso nuestro parecido en costumbres y perspectiva. - le comentó al hombre y su hija - También en nuestras rarezas, aunque sean ligeramente distintas. Me habló de los nudos marineros, de extraer miel, de frotar manzanas, de dibujar círculos en la arena o rebozarse en ella tras bañarse en el mar - miró a Joanna con una sonrisa - de como le gusta escucharte cantar - su sonrisa creció un poco más - De cuanto disfruta las cosas pequeñas. Y no podría haberme hablado de algo mejor, porque puedo entender perfectamente el encanto de esas pequeñas rutinas que el resto considera banales, pues yo las aprecio enormemente también. - confesó - Y por supuesto también hablamos de tantas otras cosas, de nuestros intereses, de nuestros gustos, de nuestros planes. En realidad, como dije, pudimos charlar mucho. - se ruborizó un poco al darse cuenta de que no había parado de hablar en todo ese tiempo, y apenas había entrado en un solo tema de los que habían discutido. - Sinceramente, luego de la grata impresión que Ser Tyros ha dejado en mi, no podría tomarme la afirmación de que me parezco a él como otra cosa que un cumplido.

No pareció muy convencido o compartir la calma con la joven cuando respondió en referencia a Terrence aunque en su gesto se fue dibujando una sonrisa cuando comentó aquellas cosas sobre Tyros con claro gesto de emoción y orgullo.

—Tyros es...— Pareció frenarse antes de comenzar a decir cosas que lo ensalzaran y suspiró como un intento de ser sincero y no hacer un escaparate de su hijo.

—Tyros es un buen hombre, un buen hijo y buen hermano. — Dijo con afecto en su rostro. —Es un caballero...pero un caballero de los de verdad.— No añadió nada, pensando que la joven sabría a qué se refería.

—Y ya es todo un lord...Demasiado hago que recaiga sobre sus hombros.— Expresó con pesar y cierta culpabilidad.

—En sus veintiocho días del nombre, no ha parado de hacer todo lo que se le ha pedido y más. Lo ha dado todo por su apellido, incluso su juventud. Pero cuando los Siete lo traigan de vuelta, él elegirá su futuro, a su esposa.— Asintió convencido.

—Sea cual sea le apoyaremos. Que me maten si no se lo ha ganado...—

Joanna frunció un poco el ceño y carraspeó un poco molesta, ofendida tal vez ante aquel despliegue sobre su hermano y sin duda ante aquel privilegio del que sin duda ella no gozaría.

Lo es. Realmente lo es. - comentó con una sonrisa, feliz de ver al padre de Ser Tyros tan obviamente orgulloso. Poco más podría pedir un hijo que saber que su padre ponía esa expresión al hablar de él. No muchos tenían esa suerte, y definitivamente, la gran mayoría de los hijos no hacía el mérito para conseguirlo... pero no le cabía duda alguna de que lo que Lord Balon decía era cierto y Ser Tyros lo había dado todo por su familia. - Y por supuesto se merece toda la felicidad del mundo junto a quien escoja. Cualquier mujer sería afortunada de tenerla a su lado. - dijo con absoluta sinceridad. A diferencia de Joanna, aparentemente, Aquilegia tenía bastante más asumido su papel y limitaciones. Sin embargo, comprendiendo la frustración de la muchacha, le dedicó una mirada empática para que supiera que no estaba sola. La primogénita también desearía que todos tuviesen la misma libertad para escoger a su compañero. 

No debe sentirse culpable por prepararlo para su futuro, Lord Balon - dijo a continuación, con una sonrisa afectuosa - Los Siete saben que yo también he sentido el peso de ser la heredera, y en la ausencia de mis padres he agradecido cada gota de conocimiento impartido, cada lección y cada reproche. Si lo librara del todo de la carga de su posición, cuando llegara el día que él tuviera que liderar a los Dragnos, necesitaría el doble de fuerza para aguantar su peso. 

—Bueno hija...— Dijo en un arranque de cercanía que quizás luego advirtiese como impropio, pero si los Dragnos no sentían aprecio por su familia, por los Stronghorse, entonces eran todos unos actores excepcionales. — ...recemos primero a los Siete porque nos devuelvan sanos y salvos a todos. Eso es lo principal ahora.— Aseguró.

Tras aquello, como si se hubiese dado cuenta que había dejado brotar su afecto más de lo debido, carraspeó él también.

—Si no os importa, Lady Aquilegia debo ir ahora a hacer unas cosas muy raras que me ha aconsejado el Archimaestre Paul. Dice que debo hacerlas todos los días y que mi pie mejorará considerablemente. Lo creáis o no ahora debo beber una jarra de agua y caminar un rato.— Dijo algo sonrojado seguramente por haberse dejado llevar.  —Y comer verduras...— Lamentó.

—¿Os veré antes de partir?— Preguntó como si fuese su deseo, esperando despedirse de la familia.

Lo hago cada noche, Lord Balon - le aseguró al hombre, pues realmente lo hacía. Oraba por Ser Tyros, por su padre, y por Aldern, por supuesto. También rezaba por Ser Dwain, aunque no estaba segura de si admitiría eso en voz alta ahora mismo. Era imposible no orar por él también luego del afecto que le había cogido con los años, luego de tantos regalos y parcas palabras pero nobles intenciones. Quería que volviera vivo, sano y salvo, tanto como quería que lo hicieran los otros tres. 

La corrección del Dragnos le causó cierta gracia, pero no explicitó nada y en vez de eso solo sonrió con mesura. - El Archimaestre Paul es un hombre muy sabio. Si eso dice, es lo que se debe hacer. - aseguró, pues toda su fe estaba depositada en ese hombre, un maestro, confidente y familiar sin lazo sanguíneo - Por supuesto, Lord Balon. Cuando ustedes lo deseen, estoy a su disposición. - contestó dispuesta a dejarlos marchar, lo que haría con una reverencia formal y una inclinación de cabeza.