Partida Rol por web

Alexander se despide de Aiden con un gesto y examina el cuadro que el muchacho acaba de terminar.

-Tiene mucho talento, y son unas maravillosas vistas -piensa el chico al lanzarle una mirada evaluadora al cuadro -Debería marcharme yo también, no es muy bueno estar solo.

Alex se levanta con lentitud y se limpia la suciedad que se ha adherido a su ropa. Cuando está a punto de marcharse, sus ojos se desvían de nuevo hacia Lauren y Marcus, y con horror comprueba que la modelo pierde el conocimiento.

El corazón se le encoge en el pecho de miedo. Su amiga se ha desmayado, y el único pensamiento que existe en la cabeza del Hufflepuff es ayudar a su amiga. Corre lo más deprisa que puede hacia su dirección, pero la distancia que los separa es bastante grande y el flato no tarda en aparecer.

Jadeando, el joven derrapa manchando de barro a sus 2 compañeros, pero en ese momento eso no es importante para él.

-Marcus, ¿qué demonios ha pasado? -grita el muchacho visiblemente alterado mientras comprueba el pulso de Lauren - Debemos llevarla a la enfermería, ¡AHORA!.

Alexander coloca sus 2 brazos debajo del cuerpo de la joven y utiliza toda la fuerza de sus extremidades para auparla, adoptando la postura del estilo nupcial. Con gran esfuerzo, se dirige a las puertas del castillo.

LAGO NEGRO

El tiempo había pasado y la tarde se estaba acabando, Linus había ido al lago a buscar esa soledad y concentración que tanto le gustaban. Pese a que el invierno estaba próximo, y este se dejaba notar en la fría brisa que acudía al chico desde las orillas del lago, el chico no parecía reacio a salir del castillo tan tarde. Ese viento frío le ayudaba a concentrarse, y se había abrigado lo suficiente.

Se encontraba sentado sobre una pequeña roca a orillas del lago, leyendo el libro que había comprado en Borgin y Burkes, al cual siempre echaba mano cuando tenía algo de tiempo libre y de soledad, pues quizás a los profesores no les parecería bien que un alumno se metiese en esos temas. Sobre todo si era de la casa slytherin. 

Su ceño estaba fruncido y cualquiera que lo viese así podría interpretar claramente que era porque la lectura no era de su agrado, o bien porque no encontraba aquello que buscaba...

LAGO NEGRO

Las afueras del castillo eran el sitio que más me recordaba a mi tierra natal y por eso me gustaba dar largos paseos solo por la zona, despejar mi cabeza y olvidarme de las clases con esos alumnos que parecían no querer aprender nada de lo que les decía. En fin.

Mi escoba me acompañaba en muchos de esos paseos. Era un árbol caso completo de un tamaño algo más alto que yo, pulido y decorado con muchas runas que denotaban mi auténtico espíritu, palabras que nunca quería olvidar y me ayudaban a entender que hacía aquí. Como siempre hacía me preparaba bajo algunos salmos susurrados para mí mismo antes de volar, cerrando los ojos y volviéndolos a abrir cuando terminaba. Al abrirlos vi a uno de mis alumnos, la verdad es que no prestaba gran atención a los mismos, solo a sus conocimientos pero creía que era un Slytherin, hasta quería sonarme su cara y decidí acercarme.

- No sabía que los alumnos podían corretear por las afueras sin estar acompañados. - el resto severo que me acompañaba casi siempre no podía faltar al dirigirme al chico.

El chico se giró cerrando el libro de golpe al escuchar que alguien le hablaba. Pudo observarlo y reconocerlo perfectamente, era el nuevo profesor del que hablaban todos los alumnos, era difícil no reconocerlo. El rostro severo del profesor chocó con la mirada ceñuda del chico, mientras pensaba. He oído que era un mortífago y le perdonaron sus crímenes...

-Buenas tardes profesor. Dijo con un tono de voz serio y formal, el habitual. Aún no ha anochecido, creo que estaría permitido en este caso. 

Se bajo de la roca de un pequeño salto aún con el libro en las manos y se acercó unos pasos al profesor, observó su escoba, pero no hizo ninguna apreciación sobre ello.

-Usted es el señor... Boronov. ¿Verdad?. Aún no hemos tenido ninguna clase, mi nombre es Linus Avery. Es rostro del joven seguía serio, no sabía bien que pensar sobre el nuevo profesor, pero hacía tiempo que quería investigar como era. 

Mi percaté de la ligera mirada de Linus hacia mi escoba, era raro que alguien de por aquí no comentase nada sobre ella pero eso me gustó. Coloqué mi barba y junté mis dos brazos en la altura de la cintura haciendo una V entre ellos.

- En las afueras de mi escuela lo menos que puede pasarte es que un oso del tamaño de tres hombres te arranque la cabeza si andas solo o que una Banshee te inquiete con sus alaridos anunciando la muerte de alguien cercano, posiblemente del tipo al que el oso le arrancó la cabeza - esbocé una sonrisa siniestra al chico- Efectivamente señor Avery, soy el profesor de Estudio de Runas antiguas y de Cuidado de Criaturas mágicas durante este año. Es un placer conocerlo y más haciéndose tan familiar tu apellido a una mente tan oxidada como la mía ¿es posible que nos conozcamos de algo, joven?

Mi cabeza me decía que no podía conocer a ese chico de nada pero algo hacía que recordase viejos tiempos y quería descubrir el qué era. 

Salió de los pasillos, en dirección al exterior, no sabía dónde podría estar la chica, su becaria era quien iba a aprender sus técnicas de lucha y habilidades especiales, para convertirla en una auror, y Darle la experiencia que necesita para enfrentar a los mortifagos.

Buscó con la vista desde arriba de la colina, en los patios exteriores, tenía muchas dudas con respecto a si estaría dispuesta a entrenar en ese momento.

-DANAAA... DANA LAWRENCE, DONDE ESTÁS?-

Gritó a los cuatro vientos para ver si le respondía, esperando que su nueva pupila demuestre el entusiasmo necesario, además de decirle que iba a ayudarle en la investigación sobre la muerte de su padre, de forma informal. 

Prácticamente desde que entró en Hogwarts, Dana tenía la costumbre de salir a los terrenos de Hogwarts y alejarse de la sociedad cuando se sentía frustrada o abrumada, y allí se encontraba cuando una voz la sacó de sus pensamientos. Le sonaba ligeramente aquella voz, aunque, en esos momentos, no sabía quién la llamaba. 

Dirigió la mirada hacia la dirección de la que provenía aquella voz, y se levantó rápidamente al ver al hombre que parecía estar buscándola, era Bredan Richter, su tutor. Se aproximó a él a paso rápido y decidido, los últimos acontecimientos en su vida le seguían doliendo, sí, y mucho, pero no iba a permitirse el lujo de perder de vista sus metas de futuro.

- Señor Richter, ¿me buscaba? - Dijo cuando llegó hasta el auror. En su voz no había rastros de vacilación, ni duda. Probablemente Richter estaría al tanto de la situación emocional de Dana, pero ella no estaba dispuesta a mostrar debilidades en aquellos momentos. Si quería ser auror, tendría que aprender a manejar sus emociones, o estas podrían llegar a ser usadas en su contra.

El auror sonrió a su pupila, complacido de que esta respondiera a su llamado, por ende no quería perder tiempo en absurdas presentaciones, ella ya le conocía, no debía ser imprudente en el tiempo que apremia.

-Me alegra encontrarte niña, ¿Recibiste mi carta? Comenzaremos tu entrenamiento, ya hice una reserva en la sala de entrenamiento-

No sabía si decirle o no, pero debía, una carta sería una falacia, y necesitaba saber lo siguiente. 

-Además, estoy a cargo de la investigación por el crimen contra tu padre, y me gustaría que participaras indirectamente de la investigación, no debes decirle a nadie sobre esto, ni siquiera a Beckia-

Se quedó mirándola, por un instante antes de sonreír, la idea que había surgido en su cabeza, estaba seguro de que a ella le gustaría. 

-¿Que te parece si hacemos una práctica? Apuesto a qué quieres desahogarte, luchar es bueno para calmar los ánimos-

Dana, de normal, era impulsiva y temperamental, pero, sin embargo, ante el auror y sus expectativas de futuro se mostraba sobria y disciplinada. Se había esforzado muchísimo por llegar hasta donde estaba, y lo último que quería era echarlo a perder por actuar como, o parecer, una cría.

- Sí, señor, la recibí. - Dijo con una pequeña sonrisa. Aquella oportunidad que el hombre le había brindado, significaba más para la Gryffindor de lo que, seguramente, él fuese consciente. - Gracias por aceptarme como su becaria. Estoy deseando comenzar y aprender de usted.

Ante las siguientes palabras de Richter, Dana quedó completamente sorprendida, no esperaba que el auror le permitiese participar en la investigación y, en cierto modo, sintió que una gran responsabilidad caía sobre sus hombros. Sin embargo, al instante decidió que pondría todo su esfuerzo por ser de utilidad para su instructor.

- Se lo agradezco en gran medida, daré lo mejor de mí. Y... le prometo que mantendré la boca cerrada, incluso si eso supone tener que ocultarle algo a Beck... - La joven ya sabía de la relación entre ambos adultos, así que no tenía sentido para ella el ocultar el afecto que tenía por su ahora tutora. No le agradaba tener que ocultarle nada, pero no estaba dispuesta a traicionar la confianza que el auror estaba depositando en ella.

Cuando el hombre, con una sonrisa, le ofreció la opción de practicar, Dana se mostró entusiasmada, todo lo que podía, siempre le había gustado batirse en duelo, ya fuese con la aprobación de los profesores... o sin ella.

- Coincido, señor Richter. Me encantaría practicar. - Estaba más que preparada y mentalizada para aquello, y se sentía ansiosa por comenzar con su entrenamiento. - Por favor, no se contenga, sé que cuando logre entrar al cuerpo de aurores tendré que enfrentarme a situaciones peligrosas, así que no temo hacerme daño... Hogwarts tiene enfermería por algo... - Tras su afirmación, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Instantes más tarde, añadió. - Prometo que, si Beck pregunta, le diré que me caí haciendo el idiota, o que me metí en una pelea. - No quería que el Auror se reprimiese por temor a hacerla daño, pero sabía que su profesora era muy protectora con ella, y podría llegar a ser temible, por lo que no dudaría en cubrir a Bredan para evitar cualquier tipo de desacuerdo o problema entre la pareja de adultos.

Lejos de intimidarle las palabras del norteño, a Linus le hicieron esbozar una sonrisa. Le divertía imaginar a los estudiantes de los primeros años atemorizados por Rusev con alguna historia semejante de sus tierras.

Linus arqueó una ceja ante la mención de su apellido. Claro, había sido mortífago durante la guerra, luchó en el mismo bando que sus padres, seguramente se habrían conocido o al menos visto un par de veces. De nada le valía ocultar el pasado de su familia, no ante él al menos, que estaba casi convencido de que ya lo sabría.

-Quizás conoció a mis padres durante la guerra. Dijo sin especificar muy bien dónde, ambos lo sabían de sobra. Mi madre se llamaba Elaine y mi padre se llama Arthorus. El chico fijaba sus fríos ojos azules en los del nuevo profesor, intentando adivinar lo que pensaba por su reacción.

No pude contener un gesto de sorpresa, ya sabía de que podría sonarme aquel apellido y sobre todo ese nombre. Mi cara se tornó en un gesto claro de desaprobación y mirando a Linus se acrecentó sin querer ocultarlo.

- Ya se quien eres entonces, el hijo de una rata, una rata que no acepta ni su propio destino. - escupí en el suelo, bufé un par de veces y luego suspiré para relajarme. - Pero imagino que ni tú ni tu madre tenéis culpa de la cobardía de tu padre... ¿Sabes lo que hizo verdad? Como abandonó a su suerte a tu madre - realmente no sabía como sucedió todo - y huyó, dejando el cadáver de tu madre a merced de aquellos que le habían quitado la vida. Juró una lealtad a la que nos faltó y si pudiese lo cogería por el cuello y... Arghh no merece la pena.

Me puse frente al chico y observé el aspecto de Linus con una expresión neutra, casi sin expresión. - Y dime, hijo... ¿Eres más parecido a una bruja o a una rata?

Ante sus palabras, surge en Linus una mirada que relampaguea con ira y odio hacia aquél hombre. Estuvo a punto de sacar la varita que lleva en la manga ante las primeras palabras de Rusev, sin temer las consecuencias de agredir a un profesor. Y lo habría hecho si el profesor no llega a mencionar justo a su madre, diferenciandola de su padre. Sin embargo, el profesor pudo ver perfectamente el movimiento en su mano derecha, sabiendo lo que había significado. 

Las palabras que dijo sobre su padre y la muerte de su madre eran las que él mismo pensaba y las que le llevaron a cortar las relaciones con él. Hacia tiempo que ya no le veía. En otra época se hinchaba de orgullo ante una palabra de reconocimiento de su padre, ahora no podía ni verlo.

Sin embargo, volviendo a la realidad, creyó entrever en la pregunta de Rusev más de trasfondo e intencionalidad de la que a primera visto pudiera parecer. 

-No soy un cobarde si es lo que insinúas. Soy un mago, pero no soy parecido a nadie. Sigo mi propio camino. Seguía mirando a los ojos de Rusev, no sabía si le estaba poniendo a prueba, pero tenía esa impresión y ahora le tocaba a él. ¿Y usted profesor?. No huyó en su día. Sin embargo, aquí esta, trabajando para aquellos que una vez intento silenciar...

No se planteó en ningún momento que su tono no fuese el adecuado para dirigirse a un profesor. Esa conversación no parecía en absoluto una de profesor-alumno y por ello ni se percató de ese hecho. 

Me gustaba ese chico, era directo aunque realmente sí que podía verle un rabo de rata cobarde pese a sus palabras. Aparté la parte exterior de mi túnica dejando ver claramente mi varita, jugando con mis dedos con el mango de esta, dejando claro que yo no era un profesor como los demás.

- Algo de tu padre si conservas chico, si vas a echar mano a tu varita hazlo. Por suerte para tí yo tengo un trabajo que conservar... - apreté mis sienes con la mano libre - aun así me gustas. Eres directo y te mereces una respuesta, aunque tu planteamiento es erróneo, aunque por otra parte no pretendía que lo entendieses. 

Acomodé de nuevo mi ropa y adopté de nuevo la postura que tenía al principio de la conversación. En tono relajado y claro me dirigí al chico:

- Yo no estoy con aquellos que quise silenciar, muchacho, odiaba cada sangre mágica que derramaba aunque mi odio hacia lo que defendían pudo más. Además ¿qué quieres que hagamos ahora? Si lo prefieres puedo ir a la escuela con unos amigos y crear un caos en la escuela - mi tono denotaba que si quisiese podría hacerlo- pero debes adaptarte el tiempo, no el tiempo a tí. Por eso tu padre es una sucia rata, porque en tiempo que no debía quiso cambiarlo a su beneficio... - mi mirada se perdió durante unos segundos, como rebuscando en mi cabeza- Sin embargo debes sentirte orgulloso de tu madre, luchó por ti Linus... ¿Linus dijiste verdad?, luchó porque los magos seamos lo que merecemos, pero todos los que están tras las puertas de ese colegio decidieron ser menos, conformarse y eso hará que algún día nos volvamos a matar entre nosotros.

Cogí aire para seguir con mi explicación pero por mi cabeza surgió una idea mucho mejor. - Linus dime: ¿Encerrarías a un dragón junto a gatos para que juegue? Porque yo no encerraría a un mago con sucios muggles.

Una sonrisa algo macabra se alojó en el rostro de Linus durante un instante cuando Rusev enseñó su varita en respuesta a lo que había hecho el chico. Una parte de él sentía curiosidad por cruzar hechizos con un ex-mortífago, pero la parte más lógica le dijo que quizás no fuese buena idea, solo como último recurso.  Y en verdad, Rusev no le caía del todo mal, entendía porque decía esas cosas y algunas las compartía.

Escuchó el planteamiento del profesor con interés, tocaba temas que habían ocupado la mente de Linus durante mucho tiempo. Pese a que comprendió todo lo que decía Rusev, no lo compartía del todo. Aunque en algo sus visiones se asemejaban.

La defensa de la sangre...claro, ese era el corpus ideológico por el que había luchado, algo con lo que el muchacho no estaba de acuerdo. La lógica decía lo contrario, se había demostrado que no era así, y el siempre se basaba en la lógica. 

Sin embargo, decidió ocultar su pensamiento:

-Tienes razón. Esta situación solo traerá más desgracias en un futuro. Hizo una pequeña pausa, relajándose y caminando despacio de lado a lado mientras hablaba. Hay algo que si comparto profundamente. La creencia de que los magos estamos por encima de los muggles. Había investigado mucho sobre ello los últimos meses y había llegado a un planteamiento estudiando la ideología de magos de renombre. No deberíamos escondernos de ellos, sino gobernarlos, por el bien de todos. Los magos dirigirían al mundo mucho mejor que los inocentes muggles que no provocan más que muertes y guerras sin sentido. Si bien era lo que pensaba, no quería contárselo todo. Linus aspiraba a gobernar a los muggles, pero por su propio beneficio. No creía en la pureza de la sangre ni en esas tonterías, pero Rusev podría enseñarle muchas cosas que necesitaría más adelante para cumplir su visión. 

He oído que estabas formando un club de duelo. Estaba interesado. ¿Es para enseñarnos a defendernos o para enseñarnos algún hechizo útil?. Quería tentar a Rusev para que le enseñase algo más que a sus compañeros, algo que quizás no estuviese del todo bien visto. Debía hacerle pensar que compartían la misma visión y así le traspasaría sus conocimientos. En un futuro, quizás hasta le convenciese de su punto de vista.

Bosque Prohibido

Randall observó aquella cueva, formadas por rocas de tonalidad oscura casi negra, que parecía la guarida de una criatura o un buen escondite en el que permanecer alejado de posibles estudiantes que, como él, estuvieran visitando el bosque.

Aunque la auténtica sorpresa para el joven mago fue presenciar cómo la tímida muchacha se convertía ante sus ojos en un león, revelando que se trataba de una animada. Randall quedó boquiabierto, impresionado por lo sucedido, no sólo porque Cliodna Black se hubiera transformado en el elegante y mortífero depredador de la sabana por excelencia, sino porque el hecho de que Cliodna hubiera mostrado tal proeza revelaba que se trataba de una maga con un talento extraordinario.

-Eres increíble... -murmuró, asombrado de ver la transformación ahora a la inversa, ahora que Cliodna se mostraba de nuevo con su apariencia humana ante él.

Transformaciones era la asignatura favorita de Randall desde siempre y, desde hacía unos años, había tratado por todos los medios de llegar a convertirse en animago, sin obtener resultado alguno. Observar que Cliodna, solo un año mayor que él, había logrado semejante proeza le demostraba lo talentosa que era aquella muchacha callada que solía pasar desapercibida en las clases.

-Yo... No sé qué decir, pero no te preocupes. No se lo contaré a nadie -le dijo a su pariente, con sinceridad. Ella le había revelado un gran secreto, y Randall no iba a traicionar su confianza-. ¿Cómo...? ¿Cómo lo has logrado? Convertirse en un animago es un proceso lento y duro. ¿Cuándo empezaste?

Apenas conocía a Cliodna, pero ya fuera por el vínculo familiar entre ambos o por la confianza mutua que se habían mostrado siendo casi completos desconocidos, quería saber más de ella.

Entonces Bredan mostró una sonrisa ante la chica, se sentía bien que ella mostrará respeto a los mayores, pero no le gustaba mucho, Beckia la adora cómo a una hija, y ahora que estaba tratando directamente con ella, estaba comenzando a adorarla, por que también veía mucho de ella en su persona de cuando era joven, impetuoso, osado, y con mucho arrojo.

-Antes que nada, puedes llamarme Bredan, puedes tutearme, y no te preocupes, las situaciones reales de combate ameritan simulaciones reales, así podré corregir tu postura y desempeño, pero estoy seguro que no serás una decepción-

Miró en dirección al castillo, pensaba en ella antes de irse, y si no iba a visitarla, una buena bronca le hecharia después. 

Acompáñame Dana, saludaremos a mi... Digo, saludaremos a Beckia antes de marcharnos, no quiero que se enoje por que no le avisé que llegaría-

Esperó a que la chica se pusiera en marcha para ir en dirección a donde se encontraba la profe de herbología. 

Las palabras de Linus no podían hacer que sintiese más ganas de reírme pero contuve la risa mientras lo escuchaba hasta que terminó y ya no pude hacerlo por más tiempo. La carcajada sonaba como la de un loco que ya poca cordura albergase en él.

- Oh, no chico, no es solo que seamos superiores, es que ellos a nuestro lado son meros insectos, no debemos gobernarlos, debemos someterlos y hacer que desaparezcan. En el pasado el estúpido de Grindelwald quiso romper el tratado y darnos a conocer a los muggles para hacer lo que tú quieres pero no, hay que llegar más allá.

Mi mirada era convincente y albergaba verdadera seguridad en lo que estaba diciendo. No esperaba que ese chico de verdad entendiese todo, no había vivido escondido porque otros magos no pensasen como él y como eso aun me había convencido más de que esa era la única verdad.

- Quiero que si una regla debe controlarme, no sea por miedo a que un muggle me descubra. Somos asombrosos Linus y nos escondemos porque ¿nos temerían? Es como esconderte aun sabiendo que no tienes miedo a ser encontrado. - relajé mis músculos y volví a colocar la barba que de la excitación al hablar se había erizado - Y no, joven, no espero que mi club de duelos sean para defendernos, espero que sean para que sepáis atacar si llega el momento. Y si he de enseñaros lo que otros no se atreven, lo haría.

Ese hombre era un fanático, sus argumentos no poseían ninguna lógica, eran puramente pasionales, abocados al fracaso. Pero lo necesitaba, necesitaba a gente como él, que le enseñase aquello que los demás tenían miedo si quiera de pronunciar. Si algo denotaba su fanatismo era dedicación, por una causa errada, pero dedicación al fin y al cabo. Si pudiese llevarlo a mi causa… si se dejase convencer… Pero ahora sería imposible convencerle, a sus ojos era un crío estúpido y altivo, que no había pasado por lo que él y no podía saber por tanto nada.

Es cierto, el estatuto del secreto es lo peor sin duda que han creado los magos, carece de sentido. ¿Acaso un gigante debería esconderse de las hormigas por miedo a pisarlas? Es absurdo que la comunidad mágica se oculte en las sombras para no herir a aquellos que son demasiado estúpidos si quiera para darse cuenta de que existimos. Y eso lo dijo con convicción, pues lo creía en parte. Al menos Grindelwald tuvo el coraje de alzarse por aquello que creía correcto. Dijo con una voz más calmada. Creo que solo los más valientes pueden llegar a tales extremos. Era incapaz de hacer hincapié en la visión de la esclavización de los muggles, no le había sorprendido, pero temía que le pillase mintiendo en ese punto y echase a perder todo el plan.

Entonces sí que me interesaría ingresar profesor. Dijo sonriendo sinceramente, aunque con un toque algo siniestro (el cual no hacía sombra al del propio Rusev), haciendo referencia al club de duelo. La mejor defensa es un buen ataque al fin y al cabo, o es lo que se dice. Si por cualquier motivo no le permiten llevar a cabo esas enseñanzas, podríamos formar un club aparte, solo con aquellos más dispuestos, si lo cree adecuado, por supuesto. Asintió con la cabeza mostrándose algo más humilde de lo que había sido hasta ese momento.

Dana se sentía cómoda junto al auror, se notaba a leguas que era un hombre serio y muy disciplinado, pero no se mostraba distante como otros miembros del cuerpo que la Gryffindor había conocido. La muchacha le mostró una sonrisa tímida, tenía la costumbre de tratar con respeto a todos los adultos que conocía, especialmente cuando los sentía como una figura de autoridad, y que Richter le pidiese un trato de tú a tú, era algo que no se esperaba.

- De acuerdo señor Rich-Bredan. De ahora en adelante, te... tutearé. - La sonrisa que portaba en su cara dejó de ser una pequeña y vergonzosa, pasando a ser enorme y sincera. - De acuerdo, seguramente esté en su despacho, en el invernadero. Seguro que... se alegra de verte. 

Tras esto, la joven comenzó a andar hacia el lugar, seguida por el auror.

Al llegar al invernadero, Dana avanzó hasta la puerta del despacho de Beckia, que se encontraba cerrado. Miró a Bredan, y le dirigió una pequeña sonrisilla, justo antes de llamar.

Arqué la ceja tras la repentina "humildad" de Linus, ¿si lo cree adecuado? pero quise restarle importancia. Debería tratar con este chico más veces y que termine de ver mi visión, aunque realmente era solo por satisfacción personal, hoy día era inviable volver a un ataque directo, sería un fracaso.

- Convenceré a la directora de que necesitáis preparaos, estoy seguro de que si se lo planteo de "buen" modo lo entenderá. Tendré en cuenta que quieres participar pero que sigas en el club o no dependerá de si lo mereces, chico.

Di la espalda a Linus para contemplar las vistas y respirar hondo una gran bocanada de aire soltándolo despacio haciendo un ruido gutural, cerrando la boca de un chasquido de mis dientes. Sin volver a mirar a Linus seguí hablando.

- Aun no me has dicho que es de tu padre.