Partida Rol por web

Con la comida terminada Michael fue el primero en salir del restaurante. El frío de aquel día se sentía ahora todavía más. Aprovechó para caminar hasta la frutería que ahora si que estaba abierta, y en la que pudo ver a un hombre detrás de un alto expositor en la que ofrecía diversas frutas y verduras de la temporada.

El letrero de la entrada rezaba "Frutas White". Al acercarse y entrar en la tienda el frutero mostró una amplia sonrisa e hizo una medida reverencia.

- Buenos días caballero, ¿Qué desea hoy? La acelga esta temporada viene estupenda si me permite hacerle una recomendación - 

—Señor... ¿White? —preguntó mientras miraba el letrero—. No vengo por acelgas hoy, aunque le diré a mi mujer que le haga una visita. Tienen un aspecto excelente.

Michael quería entrar con buen pie con el frutero y no dudó en regalarle el oído con algo de zalamería. Esperó un instante hasta que la frutería estuviera vacía y entonces comenzó a hablar.

—Verá, quería hablarle del caso de Cobb. Trabajo para el señor Miles y, como sabrá, se le ha encargado la defensa de Cobb —se encogió de hombros—. Tengo entendido que usted encontró el cuerpo de pobre muchacho, ¿podría describirme lo que vio?

El señor White negó con la cabeza a la afirmación expuesta por Thomas. 

- Me temo que su información no es del todo correcta - Dijo dando un suspiro. 

- Me dirigía a mi tienda de fruta cuando oí los gritos de socorro del barrendero. Corrí como alma que lleva el diablo, pero cuando llegué solo pude ver al barrendero de rodillas sobre lo que parecía el cuerpo de un niño. Me pidió a gritos que llamase a la policía y eso es lo que hice. Llegué a la comisaria y relaté como pude lo que había pasado. Dos agentes me siguieron a la carrera. Cuando llegamos al parque, se hicieron cargo del asunto y me pidieron que regresase a la comisaria y pidiese al sargento que mandase más hombres. - 

Melvin recolocó una fruta que se había movido mientras colocaba otras piezas en una de las bandejas cercanas y prosiguió.

- En fin, que después de eso volví a mi trabajo, pero no podía quitarme una sensación rara del cuerpo. Por la tarde, me enteré por la prensa de quién era el niño y de que ya habían detenido a un sospechoso. -

—Muchas gracias por su colaboración, señor White —dijo cortésmente—. Entiendo... ¿Cuándo usted vio el cuerpo, exactamente donde estaba? Sabrá, por las noticias, como murió el muchacho. ¿Estaba la zona manchada de sangre?

Michael se estiró y anotó algo en la libreta. Después levantó la mirada y observó al frutero en espera de su respuesta.

- ¿Sangre? - Preguntó intrigado el señor White. Pasó sus dedos por el bigote pensando y negó con la cabeza.

- Si le digo la verdad no me fijé demasiado. Como le dije enseguida salí a buscar a la policía. Pero no recuerdo ver nada de sangre. No, diría que no había sangre. - 

—Claro —dijo asintiendo con la cabeza mientras continuaba escribiendo en su libreta—. Supongo que la situación no invitaba a fijarse en los detalles señor White, lo entiendo. Pero, ¿se fijó si había gente alrededor además de usted y el señor Rolands? Me interesa saber si había alguien más que pudiera ver algo.

Michael pasó las páginas de su libreta hasta encontrar el dibujo de los símbolos.

—¿Reconoce estos símbolos, señor White? —inquirió volteando la libreta para que el frutero pudiera ver los símbolos—. Y, una última pregunta, ¿hay más vagabundos por la zona? ¿Quizá alguien con quien soliera frecuentar Warren Cobb?

El señor White negó con la cabeza nada más comenzar la pregunta, pero cuando Michael la terminó de formular se quedó parado.

- Si. Bueno, no; o si. No se si... - Parecía algo confundido, pero finalmente continuó con lo que tenía en mente y no terminaba de ordenar. - Quizá no tenga importancia, pero cuando estaba entrando al parque para cruzarlo, sobre las seis de la mañana, me tope de bruces con cuatro hombres encapuchados. Me golpearon sin querer y se me cayó al suelo la bolsa con los bártulos. Uno de ellos se agacho a ayudarme y pude ver que en su mano tenía una extraña cicatriz, con una forma rara, una especie de círculo con un gancho a cada lado. - 

Se volvió a detener unos segundos y prosiguió. 

- Otro le regañó, apremiándole a continuar el camino. Iban bien embozados, aunque en ese momento tampoco me pareció excesivamente extraño. Pensé que se trataba de algunos obreros que iban pronto a trabajar. Ciertamente, ahora que lo pienso, tenían una actitud extraña. Además, con el que me tropecé olía muy mal, muy fuerte, como a sucio o alguien que no se ha aseado bien, ya me entiende. No reconocí a ninguno de ellos. - 

Cuando el señor Thomas enseñó los dibujos a Melvin, este quedó sorprendido por ellos. Sus ojos se fijaron en ellos y levantó su mano señalando uno de los símbolos. 

- Si. Este el símbolo que llevaba aquel hombre - Golpeó el que parecía un gancho - No tengo ninguna duda. -

- Respecto a los vagabundos si. Por la noche y hasta que amanece el parque sirve de dormitorio para ellos. Sin embargo nunca conocí al tal Warren Cobb, así que me temo que puedo serle de poca ayuda en ese aspecto. - 

Michael volvió a apuntar en la libreta.

—Señor White, ha sido usted de gran ayuda. Si no le importa le tomaré los datos por si es necesario que declare en el juicio, ¿es tan amable?

Una vez acabados los formalismos con el señor White, se despidió cortésmente de él tras comprar una manzana que salió comiendo de la frutería.

Todavía era pronto así que decidió ir al parque a echar un vistazo y quien sabe si encontrarse con alguno de esos mendigos y tener una charla con ellos.

- No hay problema señor Thomas. Estoy más que dispuesto a declarar en el juicio - 

La pieza de fruta estaba deliciosa, y mientras la comía decidió volver a casa para comprobar si Eva había podido averiguar algo...