Y el equipo se puso en marcha...
Howard fue el último en salir de la casa, parapetándose con su mejor abrigo y su maletín. El frío de aquella ciudad y en aquella estación calaba hasta los huesos. Fue el que primero que logró llegar a su destino, el juzgado. Allí no tuvo mayores problemas para hacerse con el caso y firmar los documentos necesarios. Algunos de los abogados de la ciudad ya lo empezaban a conocer; algunos lo saludaban, otros solo lo miraban y murmuraban. La secretaria de turno lo tenía todo preparado, siendo un trámite rápido y sin complicaciones.
Michael mientras tanto había llegado a la comisaría. Allí, se encontró con un lugar no demasiado ajetreado. En la recepción un hombre se quedó mirando al detective al entrar.
- ¿Desea algo? - Dijo dejando lo que estaba haciendo y centrando toda su atención en él.
A la salida del juzgado, Howard no perdió el tiempo, y se dirigió directamente a la comisaría; donde retenían al vagabundo. El abogado no tuvo problemas al identificarse para que le llevaran hasta él. Lo guiaron hasta el calabozo ubicado en el sótano; donde en una celda, sentado en un banco de piedra, esperaba alicaído Warren Cobb.
La apariencia de Cobb era exactamente la que cualquiera podría esperar de un vagabundo. Barba de un par de días sin arreglar, un jersey sobre una camisa cuyo sucio cuello sobresalía ligeramente y mostrando manchas que deberían haber sido limpiada hace unos cuantos días. Su cabeza estaba cubierta por un viejo bombín, que puede perteneciera a alguien importante tiempo atrás, antes de que se deshiciera de él y fuera encontrado por alguien como Cobb en un contenedor.
Cuando vio al abogado levantó su mirada y durante unos escasos segundos se la mantuvo a Howard; momento en el que volvió a bajarla al suelo. Era la mirada de alguien sin esperanza.
Norman por su parte tenía que pensar por donde empezar, la ciudad era grande... y lo único que sabían era que al vagabundo se le había visto por los alrededores del parque Westwood...
Norman empezó por investigar el lugar que solía frecuentar el acusado. Se acercó hasta el parque Westwood y allí buscó posibles sujetos que conocieran al vagabundo, aunque fuera de vista, por lo menos para empezar a tirar del hilo.
La prioridad era interrogar a mendigos que encontraran por la zona, y como segunda opción otras personas que pudiesen frecuentar el parque: ancianos que daban de comer a las palomas, vendedores ambulantes...
El paseo de Norman no fue demasiado bien, cuando preguntaba a la gente por el vagabundo todos parecían no tener relación con él. Nadie le conocía o siquiera le había visto. Lo poco que pudo sacar en claro de su paseo era que durante el día allí no había gente como Warren Cob. Finalmente logró averiguar que al amanecer los mendigos y vagabundos se van de aquel parque, la policía se encarga de ello; pero por la noche todo el mundo hace la vista gorda. Al fin y al cabo no molestan demasiado... o al menos no lo hacían hasta ahora.
Por la noche, y después de un par de preguntas logró dar con un tipo al que llamaban Billy "El pipas". Lo encontró apoyado en el tronco de un árbol, tal como le habían indicado justo al pasar una de las fuentes del parque. Vestía con una gorra de marinero, y en su boca tenía una pipa apagada, que movía de un lado al otro de vez en cuando. En el banco del al lado había un pequeño montón de ropa.
Las pesquisas diurnas fueron algo infructuosas, pero al menos obtuvo un nombre. Ahora, bajo el manto de la noche, Norman volvía a visitar el parque en busca de ese tal Billy, al que no tardó en encontrar en el lugar indicado.
Mientras andaba hacia él, Norman sacó su tabaquera del interior de la chaqueta, extrajo uno de sus cigarrillos (que liaba él mismo) y se lo colocó en los labios. Ya próximo a aquel tipo, extendió la pequeña cartera de cuero ofreciéndole coger uno.
-Parece que se le ha acabado el tabaco de esa pipa. Si quiere, puede probar uno de los míos-dijo.
Si aceptaba, Norman encendería ambos pitillos, confiando en que aquello facilitase la conversación. En cualquier caso, aunque no aceptase, le preguntaría igualmente.
-Seré honesto con usted, amigo. Estoy trabajando en una investigación sobre el asesinato del niño que ocurrió en este parque. No se preocupe, no soy policía ni periodista. Trabajo para un particular. Si hubiese algún testigo de aquella noche sería estupendo, pero de no ser así, al menos me gustaría saber todo lo que pueda sobre el hombre al que han acusado, Warren Cobb. ¿Lo conoce? ¿Qué puede contarme sobre él?
El vagabundo miró a Norman, primero con algo de temor. Luego, al ver que le ofrecía tabaco algo más relajado. Negó con la cabeza.
- No fumo esa bazofia - Dió unos golpecitos en la pipa - Prefiero el tabaco de verdad. - Aunque ya que es usted tan amable - Colocó su mano abierta frente a Norman, pidiendo claramente algunos dólares[1].
- Muchas gracias señor, con esto podré comprar algo de tabaco de verdad, o quizá algo de alcohol -
Se guardó entre sus ropas el dinero con cuidado, tapando con su otro brazo donde lo hacía y dándose media vuelta. Enseguida se volvió hacia el gánster.
- Oiga, Cobb es un buen hombre. Volvió del infierno de la guerra y no dejó que le jodiesen más la cabeza los loqueros de Manor Peak. Les aseguro que Cobb ha estado cara a cara con el horror, nada que esos sabiondos de bata blanca puedan comprender y mucho menos arreglar desde sus acomodadas vidas. Yo no estaba en el parque esa noche, pero no me creo que ese hombre fuese capaz de hacer daño a un niño, ni a una mosca siquiera. -
- Cobb volvió de la guerra sin ganas de más violencia. Solo quería olvidar y que lo dejasen en paz. -
Norman sacó de su bolsillo una vieja libreta que hacía bastante que no usaba y tomó algunas anotaciones con un pequeño lápiz.
-¿Conoce a alguien que estuviese aquí la noche del crimen, además de Cobb?, ¿sabe quién le encontró a él y al niño?, ¿algún testigo?
Norman escuchó lo que Billy tuviese que decir, siguió tomando notas y subrayó el nombre de Manor Peak.
-¿Qué me puede contar sobre Manor Peak?, ¿a estado usted allí, o conoce a alguien más que haya estado?
El vagabundo negó.
- Como le he dicho no estaba aquí esa noche. Me temo que no se nada que pueda serle de ayuda. -
Se cambió entonces la pipa de lado y se rascó su barba. Emitió un sonido con su boca cerrada, algo gutural mientras parecía pensar.
- Manor Peak, ya sabe. El hospital para... - Hizo un gesto dando vueltas con su dedo apuntando a su sien - Pero allí no tienen idea de nada. Se dedican a drogar a quien entra allí y al final acaban siendo más despojos que otra cosa. Creo que Cobb conoció a varios de los nuestros allí. Si le digo la verdad, solo se lo que cuentan quienes han estado, pero no parece ser un buen lugar donde pasar tus días. -
-Muchas gracias por su ayuda. Cuídese-dijo Norman dando por concluida la charla.
No había obtenido lo que esperaba, pero en cambio tenía una nueva pista. ¿Estaría ese manicomio relacionado con el asunto? Billy había mencionado drogas, y las noticias sobre el asesinato también hablaban de ello. Estaba deseando compartir esta información con sus colegas y escuchar qué opinaban.
Antes de volver a casa, Norman merodeó por el parque un par de horas más en las proximidades donde hallaron el cuerpo. Primero, quería ver con sus propios ojos el lugar de los hechos, por si encontraba algo que le llamase la atención. Seguidamente, aunque Billy no le proporcionó ningún otro nombre, quizá viera a alguien más por allí al que considerara poder interrogar.
Si no sé exactamente el lugar donde encontraron el cuerpo, se lo pregunto a Billy ante de irme. Supongo que él lo sabrá al ser habitual de la zona.
El paseo por el parque reveló que conforme la noche terminó por caer, la "gente de bien" de la ciudad dejaba el parque, y a este acudían los vagabundos a buscar cobijo en bancos y bajo los árboles. Se cubrían con cartones o varias capas de ropa, y la verdad es que ninguno parecía especialmente amenazar o dispuesto a molestar. La mayoría llevaba consigo varias bolsas de papel marrón en cuyo interior era más que probable escondieran algunas botellas de alcohol.
No tardaste en encontrar el lugar donde el cuerpo fue encontrado. No había rastros de sangre por ningún lado, aunque habían pasado a unos cuantos días y puede que bien la nieve o bien los cuerpos de limpieza de Bloomfield se hubieran encargado de todo...
Norman dudaba si interrogar a otros de aquellos vagabundos. Por un lado, y ahora que lo había meditado mejor, pensó que si alguno de ellos hubiera presenciado el crimen, seguramente no volvería al parque en un tiempo para evitar problemas. Por otro lado, sabía que le reconcomería algo por dentro si no lo intentaba, por lo menos con los que tenían su sitio en las zonas más cercanas al lugar de los hechos.
Decidido finalmente, se acercó a un par de los más próximos para preguntarles sobre Warren Cobb y el crimen. Si conocían al anciano, qué sabían de él, y cualquier cosa que supieran sobre el asesinato.
Pues eso. Pregunto a un par de vagabundos, de los que estén más cerca del lugar del crimen. Si tengo que darles algunos pavos, lo hago. Si no obtengo ninguna información, me vuelvo a casa a descansar hasta la mañana siguiente.
Conforme pasaba las horas del reloj, la noche se hacía más oscura, el frío más intenso y el viento penetraba la ropa sin compasión, haciendo temblar a Norman. Se llegó a preguntar como hacían aquellos hombres para aguantar en la calle. Sin duda la multitud de capas que llevaban y los cartones con los que se hacían sus parapetos ayudaban, pero eran sin duda las bebídas alcohólicas lo que más los calentaban en aquellas terribles noches.
Blade aguantó casi una hora más de paseo sin que nadie supiera o dijera nada. Los que decían conocerle aseguraban que jamás haría algo así, aunque alguno incluso parecía decirlo por inercia; y puede que incluso ni siquiera supiera de quien estaba hablando.