Partida Rol por web

3 de Febrero de 1924 - 22:00

La noche de aquel Domingo era sin duda una de las más frías del año. La nieve golpeaba con fuerza el rostro de aquellos valientes que se aventuraban en las oscuras calles de la ciudad movidas por un frío helador, que penetraba hasta las ropas de más calidad. 

Por ello, cuando Michael entro al Mulholland tuvo una agradable sensación de calidez y confortabilidad. Se trata de un local agradable para cenar y tomar algunos refrescos. Hay varias mesas dispuestas alrededor de un pequeño escenario sobre el que una banda toca algo de jazz suave.

Un primer vistazo al local deja claro que allí no se encuentran ninguno de los inspectores. En la barra solo hay dos hombres que toman alguno de los combinados sin alcohol que se ofertan en un cartel detrás de un esmirriado camarero. En la zona de cenar tampoco parece que se encuentre ninguno de ellos... Un vistazo al resto del local, lleva a Michael a fijarse en una zona al fondo del local donde hay un cartel sobre la puerta en la que se puede leer "Reservado". 

Michael pidió algo para beber y estuvo un buen rato observando el local, sobre todo aquel reservado. Se había colocado en una buena zona del bar y podía ver quién salía y entraba de aquella zona.

No obstante, pasada media hora pidió al camarero que rellenara su bebida.

—Discúlpeme una pregunta, ¿quién suele usar ese reservado? —dijo señalando la puerta—. ¿Podría reservarlo para algún evento o es privado?

- Tendría que hablar con el dueño - Dijo el camarero mientras rellenaba la copa. - Suele estar reservado para miembros del cuerpo, pero por una buen fajo supongo que podría hacer una excepción - 

El tiempo pasaba lento, y aunque la música era agradable la espera parecía eterna. Quizá Michael ya estuviera acostumbrado, puede que no... pero siempre se hacía lenta y tediosa.

Eventualmente sobre las once de la noche, la puerta se abrió. Del interior salieron un par de hombres primero hablando y riendo. Detrás de ellos salía el inspector Keegan, también con una sonrisa, que desapareció de su rostro al verte. Se detuvo en la puerta y miró hacia atrás un segundo antes de cerrar la puerta tras de sí al salir. 

Sus dos compañeros pasaron al lado del detective sin prestarle atención, mientras que Sawyer Keegan pareció pensar que hacer. Finalmente decidió hacer lo mismo, esperando quizá no ser interrumpido por Michael...

—Señor Keegan. ¡Que agradable coincidencia!

Howard no tenía intención de dejarlo ir tan fácilmente. Sonrió a los otros dos policías saludando con la cabeza, como para indicar que quería charlar con un conocido y que podían esperarlo fuera.

—Me gustaría invitarlo a una copa. Creo que le debo una disculpa por lo del otro día.

Había que tender el cebo. Usando la cara de inofensivo chupatintas que no entraña ningún peligro Howard intentaba llevar al agente hasta la barra.

El inspector se detuvo al escuchar como fue llamado por Howard. Dio un suspiro y se acercó.

- Aquí no - 

Dijo en un susurro dando un vistazo a la puerta por la que había salido primero y a los dos policías que salían por la puerta del local después. Os hizo una señal con la cabeza y sin esperar respuesta salió del garito. Cuando salisteis la noche ya estaba bien entrada, la temperatura había descendido considerablemente y la nieve se había detenido. Al menos no soplaba viento; lo que hacía menos desagradable estar en el exterior.

Keegan se giró para comprobar que lo seguíais y caminó un par de manzanas hasta que se metió en un callejón. Allí os esperaba con un cigarrillo en la boca que humeaba recién encendido. Os miró, esperando las preguntas que sin duda habíais venido a formular.

—Gracias señor Keegan. Quisiera, antes de nada, dejar claro que ahora mismo estamos off the record. Sé que algo le carcome por dentro y necesita sincerarse. He visto esa actitud en mis años de abogacía. Pero también sé que está en una situación muy delicada y hay otros que no quieren que hable. Eso también lo he visto muy a menudo.

Encendió un cigarro a su vez.

—No pienso mencionar esta conversación a nadie, ni revelaré mi fuente. Pero corremos el riesgo de estar perdiendo el tiempo con la persona equivocada y que el verdadero asesino siga impune y libre. Debo saber que es lo que su compañero quiere silenciar de forma tan evidente.

El inspector Keegan dio una larga calada a su cigarro y se movió incómodo, cambiando el peso de su cuerpo de un lado al otro y volviendo de nuevo a la posición inicial y asintió a las palabras de Howard. - Off the record - 

- Verán - Comenzó - El instinto me dice que algo raro está pasando en este caso. No me cuadra demasiado que un tipo como Cobb cometa un acto de semejante naturaleza, a pesar de sus problemas mentales. Los vagabundos son una molestia, pero rara vez suelen delinquir, y menos aún realizar un acto así. Lo que más me hace dudar es algo que sucedió la misma mañana en la que apareció el cadáver.

Keegan miraba la entrada del callejón, como esperando ser sorprendidos en cualquier momento. Siguió hablando.

- Cuando saltó la alarma y nos preparábamos para acudir a la escena del crimen, el sargento de guardia de la comisaría, Alex Haley, recibió una llamada. No sé con quién habló o de lo que hablaron, pero al terminar la conversación nos dio instrucciones precisas para que buscásemos a algún vagabundo del parque. Me da que en todo esto hay algo más, pero no puedo demostrarlo.
Es por eso por lo que no puedo decir nada oficialmente. Además. - Hizo una pausa antes de concluir su exposición - Supondría el fin de mi carrera -

Howard asintió.

—Me imaginaba algo así. ¿Qué me puede decir de Haley? Off the record, por supuesto.

Keegan volvió a mirar a la entrada del callejón, se frotaba las manos, las pasaba por su pelo y se aflojaba o ajustaba la corbata. 

- ¿Haley? - Dijo negando con la cabeza - Todavía no se muy bien que pensar. Desde luego lo de la llamada fue sospechoso, pero no tengo pruebas de nada. Ni siquiera si se la de la llamada fue su mujer maldita sea. 

Dio un suspiro primero y una larga calada después. 

- Escuchen - Dijo para expulsar una gran nube de humo mezclada con el vaho del frío. - Sin pruebas todo esto no vale nada. No voy a jugarme mi carrera ni la de mi compañero si solo tengo una corazonada. Pero tendré los ojos abiertos. - 

Volvió a mirar a la entrada del callejón y tiró el cigarro sobre un montón de nieve. 

- Tengo que irme. Vayan con cuidado -