Partida Rol por web

El desconcierto ante los símbolos y luces creaba un panorama desolador, ya que las dudas se extendían, y con ellas, la desconfianza y el miedo por conocer nuestro paradero. Yo seguía derrochando calma, más así era mi actitud.

Ante el repentino ataque de Daeron no pude más que bajar la cabeza, pues había tratado de ofrecerle un atisbo de bondad, esperando algo de redención; pero vi con su reacción que iba a ser el siguiente en caer, pues no se arrepentiría jamás del dolor infligido, ni mucho menos cambiaría su actitud. Aferrarme a la idea de que tenía una mitad humana, y por ende, una mitad influenciable por las emociones me había echo ilusionarme e intentar ayudarle. Sin resultado. 

Cuando estaba dispuesta a alejarme, me percaté de la mirada de Olenna. Asentí y afiancé lo que decía - llegamos de una manera, pero nos vamos de otra. Antes de entrar en el otro mundo, Oldland te obliga a elegir un sello, como bien a dicho Olenna - le sonreí tímidamente - con ello, mágicamente eliges algo que repercute en tu destino...

Dejando ésas palabras en el aire y aspirando lentamente tras escuchar a Dyehuty, me di la vuelta. De nuevo la piedra brillaba.

Sin hacer mucho caso, pues quería relajarme y dejarme llevar por lo que me tocara, pues no podía hacer nada, me acerqué a Sylvia - qué apartada estás - le dije ladeando mi cabeza  y sentándome cerca.

La melodía que surgió de las piedras hizo que las orejas de Haathee se moviesen al mismo tiempo que Nimay fruncía el ceño extrañado y miraba a su alrededor, buscando el lugar del que provenía. La expresión ceñuda con que contemplaba a Daeron cambió al ver los cuerpos de la pequeña y el can recomponiéndose. Toda la tensión que había acumulado en sus músculos pareció relajarse y sus labios se curvaron en una sonrisa. 

Ambos, hombre y elefante, se acercaron con paso acompasado hacia ella y en cuanto la pequeña estuvo lista, Nimay abrió los brazos para recogerla en ellos y apretarla contra su pecho como le gustaría poder hacer con Priya. 

Cerca seguían pasando cosas sin que ninguno de los dos reaccionase a ellas. La mujer del búho finalmente caía tras haber perdido esa coraza de hielo que literalmente la protegía. El chico de las cartas seguía mostrando su locura y tratando de provocarles. Y otros trataban de descifrar el significado de aquellos sellos extraños. Una pequeña parte de su cerebro estaba pendiente de todo aquello, pero la mayoría de su atención estaba en la cría. 

—Habéis vuelto —enunció lo evidente con tono alegre y aliviado mientras acariciaba sus cabellos en un gesto paternal—. Os hemos echado de menos.

El silencio comenzaba a ser parte de mi propia esencia, no existían palabras ahora para decir porque cada pieza de este tablero estaba en su lugar, aunque desconocía por completo el mío. 

Aún debajo del Ángel acaricio a Tyr mientras me pierdo entre algunos pensamientos, mi atención se centró esta vez en el árabe y por ello asiento a sus palabras comprendiendo más allá de ellas. Notaba que todos estaban sumidos en sus propias cosas, salvo algunos gestos o miradas cómplices entre el mismo "bando", nada parecía salirse de lugar. 

Seguía preguntándome como actuarían desde su unión y en que posición me colocaba. ¿Era un simple alfil? No lo sabía, Odland tenía algo para mi y sólo era cuestión de tiempo. 

Sentí antes que ver cómo la mujer Grovehn del arco se sentaba cerca de mí, pues me hallaba mirando en otra dirección cuando ella se acercó. Hacía rato que observaba a Daeron. Le vigilaba. Cualquier gesto amenazador por su parte iba a ser respondido con un rápido ataque de Fyas, y en lo más profundo de mi alma era algo que estaba deseando silenciosamente.

Aparté mi vista hacia Yaiza sólo un instante, para responder a su frase con un asentimiento de cabeza, y volver de nuevo a mirar al chico rubio.

- Sí. Estoy... cansada. Y no se me da bien estar rodeada de tanta gente. Además, desde aquí, puedo ver a todos. Estoy esperando a que alguien dé un paso en falso.

Vyka se alejó de Daeron y pudo ver los graciosos gestos de Smel mientras le sonreía con suavidad. Se alejó unos pocos pasos y le dijo - Bueno, la verdad es que no lo sé. Creo que mi madre no especificó mucho pero al parecer eran entre tres o cuatro - dijo sin mucha seguridad.

- Creo que es un número del cual no podemos fiarnos porque hay cosas que son diferentes a lo que a ella le sucedió. Tal vez debamos tratar de sacarle información a los sospechosos - y señaló a Aisha y a Daeron - no sé cómo pero de seguro ellos lo saben - alzó los hombros -. Si alguien tiene un poder que permita hacer eso, sería útil - dijo simplemente y se acercó a Smel. Las votaciones llegaban y quería proteger a su amiga.

- El número puede variar. Hay quien no lo es en un principio... Y luego se vuelve contra los suyos.-dijo, con tono grave, dedicando una breve mirada amenazante a Daeron, y otra a Nimay, más amable, acompañada de un asentimiento.

- Y ciertamente el hecho de que Daeron haya confesado de esa manera resulta sospechoso, pero no sé si ahora que la chica buho está muerta tenemos otra opción de ajusticiamiento a la hora de verter nuestras iras, al caer la noche.

Posó la mirada entonces sobre Vyka, aquella mujer que había oido hablar de su padre, y que le había confirmado lo que hasta ahora no sabía si era cierto. ¿Qué más le habría contado su madre? ¿Qué más sabría de aquellos tiempos?

Le dedico una sonrisa amable a Vyka cuando viene a por mi. La verdad, es que su rostro enfadado resulta adorable.Escucho sus palabras y asiento. Conforme se da la vuelta para irse, hablo -Lo mismo te digo, si te acercas mucho, o me muestras un ligero ápice de amabilidad, te confundirán con uno de los míos y te matarán también.

Observo un rato como discuten sobre las runas y los números. Jejeje. Algunos se acercan, pero no dan con su significado. La verdad, me decepcionan un poco. -Veo que llamáis sellos, runas... Pero estáis todos equivocados, yo se lo que son de verdad. Son cartas. Y yo ya he cogido la mejor de ellas... bueno, o al menos la que a mi me gusta más.- Me encojo de hombros y muevo la cabeza a un lado. -Supongo que el resto de muertos habrán escogido su carta de manera subconsciente, o por mero azar, pero los significados que cogieron son interesantes.-

Lentamente, meto la mano en uno de los bolsillos de mi chaqueta, para sacar mi caja de cigarrillos y encender uno. -Y también os equivocáis al llamarme semilla. Yo soy una flor con pétalos, totalmente florecida. Las semillas sois vosotros, y mi rol actual es de jardinero.- Sonrío de medio lado mientras de doy una calada a mi cigarrillo. -Y no será con mis acciones, si no con las vuestras, que alguna de vosotras florecerá y se hará como yo, ya que un campo de flores muertas, es el mejor lecho para que un rosal nuevo florezca. 

Escuche atentamente las sandeces que hablaba el falso croupier, la verdad es que si no estuviera en este lugar prisionero, me marcharía para no tener que estar en su presencia, pero también sabía lo peligroso que era, pues ni siquiera tuvo algo de piedad con Theora.

- no te cansas de hablar estupideces?- le pregunté ya molesto con su habladuría- ya!... Dinos quienes son tus complices en la muerte de Theora?- le encaré

Que aburrimiento de ser. Miré girando los ojos al pesado de Daeron e hice un gesto de aburrimiento ante sus memeces. - Bien, pues "botánico-jardinero", muy pronto desterraré mi martillo y aplastaré tu flor. La tuya y el resto de flores malditas que están pudriendo este lugar sagrado. - Miré al cielo y vi como el Sol ya iba descendiendo. Pronto, pronto desenterraría mi martillo y le enseñaría también su camino.

Conforme el momento de la batalla se acerca la sangre va arremolinándose en las venas de Olenna, cuyos silencios son cada vez más largos y taciturnos. Un asentimiento con la cabeza, hosco y seco, es toda la respuesta que dedica al agradecimiento de la chica del cocodrilo antes de volver a alejarse. Camina de nuevo arrastrando el bastón, dejando que el sonido de la piedra penetre en su cráneo y la prepare para lo que está por venir. Escucha hablar de números y de posibilidades, pero su dureza y determinación no entienden de esas cosas: tanto da que sean dos o veinte, morirán o ella morirá. Y en cualquiera de los dos casos seguirá escuchando su propia voz en su cabeza. Y en ambos todo terminará, de una forma o de otra. Además ella sabe tan bien como cualquiera que todo el mundo muere.

Sus oídos, sin embargo, sí prestan más atención a las palabras de Sylvia. Sus ojos se desvían hacia ella en más de una ocasión, y aunque respeta su distancia es evidente que está lista para atacar a cualquiera que se le acerque con dudosas intenciones.

Al oír hablar al chico de las cartas ella ni siquiera desvía demasiado tiempo su mirada hacia él. Una vez más libera palabras sin valor, que tienen de cierto lo mismo que él de inocente. Sin embargo es su amenaza final la que le saca una sonrisa.

—Es gracioso, porque mientes para asustar, pero tienes miedo tú —le dice—. Creo que tus luces no han hablado —asegura ladeando la cabeza y la sonrisa—. Y si hablaran, da igual —enuncia encogiéndose de hombros—. Algún día hay que matarte.

A la oreja de mi hermano, le cantaba una dulce canción, melancólica y emotiva, aquella nana que en la voz de mi madre nos invitaba a dormir cada noche, pero que ahora nos recobraba la vida, devolviéndonos el alma con cada capa de piel que Wardjan recuperaba y que en cada aliento de vida que tenía mi cuerpo.

_{-Despierta... ya es hora de levantarse Wardjan…}

Wardjan se erguía nuevamente, estoico y seguro, mirando a todos los presentes, escudriñándoles buscando al culpable de aquella tortura, la mano de Theora se posa en su lomo y este la mira, Oliver se acerca mostrando su empatía con ella, al igual que Deidre en su cálido abrazo, más las palabras de Olenna y su gesto le hacen sonreír por aquella complicidad dada del otro lado.

La muerte de la Eve del búho la mantienen mirando fijamente la escena, sin rastro de compasión e  su rostro o de sorpresa, can y niña cruzaron la vista y sus pupilas se dilataban al unísono al igual que su respiración parecía sincronizarse.

-Caza antes de que te casen…- sabias palabras que recordaría por siempre de Nói.

-Aquel que nos devolvió la vida, le agradezco mucho, estaré siempre en deuda contigo…- dijo sin mirar a nadie en particular.

Cuando las palabras de Daeron interrumpen mostrando su rabia por el tiempo perdido en matarnos, le miro sin perder la compostura, doy unos pasos hacia él, Wardjan siguiéndome cual reflejo en un espejo hace lo mismo… -Me alegro que lo hayas disfrutado, pero más disfrutare yo cuando sean nuestros colmillos y garras las que te destrocen los huesos…- palabras algo agresivas pero justificadas ante el comportamiento de ese traidor.

Vyka se posiciona frente a mí y agradezco tal gesto, incluso me hace sentir especial, pero sé que es por mi aspecto, una niña no debería estar aquí y menos viviendo estas atrocidades, pero si Oldland me había llamado, era por algo.

Por fin mis ojos se cruzaron los de Nimay quien caminaba junto a Haathee hacia a mí, una enorme sonrisa se dibujó en mi boca y apresuramos nuestros pasos hacia su encuentro, recibí sus caricias de afecto y yo le abrace y bese en la mejilla, no sabía que tenía Nimay, pero algo especial cruzaba nuestros destinos aquí en Oldland y me reconfortaba tenerle aquí.

-¡Nosotros también!…- estire la mano para alcanzar la trompa de Haathee y brindarle una caricia mientras Wardjan rosaba su lomo entre sus patas para luego alzarse en sus traseras y posar las delanteras en la cadera de Nimay y ladrarle expresando el mismo sentimiento que Theora.

-Los sellos se iluminan al ser tocados por la mano de un alma muerta, he pensado que guardan relación con el orden nuestra llegada a oldland o quizás con el orden de nuestros propios nombres…tras morir Alastor, este dijo que había elegido uno y el tiempo calza porque Oldland me hizo un regalo, el cual use encontra de Aisha, pero a esta la protegía algo o alguien, incluso he pensado que el sello que elegí pudo haberla beneficiado, pero son solo ideas que no tengo como justificar, ya que no se nada mas-

Miro a Deidre… -Por cierto Alastor quedo preocupado por ti, pero insisto en decir que no llores por quien no te merece-

... La soledad es peligrosa.

Es adictiva. Una vez que

te das cuenta de cuanta paz hay en ella,

no quieres lidiar con la gente...

Mi rostro cambió, mi personalidad también... Mi postura ya no era retraída mis hombres derechos y sacando pecho, mi mentón apuntaba 45 grados sobre la horizontal con una soberbia que no se me veía para nada anteriormente, parecía como si no fuera... Raffariel? - No, de nuevo no... Sonaba en mi cabeza una voz tímida e inocente. Quien manipulaba el cuerpo era otra persona, con carácter.

Me alejo del costado de Fiona,  para luego mantener mirando desafiante a Daeron, ahora sin miedo, sin timidez.

- Jajajajaja... Suelto una carcajada ante las palabras del joven que ahora fumaba. - Eres un ridículo... Si realmente crees que con tu estúpida actitud crees que puedes confundirnos o hacernos creer que eres líder de tus actos y del juego estás equivocado... Algo me impide seguir hablando... Raffariel... - En fin, que tengas buen viaje... Jardinero.

Me alejo un poco para volver con Fiona, le solicito un cigarro para acompañarla nuevamente.

Escuché las palabras de Sylvia como si me hablara de una fórmula secreta: completamente concentrada en ella. En mis gestos se notaba una extrema pasión por lo que hacía; ya fuera el simple echo de respirar el aroma de una flor o rozar la piel de alguien en una caricia. 

Perdiendo mis ojos en el instante que me dedicó, observé su actitud.

- Sí, empieza a caer el cansancio sobre nuestros cuerpos...será buena idea descansar lo que se pueda - dije recostándome y poniéndome cómoda - haces bien en estar atenta, yo también me quedaré aquí.

Seguidamente me fijé en Daeron, esta vez con gesto indiferente. Me había ignorado, ya no merecía que le ofreciera más mi mano...no si él no la buscaba.

Con ganas de ver brotar la sangre, me quedé ahí, observando y perdiendo las ganas de luchar por los demás. 

Ahora comienzo a estirar mis piernas en pos de la batalla que se avecina. Escucho cuando hablan y me fijo en particular en la menor de los presentes, a quien le hablo desde mi posición.

Dicen que eres inteligente. Tienen razón.

Es cuanto le digo, el resto sobra. Mis ojos van hacia la mujer que susurra el nombre de Raffariel, realmente curioso por su actitud. Pero rápidamente vuelvo a centrarme en el calentamiento, ahora más centrado en la espalda que estiro mientras giro el torso de un lado a otro con suavidad pero firme.

La tarde casi había terminado, y con ella empezaría aquella danza de muerte mientras una nueva sed se saciaba. Pero antes había cosas que debían de pasar. 

Un breve suspiro llegaba a vuestros oídos, y tras un chasquido , se difuminaba en el aire el último retazo del humo de un cigarrillo, mientras sobre el suelo se quebraban las cenizas que aquel mismo objeto consumía.

Todos buscasteis a Daeron, como si el fuese el portador de aquel cigarro, pero el seguía con el suyo entre los labios, elevando los hombros mientras seguía sentado como esperando algo más...

Pero pronto el viento trajo la procedencia de aquel fumador, pues sus sollozos se alzaban tras el cuerpo de Katalina, mientras sus dedos temblorosos, recorrían sus labios entre recuerdos y aquella mirada perdida entre las heridas que portaban los años, se acentuaban con su estilo oriental.

La mano de Nói recogía la inerte de Katalina, y la alzaba simulando una caricia en sus heridas, mientras que aquellas que habían repartido su muerte, ya ni siquiera se veían.

Aquella tristeza muda no traía lágrimas, pues el tiempo le había enseñado a llorar por dentro, sin necesidad de mostrar al resto aquel llanto que siempre nos hace débiles.

Mientras la acariciaba ajeno a vuestras miradas, cerró los ojos de su amada con una caricia, para luego posar su mirada sobre un pequeño animal que como él, parecía acariciarla y animarla aún en la muerte... un pequeño roedor lleno de espinas, un gran ejemplar de erizo...

Nói acogío en sus manos aquel pequeño, el cuál parecía adaptarse a sus formas sin necesidad de enfrentarse a él ni erizar su piel....

Era el momento crucial... el vietnamita se giró y os miró mientras su posición seguía guardando la zona donde el cuerpo de Katalina descansaba yacente.

Una vida que emergía antes del atardecer, mientras las miradas se cruzaban a sabiendas de lo que pasaría en breve en aquel lugar maldito...

- Fin del Día 3 -