Partida Rol por web

A las nueve menos diez minutos, todos los alumnos de primer curso de Ravenclaw os dirigisteis hacia el aula de defensa contra las artes oscuras, que estaba situada en la tercera planta del castillo. Menos mal que en el horario venía en dónde estaba, porque de haber tenido que buscarla, no habríais llegado.

Los alumnos de Gryffindor también iban a la misma planta, por lo que subisteis los dos grupos juntos, lo que supuso que al menos durante unos momentos, compartieseis la peculiar experiencia de lograr llegar a las clases, porque no os resultó tan sencillo como pensabais.

Y es que Hogwarts parecía tener vida propia.

Alguien os dijo que en el castillo había 142 escaleras y que a pesar de lo que parecía, no todas hacían lo que debían. Muchas de ellas parecían conducir arriba, pero de repente, cuando pisabais fuera de ellas, os dabais cuenta de que en realidad habíais descendido una planta. Otras os llevaban a muros que no os dejaban continuar, lo que os obligaba a volver sobre vuestros pasos y probar suerte con unas diferentes; era como si fuesen de broma.

La planta dos resultaba especialmente complicada, porque en una de las alas, había un tramo de escaleras cortado que debía ser saltado. Cuando un alumno no cogía el suficiente impulso, caía sobre una especie de colchón invisible, rebotaba y aparecía en otro lugar del castillo, con lo que tenía que volver a buscar como llegar.

También había escalones "tramposos"; Colton pisó uno que chillaba; Úrsula, uno que en realidad no existía y se quedó atascada en él hasta que tiraron de ella para sacarla; Nolan saltó uno que parecía roto y el siguiente era como de pegamento; tardó cinco minutos en conseguir despegar el pie para poder seguir subiendo; pero los de Ravenclaw no os quedasteis atrás. Michael se encontró con un escalón que parecía existir pero que cuando elevaba el pie para pisar sobre él, desaparecía, lo que le entretuvo durante un buen rato, como si estuviese efectuando un extraño baile.

La consecuencia fue que muchos alumnos llegaron tarde a esa primera clase, y también a las siguientes. La memoria iba a ser una de vuestras mejores aliadas en Hogwarts, pero no como vosotros pensabais. Era importante recordar qué escaleras eran las adecuadas para no llegar tarde.

Finalmente, los dos grupos os separasteis y vosotros os dirigisteis hacia el Aula de Defensa, en donde ya os esperaba el profesor.

Había tres filas de pupitres, organizados en parejas, y una tarima al fondo, en donde estaba la mesa del profesor, junto a una pizarra. El profesor estaba ya esperandoos y se mantuvo en silencio, pacientemente, mientras terminabais de llegar.

-Buenos días, clase. Mi nombre es Balthazar Persimom e impartiré la clase de Defensa contra las artes oscuras. Supongo que todos sabréis a qué me refiero; muchos de vosotros me visteis en el expreso que os trajo hasta aquí, y también a aquella pobre muchacha cuyo cuerpo apareció de la nada. Pues bien, es de esa clase de cosas sobre lo que vamos a hablar. La magia es maravillosa y nos permite conectarnos con el mundo que nos rodea.

El profesor separó las manos y se creó una bola de energía entre ellas, que pareció descargar rayos durante los pocos segundos que se mantuvo.

-Este es un truco muy sencillo, pero también tremendamente clarificador. Esta energía que estáis viendo, procede de mi interior, pero también de todo cuanto me rodea. En estos momentos, estoy extrayéndola del aire, la tierra y todos los objetos que tengo cerca de mí.

El profesor juntó las dos manos con una palmada, y la bola de energía desapareció. Todos disteis un salto cuando sonaron las palmas.

-Pero todo se basa en el control, en nuestra capacidad para mantenernos serenos y saber cuanto podemos extraer sin poner en peligro nuestra propia existencia. Un mago oscuro es aquel que desprecia las consecuencias vitales. Vosotros debéis aspirar a ser mejores que esos. Tenéis que conoceros a vosotros mismos y también a identificar las señales que están a vuestro alrededor.

Durante media hora, el profesor continuó hablando, sin dar muestras de tener intención alguna de que abrieseis el libro y leyeseis nada. Durante todo ese tiempo, copiasteis y atendisteis con la boca abierta, pues se notaba que el profesor sabía de lo que hablaba y que se lo tomaba muy en serio. Mientras caminaba entre las mesas, con las manos a la espalda, os miraba de manera que parecía que llegaba hasta lo más recóndito de vosotros.

Finalmente, se detuvo en mitad de la clase.

-Está bien. Hasta aquí las explicaciones. ¿Tenéis alguna duda o pregunta?

Y permaneció durante unos segundos en completo silencio, mientras giraba sobre sí mismo para mirar a toda la clase.

La hora de empezar la primera clase del curso estaba llegando, así que Michael se aseguró de que llevaba todo lo necesario y corrió a encontrarse con el resto de alumnos y alumnas de Ravenclaw, y también de Gryffindor. La subida a la tercera planta fue una auténtica odisea para la que no podría haberle preparado nada de lo que le hubieran contado su madre y su hermana. El tramo de escaleras cortado le causó a Michael verdadero vértigo y tardó un rato en decidirse a saltar. Y luego estaba aquél escalón que aparecía y desaparecía, como si le estuviera tomando el pelo y disfrutando al ver cómo el chico luchaba por mantener el equilibrio.

Por fin, el grupo consiguió llegar a la tercera planta sin perder a nadie por el camino, y entraron en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. La clase era impresionante, y Michael notó cómo un cosquilleo le recorría la espalda mientras se sentaba en un pupitre libre, cerca de Jim y Ster. ¡Estaba a punto de empezar a estudiar magia! Trató de serenarse para poder prestar atención, mientras sacaba sus pergaminos y plumas. El profesor Persimom estaba allí, observando cómo todos tomaban asiento, y los ojos de Michael no podían evitar quedarse fijos en él, aunque se apartaban rápidamente si el profesor miraba en su dirección.

La clase dio comienzo, y tras presentarse, el profesor Persimom les recordó a todos lo que había ocurrido en el tren de camino a Hogwarts. Al parecer los profesores habían decidido que era mejor tener a los alumnos prevenidos antes que echar tierra sobre el suceso. Por algún motivo, aquello animó a Michael. Al menos no les trataban como a niños pequeños.

La explicación que siguió sobre la magia y cómo conectaba a los seres vivos con el mundo que les rodeaba cautivó a Michael. A pesar de proceder en parte de familia mágica y haber sido testigo de cómo la magia actuaba, aquella era la primera vez que estaba estudiándola en profundidad y casi podía sentir cómo algo maduraba dentro de él. Se imaginó a su madre y a Keira en su primera clase en Hogwarts, preguntándose si habrían notado una sensación parecida. Pero se obligó a despejar su mente de aquello, quería concentrarse en las explicaciones del profesor.

Persimom les habló durante un rato bastante prolongado, pero a pesar de ello, a Michael el monólogo se le hizo corto y muy interesante. No tomó demasiadas notas, sólo algún apunte a modo de recordatorio para más tarde, porque prefería escuchar al profesor con toda su atención. De vez en cuando, su mirada se cruzó con la del maestro, y fue incapaz de sostenerla durante más de un segundo. Persimom era demasiado imponente para un chiquillo como él. Pero no dejó de prestar atención ni un momento a todo lo que decía.

Por la explicación de Persimom, a Michael le pareció entender que la natueraleza de la magia no era estrictamente buena ni mala, si no que dependía del uso que cada mago o criatura mágica decidiera darle. Aquello coincidía con lo que a veces le había explicado su madre, poniéndole como ejemplo los prejuicios que había contra Slytherin, y que muchas veces eran infundados. Cuando llegó la pausa para las dudas, Michael miró a su alrededor para ver si se levantaba alguna mano. Como nadie parecía decidirse, alzó tímidamente la suya para formular una pregunta que siempre le había intrigado sobre los magos tenebrosos.

—Em... profes... —su voz sonó mucho más leve de lo que había pretendido. Se aclaró la garganta—. Profesor, si los magos oscuros no lo son porque tengan poderes oscuros por naturaleza, si no porque algo les empuja a usar sus poderes para el mal, ¿eso significa que existe la posibilidad de que un mago oscuro vuelva al buen camino?

Quizá era una pregunta demasiado optimista, pero Michael había leído sobre muchos magos tenebrosos y terribles. Grindelwald, Voldemort... y ahora Shadefian. Nunca parecían terminarse, y Michael se había preguntado si siempre habían sido así, malhechores despiadados e incurables, o algo en sus vidas les había llevado a corromperse y a cometer sus crímenes.

Llegar a la clase fue toda una odisea; ¡¡peor que el viaje de Frodo para llegar al Monte del Destino!! No sabía por qué, pero en Hogwarts hasta subir por las escaleras parecía una especie de batalla épica entre el bien y el mal. La noche anterior, cuando subimos a nuestras casas, no sucedió nada de esto.

Cuando vimos al primero de los chicos pisar mal un escalón, me eché a reír, pero al comprobar que no era el único que continuamente teníamos problemas… eso ya no me hizo tanta gracia.

-Supongo que anoche las escaleras estarían dormidas y que hoy se han levantado con ganas de fastidiar. ¡Pues más os vale tener cuidado, que aquí viene James Kelpis, el elegido!

No sirvió de nada.

Mientras Mickey se peleaba con un escalón que parecía dudar más que yo mismo cuando había hecho alguna travesura y no me atrevía a entrar en casa, yo me quedaba pegado en otro escalón.

-Jo, esto es… como pisar un montón de chicles masticados –me quejé, mientras hacía fuerza para separar mis pies del suelo, y veía como otros chicos pasaban por lo mismo, entre otros, uno de los amigos de Mickey.

Cuando llegamos, estábamos cansados e íbamos con prisa, pero lo importante es que llegamos.

Nos sentamos rápidamente… y allí estaba ese profesor guay esperándonos, con ese aire de mago súper poderoso y serio que había transmitido en el tren y que parecía dejar claro que con él nadie se atrevía a meterse.

-Oye, este profe parece que sabe lo que se hace, ¿verdad? –le susurré a Mickey, mientras esperábamos a que empezara la clase.

Pero si ya era genial antes de empezar, en cuanto lo hizo, lo fue todavía más, aunque tuvimos que copiar un montón, y deprisa, porque el profesor no paraba de hablar. Cuando por fin dejó de hacerlo, me dolía la mano y había rellenado casi todo mi pergamino.

-Madre mía. Y esto es solo la primera clase. No quiero ni pensar en todo lo que tendremos a final de año –comenté en voz baja, viendo que a mi alrededor, no era el único que pensaba lo mismo. La verdad es que había hablado de muchas de esas cosas que no eran dichas para preguntar en un examen, sino para entender, pero otras… bueno, había que marcarlas en rojo.

Aún estaba recuperando la movilidad de mis dedos cuando Mickey se animó a hacer una pregunta. El pobre parecía estar pensando algo así como si Darth Vader podía regresar al lado luminoso. Antes de que respondiese, coloqué una mano sobre su hombro.

-Qué Luke Skywalker lo consiguiera no significa que siempre sea posible –le dije, pasando a hablar en voz alta -. Eh, profesor, pero la magia oscura no es lo mismo que la magia blanca o buena, ¿no? Quiero decir, que no tengo muy claro si un mago es oscuro porque hace magia oscura o porque hace cosas oscuras con la magia que todo el mundo utiliza.

Al terminar de decirlo, me di cuenta de que había sonado un poco galimatías y no sabía si el profesor, y todos los demás, me iban a entender. Miré a mi alrededor y me encogí en mi asiento.

-Creo que me he hecho un lío -comenté en voz baja.

Después de que el profesor terminase de hablar, las preguntas empezaron a sucederse dentro del aula. Era más que evidente que aquella asignatura en concreto, y también el propio profesor Persimom, atraían buena parte de la atención de los alumnos y las alumnas, puesto que no había nada más chulo y divertido que enfrentarse a las huestes del mal, como diría James, o a los magos tenebrosos, como seguramente le corregirían el resto.

Cuando Michael le hizo la suya, el profesor se volvió hacia él, con gesto paciente.

-Esa es una buena pregunta, señor... ¿Cramson? -dijo el profesor, antes de responder a la misma -. Me temo que hay magia muy oscura que para funcionar requiere de algo más que energía interior. La mejor magia es aquella en la que ponemos toda nuestra alma para conseguir los resultados que buscamos, y eso es igualmente válido para un mago oscuro. Por consiguiente, llega un momento en el cual su alma está tan emponzoñada que es prácticamente imposible de recuperar. Por tanto, con cada paso que dan un mago o una bruja utilizando magia de esa clase, se adentran más y más en un camino del cual llegará un momento en el que no podrán regresar. Por si acaso, es mejor no iniciar ese camino, por supuesto. 

El profesor elevó la voz un poco para dirigirse de nuevo a todos.

-Es vital conocer las motivaciones que les empujan a hacer magia. Los más nobles deseos podrían suponer acabar con los peores resultados posibles. La magia no puede resolverlo todo. Es... esto, lo que lo hace -dijo, golpeándose el pecho dos veces, justo en el lugar en el cual se encontraba el corazón.

Después fue el turno de James, y su comentario previo logró despertar una sonrisa en el profesor.

-Un mago oscuro es aquel que practica magia oscura con fines oscuros, es decir, para lograr un beneficio personal sin importarle las consecuencias. No se trata de saber en qué grado está corrompida su alma, sino sus acciones. Recuerden todos esto: todos podemos caer en la tentación de usar magia oscura, porque creemos que nuestros motivos son lo suficientemente buenos o quizás pensamos que seremos lo suficientemente fuertes para resistirlo. Pero no se lleven a engaño. Una vez se empieza... es difícil parar.

Aquellas palabras no dejaron indiferente a nadie y crearon un extraño silencio en el aula. Era como si todo el mundo estuviese pensando en si ellos serían capaces de hacer algo semejante.

-Pero bueno, pasemos a cosas más divertidas. Ya está bien de hablar tanto de magia oscura y magos tenebrosos. Todos ustedes son todavía muy jóvenes para desviarse por ese camino, y con ese objeto, vamos a aprender a lo largo del curso hechizos para atacar y defendernos en distintas situaciones, empezando por el siguiente.

-¡IMAGINUM MULTUM!

La voz del profesor cambió y se hizo más seria y grave, mientras sacaba la varita y la agitaba en el aire con un rápido movimiento que ninguno fuisteis capaces de percibir.

Al instante, su propia figura se repitió a ambos lados, como si se copiase a sí mismo, prácticamente llenando toda la sala, mientras el profesor continuaba agitando su varita. Finalmente, dejó de moverla y dejaron de aparecer copias. Todas ellas permanecían quietas, como si no fuesen de verdad, lo que hacía completamente imposible distinguir al verdadero profesor entre todas ellas. 

-Parece que he conseguido captar vuestra atención, ¿verdad? -dijo la voz del profesor, que se encontraba al lado de la puerta del aula, en lugar de donde se había encontrado. Quizás otro hubiese sonreído al ver vuestros rostros de sorpresa, pero él se mantuvo igualmente serio.

-Tranquilos, no he desaparecido, pero este hechizo es muy sencillo y también muy útil. Permite crear una distracción que nos sirve al mismo tiempo para ocultarnos, dándonos así la oportunidad de huir o sorprender a nuestros enemigos. 

El profesor recorrió la distancia que lo separaba del lugar en el que se encontraba y cuando llegó, alzó la varita.

-Por supuesto, igual que lo he hecho conmigo mismo, podemos hacerlo con cualquier otro objeto, pero cuanto más grande sea y mayor cantidad de energía posea, más complicado será llevarlo a cabo. Eso significa que hacerlo con una persona será siempre mucho más difícil que con un objeto inerte pequeño.

El profesor agitó entonces su varita y volvió a hablar.

-Para que desaparezcan las imágenes, no hay más que apuntar a ellas y efectuar el movimiento en sentido opuesto, pronunciando las siguientes palabras: "IMAGINUM VACUUM".

Al hacerlo, todas desaparecieron, dejando paso al verdadero profesor, que volvió a colocarse en su lugar.

-Está bien. Practiquemos ahora un poco. Para llevarlo a cabo, debéis concentraros en aquello que queréis replicar, elevar vuestra varita y hacer este movimiento con la muñeca. Es como si estuvieseis escribiendo una "G" invertida. ¿Lo veis? Venga, intentadlo vosotros, pero sin decir el conjuro, vayamos a llenar esto con más cosas de la cuenta.

El profesor empezó a caminar mientras vigilaba como lo hacíais todos, algunos con más éxito y otros con menos. De vez en cuando se acercaba a corregir los movimientos y de nuevo comprobaba si lo habíais hecho bien.

-Bueno, más o menos creo que habéis conseguido dominarlo, aunque claro, para perfeccionarlo tendréis que seguir practicando. Ahora intentemos repetirlo. Escoged cualquiera de los objetos que tenéis en la mesa y pronunciar el hechizo en voz alta y clara mientras movéis la varita. Si lo conseguís, volved a hacerlo en sentido opuesto y diciendo las palabras para que desaparezca. ¿De acuerdo? Pues vamos, adelante.

El profesor de nuevo empezó a caminar por toda la clase, mientras todos intentabais hacer el hechizo que os había explicado.

Michael tenía exactamente la misma impresión que James sobre Balthazar Persimom. Era un profesor que sabía de lo que hablaba, y bastaba escucharle para que a uno le quedasen claras su pericia y experiencia.

—Es verdad... —susurró Michael para responder al comentario de su compañero sobre lo que habrían visto una vez hubieran terminado el curso. ¿Podrían sus jóvenes mentes abarcar todo lo que tendrían que aprender?

Sonrió cuando Jim hizo aquella referencia a Star Wars. Algunos de los compañeros que tenían cerca habían mirado al chico con expresión extraña, pero Michael había entendido perfectamente el comentario. Era una de las sagas favoritas de su padre, y la habían visto juntos varias veces.

Cuando el profesor Persimom interpeló a Michael para asegurarse de que decía su apellido correctamente, el chico asintió con timidez mientras se encogía un poco en su asiento. Se alegró de que el profesor considerase interesante su pregunta, pero la respuesta que le dio le dejó un poco desanimado. Era muy triste pensar que había magos tan depravados como para que no hubiera ninguna esperanza de que abandonasen la vía oscura. ¿Sería Shadefian uno de ellos? Si era así... convencerle de que dejase de robar almas a sus desdichadas víctimas no sería una posibilidad, y mucho menos que devolviera aquellas que ya había sustraído. Lo sintió de verdad por la desconocida chica del Expreso.

La respuesta que Persimom dio a la duda de James también fue interesante. Nadie estaba a salvo de la tentación, y lo que era peor, algunos podían llegar a justificar caer en ella en nombre de algún fin elevado o noble en apariencia. Había leído sobre eso en sus libros de introducción a la historia mágica, era lo que le había pasado al famoso mago Grindelwald, que había cometido actos horribles, pero cuyo lema siempre había sido "por el bien de todos". Algo en aquél pensamiento le hizo sentir un extraño escalofrío, pero el profesor Persimom ya había pasado al siguiente tema de la clase.

Michael alzó la vista justo en el momento en que el maestro movía la varita y pronunciaba aquel conjuro. Su boca se abrió por la impresión cuando otros dos profesores Persimom aparecieron a los flancos del original, y luego más y más copias se unieron a las primeras. Era algo alucinante, nunca había visto nada parecido. ¿Podría su madre o cualquier otro miembro de su familia hacer eso? Tuvo que contenerse para no lanzar una exclamación de admiración.

El chico escuchó la explicación del profesor con toda la atención de que fue capaz, y se fijó lo mejor que pudo en el gesto que hizo con la varita, tanto en una dirección como en la opuesta. Luego, cuando Persimom dio la señal, tomó su propia varita y se concentró en la pluma que descansaba sobre su pupitre, imaginando con todas sus fuerzas que quería replicarla mientras se esforzaba por copiar aquella "G" invertida tan bien como le fuera posible. Unos minutos después, le dio la impresión de tenerlo bastante controlado, y justo en ese momento el profesor les dio permiso para pronunciar el hechizo en voz alta. Michael tomó aire, se aclaró la garganta y miró fijamente la pluma.

—Imaginum Multum —dijo en voz no muy alta, pero sí muy clara, mientras movía su varita con decisión.

Reprimió un grito de sorpresa cuando al lado de su pluma apareció otra exactamente igual. No había conseguido más que un único duplicado de la pluma original... pero era una copia. ¡Lo había logrado, había realizado su primer conjuro mágico! Notó que su mano temblaba por la emoción, y que una sonrisa nerviosa se dibujaba en sus labios. Pero no debía perder la concentración, porque ahora tocaba hacer desaparecer la réplica. Así que volvió a tomar una bocanada de aire y a centrarse, con mayor confianza en sus incipientes poderes.

—Imaginum Vacuum —pronunció con cuidado, invirtiendo el movimiento de la varita mágica. La copia de su pluma desapareció sin dejar rastro de la mesa. 

—Waaah... Alucinante... —susurró Michael mirando el lugar en el que hasta hacía un instante había descansado la pluma copiada, sin poder dejar de sonreír de oreja a oreja. James tenía razón. ¡Aquello iba a ser genial!

El profesor explicaba guay, sobre todo porque se entendía a la perfección lo que significaba ser un terrible mago oscuro como Darth Vader. Suponía que se debía a que esa clase de gente solo estaba interesada en conseguir poder, aunque a mí me parecía que era simplemente un capullo integral.

Esperaba no caer en algo así, porque yo solo quería la magia porque era chulísima y así seguro que ligaba más. Con eso era más feliz que una perdiz y no era pedir demasiado. Además, ya había conseguido un buen amigo. ¿A qué más se podía aspirar?

Aquel mago del que había oído hablar, porque todo el mundo hablaba de él, que estaba haciendo tanto daño, tenía que ser un imbécil redomado. ¡¡Cómo me lo encontrara delante, ni magia ni nada!! ¡¡Le iba a clavar el maldito lápiz en uno de sus ojos!!

Pero bueno, rápidamente empezó a tratar los temas que nos importaban, haciendo aquel hechizo que era… ¡¡GE-NIAAAAL!!

-¡Guaaauuuuuuuuu! –exclamé, poniéndome en pie para aplaudir -. Eso sí que es un hechizo chulísimo.

A mi lado, Michael también parecía pensar lo mismo. Muchos profesores juntos, como si alguien hubiese pulsado el botón de la fotocopiadora una vez detrás de otra.

Me apresuré a anotarlo todo, tanto lo que había dicho para conseguir aquello como el dibujo que hizo, y después me puse a imitarlo con la varita.

-Puffff… creo que me ha salido regular. No sé si sabré hacerlo –le comenté a Michael, que parecía muy concentrado en hacerlo él, solo que en su caso, me daba la sensación de que había hecho el movimiento con su varita… casi perfectamente. Después hizo el hechizo… y le salió perfecto.

-Vaya, tío, te ha salido genial. A ver qué tal me sale a mí –le dije, aclarándome la garganta antes de soltar el hechizo sobre mi libro -. ¡Imaginum Multum!

Michael había generado una copia perfecta de su pluma pero mi libro… bueno, apareció solo la mitad.

-Bueno, mejor eso que nada, pero supongo que tendré que limitarme a objetos porque como lo haga con alguien… eso sí que sería desagradable.

Después pronuncié el hechizo correspondiente para que desapareciera…

-¡Imaginum Vacuum!

…y ese sí que me salió bien.

-Bueno, al menos ha desaparecido la mitad que se había copiado. La verdad es que está chulísimo. ¡Estoy deseando hacerlo bien ya prender más hechizos! ¡Hay que ir a por más, y practicar por las tardes!

Estaba entusiasmado, porque con solo un hechizo había visto toooodo lo que podíamos aprender. Aquello era defensa contra las artes oscuras y el profesor nos había demostrado con algo simple que podíamos conseguir muchas cosas. Claro que eso no era como si lanzase rayos de energía. La verdad es que cuando hizo aparecer aquella bola luminosa, me vi a mí mismo como el Dr. Strange, pero estaba claro que todavía iba a tardar un poco en conseguirlo, unos cuantos cursos.

-No puedo esperar a aprender más hechizos. ¡¡Y esta es solo la primera clase!! Me pregunto cómo lo estarán pasando los demás con las suyas.

Entonces se me ocurrió algo un poco tonto.

-Eeeh, oiga, profesor. Y estas copias, ¿pueden hacer cosas, como por ejemplo las suyas, pueden hablar, interaccionar con más gente…(hacer deberes) o se quedan quietas?

Anda que si decía que sí que podían hacer esas cosas… no iba a sacarle partido a aquel hechizo.

El profesor parecía satisfecho con lo que estaba viendo, sobre todo con los gestos de asombro de todos y cada uno de los alumnos y las alumnas, a medida que iban probando, con éxito, el hechizo. Cuando llegó al lado de James, este le preguntó si las copias hacían más cosas. El profesor, viendo por dónde iba, sonrió.

-Señor Kelpis, me temo que no tendrá éxito en conseguir todo lo que está pensando. Su copia no podrá hacer el trabajo por usted, ni tampoco sufrir los castigos que le manden. Son puro instinto y únicamente se quedarán quietos y serán capaces de efectuar pequeños gestos, como parpadear, cambiar de pie de apoyo y cosas parecidas.

Finalmente, el profesor dio por acabada su "ronda" particular, y elevó la voz entre todos los murmullos.

-Está bien, me parece que ya lo domináis bastante. Este es un hechizo relativamente sencillo pero muy efectivo, como habéis podido ver, que el mago puede utilizar en una situación de apuro, y con el cual puede generar confusión. El número de copias dependerá de lo bien que se haga el hechizo. Recordad que no solo podéis copiaros, sino también duplicar cualquier otra cosa que haya a vuestro alrededor con el fin de defenderos. Es por tanto, básicamente, un hechizo de clase defensiva. Así que ahora efectuaremos pruebas por parejas. Cada uno de ustedes escogerá a alguien y se batirá en duelo, por así decirlo, con esa persona. Uno creará las copias de lo que considere oportuno y el otro lanzará el hechizo que lo anula, para así disponer de la oportunidad. Después, os intercambiaréis. ¿Lo habéis entendido?

Todos os mirasteis unos a otros, buscando a quien sería vuestra pareja en aquel particular enfrentamiento. James te miró y sonrió. Claramente, parecía haberte escogido como su "par".

Los demás parecieron pensárselo un poco y hablarlo entre ellos, hasta que poco a poco todos fueron situándose juntos.

-¿Estáis ya listos? Perfecto. Ahora, todos nos echaremos a un lado mientras vais pasando una pareja tras otra. Os colocaréis allí, al principio de la clase, y todos los demás permaneceremos mirando lo que hacéis. Primero uno se defenderá y el otro anulará el hechizo, y después lo haréis a la inversa, recordadlo. Una vez hayáis terminado, irá la siguiente pareja, y así sucesivamente. 

El profesor miró a su alrededor para ver si lo habíais entendido.

-¿Estáis preparados? Pues adelante la primera pareja.

Elektra y Lucerne se acercaron juntas, algo tímidas, y se situaron delante del resto de la clase, tal y como había dicho el profesor. Entonces, Elektra asintió con la cabeza y ambas levantaron las varitas.

- ¡Imaginum Multum! -exclamó Elektra.

Elektra no había apuntado exactamente a ella misma, sino a una silla que estaba cerca de Lucerne, la cual comenzó a copiarse por todas partes, ahogando a Lucerne casi literalmente, que apenas pudo levantar la varita para intentar lanzar el contrahechizo.

-¡Imaginum Vacuum!-logró decir, apuntando a las sillas.

Estas empezaron a desaparecer una detrás de otra, aunque Lucerne estaba ya en el suelo, casi completamente vencida.

-Muy bien, muy bien, Elektra. Lucerne, has reaccionado bastante deprisa. Era complicado pero lo has conseguido. Ahora, invertir los papeles -les dijo el profesor.

Lucerne se puso en pie, elevó su varita y lanzó el hechizo.

-¡Imaginum Vacuum!

Tampoco esta vez lo dirigió hacia ella misma, sino hacia la propia Elektra, que comenzó a copiarse, creando tantas versiones de ella a su alrededor, que quedó rápidamente rodeada.

-¡Imaginum Vacuum!-dijo Elektra, apuntando al lado. Las copias de ella desaparecieron, igual que lo lo habían hecho las sillas, y después se quedó completamente sola.

-Estupendo. Lo habéis hecho muy bien. Venga, los siguientes.

El éxito de Elektra y Lucerne espoleó a los demás, aunque no todos tuvieron el mismo grado de éxito. Algunos solo lograron copiarse los pies, lo que quedó muy extraño, pues había un montón de pies calzados con zapatos alrededor, y otros no consiguieron hacer desaparecer las copias, por lo que el profesor tuvo que intervenir, bajo la amenaza de que toda la clase se llenase de copias por todas partes, lo cual era muy desagradable y confuso.

Finalmente, llegó vuestro turno, el tuyo y el de James.

Michael sonrió cuando su compañero hizo aquella pregunta, pues eran bastante evidentes las segundas intenciones tras ella. Por desgracia, la respuesta del profesor Persimom era lo esperable y le quitó la ilusión a James. Pero además, era información importante a tener en cuenta a la hora de realizar el hechizo. No podrían utilizar un doble que les hiciera los deberes, pero tampoco uno que se hiciera pasar por ellos para realizar tareas peligrosas. Sólo servirían como distracción... aunque eso ya era mucho si se sabía emplear bien.

Entonces llegó el momento de practicar el hechizo en serio, para tratar de emplearlo "en combate", por así decir. James miró inmediatamente a Michael cuando el profesor indicó que debían formar parejas, así que Michael asintió y se preparó para cuando llegase su turno. Elektra y Lucerne lo hicieron muy bien, pero otros no tuvieron tanta suerte y el profesor tuvo que actuar antes de que la situación se volviera complicada. Michael tragó saliva, esperando no meter la pata.

Cuando les llegó el turno, se colocó frente a James con decisión. Preparó su varita, y cuando el profesor le dio la señal, hizo el movimiento en forma de G invertida... pero realizar el hechizo en una situación real para duplicarse a sí mismo no era como hacerlo apuntando a una dócil pluma que estaba inmóvil en la mesa.

—I... ¡Imaginum... multum!

Se trabó, tratando de hacer el movimiento de forma correcta a la vez que se concentraba en sí mismo, en James, en las miradas de sus comp... ¡no, no tenía que pensar en eso! Sólo en decir bien las palabras y... Pero era tarde, lo único que había conseguido era duplicarse las piernas, que empezaron a zapatear de forma nerviosa. No hubiera habido manera de distraer a nadie con algo como eso. O al menos, no de la forma en que se suponía que debía distraerlo.

Se sintió bastante decepcionado. Con la pluma había sido tan fácil... Pero no debía dejarse llevar por el desánimo, porque ahora tocaba cambiar los papeles y tendría que hacer desaparecer las copias que James conjurase. Aquella vez respiró hondo, concentrándose con decisión en el conjuro y nada más.

—¡Imaginum vacuum!

Para su alivio, aquella vez le fue un poco mejor y el profesor Persimom no tuvo que arreglar ningún desaguisado. Michael dejó escapar un suspiro, mientras se retiraba para despejar el sitio a la siguiente pareja de estudiantes. Mientras veía como el resto de parejas realizaban su ronda de prácticas, se le ocurrió una duda. Una vez que todos hubieron terminado, alzó la mano y se aclaró la garganta para preguntar.

—Disculpe, profesor... Este hechizo, ¿tiene limitaciones de tiempo o de espacio? Quiero decir, supongamos que un mago invoca una copia para que se haga pasar por él mismo y la deja... no sé, junto a una ventana para que todos piensen que se queda mirando el paisaje. Mientras tanto, él se va a hacer otra cosa, lejos de allí. ¿La copia seguirá donde la ha dejado para siempre, hasta que él anule el hechizo, o desaparecerá si él se aleja demasiado o pasa un tiempo?

Pues era un fastidio tener que hacer las cosas por mí mismo en lugar de aprovechar.me de los hechizos, que para eso estaba. Pero lo entendía; al menos lo había intentado. Menos mal que el profesor no se había molestado por eso.

Sin embargo, lo mismo podía existir algún hechizo complementario que las animara. Esa iba a ser mi siguiente tarea para esa semana.

Pero en esos momentos, tocaba ponerse serios. El profe dijo que íbamos a pasar a algo mucho más práctico, duelos, y eso me hizo olvidarme de todo.

-¡Duelos! ¡Genial! –exclamé, mirando a Mickey -. Mickey, tú que dices. ¿Crees que podrás conmigo?

Me acerqué a él y le di una palmada en la espalda. Aquello iba a ser estupendo.

Me coloqué a su lado, moviendo las piernas nervioso, mientras esperaba a que empezara, avanzando disimuladamente para no tener demasiado. Cuando el profesor dijo que podíamos empezar, salió la primera pareja y…

Zas, Elektra multiplicó un montón de sillas que rodearon a Lucerne, y a continuación Lucerne anuló el hechizo como pudo.

-¡Jooo! ¡Ha sido guay! ¡Jamás se me habría ocurrido lanzar el hechizo sobre las sillas! ¡Qué buena idea!

Después Lucerne lanzó el suyo, esta vez creando muchas copias de Elektra, y esta se defendió bastante bien.

La verdad es que los duelos estaban siendo súper entretenidos, y eso hizo que me pusiera a pensar como loco en lo que haría para vencer a Mickey. Cuando alguien multiplicó sus zapatos me hinché de reír. ¡Vaya ocurrencia!

Finalmente nos tocó a nosotros.

Ambos nos colocamos frente a frente, con las varitas preparadas, y yo elevé la varita para lanzar el hechizo.

-Venga, empieza tú y veamos si puedes conmigo –le dije, contrayendo los músculos de las piernas para estar dispuesto y poder contrarrestar lo que me lanzase Mickey.

Y entonces, se lanzó el hechizo sobre sí mismo, creando dos piernas más, pareciendo como un pulpo que estuviese bailando claqué.

-¡Imaginum vacuum! –exclamé, entre risas. El aspecto había sido de lo más extraño y ridículo.

Pero después de intentarlo él, me tocaba a mí.

-Venga, venga, ahora voy yo. ¿Preparado? ¡Imaginum multum!

En mi caso, apunté la varita hacia él mismo, intentando crear muchas copias de Mickey, tal y como había hecho antes Lucerne. Mickey comenzó a copiarse una vez detrás de otra, hasta que lanzó el contrahechizo, que lo anuló completamente, haciendo que desaparecieran.

-Bueno, no has estado mal después de todo, Mickey –le dije, mientras nos dirigíamos hacia nuestro sitio, dejando el lugar para los siguientes.

Cuando por fin todos hubieron terminado, Mickey le lanzó otra pregunta que también era interesante. ¿Cuánto duraba el hechizo? ¿Unos minutos? ¿Unas horas? Eso también era muy interesante. Podía dejar a mi copia sentada en mi cuarto, como si hiciera los deberes, mientras yo me iba por ahí a dar una vuelta.

¡Genial!

Finalmente, cuando todos hubieron terminado, el profesor os miró con gesto de satisfacción.

-Estupendo. Diría que lo habéis hecho muy bien, aunque evidentemente, alguno de vosotros tiene todavía que trabajarlo más. Sin embargo, habéis visto como hasta el más sencillo de los hechizos puede resultar complicado y también útil en un enfrentamiento. Los magos debemos estar preparados para tener que actuar en cualquier momento, porque el mal está siempre a nuestro alrededor, amenazante. Este hechizo puede parecer un juego... pero tiene múltiples utilidades.

Entonces, el profesor oyó la pregunta de Michael, volviéndose hacia él con atención.

-Esa es una buena pregunta, señor Cramson. Está claro que puede servir como distracción, no solo durante unos instantes sino también por periodos de tiempo más extensos. La duración del hechizo dependerá de nuestro éxito al realizarlo. Si conseguimos canalizar bien la energía, permanecerá en el mismo lugar durante horas, aunque poco a poco irá perdiendo consistencia hasta que acabe por desaparecer por sí mismo. Si por el contrario nuestro hechizo es lanzado con falta de convicción o habilidad... será cuestión solo de minutos que deje un espacio vacío allí donde se encontraba.

Después de aquella pregunta se sucedieron algunas más, a las cuales el profesor respondió con amabilidad y predisposición. Puede que fuese un profesor duro e incluso exigente, pero definitivamente explicaba bien las cosas y por lo que parecía, a la mayor parte de vosotros le estaba gustando la clase.

Después de los duelos y las preguntas, el profesor continuó dando algunas explicaciones básicas sobre las nociones más elementales de la materia, que copiasteis en vuestros pergaminos, hasta que con el tiempo casi cumplido, se dirigió a vosotros por última vez.

-Está bien. Pues parece que ya se nos ha terminado el tiempo por hoy. La próxima la tendremos el miércoles, así que para entonces, leer el primer capítulo de vuestro libro que trata sobre hechizos, contrahechizos y malas artes, y hacedme un resumen. Tenéis que ir asimilando los conceptos más básicos antes de que nos tengamos que enfrentar a problemas mayores, como por ejemplo, como enfrentarnos a criaturas que pongan a prueba nuestra resistencia, como los traicioneros Hinkypunks -comentó, dando así por terminada la clase, prácticamente en el mismo instante en el cual se cumplían las dos horas, que habían pasado más deprisa de lo que os había parecido.

El hechizo le había salido genial a James, y para Michael fue bastante raro ver cómo a su alrededor empezaban a surgir como setas copias de él mismo que le miraban y le sonreían. Algunas incluso hicieron aquél gesto tan suyo de pasarse una mano por la nuca. Si cualquiera que le conociera las hubiera visto, seguro que habría pensado que eran el auténtico Michael. Afortunadamente, consiguió hacerlas desaparecer sin dificultad y volvió a ser el único Michael en la sala.

—Tú lo has hecho mucho mejor —le dijo a Jim—. Tendré que practicar más...

Escuchó entonces la respuesta del profesor Persimom a su pregunta, y descubrió que las posibilidades de uso de aquél hechizo crecían mucho. Sin duda, era un conjuro a recordar, y no sólo para travesuras como las que sin duda rondarían la cabeza de James o Colton cuando lo hubieran dominado bien.

Michael apuntó con cuidado todo lo que pudo sobre las explicaciones de Persimom al resto de dudas, hasta que el profesor anunció que la clase había terminado y les puso deberes. Michael anotó todo con letra clara y luego miró a Jim.

—Uf, Hinkypunks... Mi hermana me ha hablado de ellos, les encanta confundir a la gente extraviada. Y si se enfadan, creo que lanzan bolas de fuego... aunque de eso no estoy seguro.

Pero ya habría tiempo de preocuparse de los Hinkypunks el próximo día. Tendrían que darse prisa si querían disfrutar de un rato de descanso antes de la siguiente clase. Michael recogió sus libros y utensilios de escritura tan rápido como pudo y dirigió una última mirada al profesor Persimom. 

—Esto... ¿profesor Persimom...?

Se aclaró la garganta... Aún estaba a tiempo de preguntar sobre la chica del tren, pero no se atrevía a importunar con aquello al profesor. Recordó los consejos de Kyle y Luna y decidió que seguramente sería mejor no decir nada por el momento. Sonrió con timidez y negó con la cabeza antes de volverse hacia la salida.

—No... no es nada, discúlpeme... ¡Gracias por la clase!

Y se marchó a la carrera, como siempre que notaba que se ponía rojo por haber estado a punto de hablar de más. Se unió a James y Sterling, y salió del aula para volver al Gran Comedor.

La verdad era que me había salido genial el contrahechizo, pero bueno, solo estábamos practicando. Fue extraño ver un montón de Mickeys en lugar de uno solo.

Después, cuando hubimos terminado, Mickey me felicitó.

-Bueno, no te preocupes. Podemos jugar luego un buen rato a hacer copias de nosotros o de las chicas que nos gustan -le dije, guiñándole un ojo y mirando a todas las que nos rodeaban.

El resto de la clase, una vez hubieron terminado, fue un poco como esperaba, copiar y copiar, lo que a mí se me daba bastante mal. Me quedé atrás un montón de veces y la verdad era que no entendía la mitad de las cosas que decía. Cuando acabamos, me incliné hacia Mickey.

-Mickey, después pásame tus apuntes, ¿de acuerdo? -le dije.

El profesor ya nos dejó claro que había que ver un montonazo de cosas. Algunas de ellas le eran familiares a Mickey, pero por supuesto, no a mí.

-¡Guay! Seguro que por eso se perdía mi abuelo, aunque pensaba que se incendiaban cosas porque dejaba las colillas de los cigarrillos por todas partes. ¡Tendré que hablar con él!

Era muy raro descubrir que había tantas cosas extrañas, pero no lo era tanto saber que había tareas que realizar. Siempre terminaban mandando actividades para casa.No parecía que fuésemos a tener tiempo de hacer muchas copias ni nada de eso.

Mientras recogía, Mickey pareció ir a preguntarle algo al profesor. Me quedé mirándole muy serio. No se atrevió a decir nada y finalmente, se reunió con el resto de nosotros para dirigirnos hacia el salón.

-Oye, ¿qué le ibas a preguntar? -le dije, mientras salíamos del aula.

Fuera lo que fuese, seguro que era muy serio porque por su aspecto tenía toda la pinta de serlo.

A las nueve menos diez minutos, todos los alumnos de primer curso de Slytherin os dirigisteis hacia el aula de defensa contra las artes oscuras, que estaba situada en la tercera planta del castillo.

Como siempre, llegar hasta la clase no era nada sencillo. Al igual que había sucedido el día anterior, las escaleras del castillo parecían jugar con vosotros, solo que cada vez teníais la sensación más clara de que os conocía y tenía más cuidado, y que solo había algunos tramos más juguetones o traviesos. De hecho, algunos escalones hasta parecieron alargarse inesperadamente para facilitar vuestro avance, aunque de vez en cuando siempre desaparecía otro para fastidiaros.

Pero una planta no era gran cosa y no tardasteis en llegar a donde debíais, esa primera clase de transformaciones, que además tenía lugar después de los sucesos del día anterior.

Finalmente, los dos grupos os separasteis y vosotros os dirigisteis hacia el Aula de Defensa, en donde ya os esperaba el profesor.

Había tres filas de pupitres, organizados en parejas, y una tarima al fondo, en donde estaba la mesa del profesor, junto a una pizarra. El profesor estaba ya esperandoos y se mantuvo en silencio, pacientemente, mientras terminabais de llegar.

-Buenos días, clase. Mi nombre es Balthazar Persimom e impartiré la clase de Defensa contra las artes oscuras. Supongo que todos sabréis a qué me refiero; muchos de vosotros me visteis en el expreso que os trajo hasta aquí, y también a aquella pobre muchacha cuyo cuerpo apareció de la nada. Pues bien, es de esa clase de cosas sobre lo que vamos a hablar. Y sí, sé que estaréis profundamente preocupados por lo que sucedió ayer, pero hay que centrarse en el presente y seguir adelante. Cualquier mago que utilice las artes oscuras para dañar a otros no merece ni un solo momento de vuestro tiempo, porque todos vosotros estáis aquí para descubrir las maravillas de la magia, y no son el dolor o la muerte. Y es que la magia es maravillosa y nos permite conectarnos con el mundo que nos rodea de muchas y muy variadas maneras.

El profesor separó las manos y se creó una bola de energía entre ellas, que pareció descargar rayos durante los pocos segundos que se mantuvo.

-Este es un truco muy sencillo, pero también tremendamente clarificador. Esta energía que estáis viendo, procede de mi interior, pero también de todo cuanto me rodea. En estos momentos, estoy extrayéndola del aire, la tierra y todos los objetos que tengo cerca de mí.

El profesor juntó las dos manos con una palmada, y la bola de energía desapareció. Todos disteis un salto cuando sonaron las palmas.

-Pero todo se basa en el control, en nuestra capacidad para mantenernos serenos y saber cuanto podemos extraer sin poner en peligro nuestra propia existencia. Un mago oscuro es aquel que desprecia las consecuencias vitales. Vosotros debéis aspirar a ser mejores que esos. Tenéis que conoceros a vosotros mismos y también a identificar las señales que están a vuestro alrededor.

Durante media hora, el profesor continuó hablando, sin dar muestras de tener intención alguna de que abrieseis el libro y leyeseis nada. Durante todo ese tiempo, copiasteis y atendisteis con la boca abierta, pues se notaba que el profesor sabía de lo que hablaba y que se lo tomaba muy en serio. Mientras caminaba entre las mesas, con las manos a la espalda, os miraba de manera que parecía que llegaba hasta lo más recóndito de vosotros.

Finalmente, se detuvo en mitad de la clase.

-Está bien. Hasta aquí las explicaciones. ¿Tenéis alguna duda o pregunta?

Y permaneció durante unos segundos en completo silencio, mientras giraba sobre sí mismo para mirar a toda la clase.

Ivy había acompañado a Kyle durante todo el camino hasta la casa de Slytherin, donde iría a coger el material escolar que ella ya portaba en su mochila. Durante el trayecto que les separaba hasta la tercera planta, el lugar en el que la clase sería realizada, Jade estuvo particularmente solícita y cariñosa con su compañero, sonriéndole de manera constante y contándole anécdotas graciosas de su propio hogar. 

- Nolan una vez me puso sal en las tortitas del desayuno, y a mi madre no le gusta que dejemos la comida a medias, así que tuve que comerme dos de las tortitas casi sin masticar y bueno, la otra pude guardarla en el bolsillo de mi hermano sin que se diera cuenta. Fue una suerte, porque creí que moriría deshidratada. Me pasé la mañana bebiendo agua... - Narró mientras sonreía con añoranza y cierta dosis de diversión - Y bueno, hubo otra vez que mi hermano intentó exterminar los duendecillos de Cornualles de las cortinas con explosivos mágicos, el problema fue que se prendió fuego y tuvo que venir papá del Ministerio y todo... Estuvo castigado todo el mes a no salir de su habitación, pero claro, las ventanas no estaban bloqueadas... - Desde luego en casa de los Connor el aburrimiento no era una opción.

Kyle y Jade subieron hasta el aula, tras pelearse previamente con las escaleras de ascenso - Insisto en que deberían poner un traslador, esto es insufrible... - Quizás fuera su única queja recurrente, Ivy era particularmente quisquillosa con la puntualidad, queriendo estar en clase bastante antes de que la sesión comenzara, y los impedimentos circunstanciales le hacían suspirar y perder la paciencia - Vaya, en este tramo parece que la cosa fluye mejor. Es curioso, cuando subí con Luna las escaleras no nos pusieron tantos problemas para llegar a la séptima planta. Quizás sea porque "saben" de alguna manera cuándo realmente necesitamos subir con rapidez. O eso, o ha sido cuestión de suerte, que también puede ser...

Llegaron al aula, donde había tres filas de pupitres - ¿Nos ponemos juntos? - Le preguntó a Kyle, mientras caminaban hacia las primeras filas. A Ivy le gustaba prestar atención en clase.

La joven pelirroja se sentó y atendió la presentación del profesor. Balthazar Persimov se llamaba, y era el que había estado en el tren cuando apareció la alumna de Slytherin de la nada. El docente iba a emplear su clase para asesorarles de que no debían invertir tiempo en el caso de que un mago usara las artes oscuras para dañar a otros, algo que chirrió en el interior de la joven bruja, la cual levantó la mano.

- Profesor, pero si un mago usa las artes oscuras, ¿no debería ser obligación de toda la comunidad mágica impedir que actúe haciendo el mal? - Fue educada en el planteamiento de su pregunta - Yo comprendo que nosotros no deberíamos usar la varita sin conocimiento, pero sí invertir nuestro tiempo en avisar al Ministerio, a los aurores, por ejemplo... - Y es que Jade tenía un padre que luchaba precisamente contra gente como Shadefian y otros magos tenebrosos.

Persimov quería que los alumnos conectaran con la magia, no sólo vieran lo malo, pero eso tenía un impedimento, no parecía que fuera a enseñarles a defenderse en caso de ataque y eso, desde el punto de vista de la Slytherin, era un error.

El profesor comenzó a crear una bola de energía que partía desde el interior de su cuerpo, usando el medio que le rodeaba. Cuando quiso hacerlo desaparecer, tan solo juntó las manos con una palmada, que hizo rebotar a Jade en su sitio, pues no esperaba el ruido que hizo el profesor.

La pelirroja comenzó a tomar apuntes de las explicaciones del docente, donde se decía que debían conocerse a sí mismos, así como las consecuencias vitales de la magia que generaban. Todo se basaba en el control de lo que se hiciera, y fue entonces cuando la pelirroja comenzó a comprender lo que Persimov intentaba transmitirle. Levantó la mano y habló cuando el permiso le fue concedido.

- Profesor, a ver si lo he entendido... Si un mago oscuro nos atacase, podríamos llegar a defendernos si sabemos concentrar toda nuestra energía y obtener la magia del medio que nos rodea, ¿verdad? Es decir, tendríamos que estar en consonancia con la naturaleza y con nosotros mismos para evitar ser dañados. Además, nosotros no deberíamos ignorar la capacidad de defensa de otros magos y brujas, porque cuando creamos que podemos hacer daño, quizás nuestro adversario sea capaz de centrarse mejor en su defensa... - Le encantaba esa asignatura, era la que más deseaba aprender y el hecho de no abrir el libro le ponía nerviosa, pero Ivy estaba dispuesta a dejarse llevar por el profesor para comprender perfectamente lo que deseaba enseñarle.

- ¿Has cogido todos los apuntes? - Ivy puso su pergamino con las anotaciones en medio del pupitre para facilitar a Kyle que pudiera copiarlo, en caso de que se hubiera perdido en las explicaciones. Y si él se hubiera enterado mejor, que le corrigiera.

Ya más recompuesto, al dirigirnos a nuestra siguiente clase el camino volvía a ser las esquivas escaleras... que por suerte y por extraño que me pareciese, resultaron menos complicadas esta vez. Excepto una de ellas que me sobresaltó cuando casi pienso que pisaba el vacío, justo para que luego otro escalón me lo pusiera más fácil evitando mi caída. Casi como si fuese una persona instintivamente le dije - gracias - al escalón. Dándome cuenta de que quizás aquello había sido una tontería. Estaban tan vivos los escalones como para entenderme?

Por otro lado, Ivy estuvo hablando conmigo como de costumbre, sólo que esta vez no me parecía apabuyante. De hecho quería que no se callase nunca y siguiese hablando incluso al llegar al aula. Algunas de sus historias me hicieron sonreír. - Vaya con tus hermanos, si que son traviesos. Sí... Rob también suele hacer trastadas como esas de vez en cuando... oh, Rob es mi... -por un momento no supe cómo definirle - ...cuidador... - la palabra sonó forzada y extraña- mi... amigo. Como un hermano. O primo. O bueno, como sea... es bastante travieso - a pesar de su edad. -Qué... son los duendecillos de Cornualles?  - mientras me lo explicaba, pensaba... explosivos mágicos en las cortinas? como los explosivos de la clase de pociones? al parecer era muy normal hacer reventar cosas en el mundo mágico. Quizás había exagerado al pensar que Colton podría haber matado a alguien con su travesura...

Cuando Ivy paró un segundo a respirar al terminar de subir las escaleras, justo antes de entrar a la puerta del aula me detuve y dije con un carraspeo de voz - Esto.. Ivy, quería decir... que lo... lamento por mi comportamiento antes. No... no volverá a pasar. Y... gracias por entenderlo. - le mostré una sincera sonrisa, sabía que me estaba intentando hacer sentir mejor. Y entonces antes de que se hiciese tarde, entramos en clase.

Asentí a su propuesta de sentarnos juntos en las primeras filas. Sin quitarle ojo al profesor Balthazar, que esperaba pacientemente a que todos llegasen. 

Entonces empezó a hablar de la magia oscura. Hizo un truco de magia con una bola eléctrica en sus manos *sin varita?? - pensé inmediatamente. Me sobresaltó cuando cerró ambas palmas. 

"Mantenernos serenos y en control". Más fácil decirlo que hacerlo. Intenté entender la clase lo mejor posible, ese hombre sabía muy bien de lo que hablaba. Pero mi mente divagaba en "otro" mago oscuro, no Shadefian, si no el hombre que había usado aquella magia oscura contra mi para forzar mi mente. O no lo era?

Cuando terminó y dijo si había alguna pregunta, Ivy preguntó si la comunidad hacía algo o si debíamos avisar al Ministerio y a aquellos aurores. Yo tenía muy claro lo que quería preguntar. Levanté la mano y pregunté.

-Profesor. Si alguien intenta hacer magia oscura contra... alguien. Y intentase... leerle la mente... para saber toda su vida...a la fuerza... - no pude ver a Alondra sentado en los pupitres delanteros, pero la imaginaba prestándome una atención total - ... puede uno protegerse de algo como eso?... con serenidad y control?  

Miraba fijamente al profesor. Había estado casi toda la case pensando en otro tipo de defensa. Por suerte parecía que Ivy había tomado notas como la crack que era, porque era la primera vez que oía algo sobre defensas contra artes oscuras y no tenía ni idea de lo que había sido aquella bola eléctrica de energía.

La conversación por los pasillos y escaleras del colegio entre Kyle y Jade comenzaron a fluir. Su compañero hasta comenzó a hablar con ella de manera más abierta sobre las personas que le importaban y eso era siempre una buena señal, pues comenzaban a conectar a un nivel más profundo.

- Nolan es el travieso, nunca para de hacer trastadas; Donovan es muy astuto y, aunque se las gasta, siempre sabe salir del paso sin que le pillen nuestros padres. Y luego estoy yo, que tiendo a portarme bien - Tuvo que hacer una salvedad - Excepto ahora. Jamás me hubiera planteado desobedecer a un profesor - Pero era algo que, tras la experiencia en la Sala de trofeos, no podía negar. Ivy estaba comenzando a comportarse como Nolan y, si sus padres se enteraban, iba a sentirse muy avergonzada ante la reprimenda.

- ¿Rob es tu... cuidador? - Era un concepto innovador para ella, comprendiendo finalmente que actuaba como hermano mayor - ¿Te gasta muchas bromas?... - Parecía divertida - Si es quien está a tu cargo y es travieso, seguro que lo pasáis bien. Seguro que le quieres mucho... - Para Jade era sencillo hablar de afecto y mostrar cariño, siempre había sido una niña dulce con tendencia a besar y abrazar a su familia, así como a las personas cercanas. Tenía un punto de pastelito, especialmente si quería animar a las personas que le importaban.

- Los duendecillos de Cornualles son... - ¿Cómo explicar eso a alguien que nunca había visto ninguno? - Son... Duendes pequeñitos muy revoltosos de color azul intenso, que chillan mucho y pueden coger a la gente de las orejas para dejarles en lo alto de los árboles... Si entran en casa pueden crear grandes destrozos... - Aseguró la pequeña moviendo afirmativamente la cabeza varias veces, por lo visto lo había vivido de primera mano - Si ves uno, cuidado con tus orejas... - El Ivy-consejo del día.

Ivy miró extrañada a Kyle cuando él se disculpó - No tienes que lamentar nada, Kyle. Todos tenemos días malos y es mejor decir las cosas a guardarlas. Dejar dentro lo que nos preocupa hace daño... - Le dio el consejo que su padre siempre le decía - Además, aquí estamos para ayudarnos y, si te sientes mal, siempre vas a poder contar conmigo. Lo prometo... - Y por su sonrisa, sabría que lo decía de corazón.

Ya una vez en clase y con toda la información explicada, Kyle hizo una pregunta muy interesante y que a Jade le importaba. ¿Alguien podía protegerse de que le leyesen la mente? Jade prestó atención porque ella estaba firmemente convencida de bajar a ver a Salazar Slytherin, y si con aquella bola de energía podía evitar ser leída por el mago, de buena gana que aprendería a hacerla para bloquear al mismísimo fundador de su casa. Quizás no lo lograse nunca, pero la joven en su interior, tenía alma luchadora.

Había dejado atrás a los demás y subido las escaleras corriendo. No me apetecía hablar con las chicas, que estaban todas súper sonrientes, como si nada hubiese ocurrido, hablando de los cincuenta puntos que Gryffindor acababa de perder. Para mi sorpresa, no podía importarme menos. Todavía estaba recuperándome de lo que... me había hecho aquel ser. Ese no podía ser Salazar Slytherin; el fundador de nuestra propia casa no podía ser tan... tan cruel con los suyos.

Una parte de mí repetía que era más fuerte de lo que todos pensaban: mi madre, aquel ser despreciable, y todos los que me rodeaban, que me veían como alguien inútil e incapaz de actuar como se esperaba de mí. Pero había otra parte, más en el interior, que recordaba todo lo que me había dicho y que sabía que era cierto.

Tú eres una niña estúpida...

No tienes categoría para esta casa...

... llena de frustración, miedo y odio...

No tienes categoría para esta casa...

Cuando llegué al aula y me senté, apenas me di cuenta de que había llegado y mucho menos de que Anemone se había situado a mi lado y mucho menos que empezó a hablar. Solo sonreí y asentí, pero no estaba escuchando.

Solo cuando el profesor hizo su aparición, agaché la cabeza y empecé a anotar cosas en el pergamino, deseando que Anemone se callase de una vez por todas y me dejase tranquila. A ver si se iba con Breeze un rato. Ni siquiera me fijé en la transformación, que me pareció de lo más vulgar.

Y entonces llegó el turno de preguntas, y la voz de Kyle se elevó por encima de las demás.

Sabía perfectamente por qué lo estaba preguntando, así que me volví hacia el profesor para ver cuál era su respuesta. ¿Habría... alguna manera de protegerse de algo así? Tenía que haberla.

Después de que el profesor terminase de hablar, las preguntas empezaron a sucederse dentro del aula. Era más que evidente que aquella asignatura en concreto, y también el propio profesor Persimom, atraían buena parte de la atención de los alumnos y las alumnas, puesto que no había nada más chulo y divertido que enfrentarse a las huestes del mal, como diría James, o a los magos tenebrosos, como seguramente le corregirían el resto. Además, había muchos peligros allí mismo, en Hogwarts, como para quedarse sin hacer o decir nada.

Ivy fue una de las primeras en preguntar, seguramente pensando en Shadefian.

-Señorita Connor, esa es una buena pregunta. Conozco a su padre personalmente y sé que es un gran combatiente contra los magos que utilizan las artes oscuras. Si se refiere a todo lo sucedido aquí, le garantizo que en el Ministerio ya están al tanto. Hogwarts sigue siendo el lugar más seguro del mundo mágico, pero no podemos monopolizar su tiempo. Debemos ser pacientes y esperar, porque además, enfrentarse a un mago que usa artes oscuras sin tener la preparación suficiente... no es una buena idea. La muerte no es lo peor que podría sucederle.

Después continuó con sus explicaciones, y al rato, Ivy volvió a lanzar una pregunta.

-Eso es... siempre que hayan sido debidamente formados. Y sí, no puede ignorarse la capacidad defensiva. No siempre atacar es la mejor alternativa, entre otros motivos, porque eso nos deja descubiertos y puede también poner en peligro a otros. Entiendo que hay muchas cosas a tener en cuenta... pero si alguna vez tuviesen la mala fortuna de encontrarse en la necesidad de enfrentarse a alguien así... su instinto les ayudará a hacer lo mejor. Deben confiar en él.

Finalmente, Kyle también hizo su particular aporte a las clases, preguntando sobre todo en relación a lo que había sufrido.

-Está usted hablando de Legeremancia, señor Goldfinch. Esa es una rara habilidad que muchos magos poseen y sí, hay protección contra ello, pero requiere de un gran entrenamiento. Se trata de magia avanzada que solo un mago o una bruja con habilidades más desarrolladas, puede adquirir. Con el tiempo, serán capaces de prepararse para ello. Pero no todavía; son demasiado... jóvenes.

El profesor elevó la voz un poco para dirigirse de nuevo a todos.

-Ahora mismo, lo que deben saber es que resulta vital conocer las motivaciones que les empujan a hacer magia. Los más nobles deseos podrían suponer acabar con los peores resultados posibles. La magia no puede resolverlo todo. Es... esto, lo que lo hace -dijo, golpeándose el pecho dos veces, justo en el lugar en el cual se encontraba el corazón.

Después, sonrió ligeramente.

-Pero bueno, pasemos a cosas más divertidas. Ya está bien de hablar tanto de magia oscura y magos tenebrosos. Todos ustedes son todavía muy jóvenes para desviarse por ese camino, y con ese objeto, vamos a aprender a lo largo del curso hechizos para atacar y defendernos en distintas situaciones, empezando por el siguiente.

-¡IMAGINUM MULTUM!

La voz del profesor cambió y se hizo más seria y grave, mientras sacaba la varita y la agitaba en el aire con un rápido movimiento que ninguno fuisteis capaces de percibir.

Al instante, su propia figura se repitió a ambos lados, como si se copiase a sí mismo, prácticamente llenando toda la sala, mientras el profesor continuaba agitando su varita. Finalmente, dejó de moverla y dejaron de aparecer copias. Todas ellas permanecían quietas, como si no fuesen de verdad, lo que hacía completamente imposible distinguir al verdadero profesor entre todas ellas. 

-Parece que he conseguido captar vuestra atención, ¿verdad? -dijo la voz del profesor, que se encontraba al lado de la puerta del aula, en lugar de donde se había encontrado. Quizás otro hubiese sonreído al ver vuestros rostros de sorpresa, pero él se mantuvo igualmente serio.

-Tranquilos, no he desaparecido, pero este hechizo es muy sencillo y también muy útil. Permite crear una distracción que nos sirve al mismo tiempo para ocultarnos, dándonos así la oportunidad de huir o sorprender a nuestros enemigos. 

El profesor recorrió la distancia que lo separaba del lugar en el que se encontraba y cuando llegó, alzó la varita.

-Por supuesto, igual que lo he hecho conmigo mismo, podemos hacerlo con cualquier otro objeto, pero cuanto más grande sea y mayor cantidad de energía posea, más complicado será llevarlo a cabo. Eso significa que hacerlo con una persona será siempre mucho más difícil que con un objeto inerte pequeño.

El profesor agitó entonces su varita y volvió a hablar.

-Para que desaparezcan las imágenes, no hay más que apuntar a ellas y efectuar el movimiento en sentido opuesto, pronunciando las siguientes palabras: "IMAGINUM VACUUM".

Al hacerlo, todas desaparecieron, dejando paso al verdadero profesor, que volvió a colocarse en su lugar.

-Está bien. Practiquemos ahora un poco. Para llevarlo a cabo, debéis concentraros en aquello que queréis replicar, elevar vuestra varita y hacer este movimiento con la muñeca. Es como si estuvieseis escribiendo una "G" invertida. ¿Lo veis? Venga, intentadlo vosotros, pero sin decir el conjuro, vayamos a llenar esto con más cosas de la cuenta.

El profesor empezó a caminar mientras vigilaba como lo hacíais todos, algunos con más éxito y otros con menos. De vez en cuando se acercaba a corregir los movimientos y de nuevo comprobaba si lo habíais hecho bien.

-Bueno, más o menos creo que habéis conseguido dominarlo, aunque claro, para perfeccionarlo tendréis que seguir practicando. Ahora intentemos repetirlo. Escoged cualquiera de los objetos que tenéis en la mesa y pronunciar el hechizo en voz alta y clara mientras movéis la varita. Si lo conseguís, volved a hacerlo en sentido opuesto y diciendo las palabras para que desaparezca. ¿De acuerdo? Pues vamos, adelante.

El profesor de nuevo empezó a caminar por toda la clase, mientras todos intentabais hacer el hechizo que os había explicado.

Me sorprendí cuando el profesor dijo que conocía al padre de Ivy. Debía ser una persona importante, especialmente si luchaba contra los magos tenebrosos. Podía ser ligeramente tranquilizante saber que el Ministerio estaba al tanto, pero la idea de simplemente esperar... no acababa de cuajar bien en mi cerebro.

"La muerte no es lo peor que podría sucederle" - tragué saliva al oír esas palabras. Realmente había modos de hacer sentir mal a alguien, y sacarle el alma a uno debía matarle...o no? no quería ni pensar a qué otras cosas se podía referir el profesor con esa frase.

Fuese como fuese, el profesor nos recomendaba confiar en nuestro instinto, defenderse y no atacar siempre. Hacer las cosas con el corazón, perseguir las motivaciones correctas... Aunque en mi caso, cómo pude haberme defendido?... su respuesta se me clavó en la mente. "Legeremancia". Con el tiempo seríamos capaces de prepararnos para ello... éramos demasiado jóvenes. Según él. 

Y con mi propia duda aún retorciéndose en mi mente, de repente el profesor cambió de tema creando un hechizo de multiplicación... multiplicándose a sí mismo!!! era como estar en un museo de cera (monotemático, sólo con la figura del Profesor Balthazar). Todos miramos a todos lados, viendo los múltiples clones, y en una de esas, mi mirada se cruzó con la de Alondra. Estaba tan seria como yo. La respuesta había sido Legeremancia, y estaba convencido de que ella también había tomado nota de ello. Sin la menor duda.

Entonces, de un sobresalto, tal como los hizo aparecer, los hizo desaparecer, volviendo nuestra atención hacia él. Y ahora quería que fuésemos nosotros quienes lo intentásemos, con algún objeto de nuestra mesa.

-Sencillo dice... - dije a Ivy cuando volví a prestar atención a lo que estábamos haciendo. Escuché las instrucciones y miré los apuntes que compartió Ivy conmigo, gracias a dios. Empezamos a practicar el gesto de la muñeca, sin decir el conjuro.

"una G invertida... una G invertida..." parecía que se divertía más él que nosotros!... Mientras seguía practicando, pregunté, sin dejar de mirar la mesa. - Profesor?... son sólo imágenes falsas? o son copias reales físicas?... y... que pasa si no lo haces desaparecer? se queda el clon ahí para siempre? - eran como hologramas? o eran literalmente estatuas físicas?. 

En cuanto me respondió, simplemente respiré y lo intenté. Fuese como fuese, no iba a lograr duplicarme a mí mismo, así que con hacer una imagen copiada de mi pluma bastaría (o eso esperaba). Miré a Ivy con expresión de "allá vamos..." y... hice la G invertida diciendo... - IMAGENUM MULTIUM!.... - ... simplemente me equivoqué al pronunciar. Pero a saber qué podía pasar de aquello.

Sacudí mi cabeza, y sin pensar mucho lo que hacía dije el otro hechizo - "IMAGINUM VACUUM". - pero ésta vez sí lo hice bien, ... lo que al faltarme a mí una imagen que "deshacer" acabé deshaciendo sin querer la del alumno que había en la mesa de al lado, y que sí lo había logrado duplicar.

-Ups... perdón - le dije cuando se giró para reprocharme que aquél objeto duplicado era suyo. Ahora ese alumno tendría que repetir su duplicación para practicar la desduplicación. 

Que el profesor conociera al padre de Ivy hizo que ella sonriera nerviosamente, comprendiendo que en esa asignatura en concreto, debería estudiar más que en otras, y es que si el docente le decía a su progenitor que no se esforzaba haría que, consecuentemente, tuviera problemas en casa. No era nada positivo que conociera a su padre y peor aún sería si fuera amigo de Robbert.

Persimov aseguraba de que Hogwarts era el lugar más seguro de todo el mundo mágico y que el Ministerio estaba enterado de todo lo acontecido en la escuela. Si eso era así cabía deducir de que no estimaban que Shadefian estuviera dentro del castillo, justo lo contrario de lo que pensaba su grupo de amigos y ella misma.

Al final su profesor simplificaba todo. Debían desarrollar instinto para saber qué hacer en cada situación, pues unas veces lo mejor era defenderse frente atacar, según la realidad que les envolviese la forma de proceder sería diferente.

La pregunta de Kyle tendría respuesta por parte del docente. Proteger la mente se llamaba legeremancia y era algo que precisaba ser entrenado, cuando tuvieran la edad adecuada.

¿Mis principales motivaciones para realizar magia? Me gusta cuando mamá agita la varita y recoge la habitación, yo tengo que hacerlo al estilo muggle. O me gustaría usarla para defender a mis amigos... O para hacerme invisible y poder moverme sigilosa por el castillo... Estaría chulo conseguir los exámenes antes de realizarlos...

El profesor iba a enseñarles a hacer hechizos para atacar y defenderse, algo que a Jade le encantó, pues su orientación profesional era ser auror como su padre. Así que prestó toda la atención que pudo cuando Persimov agitó la varita y dijo las palabras mágicas, haciendo aparecer varias copias de sí mismo que se fueron reproduciendo hasta llenar toda la sala.

- ¡Oh! Eso es increíble... - Quedó impactada por las múltiples imágenes del docente, todas sincronizadas - Así es imposible que alguien sepa a quien de todos atacar... - Reconoció la pequeña pelirroja, fijándose en que todos los reflejos parecían idénticos, escuchando que dentro de la utilidad, servía también para distraer y dar opción para ocultarse.

Aquella magia no sólo podía aplicarse a las personas, también podía llevarse a cabo con objetos y más sencillo conforme más pequeño fuera éste.

- Imaginum vacuum.... - Dijo Jade mientras apuntaba las palabras mágicas en su pergamino, haciendo anotaciones sobre las utilidades de lo aprendido en la sesión - ¿Lo tienes apuntado, Kyle?... - Se preocupó por su compañero hasta que llegó el momento en que debían practicar- Ya verás como lo conseguimos, Kyle. Sólo hace falta concentración, elevar varita y hacer una G invertida. No parece difícil... - Comentó la pelirroja deseando probar si le salía correctamente

Ivy decidió multiplicar su pergamino con los apuntes de clase, lo consideraba un objeto pequeño y ligero que no debía ser complicado de manipular. La joven bruja elevó la varita tras concentrarse en el pergamino y realizó una perfecta G invertida, a la par que decía las palabras mágicas - IMAGINUM MULTUM - El resultado fue espectacular, múltiples pergaminos comenzaron a aparecer por su pupitre, cayendo al suelo e inundando la zona donde se encontraba. 

Igualmente iba a concentrarse en hacerlos desaparecer, pero escuchó las palabras de Kyle diciendo mal el hechizo - No es IMAGENUM, sino IMAGINUM... - No miró el resultado de su compañero de casa, siguiendo con su propio trabajo. Así fue como realizó una floritura torcida con su propia varita y, aunque hizo desaparecer algunos pergaminos, no todos fueron retirados, le había faltado concentración.

Ivy cogió uno de los pergaminos copiados y lo puso en el pupitre de su amigo, facilitando el trabajo de Goldfinch, ya no tendría que tomar los apuntes personalmente, Jade había descubierto la fotocopiadora mágica.

- Qué desastre, no he conseguido eliminar todos. Lo haré otra vez... - Y en un segundo barrido de Vacuum, conseguiría que todo desapareciera menos la copia regalada a Kyle - Es bastante sencillo, ¿no te lo parece?... - Y ahora sí que miraría a Kyle y el efecto del hechizo de su compañero*