He hablado -respondo a la chica del bastón- justo tras la muerte de Gámbito. Y tras la petición que han hecho. Y no sólo hable de la compañera de la serpiente, también de la de la pantera. Esas fueron sus palabras.
Suspiro, a veces tratar con ella es como tratar con una pared. Antes de seguir hablando, es la mujer de los cabellos de fuego la que habla, raro, pero habla. La miro mientras escucho su historia. Alzo un dedo como para pedir un momento, pero Smel habla y no puedo evitar mirarle con cierto aire de sorpresa, mientras me llevo ese mismo dedo para rozar la punta de mi nariz dos o tres veces.
Justo dijo eso. Intuición, y escuchar -le concedo-. Pequeños detalles.
Rebusco entonces la bolsa que saqué tras el primer amanecer de llegar aquí, bastante más pobre que la primera vez, pero aún con algunos frutos secos en su interior, y tomo un par de ellos y extiendo la mano, ofreciendo a quien desee tomar, hace mucho que no probamos bocado, ni que bebemos, y pronto comenzará a pasarnos factura.
Me sentía tan satisfecha de haber podido acabar con esa semilla Grovehn, que decidí no intervenir en la discusión por estos lares, si nadie me interpelaba. Estaba más interesante en el otro lado, y había menos voces a las que prestar atención. Eso si, agradecería tener palomitas, independientemente del plano.
O bueno, los frutos secos del árabe me valían. Había que reconocer dos 2 cosas: una que se esforzaba en ponerse en la cola de "Grovehn a los que aplastar". Y dos, más en general, que hasta que cayera el sueño colectivo, presentía que la noche estaría animada...
- Es un cementerio. - Digo para responder a Olenna. - Es tranquilo, es bello. Y no, no está en ruinas. Parece bien cuidado. Me gustaría que estuvieras allí, pero no sé quién nos hace llegar.
Si no hubiera sido por el aviso de Fyas, yo no me habría dado cuenta. Noi había vuelto.
Curiosas resurrecciones...
Pero el tema que me ocupaba robaba toda mi atención.
- Aquí la única que clava puñales por la espalda eres tú, Deidre. Dices que me seguías, y que nos engañaste para que nos revelaramos. Y no llevas una noche allí y ya has dado nuestros nombres, acusando a las integrantes. Nada tiene sentido. Dices las mismas tonterías que Daeron. Intentas darle la vuelta a un plan que te salió mal. ¿Por qué no reconoces que te equivocaste? Yo te lo diré: porque no lo hiciste, porque todo eso de que era un discurso para pillarnos, es mentira. Lo has inventado para defenderte. Yo sólo te pedí explicaciones, y la verdad, no me complacen. ¿Quieres saber por qué de repente me aparté? Terminé cansada porque usé mi poder. ¿Quieres saber cuál es? Háblame tú primero de tu conexión con Alastor. Y no me vengas con la chorrada de que estás enamorada... ¿Acaso tenía él la capacidad de atraerte? ¿De atraer a otras? ¿Es por tu poder, y no por el suyo, por el que estabais, según tú, tan unidos? Dímelo, dínoslo a todos, y yo confesaré, si es que me creo lo que dices.
Me cruzo de brazos para mirar a Deidre, esperando su respuesta.
- No es necesario, espero mi muerte porque sé que les encanta obrar de justicieros. Una sola cosa diré: dentro de ese grupo puede estar la persona que revive y si no es así, un manojo de semillas para ser sembradas en lo más profundo de la tierra. Cada cual su elección, he hablado y se terminó porque si muero estaré junto a la persona que quiero, mientras uds se rompen los cuernos. El infierno me espera... - expreso ya anunciando el comienzo de un silencio irrevocable.
-Olenna, confío en ti pero conozco tu postura. Dile a Alastor que nos veremos pronto y estoy feliz por ello. - le digo sin exigencias, con la mirada tranquila y en paz. Ahora caminando hacia el ángel que llora, tomo asiento para ser sentenciada. No me importaba sinceramente.
Las dos discusiones habían terminado por fusionarse en una, o eso le había parecido a Nimay. El hombre había escuchado atentamente a todos los que hablaban y finalmente había terminado por fruncir el ceño al mirar a Sylvia.
—No —le dijo con seriedad—. No lo digas. No es momento para eso cuando la noche se acerca y tampoco deberías decirlo de día.
Entonces miró al hombre árabe y negó con la cabeza.
—Te equivocas con ella. La mujer de la serpiente es inocente —dijo con firmeza para después contemplarlo largamente durante algunos instantes—. Pero tú también lo eres ahora. Arrebataste la historia equivocada y luego te la arrebataron a ti. Mejor para ti, peor para quien la tenga ahora. Aunque me pregunto qué es eso en lo que te estás iniciando.
Miró entonces a Theora y su expresión se suavizó un poco al preguntarle a ella.
—¿Eso fue parte de tu locura?
Ante las palabras de Deidre, Vyka no puede evitar reír y dice - ¿Qué inventaste un plan? Vaya, creí que era yo quien había inventado un plan cuando llegaste contoneándote como un pavo real, clamando por traer la oscuridad a Oldland que esta ciudad se merece, y que debíamos actuar como una manada para que pudieras salvarnos de morir durante las ejecuciones, siempre y cuando te brindáramos protección – era la primera vez que reías - ¿Es que de verdad no te das cuenta de lo ridícula que suenas? Como dice Sylvia, es tu intento desesperado por parecer inocente. Yo no seduje a nadie con artilugios, solo te dejé hablar – se giró hacia Smel cuando la escuchó hablar.
Se le acercó un momento y le dijo – Comprendo. Bueno, la naturaleza del Último legado es incierta. A veces obtienes un arma, a veces obtienes un compañero – dijo y luego siguió atentamente la discusión.
Luego Smel mencionó algo sobre lo dicho por Alastor, como corrigiendo sus palabras y le dijo – La verdad no lo recuerdo. Tal vez sea cierto -.
Tras las declaraciones de Sylvia sobre su poder, sobre el poder de Alastor, sobre todo eso, espera una respuesta pero la respuesta de la pelirroja fue más que decepcionante, al igual que todo lo dicho en ambos lados.
- La verdad es que crees que no puede ser más ridículo todo y ahí está – le dice a Smel -. Está tratando de poner a Sylvia de su lado para que me inculpe a mí igualmente – después de esto, dice en voz alta.
- Ya también me ha amenazado de muerte, diciendo que si muere, se llevará alguien consigo, y que definitivamente seré yo – se endereza y esta vez, mira a Deidre – Como lo dije allí, adelante. Prefiero caer para terminar de condenarte que permitir que quede alguna duda de tu inocencia – le miró desafiante.
Luego mira a Smel con una media sonrisa en su rostro y le dice – Si ella cumple su amenaza, me dio gusto toparme igualmente contigo – tomó su mano y miró a Quón para rectificarle su postura también con el cocodrilo.
Con los ojos en la mujer del lobo Olenna presta atención a sus palabras. Sólo a ratos la mira directamente a las pupilas. El resto del tiempo observa su forma de moverse, como si no la hubiera medido y evaluado los suficiente a través de los días. No disimula que lo que dice no la convence, pero no llega a intervenir.
Un instante más tarde, con las palabras del árabe, la mujer del bastón desvía su mirada hacia él un instante, sin entender.
—¿Gámbito? —pregunta, entendiendo sólo por el contexto de quién habla, pero sin comprender la palabra en sí. Luego se encoge de hombros.
—Excusa lo que quieras —dice entonces con aparente despreocupación. Luego lleva sus ojos al hombre del elefante, retomando una vez más un pensamiento que él en el pasado había recogido a pesar de no hacerlo con esa forma—. Cada uno, cada uno.
Acto seguido recibe la explicación de Sylvia y asiente despacio. Su rostro revela que no es un cementerio lo que esperaba, pero también que no le molesta que sea así.
—A mí me gustaría estar —responde asintiendo despacio, satisfecha de hablar de nuevo de una forma tan directa con esa mujer en concreto. Sus ojos brillan por un instante y en su rostro se ladea una sonrisa—. Quiero contar un secreto, pero no aquí. Allí está bien.
Después de eso deja que la mujer vuelva a hablar a la chica del lobo, y mientras lo hace los ojos de la Grovehn están en la serpiente. —Si muero, me comes —le recuerda, como si el asunto de volver o no de la muerte no fuera importante, y no tarda en añadir lo mismo que días atrás—. Las dos.
En el momento en que la chica lobo se dirige a ella Olenna la mira durante un par de segundos. Su rostro no es acusatorio, sino serio y casi solemne. La Grovehn parece entender que la chica acepta que, llegado el caso, Olenna participe de su muerte, y eso le agrada.
—Lo primero ya le había dicho —anuncia—. Lo otro lo digo ahora.
Posteriormente llegan las palabras del hombre elefante, y es evidente que alguna de ellas sorprende a Olenna. Se queda mirándole por unos segundos, como intentando averiguar sus pensamientos, y poco a poco comienza un movimiento pequeño, casi imperceptible. Con la base del bastón rasca en el suelo, haciendo líneas de no más de cinco centímetros: sólo lo suficiente para escuchar el susurro de la piedra. Sigue escuchando ese murmullo mientras habla la chica que grita, y cuando ella termina se encoge de hombros.
—Digo lo que dije al chico de las cartas —comienza entonces, encogiéndose de hombros—. Da igual qué haga al morir. Si es semilla, algún día hay que matar.
En ese momento lleva sus ojos a la chica del lobo.
—Pero tú no eres asesina, ¿no? —razona entonces, planteándolo como una mezcla de afirmación y dura—. Puedes ayudar y vivir. Decir cuántos, o quiénes. Eliges tú.
Dejando de lado las acusaciones por parte de Vyka en donde deformada la verdad, mi atención se centra en Olenna. - No soy una asesina, es cierto pero hay personas aquí que si lo son y quiero creer que lo sabes mejor que yo. No puedo darte una información que no tengo, nunca se me fue otorgada. Confío en tu criterio, no te fíes de nadie Olenna, mas aún si acusa con tantas ganas para salvar su pellejo una noche más. - expreso mirándola a los ojos, era sincera en todo esto y como no me importaba vivir, al menos no me guardaría nada.
- Sylvia es inocente y le dije lo mismo que ahora a tí. No todo es lo que aparenta y cada vez son menos, es evidente que ésta mujer. - señalo a Vyka. - buscará a alguien para acusar y salvarse. No cuentes nada estando ella presente porque usa todo a su favor. Ahora no me creerán pero no importa, desde que llegué aquí ya me daba por muerta.
Le contesté a Fiona - más bien venimos mejorados, la resurrección nos otorga el favor de poseer los tres legados como bien han comentado...es algo que he entendido ahora, pues realmente mi cabeza era un oasis de dudas - exhalé el aire que tenía anclado en mis pulmones - todo ha sido muy raro: la vida, la muerte... - miré mi mano - al final afecta. Aunque en mi caso me hace sentir mejor, y fuerte - sonreí al verla fumar con pasividad cuando alcé la vista.
Le devolví la mirada a Olenna cuando se disponía a entrar en la acusación que se levantaba, y a Sylvia.
Contemplé los diálogos desde un segundo plano, dando varios pasos hacia atrás, tratando de descifrar todo lo que decían no sólo con palabras, más los secretos, eran una forma de vida allí en Oldland. Me costaba sacar un veredicto claro, pero lo que sí que me llamaba la atención era saber que quedábamos menos, y menos debían quedar.
Paso a paso la tensión aumentaba, cada vez se acercaba más el final de nosotros.
Olenna escucha las nuevas palabras de la chica del lobo, y no se le escapa la diferencia de actitud que esta tiene cuando se dirige a ella o cuando se dirige a otras personas. Sin embargo, aunque en el pasado aquello le había desagradado, ahora que las cosas van estando más o menos claras y las máscaras van cayendo lo agradece. Asiente a lo que dice, pues tenga o no el papel que otras dicen que tiene su consejo es algo en lo que Olenna sí cree.
—De nadie —asegura. Sin embargo no tarda en darse cuenta ella misma de que con el paso de los días hay personas en las que sí está comenzando a confiar. Esa propia sensación le produce una cierta molestia y cambia su postura, incómoda. Ella mejor que nadie sabe que eso no es buena idea: hasta ahora siempre ha sobrevivido sola. Debería continuar así.
Luego, cuando la chica del lobo sigue hablando, la Grovehn continúa prestando atención. Sus ojos se desvían un instante hacia la chica que grita, y aunque no son llevados por la desconfianza es evidente que se toma un momento para evaluarla. Pero no tarda ni un instante antes de hablar a la chica del lobo una vez más.
—¿De qué tiene que salvarse? —pregunta, y la curiosidad por su respuesta parece genuina—. Nadie la ha acusado a ella. ¿Acusar por acusar, si no tuviera razón, salva? —Entonces niega con la cabeza—. No creo. Los muertos van y vienen. Los muertos matan. Si alguien acusa y se equivoca, yo creo que muere.
Con esa sentencia Olenna separa los ojos de la mujer lobo y no tarda en empezar a caminar. Se acerca la noche, puede sentirse, y ella aún tiene mucho por hacer. Sus pasos la llevan una vez más a los sellos, donde vuelve a apoyar rodillas, manos y oído para escuchar la piedra. Lo hacen con los iluminados primero, recorriéndolos uno a uno y rascando con las uñas para que la piedra le hable, y con los apagados después. Se toma su tiempo, sin prisa, agradeciendo que la propia luz que sale del suelo se enfrente a la oscuridad. Sólo cuando ha terminado ese trabajo camina de nuevo entre los otros, dedicando miradas rápidas a algunos y escrutadoras a otros. Cuando se cruza con Yaiza y con la niña las mira más largamente, aún asombrada por lo que han cambiado. Luego hace lo mismo con el oriental, deteniéndose un instante a mirar su erizo. Luego sigue caminando, y son la chica del lobo y Sylvia las últimas con las que se cruza.
Después de eso se decide a hacer un día más una comprobación cuya importancia sólo ella parece conocer. Camina hasta la linde y recorre otra vez la barrera invisible, rodeando todo el lugar, y no lo deja hasta haber dado la segunda vuelta completa. Llegará un día en que esa barrera caiga, y si para entonces aún está viva quizá ni siquiera la vean marcharse.
Al final vuelve a dirigirse hacia ese lugar recogido desde el que observar a todos. Algunos han estado muy callados esta noche, pero el silencio reinante también tiene que ver con que cada vez son menos, y se nota. Sentándose en el suelo y con la espalda contra una de las paredes en ruinas Olenna se prepara para descansar, bajando un poco la cabeza y entrecerrando los ojos. Sus dedos aún rodean su bastón, y a pesar de que pueda parecer ausente está lista para saltar a la más mínima señal de peligro.
Poco a poco va dejando que los minutos pasen, pero lo hace aún pendiente de todos, atenta por si alguien dijera algo aún a esas horas de la noche.
Luego de la batalla, si es que se le podía llamar batalla a lo que claramente fue un linchamiento, puse mi fiel compañera "Partealmas" en mi espalda y quede mirando el cuerpo inerte del bufon con cartas.
mientras observaba el cuerpo, una parte de mi sintió alivio por que uno de los traidores dejaba de existir; sin embargo cuando las acusaciones continuaron, pude volver a la realidad: todavía había algunos traidores más, por lo que había mucho mas que descubrir.
Me giré y empezé a escuchar las conversaciones, pude observar como Vika, Dreide, Olenna y Silvia, ponían sobre la mesa mas sospechas, sin embargo luego de el Croupier, no tenía a nadie más bajo sospecha.
Luego miré como Olenna se movía y observaba a todos, parecía estar tratando de buscar la verdad, o talvez hablaba con los muertos, lo unico que atiné a hacer es a preguntarle, por lo que me acerqué lentamente a Olenna:
- la verdad es que luego de Daeron, pensé que todo se acabaría y que saldríamos de aquí; hay alguna forma de saber cuantos más hay que buscar?- luego quedé en silencio, esperando su respuesta.
- Toda persona hace lo necesario para sobrevivir pero pueden existir excepciones. - respondo a Olenna aún sentada debajo del Ángel que llora. - No me importa morir, tal vez en el otro lado encuentre lo que estoy buscando hace años. -agrego a la respuesta mientras abrazo a Tyr con cariño. No buscaba más enfrentamientos, estaba cansada de discutir y analizar a cada uno para encontrar la verdad.
Nimay y Haathee habían permanecido en silencio tras aquella pregunta a Theora. Tan sólo Olenna parecía haber escuchado, pero si al hombre le importó, no lo demostró.
El rato iba pasando y la noche cada vez era más cerrada. Cuando las conversaciones se fueron apagando, el elefante se recostó de lado y Nimay se sentó apoyándose en él, como cada noche. Desde allí, hizo un gesto a Theora por si quería dormir con ellos.
Después echó la cabeza hacia atrás, buscando con sus ojos el cielo que era distinto al que estaría contemplando Dyvia en aquel momento. Entre dientes empezó a musitar un mantra para Brahma, con los ojos entrecerrados y escuchando sólo a medias las últimas conversaciones de la noche.
El comentario de Vyka lo recojo con una chispa graciosa a pesar de todo el contexto que nos rodea, hasta que menciona que la otra pelirroja ya la amenazó de muerte. Entonces doy un vuelco y me revuelvo en un tenso gesto hacia la mujer del lobo - No lo harás - le digo con un fuerte resoplo. Esta vez si muestro una posición mas directa, con Vyka, quien tal vez sea lo mas parecido a mis hermanas aquí, en Oldland. Joven y con inquietudes. El gran desajuste entre ellas y ella, es que está viva, no deseo que le hagan daño. Quón observa a Tyr en consonancia conmigo misma.
No lo hará - le digo a Vyka. Y apenas tengo elementos de juicio, pero ladeo la cabeza por los últimos comentarios de la chica del lobo - Tú también estas rara Deidre. La verdad es que no apostaba por nada de lo que dices ahora mismo. Excepto a que te da igual morir – achico mis hombros. Se acerca el manto de la verdadera noche, manto que los resentidos misántropos usaran contra las demoníacas fuerzas del bien para abrir las puertas del mal. Por lo demás... me duele la espalda. Estoy segura de que Quón se conformaría con bruma mañanera, pero yo no estoy acostumbrada a unas condiciones tan tan bagabundas.
Cuando Vyka me toma la mano la sujeto por igual – No sé de ellas – de Sylvia, Raffariel y la simpática yo-matar-Grovhens – pero a ti te seguiré – le aseguro - Al final esto se reduce a confiar, o no. No dejé de confiar, pues - le brindo una amigable sonrisa - Nos espera otra noche - y entre seres que solo quieren ver el mundo arder. Ahora pienso que somos llaves para según que cerraduras, no una en sí -el sello- como lo parece la propia ceremonia de apertura. Quien sabe. Despierta me quedo hasta que el sueño me atrape.
Se acercaba la noche, lo que se tenía que explicar: ya se había explicado.
De entre todos los hermanos semi demonios que allí había, justo fui a posar mis ojos en Olenna, pues la mirada de antes, larga y curiosa, me había hecho querer estar a su lado. Ella se apartó para descansar, y yo, siguiéndola como un cervatillo que acompaña al jefe de la manada, me acerqué despacio, andando a paso lento, con la esperanza de que no le importara mi compañía.
Había más personas con las que me podía haber sentado, pero al fin y al cabo, Olenna fue la primera luz que encontré entre tanta oscuridad.
Puse mi mano sobre la suya, traspasándole la calidez de mi cuerpo - por si la noche hace de las suyas...quiero notar el calor de una piel conocida, una vez más...las sensaciones de la vida son únicas - dibujé una sonrisa en mis mejillas con la boca cerrada y apoyé mi espalda en las piedras, siempre con mi arco y mis flechas. Estaba preparada para todo lo que viniera, y aunque estuviera cómoda, también estaba alerta.
Ya sentada y preparada para descansar Olenna siente pasos cercanos. Tarda varios segundos en alzar la mirada, y estos son invertidos en adivinar de quién se trata por el sonido de sus pisadas en la piedra. Al buscar con los ojos después de con los oídos no se sorprende al ver que esos pasos pertenecen al negro. Le mira durante un instante, observándole mientras él habla, y por un momento se para a pensar si esa es la primera vez que se dirige a ella o si ha habido alguna más.
Su pregunta no cambia la expresión de Olenna. Ella simplemente le mira durante un par de segundos más antes de responder.
—Yo dejo de buscar cuando dejemos de morir —asegura, como si no tuviera más verdad que esa—. Y cuando eso pase no importa quién mató antes. La venganza mata demasiado.
Tras esas palabras escucha desde su posición a la mujer lobo y la observa durante un instante, preguntando cosas de esas que sólo si preguntan con los ojos. Sin embargo la noche está cerca, y probablemente la chica ni siquiera pueda verla con claridad, así que por una vez decide poner voz a esas palabras.
—¿Qué buscas hace años? —pregunta, y acto seguido pasa a explicarse—. Al otro lado encuentras lo de aquí —enuncia moviendo despacio un dedo en la sien—. No menos, no más. Si puedo ayudar, ayudaré. Pero encontrarás un rey falso en un sillón de mentira y muchos muertos callados.
Una vez termina de hablar vuelve a bajar el gesto entrecerrando los ojos. El aire abandona lentamente sus pulmones y ella toma conciencia de lo que la rodea. Otro par de pasos se acerca, más familiares que los primeros, y esta vez no llega a buscar con sus pupilas. En lugar de eso encuentra con su mano, y aunque la impresión inicial es de sorpresa ella no lo muestra demasiado. Sólo entonces vuelve a abrir sus párpados, y al encontrar el origen de ese calor pasa una mano por el suelo, justo a su derecha. El gesto físico limpia bastante mal el polvo. El gesto figurado es una invitación. O, más bien, una aceptación.
Con lo que dice la arquera, sin embargo, sí la mira por un instante. Esas palabras en otras bocas habrían dado un mensaje bien diferente, y también causado otra respuesta. Con ella simplemente asiente. El instinto hace que a partir de ese momento los dedos de la Grovehn se tensen un poco más en su bastón al tenerla tan cerca, pero es difícil saber si es por supervivencia o por haber aceptado que ahora son dos para defenderse en caso de problemas nocturnos.
La muerte de Daeron y mi participación en ella fue mucho más calma que antes, puesto que ahora comprendía lo que aquel cantico significaba cuando volví a la vida, aunque no lograba comprender del todo su magnitud, no sentí nada cuando Oliver sesgo la cabeza del Grovenh, puesto que de haber podido yo misma le habría hecho pagar con la misma moneda arrancándole la piel al igual que él lo hizo con Wardjan, un escalofrió doloroso trepo por mi espalda y pude sentir como los pelos del lomo de mi hermano se erizaban con la misma sensación.
Tras aquello, volvimos a estar junto a Nimay y Haathee, aparte de Olenna era en quien más confiaba, aunque con ese ápice de temor por una posible traición, pero no, de Nimay no, moví la cabeza de un lado a otro como negando aquellos pensamientos, más el altercado que ahora se libraba con Deidre y las demás chicas hacen centrar mi atención, permaneciendo en silencio ante las pruebas que se exponían, pero…no terminaba de convencerme por completo las que acusaban a la pelirroja del lobo, puesto que todo eran palabras dichas en aquel lugar al que quizás Nói se refería.
Toco la mano de Nimay para hablarle a él, sin querer interrumpir a las demás -No sabría confirmar si mi voz es un poder nuevo, puesto que de serlo sería Melknhar y mi piel no tiene grietas y tengo la misma sed de sangre con la que nací, hasta que Oldland no me muestre más de aquello, no sé qué es realmente- miro a Yaiza, pues no sabía si mi nuevo poder era como el de ella.
Cuando se refieren a la conexión entre ellas en un lugar diferente al de aquí, recuerdo las palabras de Nói.
-Nimay, no me fiaría de ninguna de ellas, ¿Por qué la necesidad de reunirse de esa forma?, a mi Oldland solo me reunió con Roy para ayudarnos y protegernos, y luego cuando Nói tomo su poder lo hizo con él, pero en nada interfiere con lo que ocurre acá, él dijo que ahí había un Manipulador, ¿es eso bueno o no?- ya comenzaba desconfiar de todas ellas, pero cuando Olenna dice que le gustaría ir, ya no la entiendo, más un gesto de ella me hace atar cabos.
Vuelvo a llamar la atención de Nimay… -Creo que el nombre de Olenna ya se ha encendido y Oldland le debe haber dado otro regalo…-
Las palabras del babuino tampoco me son indiferentes, puesto que ahora todos ignoran un hecho, que quizás Olenna no dijo.
-Tras morir, elegí a Dyehuty y Fiona, si él dijo que antes era traición y ahora no, entonces Fiona podría ser una semilla, pero desconfió de ambos, no tengo pruebas de eso, solo mi acción y las palabras de Dyehuty-
Finalizo mirando a Deidre. –No sé si eres asesina o no, confió en Olenna y Nimay, en los demás aun no, pero también lo hago en ti y por esa confianza, no puedo ir por ti al atardecer, me agradas, se que en el fondo eres buena y no una de ellos, pero Oldland nos cambia, pero Deidre, si ellas aportan más pruebas en tu contra…lo siento- tenía los ojos vidriosos, puesto que me causaba tristeza la situación en la que se encontraba ella.
Me senté con Nimay, dejándome cobijar por su brazo y el calor de Haathee, Wardjan del otro lado, se acomodaba junto a Nimay apoyando su cabeza en su muslo.
Si olvide a alguien en darle respuesta, por favor que me lo diga, así la incluyo en mi siguiente post.
Y mientras las dudas ardían como espinas, y suscitaban más silencios y odios que el propio rencor, la luna alzo su manto bajo un manto de nubes que ocultaba su sereno rostro...
Sucumbiendo vuestros cuerpos bajo la manta fina de una sombra que poco a poco iba dejando el sueño como consuelo a aquel temor.