El vórtice que tomáis con la intención de huir os hace sentiros completamente mareados. Perdéis el conocimiento en el viaje de cierta forma, aunque sois capaces de notar como si una fuerza extraña tirase de vosotros desde vuestro estómago, arrastrándoos en el tiempo y el espacio. Los gritos de los que se han quedado atrás son lo último que recordáis antes de perder del todo el rumbo y que todo vuestro mundo se quede negro.
Una voz conocida te llama con suavidad. Sea quien sea esa persona, te está despertando con mucha calma, con mucho cariño, acaricia tu mano, el brazo o quizás el pelo. Dice tu nombre como si temiera pronunciarlo y casi rompe a llorar cuando por fin abres los ojos. Buscas alrededor y te encuentras en una cama de hospital, entre un montón de máquinas y sientes una incomodidad creciente, como si te doliera todo pero tu cuerpo no fuera tuyo. El dolor de cabeza crece y necesitas medicamentos para dejar de sufrir ese calvario.
Intentas averiguar lo sucedido, pero nadie se atreve a contarte nada, los trabajadores evitan el tema, tu familia te insiste en que debes primero recuperarte y las dos siguientes semanas requieres de rehabilitación para poder ponerte en pie. Un mes después, se te permite, por fin, volver a casa bajo supervisión con visitas periódicas para recuperar por completo tu estado físico.
Y ese es el día que descubres todo.
La información llega de forma imprevista, otro conocido, emocionado por verte despierto, pregunta si has soñado algo durante el coma. La conversación es rápidamente interrumpida por esa persona que se ha propuesto para ser quien te supervise, pero un par de horas después, consigues que acepte contarte lo que sucede, a cambio de dejar el tema aparcado.
El día que desapareciste, ese que para ti fue hace poco más de una semana, encontraron tu cuerpo tirado en la calle donde te tragó el vórtice, en coma, casi sin respiración y sin un solo signo de que fueras a despertar, pese a la gran actividad que pudieron encontrar en tu cerebro. No hay ninguna explicación médica con todas las radiografías, pruebas cerebrales y demás intentos de averiguar lo sucedido. No han pasado nueve días. Ha pasado casi un año desde que te encontraron.
Con la renovada calma, la vuelta a la rutina y el cariño extra por el susto, comienzas a creer que todo ha sido una creación de tu mente, que estás a salvo y nunca ha ocurrido nada de lo que viste o hiciste. Y, tal como se fue, el miedo a lo ocurrido vuelve cuando alguien cercano te menciona el gracioso tatuaje que tienes en la nuca, queriendo saber su significado. Un tatuaje con un número que corresponde al que usaron para nombrarte en el castillo y solo cuatro palabras.
"GAME OVER
TRY AGAIN?"
No es necesario que posteeis si no queréis, solo es para darle el cierre a la historia.
Si alguno prefiere seguir, que me avise y lo muevo a la escena de continuación que no sé si estáis todos bien puestos.
Los gritos de los que se han quedado atrás son lo último que recuerdas antes de perder del todo el rumbo y que todo tu mundo se quede negro.
Una voz conocida te llama con suavidad. Sea quien sea esa persona, te está despertando con mucha calma, con mucho cariño, acaricia tu mano, el brazo o quizás el pelo. Dice tu nombre como si temiera pronunciarlo y casi rompe a llorar cuando por fin abres los ojos. Buscas alrededor y te encuentras en una cama de hospital, entre un montón de máquinas y sientes una incomodidad creciente, como si te doliera todo pero tu cuerpo no fuera tuyo. El dolor de cabeza crece y necesitas medicamentos para dejar de sufrir ese calvario.
Intentas averiguar lo sucedido, pero nadie se atreve a contarte nada, los trabajadores evitan el tema, tu familia te insiste en que debes primero recuperarte y las dos siguientes semanas requieres de rehabilitación para poder ponerte en pie. Un mes después, se te permite, por fin, volver a casa bajo supervisión con visitas periódicas para recuperar por completo tu estado físico.
Y ese es el día que descubres todo.
La información llega de forma imprevista, otro conocido, emocionado por verte despierto, pregunta si has soñado algo durante el coma. La conversación es rápidamente interrumpida por esa persona que se ha propuesto para ser quien te supervise, pero un par de horas después, consigues que acepte contarte lo que sucede, a cambio de dejar el tema aparcado.
El día que desapareciste, ese que para ti fue hace poco más de una semana, encontraron tu cuerpo tirado en la calle donde te tragó el vórtice, en coma, casi sin respiración y sin un solo signo de que fueras a despertar, pese a la gran actividad que pudieron encontrar en tu cerebro. No hay ninguna explicación médica con todas las radiografías, pruebas cerebrales y demás intentos de averiguar lo sucedido. No han pasado nueve días. Ha pasado casi un año desde que te encontraron.
Con la renovada calma, la vuelta a la rutina y el cariño extra por el susto, comienzas a creer que todo ha sido una creación de tu mente, que estás a salvo y nunca ha ocurrido nada de lo que viste o hiciste. Y, tal como se fue, el miedo a lo ocurrido vuelve cuando alguien cercano te menciona el gracioso tatuaje que tienes en la nuca, queriendo saber su significado. Un tatuaje con un número que corresponde al que usaron para nombrarte en el castillo y solo cuatro palabras.
"GAME OVER
TRY AGAIN?"
Este es el final de la partida. Un abrazo!