Partida Rol por web

Mucho más tranquila que hace veinticuatro horas me dispuse a salir de la habitación. - Te entiendo. En las dos anteriores votaciones habló de mí y no sabes el miedo que pasé. - Le dije, poniéndole un momento la mano en el brazo para confortarla. - Y al final fue Wolfgang el que me mató.

- ¿Andy no os contaba nada, no? - Pregunté un poco sorprendida. - Los votos de Keelin valen doble, por eso no quería hacer lo que alguien propuso de que cada uno se votara a sí mismo. Y en eso la entiendo. Pero además puede transferir ahora que ha muerto ese poder a alguien en cualquier momento. Se lo ofreció a Andy para estas votaciones, pero él se negó para no ser un objetivo.

- Yo ahora iré a hablar con Alec, y si me da tiempo también con Noor. Pero quizá el código se lo comente sólo a Alec, aún no lo sé. Si después de hablar con ellos tengo muy muy claro quién es uno de los asesinos podría usar el poder. Pero tengo también miedo de equivocarme y acabar con quien me ha devuelto la vida. Igualmente dime de quién sospechas más en algún momento con señas, y lo hablaré con Alec.

- Yo ya te hice una con Efraín, lo que ha dicho sobre que lo que ha pasado exculpa a Ian me ha parecido muy sospechoso. - Expliqué antes de emitir un suspiro, preparándome para salir de nuevo.

- Venga, vamos ya. Tenemos mucho que hacer y se nos echará la noche encima. - Le dije antes de darle un último abrazo y bajar adonde se encontraban todos. - Me alegro de que hayas vuelto, April. Viéndote ahora, creo que todo habría sido distinto si Wolfgang no te hubiera matado.

En la mitad de la noche, comienzas a escuchar una melodía. No sabes muy bien de dónde viene pero por más que buscas por toda la habitación, no puedes encontrarla. Es una melodía tranquila y llamativa, así que te dejas guiar por ella y entre sueños, ella se mezcla como la partitura de los sucesos.

La paz que sientes se ve interrumpida por un terrible dolor en tu ojo derecho. Aunque te miras al espejo, no ves la diferencia pero el dolor que te embarga, hace que no puedas abrir los ojos. Pones tu mano, tratando de aguantar el dolor de la mejor manera, pero se hace más y más fuerte. Gritas pero el dolor no se va, hasta que sientes la cuenca vacía.

Tienes miedo de abrir los ojos por lo que puedas encontrar, pero lo haces después de un rato, aunque tienes visiones diferentes con tus dos ojos. Uno observa la habitación en la que te encuentras y el otro una habitación con decoración rosa y te ves sentada en una pequeña silla, con un pequeño comedor a un lado. Estabas en una pequeña cocina, mas no estabas sola. Cerca tuyo, podías ver a otras huéspedes del hotel, mas su apariencia era la de una muñeca. Te sorprendes y te miras a ti misma, para encontrar que también eres una muñeca. Tus movimientos son un poco más rígidos, las articulaciones de tus muñecas se mueven, aunque tus dedos no lo hagan, tu cabeza se mueve de un lado al otro. Te habías convertido en la muñeca de aquella colección.

Con los labios apretados, tomé una decisión. Si en algún momento caía mi sucesor sería designado de manera inmediata para evitar alterar los números de Michelle. Cuando no se modificasen, tendrían que convencerse de que soy inocente.

Cuando la noche se acercó me preparé para hacer una visita a Keelin. Realmente me habría gustado llevarme a Alec a mi bando, pero de nada serviría si la pelirroja seguía acusándonos de esa manera. Además, siempre había tiempo de encontrar cómo traer al chico en el futuro.

Una sonrisa lobuna se marca en tu rostro mientras tus instintos más primitivos se activan al acercarte a la joven. Unas garras de gran tamaño reemplazan a tus uñas tus músculos de la mujer crecen desmesuradamente, haciendo tangible el poder que manejabas.

Casi como si de un animal se tratara, saltas hacia ella, el ansia hace que gruñas y atraviesas el pecho de Keelin con tus garras. Arrancas su corazón, haciendo que la joven la mire sorprendida pero a su vez, desorientada. Debes saborearlo, saber lo que la joven sintió al quitarte aquello que te hacía débil. Ahora, era tu momento de hacer eso por alguien más, alguien diferente, alguien que creías merecedor de experimentar el verdadero poder. La vida se va de su rostro mientras tú devoras su corazón con gran ansias y entonces recuerdas la imagen de ti misma frente al espejo. Tus ojos se tornaron negros nuevamente y lo sabes aunque no puedas ver tu propio reflejo.

Al terminar de devorarlo, sientes algo atrancado en tu garganta. Toses hasta lograr expulsar aquello que te estorba y puedes ver una esfera de color negro. Era pequeña pero podías sentirlo, era como tú... Sabías lo que debías hacer y antes que Keelin muriera realmente, colocas la pequeña esfera en el lugar donde estaba su corazón. Notas cómo la esfera despliega una gran cantidad de calor, el cual sella la herida y hace convulsionar violentamente el cuerpo de Keelin, hasta que la mirada oscura que habías visto en ti misma y en tus compañeros, aparece. Su sonrisa muestra su gozo y el disfrute de su poder. Ahora, ella se unía a tus filas.

El sueño de la muerte era algo a lo que te habías habituado pero aún querías aferrarte a la idea de regresar, más estando Alec de tu lado. Cuando sientes la luz del pequeño Alec, sientes algo diferente en ella. Parece ser más brillante, más cálida, más hermosa... Robaba el aliento de sólo contemplarla y tu alma la siguió, a través de los muros, las paredes, todo hasta llegar a tu cuerpo. Entras una vez más en él y éste lucha por regresar a la vida, por respirar. Poco a poco, tu corazón comienza a latir, tus pulmones reciben aire y tu sangre corre nuevamente.

Cuando abres los ojos, una visión te impresiona. No sabías si estabas ya con todos o no pero sin duda, él estaba allí. Alec se veía diferente: de apariencia mayor, con una piel tersa y blanca, su cabello era brillante pero aquello que te dejaba completamente perpleja eran sus alas. Alas de ángel de color gris a causa del fuego y aún las puntas llameantes. Era la  visión más maravillosa que habías visto y su apariencia frágil y hermosa te enternece, causando en ti un sentimiento nuevo. Jamás podrías herir a una criatura tan frágil como esa, era simplemente perfecta.

Alec se te acerca con una sonrisa y te da un beso tierno en la mejilla, en parte para cerrar el contrato contigo. Sabías sus intenciones y en parte, habías accedido sin problema.

Por la admiración a su figura, pierdes la capacidad de votarlo en las votaciones.

Alec desaparece de tu vista y te das cuenta que te encuentras en tu habitación. Al parecer, habías sido trasladada después de tu muerte.