Partida Rol por web

El caos. La adrenalina. El súbito descenso, la caída inesperada. Esto se parece más a lo que esperaba de Oldland. Quería una ciudad que se resistiera a la mano que iba a poner en su marchita garganta antes de arrancarle su corona y hacer algo de sus cenizas. En el descenso procuro simplemente no resultar demasiado lesionado, aunque reacciono por instinto para cubrir parcialmente a Katalina también. Ahora mismo es un recurso de gran valor y mi mente no puede evitar catalogarla de tal y priorizar su supervivencia. Así que a expensas de algunas heridas interpongo mi cuerpo entre el cuyo y los cascotes que caen. Nada que no pueda soportar.

Al finalizar la caída lo primero que hago es sacudir el polvo de mi traje. Algunas zonas han sido desgarradas lamentablemente. Alguna cabeza rodará por ello. Mientras tiendo mi mano a Katalina para que se incorpore levanto la vista, y dos sensaciones se mezclan en mi cabeza. Por un lado, profunda decepción ante lo que veo. Tres. Solo hay tres de ellos. ¿Son estúpidos? Pero pronto la segunda sensación se sobrepone. Deleite. ¿Piensan que pueden ser rivales para otros 22 de su especie? Una risa escapa de mi boca involuntariamente.

¿El motivo? Simple. Quizás sí que lo sean. No puedo esperar a probar su sangre. Mi cuchillo tiembla de emoción entre los dedos.

Y allí estaba de pie junto a la niña observando la expresión de aquel muchacho mientras escucho la conversación entre Nimay y Theora sin perder detalle. Era increíble como la inocente presencia de la pequeña generaba en algunos un sentimiento completamente diferente, en mi caso me transportaba a mi pasado y en el caso de aquel hombre a su hija perdida, aunque los dos adoptamos una actitud protectora hacia ella.

Es lo que generaba Theora cuando comenzabas a relacionarte con ella. 

Las preguntas surgieron al tomar el mando las mujeres, sin embargo, la sonrisa de aquel Eve denotó rabia y una clara señal de que las cosas no estaban para nada bien. Por ello, me coloqué al lado de Nimay y Theora atenta a lo que pudiera suceder, él la tenía en brazos mientras que me colocaba a su lado con intenciones de protegerla, evitando que reciban un ataque directo, sólo que fue el suelo el que comenzó a derrumbarse. 

Desesperada abrazo a los dos intentando hacer equilibrio mientras Tyr se colocaba delante nuestro para protegernos, sólo que no pude aguantar más y caigo junto a ellos como una madeja en aquel lugar, húmedo y bastante austero. - ¿Están bien? - pregunto apenas al incorporarme pensando en como había quedado Nimay conmigo y Theora encima, sólo que poco duró aquella conversación al ver como otro muchacho nos esperaba armado, reflejando la misma actitud desafiante. 

Cómo única alternativa y por mis ansias de proteger a la niña, la colocamos detrás nuestro haciendo pared con el hombre del elefante. - No te separes de nosotros. - expreso seria dedicándole una mirada a Nimay a sabiendas de que esto se pondrá muy feo, mientras que le indico a Tyr que se ponga en posición de ataque. Era probable que el perro de la niña hiciera lo mismo, sólo que no lo manejaba yo y esperaría las órdenes de ella. 

Lo bueno es que la chica del bastón, quien le había ofrecido comida a Sylvia, se une a nosotros para defender a la niña. Por ello, le dedico una sonrisa mientras una de mis manos sostiene a Theora para brindarle tranquilidad. 

En estado de alerta miro a todos lados, buscando una salida o alguna forma de sacar a la niña de allí pero fue nefasto, al margen de ello quedo más alejada del resto para no recibir los primeros golpes. Habría batalla sin dudas...

Mientras caía, traté que "Partealmas" no resultara dañada con la caida; fue duro el aterrizaje, pero nada que me incapacitara.

Cuando los causantes de nuestra caída se mostraron y sobretodo insinuando que estaban dispuestos a luchar, no pude evitar una carcajada  e instintivamente lanzo mi bolso al suelo y empuño mi guadaña en posición de combate:

- No se que mierda habrán comido de desayuno niños, pero no es buena idea tocarles los huevos a quien no conoces?- les dije mientas esperaba alguna reacción para empezar la fiesta.

Haathee reaccionó rápido cuando la niña decidió saltar de su lomo sin mirar. La trompa del elefante agarró la ropa de la pequeña y suavizó su descenso hasta los brazos de Nimay, que la miró sorprendido en un primer momento y enternecido después. Acarició los cabellos de la niña al recibir su beso en la mejilla y su mente voló irremediablemente lejos en el tiempo, hacia un momento en que había sido sencillamente feliz.

No quiso decirle que él y Haathee también eran buenos rastreadores y llevaban demasiado tiempo buscando. En lugar de eso, asintió con la cabeza, tomándose el ofrecimiento de Theora con la gravedad apropiada.

—Os lo agradeceré mucho. Pero antes buscaremos a tus padres, ¿vale? 

La respuesta de Olenna llamó su atención entonces y una sonrisa respondió a sus primeras palabras. Pero con su pregunta los ojos oscuros de hombre y elefante tomaron un brillo peligroso, pues hasta el ser más apacible reacciona con rabia cuando le roban la sangre de su sangre.

No llegó a responder, sin embargo, ya que entonces el chico del ave abrió la boca en un desafío, el suelo se volvió abismo y el mundo caos. Los brazos de Nimay se apretaron alrededor de Theora y en la caída trató de rodar, protegiéndola con su propio cuerpo. Sintió que alguien más se unía en ese abrazo protector y trató de sostenerlo también, pero no llegó a ver de quién se trataba hasta que llegaron al suelo. 

—Nosotros sí. Vosotras, ¿estáis bien? —preguntó en un susurro a la pequeña y a la joven pelirroja que ahora veía junto a ellos antes de mirar a su alrededor. 

Los tres jóvenes que los recibían tenían una actitud claramente hostil. Haathee y él se incorporaron de inmediato. Nimay devolvió un asentimiento a Deidre al recibir su mirada y ambos, elefante y hombre, se colocaron protegiendo a la niña, el animal a su lado y Nimay delante.

Vio que la joven del bastón también hacía lo mismo y le dedicó una mirada y otro asentimiento. Para llegar hasta Theora antes iban a tener que vencer a unos cuantos.

—¿De qué puertas hablan? —preguntó a los que tenía más cerca, sin dirigirse directamente a los que parecían dispuestos a comenzar un combate.

Los potentes músculos del hombre parecían tensarse bajo la ropa y el elefante había inclinado un poco la testuz, con sus colmillos en alza. Entre dientes empezó a elevar una oración para Kartikeia, buscando su guía por si comenzaba la batalla.

Roy no se esperaba aquella única sílaba como única respuesta. Frunció el ceo y flexionó las rodillas, más por la actitud del chico que por la sílaba que salió de su boca. Estaba preparado para correr, pero llevando el pesado cuerpo de Katie en brazos lo entorpeció en su huída cuando el suelo comenzó a temblar. Las uñas de Katie se clavaron en su ropa y se habrían clavado en su carne también de no haber tenido la enorme resistencia que poseía.

Al caer Roy cubrió al oso con su propio cuerpo, sin importarle las piedras que cayeron sobre él, casi ni las notó. Cuando los escombros dejaron de caer se dio la vuelta para encarar al chico mientras el panda se escondía entre sus piernas, visiblemente atemorizado por lo que acababa de ocurrir. La actitud de bestia y semidemonio era completamente opuesta. Escuchó las palabras de los otros dos chicos que se sumaron al del halcón y al ver su clara intención de pelear decidió hablar, no sin antes echarse a un lado. Él no iba a pelear. No si no le obligaban a ello, claro.

No tengo ni idea de lo que son esas puertas y no tengo ninguna intención de abrirlas. Dijo, con firmeza, tratando de calmar los ánimos. Podía ver por el rabillo del ojo como algunos ya se estaban preparando para pelear, algunos incluso parecían estar deseándolo.

Tenía que haberme fiado de mi instinto. Pretenden plantarles cara en el terreno que han preparado y bajo sus reglas. Lo que tienen de fuerza les falta de cabeza. A saber cuánto tiempo llevan esperándonos. Todo esto estaba planeado de antemano, es más que evidente. Si peleamos aquí tendremos las de perder aunque solo sean tres, parece que a alguno le cuesta ver eso.

No queremos pelear. Añadió, refiriéndose únicamente a Linda y a él mismo. Lo que hicieran los demás le daba igual. Si nos dejáis marchar nos iremos por donde hemos venido, no tocaremos ninguna puerta. Pese a sus palabras el hombre había flexionado las rodillas y, aunque su posición aparentaba normalidad, estaba en tensión y listo para actuar si los otros tres desoían sus palabras. El animal, por su parte, seguía detrás de él, mirando con nerviosidad alrededor, tratando de buscar algún lugar por donde escapar con Roy.

Dejo que todos atosigan a ese hombre con el pájaro. A fin de cuentas, no tendría sentido que le hiciera otra pregunta, ya tenia bastante con lo suyo. Continuo dándole caladas al cigarrillo con aire distraído cuando veo Que Vyka estába hablándole a otra chica, creo que ha dicho que se llamaba Smel. -Soy Daeron Markov. Perdona, no me había dado cuenta con tanta gente.- En ese momento me quedo mirando fijamente al cocodrilo. ¿Por qué tenían que haber traído tantos animales? Y no podian ser animales monos, no. Si fueran al menos gatitos, tejones, lobos, o pájaros.... Sonrio. Vaya panda de raros nos hemos juntado. 

De esa manera, otra vez me pierdo en mis pensamientos, y la caída me pilla totalmente de sorpresa. Caigo boca abajo y comienzo a incorporarme poco a poco, sacudiendo la cabeza. En ese momento lo veo, el cigarrillo que estaba fumando. Aplastado y apagado. Le doy un puñetazo al suelo, y termino de ponerme de pie, bastante enfadado. En ese momento comienzo a buscar a los responsables.

Y allí están. Tres de ellos. Hablando de... puertas. ¡¿Pero de que iba esta gente?! Se iban a enterar. Me adelanto un poco hasta ellos, con las cartas en la mano. Cuando los tengo a unos cuantos metros, cojo una carta y me la paso por la yema del dedo. Inmediatamente empieza a salir sangre. Sonrío como un tiburón y lanzo una carta a los pies del hombre de las hachuelas, que se queda clavada en el suelo como muestra del peligro que tienen. -Si queréis bailar conmigo, más os vale poder seguir el ritmo. En cuanto uno de vosotros de un paso, la siguiente carta se clavará en su frente.-

El frío Melknhar tragó saliva con hastío. Se adelantó unos pasos y se agachó a por la carta hincada en el suelo. Se esforzó en levantarla sin cortarse. Y una vez en su mano, pasó sus yemas por el lacerado dibujo interior.

Su cara seguía sería pero dijo con voz amable a Daeron.- Te has cortado... Cuidado... Podrías hacerte daño.- Volvió a cerrar su boca, y trago saliva.. Un acto totalmente deliberado y calculado con sus palabras, pues en menos de que tragó saliva, el suelo bajo Daeron cedió en un importante perimetro, y con una gran distancia esta vez...

Daeron reaccionó y se aferró al filo del suelo con sus manos, mientras los pies resbalaban en una pared que parecía ceder cada vez que se aferraba él.

Una risa sorda y Iagho se volvió tras Lion y John. Mientras Daeron con esfuerzo subía por aquel nuevo precipicio. El aliento de Daeron se relajaba mientras su mirada se cernía con odio hacía la mirada fría, sin sentimientos de Iagho.

Katalina retrocedió por preocupación al notar la mirada de odio de parte del chico, suponiendo que ya no habia razón para hablar con èl y pensando en dejar que Alastor se encargara de èl si llegaba a atacarlos con ella asistiéndole. Sin embargo el suelo se rompió bajo ellos tal vez con la señal del chico pajaro. Sorprendida trato con mucho esfuerzo de levitar a ambos para no morir en el impacto al suelo mientras Alastor procuraba defenderla de los cascote que caian sobre ellos.

Tras el esfuerzo para caer con algo mas de dignidad y lentitud que el resto, suspiro cansada hasta tener que apoyarse por unos segundos en el suelo antes de volver a flotar recordando el dolor de sus piernas. “Gracias por la protección querido.” Dijo con un guiño mientras recuperaba su tono calmado y dulce de antes tomando la mano que le ofrecía el hombre de nuevo.

Observa a los tres frente a ellos que amenazaban con atacarlos aunque no podía terminar de verlos como un problema mayormente por la risa confiada de Alastor que le daba seguridad aunque también la preocupación por su acompañante. De cualquier forma no sería ella quien los enfrentaría para eso estaba mi señor caballero o todos los demás que ahora mismo estarían hirviendo de ira por la caída que sufrieron, a pesar que escucha a uno poco valiente queriendo irse de inmediato.

"Ten cuidado, estos no juegan." le pidio a Alastor luego de observar de nuevo una demostracion del poder de Iagho.

El chico del Halcón volví a captar mi atención tras el pequeño lapsus de ternura con Nimay; pese a su rostro juvenil, nada daba a pensar que aquel chico y luego sus compañeros querrían enfrentarse al grupo, creyéndose superiores, pero Oldland tenía ese, la capacidad de llamar a los mejores y solos los mejores Hijos de Caín en su llamado.

El suelo cedió, todos independiente nuestras habilidades, armas o compañeros caímos en aquel agujero, mis ojos se dilataron al igual que los de Wardjan y de haber estado en el suelo, habríamos esquivado en movimientos sincronizado las piedras, saltando sobre ellas para evitar la caída y así lo hacia mi compañero, brinco de piedra en piedra hasta que llego al fondo, de inmediato busco a Theora que protegida entre los brazos de Nimay y Deidre, había evitado el golpe de la caída, sus protectores se pusieron de pie. –Estoy bien, gracias- les dijo a ambos, comprobando que ellos también lo estaban.

El instinto paternal de ambos crearon un muro junto a sus animales frente a mi y Wardjan se puso a mi diestra mostrando los dientes ferozmente ante los jóvenes que hostiles se mostraban hacia todos nosotros, Olenna también se unía a la defensa, mientras esperábamos mas explicaciones de los reales anfitriones.

Mas rasgones en la ropa, y más heridas en la piel. Sólo eso. No presto demasiada atención a las consecuencias sobre mi cuerpo, y me centro más en Fyas, que parece nerviosa pero intacta, y a la capa que me prestó Deidre, esperando que no se hubiera dañado por mi culpa, por mi torpeza.

Más gente allí abajo.

Más hombres.

La debilidad que me sigue atenazando no me deja reaccionar tan rápido como quisiera ante el gesto defensivo del chico de las hachuelas, más parece que todo se arregla tras cruzar unas frases con otro de los aparecidos, que parecen conocerse entre ellos.

No tengo intención de prestar el menor interés a su diálogo, pero no puedo evitar que me llame la atención la mención a unas puertas, y al dilema que parece que se genera entre ellos, de si hay que cruzarlas, o no.

La voz de Olenna me saca de mi distracción.

- Algo vivo. - Le contesto entre risas. - Y caliente. Todos ellos están fríos.

Me agacho para posar una mano sobre el dorso de mi Quón, la verdad es que me siento un poco observada de reojo, pero cuando Vyka me habla... me pongo en pie entonando algo mas de alegría. Una delgada linea entre mis pestañas baila sobre las marcas de la joven Melknahr, quizá ronde mis años – No te preocupes, yo tampoco esperaba encontrarme tanta gente aquí, en... – extiendo los brazos – "Oldand" - lo digo bromeando un tono epico ante el viento. Y vuelvo mi mirada al joven de las cartas, levantando una palma en forma de respuesta. Quón mueve su cola, le doy una patada - Ts! -... y le brindo una agradable sonrisa al chico Grovehn.

Y aun me pregunto quien es el joven del ave. Algunos tratan de descubrirlo, pero yo sigo pretendiendo curiosear al hombre de la visera. “¿Antesala de qué?”, me dispongo a preguntar para orientarme. Pero un rápido “Bu”... ¿Bu?... me hace arrugar la nariz. No lo entiendo, y un repentino repelús me recorre el cuerpo cuando, de repente, el terreno empieza a temblar. Me agarro a un brazo de la chica de pelo rojo en acto reflejo, mirando al suelo – ¿Q-que pasa?! - que el suelo se rompe - ¡¡Quón!! -.

Y caigo, caigo al canal bajo tierra junto al resto. Noto una fugaz luz blanca en mi mente, creo que me he golpeado la cabeza. QUÓN – Berreo alarmarda. Espero que no haya caído muy aparatosamente, pero no tardo en percibir como se mueve a unos metros de mi. Tiene mas fuerza que unas piedritas. Pero yo me he hecho daño. Tengo algunos raspazos allí por donde cubre mi piel humana - ¡Genial! - protesto desde el suelo estirando los dedos con una tensión imperial - El suelo se rompe, Smel, no el cielo! - me muerdo el labio inferior y me levanto desempolvando mis piernas.

Le extiendo una mano a Vyka, si es que lo necesitara – ¿Estás bien? - y apenas presto atención a los 2 chicos nuevos. Pues si me despisto, incluso podrían venir incluidos en el grupo. Aunque si aprecio que Daeron los encara, recibiendo una pronta respuesta. ¿Pero que pasa?! Frunzo el ceño, y ahora si que me pongo a la defensiva. Quón muestra un pequeño apaño de velocidad para hacerme de parapeto, y tan lento como es... quien quiera probar sus reflejos, que intente tocarnos.  

Aquello me había cogido por sorpresa. Si ese idiota no nos hubiese puesto en alerta las consecuencias hubiesen sido peores.  Pero la realidad era que un nutrido grupo de semi demonios había caído en una elaborada celada. Pero... ¿cuál era su verdadero propósito?

Tras la caída rápido me incorpore mientras  busco con la mirada a mi media mitad. Mi respiración se calma al ver que Blanca Noche no sufre ningún tipo de daño.

Fue entonces cuando me dirijo al Melknhar con voz calmada pero desafiante. –Al parecer tu pajarito no sabe volar- Cruzo la mirada con el joven Eve mientras adopto una posición más agresiva. Por ende Blanca Noche fija su atención en el pequeño halcón dispuesta también para la batalla.

-Si hubieseis querido acabar con nosotros- miro a los presentes -ya lo hubierais hecho, algo tan simple como no alertarnos... Tras un silencio. -Eso significa que queréis algo de nosotros -

Esperé pacientemente algun movimiento de los niños, pero Aisha estaba en lo correcto: si hubieran querido atacarnos, ya lo hubieran hecho.

Volví a tener una postura normal y recogí mi bolso, me giré hacia el comité de bienvenida y les pregunté:

- si no van a luchar, no nos hagan perder nuestro tiempo y hablen abiertamente de que quieren- hice una pausa- y les sugiero que lo hagan rápido, pues no soy de mucha paciencia.- terminé diciendo sutilmente la amenaza.

Una simple onomatopeya hizo cambiar mi gesto alegre de ver a un Eve a uno más triste por tener que enfrentarme a él. ¿Por qué siempre acababan rompiéndome el corazón de esta manera? Al menos no iba a dejar que…

… y entonces el suelo empezó a resquebrajarse y a hundirse. Clavé instintivamente mi martillo contra la pared para frenar la inevitable caída. Maldita sea, teníamos que haber sido más listos, y habían caído en una trampa tan obvia. Finalmente la caída no fue para tanto, aunque lo que me daba rabia no era que esto lo hubiera hecho un Melknhar…

… sino que si había un Melknhar y un Eve, sin duda también habría que aguantar otro Grovehn. Y como no podía ser de otra forma, era el más fachenda de los 3. Fantástico, ni aquí iban a darle un respiro los malditos de su propia estirpe. Además hablaban de unas puertas, y sólo me preguntaba si podía usar sus cráneos como arietes para abrirlas. Aunque no estuviesen cerradas.

Esperaba que alguien dijese algo más útil, cuando un vacilon, quien difícilmente podía llevar otra sangre que no fuera Grovehn, se pasó de listo y el Melknhar le puso en su sitio. Me puse el dorso de la mano frente a mi boca, para que no quedase tan evidente la sonrisa que me provocaba tal escena. Para mí, el agujero podía ser infinitamente más profundo, y lanzar al resto de Grovehn presentes… luego ya se encargaría de patear unos cuantos Eves más allí abajo.

Fiona se vio tan sorprendida como el resto cuando fueron atacados por aquella fuerza, viéndose arrastrada hacia el suelo y perdiendo en la aparatosa caía su cigarrillo, la mujer se levató rauda sacudiéndose la ropa y mirándolos de mala manera... no le gustaban las sorpresas, no le gustaban las fanfarronadas y mucho menos que la tiraran al suelo sin venir a cuento... entonces uno de los Grovenh lanzó sus armas... una carta de metal que no tardó en ser devuelta por el Melknhar, por un lado se sintió orgullosa de su legado... pero por otro... aquello no le gustaba, especialmente porque parecían querer jugar con ellos.

A Fiona se le ocurrían muchos improperios para aquellos tres, pero las palabras que tenía en los labios fueron formuladas por varios de sus compañeros, entre ellos la Eve del buho. Por lo que tras una última sacudida malhumorada a su ropa para quitarse el polvo, aguardó la respuesta en silencio con una chispa de advertencia en sus ojos hacia aquellos tres... como tuvieran cojones de volver a tirarla al suelo iban a saber lo que era el infierno.

Nada quedó claro en la "superficie". Escuchar aquel "bu" me hizo fruncir el ceño, cuando de pronto todo nuestro suelo comenzó a venirse abajo. Mi gesto se tornó en duda y preocupación, sin embargo no huí, sino que flexioné las rodillas.

La caída fue limpia, no me hice demasiado daño, aparte de varios rotos y su consecuente herida, siendo la peor en el hombro, debido a que caí de lado...quizás porque no traté de huir y me apoyé todo lo conscientemente que pude en el breve intervalo de tiempo que nos impidió casi la reacción. 

Me levanté rápido posando mis dedos en el arco, comprobé que seguía en su sitio. Sin mirar el polvo y la tierra que cubría mi vestimenta junto a algunas piedras ancladas en mi negra cabellera, contemplé las caras nuevas que allí había, con gesto serio, pues no entendía aún a lo que se referían con el tema de las puertas.

Pese a lo acelerado que latía mi corazón, mi apariencia externa seguía pareciendo serena. Algunos trataron de atacar, como el muchacho de mi legado, que se encaró con sus cartas, incluso cortándose, sangre...Miré a ambos lados para tratar de ayudar si alguien más lo necesitaba, ya que no parecía necesario estar en guardia, y entonces, volví a fijarme en el panda y su dueño.

Viendo la inquietud de ambos y las palabras de su dueño, decidí acercarme.

- No estés nervioso, no estás solo - musité mientras trataba de acercar mi mano a su fiel y peludo compañero.

Nora miró alrededor, momentáneamente desesperada, buscando la figura de Rakshasa entre los escombros, y llevándose la mano al pecho con un suspiro de alivio al comprobar que se encontraba en perfecto estado. Entonces, cuando el jaguar se aproximó a ella y teniéndolo cerca, supo que no le había ocurrido nada malo, comprobó su propio estado, que sorprendentemente era exactamente igual al que poseía antes de la caída. 

Miró alrededor, comprobando el estado de los demás, y una vez descartó heridas importantes y muertes que lamentar, encaró a aquellos tres semidemonios que se habían tomado la licencia de convertirlos en objeto de burla, y llevada por la rabia incipiente que comenzaba a alojarse en su pecho, rugió, como lo habría hecho un animal salvaje. Como un gran depredador, notando que Rakshasa se le unía en el acto, situándose a su lado, en tensión.

No obstante, la mujer no dedicó una sola palabra a aquellos tres individuos, y sin desear seguir siendo el hazmerreir de nadie, se cruzó de brazos, y emitió un bufido, tratando de serenarse- No sé qué puertas serán esas. A simple vista no las hay. -contestó, al hijo de Eve que había formulado la pregunta sobre las mismas, acercándose junto a Rakshasa al grupo que se había comenzado a formar en derredor de la infante que se encontraba entre ellos. Si había que atacar, sería mejor sin duda hacerlo en grupo

La conversación de Vyka con Smel fluye y le sonríe con simpatía al escuchar su comentario sobre Oldland pero en ese momento, el chico hace una broma de mal gusto, dejando a la pelirroja un tanto sorprendida pero lo que más le sorprende es el momento en que el suelo se abre.

La caída fue tan sorpresiva que no tuvo la oportunidad de hablar y cayó sobre su espalda. El golpe la dejó aturdida por unos segundos y cuando dispuso a levantarse, sintió la voz de Smel - Sí, un poco aturdida solamente. Gracias - tomó su mano y se dirigió al chico de las cartas que se veía bastante enojado - Bueno, parece que estás bien - para luego girarse hacia el hombre Melkhnar - ¿Y usted? - para luego esperar respuestas de esos tres extraños chicos.

En ese momento, el chico de la tierra le juega una broma bastante pesada a Daeron, quien parece colgar de un precipicio. Vyka corre en su dirección y le tiende su mano para ayudarle a subir. Si algo detestaba ella era a quienes abusaban de su poder.

- Te ayudo - aunque no antes de dedicarle una mirada que solo en su madre podía ver, la mirada de esa bestia interior que siempre acompañaba a los hijos de Caín. Luego, volvió a concentrar su atención en Daeron y pidió apoyo de Smel y Nói.

El chico de las hachuelas crujía su cuello mientras os miraba desafiante antes de decir...- Claro... nadie sabe nada... como siempre...

El chico del ave esta vez no abrió los ojos, mientras veíais como relamía sus labios casi como si ya pudiera relamer la sangre en ellos. La bestia de su interior se despertaba, mientras el halcón en su hombro afilaba la mirada hacía delante y preparaba sus alas para embestir el vuelo...

Y el Melknhar se cruzó de brazos mientras decía.- Hay que acabar con todos... antes de que empiecen a organizarse...

Las nubes acudían expectantes al claro formado entre las ruinas, mientras la noche parecía estar a punto de llegar... la luna se escogió un lugar privilegiado... pues aunque nadie lo quisiera el rumor de la batalla empezaba a estar presente... Era vuestra bienvenida a Oldland o puede que el principio de vuestro final.

- Fin del Día 0 -