Partida Rol por web

Historias del Dominio

Gobernando Aguasfrías

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11/09/2019, 16:36
Cley Errol

Tras el funeral, llegó el día de partir hacia Aguasfrías para emprender un cometido, tal vez algo abrumador, pero a la vez excitante, pues pondría a la joven Stronghorse a prueba. Una veintena de caballeros esperaban para escoltarla, todos ellos al servicio de Aguas frías y de Ser Dwain. Los Capitanes de eran: 

Ser Dunan    Ser Badorc

                                                                     Ser Dunan   y   Ser Badorc

Ambos informaron que ellos y sus hombres se encargarían en todo momento en escoltarla día y noche, tanto en el traslado, como durante su estancia en Aguasfrías. Helaena pudo intuir como aquello no era una petición ni esperaban siquiera una respuesta que fuese afín a una propuesta. Aquello sonó como el relato de un hecho inevitable. Por un momento, pudo ponerse en la piel del joven heredero de Altojardín.

El viaje transcurrió sin incidentes, y con relativa comodidad. Habían dispuesto un carruaje bien pertrechado tanto por fuera como por dentro, en pro de su seguridad y comodidad.

A su llegada, pudo comprobar cómo el pueblo había crecido hasta convertirse en una villa similar a Riverside. Fue recibida en la plaza fortificada. Una serie de casas cuartel colocadas formando un cuadrado donde vivían los soldados en cuyo centro una gran plaza daba cabida al mercado, excepto por una zona reservada para las tropas. La plaza tenía seis accesos: cuatro en las esquinas , uno al norte y otro al sur. Todos ellos con gruesos enrejados tras los que  algunas casas paralelas conformaban calles cortas, siendo sus ventanas como almenas. Sobre las casas había dispuestas varias pasarelas amuralladas con troncos, proporcionando protección de amenazas del exterior, y sobre ellas varios arqueros se repartían de modo que podían controlar tanto lo que ocurría fuera de la plaza, como dentro, en su mercado. En definitiva una forma ingeniosa de simular la seguridad que otorga un castillo cono muchos menos medios.

Un hombre de avanzada edad la recibió y tras él la guardia de Aguas frías formaba. Por su aspecto era de origen noble o al menos no era un criado cualquiera. A pesar de la edad conservaba cierto atractivo maduro, y unos ojos muy azules que destacaban en su rostro. Brindó una reverencia a la joven tras ofrecer su mano para ayudarla a bajar del carruaje.

Lady Helaena, le doy la bienvenida a Aguasfrías. Soy Cley Errol, hasta la fecha, administrador de las tierras y la villa. Ser Dwain me dejó encargado de atenderos y de facilitar todo el traspaso de poderes, informaros del estado de las arcas y de los proyectos iniciados, y para cualquier otra cosa que dispongáis, antes de rescindir mis servicios.— Explicó presentándose primeramente.

Desconozco si preferís primero instalaros, descansar del viaje, tal vez comer algo...Pero para lo que ordenéis estoy a vuestra entera disposición.—

 

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11/09/2019, 20:36
Helaena Stronghorse

En su despedida, Helaena no había sabido cómo sentirse. En parte estaba triste, pues por primera vez en su vida dejaba su casa por tanto tiempo y se separaba de su hermana y amiga; por otra parte, estaba emocionada por aquella nueva aventura y por vivir de primera mano los entramados de un gobierno, aunque fuera el de una pequeña ciudad; y, por último, estaba nerviosa por causar una buena impresión y, sobre todo, por no decepcionar a quienes habían confiado en ella.

Al menos tengo a Luna y la promesa de Willas, se decía a sí misma en los momentos en los que le abandonaba el valor. Y en el joven pensó con frecuencia durante su viaje, pues, aunque agradecía la protección que le ofrecían los dos capitanes, no dejaba de resultarle agobiante que estuvieran día y noche tras ella. ¿Cómo lo aguantaría Willas? Adiós a las salidas en secreto, como hacía en Riverside. Por supuesto, comprendía que la situación era muy distinta en Aguasfrías, que se encontraba en constante conflicto contra Ser Gerold Dayne.

La ciudad la sorprendió y no pudo por menos que alabar el ingenio de Ser Dwain para fortificarla. Miraba a todas partes, descubriendo con cada giro de cabeza un detalle nuevo. Pero, a pesar de estar maravillada, aquella plaza le transmitía tensión.

Agradeció con una sonrisa al hombre que la ayudó a bajar de su carruaje. Le hizo un gesto a Luna para que la siguiera.

Escuchó al administrador, asintiendo a sus palabras, hasta que quedó desconcertada por una frase. ¿Rescindir de sus servicios? No había pensado en aquello. ¿Era por lo de Ser Dwain? ¿Qué tendrá que ver que hayan desposeído al caballero de esas tierras con despedir al personal? Si él era la persona de la que le habían hablado con tanto halago, sería horrible que Lord Everam lo dejara marchar, dejándola a ella, una novata, al cargo absoluto de una ciudad donde no conocía a nadie.

El pánico la inundó. ¿Qué iba a hacer? ¿Debería escribir a Aquilegia, como representante actual de la familia? ¿Tendría que esperar a que los Stronghorse buscaran otro administrador? Entonces, cayó en la cuenta. ¿Por qué tendría que escribir a nadie o esperar los decretos de otros? Ella gobernaba la ciudad, igual que lo había hecho Ser Dwain en su momento, así pues podía tomar las decisiones que considerara convenientes. Ese pensamiento podría tranquilizarla o ponerla aún más nerviosa, pero al menos la incertidumbre inicial había desaparecido.

- Muchas gracias por la bienvenida, Cley. Podemos hablar de todos esos asuntos de inmediato –respondió, con amabilidad y decisión-. El viaje ha sido bastante cómodo, no necesito ningún descanso. Prefiero ponerme al día cuanto antes de todo, así que, por favor, guiad el camino.

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11/09/2019, 21:12
Cley Errol

El hombre hizo un gesto con la mano y comenzó a caminar asintiendo a las indicaciones de Helaena.

—Como veréis milady, hemos intentado conformar la plaza como si fuese un castillo. Las casas hacen de vivienda para dos centenares de soldados y sus familias, a la vez que de muros. Tanto Ser Dwain como yo, también residimos cada uno en una de las casas.— 

Precisamente caminaron hacia una de ellas, la cual estaba custodiada por dos guardias.

Esta es la mía. La contigua es la de Ser Dwain.— Aunque distintas, realmente todas las casas eran muy similares, como las de cualquier plebeyo. El interior aunque limpio, no parecía tampoco ser muy distinto. Invitó a la joven a sentarse mientras él sacaba de una celda enrejada, dentro de la propia casa, un grueso libro. Dentro de la celda, también había unos arcones.

Comencemos con el estado de las arcas si os parece, con los ingresos y gastos...—

Helaena pudo comprobar que Aguasfrías aún no era muy productiva, pero sí excelentemente aprovechada. Sus principales ingresos provenían de la Gran posada y el coto de caza, el cual atraía a nobles cercanos. Eventos como el funeral y la aglomeración de tropas recientemente, con sus consiguientes comandantes y caballeros, también habían dejado un  buen ingreso tanto en el mercado como la posada. La pesca dejaba pocos beneficios por lo que habían comenzado ya obras para convertir el embarcadero en un pequeño puerto que permitiese atracar algo más que botes y poder de esa manera aumentar la pesca y también dar mejor salida y entrada de productos al mercado. Había una segunda fase pensada que consistía en su fortificación.

Por otro lado habían convertido una amplia extensión de tierra en campos de cultivo. Las granjas eran cedidas a familias de agricultores, obteniendo así vivienda. Ellos trabajaban la tierra quedándose con una parte de lo cultivado, mientras que la Casa se quedaba con otra.

Otro proyecto que habían comenzado era el de convertir Torre Luna en una pequeña fortaleza para hacer frente de mejor forma a las amenazas que proviniesen del río. También existía para más largo plazo intención y proyecto de convertirla en un castillo.

Fue en el apartado de gastos donde vio que eran ínfimos. Ser Dwain vivía como un oficial más. No disponía de lujos ni grandes posesiones más allá de sus armas y su caballo. No disponía de servicio ni criados. Comía y convivía con la tropa. No mantenía un castillo ni tenía joyas o caros trajes. Todo aquello había hecho que aún con muy poco en condiciones normales para cualquier noble, hubiesen conseguido mucho. De hecho contaban con un excedente de mil seiscientos dragones de oro, los cuales Cley mostró a Helaena en los arcones de la celda.

Como podréis ver, Lady Helaena, todos los pagos están al día y dispone de un pequeño excedente que podría hacer frente a cualquier emergencia.— 

Tras aquello se hizo un silencio. 

—Nuestra mayor preocupación ahora son las granjas. Al estar lejos del pueblo son las más vulnerables a los ataques de saqueadores y bandidos. Al disponer de menos efectivos, hemos tenido que reducir las patrullas. Como veréis, hemos tenido que repartir los hombres disponibles para no desatender la seguridad, ni en el río ni en el pueblo y las granjas, aunque donde más se nota la falta es en las granjas.—

Mostró las asignaciones y rotaciones de patrullas y guardias. De nuevo se sorprendió de ver que Ser Dwain estaba incluido en todas ellas, como cualquier oficial y capitán de compañía, excepto en los periodos en los que se tenía que ausentar para cumplir con Lord Everan. Y ciertamente todos los soldados que habían marchado a la guerra, habían dejado Aguasfrías con menos posibilidad de patullar las granjas, habiéndose tenido que eliminar tres de cada cuatro patrullas.

Hace pocos días una fue asaltada, y no hemos podido dar con los responsables. Todos resultaron heridos. La hija mayor fue violada y asesinada. Ahora mismo están ocupando una de las casas de la plaza mientras se recuperan y estamos reconstruyendo los destrozos de la granja.— Lamentó como si fuese un hecho que podía repetirse.

Eso es todo en cuanto al estado de la villa y vuestras tierras, milady. Hemos también preparado una habitación en la gran posada. Comprobaréis que dispondréis de todas la comodidades, y de la protección tanto de la guardia de la posada como de vuestra escolta personal.—

Observó entonces a Helaena por si tenía alguna pregunta o indicación que darle. Pero antes, recordó algo.

Ah, con permiso milady.—Dijo haciéndola entrega de una robusta llave, la cual abría la compleja cerradura de la celda.

Esta es la llave de la celda de las arcas y de la contabilidad que tenía Ser Dwain.— Luego se quitó una cadena de la cual colgaba una llave idéntica y también se la entregó. —Y ésta es la mía. Sólo existen estas dos llaves que ahora son vuestras.— Aseguró.

¿Está todo correcto, milady?. ¿Puedo hacer algo más por vos?—

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12/09/2019, 20:23
Helaena Stronghorse

Helaena asintió mientras giraba su cabeza alrededor para apreciar bien lo que le contaba Cley sobre la plaza. Entró a la casa y se sentó, sin quitar la mirada del hombre, pues tenía miedo de que si dejaba de prestar atención medio segundo, Aguasfrías caería en desgracia.

La joven, asombrada, escuchaba todo lo que le contaba e iba leyendo el libro según pasaban las páginas. De su boca únicamente salieron comentarios como:- Claramente se ha hecho un buen trabajo –O:- Qué buena idea –En referencia al embarcadero y a la conversión de la tierra en campos de cultivo-. ¿Y creéis que no habrá ningún problema con el comercio fluvial, con los Dayne al otro lado? –preguntó finalmente, pensando en que, si esa familia no aprovechaba para atacar los barcos, puede que los propios mercantes tuvieran miedo de pasar por ahí precisamente para evitar ataques.

Comprobó, con aún más sorpresa, la austeridad de Ser Dwain. Era cierto que el hombre nunca alardeaba de mucho lujo, pero había imaginado que viviría con cierta comodidad. Se preguntó si se esperaría lo mismo de ella. No necesitaba más joyas y vestidos, ya lo traía todo de Riverside, pero tampoco estaba acostumbrada a vivir sin servicio. Por otro lado, era necesario que un buen gobernante se supiera adaptar a las necesidades de su pueblo y, si su pueblo necesitaba que ella fuera así de austera, no había más que pensar.

- Estoy realmente maravillada con lo que me mostráis –respondió tras acabar con la revisión de los pagos-. Imagino que el propio Ser Dwain eligió gastar lo mínimo, pero ¿todo lo demás, la gestión de los ingresos, los proyectos… ha sido cosa vuestra o de él? –le preguntó, aunque intuía la respuesta que iba a darle.

Helaena frunció el ceño con preocupación cuando le contó la situación con los bandidos. Algo así podía esperarse, teniendo en cuenta que la propia ciudad se encontraba en perpetua tensión a la espera de un nuevo ataque.

- Y ahora, con los hombres en la guerra, poco más se puede hacer –reflexionó. Escuchó asqueada aquel terrible suceso que le contó Cley. Y más le preocupó el hecho de que no hubieran dado con los culpables, pues eso hacía resaltar aún más la falta de recursos humanos de los que disponían.

Cuando ya Helaena había dado por hecho que tendría que vivir en casa de Ser Dwain, Cley la sacó del error. Y le alivió saber que se trasladaría a la posada, donde al menos habría alguien para limpiarle la habitación, ya que ella no lo había hecho nunca y dudaba que supiera si quiera por dónde empezar. No obstante, respondió:

- Oh, no… No me hacen falta grandes comodidades –Habló algo cohibida, aunque intentó sonar firme. No sabía muy bien a qué se refería con "grandes comodidades", si dudaba que aquel lugar fuera un palacio; pero había decidido negarse a cualquier ostentación excesiva. A ver si ahora iba a venir aquí la hija del Lord a gastar todo lo que tanto les había costado ahorrar. No sería ella quien arruinara a la ciudad-. Comprendo la necesidad de la escolta personal, pero no preciso de mucho más.

Después de explicarle para qué servían las llaves, la joven tomó ambas. Apretó la perteneciente a Ser Dwain con la mano, pero la otra volvió a ofrecérsela al administrador.

- Cley, he comprobado que habéis hecho un excelente trabajo. Así que no veo la necesidad de que me entreguéis vuestra llave; ni de dejéis este puesto –le dijo, esperando que aquel eficaz hombre no la dejara sola ante la adversidad. Después de todo lo que había visto en los libros, no podía perder a alguien así-. Me gustaría trabajar con vos codo a codo, si vos aceptáis seguir.

Helaena asintió tras la última pregunta y procedió a presentarle sus dudas. Todas ellas con respecto a los problemas criminales que sufrían las tierras de alrededor, pues era lo que la había alarmado.

- Decidme, ¿qué tal se encuentran los miembros de esa familia, sobrevivirán? ¿No han sido capaces de identificar a los salteadores o dar algún dato sobre ellos? ¿O se sabe si al menos son del Dominio o vienen del otro lado del río? –preguntó. No era una situación fácil con la que se había encontrado. ¿Cómo podría garantizar la seguridad de todo el pueblo?- Tenía entendido que los pactos de Ser Dwain con las organizaciones criminales había conseguido minimizar los ataques -añadió.

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14/09/2019, 11:54
Cley Errol

—Aún falta un tiempo para que el puerto esté finalizado. Casi estamos empezando. Pero podría ser.— Comentó respecto al temor de Helaena. —Los Dayne también necesitan del comercio en el río, pero en cualquier caso contamos con el apoyo de Ser Tyros y sus barcos de guerra. Nosotros distribuimos sus productos hacia el norte, así puede disponer de más barcos y recursos para distribuir él más allá de Antigua o Lanza del Sol, y a cambio, nosotros tenemos protección.— Informó. Sin duda las visitas de Ser Dwain a Villacolmena para asesorarse sobre el mercado, habían incluido ese acuerdo, que de mantenerse con la nueva gestión, comenzaría ya con la finalización del puerto y de la guerra, si ésta caía del lado del Rey Robert.

Respecto a la pregunta de Helaena sobre el autor de aquellas ideas, también aclaró sin rodeos el asunto.

—En realidad de ambos, milady. Ser Dwain se ha ocupado más del aspecto militar y del orden. Yo del económico y de desarrollo de la villa. Ambos planteamos las necesidades, y priorizamos lo inmediato. Yo me encargo de ver la viabilidad de lo que nos proponemos, y luego hacemos lo que sea posible. — Explicó, entendiendo que debía informar con aquella pregunta, sobre cómo habían gestionado la villa.

Aunque Ser Dwain, siempre ha puesto una condición: avanzar sin endeudarnos.— Dijo como premisa. —Avanzar y no endeudarse habría resultado muy complicado si Ser Dwain no viviese como vive, aunque quizás, cuando se puedan aumentar los ingresos de pesca y comercio y asegurar bien los terrenos de cultivo, se pueda generar excedente para que vuestra familia ya pueda disfrutar de un castillo y de sus comodidades, como corresponde.—Aseguró.

El hombre miró la llave que finalmente la joven no cogió y luego a ella. 

Recibí orden de encargarme del traspaso de Aguasfrías y ayudaros en todo lo que estuviese en mi mano. Si consideráis que debo continuar y prestaros servicio, así lo haré, milady.—Dijo acercando la mano a la llave aunque se detuvo de nuevo antes de cogerla esperando una confirmación , por si la joven señora de Aguasfría se lo replanteaba.

Asintió ante el interés de Helaena y la familia atacada.

De sus heridas se recuperaran pronto, milady. De la pérdida de su hija, me temo que nunca.— Explicó con pesar en su voz. —Creemos que provienen más del norte, ya que las granjas están hacia el oeste, hacia el lado contrario del río.  — Opinó sobre el origen de los atacantes.

También asintió de forma afirmativa ante la mención del pacto del caballero y los criminales.

Así es milady. De hecho han conformado una compañía de soldados y se encuentran en la guerra bajo las órdenes de Ser Dwain. Su capitán, Ross, y su banda, eran de los peores saqueadores de esta zona y ahora son soldados que os sirven. Pero en las guerras, cuando las tropas parten, siempre surgen nuevos oportunistas que intentan aprovechar la falta de vigilancia. — Afirmó, como si aquello fuese algo ligado a los conflictos.

Si en algún momento precisáis de ello, puedo enseñaros vuestros dominios. Seguro que así os podéis hacer una mejor idea de todo. Os explico los planes de contingencia en caso de ser atacados, os muestro las granjas...lo que dispongáis milady.

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16/09/2019, 17:57
Helaena Stronghorse

Parecía que Ser Dwain lo había pensado todo, lo cual tranquilizaba a Helaena. Pero no la tranquilizaba saber de aquellos tratos con los Dragnos; Ser Tyros ya había mostrado simpatía e intenciones de acercarse a los Dayne y quizá no era la mejor idea dejar en sus manos la protección del río. Claro que, tras hablar con Joanna, no tenía prueba ninguno de traición por su parte, al contrario de hecho. Así que decidió confiar, por el momento, en quienes eran sus vasallos y amigos.

Ser Dwain había hecho enormes esfuerzos para hacer progresar aquella villa, hasta transformarla en una ciudad con muchas posibilidades. Otra muestra más de lo que era aquel hombre capaz de sacrificar con tal de agradecerle a Lord Everam toda la confianza depositada en él y el haberlo recibido y dado una oportunidad. No era algo que sorprendiera a Helaena, realmente, pero sí la hizo sentirse más humilde, como si aquello reforzara su convicción de vivir, tal vez no como Ser Dwain, pero sí evitando los lujos.

- No nos adelantemos con eso -respondió con una sonrisa-. Estoy segura de que a mi familia le importa más la prosperidad de Villacolmena y la protección de las tierras que tener aquí grandes comodidades -aseguró-. No creo que sea sabio gastarse todo el dinero ahorrado con esfuerzo durante años en algo así, habiendo problemas mayores; tal vez si se consiguen en un futuro importantes beneficios que no impliquen tantos sacrificios por parte de nadie, lo podríamos plantear.

Hablaba al menos por ella, no estaba segura de si a su padre o a su hermana les parecía una buena idea privarlos de un castillo que pudieran habitar cuando visitaran la ciudad. Era cierto que un castillo ofrecía algo más que comodidad; ofrecía protección contra los ataques. Pero, vistas las fortificaciones de Villacolmena, no parecía un asunto de extrema urgencia. Y, ¿quién sabía?, tal vez esa experiencia alojada en una simple posada resultaba más positiva de lo que uno pudiera creer; tendría excusa para visitar a las tropas más a menudo, como hacía Ser Dwain, incluso comer con ellos. ¿La dejarían, a pesar de ser una mujer? Si no, podría obligarlos a aceptarla, ella era la gobernante en funciones.

Asintió con decisión cuando Cley dudó un segundo en si coger o no la llave de vuelta, acercándosela incluso más.

- Vos tenéis años de experiencia al cargo, yo, a pesar de haber sido instruida en la administración por parte de mi maestre, acabo de empezar; así que, sí, necesitaré sin duda vuestro servicio -Se quedó en silencio unos segundos antes de continuar-. Lo único... Yo no tengo el ingente conocimiento militar de Ser Dwain. Me he interesado siempre por ello, pero al ser mujer no he tenido tanta oportunidad como si hubiera nacido varón. Espero aprender lo máximo posible en esta estancia, pero la ciudad necesita a alguien desde este mismo momento que sepa afrontar la situación de tensión que hay aquí. ¿Sabéis de alguien que pueda serme de ayuda? -Ser Dwain le había hablado del hombre con el que conversaba, pero en aquel momento no tuvo en cuenta la posibilidad de nombrar a alguien que tuviera que sustituirlo a él, pues no sabía lo que le ocurriría la noche tras el reencuentro con su hermano.

Helaena escuchó la información sobre los ataques y la opinión de Cley al respecto de la identidad de los bandidos.

- ¿Del norte? ¿De las tierras de los Blackmont? -preguntó frunciendo el ceño. Los únicos datos que tenía eran los hechos del crimen y una opinión del administrador; pero la mente de la joven trabajaba en una teoría más elaborada. Al fin y al cabo, si son varias ya las granjas atacadas por esa zona, bien podría tratarse de algo mucho mayor-. Tendría sentido, después de los Dayne son los dornienses que más resienten nuestra presencia en estos territorios. En ese caso, sería lógico que estos no hayan querido unirse a la banda de Ross y trabajar para Ser Dwain, pues trabajarían no tanto por interés económico sino por venganza -¡Y qué inteligentes habrían sido! Pues los Stronghorse no tenían como rehén de guerra a ningún Blackmont para evitar conflictos mayores, en caso de que se descubriera su mano tras aquellos ataques.

- Y esa banda de Ross, ¿trabajará también para mí, aunque Ser Dwain ya no esté? -preguntó, con la duda en mente. ¿Y si se volvían de nuevo contra ellos ahora que el caballero ya no era responsable de aquellas tierras?

Finalmente, Helaena asintió a la última propuesta de Clay. No tenía aún una visión clara de todo el territorio y, si quería gobernarlo, la necesitaba con urgencia.

- Es una idea excelente, sí. Tal vez en los próximos días, cuanto antes mejor -respondió. A continuación, añadió una petición más:- ¿Sería posible en algún momento visitar a la familia atacada? -Su presencia de poco les iba a servir para superar lo que estaban pasando, pero creía que sería buena idea que el pueblo la viera activa y preocupada por la situación, en lugar de tomando decisiones escondida. Sabía el cariño que le profesaban a Ser Dwain y deseaba conseguirlo también.

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17/09/2019, 21:36
Cley Errol

—Desde luego, milady— Respondió a su sugerencia sobre el castillo. Pero cuando fue preguntado sobre si habría alguien que quizás podría sustituir a Ser Dwain en esos temas, negó en forma de lamento. 

Temo que no, milady. Ser Badorc y Ser Dunan, tienen conocimientos, sí, pero no creo que lleguen a estar a la altura de Ser Dwain. A fin de cuentas, él sabe lo que sabe, gracias a vuestro padre. Y sobre vuestro padre, pocas explicaciones puedo daros que seguramente no sepáis ya.— Afirmó.

En cualquier caso si queréis que alguno de ellos se ocupe de esos asuntos, puedo encargarme de transmitírselo...— Se ofreció cortesmente.

Al escuchar las suposiciones de Helaena, el hombre negó un instante.

Disculpad Lady Helaena. Quizás me expliqué mal y la he llevado a un malentendido. — Se disculpó dispuesto a aclararlo.

Al decir de más al norte, quizás incluso del oeste, me refería al interior de vuestros dominios. O no, puede que vengan de otros lugares. Lo que quería decir es que parecen ser oportunistas. Saqueadores y bandas que se mueven de un sitio a otro, y cuando ven un lugar fácil, desprotegido, lo saquean.— Explicó, dando a entender que no pensaban que fuese algo orquestado por alguna casa rival.

Esa es la primera impresión que nos ha dado, al menos.— Reconoció.

Escuchó entonces con atención las dudas de la joven sobre la compañía de Los Redimidos. Ante su pregunta se encogióde hombros con duda.

Eso depende de vos y de vuestra casa, milady. Ya sabréis que eso fue una apuesta personal de Ser Dwain. Al no estar él ya, ellos pasarán a vuestras órdenes, como el resto de tropas. Vos debéis decidir si seguiréis manteniendo esa compañía o la licenciáis, como con el resto.— Aseguró dejando en manos de la joven gobernante, otra decisión más.

Asintió también cuando Helaena aceptó el dedicar un día a conocer los dominios y tierras de Aguasfrías. Sólo añadió un breve "cuando ordenéis milady." Cuando preguntó sobre la familia, explicó la situación.

Lenar y su esposa están heridos de consideración. Ambos fueron abatidos con flechas. En principio lo superarán, pero están dándoles leche de amapola. Sus dos hijos mayores se encontraban en el mercado comprando pertrechos para los bueyes cuando sucedió todo. A la pequeña la encontramos escondida en el establo, cerca del cadáver de su hermana. Creemos que su hermana la escondió y presenció todo lo que la hicieron. Pero no habla desde lo sucedido.—

Dijo con cierta rabia y pesar.

Hemos traído también a sus dos hijos y a su hija a la casa. Aunque el matrimonio esté bajo el efecto de la leche, ellos pueden recibiros. El mayor, Pete, tiene ya diecisiete días del nombre. Prácticamente un  hombre...

 

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19/09/2019, 23:40
Helaena Stronghorse

Obviamente que no había nadie como Ser Dwain, eso no se lo tenían que decir. Su marcha era necesaria para el devenir de la guerra, para garantizar la protección de Lord Everam. Pero también había dejado un hueco difícil de llenar en Aguasfrías, sobre todo teniendo en cuenta que no iba a volver a aquellos territorios. ¿Conseguirían al fin los Dayne su objetivo, ahora que no se enfrentarían al mejor guerrero y estratega de los Stronghorse? Esperaba que no, lo último que necesitaba era perder el control de una ciudad clave nada más entrar a gobernar.

Si creéis que alguno de ellos puede hacer un trabajo digno, aunque no estén a la altura de Ser Dwain, estaría bien que hablarais con ellos, vos que los conocéis mejor —le pidió, agradeciéndole el ofrecimiento—. Eso sí, me gustaría saber en cada momento las decisiones que se vayan a tomar al respecto, que lo consulten conmigo —añadió. Era la única forma de aprender y por nada del mundo quería que otros tomaran decisiones sin tenerla en cuenta.

Escuchó la corrección de Cley sobre la teoría que ya se había formado y se sintió aún más confusa. Únicamente pronunció un lacónico “Oh” de sorpresa al recibir aquella explicación y se quedó en silencio, con expresión reflexiva.

Entonces... ¿es nuestro propio pueblo? —preguntó al fin, con intención retórica, pues ya conocía la respuesta. Suspiró y frunció el ceño. Eso era incluso más preocupante que su primera idea, siempre había imaginado al pueblo de los Stronghorse unido y lo bastante próspero como para no necesitar llegar a esos extremos; y que cualquier bandido llegaba de otras partes, dispuestos a crear caos en sus pacíficos territorios—. Entiendo. Esperemos poder reforzar la seguridad de algún modo durante estos próximos meses.

Helaena asintió cuando habló de la compañía de antiguos criminales.

Por supuesto la seguiré manteniendo. En su momento fue una apuesta arriesgada, ahora ya sabemos que fue un rotundo éxito y no quisiera perderlos y que vuelvan a dedicarse a delinquir —explicó la joven. Sería una estupidez por su parte prescindir de ellos y añadir más problemas a los que ya tenían—. Lo que me preocupaba era que esa compañía podía serle fiel únicamente a Ser Dwain, por la especial oportunidad que les brindó, y no sintieran lo mismo hacia una nueva gobernante. No obstante, espero que, de tener ellos algún inconveniente o duda, me lo hagan saber personalmente.

Por un instante, Helaena había imaginado a la familia levemente herida, con más susto que daño físico. Saber que estaban inconscientes por la leche de amapola le hizo ver la gravedad de su estado. Apretó los puños con furia mientras escuchaba al administrador.

Pobre criatura —comentó, en referencia a la hermana pequeña, negando con la cabeza—. Por supuesto, me gustaría ver a los hijos -respondió sucintamente. El mayor era de su edad. Helaena no imaginaba qué sentiría ella, por mucho que se considerara ya casi adulta, si viviera una experiencia como aquella.

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19/09/2019, 23:47
Cley Errol

Asintió conforme.

Si os parece milady, trataré de hablar con el mayor. A veces no está en la casa intentando ayudar en la reconstrucción. Puedo comentarle que pasaréis tal vez ¿mañana a media mañana?— Preguntó. En cualquier caso, fuese cual fuese la respuesta, era evidente que lo apuntaba mentalmente.

Tras haber repasado lo principal, Cley hizo un gesto hacia la puerta poniéndose en pie.

Si conviene, milady, ahora podría enseñaros dónde os alojaréis. Os pido que me hagáis saber cualquier cosa que echéis en falta o necesitéis para poder cuanto antes conseguírosla y que estéis lo más cómoda y conforme posible.—

Tras aquello, se dirigieron a la Posada del Ahorcado. A pesar de su tétrico nombre, resultó ser un gran caserón, un palacete incluso, en medio de una planicie con árboles. Era bastante grande. Probablemente podría albergar a unos cuarenta nobles a juzgar por el tamaño de aquella construcción. Como Cley había anticipado la posada disponía de su propia guardia y la entrada al complejo, era bastante mñas lujosa y decorada de lo que podría haber imaginado en un lugar como Aguasfrías.

Dos mozos sostuvieron los caballos para permitir que ambos bajasen. Otros pocos se acercaron a tomar los de la escolta de Helaena, comandados por las voces del maestro de establos.

Milady, este es Todric, nuestro maestro de caballos. Siempre que necesitéis de alguno o para cualquier cosa referente a las monturas podéis acudir a él.—

Todric

Es un honor, milady. Cualquier cosa que necesitéis, ya sabéis donde encontrarme. Estoy a vuestra entera disposición.— Sonrió inclinando la cabeza a modo de saludo respetuoso.

Cley asintió gentilmente.

¿Continuamos milady?— Preguntó Cley señalando con un movimiento de su brazo hacia el interior.

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21/09/2019, 18:30
Helaena Stronghorse

 - Mañana a esa hora, pues -aceptó. Tenía ganas de saber qué contaría aquel joven y, sobre todo, de dejarle una buena impresión; no solo a él, sino a todo el pueblo a su cargo. 

Helaena se levantó y siguió a Cley al exterior, al tiempo que escuchaba la oferta del hombre.

- No dudaré en hacéroslo saber, gracias. Pero os aseguro que estaré cómoda con poca cosa -respondió sonriente. Una seguridad que no se basaba en nada, pues a la joven nunca le había faltado de nada y no estaba acostumbrada a vivir en una posada con lo justo. Pero esperaba que así fuera, pues por nada del mundo pensaba faltar a la promesa que se había hecho a sí misma de no gastar más de lo necesario.

La primera impresión de la posada la tranquilizó un poco. Había imaginado un lugar lúgubre, polvoriento, medio arruinado. Y todo lo contrario. Aunque seguramente no tuviera nada que ver con sus aposentos en Riverside, se convenció un poco más de que en Aguasfrías no estaría tan incómoda como podía haber imaginado en un principio. Sonrió al verla e hizo viajar sus ojos por cada rincón, mientras bajaba del caballo ayudada por un mozo.

Oyó la voz de Cley, aunque distraída como estaba no procesó de inmediato todo lo que dijo. Pero hubo algo que le hizo perder la concentración en la posada. No supo en un principio qué era aquello que la había trastocado de las palabras del administrador. Se giró hacia él y la sonrisa que se le había formado mientras observaba la posada se le borró de un plumazo.

¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿Seis meses desde la última vez que lo vio? ¿Siete, quizá? Por un lado sentía que era una eternidad, pues la Helaena de entonces era una cría ingenua; nada que ver con la Helaena de ese momento. Por otro, el dolor de la traición seguía demasiado presente en ella, como si hubiera ocurrido el día anterior. Por supuesto, la propia Helaena se había propuesto no olvidarlo nunca; era una forma de protegerse, recordar que incluso aquel en quien más confiás puede romperte el corazón de la forma menos piadosa posible.

¿Y qué diantres hacía ahí? ¿No se suponía que estaba en la Guardia montada?

Escuchar su voz fue como un puñetazo en la cara. Lo odiaba todo de él. Todo. ¿Qué había visto en él? Tenía los ojos azules, pero muchas personas los tienen, no era nada especial. Su rostro podría ser agraciado dependiendo de quién lo observara y Helaena estaba segura de haber visto rostros mucho más bellos que el suyo. ¿Su cuerpo? Era esbelto, sí, pero cualquier soldado era más formidable. Era un experto caballerizo, pero Osla lo superaba con creces, desde que llegó ella el trabajo de Todric no parecía tan espectacular. Y aquella voz... aquella voz empalagosa y falsa que un día consiguió cautivarla. ¡Eso es lo que más odio de él!, pensó con repugnancia. Pero no era del todo cierto, lo que más odiaba de él era esa forma de comportarse como si no hubiera pasado nada.

Muy bien. Pues ella haría lo mismo. Tras haber mirado fijamente a Todric durante la presentación, agitó la cabeza, sonriendo.

- Disculpa, es que no era capaz de ubicarte y acabo de recordar de qué te conocía, ha pasado mucho tiempo. Gracias por el ofrecimiento, lo tendré muy en cuenta -¿La voz de Todric era empalagosa y falsa? No más que la de Heleana, si se lo proponía. Se giró hacia Cley y continuó caminando con él, dejando atrás al maestro de caballos-. Ese hombre estuvo trabajando en Riverside hasta hace algo menos de un año, hasta que llegó Osla. Probablemente hayáis escuchado hablar de ella, es todo un personaje y sumamente eficaz -Habló como si la marcha de Todric se debiera única y exclusivamente a la llegada de la nueva moza, a haber encontrado a alguien mucho más competente para ese puesto.

Entró al interior de la posada sin atreverse siquiera a girar la cabeza. Esperaba que cumpliera con lo que habían acordado y no armara ningún escándalo. A Helaena no le costaría mucho arruinarlo, pero si se corría la voz de lo ocurrido, ella no quedaría indemne de aquello. Y no quería ni pensar en lo que diría Willas si se enterara.  

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22/09/2019, 20:03
Terrence Dragnos

Al entrar en la taberna, pudo comprobar que no era una taberna cualquiera. La limpieza era muy notable, así como la decoración, mesas, sillas...Todo encajaba para dar un aspecto digno a la nobleza. No estaba muy ambientada. Probablemente pocos podían permitirse un lugar así en Aguasfrías, salvo tal vez un par de capitanes y alguien que al ver a Helaena entrar sonrió e hizo un gesto de disculpa en la conversación que mantenía, abandonándola y acercándose a la joven.

Lady Helaena, qué placer volver a verla.— Saludó haciendo una leve inclinación. —Cley...— Saludó acto seguido. El administrador devolvió el saludo y la sonrisa.

No quería interrumpir, sólo saludaros. Si os hospedáis aquí, seguro que coincidiremos. Milady...—

Terminó dejando paso y volviendo con sus acompañantes a retomar la conversación, mirando un avez más hacia Helaena, sonriente.

Continuaron su camino y subieron por unas escaleras que daba paro a un pasillo dividido en dos alas, luego otra, y luego otra más hasta llehar a la tercera y última planta la en la cual sólo había tres puertas. Sin duda serían las mejores de la posada. Cuando Cley abrió la puerta pues al contrario de lo que había imaginado, sus aposentos eran dignos de un Lord de cualquiera de las grandes casas, La cama era gigantesca, con estructura de madera tallada y adornada en dorados. Las sábanas de fina seda blanca y almohadones de plumón. La habitación era enorme, casi como un pequeño salón. Contaba incluso con una mesa de reuniones, un apartado para las letrinas, tocador, hermosos tapices y una inmensa terraza con carpa , adornada con flores y parras que crecían por ella.  Incluso había una puerta que conducía o otra habitación más pequeña, que debía estar ocupada por la mujer que los recibió al entrar. 

Una mujer de unos veinticinco días del nombre, muy rubia y de ojos azules. Probablemente lysena, aunque sus vestimentas eran acordes a Poniente.

Cley Errol

Milady, os presento a Lucy. Será vuestra ayudante de cámara. Para lo que necesitéis está a vuestra disposición, en todo momento. Ocupa la habitación de servicio contigua. —Informó.

La mujer hizo una reverencia flexionando las rodillas.

Lucy

Milady, a vuestro servicio.— Tenía un leve acento extranjero, casi inapreciable.

Cley observó a la joven con las manos cogidas atrás, a su espalda.

Cley Errol

Milady, sólo queda informaros de que tendréis permanentemente dos guardias en la puerta y otros dos en la terraza, a parte de la guardia de la posada. Lamento si resultan un inconveniente. Por supuesto, si a lo largo del día, o de los siguientes, echáis en falta algo en vuestros aposentos, o necesitáis cualquier cosa, podéis pedírselo a Lucy o a mí, cuando coincidamos.—

La miró entonces expectante.

—¿Todo a su gusto?. ¿Ordeno que vayan subiendo su equipaje, milady?—

Notas de juego

Tras esto, me dices si quieres hablar con alguien o hacer algo especial. Si no, también jeje.

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22/09/2019, 22:14
Helaena Stronghorse

Si Helaena había imaginado que la posada de Aguasfrías tenía algo que ver con la que había visitado hacía unos días con Ser Willas, estaba muy equivocada. Su interior correspondía al exterior que había visto y la joven miraba a su alrededor cada detalle, aunque no era capaz de apreciarlos como era debido; el encuentro que había tenido al desmontar la había dejado bastante aturdida y con mal cuerpo.

Apretaba los dientes, en parte por furia y en parte por controlar su nerviosismo, pues tenía la sensación de que si no lo hacía le empezaría a temblar el labio. Y por culpa de esa tensión se sobresaltó levemente al escuchar a alguien acercarse a ella, hasta que vio quién era.

- Terrence -pronunció su nombre con desconcierto, abriendo los ojos y mirándolo extrañada. Le devolvió el saludo con una rápida inclinación de la cabeza-. Lo mismo os digo, es una agradable sorpresa veros aquí -Sonrió y asintió antes de responder:- Aquí me hospedo, sí. Espero veros pronto.

Lo siguió con la mirada hasta que regresó con sus acompañantes. De todos los Dragnos, era el que mejor le caía; el más natural, el menos aburrido y, claramente, el menos ambicioso políticamente hablando. Y era agradable tener a alguien conocido con quien poder conversar. No sabía cuánto tiempo se quedaría en Aguasfrías, ya le preguntaría. Lo hacía preparando su viaje a tierras ignotas, aunque por lo poco que conocía a ese hombre probablemente tenía la improvisación por hábito.

Lo que encontró tras la puerta de sus aposentos era mucho más de lo que habría imaginado. Casi le daba apuro que hubiera habitaciones así en Aguasfrías y que Ser Dwain viviera en una casa cochambrosa. Justo estaba pensando que por lo menos no le habían puesto a una criada, cuando una mujer con aspecto extranjero apareció para recibirlos. Respondió con una sonrisa a su saludo y luego se volvió hacia el administrador.

- Sí, por favor, que me lo suban -contestó-. Cley, muchas gracias por todo. Os aseguro que todo esto es más de lo que yo habría pedido, así que no creo que eche nada en falta, pero agradezco el ofrecimiento.

Estaba deseando que el hombre marchara y poder quedarse sola. Demasiado bien estaba aguantando tras aquel inesperado reencuentro con su pasado. ¿Lo vería a menudo? Más le valía mantenerse alejado de ella. Era incapaz de quitarse de la cabeza su imagen y el simple recuerdo de aquellos momentos que vivió con él era como un veneno que dañaba su mente y ensombrecía su ánimo. 

Era la hija del Lord, podría pedir fácilmente que lo trasladaran a otra parte y quitárselo de en medio. Pero aquella decisión  aparentemente sin motivo daría que hablar. No, lo mejor era ignorar su presencia; solamente iban a ser unos meses y luego volvería a librarse de él. Mientras tanto, tenía que hacer su vida normal, Aguasfrías dependía de su entereza. Así que no podía quedarse encerrada todo el día, lamentando su situación. Quizá bajaría un rato después y, con suerte, podría encontrarse de nuevo con Terrence, con quien seguro mantenía una conversación lo bastante entretenida como para quitarle otras cosas de la cabeza.

Notas de juego

Pues eso. Estaría bien hablar con Terrence, si tiene algo interesante que contar. Y, si no, pues avanzamos hasta donde veas.

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24/09/2019, 14:29
Ser Badorc

A la mañana siguiente como había acordado con Cley, Helaena marchó a visitar a la familia afectada por los ataques. La acompañaron Cley y Ser Badorc, los cuales esperaron discretamente en un segundo plano. Fue recibida por los hijos de la familia, en concreto por el hijo mayor. Era un joven de la edad de Helaena más o menos. No era especialmente alto aunque sí bastante robusto para su edad. Se notaba que llevaba tiempo trabajando el campo, tanto en su físico como en sus manos endurecidas. El el hermano pequeño de unos tres días de nombre menor que el mayor, era casi tan alto como su hermano, aunque más infantil en sus facciones, pero igualmente se le podía ver que también trabajaba ya a esa edad. La  pequeña, la hermana que no emitió palabra alguna, era una niña de cinco o seis días del nombre.

Finalmente pudo intercambiar también unas palabras con el matrimonio que se encontraba postrado en cama. Estaban algo aturdidos por la leche de amapola, pero eso no fue impedimento para que ambos clamasen justicia por su hija entre llantos. Algo que llegó a desquebrajar a Helaena momentaneamente por dentro aunque no tuvo problemas en mantener la compostura.

Cley se interesó por el estado de Helaena de una forma sutil y elegante. Muy discreto. Sin exceso de palabras, ni falsa adulación. El hombre que seguro ya pasaba de los cincuenta, manaba una tranquilidad y un saber estar muy reconfortantes y sus modales eran impecables, pero a la vez cercanos. Pronto pudo comprobar que quizás Ser Dwain no había visto en él tan solo su habilidad con los las finanzas y por ello lo había traído desde las Tierras de las Tormentas.

Los días se fueron sucediendo con relativa tranquilidad. Se encontraba con Cley en su casa, haciendo ambos recuentos de los beneficios de la posada durante los hospedajes que tuvieron lugar con motivo de la visita del Lucero y sus tropas y del funeral.  La cosa auguraba bien pues los beneficios totales ascendían a unos doscientos dragones de oro. 

Fueron entonces interrumpidos por Ser Badorc, el cual primeramente se disculpó.

Milady, señor Cley. Disculpen la interrupción, pero venía a informar de que nuestras tropas han capturado a cuatro de los bandidos que asaltaron la granja. Durante la refriega han muerto cuatro de ellos y sólo dos han logrado escapar. Están ahora mismo en los calabozos de la plaza.—

Permaneció atento a Helaena por si recibía alguna instrucción concreta por su parte.

 

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24/09/2019, 21:06
Helaena Stronghorse

La entrevista con la familia cuya granja había sido atacada dejó a Helaena bastante descompuesta. Era la primera vez que se enfrentaba a algo así, pues había escuchado esas historias pero nunca había sido su cometido interesarse personalmente por tales asuntos y escuchar de primera mano la narración de tal brutalidad. De vez en cuando, mientras hablaba con los dos hermanos mayores, sus ojos se iban instintivamente a la pequeña, cuyo trauma debía de ser enorme para quedarse completamente en silencio. Las palabras y los llantos de los padres, que conservaban las fuerzas suficientes como para emitir una única súplica, terminaron por romperla por dentro, haciendo suya aquella ansia de justicia.

Gracias a los Siete que tenía a Cley a su lado. Había tomado la decisión correcta al mantenerlo en su puesto. Aquella calma y cercanía que le transmitía era justamente lo que necesitaba en un ambiente tenso y hostil. Tal vez no era de su familia, pero sentía que podía confiar en él en los asuntos que le habían sido encomendados y no tardó mucho en poder hablarle con total naturalidad.

A pesar del problema con las granjas y de sus propios demonios personales, la joven sentía que aquellos primeros días transcurrían con facilidad, lo cual era de agradecer, pues ayudó a aliviar sus nervios de regente inexperta. De hecho, las arcas estaban cada vez más llenas gracias a la posada. Si bien aquellos beneficios se debían a un acontecimiento puntual y del cual ella no tenía nada que ver, no dejaba de ser una estupenda noticia, pues más dinero significaba poder progresar tanto en el embarcadero como en el aumento de la seguridad.

Así se lo estaba comentando a Cley, cuando Ser Badorc entró de repente en la estancia.

- Al fin... -dijo la joven con un suspiro, mezcla de alivio y de satisfacción al escuchar la noticia. No había sido una victoria completa, pues aún dos de aquellos criminales andaban libres; pero ¿cuatro muertos y cuatro detenidos? Lo consideraba un éxito-. Quiero verlos -exigió, con determinación en sus ojos.

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25/09/2019, 16:42
Ser Badorc

Ser Badorc asintió, y sostuvo la puerta mientras Helaena y Cley salían. Siguiendo al caballero, llegaron hasta otra de las casas que conformaban el perímetro fortificado, custodiada por guardias. Cuando entró pudo ver que era una casa modificada con barrotes en lugar de puertas y paredes en las distintas estancias. Las  ventanas se habían enrejado también. En su interior, dos soldados se encargaban del custodio. Helaena pudo comprobar que allí no cabrían muchos mas de quince o veinte presos. Era más bien una forma provisional a falta de prisión, para retener a los criminales. Tal vez por ello, se había también creado la compañía de los Redimidos. Una forma de despejar los calabozos y sacar algo de partido. El resto bien sabía Helaena que acababan en la prisión de Riverside.

Los cuatro hombres se encontraban en una misma celda. A pesar de estar vivos, se podía observar que habían sido tratados cono "poca delicadeza". Tenían sus manos y pies unidas por grilletes y todos estaban sentados sobre el pavimento.

—Esos cuatro son milady.— Señaló lo evidente pues sólo había en otra de las celdas un tipo durmiendo en el suelo, que a juzgar por su aspecto, fuerte olor a vino y sus ronquidos, era un borracho que seguramente se habría pasado de la raya un poco la noche anterior.

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26/09/2019, 17:34
Helaena Stronghorse

Cuando más se acercaba a las celdas, más inquietud sentía Helaena. No por enfrentarse a unos criminales, mientras estuvieran al otro lado de unas rejas y ella, protegida por guardias, no le importaba en absoluto. Estaba intranquila porque aquella era la primera ocasión que tenía para demostrar su carácter, su competencia. Y no era un asunto banal de unos simples rateros, se trataba de algo sumamente grave que había conmovido a toda la ciudad.

Pasó la mirada primero por el borracho, a quien olvidó rápidamente; luego observó los grilletes y poco a poco fue subiendo los ojos hasta llegar a sus caras. Los cuatro hombres ya habían sufrido en sus propias carnes parte del castigo merecido por sus acciones. Los soldados no se habían andado con delicadezas, algo que no pareció importar a Helaena cuando los vio. Intentó que la rabia y el asco que sentía por dentro se quedaran dentro, pues un buen gobernante mantenía su templanza ante las situaciones más complicadas.

- Estoy segura de que estaréis aliviados de saber que los miembros restantes de la familia a la que atacasteis se recuperan poco a poco; no me cabe duda de que esa será vuestra preocupación principal en este momento, ¿me equivoco? –comenzó, con suavidad e ironía, pues esa sí que no podía contenerla-. O lo sería si fuerais personas decentes –añadió, con más dureza.

Suspiró. Ser Dwain había dado una oportunidad a esa clase de gente. Y ella había asumido el control de la compañía de los Redimidos, así que tendría que comportarse tal y como habría hecho su antecesor en el puesto.

- Pero no estoy siendo justa. Como gobernante, es mi deber escuchar vuestra versión de los hechos antes de dictar cualquier sentencia y escucharla con imparcialidad –comentó, con cierta dificultad. ¿Cómo podía ser imparcial ante un caso así?-. Así que adelante, soy toda oídos. ¿Qué tenéis que decir en vuestra defensa?

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26/09/2019, 18:04
Asaltante

Los cuatro presos la miraron. En dos de ellos sería difícil descifrar su expresión pues los golpes en su rostro habían dejado su cara maltrecha. El más joven parecía asustado, mientras que el que se encontraba a su lado la miraba desafiante. El joven habló.

¡Mi señora!, ¡Nosotros no...no hicimos nada a la joven.! ¡Dos están muertos y uno ha escapado!. ¿Verdad?— Asintió nervioso mirando a sus compañeros. —¡Sólo queríamos algo de comida, la cosa se desma~— No logró terminar la frase pues recibió un codazo en la boca del más desafiante y entero de todos.

Asaltante

Eres un mierda y siempre lo has sido...— Soltó con desprecio para luego escupirle mientras la nariz y boca del joven comenzaba a sangrar. Luego miró a Helaena con asco, odio incluso.

Qué...¿te crees que me vas a amedrentar como a este mierda?. ¿Qué voy a lamer tu culo para pedirte clemencia, niñata.? — Volvió a escupir hacia ella pero se quedó a medio camino y otra parte en su boca donde comenzó a deslizarse hacia abajo, hacia su barba. 

¡No ere nada, niñata!. ¡Una puta mierda es lo que eres!. ¡Sin esos perros falderos que tienes a tu lado y sin tu papá eres una mierda.!. ¡Tú sola no vales nada.!. ¡Venga, entra aquí conmigo, sin guardias, venga!. —Increpó a gritos.

¡Te da envidia, ¿no?!. ¡Las pollas las querías para ti, ¿no, zorra?!. ¡Vete a hacer punto y esperar que algún afeminado te la meta, no sea que te duela!— Comenzó entonces a reír a carcajadas.

Ser Badorc se quedó mirando a Helaena expectante, inmutable y serio.

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26/09/2019, 21:07
Helaena Stronghorse

Helena escuchó al primer joven que habló, con el ceño fruncido. ¿Tenía de verdad el valor de decir que ellos no habían hecho nada? Claramente era un cobarde incapaz de responsabilizarse por sus acciones; eso o la tomaba por alguien muy estúpida que podía creerse sin más que justo los que habían matado a la chica eran los que no estaban ahí. Lo miraba casi con cansancio, pensando que no iba a sacar nada en claro, cuando aquel codazo la sobresaltó.

Miró al hombre causante del ataque, escuchando barbaridad tras barbaridad, con tanto odio en sus ojos como el que emanaba de los del criminal. Si era totalmente sincera consigo misma, daba gracias a los Siete por aquellas rejas que los separaban y por tener guardias a su lado. Y, con cada amenaza e insulto, deseaba cada vez más haber podido entrenarse de pequeña para poder romperle ella misma la nariz a aquel infame y a cualquiera que se le cruzara.

Tal vez Ser Dwain tiene razón. Tal vez aún tengo tiempo y llegue el día en que impongan mis brazos tanto como mi título, pensó, aunque poco convencida.

Claro, que su título en esos momentos no imponía nada, no delante de ese criminal, aparentemente. Se sentía alarmada, pero intentó, aparte del sobresalto inicial, no mostrar otro signo de que sus palabras podían impactarla lo más mínimo. O, al menos, que el odio enmascarara cualquier otra emoción. ¡Y vaya si sentía odio!

Miró con asco el escupitajo que colgaba de su barba; realmente aquel acto frustrado consiguió que ese hombre ya no resultara tan escalofriante, simplemente repugnante. Cuando calló, apretó los puños con fuerza para aliviar la tensión que se le formó y suspiró. Y cuando habló, se dirigió primero a los dos que no habían abierto aún la boca.

- ¿Y vosotros dos? ¿Os ha comido la lengua el gato? ¿Qué tenéis para mí? ¿Explicaciones, súplicas o amenazas? Os advierto que hay dos que no os sirven para nada y una que sí.

Giró entonces la cabeza hacia el hombre cuyo discurso la había sobrecogido. Supuso que tendría que enfrentarse con esa calaña a menudo, así que tenía que acostumbrarse a ello. Eran solo palabras, no tenían ningún efecto cuando estaba totalmente protegida. Pero ¿las palabras de Helaena? Esas sí que eran poderosas, pues con ellas podía decidir el destino de aquellos salteadores. Ese pensamiento le dio ánimos para continuar.

- En cuanto a ti, no quiero que lamas ningún culo, menos el mío y menos con esa lengua –contestó con asco-. Supongo que das tu vida por perdida, si el único recurso que te queda es amenazar y reírte de una cría de 16 años. Una cría que, por otra parte, tiene en sus manos tu vida –El odio hacia ese hombre iba en aumento, casi cegándola hasta el punto de olvidar su decisión de mantenerse imparcial y templada-. Es cierto lo que dices: yo no valgo nada físicamente estando a solas contigo, no voy a fingir que tengo una fuerza sobrehumana. Pero tengo el poder de mandar cortar el miembro con el que no paras de amenazarme. A ti y a tus tres compañeros. Yo no valgo nada sin mi papá, ¿vales tú algo sin tu polla? ¿Serás, entonces, tan valiente? ¿Quieres que lo comprobemos ya mismo? Los guardias harán lo que yo les pida. PORQUE, SÍ, SOY ALGUIEN –No gritó, simplemente su voz se llenó de fuerza y de desprecio hacia su interlocutor.

Aflojó entonces los puños, tan fuerte los había apretado todo ese rato que se había clavado las uñas en la palma hasta dejarse marca. Ahora le dolía, pero al menos había conseguido calmarse.

- Lo único que quiero es que me contéis lo que ha pasado. Es lo que he preguntado y solo eres capaz de decir soeces –Hablaba ahora con más tranquilidad, pero el odio seguía presente tanto en su mirada como en su voz-. Es bien sencillo: Si quieres, responde a mi pregunta. Si no quieres, cállate la boca, deja hablar al resto y espera a que decida qué hacer contigo.

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29/09/2019, 23:01
Asaltante

El que había increpado a Helaena sonrió y la miró de arriba a abajo volviendo a escupir al suelo con desprecio. Uno de los que habían permanecido en silencio alzó la vista. Su aspecto era quizás el más salvaje, como si proviniese de otras tierra, quizás de fuera de Poniente, aun que la forma posterior de hablar, hizo pensar a Helaena que aquella posibilidad era muy remota, pues hablaba perfectamente y sin acento o expresiones desconocidas.

Deja de perder el tiempo.— Aconsejó. —Qué quieres...¿suplicas?. No las hallaras, salvo quizás por este de aquí.— Dijo en referencia al más joven, el que había recibido un codazo. —¿Amenazas?. Del loco ese las que quieras. — Señaló con el mentón al más irascible. —¿Explicaciones?...¿No os han contado lo que ocurrió?. Llegamos arrasamos, nos llevamos lo que pudimos y nos fuimos. Así son las cosas. El fuerte prevalece sobre el débil. Bien lo sabe vuestra casa. — Afirmó. 

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30/09/2019, 17:07
Helaena Stronghorse

Al fin aquel criminal había dejado de hablar. Lo último que quería era seguir escuchando obscenidades que no llevaban a ninguna parte, bastante incómoda se había sentido ya. Miró al escupitajo que lanzó, esta vez con más atino que antes, y luego giró con cansancio la cabeza hacia un tercer hombre. Su clara pronunciación no parecía estar coordinada con su aspecto asalvajado.

¿Crees que esto es perder el tiempo? —respondió—. En cualquier caso, no soy yo quien lo pierde, son ellos quienes me lo hacen perder —respondió Helaena, señalando con la cabeza a los dos que habían intervenido al principio­—. Claro que me lo han contado, pero es mi deber prestar oídos a todo el mundo —Y escuchó, al fin, lo que quería escuchar. Aquella confesión le daba al fin pie para seguir actuando en consecuencia. Únicamente le quedaba dictar sentencia y acabaría con aquel problema. Pero, antes de hablar, su mente le hizo notar la última frase que le espetó.

Bien lo sabe vuestra casa.

¿Qué había hecho su casa?

Mi casa ha prevalecido sobre otras más débiles, sí, pero nunca a costa de sangre inocente, nunca cometiendo tan despreciable crimen —contestó con dureza—. Robar pertenencias ajenas ya es merecedor de castigo, pero lo que habéis hecho con la muchacha… ¿De verdad era necesario violarla y asesinarla? Así no son las cosas —dijo, mirando fijamente al hombre, apenas sin parpadear.