Un gesto hierático ocupó la cara de Gomes. No tener Chimeras suficientes era un argumento irrebatible, por mucho que no le gustase, así que debían buscar otra opción. Se quedó mirando pensativo a la Hermana Caelestia, mientras revisaba mentalmente los manuales de táctica, hasta que dio con otro plan.
—De acuerdo, descartada la incursión con Chimeras. Otra opción es atraerlos a nuestra trampa.—Gomes se aclaró la garganta y explicó su idea— Una fuerza con buena movilidad hace una incursión al espacio puerto y plantea combate. Al lanzar los xenos el ataque, la fuerza móvil aguanta lo suficiente como para que la amenaza venga al completo, y entonces se retirará velozmente a un lugar donde el resto de nuestra fuerza les esté esperando. Ese lugar nos debe proporcionar una superioridad táctica clara para disminuir el efecto de su gran número. Así que debemos buscar un terreno elevado para nosotros, que estreche el cerco todo lo posible, y que pueda tener cobertura artillera.
—¿Qué habría que definir? La división de nuestra fuerza, el momento de esa retirada táctica, y el lugar donde atacar y esperar. ¿Disponemos de un mapa que nos pueda ser de utilidad?
Parecía que la intervención de la sororita pondría freno a los planes del ataque rápido, pero por desgracia no fue así, solo los alteró un poco, lo que sorprendió a Mathis... En especial porque parecía haber sido clara con el tema de distracciones.
-Contagem, los suyos tienen experiencia con el xeno más reciente y abundante que los míos... Pero sabe que no son idiotas. No estamos hablando, qué se yo, de belicosos e irascibles orkos a los que conducir a una trampa. ¿Les ha visto alguna emoción? Yo solo he visto hambre... Y, lo que es peor, una inteligencia detrás. Por eso en las calles en que fuimos desplegados se designó como objetivo prioritario a la cosa semi-invisible que apareció-explicó, algo frustrado por todo aquello, lo que parecía ayudarle a superar algo su actitud apocada y tímida.
-No sé como ni por qué, pero esas cosas tienen comunicaciones, y son guiadas por otras de las suyas. No son un depredador. Son un depredador con tácticas, inteligencia y conocimientos sobre muchas de las cosas que nosotros sabemos. Creo que está asumiendo, en su maniobra de adelantarse con los chimeras, juntar enemigos y actuar de cebo, que esos enemigos le van a dar opción de retirarse-prosiguió.
-No hay apoyo artillero, si le cortan la retirada, nadie les va a sacar de allí. Todos ustedes morirán, y habremos perdido buenos hombres y buenas máquinas para nada. Por eso, sigo siendo más partidario del asalto escalonado. Avancemos, aseguremos nuestras posiciones, palmo a palmo de ser necesario, y seremos capaces de conservar el espacio-puerto el tiempo suficiente para que los refuerzos desembarquen. Y si nos equivocamos, nadie quedará aislado y a merced del xeno-finalizó, indeciso sobre si todo aquello había sido una muestra de valor y confianza desmedidos, o algo más peligroso.
-No sé si tenemos mapas, pero como poco deberíamos valorar la escala del desplazamiento. Si está muy lejos y no hay vehículos, deberíamos hacernos con lo que podamos para mover las tropas.
-¿porque siempre pensamos que la mejor posición táctica es estar rodeados en un sitio alto? Y si le damos la vuelta al plan. Este es un mundo vivo, ¿porque no los atraemos a un lugar bajo y les echamos las fuerzas del mundo encima?. Aprovechemos para sepultarlos con corrimientos de tierra con artilleria, liberemos el agua de presas, convirtamos el elemento de la naturaleza, creación del emperador, en nuestra arma contra el xeno. Ya convencimos a los gobiernos de este lugar con el bosque en la muralla, una bonita cordillera destruida es mejor que la vida de todas las almas aqui atrapadas.-la hermana despegó la mirada de los que hablaban dispuesta a buscar dónde y en que punto podrian usar lo mencionado a su favor.
Las respuestas que si contentaron a Northwode fueron las de la hermana Caelestia y el teniente Mathias, la de contagem Gomes no tanto y así se lo hizo ver - no es una mala idea, la verdad. De tener más hombres sería una opción a tener en cuenta, pero no tenemos tantos para sacrificar - así era la estrategia, uno siempre tenía que tener en cuenta que habia sacrificios que hacer, que siempre se mandaban hombres y mujeres a una muerte segura para lograr un bien superior. Las matemáticas y las probabilidades no conocían de sentimientos ni misericordia - sin embargo, no nos queda otra. Os recuerdo que solo planteamos esto si llegarán los refuerzos como Ricardo ha sugerido con sus dones. Si ese día llega, tenemos que estar preparados y no con los calzones bajados.
coincido en que los tiranidos no van a picar ningún anzuelo como ese, pero ya tienen su primer cometido, confiscar todo vehículo que pueda transportar soldados y equipación. Dispongan un despliegue y equipos de actuación. Les adelanto que las FDP se quedarán en la ciudad, ya se que va un poco en contra de lo que hemos estado diciendo, pero son su gente. Hermana Caelestia, no disponemos de nada que pueda modelar la orografía de este planeta desértico. Pero eso lo podrá plantear si llegan los refuerzos y sobrevivimos.
enhorabuena, han parido su primera operación, pero como oficial al cargo, yo le pondré el nombre. Operación Balaclava. Cuando oigan eso, sabrán que hacer.
y dicho aquello, la velada siguió, pero en temas más trascendentales, estrechando lazos entre lo cinco, compartiendo vivencias y anécdotas, demostrando que Northwode era un buen oficial, de esos se la escuela de los ascensos por méritos y no por un dedo.
Fin de escena
Los voluntarios fueron reunidos. Se les explicó de manera extra oficial que había que hacer y que objetivo conseguir, pero no el cómo. Esa última pregunta quedo relegada al juicio de los soldados y penales que se creyeron capaces de aportar algo. Pensamiento creativo lo llamó el oficial de táctica.
Con esa opción, todos se lanzaron manos a la obra. Algunos aconsejando, elaborando planes y dosieres actualizados con los que los pandilleros podrían sacar buen rédito para combatir a los Xenos en las cuevas y cloacas de Yhemek. El visioingenieor Krane, apoyado por el contagem Gomes y el operador Dionis idearon una serie de tácticas que podrían contrarrestar las artimañas de los tiranidos.
Otros, los que quisieron ir a verlos cara a cara, buscaron transportes para viajar hasta la subcolmena, atravesando las gigantescas y congestionadas macroautovias donde el denso humo de los motores anegaban el lugar. Nilsa se había erigido como la guía, apoyada por Fred, pero de no haber sido por los esfuerzos conjuntos del teniente Mathis, Viggo y Tania, hubieran podido acabar todos cayendo a una fosa séptica donde cabrían varios baneblade apilados. Hains había jurado y perjurado que iban por el buen camino, apoyando las decisiones de Nilsa, pero no fue así como demostraron Tania, Viggo y Reutter. Aunque pudieron haber pagado un alto precio, todo quedó en una anécdota de la que se reirían con el tiempo.
Cuando llegaron por fin a los territorios de las pandillas, fue el penal Bender quien desactivó las docenas de cargas explosivas que estaban instaladas en un pasillo de acceso. Tras ello, Kristoff se las ingenió para abrir esclusa tras esclusa abriendo el paso para los voluntarios. Novalee, en cambio, no estaba del todo convencida del enorme lugar en el que estaban. Detectó una serie de armas centinelas y las desactivó a tiempo evitando que murieran acribillados por un fuego cruzado de ametralladoras pesadas gemelas.
Por fin habían llegado, y se encontraron a los líderes de las pandillas más poderosas. Los hijos de la mierda, los señores del dolor y la partida de caza pérdida. Estaban enzarzados en una violenta pelea verbal, y la tensión no se rebajó ni un ápice cuando los imperiales llegaron. De no ser por la enorme mole que era Andiara con su cañón láser, flanqueada por la Hermana Vaniria y la Maestra de Duelo Sabré Rose, aquello habría acabado en un tiroteo. Las tres mujeres demostraron que o bien se relajaban o iban a morder el polvo, no se podía comparar la artillería que llevaron consigo las hermanas de batalla ya guardia imperial (con especial mención al cañón láser de Andiara que llevaba como si fuera un simple láser M36).
Aquello no había acabado, escucharon la propuesta los tres líderes, dispuestos a escuchar, pero querían algo a cambio, no solo las armas que habían prometido. El motivo de la discusión fue la epidemia que estaban sufriendo ahí abajo, donde era especialmente virulenta y peor. Muchos habían muerto y necesitaban asistencia médica. Por fortuna, llevaban tres medicos. Dagmar, Robert y la hermana Ceres. Cada uno fue a una de las bandas criminales, donde atendió a sus enfermos, les facilitaron remedios caseros que lograrían bajar las fiebres y conseguir una mejora palpable en su salud para que pudieran superar la enfermedad. El dichoso Kobid35 no era una enfermedad fácil de manejar, pero los esfuerzos de los tres consiguieron que así fuera, salvando muchas vidas.
Fue de este modo con el que los voluntarios lograron ganarse la promesa de sangre de los pandilleros. Indeseables y carne de la horca, pero en momentos de necesidad, los enemigos como aquellos, podrían servir de algo al Imperio.
Fin de escena.
Vitelia guió al doctor hasta la celda de la hermana, dejandose caer pesadamente en un asiento del esterior. No era estupida y no la apetecia hablar de mas con el doctor, así que junto las manos en posición de oracion y ahí le dejó plantado.
La hermana Caelestia habia autorizado su paso, asi que el doctor se encontro la imagen de la espalda desnuda de la sororitas, que se habia arrodillado en el centro de su celda frente a la armadura que por supuesto no vestía en aquel momento. La espalda aun tenía heridas de autoflagelacion y la túnica estaba manchada de sangre, habia algun corte no profundo, pero si donde el cuero habia incidido mas de una vez. La hermana ya no llevaba los cilicios, el del muslo había hecho una herida acompaña de los moratones de la presión y un brazo habia llevado otro pero con menores consecuencias. Aun asi, la imagen de la hermana no era una descuidada, habia lavado su cuerpo y pelo y este estaba recogido cayendo por su espalda sin esos tirabuzones con los que adornaba su imagen en momentos mas propicios.
-Adelante, doctor.- la hermana giró el rostro lo justo para ver que era una persona quien habia entrado en su celda y no un demonio de otra dimensión. -me gustaria orar, pero creo que las heridas en mi piel pesan en la tranquilidad de mi alma. La canonesa habrá hallado paz, pero las tribulaciones mortales acuden a mi de nuevo...y debo emplear vuestras manos para curarme de estas.
Si Robert había intentado conversar con Vitelia, es algo que quedó entre ellos. Cuando se encontró frente a la puerta de la celda, tocó con los nudillos y luego se internó en la estancia aparentando más confianza de la que sentía. Caelestia pudo notar cierta inquietud en Robert. Había estado dándole vueltas a que se iba a encontrar una vez llegase a esa celda, más aún teniendo en cuenta la abrupta "despedida" que le había dado la sororita hacía no tanto.
Cuando vio la espalda desnuda de la mujer cubierta de heridas, su túnica manchada de sangre y el destrozo que se había hecho a si misma en el muslo Robert tuvo sentimientos encontrados. Por un lado sintió admiración por la profunda fe de Caelestia que había sido capaz de autoinflingirse semejante castigo y hasta sentía cierto horror al preguntarse que no haría a sus enemigos si era capaz de hacerse eso a si misma pero por el otro no podía dejar de pensar en que era terriblemente hermosa.
Cuando se dio cuenta de que llevaba un rato en silencio observándola ensimismado agitó la cabeza volviendo a centrarse. - Por supuesto hermana, faltaría más. - dijo antes de comenzar a preparar su equipo de forma pulcra, tomándose su tiempo para cerciorarse de que todo estaba donde tenía que estar. - Voy a necesitar que se tumbe sobre el camastro hermana, boca abajo. - pidió educadamente aún de espadas a la mujer para darle la intimidad necesaria.
Cuando dejó de oír movimiento, Robert echó una breve mirada sobre su hombro para cerciorarse de que la mujer había terminado de colocarse y comenzó a trabajar con suma delicadeza. Sus manos recorrieron la espalda de la joven evaluando la gravedad de las heridas. Ignarando la sensación que le provocaba el tacto y la cercanía de la sororita, el doctor Death fue limpiando las heridas del látigo y dando puntos donde los bordes de la herida estaban demasiado separados para mantenerse cerrados. Luego aplicó una pomada antibacteriana sobre las heridas. Las del brazo fueron las siguientes pues quería dejar las del muslo para el final, no tenían buena pinta. No hablaba y su rostro reflejaba una profunda concentración.
Siéntese, por favor hermana. - Pidió con delicadeza cuando hubo terminado con la espalda y el brazo. - Voy a vendárselo, evitará que se infecte y que le moleste cuando se roce con su túnica. - explicó cogiendo vendas de su botiquín y colocándose a su espalda. - Alza los brazos. - dijo antes de comenzar a vendar todo el torso de la mujer. Hizo un vendaje firme, pero preguntó en varias ocasiones por si la mujer lo encontraba demasiado ajustado o si le apretaba. Cuando hubo terminado con la espalda y el brazo, Robert se arrodilló frente a la mujer con una sonrisa ¿avergonzada? antes de subirle la túnica por encima de la herida para poder trabajar cómodo y no manchársela. Se forzó a si mismo a ser profesional y concentrarse en la herida. - Esto escocerá. - dijo mirando a los ojos de Calestia antes de pasar un algodón mojado en alcohol sobre la herida para desinfectarla. Las puas del cilicio habían dejado una ristra de heridas ordenadas en la suave piel de Caelestia, trató cada una de ellas con mimo y esmero desinfectándolas y limpiándolas bien antes de aplicar la pomada y vendar la zona.
Una vez estuvo satisfecho con el resultado de su trabajo, Robert buscó un trapo con el que limpiarse las manos y comenzó a guardarlo todo con la misma calma con la que lo había sacado. - Las heridas de los cilicios serán incómodas pero no creo que se abran. Tendrás que tener cuidado con las de la espalda para que no se abran. Intenta evitar movimientos así. - dijo el doctor antes de alzar un brazo y estirarse como si quisiera coger algo de un estante alto. - O así. - dijo poniendo sus dos manos juntas y rotando su torso. - Alguien deberá cambiar los vendajes mínimo una vez cada dos días. - añadió antes de quedarse de pie frente a una Calestia en un estado de semidesnudez sin saber muy bien que añadir mientras esperaba que fuese esta la que le preguntase alguna duda o arrojase algo más de luz sobre su presencia aquí. Robert era bueno, pero las hospitalarias que viajaban con Caelestia tenían acceso a tecnología con la que Robert solo podía soñar.
Motivo: Medicina
Tirada: 1d100
Dificultad: 102-
Resultado: 48 (Exito) [48]
La saco por 6 grados de éxito así que Caelestia se curaría 12+6(BI) un total de 18 heridas.