Judith caminó para reunirse con sus hermanas, aunque las dos ordenes en principio podían ser contradictorias, al ver como los Hidalgos y los Custos se encargaban de la caza optó por dejar esa glora para la guardia.
Se acercó hasta la hermana Varinia y puso una rodilla en el suelo mientras dirigía la oración. Judith susurraba las palabras por lo bajo porque no era de esas que tenía que alzar más la voz y golpearse más fuerte el pecho para demostrar su devoción. La fe se llevaba por dentro y no era algo que debieran de demostrar a los demás con palabras, pues la fe se demostraba con actos.
-De acuerdo, hermana Varinia -apuntó Judith- hermana Ceres, si necesitáis ayuda con los heridos no dudéis en avisadme.
Mientras buscaba la munición no pudo evitar ver como uno de los soldados, por llamarlo de alguna forma, estaba buscando y "rapiñando" sobre otros cuerpos. Arrugó la nariz y aferró su cañón de fusión solo por si se atrevía a acercarse a alguna de las sororitas. Ningún hombre tocaría a sus hermanas caídas y menos aún su sagrado equipo.
El soldado asentía con la cabeza mientras escuchaba de boca de Nilse una descripción tremendamente precisa del funcionamiento del nuevo rifle.- Gracias. Un informe excelente, nadie podría ser tan precisa.-Se calló cuando la soldado continuó hablando, sus duras palabras fueron un recordatorio de lo mal que había estado en combate e hicieron bajar la cabeza de Viggo, la mujer tenía razón ese no era el comportamiento esperado de un comando Skygee. -No me esperaba lo que vi.- Era una pobre excusa, pero era cierta. Tanto Bjarnni, como Juhani, como él mismo se habían quedado paralizado sin ninguna excusa.-No volverá a pasar, y si pasa pégame un tiro, no dejes que tenga una muerte tan innoble como la de doc.
Luego la escuché impartir órdenes, tenía la soltura y energía de un suboficial.- ¿Has pensado en ejercer de sargento? Te sale natural.
Una vez tuvo todas las ideas consigo, y de acuerdo a la ortodoxia brilaresa, Sabre Rose obsequió a los presentes con una sentida reverencia a lo largo de la cual dedicó especial deferencia hacia el Lord Comandante y las Sororitas.
- A su disposición Sabre Rose, Maestra de Duelo de los Hidalgos de Brabant y suboficial interino hasta nuestra reunión con el Visconde Lidio Gomes- se enderezó y asintió en dirección a la petición de Novalee Custer de Los Imperator Custos, entendiendo su preocupación y procediendo a enumerar de la manera más resumida posible sus observaciones tácticas:
Habiendo concluido su presentación de información Sabre Rose dio un paso atrás, situándose al lado del Sargento Mathis Reutter, con quien había podido intercambiar unas palabras durante la batalla y darle la bienvenida a sus chimeras. Esperaba denotar así que no hablaría de nuevo salvo que se aludiese a ella para que así los demás pudiesen intervenir.
La batalla había terminado, al menos por el momento. Y, conforme se apagaban las llamas de la guerra, el ardor y arrojo del iloeterano también se extinguían notablemente, reducidos a apenas rescoldos. Observó el intercambio entre los representantes locales, así como las palabras de Northwode asumiendo el mando, y en general todo lo que se comentaba. Sintiendo que estaba demasiado callado, decidió que sería mejor tomar la palabra, aunque había pocas cosas buenas que contar, si es que había alguna.
-Eh... Señor, creo que la Maestra de Duelo Rose tiene razón con los xenos. Por lo que comentan los iloeteranos más veteranos, los... Bichos grandes son algo así como antenas o repetidores. No sé por qué, si serán como titiriteros autónomos, o simplemente amplifican lo que sea que piensa su "general", pero al caer estos... Bueno, ya ha visto lo que ocurren. Las cosas pequeñas se desmandan y no saben ni dónde está su diestra... Eh... O diestras, en plural.
-Por lo demás, he de reportar quince bajas entre los míos-continuó, palideciendo un poco por lo que iba a decir, aunque gracias al Emperador las protecciones evitaban que se viera mucho aquello-uno de ellos es... Es... El comisario Pacivik, señor-dijo, embargado por la vergüenza y, ¿por qué no decirlo? El temor. Que unos guardias perdieran a su oficial político solía ser síntoma de incompetencia o mala fe, y muchas veces prueba suficiente para aplicar duros castigos. Pasara lo que pasaba, la bomba ya estaba soltada, así que decidió seguir con lo que tenía que decir.
-Deberíamos aprovisionarnos con todo lo posible aquí, y hacer inventario... No aquí, claro. Cuando podamos estar a salvo. La especialista Nilsa de los Skigge me ha informado de una sola baja, y de que han recuperado munición de rifle de fusión y herramientas de trincheras. Del mismo modo, desde Iloeter podemos aportar algunos cargadores de rifles láser... No nos son muy útiles, como supondrán-finalizó, con una leve sonrisa nerviosa, dando una ligera palmada en la escopeta que portaba, así como casi todos los suyos.
Había suficientes balas de bólter por el campo de batalla como para que Fred hubiese rellenado por completo el medio cargador que había gastado: pero eran todos de las Hermanas, y tocar siquiera sus armas habría sido herejía. Seguro que una de ellas le disparaba con el cañón de fusión en cuanto se acercase a menos de un metro de uno de sus cadáveres, así que se mantuvo quieto. Acarició su arma. El furioso Espíritu Máquina se había quedado con ganas de más, aunque rugía satisfecho por la victoria. Habló con ella en el tono en el que había hablado con los animales allá en Iloeter.
-Lo has hecho muy bien, bonito, muy bien. Eres la mejor arma, tranquilo, nos quedan muchos tiránidos todavía.
El recuento de bajas de su escuadrón fue bastante bueno: solo quince. Dentro de lo que cabía, habían salido bien parados. Fred no dudó en unirse al rezo de las Hermanas: se acercó y se arrodilló, haciendo el símbolo del águila imperial, las manos cruzadas sobre el pecho. Solo cuando terminaron se levantó y se dirigió con sus compañeros: preguntó si alguno conocía a los muertos, si sabían sus nombres. Le gustaba hacerlo, así sentía que no habían caído en vano.
Se dirigió al lugar de rezo y rezó con sus camaradas, rezó por la victoria, por el emperador y por los fallecidos, rezó pidiendo valor, el valor que le había fallado y rezó por encontrar la expiación de su propia debilidad. Habían pasado años desde que entrara en la orden y se seguía sintiendo como aquella noche que la llevaron al cómbelo tras que arrasaran su casa.
Ira contra si misma por su debilidad, ira contra sus enemigos por hacerla sentir miedo.
Se incorporó decidida a cumplir con su labor.
Ceres asintió a la Hermana Judith
- No se preocupe, si necesito ayuda se lo haré saber de inmediato. - Miró a su ayudante para que se preparara tras dedicarlas esas palabras. - Me reconforta su presencia y el fervor de su dedicación. - Dijo al final.
Miró al suelo avergonzada.
- Vamos... - Dijo a su ayudante - Hay mucho trabajo.
A curar gente
Estas criaturas no tienen un caparazón al uso, Krane. - dijo el doctor mientras se quitaba los guantes y hacía desaparecer la caja de las muestras en el interior de su equipo. - Es un conjunto de músculos fuertemente entrelazados en un exoesqueleto que forman una armadura sorprendentemente efectiva. Ya he tomado muestras de ello y tengo una imagen mental lo suficientemente buena como para hacer un dibujo de ello e incluirlo en el informe, no te preocupes. - le tranquilizó el doctor.
¿Necesitas ayuda con eso? Creo que si no me necesitas, iré a echar un vistazo a esos oficiales de la armada. Por descartar que no tengan nada demasiado grave. - preguntó el doctor mientras recogía sus utensilios.
—NEGATIVO, DOCTOR. JULYUS Y YO NOS ENCARGAREMOS.
Dijo, mientras preparaba su combiherramienta y apuntaba con ella el punto de la nave en el que quería que Julyus se enfocara inicialmente.
¿En serio no tienen caparazón los tiranidos? Si van recubiertos por todos lados... I mean... (imagen)
Sanguine realmente no sabía el por qué de su presencia ante Northwode, pero como eran órdenes, las cumplió. Tras las primeras intervenciones, añadió.
-La maestra de duelo y el sargento tienen razón, señor, no tengo más que añadir al informe, salvo las bajas de los penales, que rozan el noventa y nueve coma ocho por ciento- Se encogió de hombros, porque le daba absolutamente igual el número de penales muertos, habían cumplido con su deuda para con el Emperador.
-Solo quedan dos elementos, y uno de ellos...- Miró en la lejanía hacia Bender -Se está ganando una fortísima sanción por lo que estoy viendo-
Hablaba de esa manera porque él no era militar, solo estaba encargado de que las depravadas almas de los que había infringido la ley, pagasen con su sangre en el campo de batalla.
-El caso, Lord Comandante, es que sin más compañías penales, mi misión primaria ha quedado reducida prácticamente a la nada, por lo que le pido el traslado a otro regimiento mientras tanto, guiar las almas siempre es una tarea necesaria, señor-
Miró de nuevo a la lejanía, contemplando con rabia contenida como Bender y Red parecían pasárselo en grande. Le molestó y enfureció en sobremanera. No iban a escaparse.
-Y si no es molestarle mucho, los dos elementos vivos de las compañías penales deberían de acompañarme, nunca se sabe lo que pueden hacer a espaldas de mis ojos vigilantes esos delincuentes tarados-
Apareciendo de nuevo en el campo de batalla, el Dr.Death caminó hasta juntarse con los Custos mirando al suelo buscando entre los cadáveres un rastro de vida. - Sargento Custer, hemos acabado, señor. Solicito autorización para hacer una revisión médica de los oficiales de la armada que resultaron heridos en el aterrizaje. - comunicó por radio sin dejar de caminar pero levantando la mirada buscando a su sargento primero y a los pilotos después. Recordó que dos de los pilotos se habían subido al vehículo del Lord Comandante Nortwood así que se dirigió hacia allá aprovechando que el Lord Comandante estaba hablando con los sargentos de las diferentes compañías.
Cuando llegó a la altura de los pilotos, el doctor se cuadró y saludó antes de perguntarles como se encontraban y pedirles permiso para evaluar sus heridas y tratarlas adecuadamente.
Motivo: medicae
Tirada: 1d100
Resultado: 77(+87)=164 [77]
Medicae 77 de 87, dos grados de éxito a ambos pilotos (se curan 5 heridas)
Mientras escucho las palabras de cada uno de los mandos "supervivientes" de la misión, los pros y contras de la situación en la que nos encontrábamos y lo que cada uno podía aportar, asiento a las palabras de la maestra de duelo. - Será un placer que nos ayude, Maestra de Duelo, han caído muchos de los nuestros. Hago una pequeña reverencia mientras ajusto el comunicador en mi oreja. - Si me disculpan un momento, tengo que añadir unas direcciones para mis hombres.
Cuando he tomado una ligera distancia de donde los mandos están aun reunidos, me comunico con el Dr. Robert. - Recibido, espero que haya valido la pena el sacrificio. Asintiendo con la cabeza aunque era un gesto mas reflejo que útil, accedo a lo que el doctor solicita. - Si, doctor, haga lo que pueda por ellos. Parece que tendremos que funcionar como una gran unidad.
Caelestia se reunió con los convocados y atendió a lo que decía cada uno de ellos, aunque su mirada se movía de quien hablaba en ese momento al cielo, sujetando con firmeza el casco bajo su brazo. Cuando se intercambiaron las justas impresiones la Celestial carraspeó para tomar el turno de palabra.
-Lo que ha dicho Sabre Rose…- Hubiera incluido algún título de respeto a Sabre Rose, pero consideraba que “Sabre” debía ser algún rango ya, así que omitió esa parte.- Es todo bastante coherente; que los skygge vayan a las otras colonias parece un acción más que sensata.
Después dirigió su mirada al Pater.
-Si esos dos elementos le van a dar problemas, mi sugerencia es que sean ejecutados ipso facto. Yo misma me ofrezco a darles la paz del emperador que sus desgraciadas vidas tanto anhelan.-La voz de Caelestia no tembló ni un ápice; para unos penales con indicios de problemas solo cabía una solución en su mente.
La batalla había llegado a su fin y la Guardia se había granjeado su primera victoria sobre este planeta. Pero no sin pagar un alto precio. Sin olvidar lo sucedido durante la maniobra de aproximación para el despliegue de las tropas, también se sufrió mucho en tierra. Pero cada gota de sangre Imperial derramada se cobró con creces. En los últimos contragolpes, la marea de xenos se fue deshaciendo hasta caer bajo el fuego combinado de los vehículos y los diferentes escuadrones de soldados.
Desde uno de los puestos de disparo del chimera, Bjarnni pudo ver los últimos momentos de la batalla. El terror que lo había invadido momentos antes todavía se resistía a abandonar su cuerpo. Resultaba increíble como, a pesar de estar consciente y mantener su raciocinio, su cuerpo continuaba afectado por el miedo. Era como si se hubiese independizado de su mente, como si se negase a ignorar la amenaza. El soldado de asalto apretó su puño con fuerza intentando aplacar los ligeros temblores que comprometían su pulso. No podía más que reprenderse mentalmente por haber sucumbido de esta manera, por haber sido un inútil en esta batalla. Tuvo la suerte de estar en medio de la nada y de no haber comprometido la seguridad de sus compañeros. Pero de haber ocurrido en otras circunstancias... "Ya he tenido suficiente por hoy." Pensó intentando darse una tregua. De nada le serviría torturarse por algo que por suerte no llegó a ocurrir. Había sobrevivido, era todo lo que importaba. Que esta experiencia sirva de aprendizaje para que no se vuelva a repetir dependía solo de él.
Cambió el canal de su comunicador para poder hablar con su escuadra. -Nilsa, Viggo; aquí Bjarnni.- Saludó formalmente. -Me dirijo hacia el punto de encuentro en el chimera de los Hidalgos.- Informó con un tono más profesional de lo habitual en él. Quizás el estrés mental sufrido en este encuentro le hubiese servido para templar su carácter y tomarse toda esta situación más en serio. -Así que guardad las botellas de champán y no celebréis nada, que todavía no os habéis librado de mi.- O quizás no había cambiado nada... Una sonrisa socarrona se dibujaba en su rostro justo antes de cerrar el canal. Se acomodó todo lo que pudo en el rígido asiento del transporte esperando el momento de desembarcar y reunirse con los suyos. Quedaba pendiente el informe con el que O Probo le había amenazado, pero eso es algo de lo que ya se preocuparía el Bjarnni del futuro. Por ahora le convenía tranquilizarse y reflexionar.
Con el casco bajo el brazo, Varinia ocupó su lugar al lado del resto de los oficiales -saludos a todos y Alabado sea el Emperador por permitirnos alzarnos con la victoria en esta escaramuza. Por parte de nuestras unidades han habido- consultó brevemente la cifra en un display en uno de los antebrazos de su armadura -un total de 4 bajas. Casi inaceptable dada la disparidad tecnológica que nos separa de los xenos. Recomendaré a las hermanas la mortificación mediante cilicio esta noche como penitencia.
La mirada de la Celestial pareció perderse en los fuegos que consumían los cadáveres de tiránidos e imperiales por igual mientras completaba la última frase y el resplandor pareció brillar con especial intensidad en el centro de sus pupilas. Luego volvió a centrar la mirada en el resto del círculo de mandos. Ahora, en cuanto al asunto que tenemos más a mano, sin duda asegurar el espaciopuerto debe ser nuestra prioridad. ¿Cuál es el estado defensivo del mismo, al igual que el de la propia colmena? ¿Qué medidas se han tomado para asegurarse de que no cae en poder del enemigo?
Respecto a la misión skygge a las colmenas vecinas, de acuerdo mientras enviemos pequeñas unidades cuya ausencia no limite nuestra capacidad de defensa. Contamos ya con un contingente reducido y debemos concentrar nuestras tropas para maximizar nuestra efectividad.
- Obviamente. - contestó a su compañero tras el halago, demostrando una vez más que no era amiga de simpatías gratuitas y que era una de las mejores francotiradores del regimiento por derecho propio.
Viggo se confesó tras la dura reprimenda, a lo que la mujer alzó una ceja con escepticismo, pero no dijo nada, ya había tenido suficiente. - Lo mismo digo. Pensé que Doc tendría las suficientes agallas para explotar las granadas cuando se le echaran encima. - el disgusto en su voz parecía más por ése hecho que por haber perdido a su compañero.
Cuando le sugirió aplicar a Sargento, Nilsa soltó una única carcajada seca. - ¡Ja! Ni en tus sueños. Seguiré demostrando que con uno de estos no hay quien me gane. - dijo palmeando su arma.
Entonces les llegó la transmisión de Bjarni. - Hombre, el señorito del vehículo. - contestó. - Recibido. Chicos, guardad las copas...no hemos tenido suerte. - dijo siguiendo la broma, para sorpresa de sus compañeros. Quizá estar en medio del combate contra monstruos la hacía a ella más humana.
Si algo le importó al alférez Bailey algo de la conversación, realmente se esforzó en demostrar todo lo opuesto. Sus aires eran bastante molestos y su actitud distaba de ser cooperadora. Por contra parte, la especialista Martha si estaba más dispuesta a escuchar lo que tenían que decir los demás, por lo que estuvo atenta y reservada.
El Lord Comandante se había cruzado de brazos, escuchando algunas obviedades dichas por aquellos que habían liderado a su gente, pero sin duda lo que le sorprendió fue el plan o la idea trazada por Sabre Rose. La mujer atrajo su atención y la observó con el ceño fruncido mientras asentía quedamente - Cómo ya se ha dicho, el espacio puerto se ha perdido, pero es evidente que recuperarlo, después de consolidar la posición, sera vital. No es mal plan ese, pero solo podríamos prescindir de dos escuadras, en cualquier caso, la distancia es muy grande como para recorrerla a pie. Esta operación solo la podremos realizar si algún transporte ha sobrevivido; que tenemos uno, se elegirá que colmena, si tenemos dos, iremos a por todas - luego miró al Pater sanguine y negó con la cabeza - su sitio esta con los suyos, puede que aquí no haya sobrevivido ninguno, pero es posible que haya más; además, ahí veo a dos de los suyos, ningún asqueroso penal será dejado por libre, haga su trabajo - le dijo con tono grave, casi aleccionador. Al respecto de las bajas no dio visos de que le importara, en la guerra moría gente, desde el soldado más leal hasta el oficial más cobarde; poco podía hacer por ello, ya llegaría el momento de llorar a los muertos - toda esa munición y pertrechos serán vitales, le hago responsable de que lleguen a destino, vaya a coordinarse con los Skygge y los suyos para volver con todo eso a la ciudad.
No comentó nada ante la idea de ejecutar a aquel penal que molestaba al pater, le daba exactamente lo mismo, un penal menos no iba a marcar la diferencia.
La especialista se adelantó ante las preguntas de la hermana Vaniria - permitame responder, ya se ha informado de que hemos perdido el espacio puerto, pero respecto a la colmena, puedo decirle que por ahora los hemos mantenido a raya, no se si nos han lanzado ataques a gran escala, seguramente no, pero los intentos que han hecho de llegar hasta nuestras murallas han sido repelidos con facilidad, por lo que las fuerzas de las FDP allí acantonadas están intactas
Aquella reunión no pudo durar mucho más, ya todo estaba listo para emprender la marcha.
Ya no quedaba mucho más tiempo del dado por el Lord Comandante. En seguida estuvo vociferando ordenes y dando instrucciones de como proceder con el avance hacía la colmena. La columna empezó el avance con buen ánimo a pesar de las circunstancias, listos para luchar otro día más.
La hospitalaria Ceres, junto con el medicae Robert, habían estado atendiendo a los heridos. Estaba claro que los supervivientes no tenían graves heridas, y pudo resultar deducible que quienes habían sido impactados por armas xeno no tenían muchas opciones de ser tratados para luchar otro día.
Fuere como fuere, la columna avanzó, flanqueada por los portentosos chimeras de los Hidalgos mientras la vanguardia como la retaguardia eran custodiadas por los montaraces de Yhemek, los verdaderos conocedores de sus bosques y su amenazada tierra por parte de aquellos insaciables xenos.
Los de Novantis, pronto empezaron a cantar mientras que sus compañeros androide que tenían instalados sistemas de emisión musical, acompañaron los animados cánticos de los novantianos con música que sonaba tan antigua que a muchos les entró una terrible morriña.
FIN DE ESCENA