Partida Rol por web

Las tres jóvenes, además del fiel séquito de Madison llegaron al hogar de esta, donde Liliana no tardó en llegar para recibirlas. - ¡Hola querida! ¿Cómo estás? Veo que tras visita inesperada. ¿Qué pasa Clarke, vuestra mansión está en reformas? - bromeó, aunque se notaban sus intenciones. - Pasad, poneos cómodas.

Llegamos todas a casa gracias a la limusina que pedí que nos recogiera, pues entre unas cosas y otras, acabamos siendo 5 las que elaboraríamos el plan. Aunque sabía que la cabecita pensante iba a ser sólo una, la mía.

Nada más entrar pude ver cómo nos recibía mi madre -¡Hola mami!, pues no te lo vas a creer, ¡clases extraoficiales! ¿Habrá algo más ilegal?- comenté como si fuera una niña con rabieta y, obviando el comentario de “la mansión” a causa de mi cansancio (pero emitiendo una ligera sonrisa), seguí andando en dirección al salón –vamos a idear una fiesta en la cabaña, ¡ahora nos vemos!- terminé por decirle (a Lili) despidiéndome, mientras me acercaba al gran equipo de música que, era profesional, por si quedaba alguna duda.

-¡Sentáos!, tenéis que dar todo lo que tengáis en esa cajita de serrín- expresé mirando concretamente a Sophie/Ginny y, algo de reojo a la pelirojilla Tessa.

_{La música sonó por toda la enorme estancia, a la par que el sol entraba iluminando el blanquecino salón.}

Me senté en uno de los cómodos y perlados sillones respirando hondo –por si teníais dudas, que puede ser, porque ya nos conocemos…¡voy a organizar una fiesta!- mi sonrisa fue inmensa –dudo sobre si hacerla el jueves por la noche o el viernes…¿qué me decís?- pregunté por ver opiniones que pudieran regar mi brillante imaginación –sin duda será en la cabaña que tenemos cerca del lago, porque yo mosquitos y bichos no, gracias –me recosté un poco hacia atrás –que demasiadas cucarachas tengo ya que soportar- por supuesto me refería a los que se suponían “compañeros” de jaula.

*Ding Dong* *Ding Dong*

Resonaba por toda la mansión el sonoro y costoso timbre del hogar de Madison. Allí se encontraba Nathan, a la entrada del lugar.

-¿Pero es que no piensas abrir?- chirrié en voz alta. Si es que esta sirvienta no sirve ni para dar la vuelta al pomo de la puerta. Aunque por suerte se veía que aún no estaba del todo sorda la triste empleada. 

Con sólo alzar un poco la vista vislumbré a Nathan entrando y, me resultó un tanto raro. Ya empezaba a oscurecer, pero algo parecía no encajar ¿tan pronto había acabado su entrenamiento? -Qué sorpresa, superatleta, ¿ya has terminado del gimnasio?- pregunté con verdadero interés, esperando a que se sentara, pues yo no me inmuté de mi parte del sillón con la intención de poder entablar una conversación y tomar algo con todos los que estábamos.

Esa era la primera vez que Tessa acudía a casa de los Montgomery. No podía creer que estuviera nada menos que en casa de Madison Montgomery y que, además, hubiera llegado allí en una limusina. "Ojalá fuera como Madison" piensa la pelirroja para sus adentros, envidiando las posiciones que ostentaban Sophie y Ginny como sus dos principales amigas más cercanas a la popular joven rubia.

Cuando Madison dijo que se pusieran a bailar a sus dos amigas, la pelirroja sintió cómo la reina del instituto la miraba de reojo y decidió que ella también debía unirse al baile de las otras dos chicas. Dirigió una mirada a Odette, su roomie, que llevaba ya un buen rato en silencio. Tessa bailó alegremente, aunque algo cortada y pensando si lo estaría haciendo bien. Madison les propuso como días para la fiesta el jueves o el viernes. Para la pelirroja, el viernes le parecía un mejor día, pero antes de que puea expresarlo, llamaron al timbre y Madison fue a abrir.

Una inesperada sonrisa se formó en el rostro de Tessa al ver que la persona que había acudido a casa de los Montgomery era nada más y nada menos que Nathan Heiz, uno de los chicos más populares del instituto.

-Eh... Hola, Nathan -lo saludó, con una inesperada timidez. Dirigió una rápida mirada hacia Odette mientras pensaba que la tierra le tragase y, luego, rápidamente volvió la vista hacia Madison-. Madison... Sobre lo que nos preguntaste antes, yo creo que el viernes es el mejor día -expresó su opinión, aunque de inmediato pensó qué pasaría si Madison prefería escoger el jueves-, aunque puedes escoger el jueves si lo prefieres -forzó una sonrisa, notándosela un tanto nerviosa-. ¡Cualquier día que elijas estará genial!

La noche se cierne sobre Anderson Creek...

Saludo a la señora Oberlin, hacía ya tiempo que no venía por aquí, aun así me comporto como tantas otras veces, como si fuera mi casa. Me acomodo en el sofá tranquilamente mientras escucho lo de la fiesta.

Suspiro, hace eones que no voy a ninguna y la verdad es que no me apetece mucho saludar a todo el mundo y fingir cordialidad, probablemente me quede en casa viendo Netflix, sin embargo apoyo a Madi y finjo que vendré para que se sienta más acompañada. No lo necesita pero sé que si me niego abiertamente me caerá bronca, así que es mejor decir que sí y luego hacer lo que me de la gana. Aún no tengo ganas de verme sexy, ya se me pasará.

- Cualquiera de los dos días será genial.

El timbre suena, llega Nathan, le saludo con una sonrisa de medio lado, como siempre y mientras hablan yo curioseo mi móvil absorta hasta que doy con un enlace en el que veo a la… mi ceño se frunce. 

- ¡Un momento! Sale la señorita del nabo de antes en este vídeo.

Cojo el mando de la tele y la enciendo para poner el video en la TV.

-Hola Tessa. Sonrió. -Dett. Le hizo un gesto con la mano. -Veo que tenéis montada una pequeña fiestecilla. Dice moviendo con poca soltura las caderas mientras se reúne con las chicas. Era alto, de modo que su coordinación para bailar era escasa, aunque no por eso dejaba de hacerlo.

-Si. Contesta a la pregunta de Madison. -Estoy reventado. Dice dejándose caer en el sofá. -Seth volvió a faltar. El entrenador ya ni pregunta por él. No se porque no lo ha echado aun... Se queja.

Después de despotricar un rato más decidió callarse al ver a las chicas aburridas, pero no tardo mucho en abrir de nuevo la boca.

-¿Habláis de la fiesta? Pregunto. -¿Al final donde? Si podemos hacer noche mejor un viernes ¿no? Menciono por lo que había hablado en clase sobre la cabaña de Madison.

Su pregunta quedo en el aire. Odette menciono algo de un video y lo puso en el televisor... Se hizo el silencio mientras miraban la pantalla.

-Ese estúpido de Seth- dije entrando a la conversación de Nathan.

Y acto seguido miré a Tessa –pelirrojilla, sí, yo creo que a partir de ahora te llamaré de esta manera- sonreí por haberme hecho gracia a mí misma– ¡me gusta cómo piensas!- comenté ofreciéndole hueco en el sillón para que se sentara y se pusiera cómoda. Pues podría ser un nuevo descubrimiento y acabar siendo una de incluso mi séquito.

-Si la mayoría lo veis bien así, será en la cabaña de mis padres, el viernes noche- sentándome correctamente y, echándome ligeramente hacia delante, proseguí intentando alcanzar las miradas de quienes se encontraban allí –y tendréis una habitación cada uno para dormir, al menos todos los que estáis aquí- Sonreí de medio lado –bueno, menos Ginny y Sophie, que compartirán su estancia para estar lo más cerca posible de la mía- centrada en continuar, pregunté -¿Creéis que debo mandarle un mensaje a todos? Porque a veces pienso que soy demasiado benevolente con quien no se lo merece- expresé con sinceridad hasta que ví como Odette puso un vídeo en la tele. Momento en el que me callé.

El comienzo del vídeo no me impresionó. Después de ver a tantos sin gracia tratando de llamar la atención o de mentes débiles que serían capaces de comer gusanos de tierra por echarse unas risas con los alumnos más delicatesen, cualquiera podría haber subido un vídeo para ser popular –menuda máscara barata, podría haberse ido al corte inglés y no a un bazar chino.

Me dispuse a cruzarme de piernas cuando escuché un llanto ahogado. Por lo que volví a prestarle atención. -¿La medicucha Green?- inquirí con la extrañeza de que se ofreciera para hacer aquello (un triste vídeo de cierto bajo coste). Pero es que, más extrañeza aún me dió el ver cómo el enmascarado clavaba su cuchillo.

Llevé la mano hacia mi pecho, reflejando un claro asombro, acompañándolo con los ojos en modo abierto y un toque de asco  -Por favor, cuánta sangre de mentira está malgastando, ¿cómo existe gente tan sumamente vulgar y sucia?- menuda y patética broma –luego espero que no se les ocurra decir que colaboremos en limpiar aquello porque yo no pienso ir- dije aclarando mi postura y volviendo a adoptar un gesto normal.

-Se piensa ese Ghostface que va a poder tener más visitas que mis publicaciones, qué mala es la envidia. No me extrañaría ni siquiera que fuera el propio Seth…pues los efectos sí que son creíbles. Ahí habrá tenido que invertir un poquito de dinero- concluí, indicándole con la mano a Sophie que fuera a por unos vasos con hielos que había en el mini bar, situado a una esquina del salón – qué lástima da- dije dándome cuenta de que había recibido un mensaje en el móvil, el cual, tenía que contestar.

Mientras se acomodaba en el sillón que Madison le ofrecía para ponerse cómoda, Tessa sintió un escalofrío recorriéndole la espalda al ver el vídeo que les había puesto Odette. ¡Parecía tan real! Sin embargo, ¿qué posibilidades había de hallarse en un pueblo donde casualmente apareciera un maníaco homicida?

Al final, la pelirroja terminó asimilando como buena la idea que Madison Montgomery había expuesto: aquel vídeo era un montaje orquestado por alguno de sus compañeros de clase, de acuerdo con la señorita Green. Al fin y al cabo, la enfermera no era mucho mayor que ellos. Lo más seguro es que se hubiera ofendido de que hubieran pasado tanto de ella en la clase y ese fuera el modo que tenía de hacerse notar y ganar un poco de fama.

-Tiene que ser algún tipo de broma -dijo Tessa, muy convencida-. No sé si con Seth o con otra persona, pero seguro que están utilizando sangre del hospital. Se ve muy real. En cuanto a los intestinos... bueno, dicen que es muy fácil conseguir crear tripas falsas para las típicas bromas y disfraces de Halloween.

La joven se dispuso a tomar su teléfono móvil para enviar un mensaje.

Nathan miro el video por un rato, pero como el resto dedujo que se traba de una broma. -Si Seth se ha saltado el entrenamiento para hacer esa estupidez se habrá coronado. Menciono cuando salio el nombre de su compañero.

-Desde luego que es una broma. Mirar esas tripas están claro que son de pega. Dijo autoconvenciendo. Porque estaba claro que aquello no podía ser real.

Como todos parecían coger el móvil, por acto reflejo Nathan cogió el suyo.

Escuché de fondo y secundariamente tanto a Tessa como a Nathan, pues, aunque volvía a coincidir con ellos, con lo que decían, me dispuse a mirar la pantalla de mi móvil para contestar el mensaje y hacerlo casi al instante.

Por unos segundos me quedé exclusivamente pensando sobre el contenido del mismo, pero no tardé en recibir otro. De la misma manera, me activé y volví a responder.

Quitando la vista del dispositivo, me adelanté a hablar aunque lo mismo no me escucharían porque estaban ahora ellos con los teléfonos.

-Siempre hay un tarado que tiene que dar el cante y… ¡bingo! Hemos coincidido en clase- en algún momento el mundo me iba a dar la razón. Todos y cada uno de nosotros éramos sufridores por nuestro pasado, presente o futuro de cierto trauma o trastorno, es decir, que estábamos locos. No conocíamos a nadie realmente y, ese era el ejemplo perfecto. Un ser sádico podía sonreírte cada vez que lo vieras, hacerte creer que era un íntimo amigo, una persona tímida, sociable o meramente alguien con un juicio estable, pero no, ese individuo quizás escondía realmente el secreto más despreciable de ser una sombra oscura e inerte, el maldito lobo feroz que incluso puede observarte y acecharte para vete tú a saber qué. En américa esto era común, al igual que liarse a tiros en un instituto. La sociedad no avanzaba, se atrasaba deformando mentalidades, convenciéndose de que todo iba bien cuando lo que se necesitaba eran más loqueros en vez de ministros y hamburguesas de un euro. Hacerte fuerte era una obligación de ley, ¿la manera? Obligándote a encajar, fingiendo que las cosas son perfectas, que hay armonía, igualdad, justicia, sonrisas, bondad…que tienes sentimientos buenos, que eres normal; como cada insoportable habitante hace creer o intenta hacérselo a sí mismo creer. Pero permitidme aclarar, perros, que ideal no hay nada; que vivimos en un infierno enmascarado de hipócritas que se hacen llamar raza humana.

Recibí el tercer mensaje. Eché un vistazo y guardé el móvil pasando completamente.

–Mañana pienso ir a quejarme al director sobre los sucesos. Es inmoral que dejen unas instalaciones para realizar un corto tan repelente. No merecen tener subvenciones si luego no reforman los cuartos de baño para las animadoras- tras ver los vasos que había ido a coger Sophie, decidí dar por zanjado el tema y, me levanté para cortar ya la música y coger una de las velas que la sirvienta se dedicaba a encender después de comer. Decía (la extranjera) que era para purificar el ambiente y limpiar las almas. Pero a mí me parecía una tremenda cutrada.

Con la vela en mis manos me acerqué donde se encontraban sentados y la soplé, para mirarles a ellos después.

-En fin, pues sea quien sea, que viva el verdadero halloween- sonreí elevando ligeramente los hombros.

El video debía de ser una broma, como iba a ser real, pero algo en las imágenes le perturba aunque no quería comentarlo con sus compañeras. Puso en el buscador el nombre de la enfermera, miro en los sucesos. No encontró nada que diera veracidad al video, de modo que respiro más tranquilo.

Nathan guardo el móvil.

-¡Bah! Pasemos de eso... Volviendo al tema de la fiesta ¿podéis ponerme al día? Se acomodó en el sofá.

Escucho los comentarios del resto pensando en la señorita, rememorando su prepotencia con aquel  falo de juguete entre las manos. No parecía una persona con ese sentido del humor que tanto se alejaba de la clase de sexología, sin embargo la había dado de manera  voluntaria. Supongo que se aburría en su vida, así que tampoco sería tan raro que se prestara a un vídeo amateur.

Apago la tele y quedo absorta mirando mi móvil, no  tengo claro qué es, la verdad, ni qué pretende, si fuera verdad sería tan fácil como ver si la mujer del falo está bien, si fuera mentira no le veo la gracia pero habrá gente que sí. ¿Aparecerá mañana la señorita como si nada?

Me encojo de hombros. Guardo el teléfono.

- Tú mandando un mensaje a todo el mundo ¿? Pensarán que estás febril – río divertida. - Si quieres yo voy avisando, así no creen que les has invitado tú directamente, pero vienen igual. Nathan, tú puedes hacer lo mismo con los chicos. ¿Alguien que no sea de las clases? A los chicos los tenemos ya muy vistos, necesitamos a gente nueva y para eso tenemos que salir un poco más.

Seth llegó a casa de los Montgomery... Pero pudo intuir que aún no había llegado Madison. ¿Le valía la pena llamar y entrar ya? Sus padres eran muy... Metomentodo.

¿No ha llegado? Joder, es la mujer más informal entre las pijas que he conocido. Me arriesgaré a llamar, al final sus padres me conocen al menos por ser el hijo de mis padres así que, puedo aguantar un par de preguntas incómodas.

Pero justo cuando llamó Seth, Madison hizo acto de aparición desde la calle, la criada del hogar se quedó mirando perpleja a ambos jóvenes.

Me encojo de hombros y llamo, es posible que esté dentro y si no, unos padres pijos se manejarlos, es una especialidad bien aprendida. Pero justo aparece la odiosa rubia a mis espaldas. Me giro y ofrezco la mejor sonrisa posible, esa que me ha hecho llevarme a bastantes a la cama, la mejor sonrisa de todo el instituto sin duda. Joder, no por nada soy de los más populares del instituto.

- ¡Ey Madison! Joder, ¿siempre te haces esperar? A veces pienso que te gusta hacerte de rogar demasiado. ¿Eso te suele funcionar? - uso mi mejor tono, el que uso cuando esa tiene que caer sí o sí, seguro que Madison lo conoce bien, me habrá oído usarlo alguna vez, pero me daba igual lo que pudiese pensar.

- ¿Me invitas a entrar? - digo mientras me aparto de la puerta.