Aquellas palabras del Grovehn por algún motivo me hicieron preocupar, no entendía la razón de su petición ya que hasta el último momento estaba allí en sus brazos. Solo que al notar un cambio en su actitud, como sabiendo algo, hizo que tuerza ligeramente el gesto, transformandolo en una tristeza infinita al sentir como me separaba de su lado para recibir la muerte bajo el gélido manto de la noche y la luna como testigo.
- Nooo... - grito envuelta en un halo de desesperación, mientras corro a su lado para abrazarlo en su último suspiro de vida, apoyando mi oído en el pecho, anhelando que su corazón jamás deje de latir. - No me dejes Alastor, prometiste protegerme... - expreso a través de un tono quebrado, casi en un susurro ahogado hasta que en el último latido siento como lo pierdo para siempre.
Ahora en mis brazos ya sin vida, observo a los presentes al darle una última caricia a Alastor cargada de un cariño tan grande como este sentimiento. Intento llevarlo debajo de uno de los ángeles caídos mientras cruzo sus brazos dejando su cuchillo entre sus manos.
Y al incorporarme me prometo a mi misma averiguar sobre el culpable de esto. Por ello acudo a Olenna para preguntar:
- ¿Por qué él? - el tono era serio, se notaba que me importaba demasiado saber la respuesta. Mis ropas y parte del rostro tenían su sangre, la ira me carcomía nuevamente pero saber la verdad era más poderoso que aquel sentimiento.
Mi fallecido cuerpo vibraba. Notaba como los trozos fríos de lo que un día fue mi carne, ahora estaban recobrando su calidez en plena levitación, sufriendo, a su vez, una constante lucha por volver a levantarse del suelo. Se volvía a tensar todo lo que hasta hace poco sólo estaba rígido.
Aquel fuego mortal que me recorría las venas, buscaba una salida. Sentí el efusivo calor brotando de nuevo en forma de rojez, coloreándome mágicamente las pálidas e inertes mejillas.
El aliento, el alma, el viento de mi alrededor, volvía a formar parte de mi ser. Cariñosamente, el conjunto, me abrazó, trayéndome de vuelta a aquello que llamábamos: vida.
Era como un barco resurgido, quizás fantasma, quizás demasiado particular, pero curiosamente reconstruido. Moví un dedo en un impulso eléctrico enviado por las neuronas de mi cabeza, y, exhalando de nuevo una bocanada de aire entre el sonido estremecido de mi voz, - por culpa del calvario que me causaba volver a habitar los restos sanados, aunque masacrados - , pude sentir una lágrima escurriéndose, lentamente.
El desconsuelo de lo que me hicieron, era allí más real y doloroso de lo que había sido en mi estancia por la muerte.
Los sentimientos volvían a erizar mi piel con facilidad.
Elevando la mirada del suelo, y subiendo a la vez mi mano por el pelo, fui cambiando el gesto.
Torné de desolación a eterna curiosidad; la curiosidad por volver a disfrutar de la mirada de mis antiguos compañeros. Pasé mi vista por los ojos que quedaban, los restos de la iniciada batalla.
En plena búsqueda de verdad, me topé con un rostro conocido. Sonreí al verla, era ella, Olenna – Me alegro de verte aquí – musité con alegría, conteniendo las ganas de sentir, de nuevo, el valor de un abrazo. Después, inconscientemente, miré el cuerpo sin vida de Alastor gracias a su referencia.
Sin albergar demasiada pena, pese a que la chica even se lamentaba por su pérdida, dirigí de nuevo mis pupilas al frente. Noté la mano de ella en mi pecho – ahora que estoy aquí seremos un equipo, lo conseguiremos – dije asintiendo ante sus palabras, a la vez que acaricié el dorso de su mano con cierta sutileza.
Seguidamente, y como era de esperar, el resto tenía dudas. La pelirroja, Vyka, se interesó por mi estado; yo, por mi parte, ladeé el gesto. Con seriedad, pero amabilidad, le contesté – no tengo la completa certeza de porqué estoy aquí otra vez, pero sé que me siento bien, he recobrado la energía perdida... Me siento más pesada... diría que todo aquí es más hiriente, pero, por suerte, estoy bien, aunque todo lo que me rodea vuelve a ser irónicamente nuevo y diferente... - suspiré poniendo la cabeza recta - el caso es que he vuelto, he despertado de mi sueño – dije, tratando de haber conseguido expresar y contestar, al menos, con una breve frase, una parte de lo que me preguntaba.
Todavía estoy atendiendo a Daeron, y cuando Vyka me brinda una mirada confusa le doy un pequeño apretón de mano sumando una suave sonrisa – Confía en mí – le susurro tapándome la boca.
Por lo demás... algunos prestan su atención a la crisis existencial de la pequeña Eve, pero de repente... algo me pilla mas cerca, como Alastor, que como a todos... llama mi atención con su repentina muerte. Desatiendo totalmente al Grovehn de las cartas, y mi única reacción es cruzar otra mirada con mi compañera. Estoy acostumbrada a mucha cosa oscura, pero no terminaré de acostumbrarme a que la gente se muera a unos metros de mí sabiendo que podríamos ser, antes yo, y ahora nosotras. Vuelvo mis ojos a Deidre con una mirada que podría catalogarse entre triste y confusa.
Sin mas que hablar, Quón, posado en el suelo... levanta su cuerpo para empezar a caminar - Eh, a donde vas Quón – le digo elevando ligeramente una ceja. ¡No estamos en casa!... o ¡no te despegues de mí! son frases que pienso, pero un leve espasmo en la cola es su máxima respuesta hacia mi persona. Observo como se mueve.
No tardo en darme cuenta que camina hacia el remolino de vientos que acaricia el regreso de la Grovehn arquera, que ya está de vuelta. Acojo un largo respiro hacia dentro y persigo la estela de mi bestia, así como la de Vyka. Si bien el saber que Nói guardaba se perdió bajo la luna, con Katalina... siempre lo tuve mas cerca con mi compañera. Su madre estuvo aquí, así como el padre de la mujer que bufa. Todo ello me dice que las fuerzas del todopoderoso averno no son perfectas, y ademas de verlas con mis propios ojos, tendré las historias que contar con las que jamas regreso ninguna de mis hermanas.
Escucho con los ojos muy abiertos la respuesta de Yaiza, y entre lo dicho la verdad es que me transmite paz. Casi no había escuchado su voz - Me alegro de que estés viva - resumo mis sensaciones, pero no puedo obviar que Alastor acaba de caer.
Decoro un poco la pregunta de Deidre - ¿Alastor contenía una semilla de la destrucción?. Debo preguntarlo, o por mi misma no lo sabré – muestro una palma en gesto de duda.
Por algun segundo, tuerzo mi gesto levantando un tobillo sin despegar la punta del pie del suelo. Veo los nombres de nuestras almas por enésima vez. Se notan más por la noche, mis ojos los veían como una representación de nuestras muertes, o alguna especie de mecanismo para que todo se vaya a la mismísima mierda. Pero ahora... me apetece verlo como una cerradura en nuestras propias manos.
Sigo al lado de Vyka. Quón reposa tendido en el suelo.
Totalmente pendiente de la recién llegada, observa con sus pupilas dilatadas la sonrisa que le dedica. No llega a devolvérsela, pues sus labios siempre se han resistido a sonreír por más cosas que la ironía, pero su actitud demuestra que el sentimiento es recíproco. Aunque sólo sea por una cuestión de supervivencia, tener a Yaiza de vuelta es una gran noticia.
Un instante más tarde, cuando la Grovehn habla de ser un equipo, Olenna asiente con lentitud. Es consciente de que eso es lo mejor, pero también cree que también es lo que más irritará a los asesinos. Aunque bastante debe haberlos irritado ya. Siente la caricia en su mano con cierta extrañeza y toma eso como la señal para retirarla, aunque sólo sea por no saber muy bien cómo reaccionar a eso.
—¿Digo algo aquí? —pregunta a la recién llegada, haciendo un gesto breve hacia su sien.
Un instante más tarde, cuando recibe la pregunta de la chica del lobo, la mira por un instante. No tiene muy claro si le pregunta por qué le pregunta a ella, pero tras valorar varios motivos se encoge de hombros.
—Pensarían que es asesino —resume, como si la respuesta fuera clara. Entonces, sin tacto, se dispone a aclarar—. Yo lo pienso, pero sin pruebas. —Entonces hace un gesto hacia la chica de los gritos—. Ella lo piensa, y creo que él también —enuncia señalando al hombre árabe—. Creo que muchos lo piensan, pero sólo unos pocos lo dicen —explica, y entonces hace un gesto, como pidiendo unos minutos—. Pregunto al muerto.
Tras esas palabras, sin embargo, lleva sus ojos al cielo por un instante. No debe faltar mucho para que caiga la verdadera oscuridad, y deben estar preparados. De modo que con una inclinación de cabeza en dirección a Yaiza aprovecha para alejarse y emplea sus últimos minutos en recorrer de nuevo el lugar, bastón en mano, escuchando cada uno de los sonidos de la piedra. Revisa de nuevo la frontera, por si ya pudieran salir, y de nuevo puede verse en su intento más determinación que rutina. Es cuestión de tiempo, lo sabe. Ninguna barrera debería poder mantenerse eternamente.
Finalmente se retira una noche más a un lugar un poco apartado desde el que pueda observar a unos y otros y se prepara para pasar la noche. Su penúltima mirada es para la niña, que parece haber enmudecido o haberse bloqueado tras lo sucedido con su compañero. Quizá no tenía lo necesario, después de todo. La última es para el hombre elefante y la chica del lobo, por si alguno de ellos fueran a darle cobijo durante la noche. Y después lo deja estar.
Con la cabeza gacha y los ojos entrecerrados hace repaso de lo poco que se ha dicho en esa ocasión, aunque no lo hace de una forma racional. Es más como si su cabeza le fuera trayendo las sensaciones que le produjo cada palabra, y eso le ayudase a formarse una idea de quién es más y quién menos peligroso. Aún así permanece atenta, por si alguien dijera algo más en esos últimos instantes.
El rechazo a mi hermano, no era del todo así, era más bien por el miedo de lo que mi propio instinto podría llegar a ordenarle por sobre mi mente, cuando vi a Nói aparecer, mi mente quería cumplir mi palabra de protegerlo, pero mi instinto estaba determinado a hacer pagar a Katalina a costa de cualquier precio; Wardjan y yo compartíamos un vínculo e historia especial, jamás nos separábamos y con solo una mirada nuestra comunicación era fluida.
Pese a que parecía que le estaba rechazando no era del todo así, ya que solo estaba exteriorizando la confusión de mis sentimientos y mi mente, ¿Por qué Nói no dijo nada? ¿Por qué no me detuvo cuando le dije que iría por Katalina?, aunque el anciano le dijo que siempre se quedaba solo, quizás aquella mujer le hacía daño, pero así como Oldland me había unido con Roy, lo hizo con él y Katalina…pero ¿Por qué no morí yo con Roy? ¿Qué tipo de vínculo era ese?, pese a todo algo en mi interior me hacía desconfiar de él, y no estaba del todo equivocada.
Ahora comprendía mejor aquella absurda justificación de Katalina con Roy, era todo parte del show y de lo que Nói le decía de Roy y de mí.
Tras las palabras de Sylvia y Nimay, estire mi mano hacia Wardjan, quien se acercó a paso seguro, son tocarnos nuestras miradas se quedaron fijan por largo rato, sumidos en una complicidad que nos abstraía de todo, incluso del regreso a la vida de Yaiza, pero con la muerte de Alastor ambos desviamos la mirada hacia lo que ocurría, en un movimiento reflejo y sincronizados, nuestro pestañear era al mismo tiempo, incluso nuestra respiración, volvimos a mirarnos y como de un pacto se tratase nuestros ojos brillaron y ambos sonreímos, Wardjan lamio mi cara y frote con cariño su oreja.
-Caza antes de que te casen- repetía en mi mente…una enseñanza que Oldland marcaba en mi mente; las lágrimas habían cesado, la rabia también, ahora muchas interrogantes aparecían y debíamos seguir adelante, camine hasta Nimay y tome su mano, sonreí a Haathee agradeciendo su protección, Wardjan también hizo lo propio con una reverencia.
Observe el dolor de Deidre, pero no podía acompañarla en su sentir, Alastor no era de mi agrado y yo tampoco de él. Así recorrí con la mirada a todos los presentes, deteniéndome en Fiona, pensando en sus palabras, ¿como sabe que encontrare a mis padres?, que seguridad hay en eso si con cada noche y atardecer estoy mas cerca de morir...o enloquecer.
Escucho con determinación las palabras de Olenna mientras acaricio a Tyr un tanto pensativa, la rabia no era hacia los que allí estaban presentes sino hacia el cruel destino que Odland tenía para mi. En el fondo de mi corazón sabía que un lazo de semejante magnitud no podría durar tanto, este lugar se encargaba de romperlos dejando al más fuerte en pie o al que más podía adaptarse a las vicisitudes del destino.
Algunos retornaban y otros se iban.
Era el dictamen de Odland, por ello respondo a Olenna. - Claro, me gustaría saber lo que tiene para decirnos. Estaré muy agradecida contigo por ello. - respondo mientras camino alrededor de la piedra tallada, buscando respuestas en mi interior. ¿Qué tienes para decirme Odland? - pregunto mentalmente frunciendo el ceño, Tyr gruñía en respuesta hasta que detengo mis pasos para observar al Ángel caído, aquel que tenía las marcas de su pesar envuelto en lágrimas.
Tras unos minutos contemplándolo, una sonrisa se escapa de mis labios al acariciar la piedra y siento como el frío comienza a recorrer mi cuerpo. Una vez que termino aquel momento de reflexión, organizo mis pensamientos y asiento para mi ante lo sucedido porque sabía que era una consecuencia. Un mensaje.
Y al observar a todos, un gesto amable surge de mi rostro hacia Smel ya que había sido la única que se interesó por Alastor, al menos en conocer el motivo de su muerte. Por ello, camino acompañada de mi lobo acercándome a la chica para decirle unas palabras. - Tal vez haya sido un mensaje de Odland. - expreso en un tono triste pero embriagado de determinación mientras observo a Theora ir junto a Nimay. - Allí estarás protegida mi niña. - murmuro para mi, tranquila de que ella estaba segura al lado de aquel hombre.
Por mi parte, tomo asiento abrazada a mi lobo. Contemplo la luna en silencio ya que sentía un amargo sabor al hablar, necesitaba respuestas o una clara señal.
Las orejas de Haathee se sacudieron cuando el aire empezó a mover la arena alrededor del cuerpo de Yaiza. Los ojos de Nimay siguieron de inmediato esa dirección y se abrieron como platos al ver lo que sucedía. Contempló el cuerpo curarse y recomponerse, como si fuese esa misma arena la que lo sanase y una oración musitada para Bramha empezó a salir de sus labios. Aquel lugar estaba lleno de muerte, pero también de vida y la rueda del Samsara parecía girar de una manera diferente.
Apenas dedicó una mirada de reojo al cuerpo de Alastor cuando Deidre empezó a gritar. Si se alegró por la muerte de aquel hombre, no lo mostró.
—Bienvenida de vuelta —dijo hacia la chica del arco, con una tenue sonrisa en su expresión seria—. Me alegro de que estés con nosotros de nuevo.
Entonces notó la mano de Theora en la suya y miró hacia abajo, dedicándole una mirada de ánimo a la niña. Caminó hacia el lugar donde estaba Haathee y el elefante se tumbó sobre su costado, como había hecho la noche anterior. Buscó con la mirada la capa que Sylvia había dejado caer y la recogió. Nimay se sentó en el suelo y apoyó la espalda en el animal para después ofrecerle a la pequeña sus brazos y arroparla con la capa. Y desde ahí, miró a Sylvia.
—Si queréis podéis dormir con nosotros también esta noche —le dijo, incluyendo a la serpiente en sus palabras. Después miró a Deidre e hizo una mueca con su soledad—. Vosotros también —le ofreció—, si queréis.
Sin más, se quedó allí quieto, contemplando los rostros y actitudes de todos los presentes mientras acariciaba los cabellos de Theora y empezaba a musitar un mantra entre dientes para ayudar a conciliar el sueño a la pequeña.
Yaiza estaba de vuelta, ella me agrada... Es mi contra parte, aunque de otro legado. Es bella y tiene personalidad, en cambio yo... solo soy yo.
No me acerco, me mantengo a un costado de Fiona observando como su cuerpo inerte vuelve a moverse y recobrando el aliento hasta llegar a levantarse y hablar. En mi rostro se dibuja una sonrisa que tiende hacía el lado derecho de la cara.
- Pasan cosas raras en este lugar... Digo tímidamente a Fiona, sin dejar de mirar a Yaiza, dando énfasis a las muertes constantes y repentinas resurrecciones.
Las muertes no dejaban de sucederse en este lúgubre lugar llamado Oldland. Unas podían decirse que justificadas y otras sin embargo sin sentido aparente. No pude más que observar el cadáver de Alastor aunque no me cayese bien. No podía para de formularme una y otra vez ¿Por qué de su muerte? Y lo más importante… ¿quién o quienes la perpetraron?.
Cada vez tenía más claro que había un tercer bando que mataba para y por sus propósitos… nada en Oldland es al azar. Era curioso como este lugar, Oldland, jugaba con nosotros. Como si el destino se tratase de una enorme ruleta rusa la cual exigiese un alma por una vida.
Muevo ligeramente mi testa y dedico una tímida sonrisa a Yaiza.- Bienvenida a Oldland. Señalo lentamente a mí alrededor mostrando el paraje nada esperanzador. Mi mano se detiene momentáneamente en Theora. No pude más que dedicar una leve sonrisa a la niña al ver como esta llama a su mitad, a su medio yo, para reconcilia consigo misma. Solo puedo asentir a modo de aprobación hacia tal gesto.
Observe el horizonte y como este portaba el atardecer, preámbulo de la noche. Me senté y en silencio observe como el astro rey poco a poco invitaba a la noche. Un extraño escalofrió recorría mi cuerpo… esto no ha hecho más que empezar.
Y mientras las dudas se volvían a alimentar de vuestros miedos, aquel suave beso llegaba por parte de aquella tierra maldita, avocando vuestras existencia al sueño sin más remedio que dejarse soñar-
La segunda noche acababa, mientras en vuestras mentes parecía siempre empezar...