Poco a poco la tarde parecía nacer, mientras vuestro pecho bailaba, en un incesante movimiento que era la antesala al sentimiento que lentamente empezaba a nacer.
La mirada de Theora recorría el rostro de todos vosotros, terminando en Sylvia, casi se podría decir que tanto ella como su can, enseñaban los dientes a la par, mientras la renacida mujer serpiente y su ofidio no se ofendían y miraban con normalidad.
Nimay y Yaiza se cruzaron de brazos, pero entonces un pequeño y agudo punzón parecía instaurarse en sus mentes obligándolos a caer sobre su peso, y sintiendo como Oldland no perdonaba su obcecación.
Aprovechando el momento, Bethanny se acercó con paso ligero y decisión en su brazo para atizar a la pequeña Theora... pero esta estaba alerta y saco su escudo entre ambas, y frenó un primer ataque, mientras Wardjan se lanzaba con fiereza sobre la mujer del martillo. Una mirada rápida de la mujer rubia y blandió de nuevo su arma, lanzando en este golpe tras un chillido al perro a varios metros, mientras su mandíbula crujía, y la pequeña guardaba su propio rostro tras un rastro de sangre.
Aquel dolor compartido, hizo que Bethanny entrecerrara la mirada, mientras una cadena volaba entre ambas rivales, y se instalaba con su cuchilla sobre una roca.
A varios metros, Sarghagas sonreía mientras una fila de varias roedoras saltaban a la cadena y empezaban a correr raudas por ella, en dirección al centro, para saltar cercanas a la pequeña Theora. Recordando un viejo cuento, Theora intentó acallar la sed de las ratas con una canción, pero sintió como su garganta esta seca... y como a pesar de que ella lo intentaba, de su boca no salía ningún átomo de voz, y por tanto aquel velo dormido no hacía efecto ni creaba sumisión.
Las ratas siguieron su curso, y la pequeña intentaba esquivarlas con su escudo, pero su número y agilidad le supero, y tras recibir unos cuantos mordiscos en uno de sus pies, sintió un dolor más penetrante que aquellos colmillos que se aferraban a su piel...
Entre sollozos pataleaba intentando zafarse de ellas, revolcándolas y lanzándolas... y fue entonces cuando descubrió que mientras sentía un arduo dolor en su miembro... hasta media rodilla, su piel y carne se desintegraba... y el hueso empezaba a caer deshecho sobre el suelo... sin rastro de sangre... como si aquello estuviera muerto hace cien años... pero a pesar de eso el dolor la carcomía.
Los sollozos de la niña, fueron escuchados por su perro que intentaba llegar hasta ella aún con el hocico herido, pero de pronto sintió como sus patas se enredaban en el suelo, mientras raíces y hiedras crecían agarrándolo y apretándolo sin más, mientras que de lejos Olenna aferraba su bastón con fuerza casi incándolo en el suelo, mientras la vegetación seguía creciendo allí, sin más...
Las manos ahora de Theora, temblaban, y no se sentía tan mayor... aquella batalla le venía grande, y necesitaba apoyo o manos amigas que le dijeran como seguir... Su mirada buscaba entre los restantes, pero un lazo de lodo se enlazaba en su cuello, mientras Smel, apretaba con fuerza hacía atrás.
La mirada de la pequeña se turbiaba, mientras sentía la asfixia... y entonces Sylvia peinó su pelo hacía atrás, mientras la serpiente miraba odiosa ahora a la pequeña... y tras unos segundos parecía lanzarse a pesar de la distancia.
Fyas se perdía en el aire, transformada en una neblina verde oscura... que poco a poco se difuminaba y llegaba donde la pequeña luchaba por respirar... Smel soltó su látigo, y lo chasqueó para hacerlo volver, a la vez que la pequeña tosía y jadeaba, y aquella niebla la rodeaba.
Seguro que si lo hubiera sabido, Theora no hubiera respirado aún... pues mientras inspiraba, sentía un fuego que la invadía, y la quemaba y la obligaba a volver a tomar aire para escapar... la sangre se vertía desde sus heridas con fuerza, como animada a salir... a la vez que sus ojos se ahogaban en un rojizo charco que poco a poco callaba sus sollozos y auxilios, dejando un cuerpo tendido sin más.
A un lado su escudo... manchado de su sangre, mientras aquel cuerpo de muñeca se bañaba en sus últimas lágrimas y sangre... separada de su querido Wardjan que poco a poco caía resbalando de aquella cárcel viva, siendo solo un cuerpo muerto, sin aliento, sin compaña...
La muerte de nuevo era dueña de aquella tarde, en la que la inocencia de una pequeña se perdía de nuevo bajo la máscara de la silenciosa eternidad, que poco a poco se haría acopio de sus años, sin olvidar su valor y su afán.
Aun silenciosa, el regreso de Olenna lo había visto como un giro positivo. Sarghagas, también inocente, pero la muerte apenas me ha dejado coincidir con él. Primero no pude creerme que quedara otra semilla, pero se confirma tras ver como todo continua una vez derramada la sangre de, en principio... la que pensé que seria la ultima piedra en este camino. Por lo demás... me dejé llevar con propia seguridad por las explosivas fuerzas que esta plaza de la muerte impulsan bajo cada asquerosa puesta de sol. No igual con Vyka, aunque parecido, tres de tres, alcé mi lodoso látigo contra el cuello de la pequeña semilla Eve. Una menos, pero aun seguimos expuestos...
Tras todo, pongo mis brazos en jarra - Tras las resurrecciones sé que era una semilla, por descarte, pero ya pasan de 4 semillas con creces, asociados e iniciados, parejas, y manipuladores (y lo que se me escape) - Sueno quejosa por el lío de posiciones enfrentado hasta ahora, y después giro mi rostro hacia la mujer del bastón - Olenna, la piedra me habló – aunque ya dice habernos escuchado. Mi nombre, Smel – Por el día creo haber entendido a que te referías, pero no estaba muy segura – admito.
Entonces me aparto el flequillo y miro hacia la rubia del martillo – No me odies, Bethanny... pero en serio creía que entre las 4 podías ser tú, y no la niña – Estuve a solo un suspiro de pasarme de lista.
Pese a la determinación que tenía, esto había sido lo más duro que había hecho. No tenía ganas de decir nada más, esperando que regresaran de una vez esos "guardianes", pero no había señales de ellos por ninguna parte. ¿Significaba aquello que aún no había terminado? ¿O que eran unos malditos perezosos? En cualquier caso, aún respiraba. No sabia cuanto iba a durar así, pero las palabras de Smel hizo que mi silencio se rompiera.
¿Odiarte? Yo aún respiro, y son mis manos las qué aún están manchadas de sangre inocente, aunque haya sido reparado parcialmente mi error. - miré al resto - Si de verdad ella no era la última, si estos son los últimos instantes aquí, espero que cuando el circulo se complete, de la fuerza necesaria para terminar con esto de una vez por todas.
Por primera vez la participación de Olenna en el combate no había sido física y ella misma se había asombrado del resultado. Ahora, unos minutos más tarde, sostenía aún su bastón en las manos, impresionada de su propio poder. Poco a poco relaja su postura y se acerca adonde las plantas han crecido para observar con sus propios ojos el resultado. Hiedras y enredaderas habían crecido de la nada, y para la Grovehn eso era tan imposible como la propia resurrección.
Mira desde allí a los demás con una expresión casi interrogante. Sabía que ellos no tendrían las respuestas sobre su propio poder, pero eso no anulaba las preguntas. Al detener sus pupilas en Sylvia se acerca a ella.
—Por ahora dos de tres —enuncia satisfecha, compartiendo eso con ella—. Pronto tres.
Tras esas escuetas palabras la mujer mira a la del cocodrilo y asiente brevemente acercándose a ella. Luego vuelve a hablar.
—Un mensaje de la que grita —enuncia antes de alzar un dedo, extrañada y mirarla a los ojos—. «Te lo dije».— Hace entonces una pausa—. Eso pidió que dijera, con dedo y todo.
Luego se dirige al hombre del elefante.
—La niña dice que cumplas promesa y que busques padres. Dice que digas que está bien. Dice que espera que Oldland te libere pronto y que ella también cumple.
Nimay y Haathee se habían mantenido al margen en las discusiones de aquel día. Los ojos de ambos, hombre y elefante, recorrían a los presentes, pero siempre terminaban volviendo hacia Theora. Desde el momento en que Nimay creyó darse cuenta de lo que pasaría aquel atardecer, decidió que ellos no participarían. Sin embargo, no esperaba el dolor en su cabeza y cuando finalmente el momento llegó, cayó de rodillas, llevándose las manos a las sienes. Al mismo tiempo, Haathee barritaba y doblaba sus patas delanteras, frotando su enorme cabeza contra el suelo en busca de un alivio que no llegaría hasta que el combate terminó.
Ambos se pusieron en pie despacio y ambos permanecieron en un silencio denso y espeso. El hombre cruzó su mirada con los ojos de Yaiza por un instante antes de ponerse en movimiento. Haathee recogió con su trompa el cuerpo del perro y Nimay se agachó para tomar el de Theora del suelo. Los dos caminaron con paso acompasado hasta dejarlos cerca del ángel, juntos. Después el hombre se arrodilló y se tomó algunos minutos para entonar un mantra entre dientes, elevándolo hacia Brahma para que guiase su alma cuando la rueda comenzase a moverse de nuevo.
Sabía que a su espalda las mujeres hablaban, pero no les prestó atención. No hasta que escuchó la voz de Olenna. Entonces se giró, buscando la mirada de la mujer del bastón, esperando algún mensaje por su parte. Cuando este llegó, el hombre asintió.
—Con suerte pronto podremos irnos. Si salgo de aquí llevaré los cuerpos de los dos a sus padres para que puedan despedirse de ella. Yo no sé dónde está mi Priya y ese es un terrible dolor para un padre. No dejaré que ellos pasen lo mismo. Dile que no la culpo si Oldland oscureció su inocencia. Era demasiado pequeña para este lugar.
Con esas palabras se apartó un poco. Haathee se recostó en el suelo y él se sentó apoyando la espalda en él. En esa postura se cruzó de brazos y volvió a sumirse en el silencio mientras sus ojos recorrían una vez más a todos los presentes.
Cuando la rubia habla vuelvo mi vista hacia ese sello de sellos - Cuando lo vi emitir luz por primera vez creí que era algo más simbólico que útil, la cerradura de unas cortas escaleras al declive... pero no que fuese a dar tanta distracción, ayuda o lío - doy más pie a mi queja anterior - o todo a la vez -.
Cuando me llega el mensaje de mi compañera acompañada de un dedo, dejo caer los hombros como si me pesasen - Me lo dijo... - pero... ¿el qué? - Ella me dijo muchas cosas – como que elegí a una semilla antes que a ella. Respiro resignada - No sé si se refiere a que trataba de defenderme, o que Theora era una semilla – con lo cual habría tenido razón. Sea como sea... me hace pensar. Poco a poco llevo mi vista hacia donde esté su cuerpo - Quón, allí - Dirijo a mi enorme lagarto los siguientes pasos.
Me siento al lado del cuerpo de la chica - Creo que el ultimo día tan solo nos entendimos en no entendernos, pero esto sí se lo debo por todo lo demás - Aunque no sé exactamente que decir - Dile que me quedaré a su lado hasta el final - muy a pesar de todo.
Apenas mantuve el conocimiento al caer. Aquella fuerte punzada me hizo desplomarme. Segundos después abrí los ojos despacio, sintiendo un ruido de fondo entre aquel intenso pitido que circulaba por mis oídos.
Al principio la imagen nubla de los presentes me desorientó, pero pronto volví a razonar. Mi vencejo picoteaba con delicadeza la falange de mis dedos, pues quería que me levantara para ver lo que pasaba: Theora exhalaba su último aliento.
Crucé una breve mirada con Nimay al levantarme del suelo. Su compañera Eve y amiga ya no volvería a sonreír en la Tierra. La inocencia se evaporó, como una simple gota de lluvia dejando paso a un día caluroso de verano.
Guardando silencio en honor a la niña desfallecida, miré el cuerpo, elevado por el hombre elefante y su acompañante. Sin mucho que aportar, me alejé apoyando la espalda en el tronco de un árbol.
Se acercaba la noche y yo incluso podía ser la siguiente, como otras veces.
—Ya he dicho —responde la Grovehn a las palabras del hombre elefante. Luego da algunos pasos por el lugar, deteniéndose delante del surco que aún no ha hablado, y termina por apoyar rodillas, manos y oído. Se tumba a su lado y rasca la piedra durante unos segundos antes de dar por finalizada la escucha.
—Ahora digo —asiente después en dirección a la chica del cocodrilo. Finalmente se sienta en el suelo y, mirando a los demás, vuelve a hablar.
—La niña habla —enuncia—. La niña dice sabe quiénes son semillas, pero es tontería. La niña dice que son Sylvia y la del cocodrilo seguro y a lo mejor yo y el del elefante. Y puede que la del martillo también —expone antes de hacer un gesto con las manos—. Si sigue dirá todos semillas menos ella.
Tras esas palabras mira al hombre alimaña ladeando la cabeza.
—¿Hoy tus ratas no comen?
Olenna espera durante unos instantes la respuesta del hombre alimaña y su ceño se frunce al comprobar que esta no llega. Sin embargo ella misma sabe que no tiene toda la noche, así que acaba por ponerse en pie para caminar una vez más por la frontera. Lo hace despacio, buscando cualquier flaqueza en esa barrera invisible, y aunque ni siquiera ahora lo hace de manera rutinaria esa costumbre sí ha empezado a ayudarle a pensar.
Tras unos minutos se detiene cerca de la chica del cocodrilo y la mira por un instante. Parece dudar sobre si decir o no sus siguientes palabras, pero finalmente habla.
—Dice la que grita que no tienes que hacer eso, que la deuda fue saldada con su muerte —enuncia—. Dice que es esa muerte que ayudaste a auspiciar, Dice que si querías saldar deuda tendrías que haberla apoyado, pero que por tu culpa está muerta. Dice que estar al lado de su cuerpo ahora es como estar al lado de su tumba, pero que ella no está ahí. Dice que haces lo fácil. Que ella te defendió y tú la condenaste.
Y después de ese breve discurso toma aire y lo libera despacio. Busca con la mirada a Sylvia y a la chica del martillo porque sabe que lo siguiente que va a decir les interesa, pero finalmente habla de nuevo a la del cocodrilo.
—Pero también dice que si hubieran quedado dos habría metido, y que si fueras tú una de los dos también —expone—. Así que no creas que siente traición de amiga aunque haga que sí; siente enfado de plan que sale mal.
Una vez ha terminado no se queda a consolar a la Eve. De hecho ni siquiera se plantea que pueda ser la persona adecuada para ello. En lugar de eso vuelve a andar arrastrando el bastón, y a pesar del ambiente enrarecido que pueda haber dejado atrás echa a reír en cuanto su mirada se cruza con la del hombre elefante y algo encaja en su cabeza.
—Es gracioso —le dice—. Porque no querías hacer que la rueda girara hacia atrás, y ahora vives —asiente—. No querías porque nada cambia y ahora tienes tres de tres para buscar a tu hija. A lo mejor eso faltaba antes. —Ladea entonces la cabeza y la sonrisa—. ¿Cambian cosas, o no cambian?
En algún momento Nimay se dejó llevar por sus pensamientos en medio del silencio que sólo algunas de las mujeres rompían ocasionalmente. Los ojos de ambos, hombre y elefante, se detuvieron en algún momento en el otro hombre que quedaba en pie. No recordaba haber oído su voz desde que había regresado y Nimay frunció levemente el ceño al darse cuenta de ese detalle.
Sin embargo, fue la voz de la joven del palo, de nuevo explicándole uno de sus chistes con ese humor ácido que la caracterizaba, la que lo sacó un poco de su ensimismamiento. No se rió. Su mirada buscó por un instante los cuerpos de la niña y el perro y Nimay frunció sus labios en una mueca triste.
—Cambian —respondió entonces, volviendo a mirar a Olenna—. La rueda está parada, pero no estática. No fluye hacia delante, pero sí sobre sí misma. —Se quedó pensativo un instante y finalmente añadió algo más. —Todavía no me ha hablado esta noche.
Parpadeo un poco incrédula, pero sin dar mucha importancia - Ya sabía yo... - ignoro un poco lo que pueda comentar Theora a través de Olenna, no tiene sentido. No obstante, arrugo el entrecejo cuando me da otra respuesta de mi compañera. Entonces miro el cuerpo de Vyka a mi lado, me aparto el flequillo. Es super incomodo saber que está muerta, pero que su inquieta esencia todavía sigue viva en la cabeza de Olenna, e incomoda conmigo.
Obviamente no me sienta muy bien el mensaje, no computa en mi cabeza. Mi expresión lleva una triste mezcla de decepción y enfado. Y aún así, echo las piernas a un lado para acariciar de un modo suave su cara – Igual sí llevé el miedo al limite, pero no me arrepiento. La verdad es que ya me habían advertido mucho antes de venir aquí, que "Oldland nunca trajo buenos momentos" – ... pero sí grandes batallas. Me lo creo mirando a Vyka. - No importa Olenna, no le digas más. O intuyo que podríamos entablar una interminable discusión diciendo lo mismo de 20 formas distintas - otra vez - Ojala hubiese sido de otro modo, pero el tema de Raffariel dejó claras sus buenas intenciones - aprieto los labios hacia dentro mientras niego.
– Ayer pensaba que estaba cerca de terminar, antes de ayer también – En fin - Ahora pienso... ¡no sé! – miro hacia Bethanny elevando las cejas – Vas a morir. Espero que me entiendas – le digo antes de que caiga la oscuridad.
Y observo a la luna con enfado... pero me quedo al lado de Vyka de igual modo. Ya no me importa mancharme... total...
Cada vez, en pie quedabais menos, y vuestras voces cada vez más calladas... mientras aquella maldita tierra os obligaba a no iros sin más...