No fue complicado encontrar a un barrendero en el parque, que además resultó ser Wilbur Rolands, el que había descubierto el cadáver. Vestía con un uniforme de colores chillones que resaltaban sobre el blanco de las calles. Su rostro estaba casi completamente cubierto por el pasamontañas que usaba para protegerse del frío, e iba equipado con un carro en donde iba amontonando las hojas y basura que se encontraba por las calles, y con una pala y una bolsa con sal mediante la cual iba limpiando los caminos del parque de la nieve acumulada.
- Buenos días señor - Dijo cuando Howard se presentó. - ¿En que puedo ayudarle? -
Apoyó la pala en el suelo y su brazo en la parte del agarre, dando un suspiro que produjo un vaho que desapareció a los pocos segundos.
—Buenos días señor Rolands. Mi nombre es Howard Miles y soy el abogado defensor del señor Warren Cobb. En el informe policial pone que usted encontró el cadáver. Sé que será un mal trago para usted pasar de nuevo por esto pero le aseguro que intentaré no molestarle más si puedo aclarar ciertos puntos que la policía no ha detallado lo suficiente.
Miró el parque. Solía venir a pasear allí con los niños los domingos. Tuvo un escalofrío al pensar... prefirió no pensar en eso.
—¿Podría indicarme donde encontró el cadáver del pequeño? Voy a necesitar que recuerde con detalle ese momento. ¿Recuerda lo que había junto al mismo? ¿Un abrigo? ¿Sabe dónde se encontraba el señor Cobb en el momento que usted vio al niño? ¿Hay algo de la escena que le llamase la atención? Cualquier tontería que crea que no tiene interés sería vital para la investigación.
- No hay problema - Dijo el hombre cogiendo la pala y clavándola en el suelo nevado, haciendo que se quedara de pie sin necesidad de que él la agarrara.
- Era pronto por la mañana, sobre las 6:30. Hacía mi ronda, como todas las mañanas. -
Señaló con la mano en una zona del parque cercana a donde habían encontrado a Warren Cobb.
- Cuando vi el cuerpo boca abajo, pensé que se podía tratar de uno de los vagabundos que suelen frecuentar el parque, pero inmediatamente me di cuenta de que se trataba de un cuerpo muy pequeño. Al acercarme, lo que vi fue horroroso. No deseo a nadie pasar por ese trago. El pobre crío estaba blanco como la cera y, aunque vestido, sus ropas estaban desmadejadas. En cuanto comprobé que estaba frío y no respiraba, pedí auxilio. El frutero que pasaba por allí se acercó y le pedí que corriese a llamar a la policía. No recuerdo haber visto a nadie por allí antes de encontrar el cuerpo. -
Tosió un poco y prosiguió.
- ¿Abrigo? No recuerdo que hubiera ningún abrigo la verdad - Negó con la cabeza - Si le digo la verdad no me fijo demasiado en los vagabundos. Van todos muy tapados.
Pensó un momento más ante la insistencia de cualquier posible evidencia o tontería.
- No creo que sea nada la verdad. Pero lo que me llamó la atención es que la hierba de alrededor del cuerpo estaba aplastada, como si el cuerpo se hubiese estado revolviendo. -
Howard anotó eso en su cuaderno: ¿Espasmos?
—¿Estaba usted presente cuando detuvieron a Cobb? ¿Vio algo raro estos días en el parque? ¿Alguien raro? No sólo me refiero a los vagabundos. Cualquier comportamiento anómalo.
De toda la investigación ese era el eslabón más débil: ¿por qué habían ido a por Cobb? ¿Quién había visto el abrigo ensangrentado?
- No. Cuando vinieron los dos agentes con el frutero nos dijeron que ellos se encargaban y que siguiéramos con nuestro trabajo. Más tarde vinieron a hacernos algunas preguntas, pero ya habían detenido a aquel tipo. -
- ¿Algo raro en el parque? - Dijo repitiendo tu pregunta. - No, los mismos movimientos de vagabundos, la misma mierda en el suelo y la misma nieve.
Cogió su pala y la desclavó del suelo, colocándola en su carrito.
- Oiga, si no le importa voy a volver a mi trabajo, si me retraso demasiado luego llego tarde a comer y mi mujer se pone insoportable -
Howard estaba igual que al principio. Sólo esperaba que sus compañeros hubieran tenido mejor suerte. Tras repasar otra vez el informe para tomar nota de los dos policías que hayaron el cadaver y posteriormente detuvieron a Cobb —tendría que hablar luego con ellos —se montó en su coche para recoger a Meredith en el trabajo.
Había decidido llevarla a comer a Luiggi's con ellos y, de paso, pedirle su opinión sobre el tema de la sangre que había comentado Michaels. Se debatía por no meterla en aquel lío pero empezaba a sospechar que la gente en Bloomfield era demasiado indolente. Si quería un resultado fiable tendría que buscar a alguien de quien fiarse.
Tras recogerla en el hospital la puso al día rápidamente para que entendiese de lo que iban a tratar en la comida y no la pillase por sorpresa. Le contó también su sospecha de que Cobb podría no ser el culpable y compartió con ella su inquietud por los niños. Meredith era una mujer formidable, no necesitaba paternalismos absurdos con ella. De hecho confiaba en su criterio bastante más que en el de la mayoría de los hombres que conocía.
Bueno, pues ahora que @Bilbonaut está de vuelta ya voy metiendo a Meredith en el equipo.