Todavía te duele el patadón que te ha dado Frizz, al que has visto claramente antes de caer al agua. Apenas has podido coger aire, pero por suerte algo te ha dado tiempo. Te tapas la nariz y la boca cuando algo te agarra el brazo y notas como te arrastra. Apenas unos segundos después, lo que sea que te ha atrapado te impulsa fuera del agua, en una zona de roca al fondo de la sala, donde no hay antorchas, solo oscuridad y agua rodeando el pequeño islote. Por fin puedes volver a respirar.
-¿Esstáss bien? -Pregunta una voz suave, aguda pero no molesta, similar a la de una niña. Al atreverte a abrir los ojos, la sirena que cantaba contigo te observa, apoyada en la roca que hay frente al agua, moviendo su cola de un lado a otro con sus ojos, de un intenso color negro profundo, fijos en ti y un gesto de preocupación que hace que sus cejas se inclinen.
Con los ojos cerrados y los labios apretados, apenas puedo ser consciente de que ya no estoy en el agua, me doy cuenta en cuanto aprecio para mi sorpresa que respiro con normalidad.
-Ahhhh... - Hago una inspiración profunda que hace que se llenen mis pulmones, y, a continuación, que sienta un dolor agudo en la espalda, allí donde ese desgraciado me ha pateado con fuerza.
Cuando abro los ojos y mis pupilas se acostumbran a la penumbra voy recorriendo con la mirada lo que me rodea, para acabar fijándola en ella. La sirena. Sigo pensando que es inaudita la capacidad de crear belleza del ser quer nos ha cazado. Cazados y cautivos, todo en uno. Me pregunta, al parecer preocupada.
-Estoy... atónita. No me esperaba nada de todo esto... -Con la mano hago un gesto abarcando la caverna.- Tampoco esperaba encontrarme con alguien como tú, y menos comunicarme, sintonizar.-Sonrío, una sonrisa sincera, maravillada.- Y, no voy a negarlo, estoy dolida, enfadada. Con mi compañero. Quien no ha dudado en hacerme daño, incluso con la posibilidad de que yo hubiera muerto según hubieras reaccionado, incluso sabiendo ya que nuestro destino pasa por la muerte de uno de nosotros cada día, no entiendo esa actitud.
Me encojo de hombros, terriblemente triste.
-¿Sabes cómo podemos salir de aquí...?
La emoción se lee en los ojos de la joven sirena que se incorpora un poco cuando le contestas, sonriente como si hubiera conocido a su ídolo. Mira el gesto que hace tu mano, todavía sonriendo, más emocionada cuando dices que te hace ilusión poder comunicarte con ella, saliendo ligeramente del agua hasta casi la zona donde correspondería la cintura. Su cola se mueve todavía en el agua mientras se apoya en sus manos para mirarte.
-Puedo matarlo -Dice sin alterar lo más mínimo su sonrisa -A tu compañero, puedo matarlo -Añade, mirando hacia atrás -Ha caído al agua no se notaría -Murmura, girandose hacia ti -Podemoss ssalvarlo o dejarlo hundirse, ssolo pídenosslo -Ofrece, inclinando la cabeza a un lado hasta que eliges qué hacer, si salvar o sacrificar a Valentino -¿Puedess cantar de nuevo? -Pide y notas que hay un par más de sirenas observándoos desde dentro del agua, con un gesto cauto, pero igual de emocionado que el de la primera.
Nota: este mensaje es solo para ti, puedes contestar como "solo para el director" ya que Mwamba respondería antes de que Burnell llegue.
La sirena repentínamente se mete de nuevo en el agua, desapareciendo durante un momento. Un minuto entero pasa antes de que saque a otra persona del agua. Burnell, que tose y toma aire apresuradamente, cae totalmente empapado al lado de Mwamba, que está perfectamente sana y salva. Con ojos sorprendidos, la sirena mira a ambos un segundo antes de mirar a su espalda.
-Ha venido a busscarte -Explica, tranquilamente, antes de mirar a Mwamba con una sonrisa -Me gussta -Dice de forma alegre, salpicando un poco con la cola al moverla feliz.
-Argf... argf... ah...
Jadeaba tratando de recuperar el oxígeno y de que sus pulmones se calmasen un poco tras la tensión. Por unos instantes dudaba conseguirlo pese a haber mantenido la calma. De reojo observó a Mwamba y alzó el pulgar en señal de que todo estaba bien.
-Me alegra ver... que estás... bien.
Fue lo que alcanzó a decir antes de incorporarse un poco. Por segundos iba sintiéndose mejor y sonrió a aquella sirena ¿le gustaba Mwamba? Bueno, estaba claro que habían conectado con aquella voz impresionante. Miró a la medio pez con un gesto apacible.
-Gracias por traerme. Creo que le has salvado en cierto modo del otro chico. Al menos uno de nuestros compañeros le estaba enfrentando por lo que hizo.
La mirada de la sirena se gira a Burnell cuando este le da las gracias y sonrie ampliamente, dejando ver unos dientes afilados pese a su apariencia humana.
-No dejaríamoss morir a una guerrera -Dice, alegremente, meciendo la cola en el agua y sumergiendose de nuevo hasta los hombros -Por esso esstaban todass ahí -Responde, señalando el otro lado del lago, donde se encuentra el grupo de exploración -Una herida y todoss habríaiss muerto por ello -Añade, mirando a su espalda y girandose como si nada, con una sonrisa dulce -Menoss tú, eress bueno, como ella -Explica, moviendose por las cercanías de la orilla, dando vueltas sobre si misma, sin hundirse, aunque repentinamente mira seria al chico -Pero el huevo de la princessa es nuesstro, no oss lo podemoss dar -Dice, con voz dura, mirandoos con unos ojos de advertencia.
Dientes de pez... No pudo evitar pensar, siendo bastante notable las diferencias entre las sirenas de aquel lugar y las versiones más modernas. No obstante no sentía ningún tipo de repulsión hacia ella, era más curiosidad y la sensación de letalidad que cualquier otra cosa.
-¿Una guerrera? -miró entonces a Mwamba casi con otros ojos, no se había planteado mirarla así- Entonces me alegra que no haya sido herida -esbozó media sonrisa honesta tras tragar saliva con aquella amenaza-, y bueno, alguna liada he hecho.
No se consideraba un tipo bueno precisamente, pero sí alguien que cuidaba de los suyos, por eso cuando ella se puso seria con el tema del huevo de la princesa, él también enserió y se acercó a la orilla, quedándose a merced de lo que ella quisiera hacer, mientras respondía quizá con un tono un poco más severo de lo que pretendía.
-Hay enemigos y espías entre nosotros. No busco el huevo de vuestra princesa, pero arriba ha llamado la atención. Si sentís que puede estar en peligro, os ayudaré.
Iba a decir 'os ayudaremos' pero no iba a poner palabras en boca de su compañera. Aunque entonces añadió.
-También puedo salir y decirles lo que es, para que se tranquilicen y no os molesten.
Las palabras de la Sirena calaron en la mente de Mwamba como si se tratara de agua en una esponja. La llenaron, la inundaron.
"Puedo matarlo..."
Claro, claro que podía. Y no, no se notaría, o no importaría. ¿O sí importaría? Las sirenas eran parte del espejismo creado por el Anfitrión, y por tanto, él se enteraría de su acción. Y, probablemente, aunque en el fondo le daría igual que uno de ellos muriera antes de cruzar la puerta de la Caverna, sí que si era uno de los espías, no lo sabrían. ¿O sí?
-Sí. Matadlo por mí. Pero que sea nuestro secreto, sólo nuestro.
No sabía si se arrepentiría de esa decisión. Pero ya estaba tomada. Y el juego era a muerte...
-Cantemos.
Esta vez eligió una canción triste, de duelo, melancólica y un punto vibrante.
Cuando Burnell llegó hasta la roca, Mwamba estaba sola, y aún entonaba una melodía en voz baja, aunque distinta a la que había cantado cuando Valentino la golpeó. Sonaba triste, melancólica. Y su voz estaba ligeramente quebrada.
Se detuvo en cuanto le vio, y se acercó a él, y a la Sirena.
-Oh, yo también me alegro de que estés bien. ¡Te han salvado ellas, como a mi! -Sonrió, aliviada y agradecida. Pero enseguida su sonrisa se desvaneció.- Valentino ha querido matarme. No soy buena, como dice, pero sí una guerrera. -Se giró entonces hacia la mujer de ojos de noche, y señaló a Burnell.- Como él, que es además un Caballero, como los Guerreros de antaño, uno que lucha por los suyos, no contra ellos. Como vosotras.
Entonces, lo que custodiaban, lo que brillaba en el fondo del lago, era el Huevo de su Princesa.
-No, no queremos hacer daño a vuestra Princesa, ni a vosotras. Mi compañero dice la verdad. No podemos responder por el resto de nosotros, pero nosotros dos sólo queremos salir de aquí, salvaguardar lo que hay y dejarlo tal como lo hemos encontrado. Sabemos que si no encontramos la salida, uno de todos nosotros morirá, y así hasta que no la encontremos. Por eso os pedimos ayuda.
Los ojos de Burnell se abrieron notablemente cuando la mujer dijo aquello de él. Parpadeó despacio.
-Yo bajé a buscarte, me dijeron que estabas aquí y me trajeron, dudo haberlo conseguido sin su ayuda.
Asintió y comenzó a frotar un poco sus hombros.
-Eres muy... perceptiva. Tu descripción sobre mi se acerca bastante a cómo me siento desde que todo esto ha comenzado. ¿Quizá te ayudó la luz de tu bastón?
Preguntó curioso, miró hacia el agua de la que había salido.
-Dijo que intentaste matarnos. Aunque volviendo a la salida... el huevo está sobre una especie de boca de volcán, no sé si tendrá que ver con la salida.
Se encogió de hombros y regresó su atención a la sirena, aunque le dedicó unas últimas palabras a la chica azabache.
-Por ahora tienes mi confianza, es importante mantenernos unidos, ya hemos visto de qué son capaces algunos.
La sirena asiente con confianza cuando le asegurais que no queréis hacer daño a su princesa. Ella sonríe alegremente y parece atenta a vuestra conversación.
-El volcán ess un volcán -Dice, como si fuera evidente -, ¿qué salida buscáis? -Pregunta, claramente intentando ayudar -¿No tiene entrada la cueva? -Pregunta, de nuevo, pero algo dentro del agua atrae su atención -Oh... la princesa -Exclama y os mira -Va a nacer -Cuenta, emocionada, con lágrimas de alegría en los ojo -Por fin va a nacer, va a nacer -Canturrea, haciendo piruetas por la orilla. Se sumerge unos instantes y sale de nuevo con otra sirena, una que antes no habiais visto, de pelo corto, ojos amarillos pero muy similar a ella.
-Teneiss que volver con loss demáss -Indica, haciendoos un gesto -Lágrima de mar ess más fuerte que yo, puede llevar al guerrero-caballero guapo -Dice, mirando a su compañera que no parece compartir su entusiasmo, pero asiente en silencio. Sin opción a rechazar la ayuda, acabáis en el agua, con los brazos rodeando el cuello de las sirenas, que os remolcan con el grupo de exploración.
Pasamos a la otra escena