Partida Rol por web

Norman estuvo dando vueltas a lo que podría encontrarse en Manor Peak. Había leído y escuchado acerca del sanatorio, pero nunca había estado allí. El camino hasta allí era relativamente largo, pero puesto que era la misma ruta hasta las minas de Rose Ledge dispondría de un autobús de ida a primera hora y otro de vuelta al final de la mañana.

Primero pasó por la Central Hidroeléctrica San Justo, para enseguida llegar al aserradero de Sheffield. La siguiente parada era la acería Williams, quedando en el vehículo solamente algunos obreros y el propio Norman. Al bajarse pudo apreciar una construcción de estilo victoriano. Una planta alargada y una única altura. Algunas ventanas mostraban luces, otras solo oscuridad o persianas bajadas. Todas ellas rejas como si de un presidio se tratase.

El interior de la recepción era parco y simplista. Paredes blancas y mobiliario del mismo color. Al otro lado de la recepción, una mujer ordenaba algunos papeles sobre la mesa sin percatarse de la presencia de Norman...

De camino al sanatorio Norman estuvo dándole vueltas a qué papel interpretar. En un principio había pensado en presentarse como amigo de algún paciente, pero el único nombre que conocía era el de Cobb, y este había aparecido en todos los periódicos, así que le parecía poco creíble que preguntara por él. También estaba el hermano de aquel tipo... pero no recordaba su nombre completo. Maldita sea... Entonces se le ocurrió otra perspectiva. Podía presentarse como alguien que está buscando trabajo. Era como tirar una moneda al aire, pero quizá sacase la oportunidad de que le hiciesen una entrevista y poder ver algo más del interior de aquel lugar.

Se acercó al mostrador y carraspeó para llamar la atención de la recepcionista.

-Disculpe. Me llamo Norman Blade y quería ofrecerme para trabajar aquí, si hay algún puesto vacante. Quizá como celador, bedel, vigilante... o sencillamente alguien con un par de brazos fuertes. Me adapto a cualquier cosa. He trabajado en seguridad anteriormente, y sé cómo manejar situaciones y personas violentas. Si hay alguna posibilidad de hablar con alguien al respecto, le estaría muy agradecido.

La mujer miró de arriba abajo a Norman y dio un suspiro sin dirigirle la palabra. Descolgó el teléfono y pulsó un único número.

- Doctor Landy, si. Hay un caballero que quiere verle. Al parecer está buscando trabajo en el sanatorio - La mujer aguantó unos segundos sin hablar y colgó el auricular. 

- Enseguida viene - Dijo sin mirarte y volviendo a sus papeles. 

Unos minutos más tarde llegó un hombre mayor, de unos cincuenta años, delgado y con el pelo cano. Unas estrechas gafas eran sostenidas por una picuda nariz. El hombre levantó su mano para estrecharla con la de Norman. 

- Buenos días - Dijo con una voz suave y relajada. - ¿Así que está interesado en trabajar en el sanatorio de Manor Peaks? -Prosiguió dedicando una sincera sonrisa - ¿Puedo saber que le ha movido a interesarse por nuestra institución? -

Norman estrechó la mano de manera firme a aquel individuo que parecía un aguilucho.

-Necesito trabajo. He llegado a la ciudad hace poco tiempo, y estoy buscando asentarme. Decidí venir a preguntar aquí dado que un lugar como este quizá podría necesitar gente de mis capacidades. Mi fuerte es la seguridad, el manejo de personas violentas y la prevención de este tipo de problemas. Aunque podría adaptarme a cualquier cosa.

El doctor Landy se quedó unos instantes mirando a Norman de arriba abajo. 

- Pagamos cada semana, empezará mañana a las seis de la mañana y terminará a las dos de la tarde. Si llega tarde será despedido y no recibirá la compensación económica de esa semana. El autobús público le dejará quince minutos antes de empezar en la puerta del centro. - 

Se quedó mirando a Norman después de poner sus condiciones y finalmente apuntilló. 

- Si está de acuerdo empezará mañana mismo - 

Norman estrechó la mano del doctor con una sonrisa.

-Gracias. Hasta mañana entonces.

Cuando salió del edificio su sonrisa se apagó por completo. Tenía la esperanza de que le enseñaran las instalaciones y con ello aclarar mejor su idea de seguir indagando en aquel sitio o no, dependiendo de su intuición con lo que viese. No fue así, y ahora tenía que decidir si acudir a este nuevo trabajo y renunciar a su puesto como guardaespaldas u olvidar sus sospechas en el sanatorio, que podrían ser infundadas después de todo.

Decidió sopesar el asunto el resto del día.

El doctor se volvió por donde había venido, y el frío de la calle te golpeó con fuerza, recordándote que todavía faltaban más de cuatro horas hasta que pasara de nuevo el autobús que te llevaría de nuevo a Bloomfield...