Partida Rol por web

Casa de Muñecas - HLCN

La Casa de Madera

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17/05/2014, 06:57
Narrador

Todos sabían lo que sucedería ahora. Permanecerían allí, encerrados, solos y olvidados. Lejos de sus familias y amigos, sin sueños ni aspiraciones, sólo una pequeña casita de madera como su mundo.

Ahora, las llamas alcanzaron este lugar y todos podían ver cómo se iba disolviendo, aunque sus prisiones igualmente desaparecían. Tendrían tiempo de decirse unas últimas palabras, tal vez, antes de desaparecer para siempre. Estas 25 personas que habían llegado a este lugar se habían convertido en la última esperanza de familia, pues pronto morirían, pronto su existencia sería un mito más.

La aparición de Lisseth sellaba el destino de los muertos. Aquellos que escaparían, eran los responsables de todo lo que había sucedido pero ¿Cómo era posible? Tampoco era justo.

Notas de juego

Podrán postear aquí hasta el domingo. A partir de allí, terminaré oficialmente.

Puede ser algo así como sus últimas palabras a alguno de los presentes o algo así. Lo que se les ocurra :P

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17/05/2014, 07:16
Efraín Orlando Quiroz Salas

-Je je je- Una risa nerviosa sale desde lo más profundo de la muñeca de Efraín, en cierta forma, estar encerrado en esta casa de madera aunque fuese un infierno eterno, parecía mejor que la soledad de la muerte. Ahora Efraín sentía algo que jamás había sentido, algo que todos dicen temer y el estaba seguro que jamás temería porque era algo natural, temía a la muerte; pero es que nada en este lugar era natural, la verdad ya no era la misma, todo estaba distorsionado, y si estar muerto era ser una muñeca, que destruyesen la muñeca se sentía como morir nuevamente.

-Descanso quizás? Je je je antes he muerto y tenía la incertidumbre de como sería morir, y me he convertido en una muñeca... Ahora siento que moriremos otra vez... Y no solo es incertidumbre... Ahora también tengo miedo... Se que ya estoy muerto, y aun así no quiero volver a morir...- 

Las palabras de Efraín se desvanecían cada vez más y más entre el chirriar de la madera con el fuego y entre los propios cuerpos de las demás muecas junto a la suya, todos juntos en aquella casa de madera.

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17/05/2014, 20:33
Lisseth Lefebvre

Volvía a estar en esa casa, aunque no por mucho tiempo, ya que estaba siendo consumida por el fuego.

-Bueno... Hemos hecho lo que hemos podido... No nos queda otra... -se queda unos segundos en silencio- Cuando... Cuando llegue el fuego y nos queme... ¿moriremos definitivamente entonces?

Yo no quiero quedarme aquí... Abuela... Voy a reunirme contigo, pensó.

Se quedó en silencio mirando el fuego.

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17/05/2014, 22:30
Amanda Hopkins

Miró con pena a Liseth, la pobre había sido resucitada para morir luego de esa forma, era frustrante. Habían sido utilizados y ahora todo se quemaba. Quería estar al lado de la joven rubia pero fue a Andy a quien miró.

-Ya no hay nada que hacer.

Su cuerpo de muñeca no soltó lágrimas pero quería llorar, no quería acabar así. No obstante, sabía que todo acabaría cuando el fuego les lamiera.

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18/05/2014, 00:40
Wolfgang von Richter

Wolfgang contemplo lo que ocurría a su alrededor, unos conscientes, otros asustados. Pero ya daba igual, solo una cosa ocupaba sus mentes. La muerte, la única certeza de todo hombre, ahora les esperaba ansiosa, danzando ante sus ojos.

-Adiós Bastet... Adiós, amigo... Se dejo escuchar casi en un susurro. Un ultimo pensamiento para el único ser vivo de ese planeta que le había comprendido alguna vez.

El Dr.Wolfgang cerro los ojos y respiro una bocanada de aire limpio, probablemente no le iba a dar tiempo de repetir ese gesto. Puso la mente en blanco y espero... Lo que llevaba haciendo años, esperar sentado a que algo le llevase por delante sin poder hacer nada.

Al menos... No vas a morir... solo...

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18/05/2014, 18:00
Noor ud-Din

Y así concluían sus nueve noches. Las eras han debido aguar la leyenda pues ni 1.001 consiguió aguantar Noor, aún con su pureza y sus buenas intenciones, el amor no había sido suficiente para aplacar la oscuridad de aquel hogar que había absorbido su corazón, su consciente y su alma como tan solo un Qareen era capaz. Pero había aguantado a su demonio acompañante, había permanecido en la senda recta, creyendo que hacía lo correcto cuando quizás no era así. Pero todo tenía un final, y su vida, aunque nada breve y nada aburrida, concluía con muchas cosas por hacer.

La realidad empezó a rajarse como una escenografía de papel, y al caer dejó ver lo que había detrás: un paisaje humeante, como si alguien, tal vez un ángel ¿Alec?, estuviera haciendo cientos de barbacoas para una multitud de seres invisibles.

Una pantomima, una farsa urdida por la mujer que firmó unas invitaciones que tenían toda la intención de convertir aquel retiro en el último de los viajes. Qué fácil era comparar aquella semana y pico en el hotel con el descenso por las aguas del Estigia, con las tres furias como consortes: Megera, ¿o debamos decir Alicia? que castigó su cambio de corazón con la única votación de toda la semana que le llevó al averno y que él aceptó con bondad. Alecto, ¿o quizás Keelin? innombrable, intratable, que daba la vuelta a cualquier acusación y solo las demás huestes oscuras desconfiaban de ella. Tisífone, ¿puede que Sara? la fuerza de la venganza, de la destrucción, muerta por su mano al emparejarla con Benén, asegurándose su muerte y vuelta a la vida para asistir a la caída de los justos e injustamente inhumados.

Y donde acabar todo aquello si no era con Esther, la Persephone de aquella casa, vuelta a la vida en dos ocasiones sin que nadie desconfiase. La reina de hierro, venerada y despreciada,cuya mano tuvo mucho que ver en el desenlace que estaba teniendo lugar en ese mismo instante.

Qué razón había para que Noor recurriese a la mitología griega para expresar sus últimos pensamientos. ¿Un desapego a su religión de nacimiento? ¿Le había fallado sus enseñanzas del Qur'an? No, no era nada de eso. Tan solo buscaba razones de la maldad de los demás en creencias ajenas.

Dejaba sola a su hermana, de la que ninguna de sus esposas sabía nada. La razón que había tenido para venir al museo era para encontrar la esposa que diese fruto a su simiente y su búsqueda se daba por concluida habiéndola encontrado y habiendo descubierto que su interior estaba podrido, con el útero arrancado por las garras de Iblis y su alma oscurecida.

Según su religión no estaba preparado para morir. Pero viendo su final tan cerca, solo podía hacer dos cosas. Recitar la declaración de fe y la declaración de faraj. Situó su mente en paralelo, o lo que creyó paralelo en aquel lugar infernal y recitó en silencio:

Radhitbu bil-lahi Rabban;
Wa bi Muhammadin (sal-lal-lahu ‘alayhi wa alihi) nabiyyan;
Wa bil Islami dinan
[...]

Tras acabar, siguió con la declaración de faraj:

La ilahah il-lal lahu Halimul Karim;
La ilaha il-lal lahu ‘Aliyyul ‘Azim;
Subhana ‘l-laha Rabbus samawatis sab’i
[...]

No sabía si sus almas permanecerían encerradas tras la quema de la casa de madera, pero tenía que estar preparado.

Id en paz, deseó a sus acompañantes.

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19/05/2014, 04:54
Narrador

Las lenguas de fuego alcanzaban la casa y todos podían sentir el calor de las llamas acercarse. Cada caído se acerca a algún otro que crea que puede acompañarlo en este caminar infinito hacia lo desconocido, pues ninguno sabía qué pasaría después de ser consumido por las llamas.

La madera crujía y se desfiguraban poco a poco las rígidas paredes, dándole espacio a las llamas en ese lugar. Todos aceptan su destino con resignación, pues ¿Qué más podían hacer? No había nada que pudieran hacer allí.

Toda la estancia en ese lugar pasa frente a sus ojos, recordando la fiesta en la ciudad, el viaje, el primer encuentro con la chica llamada Mina, cómo ella luego dio a cada uno un regalo y cómo lo habían aprovechado durante su estancia en el hotel. Tal vez, habría algo de qué arrepentirse, tal vez no, pero todos se sentían engañados por aquellos que habían logrado salir, de una u otra manera.

El fuego se hace latente y las llamas alcanzan el interior, mientras van quemando todas y cada una de las muñecas con rapidez. Extraño era no sentir dolor, no sentir nada más que calor en esos momentos, el calor de las llamas de forma liberadora, casi que la última vez que lo sentirían. Se dejan consumir por su calor, mientras sus almas se liberan de su prisión. Algunos se toman de la mano en su último instante y dejan que el humo guíe su camino, dirigiéndose a un lugar sin retorno, incierto tanto como cierto y tan real como irreal. La única certeza era que su vida había terminado.