Nimay asintió a la pregunta de la joven de zafírea mirada.
—De los vivos que quedan ya conozco sus secretos, o son irrelevantes. Cada noche en pie he traído a uno de vosotros a este bosque y parece que se ha roto mi maldición, porque tú sigues aquí —añadió, con una tenue sonrisa de medio lado—. Smel vendrá también. —Entonces se detuvo por un instante y miró hacia el cielo, mojándose el rostro con las gotas que caían. —Aunque es extraño. Los Ashura nunca habían tardado tanto en regresar trayéndome sus susurros llenos de secretos.
Después hizo una pausa y caminó en silencio junto a Yaiza durante algunos segundos antes de que su voz volviese a deslizarse entre la lluvia.
—Tus ojos límpidos saben encontrar belleza en la pérdida. Te envidio, Yaiza —dijo, cruzando de nuevo sus ojos oscuros con los azules de ella—. Yo sólo consigo encontrar dolor. Este lugar ha amplificado mi necesidad de venganza... No sé si encontraré felicidad cuando nos llegue la libertad, pero ahora sé que esa sed será saciada. —Nimay suspiró entre dientes y extendió una mano para acariciar con el dorso de los dedos la mejilla pálida de la joven mientras bajaba un poco la voz hasta adoptar un tono más íntimo, casi como una confesión. —Eso es todo lo que necesito.
Mientras todo en Oldland parecía proseguir, sentiste una punzada dentro, como un sentimiento que te hacía mirar a otro lado, y al mirar allí, te encontraste en un bosque cercano a Oldland, sobre el que el rocío caía en forma de lluvia pobre, mojando el alrededor...
Un ambiente frío, húmedo, pero a fin de cuentas a salvo de la mirada de los demás.
Al principio te preguntaste porque estabas allí, y buscabas una razón, pero pronto de entre el follaje, una forma aparecía. La lluvia caía sobre sus hombros, mientras su cabeza estaba tapada por una capucha, ocultando su rostro...
Cerraste la mirada y te obligaste a fijar tus pies, y no ir marcha atrás... pronto aquella figura se hizo cercana, y con su mano bronceada destapó aquella capucha, y dejó ver sus ojos oscuros y su pelo mojado... Nimay, estaba allí bajo aquel halo de ilusión.
A sus espaldas, algunas figuras como sombras, se movían, pendientes de las palabras del resto, como mensajeros de un demonio superior.
Nimay, tendió su mano y dijo.- Hace tiempo, que esperaba que alguien como tú llegara a este lugar...
Una sola mirada sirvió para saber que la traición era una herida abierta en los dos, algo que os uniría y os ayudaría en realidad.
Vamos que sois el Brujo y el Traidor, y por aquí podreis hurdir vuestros planes para dar un nuevo final a todo esto...XD
Y poco a poco en aquel mismo sitio os reuníais Yaiza, Smel y Nimay...
Nimay sonrió de medio lado, dejando que el agua empapase sus cabellos al liberarlos de la capucha. Sus ojos recorrieron el rostro de aquella mujer y, al mismo tiempo que él se mostraba, lo que había parecido una gran roca se movió, desvelando a Haathee cerca del lugar donde él y Yaiza se encontraban. El hombre bajó la mano con la que parecía estar acariciando la mejilla de la joven y se la tendió a la recién llegada para que se uniera a ellos.
—Bienvenida, Smel —pronunció ambas palabras despacio, recreándose en cada sílaba con esa tonalidad suave cargada de acento. Y entonces sus ojos buscaron al cocodrilo y asintió—. Bienvenido Quón.
El elefante se acercó despacio hasta que los dos pares de ojos contemplaron a la eve con un mismo brillo curioso al ver lo que escondía en su interior.
—Pronto todo terminará. Si no vuelve nadie, esta misma noche —Su sonrisa de medio lado se amplió un poco. —Tenía ganas de conocerte también a ti, ya que hemos sido aliados en esta batalla.
Después hizo una pausa de nuevo y se pasó la mano por los cabellos húmedos. Le agradaba la lluvia incesante de aquel lugar. La temperatura era cálida y las gotas ayudaban a refrescar su mente.
—El plan para hoy es acusar al hombre de las ratas, ¿no es así? —preguntó, más para confirmar que nada hubiera cambiado que por desconocimiento.
Yaiza, me acabo de dar cuenta... Tú también deberías tener tu vencejo por aquí si quieres sacarlo, sorry por no habértelo dicho antes u.u.
Lluvia. La siento con los ojos cerrados, en mi rostro, en mis hombros... - Quón... agua... - me abrazo a mi misma y para cuando abro los ojos, me veo en otro bosquecillo oscuro. Levanto una de mis palmas notando caer las gotitas, casi a la vez que tiendo mi garra al Eve del elefante respaldado por esas imponentes sombras. No sé si echarme de rodillas y rodear con mis brazos una pata de Haathee cuando se acerca, o aún sin conocerlo, abrazarme fuertemente a Nimay. Sea como sea observo al hombre con las mejillas levantadas mientras mi silencioso Quón alza su morro con curiosidad ante el elefante – Nimay, he estado muy confundida, cuando murió Olenna casi me da un ataque al corazón. Si no hubieses estado presente me habría quedado pasmada con los ojos como platos y tragando saliva cada medio minuto con tan solo una cosa en mente: “voy a morir, voy a morir, voy morir” - y menos mal que llegó Yaiza. Con ambos fui capaz de sacar un poco de pecho.
Llevo mi vista hacia la arquera – Lo siento si en algún momento te pegué mis nervios, Yaiza – un poquito – pero al final estamos cerca de lograrlo. Ahora Sarghagas y por la noche Bethanny – miro hacia Nimay y giro sobre mi propio tobillo con una pequeña sonrisa.
Nimay tomó la garra de la joven mientras el elefante acercaba su trompa al cocodrilo para palpar su hocico con ella sin ningún miedo. El hombre emitió una breve risa con aquellas palabras de Smel y luego le sonrió.
—Lo has hecho muy bien —dijo entonces, con un asentimiento—. Llegó un momento en que pensé que todos mis aliados eran incompetentes y que todo estaba perdido. Pero entonces Olenna me pinchó para que regresara y... —Se encogió de hombros. —Bueno, vosotras habéis sido la salvación para nuestra causa.
Después asintió con la cabeza y su expresión fue adquiriendo algo de diversión, dejando que la lluvia se llevase la melancolía de la pérdida y de la noche.
—Que empiece el juego entonces —anunció, antes de comenzar a hablar en aquel lugar de ruinas. Y cuando terminó de hacerlo, sus ojos oscuros buscaron los de Yaiza y su sonrisa se ladeó—. ¿Me acompañas en este baile? Sólo falta tu testimonio para que su condena sea clara e inevitable.
Emití una sonrisa aniñada de alegría cuando escuché que Smel iría también al bosque, pero, de pronto, me perdí en su mirada y en su eterna caricia: cálida y risueña a la par que dulce.
Los breves instantes fueron decisivos a la hora de colorear mis pálidas mejillas como si éstas fueran un sencillo papel de acuarela. No dejé de mirarle, pues no sabía lo que era el roce de un hombre. Me alegraba experimentar al menos el pico de un inexplorado iceberg: el de un querer, que aunque en ese caso se resumía a tan sólo el compañerismo, me valía para sentirme querida sin secretos, ya que estaba mostrando mi lado más oculto e interno. Si volvía a morir me llevaría algo bueno, pues sentirme normal, o mejor dicho: parte del mundo, era, para mí, conseguir el mejor premio.
Eliminando pequeños tabúes del pasado llegué a entreabrir mis labios para susurrarle mi apoyo, pero, antes de que saliera alguna sonora sílaba de mi boca, se unió Smel. Bajé la mirada lentamente y respiré. Casi de inmediato volví a alzar la vista mostrando un claro gesto de alegría por ver allí a la Eve y a su acompañante.
De fondo, un animado revoloteo se aproximó por entre las gotas de lluvia: era mi vencejo, el cual, como si hubiera sido llamado, acudía a dar la bienvenida con su plumaje empapado. Se apoyó en mí y juntos escuchamos la conversación de ambos hermanos de legado.
Dejé que hablaran como yo había podido hacer previamente, sin embargo, fue cuando escuché las palabras de Smel pidiendo perdón por sus nervios cuando intervine negando con la cabeza suavemente -tus nervios me daban vida y alegría. No debes sentir nada, eres parte de mí- le expresé a la joven.
Volviendo a mirar al Eve del elefante, asentí -bailemos.
No te preocupes Nimay ;)
Siento si os he hecho esperar
Anticipándome a que ninguno de los dos hablara, entrecerré los ojos con suavidad como si tratara de conectar con algo más -Olenna me ha pedido que te diga que es gracioso, que tú eres el que queda del principio...pues todos decían que eras hormiga pero ellos están muertos. Tú no- le dije al Eve elefante.
Sonrío con ambas respuestas. Por parecer, parece que incluso Bethanny se une al baile de Nimay y Yaiza. Me dirijo hacia el hombre del elefante por lo dicho hace un momento – La verdad es que los principales malhechores cayeron muy rápido. Katalina, Daeron, Alastor y Aisha. Dyehuty se lió él solo. Oliver sí me la hubiese colado, por perdido, pero también tenía los minutos contados a través de Yaiza. Aunque claro, no le faltaron viles truquitos a las ruinas, y tampoco malas decisiones a los elegidos - achico los hombros - Olenna te pinchó para que volvieses, a mí me insistía en que confiara en el elefante, que volverías para ayudar, que estuviese tranquila, que ya me sabías de los tuyos, que atendiese al código por si le pasaba algo – y pasó - Entre montones de cosas más. Normal que me pusiese a temblar los instantes que me quedé sola – Ahá - Y con el mensaje de la piedra se me erizó la piel, pues era una mentira a ciegas y con las patitas muy cortas – levanto un dedo - no funcionó, pero de algún modo Bethanny sí se quedó confundida – A estas alturas ya no me sorprendo de que las cosas salgan medianamente bien al revés.
Luego me vuelvo hacia la arquera – Yaiza, créeme, también temía mucho que volvieses – y zasca - Pero vía Sylvia fuiste mi verdadero regalo en en estas ruinas, mucho mejor que el de las luces - Grato cruce de caminos para pactar con el lado oscuro.
Y ya noto mi cabello mojado en este apartado lugar, al igual que mi piel o mi ropa – En mi historia Oldland se ríe de la chica que da vueltas en círculos con un cocodrilo tras ella, pero luego la invita a ver el mundo arder en primera fila – Es gracioso - Les preguntaba a ellas que pasará cuando se rompa el sello y abramos esas puertas – impaciente me quedo.
Nimay escuchó con atención el mensaje retransmitido de la mujer del palo y después rió breve pero sonoramente. Asintió con la cabeza.
—Es gracioso —convino entonces, para después asentir de nuevo a las palabras de Smel—. La primera noche que pude enviar a los Asuras en busca de secretos dudaba entre Alastor, Katalina, Daeron y Deidre. Habría acertado con todos ellos. Si yo pude ver eso fijándome un poco, cualquiera podía. Salvo Aisha, todos eran evidentes. Y Dyehuty jugaba en dos equipos al mismo tiempo: con nosotros y a la vez con la mujer de fuego. Siempre pensé que estaba esperando para elegir con cuál quedarse al final. A él lo traicionó Deidre pues con su ayuda, Dyehuty habría podido sobrevivir a tres linchamientos seguidos. De Oliver nada supe. —Nimay se encogió de hombros, dejando el pasado en el pasado. —Como fuese, la rueda siguió girando sobre sí misma y os encontró a vosotras. Debo decir que sois mil veces mejores aliadas que todos ellos. Habéis sido mi esperanza y mi salvación y por ello os digo gracias.
Con esas últimas palabras juntó las palmas de ambas manos bajo la barbilla para inclinar levemente la cabeza en un gesto de deferencia hacia las dos mujeres.
—Transmitid también mi agradecimiento a Olenna, por favor. Aunque la traeré en cuanto el sol se ponga.
Después, recuperó esa sonrisa de medio lado, satisfecho con cómo se desarrollaba aquel día de muerte y encierro. No ocultaba en aquel bosque que confiaba ya plenamente en la victoria.
Se pasó las manos por el rostro hasta llegar a sus cabellos, salpicando el aire con pequeñas gotitas de agua. Entonces negó a las últimas palabras de la joven del cocodrilo y por un instante sus ojos buscaron a las sombras que lo seguían deslizándose entre los árboles y susurrando entre ellas de forma inteligible.
—No sé qué sucederá cuando las puertas se abran —dijo—. Pero puedo sentir la sed de venganza latiendo en mis venas y pronto será saciada. La rueda quiere seguir su camino y el mundo entero sentirá nuestro dolor. Nada será igual después de esta noche.
Escuché la animada conversación de Smel. Era una chica totalmente positiva, una persona llena de energía, algo me dijo que la echaría de menos. Pese a todo, no intervine. Estaba como ausente y tan sólo pude sonreirle complicemente a mi compañera cuando me miró desvelándome su temor inicial sobre mi vuelta.
Seguidamente miré a Nimay -no las des- dije con cierto color en mis mejillas como consecuencia de sus palabras -me alegra que pienses que hemos sido mejores, pero sin tí, nada de esto habría sido lo mismo -asentí- se lo diré.
Acaricié con la yema de mis dedos el plumaje del vencejo, pues había hecho un gran trabajo en el linchamiento -Ardo en deseos por saber qué sucederá cuando las puertas se abran- Oldland era una caja de sorpresas, podía convertir el día más soleado en una triste mañana de lluvia -Sólo queda Bethanny, ¿qué le diremos cuando vea que las barreras aún siguen en pie?- ladeé el rostro.
La sonrisa de Nimay se ampliaba con cada segundo que pasaba y el plan salía según lo planeado. Tras la ejecución del hombre de las ratas la espera llegaba a su fin. La rueda se pondría en movimiento otra vez hacia delante, pero todo sería diferente. Con el rabillo del ojo observaba a los Ashura, esperando el regreso de aquel que debería traer al bosque un susurro lleno de secretos y una aliada. Nimay era un hombre paciente, pero en aquel momento deseaba que estuvieran todos juntos antes del amanecer.
La voz de Yaiza atrajo su mirada y su sonrisa hacia ella y al mismo tiempo el elefante terminaba de saciar su curiosidad sobre el cocodrilo y se acercaba al pequeño grupo.
—Podemos decirle que las barreras no caerán hasta el amanecer —respondió, divertido—. Y ella no llegará a verlo. Aunque en realidad podríamos decirle cualquier cosa —añadió, encogiéndose de hombros y ampliando su sonrisa de medio lado—. Ya no hay nada que pueda hacer.
-Éso he pensado yo, que podemos llegar a confirmarle que está perdida, para que conozca su destino, e incluso declararnos semillas al final del día. Se sentirá sola- hundí mis ojos por el barro de mis pies- se desesperará quizás porque no podrá hacer nada- volví a mirar su sonrisa -sé que es arriesgado y Olenna me ha pedido que te avise de qué te parece la idea, pues piensa que la del martillo puede hablarle a la que grita, y puede, por ende, ésta contárselo a los muertos y así tener nosotros problemas. ¿Crees que los tendríamos?
Ladeé con curiosidad la cabeza -quizás he dado una mala idea y sólo hay que jugar con su situación, despistándola...sólo un poco más...hasta que mis flechas la alcancen.
Con sólo pensar en la noche y las sorpresas que vendrían, aspiré con más fuerza y viveza aquel aire húmedo y apaciguador.
Nimay cambió el peso de una pierna a la otra, valorando la idea de Yaiza con una media sonrisa. Por un lado, sonaba divertido. Cruel y sádico. Sentía curiosidad al imaginar a la dulce Yaiza jugando con la desesperación de Bethanny al contarle la verdad que había tenido delante de sus narices sin ser capaz de verla. Por otro lado, si lo que decía Olenna era cierto, podía ser poco prudente.
—No conocemos los regalos que las luces le dieron a todos los muertos, así que lo que dice Olenna, aunque rebuscado, tal vez podría ser posible. —Hizo una pausa y se encogió de hombros. —Por otro lado... Bien sé yo lo aburrido que es permanecer en silencio. Si te apetece jugar con la del martillo, hazlo —añadió, dejando la decisión en manos de la arquera. «Cada uno cada uno», que diría Olenna—. Haathee y yo siempre hemos preferido pillar las presas por sorpresa. Pero la caza puede ser más emocionante si la presa está prevenida.
Y Olenna poco a poco volvía a aquel lugar...
En el momento en que mujer y hiena aparecen en el lugar la Grovehn recorre con la mirada a los presentes. Una sonrisa torcida se dibuja en el rostro de ella al mismo tiempo que la cabeza del animal se ladea.
—Es gracioso —dice, y a esa palabra le acompaña una breve risa de la hiena. Antes de explicarse dedica un gesto de saludo a las dos mujeres, pero cuando habla lo hace dirigiéndose al hombre elefante—. Matamos a la que grita por querer tener a todos en su cabeza, pero tú los tendrás pronto y vives —Entonces ladea ella también la cabeza en una posición parecida a la de la hiena y enuncia unas pocas palabras, que casi parecen una broma pasada—. ¿Seguro que eres semilla?
La sonrisa de Nimay se volvió satisfecha al ver que la sombra regresaba con secretos y susurros y la figura de Olenna volvía a formarse en el bosque. Y con las palabras de saludo de la mujer del palo, el hombre rió sonoramente al mismo tiempo que Haathee barritaba cerca de ellos.
—Yaiza rompió mi maldición y ahora soy una semilla afortunada —respondió, sonriente, a esa broma del pasado. Después miró a las tres mujeres—. Dos Eve y dos Grovehn. Pero todos ellos con los tres legados. Ya tengo ganas de ver qué sucede cuando se abra esa puerta.
Estoy un ratito callada, quizá porque me encuentro sin presión en este lugar, me gusta el ambiente húmedo. Sé que cada vez falta menos, y a veces me pierdo pensando en posibilidades a mi propio y delicado gusto, cada cual peor y más bizarra que la anterior. Entre tanto escucho comentar a Yaiza y Nimay sobre jugar con la presa, bien de frente, o bien por la espalda. Finalmente Yaiza recoge una pizca de ambas para la rubia. También veo silenciosa como Quón se regodea con las patas hacia atrás en este terreno, al menos... hasta que Olenna llega y le pregunta si es una semilla a Nimay... en dicho instante me giro hacia ellos para escuchar la respuesta del hombre elefante. Miro hacia la mujer del bastón, miro hacia esa cosa peluda - Hmm... - ríen.
Destrucción en familia, miro hacia Yaiza elevando un poco las mejillas hasta que decoro mi cara con una sonrisa, me acerco a ella y sostengo su antebrazo con ambas manos para susurrarle - Yo también se lo habría confesado para ver si escupía al suelo otra vez, que fue muy graciosa – la suelto deslizando mis nuevas manos, aun se me hace extraño – Supongo que se irá intuyendo que somos semillas. Igual se ve derrotada... - parpadeo - ...o está dejando sus últimos diarios perdidos en la cabeza de Vyka – ya me sabe raro nombrarla.
- Yo también tengo muchas ganas de saber que pasa - infinita curiosidad.
La lluvia cesaba poco a poco, y sin daros cuenta, vuestras mentes se separaban... llegando juntas a una misma escena, una noche que poco a poco despertaba... y que poco a poco, desvelaría vuestra orden mordaz...