Una y otra vez los mismos argumentos, el mismo bulto escurrido, el mismo interés.
- Ya basta. - Digo, sin mirar a nadie en concreto, pues Fyas ya lo hace por mí, y tiene sus ojos danzando de Katalina a Olenna. - Esto es ridículo. Ya hemos oído la opinión de la niña. Ella dice que Roy no era malo. Seguir diciendo que se aprovechó de ella en un contexto sexual, es ridículo. Primero, no creo que su compañero lo hubiera permitido. Segundo, habría sonado menos desesperado decir que quería convencerla y manipularla para algo. Acusar de violación me parece un golpe muy bajo, sobre todo - esta vez sí levanto la cabeza y miro a Katalina con dureza - cuando tú pareces ser una experta en manipulación. Qué pasa, Kat, ¿Roy no sucumbió a tus encantos? ¿No le hacías sentir... cosas? El árabe te ignora y Alastor te ha cambiado. Realmente ha tenido que dolerte... ¿Es que tu siguiente objetivo se fijó en Yaiza y por eso te la has cargado, intentando además ridiculizarla exponiendo su cuerpo desnudo ensangrentado? Voy a hacer de Celestina, y te voy a mostrar a tu pareja ideal. Tenéis mucho en común, sois igual de mentirosos, y tenéis la misma credibilidad.
Como si le hubiera hecho una señal, Fyas se desenrosca del palo de Olenna y repta hasta formar un círculo alrededor de Daeron.
- Eh, rubio, aún estamos esperando a que nos demuestres que puedes morir y resucitar cuando quieras.
“El rol de cultista de Roy no se habia dicho hasta que yo hable, si bien vos te apuraste a decir que estaban juntos nunca dejaste clara la relación de ambos. Respecto a la niña, nunca he dicho que supiera sino que lo descubri porque ella misma se dejo ver. En ese momento cualquiera podría haber dicho que estaba junto a este y yo no tendría prueba alguno para negarlo.” Le explico no solo a ella sino al resto.
Luego se quedo mirando con molestia a las dos mujeres que habían hablado antes. “No se de que lugar vienen, pero de dónde vengo yo alguien que es cultista no es ningún santo. Asi que cuando supe que estuvo con una menor de edad sola, solo se me ocurrió pensar que era un pederasta porque yo pensabaque esa era la única opción viable.” Dejo dicho con fastidio. “Pero no parece que estoy loca aquí y ellos eran los mejores amigos del mundo. Asi que me disculpo por pensar mal de un cultista, ojala algún dia vuelva entre nosotros y pueda seguir estando en la cabeza de una niña que tardara tiempo en cumplir los 18, porque eso parece ser lo mas normal aquí.” Dijo desganada en seguir defendiéndose en una batalla que parecía completamente perdida.
“Cuando dije que soy una experta manipulando? Crees que si lo fuera estaría en este embrollo?” pregunto riendo por sus descalificativos. “Claro me venga de los rechazos que dices con una pobre que no me dijo nada en todas las horas que compartimos…en vez de no sé, a la mujer que ahora me acusa con una ferocidad típica de su legado.” Dijo rodando sus ojos ante sus especulaciones que terminaban siendo demasiado locas.
Entonces dejo de flotar y se depositó en el suelo. Entonces su gesto se volvió uno de dolor mientras traba de sostenerse con demasiada dificultad, aunque finalmente usando sus poderes se acomodo para sentarse en la tierra sin cambiar el gesto de malestar en su rostro. “Pase lo que pase, es mejor que sepa que van a matar a una invalida que sufrió toda su niñez…” dijo sonriendo con rabia y mirando con odio a Olenna. “No quiero su piedad, no la pido. Solo quiero dejar en claro que no floto por placer sino por necesidad aunque cuando me maten ya verán lo que esconde mi lindo vestido y lo frágil que pueden ser mis huesos.”
En silencio tras dedicar esas últimas palabras al hombre mayor Olenna escucha con atención lo que otros van diciendo, y aprovecha el momento para caminar un poco y estirar las piernas. Sus ojos se van al hombre árabe cuando habla, recordando los movimientos que había hecho, y decide que lo imitará antes del combate. Porque tiene claro desde hace mucho que en el de hoy, participará.
No interviene cuando habla la chica del cocodrilo, aunque cada vez le sorprende más su determinación, que es evidente que crece con cada intervención. Aprovecha entonces para revisar una vez más los surcos del suelo, y parece estar buscando algo en concreto. Se tiende en el suelo, apoyando en ese orden las rodillas, las manos, el vientre y el oído una y otra vez. Primero lo hace con los surcos iluminados, luego con los que aún están apagados.
—Nombres de nuestras almas —dice entonces, respondiendo a la pregunta que dos días atrás había formulado la chica del cocodrilo. Le hace un gesto entonces con la barbilla—. Ahora busco el tuyo.
Sin embargo sus pasos se detienen cuando un instante más tarde el oriental vuelve a intervenir. Le mira con escepticismo y una media sonrisa, sin llegar a decir nada pero dejando claro que sí cree que él ha estado defendiendo a alguien en concreto.
Luego, cuando Sylvia interviene, la observa con una expresión que empieza siendo divertida, aunque su rostro no tarda en romperla cuando su pecho estalla en carcajadas continuas, desde que la mujer dice que la flotante no hacía sentir cosas a Roy hasta varios segundos después de que termine de hablar. No se molesta esta vez en explicar por qué es gracioso, porque bueno... Le resulta tan evidente que hasta una mujer triste debería saberlo. Aunque no lo parece, teniendo en cuenta su posterior respuesta falta de risas o humor.
Escucha entonces cada palabra de esa mujer flotante, con el pecho y el estómago aún vibrando con los ecos de la risa, y antes de responder se lleva el índice de la mano que no sujeta el bastón a los ojos, quitándose las lágrimas que asoman tras ese momento tan divertido.
—Entonces... —empieza en ese momento—. Entonces tú ahora dices que inventaste lo de pederasta —señala—. Y dices que fue porque no dije qué relación tenían, pero lo primero que dije fue que confiaban. —Entonces ladea la cabeza—. Entonces lo único que tú dijiste nuevo fue que era «cultista», y admites que todo lo otro lo dije yo o ella antes —enuncia antes de fruncir el ceño—. ¿Por poner nombre raro eres buena? —pregunta como si de verdad no entendiera la relación entre una cosa y la otra. Entonces señala con el índice su sien—. Aquí nadie dijo «médium», él —dice con un gesto hacia el chico de las cartas— puso ese nombre. ¿Significa eso que también es bueno, que no es asesino? ¿Todo el que invente nombre no es asesino? —Dicho eso señala con el índice a alguien al azar, que resulta ser el hombre árabe—. ¡Panadero! —Luego apunta con el índice a la chica del cocodrilo, y es evidente que en ese momento se está divirtiendo—. ¡Leñadora! —Por último también al falso rey y a la chica lobo—. ¡Trapecistas! —Finalmente se encoge de hombros y vuelve a mirar a la mujer flotante—. Yo también sé. No nombres raros, como tú o él, pero sé.
Tras esas palabras se acerca a uno de los surcos que aún no ha examinado y se tiende para escucharlo. Por unos segundos toda su atención está en su oído, en la piedra, rascando con las uñas el suelo y escuchando cómo reacciona. Luego se pone en pie y vuelve a mirar a la mujer globo mientras dice esas últimas palabras.
—Inválida para unas cosas, válida para matar —le dice—. Por mí bien matarte. —Ladea su cabeza entonces una vez más—. ¿Por qué decir eso si no para dar pena? Eres una mujer triste, pero no de ese tipo. Y lo eres más cuanto más intentas no serlo.
Me levanto hastiada de tanta habladuría y palabrería. Mis pasos me conducen irónicamente hacia el ángel pétreo, que con mirada vacía, parece negar su vista hacía los presentes, una leve sonrisa escapa de mis labios. - Ahora comprendo por qué os negáis a mirar. Clavo mi fría mirada en su inexpresivo rostro. – Demasiada fe ciega hay en este lugar...
La cantidad de información que ponen sobre la mesa comienza a ser apabullante. Es como tratar de investigar años de ficheros para preparar un caso para el día siguiente: virtualmente imposible asimilarlo todo. Así que me veo forzado a hacer lo que hago en dichos casos. Valoro los alegatos de mayor peso y... dejo a mi instinto actuar. Hasta ahora me ha ido bien.
- Francamente estoy muy desorientado, y válgame el cielo si esto no es inesperado pero... creo que Olenna tiene razón en bastantes cosas. Es cierto que sospeché de ella ayer porque pensaba que escondía algo, pero lo cierto es que tenía razón aunque no fuera algo "malo": puede hablar con los jodidos muertos. Hoy que estás exponiendo esto de manera tan argumentativa entiendo tus motivos. - Mientras le hablo camino cn las manos en los bolsillos mirando al suelo, reflexionando. - Aún no se que pensar de Katalina*. Pero lo que dices acerca de mi hermano de Legado... bueno, a mi modo de ver tiene bastante sentido. No veo fisuras en tu alegato. Así que me temo que a menos que des las pruebas que se te solicitan... - levanto mi cuchillo apuntando a Daeron de lejos mientras frunzo el ceño - El jurado está listo para dar sentencia.
Concluida mi exposición miro a Deidre de nuevo, algo aliviado. Me equivoque o no con Daeron, me alivia saber que la pelirroja parece bastante fuera de peligro. Espero que sea así por mucho tiempo.
*No he leído la parte referente a ella tanto como la de Daeron por motivos de tiempo básicamente.
Continuaba junto a Theora acompañándola como si fuera su propia madre, escuchaba a cada uno con determinación y en algunos casos desvío la mirada negando con la cabeza porque me resultaba absurdo los intentos de Katalina para salvarse de su propia condena.
No quería darle más vueltas al asunto porque los motivos estaban demasiado claros, eso si, cuando Alastor rompió el silencio algo dentro mío comenzó a palpitar con fuerza. Era evidente que los sentimientos hacia aquel Grovehn comenzaban a ser más persistentes y notables, pese a que permanecía lo suficientemente íntegra para no manifestar de cara a todos lo que por dentro sentía.
Creía en la palabra de aquel hombre, por ello al conectar nuestras miradas, una cálida sonrisa se escapa de mis labios. De una forma u otra, los dos cuidábamos nuestras espaldas y al margen de que no podía estar aliviada, sabía que él estaría lejos de ser el objetivo por parte del grupo.
Sólo algo me distrajo del magnetismo de Alastor y fue la chica con el búho, sus palabras reflejaban más de lo que a simple vista podían significar. Sin dudas, muy interesante postura dentro de su diálogo interno.
Miro a Sylvia cuando habla, con cierta atención. Mis estiramientos ya han terminado y estoy listo para lo que venga. Es más, he tomado la decisión de que éste será mi ritual antes de cada ajusticiamiento. Al menos me hacía sentir más vivo... mejor.
Todo el mundo que te rodea te hace sentir algo: amor, odio, asco, indiferencia o cualquier otra cosa que puedas imaginar, es lo natural. Sin embargo, a nadie le gusta ser... ¿cómo dicen en occidente? Ah, ya: segundo plato. Sin embargo, creo que eso no es lo más importante ahora.
Hablo con honestidad, dado que parece que el tema es recurrente en este intercambio de argumentos. Luego Olenna habla, en cierto modo similar a un juego infantil, vuelve a captar un ápice de mi atención. Señalo con la mano derecha hacia el chico del que se burla.
En ciertas culturas quien habla con los muertos recibe el nombre de médium, en otras chamán o incluso nigromante. Al igual que al que sabe cazar, como casi todos los descendientes del legado de Eve, reciben comúnmente el nombre de cazadores, aunque también los he escuchado llamar depredadores en ciertas culturas. Sin embargo lo importante aquí es detener a los asesinos -añado entonces bajando un poco el tono-. Y sí sé hacer pan.
Pero la compañera del búho habla, poco, para decir... no sé si mucho... o menos. La miro, mientras no pierdo atención de lo que dice un Júpiter que parece completamente fuera del Olimpo en el que reina.
¿Qué historia es la que hay que mirar?
Pregunto, dedicándole una gran parte de mi interés a la respuesta que pueda darme.
Ante la reacción popular, hago un gesto de manos dismisivo, conforme voy a sentarme encima de una piedra con los braos cruzados. Sonrío y saco un cigarrillo que empiezo a fumar mientras alzo la cabeza y miro al cielo. -Bueno, pues no hagais caso ni de una palabra de lo que tengo que decir, ya vereis como os va. La confianza es un arma peligrosa, y una buena forma de que te traicionen.-
Observo la cara de los presentes, sus expresiones. Confusión, incertidumbre, nerviosismo, serenidad... Comienzo a reir. -Al menos Olenna lo lleva mejor que muchos de los demás, al fin y al cabo, la vida no es más que un juego. Uno de los macabros, de los buenos. -
Me encojo de hombros, como si la cosa no fuese conmigo. -Yo no se vosotros, pero esta noche tengo un planazo. Me froto las manos echándome hacia delante. -Tomar la otra dosis de la droga. Y, sinceramente, conociendoos, estoy casi seguro de que vais a mutilar mi cuerpo o lo que sea... Meh, no importa. Si vieseis lo que puedes hacer estando muerto, no querríais estar vivos.- Continuo riendome. -Oh, y por cierto, frente al prospecto de ser resucitado, Roy fue el primero en pedirlo, pero el muy idiota no lo pidió para el mismo, sino para su peluche... Yo solo propuse que antes que permitir que un panda volviese, mejor lo hacia yo... Si, se desaprovecharía la resurrección, pero un panda no da mucha conversación.
Nimay callaba y escuchaba. Había asentido con interés al relato de Nora, pero con la discusión en alza entre los otros, aquello había pasado a un segundo plano. Querría preguntarle más, pero no en ese momento.
Haathee, seguía tras Theora, como una sombra. cuando la niña había empezado a llorar, el elefante había estirado su trompa para secar sus mejillas con ella. Pero cuando Deidre había llegado, el animal había dado un paso atrás, dejando que la mujer se hiciese cargo de la pequeña.
Ambos, hombre y elefante, deslizaban sus ojos oscuros por todos los presentes, callando y escuchando. Podían sentir en su sangre la misma sensación que el día anterior les había llegado al atardecer, esa rabia salvaje acercándose, tan clara ahora que la conocían como sentían los pasos de los que se movían a través de las plantas de sus pies y patas. Faltaba poco para el atardecer y si había más que decir, probablemente llegase tarde.
De vez en cuando su mirada se desviaba hacia el lugar donde Deidre protegía a la niña. Pero si le molestó que la llevase junto a Alastor, no dijo nada.
Poco a poco, los músculos de ambos se fueron tensando, preparándose para lo que ya sabían que pasaría de nuevo. Y antes de que llegase el momento, miraron a Vyka y Nora. ¿Eran ambas descendientes de Oldland? No pudo evitar una chispa de empatía con quienes fuesen sus progenitores. Ojalá su Priya nunca tuviera que pisar ese lugar maldito.
—Es hora de creer o no creer —musitó para sí mismo, sin nada que aportar a la discusión que se alargaba tanto como empezaban a hacerlo las sombras de las ruinas bajo los rayos laterales del sol poniente—. Hora de cazar para no ser cazado. Es hora de defenderse.
Citó esas palabras ajenas que se habían grabado en su mente. Pues tal vez Haathee y él no eran especialmente astutos, pero tenían muy buena memoria. Y tras eso, empezó a murmurar entre dientes una oración para Karttikeya, esperando su apoyo si ese día tenía que luchar.
No puedo más que fingir una sonrisa ante las palabras del árabe. Así que el contador de historias quiere una historia pues esta llega a su fin. Sin apartar la mirada de la estatua le respondo.
- La de aquellos que se escudan en los demás sin importarles la verdad… esas son las historias que hay que mirar.
Son las palabras de Daeron las que consiguen llamar mi atención y apartar la mirada de la estatua. – Interesante…
La respuesta del señor Nói me hace achuchar los labios, realmente digo lo que pienso de cabo a rabo. Entre tanto, la mujer que flota cuenta que no podría danzar con el diablo ni aun queriendo. Aunque las una y muchas historias que tendremos a nuestras espaldas no contarán para dar foguear esta.
Con el comentario de Olenna entiendo que son los nombres de nuestras almas grabados en historia, pero no porque busca el mio. Espero que sea para algo bueno. Por lo demás, vuelvo a escuchar comentarios que no me dicen nada y algunos que parecen abstenerse de todo, pero para fin de mi espera... Daeron ofrece una respuesta, que no una muestra. - Ts... - Estoy rodeada de asesinos, suicidas, tocadores de niñas y mentirosos. No hay mucho mas que expresar.
- Sí, muy interesante... - digo al final.
Unos minutos antes de que el atardecer llegue Olenna comienza a hacer algunos de los movimientos que ha visto en el árabe, sintiendo sus músculos y tendones prepararse para el combate. Los combina con otros a los que ella está más habituada y que parecen más caóticos y menos metódicos. Más salvajes.
En el momento en que el falso rey habla se encuentra en una postura extraña, encaramada a uno de los muros de las ruinas y usando el bastón como único apoyo. Parece estar buscando una posición elevada por si realmente la mujer flotante echase a volar. Escucha las palabras del hombre desde ese lugar, y es evidente que le llama la atención el cambio en su manera de dirigirse a ella desde el día anterior. Se encoge de hombros cuando el hombre le da la razón, como si realmente no le importase demasiado.
—Cada uno, cada uno —dice, resumiendo así sus pensamientos, antes de proseguir con aquella peculiar preparación.
Luego escucha hablar al árabe, y cuando este le instruye sobre cómo algunos llaman a lo que ella hace ladea la cabeza con curiosidad antes de asentir. Oye sus últimas palabras, esas sobre el pan, y ríe.
—Yo sé robar galletas —comenta divertida, como si fuera distinto afanarse ese tipo de alimento que cualquier otra cosa. Entonces, como si eso demostrara la habilidad que acaba de mencionar, saca una y se la mete en la boca, mirando al árabe satisfecha.
Posteriormente, al oír al chico de las cartas, deja su sitio allí arriba para bajar al suelo de un salto. Luego continúa caminando con comodidad.
—Muy fácil lo que dices —enuncia—. Hacerlo por la noche, cuando no miramos. Eso es contar con que alguno te matará por asesino, y aprovechar, o pedir a los tuyos que lo hagan —señala—. Hazlo como otra vez —le pide con una media sonrisa de desafío—. Si puedes.
Dichas esa palabras adopta una postura de preparación. Una de sus piernas, la más cercana a la mujer globo, está flexionada. La otra está extendida hacia atrás. Su espalda está doblada, dejándola a ella tan agachada que ocupa menos de la mitad de su altura habitual. Y su bastón está en la mano más alejada de su objetivo, en una posición que para nada parecería de combate. Sin embargo ella está lista para saltar en cualquier dirección. Sus ojos brillan expectantes, fijos en la mujer que flota, y su sonrisa va creciendo poco a poco.
—¿Lista para el palo?
Vyka se sobresaltó un poco ante la respuesta de Nora y tras un leve asentimiento de cabeza, le dijo – Así es, mi madre estuvo en la última reunión. Responde al nombre de Vexy – se detuvo un momento y, casi como si dudara, continuó.
- Tu padre fue… Fue receptáculo de uno de los originales – finalmente afirmó, mostrando aquello que la mujer había dicho sobre los recuerdos ajenos.
Las discusiones continuaban y Olenna respondió a su pregunta, dando los mensajes que Daeron había pedido que se entregaran. Ahí tenía la razón. Si puedes volver por tu cuenta, no pedirías ser revivido. Solo retira la mirada y sigue escuchando. La reacción de Theora le sorprende, no porque defienda al hombre, sino porque llama mamá a la mujer del lobo. No podía creerlo. Tal vez estaba metiendo demasiado raciocinio a las palabras de la niña pero eso le parecía demasiado.
Smel le habló a Daeron y Vyka esperó, esperó a que el chico reaccionara, para luego escuchar las palabras de Sylvia mientras Fyas le envolvía. Sinceramente, sentía algo de enojo por tan infantil acción, pero guardó su opinión. Ya era lo suficientemente tensa la situación para hacer una broma así. Solo mostró desagrado en su rostro pero se giró hacia Katalina para escucharla hablando de su frágil cuerpo. El cuerpo de un Melknhar tiende a ser más frágil que el de los otros legados. Es normal, es la naturaleza de su legado. Cuerpo frágil por mente imbatible. No sintió pesar, pero no comprendía por qué era menester la aclaración.
La reacción de Alastor le parece algo fingida. Tal vez quería impresionar a la chica pelirroja, o tal vez no quería morir. No podía culparlo, nadie quiere morir aunque la lengua suele castigar. Su cambio comportamental era notorio, pero ¿Nadie más lo notaba? Le miró perpleja, casi confundida, como si su cambio fuera demasiado grande para entenderlo pero no dijo nada. En este momento, debían mantenerse enfocados en lo importante.
La mirada de Nimay se cruza con la suya por un momento y tras sus palabras, solo asiente. Cazar o ser cazado. Sin duda, de eso se trataba esto aquí. Miró a Smel y tras la intervención de Daeron, extendió su mano para tomar la de la Eve. Ella protegería a su amiga, incluso en la batalla. Le dijo a Daeron con dulzura – Tal vez, pero deberías haber puesto de tu parte igualmente – su mirada era triste, el chico había sido agradable con ella pero bueno. Solo se preparó para lo que venía, lo cual sabía que sería intenso.
Disculpen la tardanza, tuve que ser niñera el día de ayer XD.
Y mientras aún seguía viva la duda de quien caería aquella tarde, como un juicio salvaje, la tarde iba cayendo entre rayos rojos, como presagio de la funesta muerte que podría acontecer