Parece que la situación había cambiando con el paso de los días. Ahora solo unas cuantas voces se alzaban en contra de mi acción. Me mantuve al margen de los comentarios ya que consideraba una prioridad obtener información acerca de los caídos. Lo que opinaran los insensatos era baladí. Si tenían algún problema, ya sabían lo que tenían que hacer. Ya me habían sentenciado anteriormente y no sentía temor por volver a experimentarlo.
-Mis ratas han susurrado. Nuestro amigo Dyehuty era un individuo complejo. Hemos acertado en nuestra decisión, ya que era un traidor.- Acto seguido me dirigí a Olenna para advertirle. -No hagas caso a nada de lo que te diga, ya que posiblemente intentará defenderse usando todas las técnicas de embaucamiento con el único objetivo volver a la vida y seguir con su cometido.
Cuando finalicé de pronunciar las palabras, mis roedoras dieron por acabado su festín, abandonando el cuerpo demacrado del árabe. Se establecieron a mi alrededor, saciadas y preparadas para obedecer cualquier nueva orden que procediera de mi boca.
Mientras permanecía a la espera de saber lo que Sarghagas tenía que decir, se trató de interponer Sylvia. La miré frunciendo sutilmente el ceño, parecía que no entendía muy bien el porqué se lo permitíamos, al menos Oliver es más sensato, pensé, y le hice un gesto de agradecimiento a este por fiarse de mi.
- Esperamos conocer si de verdad puede sacarnos de dudas - dije con suavidad, dirigiéndome a la chica de la serpiente, que parecía no ver que era una prueba para conocer hasta qué punto podía obtener aquel Eve información con la muerte. Sin más, esperando haber dado por zanjado un posible conflicto solucionando con la racionalidad, me fijé en Fiona con una admiración casi infantil. Era fuerte y valiente por hacer aquella acusación tan abiertamente, pues nunca antes lo hacía hecho. Muy segura debía estar sobre lo que estaba diciendo.
Sus palabras sólo afirmaron mi teoría, por ello me fui acercando a donde estaban ellos para hablar. Una vez que todos habían acabado, ladeé la cabeza dispuesta a ser yo la que se pronunciara. Sentí de nuevo el palpitar de mis flechas en mi espalda, una pequeña muestra de luz se abría paso ante mis ojos - Yo confío en Fiona. Sus palabras son aclaradoras, como las de Vyka - un pequeño remolino giró por los dedos de mi mano, los cuales bailaron con elegancia a su mismo ritmo - tú has sido tan culpable como el resto de semillas de que me mataran a mí, de que mataran a Theora, de que lo hicieran con Nimay... - tomé aire, pues notaba el calor de mi parte demonio bullendo a toda velocidad por dentro, pese a que impartía tranquilidad exterior - desde que vi que no te alegró mi vuelta, sospeché de ti; pero fue cuando me preguntaste por quién me trajo a la vida - antes que simplemente saludarme - cuando mis dudas empezaron a tener coherencia... Cualquier persona inocente se hubiera planteado mi culpabilidad sólo por no hablar, por no decir un nombre... pero tú, en cambio, lo aceptaste, ya que conoces a los traidores...No quiero entrar en disputas contigo, pero las acusaciones sin fundamento hacia Fiona fueron el remate...es el momento: cuéntanos quiénes son... - le dije a Deidre con la fantasía en mi pecho de poder saber que se arrepentía y que nos ayudaría.
Seguidamente escuché el veredicto de Sarghagas, me desvié hacia él y asentí con la cabeza por habernos ofrecido la respuesta. Luego la meditaría.
Las preguntas se alzaban, al igual que lo hacía aquel fatídico sueño que ganaba a vuestras fuerzas y os sumía en una oscura venda, sin saber si al día siguiente podríais despertar...