Partida Rol por web

Había conseguido algo de ventaja, pero eso no bastaría, necesitaba una trampa algo más elaborada, así que era hora de combinar hechizos, pues sabía que el minotauro estaría enfadado y no caería dos veces en el mismo truco, pues ahora tocaba algo más complejo y efectivo.

Así que, tras refrenar mi marcha, froto mis manos y realizó dos conjuros, los cuales eran la primera parte de mi plan, las cuales podían poner a aquella bestia en una situación mucho peor que la anterior.

Epoximise. - exclamo cubriendo buena parte del pasadizo de pegamento, mientras calculo el espacio y lanzó el segundo conjuro. - ¡Herbivicus! - el mismo que grito a todo pulmón para atraer a la bestia, pero a diferencia de la vez anterior, hago crecer enredaderas sólo a nivel del suelo para que el minotauro caga al suelo y quede pegado al mismo.

Finalmente, repito el truco de la tienda de Ollivander, lanzando un fumos dejando todo el pasadizo a oscuras con lo cual confiaba que el minotauro no pudiera anticipar la trampa.

Una vez con todo listo echo a correr de nuevo alejándome del lugar sin mirar atrás, confiando en que mi trampa mantendría ocupada a la bestia lo suficiente como para que yo pudiera abandonar el laberinto sin problemas.

El momento implicaba una duda existencial. Intentar detener a aquel extraño personaje, esperar a la ayuda que podía llegar, o no. Podría ser un ser del bosque, peligroso sin duda, o amistoso, o simplemente curioso, o podría ser Rusev, su buen amigo, y desde luego, un tipo al que le gustaría tener a su lado en aquellos momentos. Y entonces se le ocurrió algo, un buen plan, más allá de las chispas naranjas, que quizás no hubieran visto, o no tomaran como urgentes. 

- Expecto patronum. - Susurró Ulfric, invocando a su protector, un halcón plateado y de pose orgullosa y mirada afilada. - Busca a Rusev, o Agatha. Y tráelos. - Esperaba llamar de ese modo su atención. Y se preparó para ver quién venía por el bosque, o qué es lo que hacía el extraño. Asomó la cabeza por el extremo del árbol, e intentó ver qué seguía haciendo... 

Randall suspiró aliviado al percatarse de que aquella criatura no estaba persiguiéndole a él, sino que se acababa de topar con otro de sus compañeros.

Durante un segundo pensó en quedarse a ayudar. Quizá fuera su amigo Linus, o Annelie, o Cliodna. Le alegraría que cualquiera de ellos ganase tanto como le alegraba ganar él mismo. No obstante, pensó en que él ya tenía un cometido, que era llegar hasta el centro del laberinto. Su objetivo no era el de ayudar a sus compañeros y, al fin y al cabo, sabía que había profesores y aurores vigilando, por lo que era poco probable que aquella criatura hiciera verdadero daño a cualquiera de sus compañeros.

No obstante, no se quedaba del todo tranquilo, por lo que decidió hacer lo único que podía hacer en su situación: enviar cierta ayuda al compañero que estaba en peligro, mientras él continuaba avanzando.

-¡Expecto patronus! -exclamó, conjurando a una etérea comadreja de tono plateado.

-Quiero que acudas a quien sea que está siendo atacado e intentes que corra en esta dirección -le pidió a su patronus, aunque no había mucho más que pudiera hacer-. ¡Vamos, ve!

Sin pensárselo dos veces tras dar aquellas órdenes, Randall continuó corriendo en dirección al centro del laberinto, esperando haber dado una oportunidad de continuar a uno de sus compañeros.

Tras ese breve inciso, dejaste a tu patronus ayudando y seguiste por tu camino. En todo momento lograste orientarte, por lo que cuando volviste a la carga y quisiste darte cuenta, ya estabas allí, en mitad del laberinto.

Ahora podías ver el cielo abierto, que era grande, muy grande y en círculo. Pero en aquello tampoco te fijaste en exceso, si no en la persona que primero había llegado: Annelie. 

Por otro lado, lo que se encontraba a tu alrededor te daba paz. Predominaba el silencio; como antes, sí, pero ahora inundado de más luz y un suelo que estaba impregnado por las enredaderas que formaban las paredes del laberinto y hasta algunas pequeñas flores que se habían osado a brotar por algunas de estas grietas.

Caminaste un poco, unos pocos pasos. Ya estabas cerca del final de la primera prueba y la situación emanaba tranquilidad. No parecía que viviera ningún ser, ni que un nuevo peligro te acechase. Sin embargo, advertiste un gran agujero en el medio, justo en el centro, el mismo que tenía a Anne mirando de pie junto a él, dirigiendo su vista hacia el fondo, tratando de descubrir qué escondería el nuevo camino.

Tras ese breve inciso, seguiste haciendo marcas por el suelo, tirando de tu orientación mental para lograr llegar. Te concentraste y, llegado el momento estabas allí, en mitad del laberinto.

Ahora podías ver el cielo abierto, que era grande, muy grande y en círculo. Pero en aquello tampoco te fijaste en exceso, si no en las personas que al parecer habían sido los primeros en llegar: Annelie y Randall.

Por otro lado, lo que se encontraba a tu alrededor te daba paz. Predominaba el silencio; como antes, sí, pero ahora inundado de más luz y un suelo que estaba impregnado por las enredaderas que formaban las paredes del laberinto y hasta algunas pequeñas flores que se habían osado a brotar por algunas de estas grietas.

Ya estabas cerca del final de la primera prueba y la situación emanaba tranquilidad. No parecía que viviera ningún ser, ni que un nuevo peligro te acechase. Sin embargo, advertiste un gran agujero en el medio, justo en el centro, el mismo que tenía a Anne mirando de pie junto a él, dirigiendo su vista hacia el fondo, tratando de descubrir qué escondería el nuevo camino.

Randall, por su lado, todavía no se había acercado.

Lanzaste tus hechizos y volviste a la carga. No sin antes dejar al minotauro -aparte de con el suelo pegajoso y por unos instantes oscuro, con un patronus que apareció. Una comadreja que empezó a molestar a aquel enorme ser-.

Tú tras ver la escena y haber perdido bastante tiempo con el percance, saliste corriendo y llegaste al centro, pero comprobaste que no el primero.

Ahora podías ver el cielo abierto, que era grande, muy grande y en círculo. Pero en aquello tampoco te fijaste en exceso, si no en las personas que al parecer habían sido los más veloces en llegar: Annelie, Randall y Linus.

Por otro lado, lo que se encontraba a tu alrededor te daba paz. Predominaba el silencio; como antes, sí, pero ahora inundado de más luz y un suelo que estaba impregnado por las enredaderas que formaban las paredes del laberinto y hasta algunas pequeñas flores que se habían osado a brotar por algunas de estas grietas.

Ya estabas cerca del final de la primera prueba y la situación emanaba tranquilidad. No parecía que viviera ningún ser, ni que un nuevo peligro te acechase. Sin embargo, advertiste un gran agujero en el medio, justo en el centro, el mismo que tenía a Anne mirando de pie junto a él, dirigiendo su vista hacia el fondo, tratando de descubrir qué escondería el nuevo camino.

Randall y Linus aún no se habían acercado. Cuando de repente, apareció a su vez Cliodna, la cual llegó junto a ti, casi a la par.

Mientras esperabas a Linus, un nuevo hechizo brotó de tu varita.

Nada sucedió de primeras, por lo que te quedaste expectante. Sin embargo, al poco funcionó y te mostró que no estaba maldito, que bajar por las escaleras no debía desentrañar ningún verdadero peligro.

Aunque eso no significaba que no hubiera magia, pues la había y era fuerte, lo suficiente para que se captara. Incluso un pequeño brillo como el de una luciérnaga resaltó por el fondo.

Annelie se encontraba mirando hacia dentro de ese gran agujero cuando llegó Randall. Seguidamente Linus apareció por una nueva entrada y, finalmente, hicieron un acto de aparición a la vez tanto Altair como Cliodna.

Circe se aproximó con rapidez -seguida de Sándor- hacia el lugar del que habían sido propulsadas las llamaradas naranjas y, en la escena se encontraba una especie de monje antiguo con túnica y barbas blancas.

De primeras no se comprobaba a nadie más por los alrededores, sin embargo, al poco -y con un sutil crujido de las ramas- notasteis que Ulfric se hallaba tras un árbol, ligeramente asomado.

-Ridiculus- soltó finalmente -y sin dilaciones- Circe. Con bastante elegancia y, erguida en su postura, dirigió la punta de su varita a aquello que parecía una persona con capucha, la cual, ahora empezara a adoptar demasiadas formas, algunas un tanto ilógicas.

Un patronus en forma de halcón plateado que conocías bastante bien llegó en tu búsqueda. 

De por sí, tenías la intención de dirigirte al lugar del que habías visto emitir unas pequeñas luces, por lo que, cuando el animal de luz quiso guiarte, lo hiciste con bastante rapidez.

El ser seguía cambiando de formas. 

Y mientras tanto allí estábais tanto Ulfric, como Sándor y Circe. Algunas dudas podían surgir, hasta que de pronto, se aproximó la persona que faltaba: Agatha, acompañada del halcón plateado invocado -patronus-.

Se suponía que todos eran rivales en ese momento… ¿Verdad?

Linus estuvo tentado de lanzar hechizos a diestro y siniestro, pero ante él únicamente estaban Anne y Randall. Contra ellos no iba a ponerse a combatir sin mediar palabra.

-Randall… ¿Colaboramos por ahora?- dijo acercándose a Anne lentamente- Al fin y al cabo mejor que gane un Slytherin- continuó diciendo a su amigo con una sonrisa. Su varita sin embargo, aún seguía moviéndose amenazadora, recordando las palabras de su novia no hacía mucho. Cuando estuvo cerca de ella esperando la respuesta de su amigo se susurró algo, preguntando. Debía asegurarse de que era ella.

Tras devolverle el susurro él le sonrió y entonces aparecieron Cliodna y Altair. Linus abrió los ojos como platos, debía actuar rápido- ¿No somos todos rivales al fin y al cabo? Ya estoy haciendo más alianzas de las que habría pensado.

-¡Randy, Anne, un Slytherin debe ganar! Avanzad o ayudadme…- Dijo apuntando antes de que lo previese nadie a Cliodna- ¡Incarcerous!- no la iba a subestimar como en el torneo, si podía dejarla fuera de la prueba en ese momento, lo haría.

Y después iría Altair.

-¿Cuál fue el recuerdo que utilicé para conjurar mi patronus la primera vez?

¿Un boggart? Pensó Buzánszky. De pronto escuchó un leve crujir de hojas y ramas y, de entre la vegetación, apareció Ulfric.

- Profesor ¿Qué le trae por aquí?

Se acercó un poco más a la escena.

- Esos destellos naranjas... ¿Eran cosa del boggart? - miró con suspicacia a su alrededor- temo que lo hayan dejado aquí para distraernos...

Estoy con el corazón en la boca mientras espero impaciente que aparezca Linus, y cuando al fin lo veo, simplemente pensó en el mensaje que se habían intercambiado así que acortó las distancias con su novio para escucharlo y así ella responder. Sólo que ante las primeras palabras que llegan a sus oídos, una sonrisa se dibuja en sus labios. 

- Torre de Astronomía. - respondo. 

Es consciente de que toda nuestra relación tiene una estrecha relación con aquel lugar de Hogwarts y la respuesta sería justamente esa. Una vez él sonríe confirmando que soy efectivamente su novia y no una ilusión del laberinto, aparecen los demás y toca tomar decisiones. Las odia, en verdad. Pero tiene que hacerlo, su novio ya ha comenzado la jugada y a Cliodna pese a que me cae genial, no quiero que gane. Podría decirse que tengo mi orgullo herido. 

Así que tras intercambiar miradas con Linus, deslizo la varita que se encuentra en mi manga hacia la mano y una sonrisa más maliciosa surge en mi rostro. 

- Inferno. - digo al conjurar. 

Y de repente de mi varita comienza a salir una poderosa luz que se convierte en llama, de allí es que los genes si o si se heredan y nadie podrá olvidar a mi tío abuelo con sus famosos círculos de lealtad. En este caso, era un simple encierro a Altair* ya que Cliodna sería interceptada por Linus. 

- Avancemos.  

Al llegar al centro del círculo observo a todos los presentes y simplemente me encojo de hombros, me traia muy sin cuidadonel resultado de la prueba, mientras nadie me tocara las narices, no tenía porque involucrarme con nadie.

Sin previo aviso los conjuros empezaron a volar de un lado a otro, pero Avery cometió un grave error al escoger su diana, pues atacó a un Black y eso yo no lo tomaba a la ligera.

Ya había perdido a mi hermano, no iba a dejar que ningún otro miembro de mi familia saliera lastimado así que cuando Annelie me encerró en el circulo de fuego, me limite a apuntar mi varita hacia Linus y con absoluta frialdad en la mirada pronuncie aquel conjuro que tanto me gustaba usar contra mis enemigos.

Fiendfyre. - me importaba muy poco si Avery moría o no, atacó a un Black y no podía dejarlo ir sin castigo.

De mi varita emerge un halcón de fuego que va tras su presa, confiaba que, al menos de este modo Linus centraría su ayención y varita en evitar quedar asado en lugar de intentar extrangular a Clionda.

Me importa una mierda quien gane esto, si no la sueltas te mueres. - sentencio dejando en claro mi intención.

Randall no se esperaba en lo más mínimo la reacción de Linus. Ambos estaban en lo cierto de que un Slytherin debía ganar la prueba, y habría esperado dispuesto a colaborar con su amigo de no ser porque había escogido como su víctima a Cliodna. "Si hubieras elegido ir primero a por Altair, tal ve..." se dijo Randall para sus adentros, mientras hacía un mohín desagradable con la boca.

-Si querías mi ayuda, no deberías haber atacado a Cliodna -le espetó Lestrange, molesto de que Linus hubiera atacado a la Hufflepuff.

El joven Slytherin se debatió brevemente entre atacar a Linus o a Annelie, pero realmente Linus no le había atacado a él, por lo que decidió decantarse por actuar contra el mejor apoyo que podía tener Linus en combate contra Altair. Apuntando con su varita hacia Annelie, pronunció las palabras de un hechizo para intentar detenerla e impedir que actuase contra Annelie:

-¡Petrificus Totalus!

Llegaron Sándor y una dama que lo acompañaba, y entonces el monje empezó a comportarse de modo extraño. Muy extraño. Y se dio cuenta de lo que era. Y sintió mucha vergüenza. El profesor von Hoggen había sido engañado... 

Un boggart. 

Maldición. 

- Riddikulus - Dijo también el subdirector, intentando eliminar aquello que le había dejado en tan mal lugar. Y además, delante de Agatha, que le acompañaba su patronus. Maldición. 

Habló con ellos: - Ehh, lo lamento. Lo lamento muchísimo. Era una especie de monje, hablando sánscrito, conjurando algo... y no me di cuenta, de que fuera un boggart, no, maldita sea... - Se dio cuenta de lo que decía Sándor, y asintió: - Yo lancé los destellos, pensé que era un peligro, y quería detenerlo, pero quizás, de verdad, el peligro esté en otra parte, y nos quieren despistar. Maldita sea, no me di cuenta. - Se golpeó la cabeza con la palma de la mano, y agachó la cabeza. Ahora podía pasar algo gordo en otro lugar. - Eliminémoslo, y vayamos a ver qué está pasando... 

Llegué tan pronto como pude al lugar, y pude ver que el subdirector se encontraba enfrentándose contra otra de las criaturas que había encontrado. -Creo que están en lo cierto, también me encontré con un boggart hace unos minutos. Jamás había escuchado de que pudieran encontrarse más de un boggart o dos en un mismo lugar.- Comenté con el ceño fruncido, pues porlo que estaba entendiendo, habían sido tres los boggarts que había aparecido.

-Será mejor que volvamos para advertir a la directora McGonagall.- Dije, con preocupación.

Habían llegado muy pronto, pensó Buzásnzky, quizás habían usado trasladores pero...¿no estaba ya todo demasiado preparado? 

Por lo pronto, aceptó la sugerencia de Agatha.

- Si, debemos informar y vigilar. Quizás incluso debamos algunos adentrarnos también en el laberinto - se quedó un momento pensativo - ¿Sabéis si alguno de los participantes es hijo de muggles o mestizo?

La mayoría de participantes eran Slytherin, por no hablar de la Black, así que supuso que le responderían con un NO. ¿Qué estarían entonces tramando los hombres-lobo, si es que se trataba de ellos?

- Circe ¿vendrá con nosotros? ¿tiene alguna idea?

Mientras volvían, preguntó a sus compañeros del colegio:

- ¿Sospechábais lo que está ocurriendo?

-¿Un monje sánscrito? ¿en serio , Ulfric?- se burló Buzánszky, quien se congratulaba así mismo de tener miedos demasiado abstractos como para que un boggart pudiera reproducirlos, a no ser que fuera en forma de Picasso... ¡o Tàpies!